Remains {Louis Tomlinson Fan...

By Styles1DDream

250K 14.9K 2.9K

"-Sólo quiero a alguien que me haga feliz." Una moneda al agua y un deseo mal pedido pueden provocar que tu p... More

Prólogo.
Capítulo uno.
Capítulo dos.
Capítulo tres.
Capítulo cuatro.
Capítulo cinco.
Capítulo seis.
Capítulo siete.
Capítulo ocho.
Capítulo nueve.
WhatsApp?
Capítulo diez.
Capítulo once.
Capítulo doce.
Capítulo trece.
Capítulo catorce.
Capítulo quince.
Capítulo dieciséis.
[IMPORTANTE]
Capítulo diecisiete.
Capítulo dieciocho.
//duda//
Y resucitó.
Nota / Pregunta p0rn0

Capítulo diecinueve.

992 52 27
By Styles1DDream


Narra Diane

Una ola de viento me golpeó la cara, mi pelo se agitó violentamente con aquel remolino de aire fresco. Instintivamente froté mis brazos para proporcionarme calor. En la azotea, el descenso nocturno de la temperatura era más prominente.
Prácticamente, y después de hacer una discreta llamada a recepción en la que pude escuchar varias cifras numéricas, Louis me empujó por el pasillo hasta meterme en el ascensor, pulsó el botón con el número más elevado y este subió hasta dejarnos frente a una puerta de cristal que daba la bienvenida a la piscina exterior del hotel; junto a ella un mozo que nos sonrió y nos dió las buenas noches antes de desbloquear el cerrojo y darnos paso. Se esfumó al instante.
No sé qué hacíamos allí, desconocía los planes de mi acompañante, pero un baño a tales horas de la madrugada no era mi capricho.

-¿Qué hacemos aquí? –titubeé, visualizando la tan bonita y delicadamente iluminada azotea-, ¿Vas a tirarte al vacío? –intenté hacer una pequeña broma.

-Quizás al final de la noche... -contestó, con aire convencido. Le dediqué un gesto de miedo y molestia, él rió-. No te preocupes, no te dejaría sola –guiñó un ojo. Escondí una sonrisa-. ¿Te apetece beber algo? –inclinó un brazo, guiando mi vista hacia un lateral de la piscina, donde un fino camino de pétalos moría a los pies de una pequeña mesa redonda. Un mantel del más inmaculado blanco la vestía, y una cubitera de brillante plata acunaba una botella. ¿Y tanto detalle?

Caminamos hacia ella. El asombro no se iba de mi cara.

-¿Y esto? –deslicé los dedos por el cuello húmedo de la botella de Laurent Perrier.

Louis sacó al champagne de su baño helado y procedió a descorcharlo. El corcho voló por encima de nuestras cabezas.

-Pedí algo para tomar mientras charlábamos, pero no esperaba que lo fueran a montar así –llenó delicadamente ambas copas-. Imaginarán que mi plan era sacarte un anillo –los dos sonreímos incómodos, quizás no fue su mejor frase después de todo.

Me ofreció una copa, en cuanto envolví el fino cuerpo de cristal con los dedos, Louis arrastró una de las sillas y me invitó a sentarme. Cogió la otra, ubicada en el lado opuesto de la mesa y la dejó a mi lado para sentarse él.
Dio un trago a su copa y yo hice lo mismo. El sabor ácido del champagne no era mi debilidad, pero era alcohol, lo necesitaba para soportar la situación.
Estábamos a pleno aire libre y sin embargo sentía que me ahogaba.
No lo comprendía, habíamos estado pegados un rato atrás, viendo una película, pero era ahora cuando me inquietaba su cercanía. ¿Sería la ambientación creada por los del hotel?
Eché una ojeada a Louis. Del bolsillo interior de su chaqueta había sacado las herramientas necesarias para fabricarse un porro.
Parece que no soy la única que necesita relajarse.
Observé el proceso en silencio; cómo deshacía el cogollo en su grinder, cómo mezclaba el producto con un pellizco de tabaco y lo mezclaba todo antes de envolverlo en un papel y liarlo...

-Bueno y... ¿Qué tal te va todo? –dijo sin mirarme, dando una calada a su ilegal capricho.

-Bien –contesté escueta, todavía sin ánimos de hablar-. ¿Y tú qué tal?

-Bien –musitó, con el humo escapándose de entre sus fino y perfectos labios.

Y la conversación murió en ese punto.
Maravilloso. Parecíamos críos en su primera cita.
No. Parecíamos ex reencontrándose tras una dolorosa ruptura.
¿En serio eso era todo lo que teníamos que decirnos después de tantos años? ¿Un "hola, qué tal"?
Me quejaba, pero tampoco abrí la boca para sacar un tema del que poder debatir.

Optamos por mirar el juego de luces de las calles italianas, fundirnos en el eco de los escasos coches que transitaban la carretera y finalmente alzar la vista al cielo y contar las pocas estrellas que la contaminación lumínica dejaba apreciar.
Quiero irme.

Di un buen trago a mi bebida, bajándome poco más de media copa. Lo escuché reír.

-Con calma, princesita, que si llegas borracha a casa papi A.J. te castigará –bromeó.

-Prefiero que me castigue papi Lou.

Wow. ¿Acabo de decir eso?
Me encantaría poner de excusa que había bebido demasiado, pero apenas había bebido un sorbo. La falta de sueño y sexo, junto a la artificial atmósfera romántica, me hacían decir cosas que no debía... Que no debía pero quería.
Louis se descojonó de mi confesión. Bebí. Qué vergüenza.
Esperé una respuesta jocosa; nunca llegó.
El silencio dominaba de nuevo.
Diez minutos pasaron hasta que por fin terminó de fumarse el porro, se levantó, bebió de su champagne y se encaminó hasta la piscina. Con un movimiento ágil de tobillos se quitó los zapatos, se agachó para remangar su ceñido pantalón unos centímetros y con cuidado se sentó al borde de la piscina. Hundió los pies en el agua, jadeó por el cambio de temperatura.
Giró el cuerpo, clavando los ojos en mí. Sonrió de lado y por fin habló:

-¿Vienes?

Asentí. Dejé la copa sobre la mesa y fui hacia él. Me saqué los zapatos, acomodándolos a un lado. Me senté, doblé los pantalones y zambullí los pies como él había hecho.

-Ojala pudiera ser así siempre –murmuró.

-¿A qué te refieres?

-Estar así, tranquilo, relajado, sin el estrés de ir a un sitio y a otro, sin gente persiguiéndome y fotografiando cada paso que doy. Volver a ser un tío normal, un desconocido... -exhaló. Su mirada perdiéndose en las pequeñas ondas del agua. El trabajo lo agotaba.

-¿Tan malo es? –indagué.

-¿Cómo te sentirías si cada vez que salieras a la calle te pararan, te exigieran fotos, estuvieran pendientes de qué compras y de quienes son tus compañías; volver a casa y leer mil rumores, insultos, propuestas indecentes, ver imágenes tuyas comprando un maldito calzoncillo...? No es algo agradable. Y no me malinterpretes, también tiene sus cosas buenas, y la mayoría de los fans son increíbles, pero a veces se hace muy cuesta arriba... Si por ejemplo salgo de fiesta, no es la primera vez que me graban y se burlan de mí o me critican por ir borracho, y lo peor es que algunos padres de fans me exigen dar ejemplo, ¿ejemplo de qué? El ejemplo deben dárselo ellos, no yo. Soy un niño todavía, joder, no soy el educador de nadie... -se dio cuenta de que había alzado la voz exaltado, tomó una bocanada de aire, lo expulsó lentamente y continuó-. Lo peor es la vida amorosa... -abrí bien los oídos-. No puedo hacer nada sin sufrir consecuencias. Tú lo sabes de primera mano... -Me dolió oír eso, recordar el pasado-. Si salgo a cenar con una amiga, o incluso con una familiar, simplemente por ser chica piensan que tengo algo con ella, y es un milagro si no la encuentran en las redes sociales y la atosigan con comentarios denigrantes. ¿No puedo tener amigas? ¿No puedo echar un polvo sin que se me juzgue? –gimió descompuesto. Necesitaba vomitar todo lo que pensaba y lo oprimía-. Extraño la intimidad, la privacidad... Ser yo.

No sabía cómo consolarlo. No conocía ese mundo, simplemente fui salpicada por lo que pasó entre los dos, fue jodido, pero lo viví unos meses, él llevaba años viviéndolo a diario.
Me arrimé a él y posé mi mano en su espalda, acariciándolo suavemente, intentando reconfortarlo.

-¿Sabes? –continuó-. Pocas cosas buenas he sacado de todo esto. Porque incluso he perdido amistades, gente que me importaba... -me miró con los ojos entristecidos. Mi corazón latió con fuerza, sé que habla de mí.

-Louis, yo...

-Perdona –me cortó. Frotó sus ojos con los dedos-. Has venido para pasar un buen rato y yo aquí dándote la chapa con mi mierda –se rió sin ganas-. ¿Cómo lo llevas tú en el trabajo?

El desvío de tema me dejó alelada, estaba abriéndome la puerta a sus sentimientos y de repente la volvió a cerrar con cadenas.

-Bien, lo llevo bien –comenté-. Mi jefa tiene momentos de locura pero se lleva bien. Los compañeros en general son buena gente.

-Menos el Doraemon de recepción. Qué tío más seco –reímos.

-Bueno, siempre tiene que haber una oveja negra en la familia.

-Sí... Y, ¿A.J.?

-¿Qué pasa con él?

-¿Sois pareja? –directo, sin remolonear. Me hacía gracia su curiosidad. ¿Son celos?

-No. Es un viejo amigo del barrio en el que vivía. Fuimos juntos al parvulario y a la primaria. Se mudó aquí con el padre hace muchos años. Cuando llegué a Milán coincidimos en la escuela de idiomas, él estaba haciendo un grado superior de francés. Me ayudó mucho con el papeleo, las prácticas y el tema de la vivienda... Al ser nueva y no conocer nada de la ciudad, me pegué a él como una lapa. Me sentía sola y él era el único a quien sentía como familia. Quizá por eso acabó adoptando el papel de padre protector y se pone tan arisco contigo... Bueno, contigo y con todo lo que tenga pene.

-Así me gusta, que proteja tu jardín –se ríe. Le pegué suavemente en el brazo-. ¡Oye, maltratadora!

-Oh, perdona, no quería fomentar el maltrato animal –le saqué la lengua. Quiso hacerse el dolido pero acabó sonriendo.

-¿Sabes que puedo tirarte a la piscina, verdad? –amenazó pícaro.

-¿Sabes que puedo tirarte conmigo, verdad?

-Mmm, admito que sería interesante como comienzo de una película porno –se frotó la barbilla. Volví a darle.

-¡Enfermo!

Las risas se atenuaron, los segundos se quedaron vacíos de ruido.
Una pregunta me reconcomía la mente y creí que aquel sería el mejor momento para poner las cartas sobre la mesa.

-Entonces... ¿estás con alguien ahora mismo? –dejé caer la pregunta, esforzándome por no sonar muy interesada en la respuesta.

Louis sonrió vacilante jugando con sus pies en el agua.

-No.

-¿Qué fue de ella, de Eleanor? –pronunciar el nombre de la chica dejó un sabor amargo en mi boca.

-Hace casi un año que no sé nada de ella. Nuestra relación terminó el verano pasado –suspiró, pasándose la mano por el pelo-. Estábamos mal. No era lo mismo que al principio. Yo ya no sentía nada por ella, no desde que tú... -se mordió los labios, callando lo último que iba a decir-. Estaba con ella por costumbre, habían sido años a su lado y sentía que si la dejaba era como si me arrancaran parte de mi vida. Eso y que no quería estar solo –explicó. Asentí comprensiva.

-Y en todo un año ¿no has estado con ninguna otra? ¿No hay ninguna chica que te guste?

-La verdad... -ladeó la cabeza, como pensando en lo que decir-. No, nada –agitó la cabeza, una sonrisa tímida apareció en su cara.

-Oh, vamos, dímelo.

-No –volvió negar del mismo modo.

-¡Venga, Louis! –supliqué tironeando de la tela de su americana, de la misma manera que haría un niño pequeño rogando porque le compraran chucherías-. Somos amigos ¿no? Los amigos se cuentan las cosas.

Amigos... después de lo que pasó dolía decir esa palabra.
Y por cómo se le borró la sonrisa a él, parecía que no sólo me dolía a mí.

-Vale, te lo diré –tomó aire y lo expulsó lentamente-. Hubo, bueno, hay una chica. Tuve algo con ella hace tiempo pero ya sabes, soy gilipollas, metí la pata y todo se fue a la mierda. Ella se enfadó conmigo y se largó sin decir a dónde. Me gustaba mucho. Todavía me gusta. Intenté arreglar las cosas con ella pero no me cogía el teléfono, no respondía a mis mensajes y al parecer hizo un pacto con sus amigos para que ninguno me dijera dónde estaba. Pero aún así yo no me di por vencido. Algún día tendría que atender a mis llamadas ¿no? Bueno, eso pensaba, hasta que ella decidió cambiarse de número. Seguro que estaba cansada de un acosador como yo –rió sin ganas, queriendo restarle importancia a la historia que contaba-. Pero ¿sabes? volví a verla hace unos días. Está incluso más guapa que antes –alabó orgulloso-. Me encantaría que volviéramos a estar juntos –apartó los ojos del agua y me miró-. ¿Crees que me daría una segunda oportunidad si se lo pidiera?

Me encogí de hombros.

-Prueba a preguntárselo.

Los siguientes segundos los invirtió en mirarme fijamente. Igual mi tono de voz no había sido el adecuado, lo animé a hacerlo sin muchas ganas, casi con rencor y, para qué engañar, con celos de saber que otra ocupaba espacio en su corazón, posiblemente se molestara por ello.
Pero no, su propósito no era acusarme por celosa con la mirada.
Se inclinó hacia mí con lentitud. Subió una de sus manos hasta mi cara y acarició mi mejilla como si fuera de fino cristal, reactivando sensaciones y recuerdos antiguos. Desvió los ojos a mi boca, se relamió los labios y, cuando un milimétrico espacio era el único impedimento para que nos besáramos, preguntó:

-Ane, ¿me darías una segunda oportunidad?

Mis oídos no creían lo que oían. Louis Tomlinson, el mismo que se negaba a decir te quiero, estaba rogando por otra oportunidad. ¿Iba a dársela? No lo tenía claro. Admiraba a aquel chico y lo quería con todo mi ser, sin embargo, sopesaban más los dolores de heridas pretéritas.
Debía examinar aquella pregunta antes de dar una respuesta firme.

-Louis...

-Sé que lo nuestro no fue de cuento de hadas, pero puede ser distinto esta vez. Sólo olvida todo lo que pasó, empecemos de cero –jadeó rendido, como si le estrujaran la traquea y empleara su último aliento en suplicar misericordia.

Olvidar... ansiaba hacerlo; borrar cada error, reescribir varias líneas, crear un final alternativo...
*Bip*.
Pestañeé un par de veces al escuchar mi teléfono y sentirlo vibrar en el bolsillo.
Louis todavía estaba pegado a mí, observando taciturno mis labios sellados, vigilando por si alguna palabra, grata o desagradable, se escapaba.
*Bip*.

-Lo siento... -murmuré, sacando el oportuno aparato del pantalón.

"Enana ¿dónde estás?"
"Eoo"
"¿Diane?"

"He salido"

"No me dijiste que saldrías"

"No tengo que hacerlo"

"Vivimos juntos, es tarde, acabo de llegar a casa y no estás. Como comprenderás, tu combustión espontánea me preocupa"

"Estoy bien, no hay de qué preocuparse"

"¿Y cómo iba a saber que estás bien? No me enviaste ni un triste mensaje para avisarme. TE PODRÍA HABER PASADO CUALQUIER COSA Y YO NO SABRÍA NI DÓNDE ESTÁS"

"Eres un paranoias. ¿Qué me iba a pasar?"

"No lo sé, pero desapareces en plena noche y lo primero que se me pasa por la cabeza no es que estés jugando a las muñecas con tus amigas"

"A.J. cálmate, estoy bien ¿vale? Volveré a casa en un rato.

"¿Con quién estás?"

"¿Por qué debería estar con alguien?"

"ESTAD SOAL?? NO MEVDIFAS QUE ESRAS SOLA POR AHI A ESTAS HRAS PORWUE ME PYEDE DAR UN INFAETO"

"Relájate hombre, no estoy sola, estoy bien y no me va a pasar nada. No te alteres"

"¿Con quién estás?"

"Con un amigo"

"¿Ese amigo no será Louis, no?"

"Bingo"

"¿Qué haces con él a las dos de la madrugada? :)"

"Sólo estamos charlando, no pienses lo que no es"

"Ya, charlando... :))"

"Qué pesado eres. Vete a dormir"

"Como te ponga una sola mano encima lo mato :)"

"Soy Louis. No voy a hacerle nada a Diane. Como ella te dijo, sólo estamos hablando y de ahí no va a pasar. Y ahora, con tu permiso, me gustaría seguir charlando con ella. Buenas noches.
PD: en realidad pienso violarla"

"Me caes mal :)"

-Eso hará que te coja más manía. Acabará por encerrarme en una torre y no dejarme salir -recuperé mi teléfono, activé el modo avión para que A.J. no pudiera enviarme más mensajes ni llamarme.

-Aquí tienes al príncipe Louis dispuesto a rescatarte –hinchó el pecho con aires de superioridad, presumiendo de un poder imaginario.

-Vale, príncipe Louis, pero de momento será mejor que vuelva al castillo para evitar más problemas.

Me puse los zapatos lo más rápido que pude, sin importarme que mis pies estuvieran chorreando. Era consciente de que estaba evitando contestar a su pregunta, por ello quería largarme cuanto antes. Louis, viendo que lo ignoraba, hizo lo mismo y fuimos hacia la puerta. Cerró con llave la azotea, metió las llaves en el bolsillo para entregarlas luego en recepción.
Pulsé el botón y esperamos a que el ascensor llegara a nuestra planta.
Noté sus ojos en mi nuca los dos minutos que el ascensor tardó en subir y en bajarnos. La pregunta se había quedado colgada. Los sudores fríos torturaban mi cuerpo.
Cuando las puertas se abrieron quise salir pitando, pero su mano se clavó en mi brazo.

-Diane, todavía no me has contestado –su ceño se arrugó ligeramente, preocupado ante mi posible contestación.

-Ya hablaremos de ello ¿vale? Tengo que irme... -mi lengua se trababa, mi garganta se oprimía con los nervios.

Me zafé de su mano y huí de aquel hotel, sintiéndome culpable por dejarlo de aquella manera.
Debía meditar la respuesta.
Aunque pareciera fácil, no lo era.

Ya en casa, A.J. estuvo comiéndome la cabeza. Seguía sin gustarle Louis. Tuve que echarlo a empujones de mi habitación para que me dejara en paz. Ya tenía los pensamientos suficientemente saturados, sólo quería descansar.
Desactivé el modo avión y, cómo no, había un par de mensajes de mi compañero de piso. Y no sólo eso, también había un mensaje de Louis.
Mi corazón dio un respingo antes de desbocarse:
"Te echo de menos".

_____________________

¡HOLAAA!
¿Qué tal estáis?

Ni yo me creo que esté subiendo un nuevo capítulo.
¿Qué os ha parecido? Dadme tregua, llevo mucho sin escribir, he intentado dar lo mejor de mí, debo volver a coger la práctica (>.<) jaja.

¿Pensáis que Diane debería darle otra oportunidad o ponérselo difícil? Yo opino que debería sufrir un poquito jeje.

¡Os quiero con todo mi ventrículo derecho! <3

Continue Reading

You'll Also Like

82.4K 18.4K 41
La mano del rubio se coló bajo la máscara del anbu acariciando su rostro suavemente, los azules lo veían con debilidad y un gran amor, Itachi se dejó...
49K 2.4K 60
Enamorarse fue fácil. Lo que viene después es el verdadero desafío...
351K 24.4K 35
Las mentiras envenenaron los corazones de aquellas dos personas malditas. Lu va en su 4to año en Hogwarts. Parecía que su vida iba normal, claro, su...
1M 88.5K 44
Emma Brown es una chica que desde niña supo que todos los hombres eran iguales. Cuando creció se permitió salir con ellos pero dejando los sentimient...