Capítulo dieciocho.

6.7K 449 124
                                    


Narra Diane

Juraría que el reducido grupo de adolescentes apalancados en los diminutos bancos de piedra que había frente al hotel eran fans, y perjuraría que al menos tres me siguieron el rastro con la mirada mientras me encaminaba dentro del edificio. Hasta me arriesgaría a garantizar que el destello débil que percibí era la luz de un flash. Quizás ese era el precio a pagar por dejarme ver paseando por la ciudad con el mismísimo Louis Tomlinson días atrás. Pero sabía que no iba a quedarse en únicamente eso. Ser reconocida por tres anónimos sólo era el entrante, un adelanto a lo que vendría más tarde si no le ponía freno a lo que fuera que había vuelto a empezar entre nosotros. No quería un duplicado del pasado.

Saliendo del ascensor en la planta correspondiente, comprobé el último mensaje suyo que recibí: "habitación 322". Guiándome por dos cartelitos fijados a la pared, tomé el pasillo de la izquierda, en el cual estaban las habitaciones desde la 320 a la 334.

Antes de llamar a su puerta, pasé las manos por mi blusa, alisando arrugas inexistentes.

Llevé mi mano hecha un puño hacia la puerta pero, antes de que mis nudillos la tocaran, me eché para atrás.

Me arrepentía mucho de haber ido hasta allí. Me arrepentía, en general, de lo que estaba pasando.

Nunca se debe ser amiga de un ex, es el error más grande que puedes cometer, hay recaídas y la confianza no es la misma que tendrías con el resto de amigos. Aunque, realmente, Louis y yo nunca fuimos pareja. ¿Debería catalogarlo como "ex"? No, claro que no, pero eso no quitaba que no fuéramos aptos para ser amigos.

Eché una ojeada al camino por el que había venido. Si me iba él no me lo perdonaría, yo no me lo perdonaría, sería de zorra cobarde. Pero si entraba en su habitación sería una zorra sin orgullo, me estaría vendiendo a su ofrecimiento de amistad pasando por alto los malos tragos.

Mi propia mano se estrelló contra mi mejilla, espabilándome, sacando fuera las vagas dudas. Cabe decir que me lamenté al instante, menuda hostia me había dado. Mi mejilla empezó a picar, noté un leve calor recorrerla al pasar mis dedos por ella.

-Vamos, Diane, has llegado hasta aquí, no puedes irte ahora –murmuré para animarme, frotándome la zona mazada de mi cara.

Decidida, golpeé ligeramente la puerta. Medio minuto después tenía su resplandeciente sonrisa delante.

-Empezaba a pensar que no vendrías.

-¿Y eso por qué? –cuestioné, adentrándome en sus temporalmente privados metros cuadrados.

-Habíamos quedado a las doce –entorné los ojos. O su reloj interno estaba atrofiado por el jet lag o mi móvil marcaba mal la hora.

-Son las doce –puntualicé.

-No –se acercó a la cama y recuperó el móvil que descansaba encima, hizo que la pantalla se iluminara y la plantó delante de mi cara-. Son las doce y tres minutos. Llegas tres minutos tarde –sonrió en plenitud.

-Procuraré salir de casa tres minutos antes para la próxima –rodé los ojos. Él y sus manías de fastidiar a la gente.

-Eso espero, a papi no le gusta que le hagan esperar –murmuró coqueto, a una imprudente corta distancia

-¿Otra vez con esa mierda? Es enfermizo –gemí molesta. De verdad que odiaba esa particularidad de utilizar términos familiares para contextos sexuales. No hacía mucho me había enrollado con un chico que me pedía que lo llamara papi cada vez que follábamos. Terminé con él a las tres semanas. Mientras follo, lo último que quiero es estar chillando un "oh sí, papi, dame más", acabo por imaginarme cosas extrañas con mi padre y se me revuelve el estómago. Qué asco-. ¿A ti te gustaría que te hiciera llamarme mami? –si dice que sí, me tiro por la ventana. Se encogió de hombros, caminó hacia atrás y se sentó en la cama.

Remains {Louis Tomlinson Fan Ficción} Where stories live. Discover now