Casada con mi jefe | Dybatini...

By XxAmanteDeLibrosxX

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Oriana Sabatini jamás espero ser madre tan joven, pero la muerte de su mejor amiga la obliga a serlo, con mie... More

Reseña
Capítulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capítulo 4
Capitulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Epilogo
SEGUNDA HISTORIA

Capitulo 23

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By XxAmanteDeLibrosxX

– ¡Me pueden explicar que carajos está sucediendo aquí!– Paulo no lo podía creer; acaba de llegar a la empresa a recoger a Oriana, quería aclarar lo de la pelea de anoche; por ese motivo le mando la flores pero jamás pensó encontrarla abrazada al cartero.

Sentía la rabia recorrer su ser al ver a su esposa con otro; estaba a punto de destrozar la carita de niño bueno de ese idiota, no le importa que sea su empleado.

–Su esposa se sentía mal señor Dybala; yo solo la estaba consolando– dijo Dylan tratando de calmar a su jefe mientras se alejaba de Oriana, él podía notar la furia emanar de Paulo y aunque le duela reconocerlo, en una pelea contra su jefe, el saldría perdiendo.

— ¡¿Y quién te crees tú para consolar a mi mujer?! – Paulo se encontraba a dos segundos de soltarle un golpe.

–Soy amigo de su esposa señor, si ella me necesita este seguro que estaré ahí para ella– Dylan no supo de donde llego, solo sintió un fuerte golpe en su quijada antes de caer al suelo y perder la consciencia.

Oriana al ver a Paulo golpear a Dylan soltó un pequeño grito; jamás había visto a Paulo así y por alguna razón que él estuviera indignado la enojo más.

– ¡¿Pero qué te crees que haces?! – Oriana empujo a Paulo para acercarse a Dylan; pero Paulo supo lo que haría así que la tomo del brazo y la pego a su pecho.

– ¿Qué? ¿Quieres ir a consolar a tu amante? – Le siseo con toda la furia que sentía– tu eres mi esposa...

–Por necesidad Paulo, recuérdalo, esto es solo un trato; además tú mismo fuiste el que dejo en claro que ambos podíamos hacer con nuestra vida sentimental lo que mejor deseáramos.

–Tú me dijiste que el cartero no te interesaba, – Paulo la apretaba contra su cuerpo tratando de hacerla entender, ella no podía estar con nadie más.

–Y no me interesa, solo me estaba consolando como un amigo— le refuto Oriana igual de furiosa tratando de salir de su agarre.

– Yo no consuelo así a mis "amigas"— le siseo Paulo.

–No, de eso estoy segura, ayer fui observadora de primera mano de tu forma de relacionarte con tus "amigas"— dijo Oriana con la voz rota– Te pedí Paulo que cuando tuvieras tus... encuentros, fueran en lugares privados; pero jamás pensé que meterías a tu amante a nuestra casa– dicho esto lo empujo.

Paulo accedió a soltarla y observó cómo se limpiaba las lágrimas, esto era lo peor que le podría pasar.

Oriana vio cuando él y Alisson se estaban besando ¡Demonios!, por eso estaba llorando y el imbécil del cartero consolándola.

¡Era un imbécil! Si su mujer estaba llorando era por su culpa. Había pasado tanto tiempo evitando ponerle nombre a sus sentimientos con Oriana que había cometido la estupidez de enrollarse con Antonella.

Noto como ella se apartaba las lágrimas con molestia y se maldijo por eso. Le dolía verla así; ella no merecía eso...

Alto.

Ella estaba llorando... Y muy molesta.

Si Oriana estaba llorando era porque le dolió ver lo que paso ayer, y eso significaría... que ella siente algo por él; tal vez no todo este perdido.

Oriana se agacho al lado de Dylan y le examino el golpe.

–Eres un bruto, lo dejaste inconsciente–le recriminó Orianq a Paulo.

–Que agradezca que sólo fue eso–Siseo en respuesta sin arrepentirse de lo que había hecho.

–Dylan...Dylan despierta– le decía Oriana tratando de hacerlo reaccionar.

El pobre muchacho poco a poco fue regresando en sí, encontrándose con Oriana acariciando su cara.

– ¿Oriana?–Fue lo primero que dijo– Me duele la cabeza.

–Tranquilo, no te muevas— ella examinó el golpe y la verdad fue muy fuerte, la zona estaba de un rojo muy intenso.

Ella estaba examinando el golpe cuando Clara entro a la oficina.

– ¡Por Dios! ¿Qué paso?– Clara no entendía que sucedió ahí, Oriana estaba al lado de Dylan y esta yacía acostado en el suelo.

–Clara, ¿Crees que puedes llevar a Dylan a la enfermería?, diles que le den dos días de incapacidad.

–Claro Ori, no hay problema, pero ¿Que le paso?

–Le pegue por abrazar a mi esposa— Dijo Paulo hablando por primera vez desde que Clara entro.

– ¿Qué?– Dijo Clara impresionada, jamás hubiera imaginado que su jefe lograra dejar a alguien inconsciente de un solo golpe.

–Luego te explico, llévalo y encárgate que logre llegar a su casa ¿Si?— le explico Oriana.

–No hay problema.

–Yo puedo caminar sólo–dijo Dylan enojado porque lo traten como un niño lastimado.

–Es mejor que te lleve Clara— Pidió Oriana— nosotros debemos irnos pero hablaremos luego – Se levantó del lado del muchacho y agarro su bolso.

–Vámonos— le ordeno a su esposo.

–Necesitamos hablar Oriana— afirmo Paulo tomándola de la mano.

–Aquí no– salieron de la empresa de la mano; pasara lo que pasara ellos debían interpretar ser un matrimonio feliz.

Al llegar al auto Paulo le abre la puerta y ella ingresa al vehículo en silencio.

Paulo le dice que se dirija hacia al aeropuerto a Robert y subió el vidrio que divide ambos ambientes.

– ¿Me puede explicar por qué hiciste eso? ¡Por Dios! Paulo, él me estaba dando solamente un abrazo...

– ¡¿Solamente?! – Siseo furioso— una vez te dije que era muy posesivo Oriana – dijo entre dientes– tu eres mi mujer...

– ¡No!, soy tu esposa temporal; además tú mismo dejaste en claro las reglas del juego, hasta donde recuerdo; tú me dejaste vía libre en lo que respecta mi vida personal, así que si quiero que Dylan me abrase lo hare o si me quiero acostar con él es mi problema y tú no tienes ningún derecho a decirme nada...

Pero antes que pudiera terminar la oración, Paulo la había tumbado en el asiento y yacía sobre ella. Jamás pensó que reaccionaria así.

– ¿Te quieres acostar con él?– siseo Paulo con su rostro muy cerca de la cara de ella.

–Como te dije, es mi problema– refuto Oriana en respuesta.

El observo la furia en sus ojos y entendió que esta discusión no llegaría a nada, apoyo la frente en la de Oriana y le dijo con pesar.

–No quiero pelear, creo que este no es el mejor lugar para aclarar todo.

–Eso no interesa Paulo, mejor preocúpate por las repercusiones del golpe que le diste a Dylan; el pobre te puede demandar por agresión.

Paulo solo sonrió ante el comentario.

–Quiero verlo intentarlo, poseo a los mejores abogados, dudó mucho que se quiera enfrentar a ellos— aseguro con arrogancia.

–Hay momentos en los que odio tu seguridad ¡¿Te puedes quitar de encima?!

– No, estoy cómodo–Le respondió de forma casual.

–Muévete Paulo, estoy demasiado enojada contigo como para soportar tu cercanía en estos momentos— Dijo Oriana con la voz lastimosa y sus ojos empezando a tornarse borrosos.

Esa afirmación fue lo que basto para que el la liberara y se sentaran en el asiento; él sabía que debía de enamorarla y lo haría; aprovecharía este viaje para enamorarla. Tenía tres días para lograr su objetivo.

El resto del camino fue en silencio, Oriana de vez en cuando se limpiaba una lágrima que salía de sus ojos y Paulo se sentía el peor cabrón en este mundo. La había dañado.

Había dañado a la mujer que ama.

Pero lo arreglaría, la enamoraría y serían la familia que han sido estas semanas atrás.

–Señor, hemos llegado– alerto la voz de Robert.

Paulo salió del auto y ayudo a Oriana a salir, se encontraba en el hala privada del aeropuerto; la empresa tiene su propio avión en el cual viajaran.

– ¿Iremos en el avión de la compañía?– pregunto Oriana.

–Claro, no es la primera vez que viajas en él.

Eso era cierto, para la semana de la moda les tocaba viajar por parte de la empresa con todo el comité de dirección; pero jamás pensó que Paulo ocupara el avión para viajes propios.

–Nuestra hija y Maria ya se encuentran ubicadas, solo nos están esperando a nosotros.

Antes, el corazón de Oriana saltaba de energía cada vez que él hablaba de Mía como hija de ambos; pero ahora está segura que es solo una pantalla.

–Está bien, vamos.

Paulo noto a varios de sus empleados y tomó a Oriana de la cintura— Hay personas observándonos— susurro en su oído seguro que eso evitaría que ella se alejara. Por muy enojada que estuviera, ella sabía lo importante que era mantener las apariencias.

Los dos subieron la escalinata hacia el avión mientras Paulo no desaprovechaba ningún momento para tenerla cerca.

Al entrar, noto a su pequeña y a Maria en el gran espacio. Oriana debía reconocer que era hermoso, el interior era de color Beige con tonos caobas, siempre le había gustado esa combinación.

Mía al ver a su Mamá empezó a moverse en el regazo de Maria , como ya podía gatear, Maria la dejo en la alfombra del avión y ella gateo hasta Oriana.

–Mi amor–Dijo al levantarla y llenarla de besos.

El avión era lo suficientemente grande para 15 personas, poseía asientos de piel y una área de bar, al fondo se encontraba el baño y frente a este el dormitorio.

Pero era utilizado exclusivamente por Paulo, en ocasiones en las que los viajes son muy cansados y el aprovecha para dormir.

–Siéntate, mi amor; el avión está próximo a despegar–le dijo Paulo a Oriana.

Ellos se colocaron en unos asientos dobles, y se abrocharon el cinturón; la pequeña Mía fue colocada en un asiento especialmente para ella por una de las azafatas.

– ¿Cuánto dura el vuelo?– preguntó Oriana a Paulo.

–Entre 5 a 7 horas, varía según los vientos.

–Me parece bien— acepto ella con la vos neutra.

Ambos se mantuvieron en silencio mientras el avión despegaba, Maria se estaba encargando de Mía la cual parecía fascinada con cada movimiento de la nave.

Unas vez establecidos en los aires, Oriana se dedicó a jugar con su hija y a darle de comer; Paulo solo las observaba y sentía su corazón hincharse de orgullo al ver a su mujer y a su hija.

Porque eso era lo que eran. Esas dos mujeres se habían convertido en su mundo.

Él sabía que tendría mucho trabajo que hacer para que ella lo perdonara y lograr conquistarla.

–La pequeña ya está cansada, déjamela; la iré a recostar al dormitorio– le dijo Maria a Oriana al ver a la pequeña Mía casi dormida en el hombro de su madre, ya habían pasado aproximadamente dos horas de vuelo.

–Está bien muchas gracias Maria– Oriana le tendió a su hija y se sentó al lado de su esposo.

–Pareces cansada ¿No quieres ir a descansar un rato?– le preguntó Paulo preocupado por la ojeras que mostraban sus ojos.

–Estoy bien– respondió de forma fría.

Paulo quería abrazarla y hacerle dormir. No le gustaba verla así.

En ese momento comenzó a reír ante su pensamiento. Quién lo diría, en un par de años había pasado de joven problema a un jefe tirano, reformado por el matrimonio y ahora cursi hasta en sus pensamientos sobre su mujer.

– ¿De qué te ríes?– le pregunto Oriana con el ceño fruncido.

–De nada cariño– aseguró con una sonrisa.

A ella le molesto que dijera eso, de seguro estaba recordando los grandes momentos que paso la noche anterior con Antonella.

Le dio la espalda y se concentró en la ventana, sentía las lágrimas asomar por sus ojos pero no iba a llorar, ella era más fuerte que eso, en su lucha se quedó dormida en el asiento con la cabeza apoyada sobre el costado del asiento.

Paulo al percatarse de su estado sonrió inconscientemente, él tenía razón, ella estaba dormida.

–Necesitó una frazada por favor– le pidió Paulo a una de las azafatas; ella rápidamente se la entregó– Gracias.

El levando él apoya brazos de manera que sus asientos fueran sólo uno, tomo a Oriana en sus brazos y la coloco en su regazo, Oriana se comenzó a remover pero al sentir la calidez del cuerpo de Paulo se quedó quieta.

Paulo se recostó en los asientos con su esposa encima y se colocó la frazada a manera que los cubriera a ambos.

Al final, logro tener a su esposa abrazada a su cuerpo mientras el la acariciaba para que descansará.

Ver las nubes desde la ventanilla y tener a su esposa en sus brazos era más de lo que podía pedir.— "Solo espero que puedas perdonarme" —pensó.

Unos minutos después, Maria volvió a su asiento y al ver la escena no pudo evitar sonreír.

Ver a su niño tan cariñoso con su esposa le alegraba el corazón.

–Si quieres llévala a la recámara para que estés más cómodo–Le dijo Maria.

–No te preocupes, así estamos bien– respondió; no quería moverla por si se despertaba, no sabía cuándo podría volver a tener a Oriana entre sus brazos, así que aprovecharía cada momento.

El tiempo se pasó rápido, una media hora antes de arribar al Aeropuerto de Barajas, en Madrid. Oriana se empezó a remover en el regazo de Paulo.

– ¿Qué? ¿Qué hago sobre ti?– preguntó Oriana al percatarse de la posición.

–Yo te coloque sobre mí para que descansarás mejor– dijo Paulo agarrándola más fuerte evitando que se levantara.

–Suéltame Paulo – siseo con los dientes apretados.

–No quiero, y dudo que me trates de obligar, recuerda que debemos dar la imagen de un matrimonio feliz, así que te quedaras ahí sentada hasta que toquemos tierra— la reto sin estar dispuesto a soltarla.

–Eres increíble– le dijo Oriana con un suspiro de derrota, se apoyó en su pecho y se dejó abrazar por su calidez mientras el tiempo transcurría.

"¿Por qué no la podía amar?"— se cuestionaba una y otra vez.

Si el la amara todo sería tan... sencillo.

–Estamos a punto de aterrizar señores Dybala, les recomiendo abrochar sus cinturones–les dijo una de las azafatas.

–Muchas gracias– dijo Oriana aprovechando el anuncio y alejándose de Paulo.

El aterrizaje fue tranquilo y luego de registrar sus entrada al país; se dirigieron hacia la Residencia Dybala.

Oriana quedo impresionada por la villa de su esposo, era muy hermosa, pero lo que más le enamoro fueron los jardines. Ella había notado que a él le gustaba mucho que sus inmobiliarios tuvieron como carta de presentación una extensión de jardín.

Se adentraron en la casa. Era una combinación de rustica con moderna, las escaleras de madera igual los zócalos.

–Tu casa es muy hermosa – alagó Oriana con su hija en brazos.

–Nuestra casa Oriana, recuérdalo– aseguro Paulo, no le gusta que ella hable como si todo fuera de él, están casados ¡Por Dios!

–Un año Paulo — él se puso tenso— recuérdalo tú— refuto ella.

Holiii
Aquí les dejo el nuevo capítulo. Espero les guste mucho
No olviden votar y comentar.
Gracias por todo.
LOS AMO 💕💕

Paty.

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