Ardiente Tentación

Autorstwa MaJoLh_29

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Adaptación de la Adaptación. Créditos a su escritora original. Tres simples reglas a seguir: 1 No nombres. 2... Więcej

Sinopsis
Capitulo 1
Capítulo 2: Buscando Tus Caricias
Capitulo 3: Ardiente Tentación
Capítulo 4: Sugerencias
Capítulo 5: Aún no tengo suficiente de ti
Capítulo 6: Arrepentimientos
Capítulo 7: Que la noche no acabe
Capítulo 8: La vida te da sorpresas
Capítulo 9: Rompiendo las reglas
Capítulo 10: Una invitación inimaginable
Capítulo 11: ¿Qué significa esto?
Capítulo 13: Rebasando límites
Capítulo 14: Dejando las cosas en claro
Capítulo 15: Buscando la verdad
Capítulo 16: Mentiras al descubierto
Capítulo 17: Cerrando Un Ciclo
Capítulo 18: Argumentos
Capítulo 19: Amor de piel
Capítulo 20: Juegos de amor
Capítulo 21: Reencuentro
Capítulo 22: Junto a ti. Maraton 1/3
Capitulo 23 : Algo que jamás hubiera pensado. Maraton 2/3
Capítulo 24: Unión de dos almas. Maraton 3/3
Capítulo 25: ¿Amor o sexo?
SEGUNDA PARTE
Capitulo 1: Regalo de graduación
Capítulo 2: Vivencias
Capitulo 3: Primera Vez
Capitulo 4: Por Segunda Vez
Capítulo 5: Fin de Semana en Seattle
Capítulo 6: Al demonio con las reglas
Capítulo 7 Descubriendo algunas verdades
Capítulo 8: Y ahora, ¿Que está pasando?
Capítulo 9: Entrando por completo en su vida
Capitulo: 10 Enfrentando la verdad
Capítulo 11: Lo que me haces sentir
Capitulo 12: Malditos celos
Capitulo 13: Eres para mi
Capítulo 14: Tú me vuelves loco
Capítulo 15: Solo mía
Capítulo 16: Miami
Capítulo 17: Nuevas Reglas
Capitulo 18: Pruebas
Capitulo 19: Enfrentando los miedos
Capítulo 20: Sexo con amor
Capítulo 21: Epílogo Primera parte
Capítulo 22: Epílogo Segunda parte

Capítulo 12: Perdiendo el control

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Autorstwa MaJoLh_29




           

– ¡Jack, Anastasia!, que gusto de verlos – exclamó Leila alegremente – malvado, no me dijiste que los habías invitado – dijo a Christian dándole un golpecito en el hombro.

– En realidad no sabíamos que ustedes estarían aquí, Christian me prestó la casa por el fin de semana – respondió Jack mirándolo como pidiéndole una explicación.

¿Qué no era el próximo fin de semana? – exclamó Christian serio y confundido.

Bueno, hay suficiente espacio para los cuatro y así será mucho más divertido – agregó entusiasmada Leila casi brincando.

Yo simplemente no podía hacer ni decir nada, estaba estupefacta tratando de procesar la información en mi mente, el shock había sido más grande a cuando me lo topé en el estadio y lo que más me había molestado era haberlo visto tan feliz con Leila, ¿cómo podía decir que no era su novia si parecía todo lo contrario? Lo único que atiné hacer fue agarrar a Jack del brazo para sacarlo de la casa mientras le daba una mirada de odio a Christian que nos veía seriamente.

¿Él fue quien te presto la casa? – pregunté molesta afuera de la puerta principal.

– respondió parándose frente a mí.

No podemos quedarnos aquí, busquemos un hotel, al fin y al cabo, estamos a diez minutos del centro de Las Vegas.

– Pero bebe, ¿desde cuándo eres antisocial?

– ¿Bebe? – pregunté extrañada olvidando por un segundo el origen de la pelea.

dije Ana, por el enfado ya ni me escuchas bien.

– Te escuché perfectamente bien y me dijiste bebe, ¿desde cuándo me dices así?

– Ya sé porque fue la confusión – exclamó ignorando mi pregunta – es que primero le había dicho que vendríamos el siguiente fin de semana, pero como tengo que ir a... San Francisco en esa fecha le cambié el día a la mera hora, fue mi culpa Ana, perdón – se acercó y puso una mano en mi mentón – pero, no podemos hacerle un desaire cariño, Christian ha sido muy amable conmigo, además, se ve que a Leila le caes muy bien, será como aquel viaje que hicimos con Cynthia y Diego, acuérdate que la pasamos genial.

– Pero, se suponía que la razón de este viaje era para estar solos tú y yo.

– Y lo estaremos cariño, ¿o crees que ellos no querrán estar solitos también? – respondió guiñándome un ojo – anda, no seas así, serían prácticamente 3 días.

Sentí como se me revolvió el estómago con la insinuación, la escenita de la cocina estaba muy fresca en mi mente y no quise ni pensar como hubiera terminado si no hubiésemos interrumpido. Jack me dio un ligero beso en los labios y escuchamos que alguien carraspeaba, volteamos, pero él seguía sosteniendo mi mentón.

Perdón, no quise interrumpir, la cena está casi lista, pasen y después vemos como nos acomodamos – exclamó Leila desde el umbral de la puerta, Christian estaba detrás de ella con una mirada de pocos amigos, como si quisiera fulminar a alguien.

Gracias Leila, pero nosotros acabamos de comer, además supongo que ustedes querrán estar solos, creo que será mejor que Jack y yo nos vayamos a un hotel – dije separándome de él, pero entrelacé mi mano con la suya.

De ninguna manera, el que se confundió fui yo, los que debemos irnos somos Leila y yo – dijo Christian abrazándola por la cintura.

No, Christian, por supuesto que no, es tu casa, además la culpa fue mía porque primero te dije que vendríamos el siguiente fin de semana y apenas el martes te avise que siempre llegaríamos hoy, yo fui el de la confusión.

– Nadie se va a ir a ningún lado, quizá no somos los mejores amigos del mundo, pero será grandioso convivir este fin de semana y conocernos más, ¿verdad, nene? – dijo Leila dándose mirando a Christian y le dio unas palmaditas en la mejilla.

Yo encantado, esta es su casa y Leila tiene razón, no veo ninguna razón para que no la podamos pasar bien los cuatro – respondió mientras chocaba delicadamente su cabeza con la de ella que le sonrió.

Yo tampoco le veo mayor problema, es que Anastasia tenía la ilusión de que estuviéramos solos ella y yo – intervino Jack dándome un beso en la comisura de los labios.

Anastasia, no te preocupes por eso, compartirán habitación, y Christian y yo podemos usar tapones en las orejas contra el ruido.

–Leila, pero que cosas dices.

– Ay Anastasia, ya todos somos adultos aquí, no tiene nada de malo, anda, acompáñame a la cocina a terminar la cena – exclamó Leila tomándome de la mano que tenía libre obligándome a caminar.

Con dificultad solté a Jack, yo seguía con el estómago hecho nudos por las muestras de afecto entre ella y Christian y cuando pasé a su lado le corrí la mirada furiosa y él desvió la suya. Me excusé con Leila diciéndole que estaba muy cansada y que mejor aprovecharía para subir a acomodar mis pertenencias. Cuando salí de la cocina Christian y Jack miraban la televisión y sostenían una copa cada uno, sólo les dije buenas noches y subí corriendo las escaleras

Abrí la puerta de la primera habitación y sólo había una maleta que supuse era la de Christian y Leila, me dieron ganas de arrojarla por las escaleras, pero sabía que tenía que guardar la compostura, nos quedaban tres largos y tortuosos días que no sabía cómo iba a sobrellevar. En la habitación contigua estaba mi maleta y la de Jack. Tomé la mía y empecé a desempacar, aún era temprano, pero me puse mi pijama y me metí a la cama, no estaba dispuesta a bajar y seguir presenciando las expresiones de cariño entre Leila y Christian, no tenía idea si podría evitar hacer una escena de celos que no venía al caso porque también estaba mi novio.

No supe en qué momento me quedé dormida. De pronto, sentí el peso de alguien sentándose en la cama y una suave mano que empezó a acariciarme la espalda, abrí los ojos y giré mi cabeza, era Jack que me miraba con deseo y aunque estaba que reventaba de los celos no iba a tener relaciones con él sólo por venganza.

– Jack no estoy de humor ahora, me duele la cabeza, estoy cansada por el viaje.

– Está bien, como quieras, luego estás reclamando y ahora sales con que te sientes mal – dijo molesto levantándose de la cama.

Claro, yo sí tengo que aguantarme que tú prefieras trabajar que hacerme el amor y con una vez que yo me niego me lo echas en cara.

– No quiero volver a discutir contigo Anastasia, ya tuve suficiente por hoy de recriminaciones, ¿no que te duele la cabeza?

– Pues sí y mucho, buenas noches – dije molesta y me puse la almohada sobre la cabeza.

Minutos después él se acostó a mi lado, apagó la luz de la mesa de noche y me dio la espalda sin decir nada. Apreté la almohada de coraje, estaba por levantarme para ir a dormir al sofá cuando mi teléfono sonó, lo tomé y era número oculto.

Hola – contesté desconcertada.

Tienes cinco minutos para bajar a la cocina o subo y le cuento todo a Jack, recuerda que tengo una prenda que te pertenece – sentenció Christian y me colgó.

El enfado que yo sentía se transformó en pánico, por el tono de su voz, supe que su amenaza no era en vano y no podía permitir que eso sucediera, no tenía la menor idea de cuál sería la reacción de Jack y francamente no quería averiguarlo y menos con la mini discusión que acabábamos de tener.

¿Quién era? – preguntó Jack sin voltear a mirarme.

– Nadie, me colgaron, voy por un vaso de agua para tomarme una pastilla – respondí poniéndome las pantuflas y levantándome de la cama.

Jack no me dijo nada más y salí de la habitación con el pulso hasta las nubes, ¿qué se creía Christian para amenazarme de ese modo?, cuando él estaba de lo más contento con su noviecita, me iba a escuchar, si a esas íbamos yo también tenía varias cosas que contarle a Leila, que seguramente no le agradarían para nada.

Desde la sala se distinguía la luz proveniente de la cocina, tomé un respiro y entré. Christian estaba parado, recargado en el mueble junto al lavabo, sosteniendo mi pañuelo entre sus manos. Mis ojos se abrieron de par en par al verlo, definitivamente no estaba jugando, estaba dispuesto a decirle todo a Jack y entregarle pruebas contundentes.

– ¿Qué pretendes? – pregunté seria y molesta cruzándome de brazos.

No quiero que él te toque – respondió usando el mismo tono de voz que yo.

– Es mi novio, ¿lo olvidas?, ¿acaso yo te estoy prohibiendo que lo hagas con tu novia?

– ¿Cuántas veces tengo que decirte que Leila no es mi novia?

– Que cínico eres, ¿cómo te atreves a negarla después de lo que he visto hoy?

– Pues no se compara con lo que yo vi – exclamó acercándose a mí.

Pues yo no niego a Jack, sabes perfectamente que es mi novio – dije caminando hacia atrás

No me lo recuerdes – dijo acercándose más – no me hagas recordar que lo vi dándote un beso.

– Pues eso es lo que hacen los novios, ¿no?, no sólo cocinan y cantan juntos y se toquetean frente a otros – seguí caminando y topé con la nevera.

Joder – exclamó exasperado a pocos pasos de mí – ¡Leila no es mi novia!, es mi amiga de toda la vida.

– Mira qué casualidad, Jack y yo también nos conocemos desde niños.

– Ahora comprendo porque recurriste a mí – dijo sarcásticamente poniendo sus manos al lado de mis hombros impidiéndome el paso.

– ¡Cómo te atreves! – exclamé y quise darle una bofetada, pero me atajo la mano.

Sabes que tengo razón, si él cumpliera con sus obligaciones no tendrías ninguna necesidad de citarte con un extraño.

– Fue una estupidez de la que ahora me arrepiento – exclamé soltándome, pero él rápidamente subió el brazo y volvió a hacerme prisionera.

¿En verdad te arrepientes? – preguntó a milímetros de mis labios y aspiré su aliento embriagador – ¿estás segura? – agregó acariciando suavemente mi cuello y luego descendió su mano a uno de mis senos que masajeó encima de la ropa, mirándome fijamente a los ojos.

Basta, por favor – dije con un hilo de voz, no podía controlar mi cuerpo cuando él me estaba tocando y tenía su aliento clavado en mi nariz.

– ¿En serio quieres que me detenga? – susurró en mis labios mientras su mano bajaba por mi costado hasta mi nalga que apretó y luego pegó su cuerpo al mío, uniendo nuestros sexos que sólo los separaba la delgada ropa de nuestros pijamas.

– Alguien puede bajar – dije con dificultad, olvidando todo el enfado.

Su respuesta fue lamer mis labios y levantar mi pierna para pegar mucho más su cuerpo al mío y rozar más nuestros sexos moviéndose suavemente, sin dejar de mirarme, un jadeo se escapó de mis labios, no podía evitarlo, él me hacía perder completamente el sentido de todo y, aunque la cabeza me gritaba que detuviera esa locura, mi cuerpo entero lo reclamaba, no tenía fuerzas suficientes para detenerlo.

Introdujo su lengua ansiosa en mi boca y la mía la recibió con la misma inquietud. Puso ambas manos en mis nalgas y yo lo envolví con mis piernas, me cargó y comenzó a caminar conmigo mientras yo le lamía el cuello, sentí que mi espalda chocaba con una puerta y como pude la abrí volviendo a besarlo, entramos y me colocó sobre una superficie fría. Se separó, encendió una tenue luz y cerró la puerta, entonces me di cuenta que estaba sentada encima de una lavadora dentro de un pequeño cuarto.

Volvió a mi lado y me besó desenfrenadamente mientras sus manos soltaban las tiras de mi pantalón, le ayudé a bajármelo al igual que mi ropa interior, y le quité la parte de arriba de su pijama, le besé y lamí el torso desnudo olvidándome completamente de donde estábamos. Él terminó de desnudarme y me besó los pechos en tanto yo bajaba su pantalón y su bóxer, antes de quitárselo por completo sacó un condón y se lo puso entrando en mí con urgencia.

Me besó para ahogar mi gemido y se movía con rapidez en tanto yo lo rodeaba con mis piernas aprisionándolo. Se separó de mis labios y nuestras narices se rozaban, nos mirábamos a los ojos mientras él seguía moviéndose en mi interior, nuestros gemidos se mezclaban y ambos sonreíamos sumergidos en el enorme placer que estábamos sintiendo, no existía nada más en ese momento, sólo él, yo y el fuego de la pasión. Sentí como llegaba al orgasmo y él me besó para callar el grito que emitiría, hizo los últimos movimientos y alcanzó el éxtasis total sin dejar de besarme. Nos abrazamos y sentí su pecho agitado en el mío.

– Nadie te ha hecho vibrar como yo y nadie jamás podrá hacerlo, soy el único que conoce el mapa de tu cuerpo y sabe exactamente qué lugares tocar y cómo hacerlo – dijo mientras me abrazaba y acariciaba mi espalda.

Lo sé, lo sé y me asusta – acepté avergonzada.

No tienes nada que temer Ana – respondió separándose sólo lo necesario para mirarme.

Esto es una locura, Christian.

– Sí, la más maravillosa que he cometido en toda mi vida.

Puse mis manos en su rostro y lo besé delicadamente, él me correspondió de la misma manera, después de unos minutos nos separamos y comenzamos a vestirnos en silencio. Cuando iba a abrir la puerta él me jaló de un brazo haciéndome voltear.

– No permitas que te toque, por favor.

– Y tú prométeme que no la tocaras a ella.

– No estamos en la misma habitación, te repito que sólo somos amigos, en cambio, yo no podré dormir sabiendo que compartes la cama con él.

– Sólo será para dormir, lo prometo – le di un ligero beso y salí de ahí.

Crucé lentamente la cocina y la sala sintiéndome en las nubes, jamás me imaginé esa aventura fugaz y en verdad me asustaba lo que estaba sintiendo, al menos para mí estaba dejando deser sólo sexo, mi corazón estaba por quebrantar completamente la tercera regla.Subí cuidadosamente las escaleras y al llegar al último escalón vi que Leila salía de mi habitación.

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