EROS.
Las cosas en la mansión Russell no andan nada bien. La tensión en la mesa a la hora de la comida es notablemente palpante y eso hace que esté incomodo, cuando debería de estar disfrutando de este delicioso manjar.
Cada uno está concentrado en su plato, a excepción de Simon, que me pilla mirándolo y me sonríe tímidamente.
-Ayer aprendí a multiplicar en el colegio. -dice entusiasmado.- Pregúntame cuanto es seis por seis.
-Puedes responder mal a la pregunta y no me daré cuenta. -admito antes de meterme en la boca una papa frita.
Sí, nunca me enseñaron a multiplicar. Pero en mi defensa diré que tampoco me ha hecho falta. Tengo dones para otro tipo de cosas.
-Es treinta y seis. -dice este orgulloso.
-Muy bien, Simon. -le contesta Bruce orgulloso.- Hablando de estudios, ¿como te han salido los exámenes finales, Reese?
Qué raro, Bruce Russell preguntándole a su hija sobre su vida académica. Y sé que después de esto, va la pregunta del ballet. Es increíble como puede ejercer presión sobre ella tan discretamente como lo puede ser la formulación de dos simples preguntas. Esta balbucea un poco antes de hablar. Sé que es muy lista, pero no la he visto con un solo libro en la mano desde hace mucho tiempo.
-Seguramente apruebe.
La cara de su padre no parece ser de agrado.
-¿Apruebes? -dice en tono despectivo.- Tu obligación es sacar buenas notas, no aprobar.
-Lo sé, pero he estado demasiado ocupada intentando salvar mi vida. -Bruce va a volver a hablar pero Reese lo interrumpe.- Y antes de que preguntes por el ballet, llevo sin asistir a la academia desde mi actuación en el lago de los cisnes. No pasará nada porque me pierda un par de ensayos.
Bruce carraspea.
-Como ya os he dicho antes, tengo un par de cosas que deciros, y antes de que os alarméis, son todas positivas. Dentro de lo que cabe.- añade después, cambiando de tema.
-No puedo esperar a oír algo que no haga que quiera arrancarme la cabeza a mi mismo con el único brazo que me queda. -le animo a hablar. Últimamente todo son malas noticias y malas vibraciones dentro de esta casa.
-Creo que ya sabéis que no está bien que Diego y Simon vivan en esta casa siendo Simon menor de edad, ya que no está vinculado a ningún hogar y Diego cobra un salario mínimo con el cual no podría mantenerlo. -yo miro a Diego y este me devuelve la mirada con un ademán de sonrisa.- Para solucionar este asunto, Diego y yo hemos acordado establecerme como tutor legal de Simon hasta que cumpla dieciséis años, lo cual es tiempo suficiente para que Diego ahorre, y mientras tanto, ambos vivirán en esta casa.
Reese da un salto de alegría, levantandose de la silla para abrazar a su padre.
-¡Eso es increíble! -después abraza a Diego y a Simon.- Me alegrará muchísimo teneros aquí, siempre quise tener hermanos.
Diego ríe.
-Jamas pensé que diría esto, pero será un placer vivir con los Russell.
-¿Seremos hermanos, Reese? -pregunta el pequeño Simon con una sonrisa.
-Claro que si.
-¡Entonces Bruce será mi papá! -exclama levantándose para abrazarlo.- Siempre quise tener uno.
Bruce ríe y lo abraza de vuelta.
Respiro hondo, mirando la escena. Me alegro jodidamente muchísimo de que Simon haya tenido tiempo de sentir que tiene una familia durante su infancia. Lo ha pasado mal y se merece esto y todo lo mejor. No todos hemos podido tener el privilegio de sentir esa sensación.
Le doy una palmada en el hombro a Diego. Él siempre ha sido mi hermano, y nada cambiará eso, aunque el vaya a vivir aquí y yo no.
Miro a Bruce. Está contento. Parece que por primera vez desde hace mucho tiempo. Quizás les esté haciendo un favor a Diego y a Simon, no sé si porque se sentirá culpable de que hayan tenido que pasarlo mal por culpa de no prestarle más atención a los tratos del reformatorio, o porque quizás le sobre el dinero y no tenga nada mejor en lo que invertirlo, pero el hecho de tener que cuidar de un niño pequeño será un gran beneficio para él. Es una persona demasiado solitaria, y un niño necesita bastante atención. Eso conllevará pasar tiempo con Simon y quizás se vuelva un poco más abierto.
-¿Cuál es la otra noticia? -pregunta Reese sentada otra vez en su sitio.- Estoy segura de que no va a poder superar a esta.
-La otra noticia es que voy a dejar mi trabajo como director de instituto una vez te gradúes. La institución seguirá siendo mía, pero yo ya no trabajaré allí, sino que dedicaré más tiempo a organizar el reformatorio y encargarme de que todo está en perfectas condiciones. Las personas que trabajaban allí fueron despedidas después de enterarme de las condiciones en las que vivían los chicos y contraté a un personal temporal al cual tengo que entrevistar y contratar de forma permanente. Quizás me hagan falta más personas.
-Eros podría trabajar allí. -murmura Reese.
Me giro rápidamente a mirar a la loca de Russell al oír mi nombre salir por sus labios.
Su padre frunce el ceño.
-Ahora que ya sabemos que Justin y Ariadna son el anónimo Eros necesitará un nuevo trabajo, ¿que mejor que trabajar en el lugar donde se crió? Sabrá exactamente que hacer. -dice mirándome de reojo, con una cínica sonrisa en su cara.
Bruce me mira como si ambos hubiéramos planeado todo esto antes de que él dijera la noticia. Cosa imposible ya que no lo sabíamos.
-No es una mala idea, pero quizás Eros esté ocupado en un futuro.
-Si, seguro que tengo muchas pelusas que alimentar en la habitación que consiga alquilarme con mi sueldo de camarero en un bar nocturno. -digo antes de levantar la vista para mirarle directamente a los ojos. Casi desafiándole.
Esta conversación se nos está yendo de las manos. Primero Reese, con la cual no hablo desde ayer, decide conseguirme trabajo en el sitio del cual he querido escaparme toda mi vida, y después su padre me rechaza. Cosa que no sé si me ofende o me alivia.
-¿Por qué dices eso? -le pregunta Russell a su padre.
-La universidad que ofrecía la beca deportiva se ha enterado de lo que Justin hizo para conseguirla y han decidido retirarle la beca, para ofrecértela a ti, Eros. Siempre y cuando recuperes la movilidad del hombro y el brazo en su totalidad.
Reese abre su boca con gesto de sorpresa.
Diego se levanta soltando una carcajada para abrazarme.
-Enhorabuena hermano, te lo mereces.
-No la quiero. -murmuro una vez Diego se separa de mi. Antes de que se emocione mas gente.
-¿Que dices, Eros? -me pregunta Reese algo molesta.
-No quiero una puta beca manchada de mi propia sangre. Si Justin hubiera decidido disparar a otro jugador, se la habrían ofrecido a él, y si no hubiera disparado a nadie, aún la tendría Justin. Así que no la quiero.
-Relájate chaval, me aseguraron que eras un buen jugador y que estabas empatado con Justin. Se la dieron a él porque tu cambiaste la jugada, pero gracias a eso vuestro equipo remontó su puntuación. La beca te la ofrecen porque te la mereces.
-¿Como sé que eso es verdad? -pregunto dudoso. Si lo es no tengo ni un puto inconveniente en aceptar esa beca, se que quiero tener un buen futuro y eso incluiría la aceptación de Bruce para poder salir con Reese. O mejor dicho, casarme con ella. En resumen, la beca es lo mejor que podría pasarme.
-Puedes preguntárselo a ellos mismos, tienes una entrevista preparada para cuando te den el alta del disparo. Enhorabuena, Douglas. -dice antes de levantarse de la silla.- Ahora debo irme, hay una plaza de director vacante y muchas personas disponibles.
-Gracias, Bruce. -murmuro asintiendo con la cabeza.- Espero que vuelvas con más buenas noticias.
-Nunca son suficientes. -murmura con cierto tono de alegría antes de salir por la puerta del comedor.- después vuelve a asomarse.- Por cierto, he desinstalado las cámaras, así que la intimidad está de vuelta en la mansión Russell.
Miro a Reese de reojo pero esta no está prestándome atención.
Una vez se ha ido definitivamente, Diego suelta un grito de euforia.
-¡Mi jodido hermano va a ser un universitario! ¡Así se hace, joder! -exclama empujándome del hombro sano.
-Para imbécil, sabes que no puedo defenderme.
-¿Quien diría que la leyenda se convertiría en alguien tan honorable? ¡Vas a ser rico, cabrón!
Suelto una carcajada.
-Habló el que va a vivir de ocupa en la mansión Russell...
-¿Recuerdas que aún tienes un brazo inmóvil? -pregunta Diego haciendo poses de boxeo, intentando golpearme.- Ahora puedo darte una paliza.
-Podría vencerte con un solo brazo. -le digo yo tanteando el terreno, evitando sus golpes al aire.
-Eh, vosotros. -habla Reese levantándose.- No estamos en un ring de boxeo. Simon tiene que volver al colegio y dado que yo aún no tengo el carnet, solo queda una persona con dos brazos capaz de llevarlo.
-Y ese soy yo. -murmura Diego antes de golpear mi brazo izquierdo.
-Te voy a reventar esa cara de mierda cuando recupere mi brazo. -le amenazo.
-Eso ya lo veremos. -contesta acompañado de un guiño antes de coger a Simon de la mano para irse.
Sabe que no voy a hacerlo porque jamas le haría daño, pero sí que podría. Solo se aprovecha de mi porque ahora estoy indefenso. Pero podría.
Cuando la puerta de la mansión se cierra solo quedamos dos personas dentro. De pie. Sin saber que decirnos.
Reese y yo.
Tengo en cuenta que ya no hay cámaras, pero de nada me sirve esa información cuando ambos llevamos un día sin hablarnos. Excepto hace un rato, cuando ha decidido planificar mi futuro sin ni si quiera preguntarme.
-Oye, yo... -carraspea.- Siento lo de antes. Se que no tendría que haber dicho nada, pero he visto la oportunidad perfecta y he decidido aprovecharla. -habla casi leyéndome la mente.
-Sin consultarme, Russell. ¿Acaso has pensado en lo que yo quiero? ¿Te has parado a pensar en si me gustaría pasar los próximos años en el lugar de donde siempre he querido salir?
-¡Ya me he disculpado! ¿Qué te pasa?
-¿Como que qué me pasa? -comienzo a elevar la voz.- Llevamos un día sin hablarnos por culpa de este tema y hoy decides cuál va a ser mi próximo trabajo como si mi vida no tuviera ningún puto valor.
-Lo dices como si yo sacara algún beneficio de todo esto. -habla enfadada.- ¿Acaso no ves que yo solo quiero lo mejor para ti?
-¿Y por qué coño lo has hecho? -ambos nos estamos gritando. No es algo que no hayamos hecho antes, pero me jode que estemos tan mal justo cuando nuestro futuro depende un fino hilo que puede romperse en cualquier momento.
-¡Por que tengo miedo, Eros! Tengo miedo de no volver a verte nunca más porque creas que no eres suficiente para mi. ¿No entiendes que preferiría vivir debajo de un puente contigo antes que en esta mansión sin ti?
-¿Y tú no entiendes que yo no sería capaz de verte así por mi culpa, Russell? Jamás dejaría que renunciaras a todo esto por mi.
-¡Es que no tendrías que darme ningún permiso, porque yo lo haría igual! -me grita.
Esto parece una puta discusión por ver quién se quiere mas. Es totalmente estúpida.
-Pero esa beca lo cambia todo. -habla más calmada.- Si te recuperas, y entras a la universidad, vas a poder rehacer tu vida, Eros. Y no veo ninguna razón por la que mi padre no nos deje estar juntos.
-¿Entonces por qué discutimos? -pregunto acercándome a ella.
-No lo sé. -dice antes de pasar las manos por mi nuca y besarme.
La tensión entre nosotros cambia radicalmente de un extremo a otro. Siguiendo el ritmo su pierna se enrolla en mi cintura y yo levanto la parte inferior de su muslo para darle la vuelta y desplazarnos hasta la pared.
Poder besarnos en medio del comedor es tan satisfactorio que solo hace que aumente el calor que siento recorrer por mis venas. Y que se dirige a un lugar en concreto.
Desearía tener bien mi brazo para poder levantarla del suelo y hacerlo aquí mismo, pero no es eso lo que nos lo impide.
Ambos oímos unos pasos a nuestras espaldas que hacen que nos apartemos, pero antes de que pueda girarme, algo me detiene.
Es un brazo. Un brazo que me estira del cuello de la camiseta, separándome totalmente de Reese y haciendo que pierda el equilibrio y acabe tirado en el suelo, aunque por suerte mi hombro derecho sale ileso de la caída.
Alguien me ha empujado.
Cuando levanto la vista para ver qué coño está pasando, mi corazón se detiene. Y no es una puta metáfora, juro que se detiene de verdad al ver quien ha sido.
Trago saliva pero no se qué mierdas hacer, o decir. Y ya no es el calor lo que corre por mis venas, sino el miedo. El puto miedo en esencia.
Tan solo puedo sentir una mirada de pura furia que consigue consumirme por dentro.
La mirada de odio de Bruce Russell.
Bruce Russell nos ha pillado.
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¡Heeeeey! ¡Espero que os haya encantado el capitulazo de hoy! El final cada vez está más cerca así que disfrutad de cada capítulo porque en el próximo se desvelará todo.
Y cuando digo todo, es todo.
Dejad vuestras teorías en comentarios, ¡feliz miércoles de mala influencia y nos leemos el siguiente!
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