The Same Heartbreaker (2) ✔️

By isnotcandy

2.4M 184K 119K

Segundo libro de la Trilogía Heartbreakers. Es necesario leer el primer libro para entender este. Cuidado co... More

Prefacio.
Prólogo.
1. Quinn.
2. Liam
3. Quinn.
4. Liam.
5. Quinn
6. Liam.
7. Quinn
8. Liam.
9. Quinn.
10. Liam
11. Quinn
12. Liam
13. Quinn
14. Quinn.
15. Liam.
16. Quinn.
17. Liam
18. Quinn
19. Liam
20. Liam
21. Quinn.
22. Quinn
23. Quinn
24. Liam.
25. Quinn
26. Quinn.
27. Liam.
28. Quinn
29. Liam
30. Quinn.
31. Quinn
33. Liam
34. Quinn.
35. Quinn
36. Liam.
37. Quinn.
38. Quinn.
39. Liam.
40. Quinn.
41. Liam.
42. Quinn
43. Quinn
44. Liam.
45. Quinn
46. Liam.
47. Quinn.
48. Quinn
49. Quinn.
The Last Heartbreaker (3)

32. Liam.

46.5K 4K 2.1K
By isnotcandy


LIAM

Quinn me sonríe y se echa a reír apenas termino de hablar. Noto sus hoyuelos y la alegría que desprende de sus ojos. Yo sonrío porque verla tan feliz por mi es de otro mundo. Todavía me cuesta entender como puedo sentir todo esto. Su mano busca la mía y la entrelaza. Le doy un apretón, quiero que sepa que si es por mi, que no me suelte la mano nunca.

—¿Qué tipo de interrogatorio crees que nos espera? —me pregunta Quinn mientras balancea nuestras manos juntas.

Tiempo atrás, incluso luego de haberla conocido, si veía una pareja tomándose manos como nosotros ahora, con sonrisas tontas en la cara... Probablemente me hubiese burlado en mi cabeza, alegando que ese hombre no sabe lo genial que es estar soltero y tener a muchas chicas a tu disposición. Era cuestión de tiempo, supongo.

—Seguramente tus hermanos piensan que nos pasamos el día encerrados en una habitación de hotel —comento.

Mi primer día en San Francisco con ella fue tan prometedor que quiero que los días pasen lo más lento posible. Tengo solo dos semanas con ella y luego, ¿quién sabe cuando nos volveríamos a ver? Y por más que no tenga muchas chances de tocarla y hacerle entender cuanto la extrañé, me conformo con su compañía. Me conformo y sobra.

Pasamos el día recorriendo el parque del Golden Gate. Es gigante. Ya sabía de antemano que es el parque más grande del país y que supera al Central Park pero... En mi mente, no existía nada más grande que el Central Park. Quinn conoce sus partes favoritas como la palma de su mano y mientras recorríamos el lugar, solo podía concentrarme en el brillo de entusiasmo jugueteando en sus ojos cada vez que me explicaba sobre una zona interesante. Sirvió para confirmarme lo colado que estoy por cierta rubia.

Ya son casi las siete de la tarde y estamos volviendo a la casa de Richard. Mi cabeza aún no aterriza en la idea de que me haya aceptado sin muchos problemas. Lo conocí por una mera llamada de teléfono. El pobre hombre nunca había oído de mi en su vida, lo cual hirió un poquito mi ego, no voy a mentir. Pero dado a la fina relación que tiene con su hija, no me cayó como mucha sorpresa.

—¿Una habitación de hotel, uhm? —arquea sus cejas—. Ya hubiese querido.

Lanzo una carcajada para evitar decir: "yo también lo hubiese querido". Me freno cuando faltan algunas cuadras para llegar y aprovechando tener su mano sobre la mía, tiro de ella, logrando que Quinn choque contra mi pecho.

—Ya solucionaremos eso —le digo en forma de promesa.

No voy a jugar al viejo juego de engañarme a mi mismo al decirme que no lo quiero tanto, porque apenas entré a su habitación hoy a la mañana y la vi en ese minúsculo pijama, se me cruzaron tantas cosas por la cabeza que tendría que ir a misa pronto. Por no mencionar cuando se abalanzó a besarme. Mi cuerpo cobró vida tan rápido que debería avergonzarme.

—Genial, porque lo espero con ansias. Ha pasado mucho tiempo.

Créeme, estuve contando los días.

—¿Eso significa que no estuviste con nadie? —le pregunto sintiendo que estoy desarmando una bomba de tiempo. Desde que dejé Portland con el único pensamiento en mi cabeza era: «Soy un imbécil, debí haberle dicho que somos exclusivos». Porque comencé a imaginarme otros hombres haciéndola reír y gemir del placer como yo lo hago. Casi me hago perder la puta cabeza.

Decidí no decirle nada, porque fue ella quien sugirió la idea y yo tengo que entenderlo también. Acabábamos de arreglar nuestra jodida relación, lo último que debería hacer es complicarla aún más al volverla una relación seria a larga distancia porque eso es una mierda. Desde entonces estuve haciéndome la cabeza todas las noches antes de irme a dormir, justo después de enviarle ese mensaje de buenas noches. ¿Habrá estado con otro? ¿Sería capaz?

—No, nadie —responde y resopla. Su mirada quiere que sepa que no existe tiempo en su mundo para preocuparse por otro más que no sea yo—. ¿Tú sí verdad? Digo, eres... tú.

Me río. Ha pasado un año desde mi etapa de mujeriego que andaba con cualquier chica que le parecía atractiva. Y aún así, su cabeza busca la manera de verme así.

—No estuve con nadie —le digo. Acorto la distancia entre nosotros e inclino mi cabeza hacia abajo para que mi frente se apoye en la punta de su cabeza.

Eleva sus cejas con sorpresa.

—¿No hablaste con alguna chica y pensaste "oh, puedo volverla mi ligue"? —habla e imita mi voz cien veces más grave de lo que es, ahora soy el monstruo que acecha a niños bajo la cama.

—Nah, tú justo tenias que llamarme o enviarme un mensaje —bromeo. Ella usa su mano libre para golpearme en el hombro.

—Imbécil —masculla entrecerrando sus ojos.

—Sabes que tú eres la única, Quinn.

Ella sonríe, ahora más segura. Luce como si tuviera que repetirle cientos de veces que la única que da vueltas en mi cabeza desde el año pasado es ella. Termina con la corta distancia entre los dos y une nuestros labios. Lleva sus manos a mi cabello y me quita el gorro de un tirón. Sonrío sobre sus labios.

—Tenía mis ojos sobre ese gorro hace rato, ya es mio —me avisa antes de volver a juntar nuestros labios.

Mis manos terminan en su cintura y la aferro más hacia mi cuerpo. Aún con varias capas de ropa y abrigo, la siento demasiado delgada y pequeña en mis brazos. De repente, mis propios pensamientos logran ahogar el ánimo de la situación.

Me sentía tan bien en nuestra propia burbuja, teniéndola tan cerca y asegurándome una vez en mi cabeza que por fin lo nuestro va hacia algún lugar cuando me lo arruino al preocuparme por ella. Lentamente sigue perdiendo peso y me aterra.

—¿Qué sucede? —interroga ella cuando la alejo de mi.

Odio ser así y tener que distanciarme. Odiaría más tener que explicarle porque me siento raro al tocarla.

—Nada —contesto y vuelvo a tomar su mano. Ahora solo pienso en cuan pequeña es a pesar de tener guantes—. Vamos a casa, tengo hambre. ¿Tú?

Carraspea para ocultar su incomodidad y nerviosismo. No tengo mucha idea si desayunó esta mañana al estar muy ocupado oyendo lo cuidadoso que tengo que ser con Quinn y lo que pasaría si no lo soy. Hoy solo almorzó la mitad de un emparedado que compramos en el camino por el parque. Decidí no armar un drama en medio de todo el mundo porque no está comiendo como debería, es algo que debemos hablarlo solos y tranquilos. No me olvido que Quinn me prometió que haría algo para cambiar esto.

—Eh, sí —contesta sonriendo.

Puede engañar a cualquiera así pero a mi no. Solo me confirma lo que ya sospechaba, se esta volviendo buena en ocultar y mentir sobre lo que come.

Mi hermana Blair, tenía quince cuando empezó con este tipo de problemas. Yo todavía era un niño pero sería imposible olvidarme de las noches que mamá y papá discutían sobre el tema, culpándose entre ellos por haber sido irresponsables y haber dejado que esto pase. También es imposible olvidar a mamá llorar mientras abrazaba a Blair y le prometía que todo iba a estar mejor.

Fue anorexia en sus primeras etapas pero mis padres supieron ayudarla rápidamente para que vuelva a tener una vida normal. Al cabo de un año, después de terapia y muchos doctores, todo lo que Olive y yo sabíamos era que Blair estaba más contenta.

Quinn no tiene a nadie para ayudarla en esto. Ni siquiera sé quién es consiente de todo esto además de mi. Nunca se llevó bien con su madre, dudo que sumergida en este nuevo mundo note lo que le esta pasando su hija. Mucho menos si se ha vuelto tan buena al esconderlo. Las sudaderas grandes, los pantalones holgados, el pelo recogido y una sonrisa perfecta.

Fuerzo una sonrisa. Yo tengo que ser la persona que la ayude. No puedo quedarme callado, pretender que ella es feliz porque estoy aquí y que no tiene una peso de problemas cargando en la espalda. Acomodo un mechón de cabello detrás de su oreja. Comienzo a caminar en dirección a la casa.

—Alto, toma —me dice y me extiende el gorro negro con sus manos. Es uno de mis favoritos—. Es tuyo, antes bromeaba.

—No bromeabas, ahora es todo tuyo —le digo y lo recibo solo para colocarlo sobre su cabeza. Lo acomodo lo mejor que puedo. A ella se le escapa una sonrisa, de esas que yo tampoco puedo controlar. Me inclino y beso su frente—. A ti te queda mejor.

Resopla divertida y volvemos a la casa, sin decir una palabra. Mi cabeza parece un torbellino mientras intento acomodar mis ideas para hablar con Quinn. Mi mayor miedo es que se enoje y echemos a perder esta racha que tenemos de estar tan bien. Tengo que abofetearme mentalmente para recordarme que esto ya no tiene que ver conmigo, no importa si se enoja, tengo que hacer algo. Es peligroso lo que se esta haciendo.

Apenas Quinn abre la puerta con su llave, oímos el silencio a muerto que hay en todas partes. No hay nadie. Lo sospechaba desde que vi las luces del interior apagadas.

—Esto es raro —murmura Quinn.

Es raro o es un regalo de los mismos dioses.

Concéntrate, Hamilton. No es momento de pensar en caliente.

—¿¡Hay alguien!? —vocifera Quinn desde el pie de las escaleras y con la mirada puesta arriba, esperando a que alguien responda. Pasan los segundos y el silencio continua—. Parece que estamos  solos —voltea a verme. Lo esta volviendo difícil cuando me mira como si me quisiera quitar la ropa con los dientes.

Quiero retroceder, hacer tres pasos hacia atrás y pedirle si podemos sentarnos a hablar. Quiero tener una conversación seria con ella e intentar entender el problema. Quiero ayudarla. Pero todos mis planes se nublan y se vuelven demasiado confusos cuando ella es la que da tres pasos, pero hacia delante. Hacia mi.

—¿Vas a seguir siendo un idiota o me acompañarás a mi habitación? —inquiere Quinn. Sus ojos parece que brillan con entusiasmo y deseo. Muerdo mi labio, su oferta es tentadora. Demasiado.

Coloco mis manos en su cintura y la atraigo hacia mi. Sonríe porque sabe que ganó. Yo porque he perdido y no tengo ningún tipo de control. La conversación puede moverse para después.

—Voy a dejar de ser un idiota —le prometo y ella se ríe. Me agacho para poder pasar mis manos por sus piernas con más facilidad y con ningún tipo de esfuerzo, la levanto en mis brazos. Intento no pensar en lo liviana que es. Mi mente lucha para no seguir comparándola con lo que recuerdo de su cuerpo del año pasado.

Subo las escaleras y entro a su habitación. Esta casi a las oscuras, la luz que viene desde la ventana es poca al estar anocheciendo. Quinn salta de mis brazos antes de que pudiera dejarla sobre la cama.

—Quizás no es un buen momento para decirlo pero me ha estado en mi cabeza desde que entramos a la casa —dice ella. Se quita el gran abrigo que tiene encima para quedar en un suéter color crema—. La primera vez que tú y yo... Ya sabes... fue en navidad, justo por estas épocas.

—El mejor regalo de navidad del mundo —murmuro con una sonrisa.

—Es increíble todo lo que ha pasado desde entonces.

Sus ojos buscan los míos mientras toma mi abrigo para sacármelo. La ayudo y pronto cae al suelo.

—Todo por lo que hemos pasado —vuelve a decir resoplando.

—No te tortures por lo que ya pasó, Gatita. Lo que importa es ahora. Tú y yo, y el resto puede ir a buscárselas —respondo sin querer verla triste y con la cara que me pone ahora.

Sería engañarme decir que todo esta superado, que Quinn no me causó problemas suficientes como para alejarme de ella para siempre. Lo hizo. No termino de entender por qué, pero lo hizo. Sin embargo, lo que siento por ella es más fuerte. Es ese tipo de sentimiento que se entierra en lo más profundo de ti y te amenaza con nunca más volver a salir.

Tengo diecinueve, no tengo nada seguro. Mi vida es un desastre, mi hermana aún no aparece y hasta que eso pase, no voy dejar de dormir mal por las noches y con esa horrible sensación en el pecho al imaginarme el infierno que debe estar atravesando. Mis mejores amigos se odian, están tan sumergidos en su propios problemas que no están para mi como solían estarlo. Ellos eran mi roca, ese lugar fijo en el cual yo podía apoyarme cada vez que la vida se empeñaba en tirarme abajo. Les debo mucho y es por eso que ahora estoy para ellos a un solo llamado, intentando que no se rompan demasiado mientras ruego que esto pase pronto.

Y luego está Quinn. Llegó como un tornado a mi vida y me arrastró junto con ella. Me hizo sentir como nadie antes. Para mi era extremadamente tonto e ilógico que una persona logre sacudir tu mundo de tal manera que podrías perdonarla todas las veces necesarias, porque la necesitas junto a ti. No te sientes completo si ella no está. Quinn es esa persona para mi.  Mi lugar de seguridad.

Sé que estoy seguro cuando su cuerpo esta bajo el mio, cuando cierra sus ojos con fuerzas y gime mi nombre. Mis ojos no se despegan de su rostro, lleno de placer y en una nube de éxtasis infinito. No quiero estar lejos de ella, no quiero separarme de ella nunca.

Pero todo está tan frágil ahora, ambos tenemos problemas que resolver, ambos estamos lidiando con diferentes tipos de demonios que no se irán en un chasquido de dedos. Quiero estar para Quinn, ayudarla en todo y ser esa persona en la que siempre puede confiar, ese hombro en el que se sienta segura llorando. Poder besarla para que se olvide de todo y hacerla sentir como ahora. El problema es y seguirá siendo por cuatro años —y quizás muchos más—, la distancia.

¿Cómo puedo estar al otro lado del mundo, ocupado en la universidad y en mi vida, sabiendo que ella está lidiando con una enfermedad jodida y engañosa? Y no solo eso, Quinn esta destruida por dentro.

Ambos estamos siendo unos imbéciles en esta situación, intentando engañarnos que estas dos semanas serán una luna de miel para nosotros, enfrascados en este amor ilusorio, pretendiendo que durará para siempre.

—Liam, tengo que decirte algo —suelta ella con la respiración entrecortada. Me acuesto a su lado luego de haberle hecho un nudo al condón  y dejado en la papelera. Tendría que tirarlo luego en otro lado menos visible.

La aferro hacia mi, ignorando la fina capa de sudor que nos cubre. La noche ya ha caído, no puedo verla al estar en la oscuridad pero oigo como respira agitada y siento su cuerpo contra el mio.

—Soy todo oídos —murmuro y me inclino a besar su frente.

—Yo... —carraspea incómoda.

Conozco ese tono de voz. Va a terminar conmigo. No sé qué, todavía. Pero va a terminar conmigo.

—Te amo.

Estiro las comisuras de mis labios formando una sonrisa gigante. Mi corazón se acelera por lo que acaba de oír.

—Te amo, Quinn —suelto, aliviado de por fin poder decirlo. Me pongo encima de su cuerpo de nuevo. Dejo besos en todo su rostro—. Te amo, te amo, te amo —repito mientras ella se ríe ante mis labios sobre su piel.

Oigo su risa, llena mis oídos y logra que mi corazón palpite aun con más fuerzas. Este es mi lugar, junto a ella y no quiero dejarlo nunca.


nota:

ke tal? mientras escribía este capítulo, me acordé de esos tiempos cuando escribía sobre Alex Foster (una casa 7 problemas) y otro personajillo que no wa a decir porque spoiler, dah. Escribía dos parrafos y me quería ahogar en cloro. Demasiada ternura, demasiado amor. Mucho cambió desde ese momento y ahora pero les aseguro que eso es una de las pocas cosas que no cambió. DEMASIADO AMOR

anyways, como todo anda tan tranquilo por ahora, ya me toca hacer de las mías. En el próximo capítulo se van a enterar.

no llegaron al reto pero yo los quiero igual. nos vemos mañana.

love,

cande.

Continue Reading

You'll Also Like

1.9K 199 16
Mi nombre es Emma tengo 20 años vivo con mi mejor amiga Sophie en un pequeño departamento. Nunca me e enamorado hasta que mi vida da un gran giro y...
4K 314 11
Desde su llegada al Orfanato D. W, Verónica ha sufrido excesivamente de burlas y humillaciones, con el transcurrir del tiempo estas fueron aumentando...
13.6K 2.2K 10
"¿Escuchaste? Hace unos días, apareció una adivina" "Todo lo que dice, se cumple" "Un tipo no le creyó y la humilló. Hace poco, el clan Wen mató a to...