Mi nervioso pie no dejaba de moverse generando un molesto sonido dentro del vehículo militar. Una mirada irritante por parte de uno de los militares logró que me detenga, pero aún seguía intranquila y mis manos sudorosos eran conscientes de ello.
Sentí como la furgoneta militar fue disminuyendo su velocidad poco a poco.
—Vamos ¡bajen!— ordenó un soldado a empujones. No había más opción así que baje con rapidez antes de ganarme un disparo en la sien.
Al levantar la mirada me encontré con un enorme cuartel militar. Probablemente usado como zona de cuarenta. Grandes murallas de acero dividían el exterior con el interior, protegiendo a los que estaban adentro. Varios helicópteros bajaban de los aires para aterrizar en específicas zonas del cuartel, la mayoría, para traer nuevos sobrevivientes.
Me sentí como en una película.
—Caminen.
Mi sangre ardió al ver como dos soldados empujaron a dos niños con sus mejillas mojadas por tanto llorar, sin ningún rastro de sus padres.
—¡Tú también!— me gritó un militar haciéndome reaccionar, este me empujó por la espalda con el mango de su arma causando que casi me caiga.
—¡No la toques!—lo siguiente que vi fue a EunWoo tirándole un fuerte puñetazo en la cara. Grité horrorizada pero aún así, nadie se detuvo. Rápidamente los militares lo sujetaron por los hombros y lo estamparon contra el pavimento. Algunas personas que estaban cerca, se detuvieron asustadas.
—¡EunWoo!!
—¡Cállate!— me hicieron seguir, pero no lo iba a hacer, no sin mi novio. Intente desprederme de su agarre con un fuerte movimiento y casi lo logro pero luego volví a lo misma posición—No..entiendo que sucede con ustedes. Dios, no son los únicos que luchan con esto, nosotros también estamos asustados. Maldición, basta. Solo buscamos un refugio.
El militar que me traía sujeta por las muñecas, solo me observo. Por un instante creí que se doblegaría pero simplemente suspiro con pesadez y volvio a mirar a sus compañeros con seriedad.
—¿Te crees un héroe no?—mi corazón se paralizó cuando apuntaron a EunWoo.
—¡NO!
—¡Alto!—Ay Dios mío gracias. De pronto otro soldado apareció—No hagan tanto escándalo o el caos iniciará—reprendió en voz más baja. Deduje que era un superior—Cualquier acción de atrevimiento será sancionado de la siguiente forma, llévalo al sector 9. Ahí le enseñarán a respetar—oír lo último fue demasiado abrumador. Con su ceño fruncido volvió a su trabajo. Sin más opciones de ayuda, ni una mirada de compasión. Solo se retiró.
Oh no..
—Ya oíste— le ordenó el militar agarrándolo por los hombros y empujándolo para que camine.
—EunWoo..— él me miró de reojo, pude notar que su labio estaba partido, un hilo de sangre brotaba de ahí.
—Tranquila.. estaré bien— me dedicó una leve sonrisa—A donde te lleven, cuidate, ¿si?
Mis ojos se aguaron. Su mirada prometía volver..
—..EunWoo..—deseaba actuar como una heroína e ir a ayudarlo. Sin embargo, lo único que podría causar ahora serían más problemas y sin dudarlo, mi muerte—Me cuidaré.
—Camina ya—sintiendo una lágrima rodar por mi mejilla, comencé a caminar.
Esto no podía estar pasando..
🚫
No se cuánto tiempo había pasado, pero desde que me metieron a esta maldita celda siento que han pasado mil años. La ansiedad por no sentirme a salvo y de no saber algo sobre EunWoo me carcomía por dentro. Necesitaba saber si estaba bien, si no estaba... muerto.
—¡Sáquenme de aquí maldita sea!— forcejee las rejas desesperada—Mierda.
—Mejor ni lo intentes.
Giré la mirada, un chico de cabello rubio yacía sentado en la esquina de la otra celda encendiendo y apagando un pequeño encendedor.
Al recordar lo que dijo, lo miré sin importancia.
Volví a pensar en silencio sobre mis futuras opciones, las cuales y aunque suenen locas, estaba considerando.
1°. Huir, encontrar a EunWoo y escapar de aquí.
2°. Huir, ser asesinada y no encontrarlo.
3°. Esperar, saber que nos pasará aquí. Averiguar que quieren los militares de nosotros.
Pero aún así necesitaba un plan.. y por como los militares nos han tratado.. La verdad, ya he perdido mi esperanza en ellos.
—..Solo quiero salir de este lugar.
—Entonces te veo en el infierno.
Resople, mi paciencia se agotó.
—Ni si quiera estaba hablando contigo...—le dije para luego observar a mi alrededor. Había más personas en las otras celdas, algunos temblando por el miedo y el frío. Aquello me afectó..—Son unos malnacidos..¿Pelar por el país? ¡Una mierda! ¡Se supone que deben ayudarnos!!— patee la celda con tal fuerza que casi me lastimo el tobillo—..A-a..— Intente reprimir un quejido, sin embargo no lo pude evitar. Sí dolió.. Una risa burlona se escuchó a mi costado.
—Bien hecho.
Lo ignore. No iba a tratar con él ahora.
En eso, recordé que dentro del bolsillo de mi pantalón, había guardado unas horquillas por si necesitaba sujetar mi cabello en la cita. Una idea cruzó mi mente. ¿Podría.. Ante la curiosidad de abrir la celda sin que se den cuenta, saqué el pequeño paquete y tome una.
Me arrodille con rapidez hacia la cerradura de la celda y lo introduje con cuidado..
—¿Que demonios haces?
Mi aire se cortó. Me había enfocado tanto en controlar mi mano temblorosa que olvide prestar atención a los ruidos cercanos.. Un militar.
Pense en algo rápido.
—Es que..creo que está averiado, lo estaba arreglando—... Soy estúpida.
—No te preocupes, le pondremos doble seguro cuando vuelvas.
El militar abrió mi celda y me jaló para afuera.
—Ay!..¿Ustedes no tienen otra forma de sujetar a sus prisioneros?—el terror, al igual que el dolor en mis brazos, regresó.
—Es la única forma de movilizarlos.
—Ya basta..¿A donde me llevan?—nadie me respondió esta vez. Me pusieron en medio de dos soldados, ambos sujetando intimidantes armas. Vi un pasillo desolado, algo oscuro pero a pesar de esos detalles, tuve unas fuertes ganas de escapar. Hasta que me di cuenta de que era un plan muy estúpido. Suspire y decidí quedarme en silencio.
Me llevaron por otro extraño pasillo iluminado por luces blancas. Pronto pude ver a más doctores que militares caminando por ahí.
Nos detuvimos frente a alguien.
—Aquí está la paciente, doctor Kim— un joven más alto que yo, levantó su mirada, conectándose con la mía.
Sus ojos me examinaron. Al hacerlo yo también, me di cuenta de que era una persona muy hermosa, y la serenidad que transmitió, me hizo creer que era alguien pacífico, al igual que amable. Incluso podía jurar que estaba delante de alguien en quién al menos podría confiar aquí..
De pronto, una sensación extraña recorrió mi pecho. Como una especie de dejavú. ¿Ya lo he visto antes?
—Intenta algo y estas muerta—susurró un militar muy cerca a mi oído. Me aleje un poco, realmente me incomodó tenerlo cerca.
El tipo salió del pequeño cuarto, dejándonos solos.
—Recuestate en la camilla— me ordenó el doctor Kim pero yo no dejaba de observarlo, en serio se me hacía muy familiar—¿Puedes escucharme?— reaccioné.
—Si, perdón— respondí al instante y me acerqué—No me meterán agujas ¿Verdad?— pregunté con miedo. Era mi peor miedo.
Él esbozó una sonrisa.
—Si no te portas mal.
Respirando hondo, me recoste en la camilla y un aparato extraño escaneo todo mi cuerpo. Los datos aparecieron en su computador, él los reviso detalladamente mientras escribía sobre las hojas de su tablero.
—Bien, estás limpia— mis ojos se iluminaron.
—Quieres decir..¿Que me dejarán ir??
—De vuelta a tu celda, sí— mi sonrisa se borró.
—No volveré a ese lugar—contradije.
—No puedo hacer nada, lo siento.
—Eres alguien a quien no le duele la piel por tantos apretones—añadí, incluso mis ojos picaron de impotencia—Nos encierran como animales y a ellos se los trata mejor.
—Es porque estamos aguardando—Él paró de caminar, dejando sobre una mesa sus papeles— Una vez sepamos que los grupos de sobrevivientes que traemos están libres de infección, se los trasladará a otra área mucho más segura. Me encargaré de eso, solo espera a que convenza a mis superiores, ¿de acuerdo? Aquí es mejor que afuera, créeme.
Eso lo sabía a la perfección.
Aguarda un segundo.
Volví a verlo.
—¿Convencer? Entonces...¿Realmente no es la iniciativa de tus superiores hacer algo por nosotros?
Su silencio, me demostró que lo que dije era cierto.
—No puedo creerlo..
—Aún.
Mis ojos lo miraron con total decepción
—Solo contamos contigo y ni si quiera eso es seguro. Estoy segura de que tampoco te oirán, ni si quira harán algo por ti tampoco.
Tragó duro.
—Voy a llamar al militar. Es hora de irte.
En ese momento no se si fue el miedo o la adrenalina pero de pronto, se me ocurrió la idea más arriesgada de toda mi vida.
—Ayúdame a escapar— él dejó su telefono de seguridad y se volteó a verme con los ojos bien abiertos. Muy muy abiertos.
—¿Qué..¡Claro que no!
—¡Nadie nos ayudará! Tengo a personas importantes que necesito buscar, debo saber que están bien—todo salia de mi boca sin pensarlo pero con total seguridad.
—En serio lo siento, pero no pueden irse.
Iba a decir algo más pero de repente, el militar entró al cuarto.
Me sujetó del brazo con fuerza, haciéndome doler.
—¡¿Que a nadie le importa mi maldito brazo?!—¡Vamos, muévete!
—¡Por favor!—voltee a verlo varias veces en mi desesperación— ¡Sabes que es cierto! Nadia hará nada, nos matarán. ¡Ayúdame!— le grité mientras me sacaban para afuera a empujones. Él sólo bajó su mirada.
Maldito cobarde.
¿Que iba a hacer ahora?
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