VAS A QUEDARTE || CACHÉ

By AntoniaGuci

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Segunda parte de Sí, si es contigo. Con un océano entre ellas Calle y Poché comienzan a darse cuenta de que s... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
¿Nuevo fic?
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Epílogo

Capítulo 8

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By AntoniaGuci

Poché había entrado a la facultad con las piernas temblorosas y el semblante apagado. En una mano llevaba un termo con té de lavanda (recomendación de la mamá de Alba) y en la otra llevaba, o más bien la llevaba, Jean.

- Va a estar todo bien, yo te voy a acompañar todo el día y sabes que cualquier cosa que pase me puedes decir - el chico le dio un beso en la sien.

- Yo sé - María José esbozó una sonrisa que se esfumó enseguida - gracias.

La ansiedad de la peliazulada crecía cada vez que escuchaba voces susurrando detrás de ella. Si bien la fiesta no había sido multitudinaria, no era normal ver a una chica sacando a otra sobre su hombro como si la estuviera rescatando de un secuestro. Además todos habían bautizado a la colombiana como "Poshots" por su espléndida performance con el tequila.

- Poché, cariño - Jean le aplaudió para llamar su atención - voy rapidísimo al baño, espérame aquí.

La chica de pelo azul se sentó en una mesa vacía en lo que su amigo volvía del baño. Se llevó un susto cuando un desconocido medio conocido se sentó a su lado y la saludó.

- ¿Te conozco? - Poché trató de ser amable.

- Todavía no - el muchacho sonrió de forma muy carismática - me presento, soy Ernesto.

- María José - esbozó una sonrisa y estrechó la mano que el chico había estirado - amigo de Jean ¿Verdad?

- Sí, ¿te había hablado de mí? - Ernesto se veía confundido.

- Algo así - Poché mintió - bueno, da igual. ¿De dónde me conoces? ¿O solo te acercaste porque sí?

- Digamos que te conozco pero sin conocerte - el chico rió sin ser simpático - había intentado acercarme pero me daba un poquito de vergüenza.

- ¿Y en qué cambió tu nivel de vergüenza hoy? - Poché alzó una ceja y le dio un sorbo a su té.

- Eh, no sé - la miró nervioso - ¿Me aceptas que te invite un café?

- Bueno ... ¿no ves el termo en mi mano? Pero bueh, el café no se le niega ni al diablo - se carcajeó - compra otro más porque Jean viene para acá.

El chico sonrió y caminó hacia la cafetería. A los pocos segundos Jean regresó.

- ¿Vamos? - le extendió una mano.

- Vas a tener que esperar - rió bajito - tu amiguísimo Ernesto fue por café para los tres.

- Joder - se sentó y giró los ojos - te apuesto 5 euros a que te invita a un partido.

- No creo que sea tan cliché para sus cosas - María José encogió los hombros y estrechó la mano de su amigo - 5 euros en la mesa.

Continuaron hablando de diferentes temas hasta que Ernesto apareció con una bandeja y 3 vasos humeantes.

- Listo - los puso en la mesa - no sé cómo te gusta así que traje azúcar, endulzante y crema.

- Gracias - Poché tomó un sobre de endulzante y uno de crema.

- ¿Te gusta el fútbol? - Ernesto miró a la peliazulada y Jean tuvo que aguantarse la carcajada.

- En lo más mínimo, se me hace uno de los deportes más sobrevalorados que existe - la chica esbozó una sonrisa y le dio un trago a su vaso - ¿A ti te gusta?

- No mucho, prefiero otras cosas - rió nervioso - ¿A ti te gusta, Jean?

- Pues me da igual - el chico no dijo más.

La conversación fluyó, si es que se le puede decir así a un par de preguntas tontas, hasta que el celular de Poché empezó a sonar.

- Es mi novia - le sonrió a Ernesto, se puso de pie y se alejó.

Le parecía extraño que Calle estuviera llamando tan temprano, en Florida no eran más de las 3 de la mañana.

- ¿Amor? - contestó preocupada - ¿Está todo bien?

- Hola bebé hermosa - la voz de Daniela sonaba chistosa - te extraño. Pero o sea, en serio te extraño ¿sí sabes cómo?

- Gorda ¿Estás tomada? - María José preguntó sorprendida - No suenas muy tú.

- Solo un poquito, pero eso basta para que todas mis hormonas hagan wuuuuu - soltó una carcajada - ¿No puedes venir un ratito?

- A ver Calle - la peliazulada intentó no reír - Número uno, no me avisaste que ibas a salir. Número dos, ¿Dónde estás?

- Número uno no salí, número dos en mi cama un poco desnuda - guardó silencio - o muy desnuda. Te lo dejo a ti y a tu imaginación tan hermosa. ¿Tú qué haces?

- Ehhh, en la universidad gorda, aquí van a ser las 10 - Poché no podía creer que su novia estuviera ebria un martes en la madrugada - oye, necesito que me digas algo. ¿Decidiste tomar porque sí? ¿O tus amigos fueron a la casa?

- Nah, me las di de Jack Sparrow y me acabé una botella de ron - rió muy alto - no, no es verdad. Vinieron Camilo, Eva y Tille un rato. O sea, se supone que iba a ser un rato pero terminaron siendo varias horas.

- Gorda, baja la voz, vas a despertar a Mafe y a Marc - le recordó - ¿Por qué mejor no te duermes y me llamas cuando despiertes?

- Es que mira, la cosa está así - Dani rió bajito - hoy me molestaron demasiado con todo el tema de que estás lejos y las hormonas no se calman solas y eso ... ¿Ajá?

- Ehhh ... ajá - Poché no entendía a qué iba.

- Bueno, estos idiotas me hicieron un regalo grupal - soltó una carcajada - ¿Te logras imaginar qué es?

De pronto el silencio se adornó con una risa traviesa y un sonido bastante peculiar.

- ¿¡Un vibrador!? - María José susurró fuerte.

- ¡Sí! - Calle gritó y luego empezó a susurrar - Es muy tierno, parece un lipstick pero no lo es, obviamente.

- Ay gorda, mejor duérmete, es muy tarde - la chica de pelo azul insistió - hablamos cuando te despiertes.

- Es que mira, aquí la cosa es la siguiente - hizo una pausa - estoy un poquito tomada y tú sabes qué me pasa cuando estoy así.

Poché sabía perfectamente que cuando su novia estaba así era prácticamente un fósforo con patas. Y como sabía eso y ahora sabía, más o menos, qué pretendía Calle se excusó con sus amigos para poder ir a un lugar un poco más privado y poder hablar con la morena sin tener que estar susurrando y cubriéndose la boca.

- A ver gorda, haz lo que quieras hacer, a mí no me importa - la peliazulada rió con ternura - si sientes que quieres pues hazlo, no tiene nada de malo, te lo he dicho varias veces.

- Es que sin ti no tiene gracia - se escuchaba cómo prendía y apagaba el aparato - a menos ...

- ¿A menos? - Poché hizo una pausa - ¿Calle?

La chica creyó que su novia se había quedado dormida pero tuvo que apretar fuerte las piernas cuando escuchó que Daniela estaba muy lejos de estar durmiendo.

- Calle, no - la peliazulada caminó rápido hacia una parte donde no transitaba mucha gente - te voy a colgar y tú terminas de hacer tus cosas.

- ¿Me vas a dejar así? - la voz de Dani era más un jadeo - mejor ayúdame.

Poché quería meterse debajo de un árbol, no estaba acostumbrada a que su novia fuera tan atrevida y eso le estaba provocando cosas poco cómodas a esa hora de la mañana.

- Gorda, no puedo hacer esto ahora - le dijo mientras miraba de un lado a otro - si quieres cuando llegue a mi casa hago esto contigo feliz de la vida.

- Si quieres no hagas nada - Calle aguantó la respiración un segundo - solo quédate conmigo como si estuvieras aquí.

- Es que gorda

Un gemido la interrumpió a media frase y un calor infernal le recorrió las piernas. Dejar a un lado el celular habría sido muy fácil pero eso era lo que Poché menos quería. Había algo de la situación que la atraía mucho, sentía una adrenalina que no conocía y que no lograba relacionar con nada más. Cada vez que alguien caminaba cerca de ella cerraba los ojos con fuerza como si eso la fuese a hacer invisible. El problema de cerrar los ojos era que su oído se agudizaba y con eso se agudizaban otras tantas cosas un poco inapropiadas para un campus universitario.

- Poché - una mano en su hombro hizo que abriera los ojos como si la estuvieran apuñalando - ¿Todo bien?

- Eh, Jean, sí - lo miró esperando que se fuera pero no pasó - ¿Qué pasó?

- Ya va a empezar tu clase - señaló su reloj y la miró extrañado - ¿De verdad estás bien? Tía, estás toda roja como tomate.

- Sí, todo bien - apuntó a su celular y susurró - un asuntito con Calle.

- Ah, vale, vale - el chico sonrió - bueno, te espero.

Del otro lado de la línea las cosas se calentaban cada vez más y la peliazulada tenía que pretender que nada pasaba porque Jean la esperaba para poder acompañarla a su salón.

- Oye Jean, si quieres ve a tu clase - le dijo tratando de sonar confiada - yo me voy sola, no te preocupes.

- ¿Segura? - el chico le preguntó - no me molesta esperarte.

- Ve, en serio - la chica sonrió y se despidió con la mano.

Jean se despidió y se marchó sin pedir más explicaciones.

- Calle, voy a llegar tarde - Poché le advirtió a su novia.

La respuesta de Daniela hizo que María José dejara de respirar por un par de segundos. Recordaba que su novia ebria era un poquito más ruidosa de lo normal pero no recordaba haber escuchado jamás algo así.

- Ahora sí puedo ir a dormir - dijo entre risas y jadeos - buenas noches, días. Te amo.

La morena terminó la llamada y Poché se quedó congelada sin saber bien qué hacer. Estaba segura de que su novia no era consciente de lo que acababa de pasar.

-

Dani abrió los ojos muy lentamente porque sentía que los párpados le pesaban una tonelada y media. Estiró la mano para agarrar el vaso de agua que había dejado en su mesa de noche, pero en vez de agarrar eso sus dedos se encontraron con un divertido juguetito que sus amigos le habían regalado tan amablemente. Fue en ese instante cuando un flashback le invadió los pensamientos y recordó lo que había pasado con ese juguetito antes de dormir.

- Daniela, Daniela, Daniela - se dijo a sí misma mientras buscaba su celular entre las sábanas - qué vergüenza Dios mío.

Cuando encontró el teléfono lo primero que hizo fue ver si tenía algún mensaje de Poché, pero no había nada. Tomó una gran bocanada de aire antes de llamarla.

- Buenos días princesa - la voz de María José tenía un tono burlón - ¿Dormiste bien?

- Ay no gorda, ¡qué vergüenza! - Calle se metió debajo del cobertor - perdón, perdón, perdón, perdón a la enésima potencia.

- ¿Tú sabes lo que es tener que sonreírle a tu amigo mientras escuchas a tu novia a medio orgasmo por el teléfono? - la peliazulada se carcajeó - Nunca había tenido tantas ganas de matarte como en ese momento.

- Me muero de vergüenza Poché, en serio - Dani estaba realmente arrepentida - ya sabes que el alcohol y yo no somos buenos amigos.

- Son muy buenos amigos pero cuando yo estoy ahí para cerrar el círculo - la chica de pelo azul rió con cariño - solo te voy a decir que no me concentré en ninguna clase porque no podía dejar de pensar en ti y tu labial amiguito.

- Sabes que mi yo sobria jamás haría algo así - volvió a disculparse.

- Por eso tu yo ebria me cae tan bien a veces - Poché confesó - no tanto un martes a las 9:30 de la mañana, pero se agradece de todas formas.

Daniela se quejó y deseó poder hacerse bolita por el resto de su vida. Le molestaba hacer cosas tan contrarias a ella misma.

- Oye, solo te estoy molestando - esta vez el tono de María José fue comprensivo - sé que te sientes mal pero no tienes por qué hacerlo. Se te pasaron un poco las copitas, las hormonas te ganaron y ya. Nada más.

- Pero te puse en una situación muy incómoda - se lamentó - perdón.

- Ay mi amor, eres tan hermosa - Poché le dijo con mucha ternura - no me pusiste en ninguna situación incómoda, yo podría haber colgado y ya.

- ¿Y por qué no lo hiciste? - Calle sacó la cabeza del cobertor.

- Porque, aunque suene raro, lo disfruté - le confesó apenada - no sé, era algo nuevo y me hizo sentir cosas ... diferentes.

- ¿Diferentes? - Dani se sorprendió - ¿Cómo así?

- No sé - Poché rió nerviosa - da igual. Mejor cuéntame cómo estuvo tu noche.

- Fue un desastre - Calle se carcajeó antes de empezar a hablar.

Y así a María José se le fue el resto de la tarde, entre carcajadas y muchos "te extraño". Aunque Dani no estuviera físicamente ahí, Poché la sentía muy cerquita y eso le daba las fuerzas que necesitaba para aguantar lo que aún les quedaba separadas. Que, por cierto, era mucho menos de lo que ella creía.

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