Casada con mi jefe | Dybatini...

By XxAmanteDeLibrosxX

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Oriana Sabatini jamás espero ser madre tan joven, pero la muerte de su mejor amiga la obliga a serlo, con mie... More

Reseña
Capítulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capítulo 4
Capitulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Epilogo
SEGUNDA HISTORIA

Capitulo 22

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By XxAmanteDeLibrosxX

Esta semana sería la más pesada del año, Otiana debía terminar los modelos de los diseños antes del viernes.

El lunes se encargó de terminar los últimos detalles de los escaparates y se mandaron a realizar cada una de las partes del diseño.

El martes se montó el último Stan. Ya estaban listos para ser enviado como proyecto al concurso Desing's.

Paulo al verla tan estresada, la invitaba a almorzar afuera de la oficina casi todos los días para distraerla un poco, todos pensaban que eran un matrimonio feliz.

Y para impresión de ellos mismos, lo eran; jamás pensaron que sus personalidades se equilibraran tan bien.

El resto de la semana se pasó volando entre salidas y cenas con su hija, a Oriana le encantaba ver a Paulo con su "estrellita", verlo tan cariñoso y emocionado con la pequeña lo alegraba pero también le generaba sentimientos tristes, ya que le recordaba a la forma en la que su padre la trataba antes de despreciarla.

—¿Qué sucede Ori?— le pregunto Paulo al ver su rostro decaído.

Era jueves por la noche y estaban jugando con Mía en el salón, cuando el noto su expresión.

—Nada, es solo que me gusta tu faceta de padre— le dijo ella tratando de sonreír —te ves muy tierno jugando con ella.

—Te conozco, Ori sé que hay algo que te molesta— ella cada vez estaba más convencida que su esposo hubiera sido un gran detective.

—Es por mi padre—admitió en un suspiro— verte jugando con Mía ...me hace pensar en él; no entiendo cómo se olvidó de mí.

Paulo hubiera preferido un golpe en el estómago a escuchar esa declaración. El jamás comprenderá como su familia pudo olvidarla ignorando la increíble persona que es.

—Oriana, mírame —coloco su mano en su barbilla y alzo su cabeza para que sus ojos conectarán— Ellos se lo pierden, eres una mujer increíble. Cualquier hombre lucharía una guerra por tenerte.

Paulo se dio cuenta de su error muy tarde; la incredulidad en la mirada de ella le mostraba que había demostrado demasiado sus sentimientos en esa simple frase.

— ¿Tu serias uno de esos hombres?— preguntó ella inocentemente manteniendo sus ojos firmes en los de él.

Paulo no sabía exactamente que sentía por Oriana, pero estaba seguro de su respuesta.

—Sí, yo sería el primero en alistarme en la línea de fuego de ser necesario— sujeto su nuca y la beso.

Se devoraban el uno al otro demostrándose con acciones lo que las palabras no podían.

Se olvidaron de todo mientras sus lenguas jugaban; olvidaron estar en la sala, con su hija al lado.

Por suerte la pequeña Mía estaba más concentra en sus juguetes que en ellos.

Un carraspeo los saco de su burbuja de deseo. Al girar, encontraron a una Serena sonrojada.

Oriana tenía la gran suerte de siempre ser encontrada en situaciones comprometedoras por las enamoradas de su esposo.

—La...lamento interrumpir, yo...yo le quería avisar al señor que tiene visita— dijo Serena frunciendo un poco el ceño.

— ¿Visita? ¿Quién ha venido?— pregunto Paulo poniéndose de pie y ayudando a su esposa.

—La señorita Cavalieri señor—respondió la muchacha.

Paulo estuvo a punto de soltar una maldición, pero trato de controlarse; no entendía que quería , pero estaba seguro que no era nada bueno. No quería a Oriana cerca de ella.

—Gracias Selina, llévala a la terraza— ordeno.

—Soy Serena señor— le dijo la chica algo molesta antes de retirarse.

— ¿Que hace aquí?— pregunto Oriana, sabía que Antonella era la única mujer capaz de interponerse en su plan de enamorar a su esposo.

—No lose, pero iré a hablar con ella para ver que quiere— dijo Paulo tratando de dejarla afuera de este asunto.

No quería que Oriana saliera perjudicada por cualquier cosa que podría tener Antonella entre manos.

—Iré contigo— aseguro Oriana, no tenía intención de dejar a Paulo a solas con esa mujer.

— ¡No!, lo mejor es que permanezcas acá con nuestra hija en lo que yo hablo con ella— ordeno serio. El quería protegerla a cualquier costo.

— ¿Por qué Paulo? ¿Qué tiene de malo que te acompañe?— Oriana estaba segura que Paulo quería estar a solas con Antonella para uno de sus encuentros; ella no olvida lo que presencio aquel día en el jardín de un restaurante, el ver a su antes prometido besándose con su futura amante.

—Los temas que tratemos estoy seguro que no son de tu interés— le dijo de forma fría y arrogante tratando de hacer que desistiera en la idea de acompañarlo— además de ser una reunión privada, con permiso— dicho esto Paulo salió del salón dejando a una Oriana triste tras de él.

Él se sentía peor que un canalla por haberle hablado se esa forma tan dura, pero el haría lo que fuera para protegerla, y la conversación que estaba a punto de tener, jamás debería de llegar a sus oídos.

Paulo llegó a la terraza con toda la intención de aclararle que no era bienvenida en su casa.

— ¿Qué haces aquí?— preguntó una vez sus ojos se posaron en ella.

Ella se encontraba sentada en el sofá de la terraza con una copa en la mano, llevaba un vestido rojo de seda, demasiado corto para su gusto.

—Querido ¿Así recibes a los invitados? Qué vergüenza, pensé que Alicia te educo mejor.

—Deja los juegos y explícame que buscas— después de la pelea con Oriana; su paciencia era nula.

—He venido a observar cómo va tu vida de casado— lo recorrió con los ojos de arriba hacia abajo— por tu cara puedo intuir que no como deseas— dijo Antonella parándose del sofá.

—Te equivocas, la verdad la estoy disfrutando mucho— aseguro Paulo enojado.

—Entonces dime ¿sigues creyendo estar enamorado de tu mujer o ya recobraste la cordura?, estoy segura que no puede ser tan buena en la cama como para mantener tu interés...

— ¡Cállate! te dije que no te atrevieras a hablar mal de ella.

—por lo que veo todavía sigues engatusado— dijo moviendo la copa de su mano— respóndeme algo— llevo la copa a sus labios y la rozo antes de dejarla sobre una mesa y acercase a Paulo— que tiene— comenzó a rodearlo— ella de especial.

—Eso no te interesa— respondió frio.

—No soy tonta Paulo— se colocó frente a el— te conozco demasiado para creerme ese cuento. Una fuentes me han confirmado que has dejado de ver a tus otras...— se acarició la clavícula— "Amigas" ¿Puedo llamarlas así? ¿O prefieres el término compañeras de cama?

Paulo acerco su rostro al de ella— Lo que haga con mi vida —siseo— no te interesa. Tú y yo, nunca hemos sido nada como para tener que darte alguna explicación.

—¿Y a tu esposita se las das? ¿Te tiene controlado?— preguntó tratando de provocarlo.

—Yo no le debo explicaciones a nadie.

Ella lo observo y se acercó a el de forma lenta, Paulo estaba al pendiente de sus movimientos pero cuando intuyó su siguiente movimiento, ya era tare; ella coloco sus manos en su pecho y lo empujó hacia el sofá haciéndolo caer sobre este.

Se colocó sobre el rápidamente con las piernas a los lados de las caderas de él y lo beso, Paulo reacciono de forma rápida y se separó de ella.

— ¿Qué haces?— pregunto enojado.

— ¿Qué? ¿Acaso no tienes ganas de disfrutar un rato?—ella se acercó a su cuello y lo empezó a besar mientras movía sus caderas de sobre las del y decía— Ya que no le debes explicaciones. Yo te puedo dar lo que ella no.

Paulo se sentía confundido, en sus planes estaba seguro que estas situaciones se realizarían, pero después de estas semanas junto a Oriana se siente asqueado de estar de esa forma con Antonella.

—Sé que tienes ganas Paulo— susurro en su oído— Y yo estoy dispuesta a quitártelas. ¿O le temes a ella?

Antonella beso a Paulo con pasión, tratando de quitar su resistencia, Por muchos sentimientos mezclados que sintiera en ese momento, trato de apartarlos no dispuesto a aceptarlo y dejar que su necesidad primaria se sobrepusiera a su inteligencia.

Empezó a acaricias a Antonella, agarro fuertemente sus muslos y la pego a él, ella gimió mientras una de las manos de él se colocó entre sus muslos acariciándola mientras que la otra se mantenía en la espalda de ella.

— ¡Sí! Paulo—Su vos era demasiado irritante para él, la besaba en su cuello pero se le hacía insípido, la excitación le bajaba al no sentir las curvas de Oriana ni su dulce voz.

Sus movimientos se detuvieron poco a poco dejando a una Antonella descolocada con la situación.

— ¿Por qué te detienes?— pregunto Antonella tratando de besarlo de nuevo.

Paulo se apartó y la levantó de su regazo tomándola del brazo y acercando su cara a la de ella.

—Te lo dije antes y te lo digo ahora. No estoy interesado en ti. Tú ya no produces nada en mí. Yo...yo estoy enamorado de mi esposa— término susurrando.

La primera vez que Paulo hizo esa declaración fue por guardar las apariencias de su acuerdo; pero esta vez...el sentimiento lo sentía tan real que sabía que algo había cambiado.

— Sigue repitiéndote eso, si la amaras como dices, jamás hubiera pasado lo del restaurante, ni lo que acaba de pasar en ese sofá— se acercó más a su rostro— Recuérdalo, tarde o temprano, volverás a mí.

—Eso no pasará — la soltó del brazo en forma brusca— Agradecería que te retiraras de mi casa, a mi esposa no le agradan las visitas a estas horas. Y yo me siento aburrido de esta reunión sin sentido.

—Está bien Paulo, como tú quieras; sólo recuerda una cosa; esa chiquilla— lo señalo— es demasiada persona para alguien como tú, pero poca mujer para tus necesidades.

Antonella se retiró dejando a una Paulo trastornado, hace semanas hubiera tomado a Antonella sin importarle que Oriana se enterara o no.

Ese era el plan desde el inicio.

Hoy tuvo la oportunidad y simplemente...no pudo.

Él quería defender a Oriana de cualquier daño que Antonella le pudiera hacer, pero él también la quería proteger de todo, no solo de Antonella.

Por eso no pudo, el solo quiere estar con su esposa, el solo quiere besarla a ella; solo hacer el amor con ella, porque lo que siente solo puede ser eso.

Amor.

Paulo se dejó caer de nuevo en el sofá, tomo la copa que Antonella había dejado sobre la mesa y bebido lo que quedaba.

¡Por Dios!; se enamoró de su esposa.

Pero con esta aceptación vienen los temores, él le teme al amor y el daño que él puede sufrir si la pierde.

El amor es increíble, pero si no lo cuidas te puede destruir.

Él sabe lo dañino que puede ser amar a una persona demasiado, pero también sabe lo que es vivir ignorándolo.

Desde la muerte de su madre él ha tratado de evitarlo a cualquier costo; su familia adoptiva lo ama, ese hecho lo acepto hace poco gracias a Mía, pero gracias a Oriana el entendió que también puede amar.

Sintió como una capa de sudor cubría su frente. Sus temores lo perseguían y sus fantasmas lo mantenían atrapado. Veía a su padre una y otra vez en su mente. Pero esta vez la voz de Oriana se coló en sus pensamientos "La sangre no define a una persona Paulo. [...] créeme, la sangre no te define [...] La mitad de todo tu sistema pertenece a tu madre, tú decides cual de esos dos ideales dominara tu vida"

El decidía. No dejaría que su pasado se siguiera interponiendo en su única oportunidad de ser feliz.

¡Amaba a su esposa! Amaba a su hija y se convertiría en el hombre que su madre hubiera querido.

No sabía cuánto tiempo había estado divagando entre sus pensamientos pero se le hizo tarde.

Subió rápidamente a su recamara, necesitaba ver a Oriana, sabía que estaría enojada pero como dicen: "Si una mujer se enoja hazle el amor y que descargue su coraje en la cama".

Paso por el cuarto de su hija... Le encantaba como se escuchaba, él ya tenía una familia a la cual amaba.

"No las pierdas Dybala, tus chicas valen oro"

Mía le ayudo a superar muchos temores en su vida, y Oriana le enseño que si tiene corazón, como ella una vez le dijo, él no podía dejarse dominar por los fantasmas de las acciones de su padre, el tenia al mejor ejemplo de cómo ser un buen padre en Adolfo Morrison.

Beso a su hija y se encaminó a la recamara principal, Orianan se encontraba acostada dándole la espalda, parecía dormida y él no la quería despertar.

Se cambió de ropa y se acostó junto a ella, la agarró de la cintura y pegó su pecho a la espalda de ella.

Paulo no sabía que sentía ella por él, pero durante su luna de miel la conquistaría.

Estaba decidido a hacer a esa mujer suya de por vida. "Te voy a enamorar, amor mío" – prometió antes de dormirse.

Lo que él no sabía que Paige estaba despierta, ella lloraba en silencio sintiéndose una estúpida, tratando de que Paulo no se despertara.

Poco después el cansancio del día la hizo caer dormida aun en los brazos de su esposo.

Realmente poco fue lo que descanso antes de levantarse, ella tenía que ir a la oficina por unos documentos y Paulo la pasaría a recoger para irse a su luna de miel.

Escapo de los brazos de su jefe y fue hacia el cuarto de su hija.

Alisto todas las cosas de Mía mientras analizaba lo que sucedió la noche anterior.

Luego de la pelea; ella llevo a Mía a su cuarto, ahí la arrullo y la durmió; aprovechó que la niña ya estaba descansando para bajar donde se encontraban Paulo con Antonella.

Pero jamás espero encontrarse con esa escena; Antonella se encontraba sobre Paulo y este la besaba con pasión.

Ver al hombre que amas con otra mujer le rompe el corazón a cualquier persona, Orianan estaba lo suficientemente cerca para escuchar cuando ella le susurro que le ayudaría a quitarse las ganas.

Noto como Paulo la tomaba de los muslos y eso fue todo lo que necesitó para salir de ahí.

El llanto se hizo presente mientras llegaba a su habitación, se sentía la más grande idiota del mundo.

Por un momento ella pensó que lograría enamorarlo, que lograría enamorara al "Gran Paulo Dybala" y serian por fin una familia.

¡Qué ingenua!; una tonta era lo que era.

Cuando Paulo llego a la habitación ya era muy tarde. Había pasado todo ese tiempo rodando en su cama mientras recreaba la escena una y otra vez.

¡Qué tonta! Se repetía al recordar todas las veces que se ha entregado a él; mientras que para ella eran experiencias grandiosas para el no eran más que sexo.

Término de hacer la maleta de su hija y bajo a desayunar antes que Paulo despertara.

—Gracias Maria, las cosas de Mía están en la habitación, ¿ya tienes tus maletas? —le preguntó.

Ella y Paulo acordaron que Maria los acompañara, así si necesitaban una escapada ella los ayudaría con la pequeña Mía. Aunque después de lo ocurrido dudaba que eso fuera a ocurrir.

Oriana se ducho y alisto rápido para irse a la oficina, todos se sorprendieron al verla sin el Jefe.

Ya en su despacho Clara le llevó unos documentos que debía revisar y unos presupuestos que aprobar.

—Gracias Clari.

—De nada, por cierto ¿a qué hora te iras?

—Tengo entendido que a las diez, nuestro vuelo sale a la una.

—Que emoción, tú y el jefazo en una villa por todo el fin de semana—dijo Clara de forma soñadora — Ojala algún apuesto millonario se enamorara de mí.

Oriana no logró contener una carcajada, si ella supiera lo que con lleva estar casada con uno, ella saldría corriendo hacia el estado más cerca alejándose de ellos.

—Ve a trabajar Clara— dijo Paige con una sonrisa en sus labios.

—Claro jefa, hablamos de mi futuro esposo después.

Oriana se centró en su trabajo, aproximadamente una hora después Clara entró en su oficina con un ramo de rosas rojas.

—Acaban de dejar esto para la señora Dybala— dijo Clara colocándolas en una mesa abajo de la vidriera.

— ¿Quien las envía?—Preguntó Oriana.

—No lo sé—Clara agarro la tarjeta que traía el ramo y se la extendió a Oriana— Averiguarlo, te dejo para que la leas tranquila, de seguro es una lista de todo lo que te hará tu esposo en su viaje— le dijo con una sonrisa pícara antes de retirarse.

Su cara era un poema, estaba sonrojada hasta el cabello con solo imaginarse esa situación.

Oriana observo la tarjeta y se decidió a abrirla; quería saber ¿Por qué Paulo le mandaba eso?; y si está segura que fue él, es el único hombre que le mandaría eso.

"Necesitamos hablar"

Paulo

¿Enserio? ¿Mando a comprar un ramo de rosas solo para decirle eso?

Oriana no quiere hablar con él, no está segura de que le quiere decir, ¿acaso le quiere decir que tan buena es Antonella satisfaciendo sus necesidades en la cama?

Ella lo ama y él no la ve más que como una esposa de contrato; sin querer las lágrimas empiezan a caer de nuevo.

No puede evitar sentirse usada y dolida por toda la situación.

Un golpe en la puerta la hizo reaccionar, se limpió las lágrimas y dio permiso a que entraran.

–Oriana, aquí traigo los paquetes que mando la empresa inmobiliaria – Dijo Dylan al entrar.

–Déjalos en mi escritorio– ordeno sin girar a verlo.

–Ori ¿Estas bien?– le preguntó, la voz de ella sonaba mal y él estaba seguro que así se sentía ella.

–Si...si, solo estoy... emocional, ignórame– le dijo limpiándose una lágrima que resbalaba por su ojo.

–Sabes que no puedo–Le dijo Dylan cerca de ella, como seguía dándole la espalda ella podía sentir su voz cerca de su oído.

El la agarro de los hombros y la giro para enfrentarlo, Dylan sintió una espada perforarle el estómago al verla en ese estado.

En la agarró de las mejillas y le limpio las lágrimas con ternura, él sabía que no debería de tomarse esas atribuciones, ella era una mujer casada; pero en su defensa el la vio primero que Dybala así que tenía derecho aunque sea a consolarla.

–Sabía que te lastimaría– susurro Dylan triste al verla así. Su jefe no la merecía, ella era muy dulce y frágil; él no sabe cómo tratarla.

Oriana se sentía abatida, ella no tenía a nadie en quien apoyarse y ahí frente a ella se encontraba Dylan.

Se sentía vulnerable y él era el único hombro en el cual podría apoyarse.

–Dime ¿Que te hizo?— le preguntó Dylan; aunque la verdad él ya se lo imaginaba, hoy en la mañana salió un artículo sobre ellos; al parecer ayer por la noche unos fotógrafos captaron a la señorita Cavalieri salir de la mansión Dybala.

–No...—negó con la cabeza— nada. No me hizo nada. Es sólo que me siento mal eso es todo.

Él sabía que ella mentía, pero sin decir nada la acerco a su pecho y la abrazo; ahí entre sus brazos tenia a la mujer que le gustaba llorando por el imbécil de su marido.

–Tú te mereces más que esto— le dijo al oído haciéndola estremecer, Oriana se sentía dolida pero para ser sincera necesitaba ese abrazo.

Se mantuvieron así por un momento hasta que la entrada de alguien a la oficina los separo.

"Genial, su suerte no podría ser mejor"— se quejó Paige.

Paulo se encontraba adelante de la puerta con las manos en puño.

OTRO CAPÍTULO POR  HOY!!
LOS AMO ❣️
GRACIAS POR LEER.

Paty.

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