The Same Heartbreaker (2) ✔️

By isnotcandy

2.4M 184K 119K

Segundo libro de la Trilogía Heartbreakers. Es necesario leer el primer libro para entender este. Cuidado co... More

Prefacio.
Prólogo.
1. Quinn.
2. Liam
3. Quinn.
4. Liam.
5. Quinn
6. Liam.
7. Quinn
8. Liam.
9. Quinn.
10. Liam
11. Quinn
12. Liam
13. Quinn
14. Quinn.
15. Liam.
16. Quinn.
17. Liam
18. Quinn
19. Liam
20. Liam
21. Quinn.
23. Quinn
24. Liam.
25. Quinn
26. Quinn.
27. Liam.
28. Quinn
29. Liam
30. Quinn.
31. Quinn
32. Liam.
33. Liam
34. Quinn.
35. Quinn
36. Liam.
37. Quinn.
38. Quinn.
39. Liam.
40. Quinn.
41. Liam.
42. Quinn
43. Quinn
44. Liam.
45. Quinn
46. Liam.
47. Quinn.
48. Quinn
49. Quinn.
The Last Heartbreaker (3)

22. Quinn

44.1K 3.4K 912
By isnotcandy

Capítulo editado.

22 | QUINN

Sigo a la cabellera de Mack entre la gente mientras avanza muy contenta detrás del tipo de fraternidad borracho. Me dan ganas de tirarle del cabello para que vuelva ya mismo.

Nunca me gustó jugar a verdad o reto en estas fiestas porque los retos son de otro nivel y las verdades que te piden también. Es peligroso, y más para un animalito tan inofensivo y tierno como Mackenzie.

¿Mack piensa que la van a hacer besarse con un tipo que este buenísimo, luego intercambiarían números y vivirá feliz para siempre? Alguien que le suspenda la cuenta de Wattpad, Jesús. Son universitarios. Solo piensan en aprobar y en dónde será la próxima fiesta.

Empujo a unas cuantas personas para hacerme lugar y así poder seguirle el paso a Mack. Los veo doblar en un pasillo y no verla hace que mi corazón salte de mi pecho.

Pronto me doy cuenta de que soy un mosquito para empujar gente así que hago lo que me sale mejor, me muevo entre ellos como un ágil gusano.

Doblo por el pasillo y veo al final del mismo, la habitación que usan para este tipo de cosas. Por "cosas" me refiero también a fumar porros sin que nadie los moleste y estar más en intimidad. Este era sin dudas el lado de Zack, que ahora, me doy cuenta cuanto aborrezco. Antes me parecía perfecto.

Mack y el desconocido ya deben estar dentro. Me apresuro a entrar. Como una tonta, toso ante la cantidad de humo que hay en el aire. Alguien que les avise que abrir una ventana no es un crimen.

Mi corazón se estabiliza cuando veo a Mack acomodarse en un sofá al lado de un chico que está por girar una botella vacía de vodka. Puedo notarlo en su rostro, el humo le molesta. Y no solo es molesto, sino que con el tiempo suficiente respirándolo, va a empezar a pegarle.

—¿Quinn? —musita una voz demasiado conocida para mi gusto.

Entrecierro los ojos y logro ver a Zack entre el humo y las luces de colores. Está recostado en el sofá con una mano sosteniendo una botella de cerveza y con la otra abraza a Adelaide, su novia.

Esto se siente raro, la última vez que estuve aquí, era la desafortunada en sus brazos. Ahora soy su hermanastra.

—Eh... Hola —respondo sin quitar demasiado mis ojos de Mack que se ríe cuando el chico mucho más mayor que ella le su lado le dice algo al oído.

Se supone que debo estar divirtiéndome. Con Nick si es así posible, no teniendo que cuidar a una niña.

¿Qué esperaba con traerla?

Adelaide por poco gruñe al verme y se pega incluso más a Zack. De nuevo esta esa actitud de "sé que me lo vas a robar y lo voy a proteger". Puede quedarse con Zack y todo lo que ser su novia implica. Su problema, no el mío.

Desde que Adelaide y Scarlett dejaron de ser amigas, la pelirroja me odia aún más. Tiene una explicación lógica y es fui su reemplazo. Pero hablando justamente, ella fue mi reemplazo en primer lugar. Aunque esto de los reemplazos es bastante irónico. No tan solo se volvió mejor amiga de Scarlett, sino que novia de Zack. Gracioso. ¿Quiere que le pase a Natalie también?

—Ey, rubia. ¿Juegas? —exclama un chico desconocido al mirarme de pies a cabeza.

Dudo un poco, sé las reglas. Si no juegas, te vas de la habitación. Eso sería ideal si la situación fuese diferente, pero a Mack le brillan los ojos de emoción y honestamente, no puedo confiar en universitarios borrachos. Mucho menos en Zack.

No digo nada y me siento en un lugar libre al lado de una chica de cabello castaño que tiene que apoyarse en su amigo para no caerse. Me da un poco de mala espina con esos ojos brillosos y esa sonrisa de ebria.

—Te explicaré las reglas, nueva —el mismo chico que me preguntó si iba a jugar llama mi atención. Sus ojos marrones me miran entretenido.

¿Eh? Seguro es nuevo.

—Tú eres el nuevo, Spencer—se le ríe Zack—. Te presento a mi ex.

Eleva su botella de Corona al aire y me guiña un ojo. Es posible que la mandíbula de su novia este por dislocarse de la furia.

Arrugo la nariz, suena demasiado extraño cuando lo dice en voz alta.

—¿Eres Quinn? —interroga él con las cejas alzados.

De reojo, puedo ver como Mack me mira sonriente porque sabe que tiene razón con lo que dijo antes sobre mi fama en estos lugares.

—Sí, sí. Lo que tú quieras. ¿Jugamos? —inquiero impaciente. Las miradas de esta gente fan de la marihuana me están poniendo inquietas. Quiero ir a buscar a Nick, pero no puedo dejar a Mackenzie sola.

Spencer se alza de hombros y asiente. Se inclina a la pequeña mesa la cual todos rodeamos —seremos casi doce jugadores— y hace girar la botella. Parece infantil visto desde afuera, espera a escuchar los retos.

Gira un tiempo demasiado largo para terminar señalar a Miller, al lado de Mackenzie. Respiro aliviada. Eso fue dramáticamente muy cerca para mi gusto.

—¿Verdad o reto, Miller? —inquiere el de la botella.

—Reto —responde como si fuera lo más obvio y fácil del mundo. Se recuesta en el sofá y le da otra calada a su porro.

Mack lo mira como si fuera el chico malo y dañado al que quieres reparar para pasar toda tu vida con él. Pero este no es ningún chico malo, es solo un tonto tomando malas decisiones en su vida que maneja una bici por el campus y tiene que rendir un parcial en unos días.

—Te reto a encender fuego el cesto de básquet de los Gamma —chasquea su lengua y estira una sonrisa.

Ese reto esta repetido, recuerdo haberlo oído antes. Solo que con una fraternidad diferente.

Es increíblemente peligroso y nadie mide las consecuencias. Como por ejemplo, que el fuego se propague, se incendie la fraternidad y salgan lastimadas esas almas que decidieron quedarse sin salir un viernes a la noche. Que luego llamen a la policía, encuentren este lugar plagado de hierba y los arresten porque ya no son impunes a la ley.

Todos están increíblemente calmados con el reto.

—¿Algo más fácil no podías elegir, bombón? —Miller bufa juguetón y sarcástico. Se levanta del lado de Mack y revuelve los bolsillos de su jean para sacar un mechero color verde.

No me sorprende que acepte. Estos chicos no se caracterizan por tenerle miedo al peligro. O ser muy inteligentes.

—¡¿Están locos?! —exclama Mack y los mira con enfado.

Por lo menos la niña tiene sentido común.

—Bambi se ha enojado —ríe Adelaide de repente, haciendo que alce mis cejas.

Oh, justo tenía ganas de acomodarte esa nariz... Recuerdo que tengo que respirar. Lo último que necesito es darle el gusto a estos babosos con una «pelea de gatas».

La mayoría menos Zack se ríe del poco ingenioso chiste de Adelaide.

—Calma —le dice Spencer luciendo extrañamente comprensivo—. El cesto está a varios metros de la casa. Es solo encenderlo, sacar unas cuantas fotos y apagarlo para dejar un mensaje.

—¿Y qué clase de mensaje retorcido es ese? —gruñe Mack y se cruza de brazos. Frunce el entrecejo y mira a todos sin miedo, como si fuera a comérselos en cualquier momento.

Tengo ganas de aplaudirla. No era tan tonta como pensaba. Es como un leoncito con mucho potencial que intenta encontrar su voz. Lo hará, eventualmente.

—Que nosotros somos la mejor fraternidad, preciosa —Miller le lanza un beso.

Queda un poco desconcertada por ese beso a distancia, por lo que se demora en contestarle. Para cuando quiere hacerlo, Spencer ya se ha adelantado.

—Vamos, Miller. Tenemos una cosa que incendiar —suelta él cargado de adrenalina. Deja morir su porro en el cenicero. Queda la mitad, así que lo guarda en su bolsillo y arrastra a Miller detrás de él.

El administrador del juego se ha ido, por lo que Adelaide cree ideal que ella tomará las riendas de este ahora. Sonríe maliciosamente y agarra la botella antes de que alguien más pudiera hacerlo.

Me da una mirada que no indica nada bueno cuando hace girar la botella. Quiere verme sufrir en mayúsculas, entiendo. Puedo manejar cualquier mierda que quiera tirarme encima. Lo que no voy a soportar es que intente jugar con Mackenzie.

Para mi suerte, la botella apunta a una chica lejos de mi a la cual le toca revelar con quien de todos los chicos de la ronda estuvo y quién fue el peor. No me extraña mucho oír el nombre de Zack, quien tiene que acercarse al oído de su novia para decirle que fue mucho antes de ella.

¿Será que ella es una de las tantas chicas con las que Zack me engañó?

La botella vuelve a girar. No con muchas fuerzas por lo que se detiene rápido. Pasa por mí lentamente hasta apuntar a Mack. Mi corazón da un vuelco.

No, no. Debo sacarla de aquí, cargarla en mi hombro y llevármela a mi casa para que veamos una película juntas mientras trenzo su cabello.

Mack traga saliva pero sus ojos me muestran que está emocionada.

—Reto —responde ella sin que le pregunten y sin pensar.

Me ahorro las ganas de golpearme el rostro. ¿Qué no ve que estoy sufriendo aquí?

—Tengo el reto perfecto —se acerca Zack. Deja su botella vacía en la mesa y me da la mirada número cien desde que me senté aquí.

—Mhm, no lo creo. Yo elegiré el reto —sentencia su novia, para mi desgracia—. Mack, te reto a siete chupitos.

¿Siete dijo? Muchos alrededor se quejan por la facilidad del reto.

—¿Qué? No —interrumpo negando con la cabeza—. Nos vamos, Mack.

Me levanto de mi lugar y tiro mi vestido hacia abajo ya que se había subido al estar sentada. Miro a la niña de cabello corto como diciéndole «puerta, ya». Pero ella no se inmuta y eso me asombra.

—No es una niña, Meyer —Adelaide me mira con ojos que podrían matar y luego mira sonriente a Mack.

Quiero gritarle que sí lo es. Que tiene quince años y sabe muy poco de corazones rotos, chicas malvadas que se quieren aprovechan de ella y amistades traicioneras. Que acaba de empezar la preparatoria hace unos meses y no sabe todo lo que le espera.

Pero Mack se me adelanta.

—No soy una niña, Quinn —refuta ella. La chica a mi lado que parecía rozar la muerte, revive para acercarle una botella de vodka.

Quiero preguntarle a los gritos si alguna vez bebió alcohol o sabe lo que siete chupitos le harán a alguien que no acostumbra hacerlo.

Miro a Zack, mi último recurso, en busca de ayuda. Él solo se burla de mi desgracia al reírse. Mis ojos se endurecen y si tirasen láser, Zack sería polvo. Deja de reír y asiente luego de bufar.

—Adde, corazón —la llama. Pone una mano en su cintura y la desliza hasta encontrar su cadera descubierta—. ¿No crees que siete chupitos sean mucho?

—Siete es un número ideal —responde ella sin siquiera mirarlo—. Puedes con siete, ¿verdad, Mack?

¿Cómo sabe su nombre?

—Sí —responde sintiéndose segura.

—Son siete pequeños —le asegura el diablo. Destapa la botella de vodka y vierte un poco en la tapa, hasta llenarla. Con ojos maliciosos, le entrega a Mack.

Ella tiene cuidado en no tirarla. Observa la tapa con atención y puedo apostar que el olor está haciéndola dudar.

No lo hagas.

No lo hagas.

No seas imbécil, Mackenzie no lo hagas.

Y ahí se fue el primero.

Lo bebe de golpe. Frunce toda su cara y pone una mueca de asco en sus labios. Sacude su cabeza cuando el ardor atraviesa su garganta.

—¿Cuántos años tiene? —se ríe un desconocido.

—No te importa —repongo.

Nadie puede saber que Mack tiene quince.

—Te faltan seis —la alienta Adelaide con una sonrisa retorcida en su rostro.

Mack luce mal, pero igualmente asiente y continua con el reto. Sorbo tras sorbo su rostro se va suavizando y le va a agarrando mano al asunto.

Pasando por desapercibido por resto, Zack se burla de mí mientras hago caras cada vez que la niña bebe. Comienzo a pensar que fue una mala idea.

Le falta una tapa llena de vodka cuando Miller y Spencer entran riéndose.

—Mierda, deberían haber visto como quedó ese cesto —festeja Miller y choca los cinco con su compañero de incendios.

—Han apagado el fuego, ¿verdad, imbéciles? —la rubia que contó sus intimidades sexuales hace un rato, los mira con aburrimiento.

—Sí —bufa Spencer y se sienta en su lugar, justo al lado de Mack quien acaba de beber el último chupito.

Ella sacude su cabeza y pone una mueca. Hacemos contacto visual por unos instantes. Tras unos segundos de lucir descompuesta, se recompone y sonríe de oreja a oreja.

No puedo beber porque estoy manejando y tampoco que me desviva por hacerlo. La última vez resultó en una catástrofe. Apenas me confío sobria, no quiero imaginarme borracha de nuevo.

—Bambi se ha animado —bromea Spencer a su lado. Aprovecha la situación para rodearla con sus brazos. Espero que Mack lo empuje pero eso no sucede. Carcajea y apoya su cabeza en su hombro.

—Muévete —Miller ordena que  Adelaide le entregue la botella. Lo obedece sin ganas y vuelve a los brazos de su novio. Seguro ya está contenta con lo que hizo.

El juego empieza a aburrir hasta que se detiene en Zack, quien luce sorprendido ya que se sentó en una esquina donde la punta de la botella es algo inaccesible.

—¿Verdad o reto, Gallagher?

—Verdad, hermano. No tengo ganas de moverme.

—Entonces resuélvenos la duda que todos tenemos, ¿por qué dejaste la universidad? —pregunta Miller sin siquiera pensar dos veces la pregunta, casi como si hubiera estado esperando este momento para hacerla.

Zack estira una sonrisa sarcástica y niega con la cabeza.

—No les importa —resopla él y bebe de su cerveza.

Todos lo miran con intriga, incluida Adelaide, quien pensaba que ya debería saber porque su novio abandonó la universidad en su último año. Yo no lo sé, nunca pregunté por qué. Me quedé con la explicación de mi padrastro. Al principio pensé que es simplemente un imbécil, pero ahora comienzo a considerar otras opciones.

—Ya sabes qué pasa si no aceptas a decir la verdad —le advierte la chica casi muerta a mi lado. Me sorprende que siga hablando.

Mi hermanastro ladea la cabeza y nos mira a todos con desconfianza.

—Hace dos años pasaron unas cosas jodidas y estoy pagando factura —concluye él tras unos momentos de silencio. Bebe más cerveza—. Es lo único que les diré.

Adelaide y Miller entrecierran sus ojos, claramente queriendo saber qué fue lo que pasó exactamente. Mack y Spencer ni siquiera prestan atención al estar muy ocupados murmurándose cosas al oído. Tengo ganas de arrancarle los ojos a Spencer pero me contengo.

Y sobre Zack... Quiero saber qué sucede, pero parte de mí ya está familiarizada con lo que sucedió dos años atrás. Los nombres Grant y Denny probablemente nunca abandonen mi cabeza, ni como me golpearon en la sucia bodega de ese club cerca del centro de la ciudad. Hace dos años y quién sabe ahora, Zack estaba metido en cosas extrañas y lo suficientemente malas para terminar ganando una paliza por ello.

Él y yo cruzamos miradas, de repente se muestra serio. Sé de que está hablando. Algo sucedió con esa gente que hizo que Zack dejará la universidad.

Corro la vista cuando su novia lo nota.

—¡Giro la botella! —exclama Miller acercándose a la mesa.

Spencer hace girar la botella y tengo ganas de arrancarme el cabello cuando se detiene frente a mí. La sonrisa del chico se extiende aún más.

—¿Verdad o reto?

La pienso bien. Elegir verdad sería arriesgado porque eso sería tener que responder a lo que sea que ellos me pregunten y no creo que sea la mejor idea teniendo a Adelaide y a Zack cerca. Y por otro lado... Un reto no sería tan malo. Lo cumplo rápido y conciso. Se acabó.

—Reto —respondo.

—Te reto a... Echar un rapidito en el baño con la persona que tú elijas de la fraternidad —me mira con fuego en los ojos.

Zack tose.

Suelto una carcajada.

—Nadie puede obligarme a hacer eso, lo siento —respondo y echo mi cabello hacia atrás.

—Creo que ya sabes qué pasa si no lo haces —murmura la medio muerta a mi lado.

Y lo sé. Cuando no quieres cumplir tu reto o no quieres decir tu verdad, tienes otra opción y es continuar el juego... Sin ropa. ¿Quién puso las reglas? Un imbécil, lo más seguro.

Spencer asiente y todos me miran como diciendo "bueno amiga, tienes que hacerlo". Carraspeo. Creo que después de todo no esta tan mal. Me encierro en el baño con alguien y le pago para que asegure que la pasamos «bien». Incluso, si termino encontrándolo atractivo, quizás suceda algo más. El problema es con quién.

—Está bien —acepto luego de suspirar. Pienso bien y examino a los amigos de Zack en mi cabeza. Todos son muy idiotas, demasiado primitivos y estúpidos. Y de repente, como arte de magia, viene a mi cabeza la única persona de esta fraternidad que odiaría pasar tiempo conmigo en un baño.

—Tráiganme a Jason Heyward.

Zack larga una carcajada. Miller niega con la cabeza al igual que Spencer.

—Jason se mudó de Portland hace un año —responde Miller.

Zack continúa riendo.

El mejor amigo de todos los tiempos de Zack se mudó de la ciudad hace un año y el desgraciado no me contó. No es que seamos los más cercanos pero Jason y yo éramos algo así como amigos... Uhm, decir que éramos amigos era exagerar. Él no me soportaba y no le gustaba mi relación con Zack porque apenas tenía 16 años.

—¿Ibas a tirarte a Jason? —se burla Zack sin poder aguantarse las risas—. Mierda, tengo que decirle.

—¡No, no vas a decirle! —exclamo con las mejillas hirviendo. Si Jason se entera de lo que dije, no importa en qué planeta esté, se encargará de burlarse de mí hasta el fin de los tiempos.

—¿Quién es Jason? —interviene Mack.

—Nadie —respondo de inmediato—. Zack, vigila a Mack. Tengo que irme.

—Uh, ¿avergonzada?

No.

O sí.

Me levanto de mi lugar y dejo atrás el cuarto cargado de humo para volver a la fiesta. Lo he cronometrado con mi celular y hace exactamente una hora, dejé a Nick por su cuenta. Es momento de encontrarlo. Nicholas borracho es impredecible.

Le envío un mensaje preguntándole donde está. Responde después de tres minutos, bastante conciso: "patio trasero"

Me cuesta recordar cómo llegar hasta allí. Cuando consigo hacerlo, atravieso la masa de cuerpos sudorosos y alcoholizados bailando acorde a la música y encuentro una puerta corrediza de vidrio que separa a la sala de estar del patio.

Afuera también hay mucha gente. Aprovechan el aire libre para fumar e irónicamente, respirar un poco mejor. Escudriño el lugar con la mirada y detecto a Nick charlando con unos chicos cerca de la piscina. En su mano sostiene un vaso con lo que luce vodka combinado con algo más.

—Hola  —saludo al grupo de chicos a quien reconozco por ser miembros de la fraternidad y clavo mis ojos en Nick.

Nota mi presencia y esboza una débil sonrisa.

—Pero si es Quinn Meyer —bufa uno de los chicos.

—Ajá. ¿Nick vienes? —inquiero apuntando hacia otro lado del patio con la cabeza. Es momento de que hablemos.

Uno de los tontos de la fraternidad tiene la decencia de silbar.

—¿Están saliendo? —nos pregunta.

—No —respondemos al unísono. Nick me mira y asiente. No se despide y me sigue hacia un sector vacío del patio.

Se impulsa hacia arriba para sentarse en una mesa que pusieron en una esquina para tener más lugar afuera.

—¿Dónde estuviste? —me pregunta.

—Jugando verdad o reto con Mack —respondo cansada.

Me gusta aprovechar las fiestas para conocer gente, bailar y cantar hasta que mis pulmones duelan. No tanto encerrarme en una habitación a jugar verdad o reto.

—¿Te retaron a algo importante?

—Me fui antes de que pudieran —río e intento contagiarle un poco de alegría al reír pero no sucede—. Eh... Nick, ¿estás bien?

Aprieta sus labios y asiente con la cabeza. No, no está bien.

—Necesito que hablemos de otra cosa, ¿puede ser? Cuéntame sobre Portland —me pide con desesperación en los ojos.

Luce tan angustiado que termino accediendo. Así pasamos una hora charlando, más que eso, conectando. Los temas son de todo un poco, la escuela, mis padres, a veces Zack. Él me cuenta sobre su vida como universitario. En ningún momento hablamos de sus amigos ni de Aggie. Cada vez que habla, su voz luce dolida al igual que su mirada.

Al cabo de un rato, alguien llama nuestra atención al acercarse. Volteo para encontrar a Miller caminando apurado.

—¿Qué? —le pregunto sabiendo que vienen malas noticias a juzgar por su rostro.

—Es tu amiga, Mackenzie. Tienes que venir. Está muy borracha. Y está diciendo... Muchas cosas.

Mierda, la niña.

—Vamos, te acompaño —dice Nick al darse cuenta que estaba a punto de disculparme para ir a rescatar a la niña.

Seguimos a Miller y en el camino recuerdo sus palabras. «Está diciendo muchas cosas». Comienzo a recopilar en mi cabeza todas las cosas que Mack sabe sobre mi ya sea porque le haya contado o por Instagram. Esto no es bueno.

Por alguna razón, algo que diría Key se viene a mi cabeza: "Cría cuervos y te sacarán los ojos".

¿Qué demonios piensas que haces, niña?

***

Continue Reading

You'll Also Like

34.8K 765 11
¿Qué harías si pudieras tuvieras sueños o recuerdos con alguien del pasado? ¿Crees que podrías encontrar al amor de tu vida... pasada? Hubo una regla...
6K 230 32
bueno................ el titulo lo dice todo todos los personajes le pertenecen a marvel
13.6K 2.2K 10
"¿Escuchaste? Hace unos días, apareció una adivina" "Todo lo que dice, se cumple" "Un tipo no le creyó y la humilló. Hace poco, el clan Wen mató a to...
4.6K 508 8
Iván y Rodrigo eran compañeros de curso en el colegio desde siempre, se conocían hacía años pero sin haberse conocido nunca realmente hasta que, repe...