Desafiando a Dante (Desamores...

By Danoninostories

210K 10.2K 677

Verónica Zaragoza está metida en problemas; de eso está muy segura la chica que no puede evitar babear por el... More

Prólogo: Madre Santísima.
Personajes (Desamores #1)
Capítulo I: Estúpido Dante.
Capítulo II: El odioso hermano menor.
Capítulo III: Aléjate de mí.
Capítulo IV: Estúpida Ron-Ron.
Capítulo V: Una jodida novela de Wattpad.
Capítulo VI: Como un Drama Coreano.
Capítulo VII: No quiero estar sola.
Capítulo VIII: El chico problemas.
Capítulo IX: Un amor unilateral.
Capítulo X: Dotta, Glolosa... y Raleb.
Capítulo XI: Llévame a casa, Dante.
Capítulo XII: La mejor amiga de su hermana.
Capítulo XIII: El cabrón de Caleb.
Capítulo XIV: Un poco de cliché, princesa.
Capítulo XV: No te ilusiones.
Capítulo XVI: Me encantas, niño pervertido.
Capítulo XVII: Celos, borracheras y besos.
Capítulo XVIII: Un jodido número de tatuajes.
Capítulo XIX: Chokis y papas con Kétchup.
Capítulo XX: Un día de mierda.
Capítulo XXI: Rubias oxigenadas y chocolate Abuelita.
Capítulo XXII: Explotar como una bomba.
Capítulo XXIII: El mejor amigo.
Capítulo XXIV: No quiero perderte.
Capítulo XXV: Prohibida.
Capítulo XXVI: Un beso en la piscina.
Capítulo XXVII: Me gusta, Dante.
Capítulo XXVIII: Sigue mintiéndote, Vero.
Capítulo XXIX: Entre bocones, locas vagabundas y bombas rubias.
Capítulo XXX: Estúpido Príncipe de Mierda.
Capítulo XXXI: Tú también eres reemplazable.
Capítulo XXXII: Estamos a mano ahora.
Capítulo XXXIV: Me gustas mucho, Han Solo.
Capítulo XXXV: Ella no es para siempre.
Capítulo XXXVI: No te atrevas a lastimarla.
Capítulo XXXVII: Eres de su posesión.
Capítulo XXXVIII: Las has perdido todas.
Capítulo XXXIX: Abrázame como si nunca fueras a dejarme.
Capítulo XL: Si no hay confianza, no hay amistad.
Capítulo XLI: Verás que estaré ahí, linda.
Capítulo XLII: Tú te quedaste a mi lado.
Capítulo XLIII: Si tú sufres, yo sufro.
Capítulo XLIV: Las chicas no son buenas, ¿qué parte no entiendes?
Capítulo XLV (final): No puedo ser tan egoísta.
Epílogo: Desafiando a Dante.
Agradecimientos
DESAMORES #2
Reyes de Oro y Plata

Capítulo XXXIII: ¡Dante...digo, Caleb!

3.4K 167 8
By Danoninostories

Entro a mi recámara, cerrando la puerta detrás de mí, quitándome mi gorra negra, y mis tenis blancos con rosa para aventarme a la cama. He despejado mi mente corriendo, o traté de hacerlo. Estoy muy cansada para si quiera quitarme la coleta, pero me las arreglo para quitarme la ropa y aventarla al cesto de ropa sucia, quedándome en ropa interior.

Tallo mis ojos, adormilada y camino hasta el baño, verificando que mi toalla esté ahí colgada para no tener que arrastrarme por el suelo hasta llegar a la puerta de mi habitación y gritar por una jodida toalla. Y la cosa es... ya no somos tres mujeres en la casa —contando a René—, sino que también hay cuatro hombres más y tres de ellos llegan a la casa antes que yo.

Me baño en diez minutos y me pongo mi pijama con rapidez, ni siquiera seco mi cabello y me siento en mi cama, suspirando con sueño. Ni siquiera son las seis de la tarde, pero, el entrenar dos horas me ha dejado hecha polvo. Literal. El estar pensando en lo que le he dicho a Dante. Me sentí muy cruel después de ello, que mientras corría lloraba silenciosamente.

Me lo merecía por ser tan fría, y a la vez por tener tan poco tacto.

Ugh, maldita sea.

Pensar en Caleb también me trae dolor de cabeza. Sé lo que ha estado haciendo, pero no quiero creerlo. No hasta que lo vea. Pero, estar con Caleb sólo me revuelve el estómago, y siento que es hora de terminarlo. Terminar lo que sea que tengamos. Porque no parecemos novios.

Abren la puerta de mi cuarto, y me volteo con el ceño fruncido al ver a Caleb entrar en puntillas, y ni siquiera me ha visto. Está por dejar unos dulces en mi cama, pero ve y brinca lleno de susto.

—Mierda, pensé que te estabas bañando —dice en voz baja, y cierra la puerta despacio. Me levanto de la cama, y me cruzo de brazos, acercándome a él.

—Ni la regadera está abierta —sonrío un poco confundida, y él se rasca la nuca, nerviosamente.

—Ya, pero pensé que estabas haciendo del baño, no bañándote —hace una mueca, y yo río, bajo, pero a la vez sin humor. Caleb me tiende una caja de chocolates—. Perdón.

— ¿Por qué? —Pregunto, tomando la caja.

—Simplemente porque sí. Me gusta regalarte chocolate —alzo una ceja ante su contestación.

—Tú sólo quieres que engorde y que ningún chico me quiera —me encojo de hombros, y lo dije más en serio que nada. Caleb suelta una carcajada y niega con la cabeza.

—Bien, veo que no los quieres, así que me los como yo. No hay problema —vuelve a tomar los chocolates de mi mano, y los deja en mi tocador—. ¿Por qué estás tan seria, Ronnie?

—Quiero terminar —digo, sin rodeos. Siento tan directa como siempre, muerdo mi labio, y veo cómo Caleb se tensa, y sacude su cabello rubio, volteándome a ver.

—Creo que no te oí bien, Verónica —ríe, sin humor, siendo tan hueca, y con un poco de enojo. Suspiro, y me abrazo a mí misma, tratando de no llorar. Caleb ha sido mi amigo, y ahora estamos quedando como enemigos, y yo no quiero que eso pase. No quiero que mi hermanastro se vuelva alguien a quien odie, y si seguir a su lado significa que me traicione, entonces ya no quiero estarlo.

—Quiero terminar contigo, Caleb. Quiero seguir siendo tu amiga, y no tu novia. Quiero ser tu hermana, y no alguien a quien odies después. Somos... familia —muerdo mis labios cuando Caleb hace una mueca horrorizada, como si no pudiera creer lo que he dicho.

—Carajo, Vero, ¡no somos familia! ¡No pedí ser parte de ella, y mi padre...! —Deja de exclamar, y se sienta en mi cama, con las manos en su rostro, como si estuviera pensando en qué decir para no lastimarme.

—Yo tampoco pedí serlo, pero ya me encariñé con Sergio y con Sebas, y tu padre... me cuesta ser buena con él, pero lo soy porque sé que no es mala persona y ama a mi madre. No quiero que por una relación que sé que no va a llegar a nada, arruine lo que está mi madre construyendo con arduo trabajo, Caleb —murmuro sentándome a su lado.

—Por favor, Ronnie, no me dejes —solloza él, en voz baja—. Por favor, sólo te pido que seas mía, y no me cambies —vuelve a decir, pero ahora más alto. Quito sus manos de su rostro con lentitud, y veo cómo las lágrimas bajan por sus mejillas. Sus ojos azules están hechos unas tormentas de tristeza y decepción.

—No quiero perderte, Caleb, y si me haces daño, sólo terminarás haciendo que te odie o tal vez sea al revés —seco sus lágrimas con mis pulgares, y él niega con la cabeza.

—No me dejes solo, Ronnie. Sé que he hecho las cosas mal, lo sé. Pero dame una oportunidad más, juro que no voy a cagarla —Susurra, y su voz grave se quiebra. Lo abrazo cuando él me abraza por mi cintura, y yo niego con la cabeza.

—Caleb... —suspiro, y después siento cómo me besa. Sus labios delgados y fríos besan los míos, haciendo un beso con lágrimas saladas que pruebo en los suyos. Sus manos toman mi cintura, y él toma el control del beso, acariciando mis costados, haciendo que su toque hormiguee por toda mi piel, buscando generar calor.

Jadeo cuando él me suelta de su beso, y vuelve con más, mirándome a los ojos, para después cerrarlos. No puedo quitarlo, porque siento algo en mi pecho si vuelvo a verlo llorar, y no quiero eso. Así que, tomo su cuero cabelludo entre mis manos, jalándolo cuando siento su lengua barrer contra la mía. Él alza mi pijama, quitándomela para quedarme en sólo mi bra, y el frío de la habitación, con mi piel hace que me erice, y aún peor contra su toque.

Caleb se sube encima de mí, y pega nuestras caderas. Deja mis labios, y empieza a besarme el cuello con lentitud, y después con más dureza, dejándome marcas a penas duraderas.

—Hum... —suspiro, y cierro mis ojos con gusto y un poco de cosquillas. Caleb vuelve a tomar mi cintura y me levanta para que quede él a mi par, y pueda ver cómo se quita la playera.

No es incómodo al saber que Caleb tiene experiencia, pero me da vergüenza el saber que él es más marcado que yo. Vuelve a atacar mis labios, y quiero que esto pase. Quiero que en serio pase lo que sea que él me esté haciendo.

Él toma mis costados, acariciándolos, metiendo sus manos por mis pechos, para acariciarlos y apenas rozándolos. Me erizo aún más, y suelto una queja en sus labios, al ser tomada de nuevo con dureza y más ganas. Me siento usada. De alguna forma, siento que él se está desquitando conmigo. Pero, después está su toque suave en mí, y ya ni siquiera estoy pensando en él. Ni en sus ojos azules, ni en sus labios delgados.

Estoy pensando en una sonrisa con los labios rojos y gruesos, que dejan con ganas de más. Con unos ojos miel que te dejan sin aliento con sólo una mirada. Una risa que cala entre tus huesos, y apenas está vibrando en su pecho. Pienso en cómo la piel bronceada queda tan bien a la luz del sol, en la oscuridad, y cuando hace tanto frío, que se pone rojiza. Pienso en cómo su cabello negro y ondulado se siente tan suave cuando sólo lo acaricias.

Y no es en Caleb cuando lo pienso, y menos cuando lo digo.

¡Dante! —Gimo, sin aire. Y ya no siento las caricias, ni siquiera la sensación de sentirme hervir contra la piel del otro. No hay nada más que frialdad. Abro mis ojos, y veo a Caleb mirándome con decepción... y asco—. Yo... ¡Dante... digo, Caleb! ¡Lo siento, perdóname! ¡Por favor, lo siento tanto!

—Yo en serio lo intenté, Verónica. —Suelta él, y sus labios tiemblan—. Intenté que... tú... Oh Dios.

—Caleb, espera... Yo no estaba pensando. —Digo, parándome de la cama cuando él también lo hacía. Caleb busca su playera en el suelo, y cuando la encuentra, rápidamente se la pone.

—Creo que estabas pensando lo suficiente, Ronnie, pero no en tu novio que soy yo, sino que en el que era mi mejor amigo. —Niega con la cabeza, y la baja, ni siquiera me dirige la vista—. Eres mi novia, te quiero demasiado. Y sólo necesito que me des espacio.

—No quiero que te vayas sin ni siquiera platicarlo, Caleb —hablo abrazándome a mí misma, sintiendo frío. Él rueda sus ojos.

— ¡Ni siquiera puedo mirarte a la cara, sabiendo que siempre lo preferirás a él, y nunca a mí, Verónica! —Exclama él, asustándome. Me echo hacia atrás, mirándole con el ceño fruncido.

—Él fue mi primer amigo, Caleb. Me duele todo este lío más que a ti. —Murmuro entre dientes, sintiéndome molesta.

—No es cierto. Disfrutas esto. —Suelta una risa que no muestra ninguna emoción—. Te gusta saber que puedes elegir de cualquiera de los dos, porque no puedes decidirte. No me trago tu cuento, Verónica. Disfrutas saber que peleamos por ti, y que sin ello, te sentirías insignificante.

—Eres un imbécil, Caleb —le doy una bofetada, que lo tomo desprevenido—. Está bien que estés molesto conmigo, pero no puedo tolerar que me insultes, porque no todo cae en mí. Sé que no puedes dejar tu fama de mujeriego, y nunca he querido que lo hagas, pero tú aceptaste estar conmigo, tú hiciste este lío.

—Nunca te mentiría. No puedo ni siquiera mirar a alguien más, sabiendo que te tengo a ti, y ahora ni siquiera sé si es así. Yo te quiero, Verónica, pero no es suficiente para ti. Nunca lo será hasta que él te diga que lo hace. —Se encoje de hombros—. Dante nunca te querrá, porque ni siquiera se quiere a sí mismo.

— ¿Por qué no lo dices por ti mejor, Caleb? —Defiendo a Dante.

—No sirve de nada, porque ni siquiera te importa —abre la puerta de mi habitación y se queda varado en ella, me asomo por la puerta y veo a Sebastián con el ceño fruncido, mirando a su hermano sin ninguna emoción.

—Son despreciables —es lo único que dice y camina hacia su habitación, sin voltear a vernos. Caleb aprieta la manija, y suspira, yendo detrás de él. Cierro la puerta de un portazo, que seguramente se escucho por toda la casa, como hizo eco por toda mi habitación, pero verdaderamente no me importó.

Termino de hacer mi tarea a las nueve de la noche, y no me importó faltar para cenar en familia. No quiero encarar ni a Sebastián ni a Caleb. A Sebas por vergüenza y a Caleb por enojo. Y para no pensar demasiado en ello, por eso he puesto mis audífonos a todo volumen y no escuchar ni siquiera los toques a la puerta y pronto se alejen al no recibir respuesta.

Gotas caen por mis mejillas hasta topar con las hojas de mi libreta de Matemáticas, pero pronto me las limpio.

Me tocan el hombro, y brinco al notar a mi madre con el ceño fruncido. Me quito mis audífonos mientras sorbo mi nariz con un poco de confusión.

— ¿Por qué no bajaste a cenar, Verónica? —Pregunta con seriedad, pero no hay enojo en su voz, más si un poco de confusión.

—No tenía hambre —me encojo de hombros, y vuelvo a ponerme los audífonos, pero mi madre me los arrebata—. ¡Hey, estoy haciendo tarea!

—Y yo estoy hablando contigo, Vero. Dime qué es lo que pasa contigo, o nunca te vuelvo a dar tus audífonos queridos. —Los enrolla y guarda en su bolsillo de su pantalón. Entrecierro mis ojos, y bufo enojada.

—No me pasa nada, no tengo hambre. Nada más.

—Ya, ¿no tiene nada qué ver con Caleb y Sebas que no quieren ir a comer? —Alza una ceja, y suspiro.

—No me interesa, tal vez están enfermos del estómago o yo qué sé —tiendo mi mano—. Ahora devuélveme mis audífonos, por favor.

—No lo haré hasta que me digas la verdad, Verónica. Te conozco, y sé que no eres buena mintiendo. —Me mira con severidad, y yo no hago más que poner los ojos en blanco y tragarme el nudo en mi garganta que se forma.

—Yo... peleé con Caleb muy feo, y creo que Sebas lo escuchó todo. Dijo que éramos despreciables, y no me sorprende que lo haya dicho —murmuro bajito. Mi madre se relaja un poco, y se sienta en mi cama.

—Oh, mi niña. Supongo que Sebas simplemente está un poco dolido al oír a su hermano mayor pelear con su novia. Pero dime, ¿por qué peleaste con Caleb? —Pregunta, y yo no estoy lista para ella. No puedo mentir, pero no quiero repetir la pelea, no puedo ni siquiera volver al lugar donde yo gemía el nombre de Dante.

Joder, qué pena.

—Nada, simplemente peleamos por una tontería que no quiero recordar, mamá. Ni siquiera sé si seamos novios, después de esto —murmuro bajito. Técnicamente no estoy mintiendo, pero sí omitiendo información. Mi madre entrecierra sus ojos, y hace un sonidito que dice que no está conforme, pero suspira con resignación.

—Bueno, si de algo sirve, sé que es algo sobre Dante y Caleb, hija. Ya hablé con Sebastián, y me contó lo que oyó. No te juzgo, pero eso no quiere decir que esté orgullosa de ti, ni nada parecido. —Mis mejillas se sonrojan furiosamente, y sólo quiero fundirme en mi silla—. Dante seguirá preocupándose por ti, sabiendo que está enamorado de ti o no. De eso no hay problema, y Caleb a veces debe de entender que Dante seguirá en tu vida tanto si lo echas de ella o no, porque es parte de ti. Tal vez un amor pasajero, un desamor que te marcó o tal vez sólo una amistad con la cual pudiste salir adelante.

>Dante es parte de tu pasado, y si Caleb te quiere, debe ser paciente. Pero, si ni tú estás segura de lo que sientes, entonces no te servirá de nada que te aconseje, porque de cualquier manera harás lo que tu corazón dicte, y no lo que yo te diga, Verónica. Caleb y tú son jóvenes, no digo que se casarán ni nada parecido. Pero, es tu primera relación y nunca debería terminar en odio. No quiero que te encapriches, y seas posesiva. Ni egoísta. Sé tú misma, y primero conócete, date un momento para ti, y te darás cuenta de que la vida es más que sólo encontrar pareja.

>Tú puede que estés enamorada de Caleb, o puede que sea de Dante. Pero eso lo verás tú misma. Porque nadie te conoce mejor que tú.

Me sonríe cálidamente, y mis mejillas están empapadas de lágrimas llenas de frustración y orgullo por tener a una madre tan sabia.

—No llores, cariño. Verás que pronto todo se solucionará. Pero no servirá de nada si te atoras, y no haces nada. Sigue adelante con la frente en alto, y verás que después de la tormenta, siempre viene la calma. —Se encoge de hombros, levantándose de la cama, y saca de su bolsillo mis audífonos, pero antes de dármelos, me limpia las lágrimas, y me besa la frente—. Sé fuerte, Verónica, que no es el fin del mundo. Habrá más chicos. No sufras por ser humana, todos cometemos errores, y tú sabes muy bien que de esos aprendes. Yo lo sé. 

Continue Reading

You'll Also Like

41.6K 1.1K 31
Tal vez Tu Eres Demasiado Paraíso.. 🌈 Para Un Infierno Como Yo?? 🌋
626K 47.9K 51
Tercera temporada de Atrapada Los ojos se me cerraban del cansancio que mi cuerpo tenía. La preocupación se había vuelto costumbre para mi. Pero la...
43.8K 3.2K 40
El mundo de Lía era: Universidad, amigas y su madre. Ethan Thompson llega a cambiarlo todo. De repente la vida de Lía da un giro totalmente ajeno a s...
24.7K 683 5
¿Cuál es la hermana que lo asesinó? LIBRO DOS DE "Cadena de Sangre" Segunda parte de La Adoptada ¿Buena o mala suerte?