Estaba agradecida.
Así es, pocas veces me había sentido con esta sensación de querer agradecer lo que la vida me estaba dando.
Esta era la primera vez que lo sentía.
Lief sin duda había hecho avances significativos con lo que se trataba de vivir la vida y no solo estar vivo, pero yo había mejorado más de lo que me habría gustado aceptar.
¡Estaba aprendiendo a leer! Mierda, jamás pensé que iba a decir esto, pero se siente genial poder decirlo. No era una idiota sin remedio, aunque si bien me cuestan aún algunas palabras o letras ya podía leer un poco y de paso entender lo que las letras plasmadas significaban.
Me sentía inmensamente agradecida con Lief por ello, que no sabía exactamente como demostrarle mi agradecimiento.
- Me gustaría hacer pesas como Hongseok lo hace - dijo Lief mirándome.
Estaba recostado en su cama, era sábado por lo que no debíamos ir a la escuela, pero si estábamos en una sesión extra de clases de lectura. Yo estaba en su escritorio repasando un par de cosas que él me había dicho mientras el me observaba desde su cama.
- Pues hazlo - dije volviendo al cuaderno en el escritorio - no te va a matar -
- Lilac, mi madre ya te contó lo que pasa conmigo - sentí como se removía en la cama - no puedo hacer ese tipo de cosas -
- Tienes un corazón débil Lief, no es que te vayas a morir por cualquier esfuerzo - sugerí.
Nayeon me había contado la condición de Lief, El tenía insuficiencia cardíaca y eso hacia que su corazón fuera un tanto (bastante) débil, a veces le costaba respirar, y este no bombeaba suficiente sangre al cuerpo.
Hace años habían querido hacerle un trasplante pero no se encontró donante por lo que comenzaron con procedimientos rutinarios no operatorios y unos meses después pusieron un bypass.
Nayeon es muy aprensiva con Lief, y prácticamente no lo deja hacer nada, pero estoy segura de que no le pasará nada por hacer un poco de ejercicio.
Supongo que lo buscaré después, ya había encontrado un método para leer las cosas por internet mucho más fácil.
- ¿Ahora eres doctora? - preguntó el.
- No, pero puedo asegurarte que no te mataría levantar pesas livianas - me gire nuevamente en la silla y lo observé - no te digo que levantes 50 kilos, pero un par de mancuernas si podrías -
- ¿Tú crees? - se sentó en el borde de la cama y me miró - jamás lo he intentado -
- Pues, es tu día de suerte -
Me levanté de la silla mientras escuchaba como Lief me preguntaba que iba a hacer, yo solo quería ayudarlo, el podía hacer lo que quisiera, su enfermedad no debía condicionarlo, bueno, un poco, pero al menos podría intentarlo.
Me dirigí hasta el cuarto de Hongseok, este tenía la puerta abierta y estaba tirado en la cama con las manos en su nuca y observando el techo.
Me apoye contra el marco de la puerta y cruce mis brazos mientras lo observaba en silencio. Hongseok llevaba raro un par de días y a ser sincera, no me agradaba ese estado en el Reed mayor de esta casa, se sentía extraño no contar con su astucia y buen sentido del humor.
- ¿Alguna razón por la que Hongseok Reed este tirado en su cama en vez de haciendo ejercicio o algo por el estilo? - dije observándolo.
- Solo estoy un poco cansado - respondió luego de un rato.
Vaya, le había hablado y ni siquiera había coqueteado conmigo, eso sí que es raro en Hong.
- No me engañas Reed - lo apunté con uno de mis dedos y me acerqué - ¿Que tienes? -
- No es nada Lilac, no seas una maldita molestia -
Si, este chico andaba en algo, y no estaba segura de que, pero quería averiguarlo.
- Lo siento - se disculpó inmediatamente - no quise decir eso -
- Está bien - respondí sin darle mayor importancia - solo venía a pedirte prestadas algunas mancuernas -
Entre a su cuarto y tomé dos mancuernas que se encontraban en el suelo, eran las mas pequeñas que Hongseok tenía.
Conocía a Hongseok un poco, y sabía que tarde o temprano llegaría a mí y me preguntaría algo al respecto de lo que lo tenía así, o quizás iría con Lief, de todas formas, el me lo contaría después. Con Lief no tenemos secretos.
- ¿Porque? - preguntó el una vez que tomé las mancuernas - ¿Quieres hacer crecer tus debiluchos brazos? -
- Si - respondí casi saliendo de su cuarto - y así poder patear tu trasero inexistente -
Escuché como reía mientras me alejaba de su habitación. Hongseok Reed sin duda era mi segundo hermano favorito.
Lief se llevaba el primer lugar por mucho a decir verdad.
Llegue a la habitación de Lief y le entregué las mancuernas de su hermano, eran dos, no muy grandes, lo suficiente para que no se asustara y al menos lo intentara.
- Ten, al menos inténtalo - volví a sentarme frente al escritorio - si quieres hacer algo, deberías simplemente hacerlo y no vivir con el miedo -
Me gire hacia el cuaderno que estaba en el escritorio y volví a lo que estaba.
Lief había escrito un pequeño cuento de unas dos hojas con la mejor letra que podía, su caligrafía era bastante linda pero confundía aun un par de letras y eso me frustraba.
Copiaba algunas palabras en otro cuaderno, sobre todo las que no entendía o no sabía, y en otra hoja escribía lo que estaba entendiendo con pocas palabras, o más bien las que conocía.
De pronto escuché como las mancuernas cayeron estrepitosamente al suelo y me gire asustada, levantándome en el acto.
Lief estaba de pie, había dejado caer estás a propósito.
- ¿Que mierda?, ¿Querías darme un susto de muerte o que? - el se acercó con un semblante tan serio que daba un poco de miedo - pensé que te había pasado algo idiota -
El volvió a acercarse, está ves sin detenerse, hasta quedar a solo milímetros de mi, el espacio personal no existía. Su mirada recorría mi rostro de una manera que me ponía la piel de gallina y un pequeño escalofrío recorrió mi espina desde lo más bajo hasta la punta de mi cabello poniéndome extremadamente nerviosa.
- ¿Qué haces? - pregunté.
Mi voz se escucho casi como un susurro, jamás me había sentido así, parecía que mi corazón saldría corriendo por mi boca en cualquier momento y me costaba respirar un poco.
- Me dijiste, que si quería hacer algo debería simplemente hacerlo -
Una de sus manos se acercó a mí rostro lentamente, casi como si temiera de mi respuesta, pero estaba tan nerviosa que ni siquiera podía pensar con claridad. Con su dedo pulgar dibujo el contorno de mi mejilla y luego mis labios con suma delicadeza logrando que mis piernas temblarán levemente ante tal contacto.
Maldición, jamás me había sentido así, ¿Acaso iba a besarme? ¿Y porque quería con tantas fuerzas que lo hiciera?.
"¿Lief?" escuchamos que venía desde abajo, su madre estaba llamándolo rompiendo así un poco la tensión que había en ese momento.
- ¿Que pasa mamá? -dijo casi en un grito, pero sin moverse ni un centímetro de donde se encontraba.
- ¿Pueden ir tu y Lilac a comprar unas cosas al centro de la ciudad? - volvió a escucharse la voz de Nayeon, quien supongo estaba parada al final de la escalera gritando hacia el segundo piso.
Lief suspiró lentamente logrado así que su aliento chocara contra mi rostro, moviendo algunas de las hebras de mi cabello por consecuencia.
El estaba a punto de decirme algo cuando lo interrumpí.
- Claro que si Nayeon, bajaremos de inmediato - respondí por el al mismo tiempo que me alejaba de su cercanía - vamos, tu madre nos necesita -
Y ahora aquí me encontraba, a un lado de Lief en el auto de su madre camino al centro de Greenview esperando que esta tensión que se había creado entre nosotros desapareciera por arte de magia, tal y como había aparecido.
Aunque sabía que aquello era imposible, ambos habíamos querido tanto aquel beso que se hacía difícil pasarlo por alto, y aunque se suponía que Lief era el cuerdo en esta seudo relación chico-chica que tenemos, no se veía lo suficientemente racional con respecto a este tema como yo. Yo podía ver claramente que esto era un completo y horrible error que no podíamos permitirnos.
Yo no era una chica para Lief.
- Vamos - dijo el una vez que habíamos llegado a nuestro destino.
Ambos nos bajamos del auto camino al supermercado que estaba a unas cuadras de donde habíamos estacionado, ya que generalmente estaba lleno los fines de semana y a Lief le gustaba mucho más caminar un par de cuadras que simplemente pasarse 15 minutos buscando un lugar para estacionar.
De pronto sucedió.
Un leve susurro.
No, no era un susurro, era un silbido, uno que yo difícilmente podría pasar por alto, puesto que podría reconocerlo de donde viniera.
Me voltee por todos lados, buscando el origen de aquel sonido, pero no veía nada, absolutamente nada a mi alrededor que me diera alguna pista o algún indicio de donde venía el sonido, a menos que estuviera volviéndome loca y realmente estuviera imaginando cosas.
- ¿Que pasa? - preguntó Lief haciéndome volver a la realidad.
- Creí escuchar algo - admití a mi pesar.
Solo dí dos pasos y volví a escucharlo, el estaba aquí.
- ¿Escuchaste eso Lief? - pregunté mientras volvía nuevamente mi mirada hacia el - Por favor dime que si lo escuchaste -
- Lo siento Lilac, no he escuchado nada - dijo el chico a mi lado.
No podía estar volviéndome loca, de verdad había escuchado aquel silbido, sabía que lo había escuchado.
Y ahí estaba de nuevo.
- Bien, esta vez sí lo escuché - dijo Lief
Me gire nuevamente a todos lados mientras observaba atentamente cualquier movimiento extraño a mis alrededores, el golpeteo de mi corazón se hacía más constante mientras buscaba con la mirada.
A mí derecha, justo detrás de unos contenedores de basura podía ver un destello marrón, las hebras de un cabello castaño largo se asomaban sigilosamente.
- Lief, ¿Podrías ir tú solo a buscar el encargo de tu madre? -
Pregunté esperando que el lo entendiera, ni siquiera recordaba que veníamos a buscar o comprar.
- Lilac, no creo que sea una buena idea que... - lo interrumpí antes de que dijera algo más.
- Por favor Lief, te prometo que estaré bien -
Mire un par de segundos al menor de los Reed a los ojos esperando que me entendiera y que cediera ante mí petición, era importante que estuviera sola, si no me quisiera sola el ya se habría acercado.
- Está bien - acepto luego de un momento - tienes tu teléfono, llámame cualquier cosa -
Lief me dio una sincera sonrisa mientras se alejaba a paso cauto por la acera de la concurrida calle en donde nos encontrábamos en esos momentos, en ningún momento me dejó de observar, solo hasta cuando estuvo lo suficientemente lejos que ya no podía distinguirse.
Me gire lentamente para volver mi vista a los contenedores de basura que se encontraban en aquel callejón, tenía miedo, estaba completamente asustada por la presencia de aquella persona en este lugar, si el estaba aquí es porque algo debió haber salido mal.
Al momento de fijar mi mirada en los contenedores donde lo había visto ya no había nada, absolutamente nada.
- Al fin te encontré - escuché a mis espaldas haciéndome voltear inmediatamente -
- Dios - exclamé.
No, no podía ser el...
- Micah -
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lamento la tardanza.
Bee