Desafiando a Dante (Desamores...

By Danoninostories

210K 10.2K 677

Verónica Zaragoza está metida en problemas; de eso está muy segura la chica que no puede evitar babear por el... More

Prólogo: Madre Santísima.
Personajes (Desamores #1)
Capítulo I: Estúpido Dante.
Capítulo II: El odioso hermano menor.
Capítulo III: Aléjate de mí.
Capítulo IV: Estúpida Ron-Ron.
Capítulo V: Una jodida novela de Wattpad.
Capítulo VI: Como un Drama Coreano.
Capítulo VII: No quiero estar sola.
Capítulo VIII: El chico problemas.
Capítulo IX: Un amor unilateral.
Capítulo X: Dotta, Glolosa... y Raleb.
Capítulo XI: Llévame a casa, Dante.
Capítulo XII: La mejor amiga de su hermana.
Capítulo XIII: El cabrón de Caleb.
Capítulo XIV: Un poco de cliché, princesa.
Capítulo XV: No te ilusiones.
Capítulo XVI: Me encantas, niño pervertido.
Capítulo XVII: Celos, borracheras y besos.
Capítulo XVIII: Un jodido número de tatuajes.
Capítulo XIX: Chokis y papas con Kétchup.
Capítulo XX: Un día de mierda.
Capítulo XXI: Rubias oxigenadas y chocolate Abuelita.
Capítulo XXII: Explotar como una bomba.
Capítulo XXIII: El mejor amigo.
Capítulo XXIV: No quiero perderte.
Capítulo XXV: Prohibida.
Capítulo XXVI: Un beso en la piscina.
Capítulo XXVII: Me gusta, Dante.
Capítulo XXVIII: Sigue mintiéndote, Vero.
Capítulo XXIX: Entre bocones, locas vagabundas y bombas rubias.
Capítulo XXX: Estúpido Príncipe de Mierda.
Capítulo XXXI: Tú también eres reemplazable.
Capítulo XXXII: Estamos a mano ahora.
Capítulo XXXIII: ¡Dante...digo, Caleb!
Capítulo XXXIV: Me gustas mucho, Han Solo.
Capítulo XXXV: Ella no es para siempre.
Capítulo XXXVI: No te atrevas a lastimarla.
Capítulo XXXVII: Eres de su posesión.
Capítulo XXXVIII: Las has perdido todas.
Capítulo XL: Si no hay confianza, no hay amistad.
Capítulo XLI: Verás que estaré ahí, linda.
Capítulo XLII: Tú te quedaste a mi lado.
Capítulo XLIII: Si tú sufres, yo sufro.
Capítulo XLIV: Las chicas no son buenas, ¿qué parte no entiendes?
Capítulo XLV (final): No puedo ser tan egoísta.
Epílogo: Desafiando a Dante.
Agradecimientos
DESAMORES #2
Reyes de Oro y Plata

Capítulo XXXIX: Abrázame como si nunca fueras a dejarme.

3.1K 154 14
By Danoninostories


Sólo quiero meterme en una maldita maleta y subirme en el primer avión fuera de México para no tener que soportar a mi abuela. Mi queridísima abuela que llegó de Playa del Carmen con seis maletas, apachurradas en el asiento trasero y parte de su cajuela de su pequeño auto rojo, con unos lentes de sol más grandes que su rostro, y un sombrero de espantapájaros. Lo primero que dijo al vernos fue:

—Cada días te pareces más al imbécil de tu padre. Por lo menos estás bonita —y agarró mi rostro, y empezó a buscarme más defectos. Y diablos, sólo quería quitarme su mano, y agradecí que los hermanos Ríos no me hubieran visto, sólo lamenté el hecho de que Sebas estuviera ahí, casi muriéndose de risa. ¿Lo peor? ¡Amó a Sebas y a mí me sigue odiando! Bueno, ¿y quién no amaría a Sebastián? Es un niño precioso, con mente brillante.

Pero, lo peor de todo, no es eso; sino la manera en cómo arrasó con toda la casa, y puso adornos navideños que sólo las abuelas podrían, que tienen como doscientos años guardados. Amo la Navidad, ¿quién no? Digo, hasta que la abuela llega dos meses antes de que siquiera llegara ésta. Mi cara de confusión fue corregida con un coscorrón que me dejó morado en mi frente. ¡Es Día de Muertos! ¡Hasta tenemos un altar haciendo referencias a ello! ¡¿En dónde queda la Navidad aquí?! ¡Sigo sin entender!

Hoy es domingo, y se supone que tengo que acompañar a Sarah a su cita al doctor, y quedan aproximadamente tres horas para ella. La cosa es que no estoy perdiendo tiempo en nada más que en hacer galletas en forma de calaveras y Santas. Me ves con harina en todo mi rostro, con cara de querer matar a alguien porque me levantaron a las cinco de la mañana a lavar ropa, y con un chongo mal hecho lleno de merengue. No pregunten por qué rayos tengo merengue, pero lo hay entre mis mechones.

Mezclo todo para los panqueques que ahora me han mandado a hacer, mientras siento la mirada de mi abuela ninja detrás de mí. Si me muevo tantito para hacer alguna otra cosa, me lanza chanclas, ¡ni yo lo entiendo! ¡Y con Sebas se la pasa ayudándolo y hablándole cariñosamente! ¡Ella tiene favoritismo, eso seguro!

—Bate mejor eso, Verónica, parece que no tienes nada de fuerza en el brazo, debilucha —regaña mi abue detrás de mí, y puedo sentir el desprecio en su voz. Lo bueno es que se va mañana. Aunque tiene la mayor autoridad porque mi madre no está ni tampoco Miguel, están trabajando, y terminarán temprano para comer con ellos, menos conmigo, que me voy con Sarah—. Dios, parece que quieres acariciarlo. Madre Santísima, ¡mezcla como si quisieras golpear o aplastar a alguien que odias! ¡Anda!

Bien, la motivación no está de más, y de hecho sirve cuando la cara de abuela aparece en mi mente siendo mezclada bruscamente en el plato hondo. Hasta hago muecas con una sonrisa malvada. Puedo sentir la sonrisa de la abuela, no sabiendo que estoy pensando en ella.

—Okay, eso está mejor, copia barata de Leonardo. —Aprieto la mandíbula, y justo cuando estoy por azotar el plato, harta de la situación en la que me tiene, el timbre suena insistentemente dos veces.

Paro de batir, cuando veo que la abue se va. Suspiro llena de alivio. Me volteo a ver a Sebas que duerme en la mesa, mientras veía algo en su Ipad. Genial, y él no lo regaña. No se nota el favoritismo, sarcasmo, vil sarcasmo.

— ¡No me importa quién seas, Ken morocho! —Escucho los gritos de mi abuela, mientras alzo una ceja, y dejo el plato hondo en la mesa de la cocina, tratando de no hacer ruido para asomarme por la entrada a la cocina.

— ¿P-perdón? ¿Me acaba de llamar "Ken morocho"? —Una voz con un acento conocido habla lleno de confusión. Sí, ese es Dante, mi llegue. (Cof, cof, mi novio-no-novio-que-sí-parece-mi-novio-pero-aún-no, cof, cof).

— ¿Es que acaso estás sordo, copia mal hecha de Olivia Villanueva? Tú eres el que le anda tirando la onda a mi nieta, claro que sé quién eres. Ahora vete, que está ocupada lavando los platos. Además, a mi hija Betty no le caes bien. Fuera. —Hace un ademán de que se vaya. Ruedo mis ojos.

—De hecho, abuela, mi mamá acepta la relación. Es mi novio —me encojo de hombros, mientras me apoyo con mi hombro en el umbral de la cocina. La abuela me lanza una mirada asesina.

—Estoy hablando con el Ken Morocho, no contigo, niña. —Pero, como que apenas procesa mis palabras, porque me voltea a ver con rapidez, que desgraciadamente no le rompe el cuello—. ¿Novios? ¡Tienes quince, no veinte para andar de novia! ¿Ya sabes lavar tus calzones? No, ¿verdad? Entonces nada de novio, te lo prohíbo, Verónica.

—Abue, tengo diecisiete, lavo mi propia ropa cuando René no puede que con todo, y la verdad es que no puedes prohibírmelo ya que, mi madre ya me dio el permiso —me encojo de hombros, despreocupada y tratando de controlar mi vena rabiosa. Dante traga saliva visiblemente cuando camina hacia mí, y me besa en la frente.

— ¿Por qué tu abuela parece odiarme demasiado? —Susurra con confusión. Hago una mueca, sin responderle realmente. La abuela suspira, y niega con la cabeza.

—Mi hija y tú son muy estúpidas —murmura llena de decepción. Alzo una ceja.

— ¿El simple hecho de que me guste el chico que me conoce mejor que nadie me hace estúpida? —Agarro a Dante de la mano, y la aprieto con fuerza. Mi abuela ríe, incrédula.

—El hecho de que creas que este niño pijo no te engañará en un futuro, y seas tan incrédula para caer por una cara bonita —Chasquea la lengua, y haciendo aquello se ve como si fuera la gemela de mi madre, porque a pesar de tener su edad, las canas apenas se le notan entre su cabello castaño, y las arrugas ni siquiera lo parecen. Es bella, pero su corazón parece despreciarme—. No quisiste quedarte conmigo, y eso aún sigue doliendo. ¿Por él te quedaste?

—Claro que no sólo por él. Lo hice por mi madre, por mis amigos, por mí misma. No quise quedarme contigo, porque mi familia me necesitaba, y no iba a huir. Mi madre estaba mal, y yo tenía que ser fuerte cuando papá se fue. —Explico, más calmada.

—Iré a dormir unos treinta minutos —dice, dándole poca importancia a lo que dije. Suspiro, cansinamente, cuando veo que se aleja por las escaleras.

—Bueno, eres valiente, Vero. —Dante me sonríe cariñosamente. Le sonrío con boca cerrada.

—Sólo quería soltar lo que verdaderamente quise años atrás. Además, estoy asquerosa, no sé cómo siquiera puedes estar cerca de mí —hago un puchero, que Dante besa cariñosamente. Mis mejillas se sonrojan, y le doy un golpe con fuerza en su hombro. Dante se queja, jadeando.

—Ya, demasiado pronto, perdón —se soba, mientras se sigue quejando.

—Muy pronto, estúpido Dan-Dan —bufo divertida. Dante se encoge de hombros.

—Valió la pena, y hueles a harina. —Huele algo más, con el ceño fruncido, buscando de dónde es—. Huele a quemado.

Abro los ojos excesivamente, y la boca. Debo de tener una cara muy chistosa, pero no me importa demasiado cuando recuerdo qué se está quemando. Quito la asquerosa cara (ja, ya quisiera) de Dante, empujándolo lejos, para correr hacia la cocina.

— ¡LAS GALLETAS! —Exclamo, y en el proceso sé que dejé una marca de mi mano en la mejilla de Dante.

Sacudo mi cabello, mientras espero a Sarah fuera de su casa. Tamborileó mis dedos al ritmo de la canción que pasa por la radio. La conozco, creo que es de Girl in Red. Muevo mi cabeza, cantando la canción en voz baja, y miro de vez en cuando a la entrada. Ya le he llamado para decirle que estoy abajo, y sólo me contestó con puros murmuros como si se hubiera quedado dormida.

Ruedo mis ojos, sintiendo calor. Ha subido mucho la temperatura, y odio que mi maldito vocho no tenga aire acondicionado. Sufriré unas semanas hasta que mi madre me deje de castigar por haberle hablado tan groseramente a la abuela. Gruño, golpeando mi cabeza contra el asiento.

Pronto escucho la puerta abrirse, y de allí sale Sarah con un vestido floral, muy bonito que la hace ver hermosa a pesar de que tiene tres meses de embarazo. Ni siquiera se le nota si la ves de frente porque aún tiene su cintura, pero de lado, apenas y se nota un bultito. Sonrío brillante, emocionada.

— ¡Te ves tan preciosa, Sarah bebé! —Suelto un chillido que la asusta, pero pronto me sonríe feliz de la vida.

—Ser mamá me sienta bien, por lo que veo. Cada día crece más, y eso es lo que me fascina —acaricia su vientre mientras va hacia el auto, y sube de copiloto. Me besa la mejilla, saludándome—. ¡Oh, Girl in Red! Me gusta esta canción.

—Sí, está en la radio. —Arranco el coche, yendo hacia el Hospital General de C., donde mí querida amiga tiene una cita para ver si su bebé está bien de salud, si no van a haber complicaciones por tenerlo a temprana edad.

Sarah verdaderamente se ve feliz de tener a una criatura creciendo en su vientre, y la veo tan apegada, tranquila, relajada a pesar de que tendrá que ver cómo salir a adelante en un futuro, teniendo a su bebé, pero sé que Sarah podrá arreglárselas y yo estaré ahí para ella.

— ¿Por qué dices que Gloria no pudo venir? En serio quería que las dos la conocieran al mismo tiempo. —Sarah hace un puchero, y puedo sentir su mirada llena de decepción.

—Ah, pues Gloria fue arrastrada a unas vacaciones en familia, con sus diez primos, literal. Fueron cerca de C., tuvo que quedarse en casa de campaña por tres días, y hoy regresará hasta en la noche —explico por segunda vez, sólo que la primera fue por teléfono y estaba ocupada tratando de esconderme de la abuela para que no me lo quitara—. Por cierto, ¿la conocieran? ¿Cómo sabes que será niña?

—Sólo tengo una sensación que será niña. Mi hermosa niñita —acaricia una vez más, y suspira aliviada cuando ve el Hospital. Aparco el auto cerca de la entrada, y las dos bajamos del auto. Caminos hacia la recepción, donde preguntamos del ala de maternidad.

Caminos hacia allá, y nos sentamos en una de las bancas. Había como tres personas más antes que nosotras, y la verdad es que llegamos temprano a la cita. No nos culpen, las dos somos primerizas, y la mamá de Sarah nos había dicho que a veces la hora de la cita cambia, ya que se atrasan en otras cosas, pero también puede adelantarse. Me puse audífonos, conectándolo a mi móvil, y pasándole uno a Sarah, que me sonríe agradecida.

—Pon la de Oceans —señala la canción de mi lista en Spotify y yo asiento a su petición. Nos sumergimos en la letra, y nos desparramamos en las sillas. Sarah mueve su cabeza al ritmo de la canción, y canta en voz baja—. I wish I was worth, But I know what you deserve.

Miro el techo blanco, después bajo la mirada a la mesa de enfrente de nosotras, y veo una revista en concreto que llama mi atención. Frunzo el ceño cuando veo el apellido de Dante en una de ellas, con una chica muy atractiva sonriendo a la cámara, como toda una modelo profesional. Agarro la revista, y la hojeo, dándome curiosidad.

Madre Santa. Camille Salvatore. Camille. Jodido. Salvatore. Una mujer de tez morena, con ojos verdes y cabello castaño, largo. Me resulta sumamente parecida... ¿a mí? Sacudo la cabeza, sintiéndome estúpida por pensar en ello. Con que ella es la esposa del papá de Dante, César. Sólo hay una página sobre ella, que dice que desde que se casó sólo cuenta los días para formar su propia familia con el hombre que ama. Vieja asquerosa.

Cierro la revista con fuerza, y la aviento en donde estaba. Dándome cuenta de que compito contra ella; una modelo española con un cuerpazo sin imperfecciones, facciones delicadas y bellas. Sólo hay un aire de ella en mí, y el bello ser que es superficialmente no es lo parecido a mí. Gruño internamente.

— ¿Castro, Sarah? —Llaman. Alzo la vista, viendo a la enfermera mirarnos con duda si somos o no nosotras. Miro a mi amiga, y me doy cuenta de que se ha quedado dormida. La muevo ligeramente para que despierte, y se sobresalta.

— ¿Qué? ¿Qué pasó? —Balbucea con rastros de sueño en sus ojos verdes. Sonrío, tratando de reprimir la risa.

—Es tu turno, vamos —nos paramos las dos al mismo tiempo, pero justo cuando estamos por entrar al doctor. Una voz llamando a Sarah nos sorprende.

— ¡SARAH! ¡SARAH! —Esa voz hace que mi corazón se paralice por segundos, abriendo mis ojos con asombro y confusión. Me quedo pálida, porque no puede ser lo que estoy malditamente pensando.

Mi cerebro se sobrecalienta y es por la manera en cómo el chico jadea enfrente de nosotras, y no soy la única que se queda pálida, porque veo cómo Sarah abre la boca sin saber qué decir.

—Por favor, no lo abortes, me haré cargo de mi hijo... sólo... —jadea el chico, aún sin mirarnos al rostro, sólo tomando aire con sus brazos en sus rodillas mirando hacia el suelo. Él ¿es el papá del bebé de Sarah?

¿...Cómo mierda? Rubio, alto, ojos azules, con una mirada tristona e implorando por salvar a alguien que ama de verdad.

— ¿Qué haces aquí? —Pregunta Sarah con espanto y confusión en su voz—. Te dije que no tenías por qué hacer esto. Estaré bien sola, no necesito tu dinero, ni siquiera para el jodido aborto que pagaste.

—Sarah, por eso estoy aquí, quiero remediarlo —me ve de reojo. Y yo sólo no puedo ni siquiera hablar. Caleb está mirando a Sarah con desesperación, y arrepentimiento, pero la pelirroja de mi amiga está encabronada, lo puedo ver en sus muecas, y la manera en cómo aprieta sus puños.

—Eres un imbécil, Caleb. ¿Qué te hace pensar que con ello dejaré que la veas? Me llamaste zorra, y dijiste que mi bebé era un jodido error. Te he dejado ir, porque no quería que un idiota criara a mi hijo, creyéndolo un error —espeta mi amiga, apretando los dientes con rabia. Caleb le toma de la mano, tratando de calmarla.

—No es así, por favor, no quiero cometer errores. No te alteres, te harás daño... —Ella quita su mano, con brusquedad, mientras me toma a mí del brazo, apretándome con fuerza, pero aquello no me importa.

—Tú no sabes qué me hace daño, y qué no. Aléjate de mí, y de mi bebé. No quiero saber nada de ti, Caleb. —Replica mi amiga, con lágrimas cayendo por sus ojos.

—Caleb... —llamo, para pedirle que parara.

—No, Ronnie, por favor no te metas en esto. —Reprocha Caleb, mirándome mal—. Sé que soy un puto imbécil, pero quiero verlo crecer. Soy humano, he cometido muchos errores, pero en serio quiero que me des una jodida oportunidad.

— ¿Por qué debería dártela? —Cuestiona Sarah, sollozando, pero luciendo fuerte.

—Porque me fui con la idea de querer disfrutar mi juventud, dejando a un bebé que creía no iba a conocer nunca. Pero veme aquí, viajé antes de tiempo, sin maleta, ni despidiéndome de mi madre ni su familia... porque sabía que cometería un error si te dejaba sola, y sin haber conocido a mi hijo. —Caleb habla con seguridad, y mi corazón se encoge cuando veo sus manos temblar, conteniéndose a llorar. Sus ojos azules se ven cristalinos, y yo sólo trago saliva con fuerza—. Mi vida no se acaba aún cuando tenga un hijo... yo estoy dispuesto a ser papá, darle mi apellido. Porque además de ser una responsabilidad, en serio quiero hacerlo.

Oh Madre Santísima.

No sólo me había equivocado de chico, sino que aquel que va a ser papá es mi ex-novio. ¡Caleb será papá!

¡Oh mierda, Dante decía la verdad! ¡Doble mierda, ¿qué dirían sus padres?!    

Continue Reading

You'll Also Like

43.8K 3.2K 40
El mundo de Lía era: Universidad, amigas y su madre. Ethan Thompson llega a cambiarlo todo. De repente la vida de Lía da un giro totalmente ajeno a s...
94.9K 3.8K 64
-¿Dónde está Mila, mamá?- pregunté angustiado. Hacía una semana que no la veía y ya estaba comenzando a preocuparme más que ayer, y el día anterior...
457K 22.5K 48
Una historia que promete atraparte desde el principio hasta el final. Camila es una chica humilded, Ignacio Besnier es el heredero de un imperio empr...
173K 15.6K 22
Brooklynn Matthews ha tenido una vida complicada. Tras años secuestrada y con su hermana pequeña muerta, comenzará su vida de nuevo alejada de su ciu...