¡Saludos! Como saben hoy es día de anunciar los resultados del desafío anterior. El equipo de Novela Juvenil está muy contento por la participación de todos ustedes en estos desafíos. Cada vez se nos unen más participantes y eso nos motiva muchísimo. Gracias a todos por su apoyo. En este último desafío, tuvimos cerca de 38 relatos. ¡Fue genial!
Antes de mencionar a los elegidos, queremos dejarle saber a todos que contamos las palabras de cada uno de los relatos. Leímos relatos muy buenos y que merecían ser de los seleccionados, pero que lamentablemente pasaban de las 250 palabras. Para la próxima estén muy pendientes a ello, pues sino quedan automáticamente descalificados. Igualmente si colocan más de un relato, solo contamos para evaluación el primero. El segundo no se considera. Ojo con ello.
Así que a lo que vinimos... leímos relatos muy buenos y fue difícil seleccionar los más que nos gustaron. De todos, seleccionamos 8 de ellos. ¡Enhorabuena! Recuerden estar pendientes al próximo desafío este viernes 14 de diciembre de 2018.
Tranquilidad, eso es lo que necesitaba, tranquilidad. Es inusual que algo tan monótono y ordinario como la serenidad de un río pueda tranquilizarme; pero esta vez realmente está funcionando.
Y es extraño, siempre encuentro un momento de paz mientras me envuelvo en la maravillosa narrativa de un buen libro o en las melodiosas sinfonías que escucho en una buena canción, pero, por alguna extraña razón, la quietud de este bello paisaje me transmite calma.
No estoy buscando alejarme de la realidad, simplemente quiero poner todo en orden. Mi corta juventud, mis decisiones respecto al futuro, mis padres, mis amigos, mis estudios, todo. Dentro de poco ya no podré estar tanto tiempo aquí, pronto me iré a la universidad y voy a empezar una nueva etapa de mi vida.
Quisiera decir que, de todos los aspectos de mi vida, mis amigos son los únicos que me han acompañado en esta decisión. Saben perfectamente lo mucho que se me ha dificultado estudiar una corta carrera que muy apenas me interesaba y lo mucho que sufría por no entender muchos conceptos que debía aprender; pero ahora será distinto, mi mentalidad es diferente ahora.
Sé que tal vez sonará muy iluso, pero, estoy lista para seguir. Y si eso significa dejar de venir a este hermoso lugar para meditar y distanciarme de todos, con mi esfuerzo, tal vez valga la pena. Ya encontraré otro lugar que pueda apaciguar mis penas, aunque dudo mucho que se asemeje a este bello río, siempre será mi lugar.
La escasez de ruido a mi alrededor quizás ayudaba a concentrarme, pero no era precisamente ese el efecto que tenía sobre mi en este momento. La brisa haciendo a los árboles silbar y mecerse en compás con el viento, el canto de los pájaros, y muy lejos, apenas audible, el ladrido de un perro me arrullaban sobre la rama que me servía de cama.
Estaba por reprobar mi materia menos favorita y temiendo las reprimendas de mis padres, me había ido al bosque tratando alejarme de todo para estudiar.
Yendo a un caro y prestigioso Instituto no ayudaría que mis notas fuesen perfectas.
Había caminado hasta llegar al lago y después de encontrar una buena rama que yacía por encima de este, me había sentado con toda la intención de estudiar. Pero al tener tanta tranquilidad a mi alrededor, terminé tomando una siesta con el libro de Física haciendo equilibrio sobre mi rostro para no caer al lago, dándome más razones y otra excusa que decir a mis padres cuando vean mis notas.
Ahí estaba de nuevo, recostada en un árbol tambaleante que al más minimo movimiento me podía dejar empapada en aquel pequeño lago de agua cristalinas y especies que aun no han sido descubierta. Deje el tonto libro sobre mi rostro mientras cerraba los ojos.
Una y otra vez insistían en que leyera y yo una y otra vez me negaba, pasó páginas sin leerlas y a la hora de las tareas solo hay que buscar el resumen, así qué ¿para qué leer?
Mis ojos se cerraron y mi cuerpo se relajo, mis dedos se humedecieron, mi pelo empezo a halar de mi cuero cabelludo el árbol empezo a moverse, ¡sí! A moverse, levante mi mano aún húmeda y arranque el estupido libro de mi rostro. Cerré y abrí muchas veces, negándome a creerlo.
Sirenas relucientes que reían con colas largas y colorientas, pelo largo y cara de ángeles; dragones con alas gigantes que coronan el cielo y escupen fuego al cielo volviéndolo todo más irreal y deslumbrante; enanos recorriendo con sus grandes hoyas de oro al otro lado del lago, leones con melenas rosas, jaguares sin manchas.
Pequeñas ramas empezaron a enredarse por todo mi cuerpo, fui elevada en el aire y puesta frente a frente de un colibrí.
—Por haber desechado el honor de un libro, ahora serás desechada por el honor de tu imaginación. Dejala caer.
Las ramas se desvolvieron y caí.
Desperté de ese loco sueño y desde entonces nado con las sirenas y vuelo con dragones.
No quería ir a casa, sabía que si lo hacía su familia le preguntaría sobre la cita medica, ¿cómo les decía que solo le quedan meses de vida?.
No había llorado mientras caminaba en dirección a su lugar, cuando llego se recostó en el tronco que sobresalía al agua, estaba tan acostumbrada a ir a ese lugar.
Entonces la realidad le golpeó fuerte, los planes que tenía con su novio ahora solo eran un sueño, tampoco vería la graduación de la pequeña Susan, ni iría al baile de graduación con su novio.
Todo se había ido de sus manos en un momento, no le quedaba nada, no podría pensar en un futuro donde ella no estaría. Se puso el libro que había traído en la cara y dejo que las lágrimas empaparan sus mejillas, lloro por que la vida había sido injusta con ella, lloro por las cosas que no haría, lloro por los recuerdos que no obtendría en su viaje a París, lloro porque su corazón dejaría de latir en unos meses, lloro y lloro intentando llenar el vacío que su pecho se había formado, lloro hasta que no le quedaron lágrimas.
No podía más, no le quedaban fuerzas después de esa noticia, se sentía exhausta y minutos después cuando el sol se escondió se quedó profundamente dormida, solo que el doctor se había equivocado, a ella solo le quedaban horas no meses. Ese día la tierra perdió una luciérnaga y el cielo ganó una estrella.
Felicity tenía el libro sobre la cara, sabía que debía mantenerlo así cinco segundos para que Darío saliera.
Felicity jamás lo dijo pero Darío es la persona dentro de ese libro. Desde hace dos años ha hablado con él y busca una manera para sacarlo. Darío hizo algo muy malo y por eso lo condenaron a quedarse en el libro hasta que "una doncella se enamorara de él". El problema es que han pasado ocho siglos, y con Felicity las cosas no funcionan aunque lo ame.
—Felicity, yo... —resopla Darío, el apuesto burgués—. Esto no saldrá bien.
—Cállate que me he puesto esta falda y esta peluca, quizás funcione. —Sorprendido se da cuenta de ello, Felicity lleva ropa femenina y... se ve bien.
—Aunque, necesitas amarme. —Dicho eso, Darío se echa a reír—. Es imposible porque eres un...
Pero sus palabras se quedan flotando en un suspiro ya que el libro comienza a arder. Y una voz femenina resuena en el lago.
—A menos que una doncella te ame saldrás de este libro. No sucedió y se consumió.
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(Alemania, 1987)
No hubo historia más triste que esta.
Los gritos del hombre de la habitación 60 resonaron en todo el hospital. Su mente se hizo una maraña cuando su novio murió de manera extraña en esa biblioteca. Ahora las pesadillas son su realidad.
Su nombre es Fabián pero Darío siempre lo llamó Felicity, después de todo su vida se fue con él. Aunque ahora sólo arde en su memoria.
Tal vez no era lo correcto pero, en ese momento no se me ocurrió otra salida. A pesar de tener clases me salí, perdiéndome en el bosque de los alrededores. Sin mirar atrás, con aquella punzada en el estómago.
Seguramente cuando regrese habré manchado mi imagen de perfección.
Mamá me regañará por mi ropa y cabello; papá reclamará por las clases, y mis amigos me cuestionarán.
Ahora me doy cuenta que la sociedad está muerta, podrida.
¿Desde cuándo se determina cómo debe ser una chica? Por ejemplo, si usas maquillaje eres falsa, si no, eres holgazana.
Las personas no tenemos otros verdugos, somos nosotros mismos los que nos cortamos las alas los unos a los otros. Yo he cargado con la etiqueta de perfección toda mi vida, teniendo que ocultar todo lo que le gustaba en verdad, y abrumarlo con otras cosas que, disfruto, pero no lo suficiente.
El problema no es apartar lo que me gusta, sino que, son las consecuencias las que dañan. No saber que o quién soy es el problema.
Poco a poco como una bola de masa los hechos se fueron acumulando. La doble vida que estaba en un cofre con candado salió como un león hambriento, acabando con la imagen que colgaba encima de mi verdadera cara.
El libro que usé para taparme ahora está abierto al público y tengo miedo. Es inevitable sentirlo, si un espejo se quiebra no solamente el reflejo de rompe, lo que se ve en él también queda roto.
Una chica muy particular, que vive en un abismo sin fin, en permanente oscuridad y en el envenenamiento de las mentiras. Una chica que carga con todos los problemas y los lleva como peso en su espalda a todas partes. Carga una mochila con tristeza, miedo, dolor y un libro que siempre le ayuda a escapar de la realidad.
Un día, caminando por el bosque, se pierde en él y encuentra un árbol. Ve en él los años de experiencia, la firmeza en sus ramas, la sabiduría en su vejez. Lo encuentra increíblemente poderoso y siente armonía bajo la sombra de sus hojas. Se recuesta en una rama que resiste su peso, sobre un estanque de agua, y comienza a leer, olvidándose de la mochila emocional con la que carga siempre. El sosiego y el silencio del lugar, al igual que la madera vieja de ese árbol, absorben todo su pesar y las penas que ella siente. De un momento a otro, se queda dormida y, en esos momentos de soledad, en esa tranquilidad infinita, encuentra la paz absoluta.
Llega a la conclusión de que no debe convertirse en lo que las personas a su alrededor pretenden que sea, que no tiene que ocultar su esencia, no tiene que temer a lo que puedan pensar. Si vive del miedo y la inseguridad, muchos pueden aprovecharse. Tiene que ser ella misma, y tiene que quererse libre y entera.
Una tarde llegue a la orilla del lago y pude observar a una chica que dormía en la rama de un árbol.
Seguí yendo las siguientes tardes y seguía viendo a la misma chica durmiendo.
Un día decidí ir un poco más temprano y observala con detenimiento hasta que se fuera.
Ella leía, solo eso. Se sentaba en la rama del árbol y leía su libro con detenimiento. A veces reía, fruncía el ceño o incluso lloraba.
Había algo que me inquietaba, y era que antes de dormir se quedaba mirando el agua. Se concentraba tanto que me preguntaba porqué lo hacía.
Un día llegue mucho antes que ella, y me acerque al mismo punto donde se sentaba. Solo veía mi reflejo en el agua, observaba cada ángulo de mi cuerpo en el.
—¿Ves tu reflejo?— pregunta una voz muy fina. Ella venia con su libro a leer y aquí estaba yo, sentado en su puesto.
—¿Qué dices?
—Eres lo que refleja el agua- responde sonriendo— y así ocurre con las personas. Observas con mayor detalle los defectos en los demás, y eso es lo que tú eres. Cada día vengo para acá y leo, y luego observo mis defectos, me perdono y descanso. Todos deberíamos de buscar conocer nuestros defectos y mejorar.
Desde ese día deje de observar los defectos de los demás, y cuando lo hacia, me iba al lago y me observaba con detenimiento, luego me perdonaba y descansaba mentalmente.
Todos somos el reflejo del agua.