Tócame. HOPEV.

By kathsxl61

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Kim Taehyung era un adicto al tacto, a tocar y a que le tocaran. Jung Hoseok, para nada. Ó Donde un escultor... More

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By kathsxl61

El sonido de la cafetera lo despertó de su estupor.

Tomando la taza de frases de Nietzche que estaba en la alacena y que le había regalado Mel en su titulación hace años atrás, se sirvió un café con tres cucharaditas de azúcar, revolviendo lentamente y haciendo un ruido ensordecedor en el contraste del silencio de la cocina. Probó un poco y su lengua ardió, lo dulce y cálido volviéndose doloroso.

<< Idiota >> pensaba arrugando el rostro, insultándose así mismo, mientras tomaba la taza entre sus manos y cruzaba la sala, en dirección hacia el ventanal para ver como las nubes tapaban el sol entre los imponentes edificios. Apoyó la mitad del cuerpo en el contorno, soplando el café y escuchando unos pasos que salían apurados de la habitación que no era la suya.

- ¡Maldición, se nos hizo tarde! -exclamó Namjoon, abotonando la manga de su camisa gris,  y deteniéndose a mitad del pasillo cuando vio a Hoseok frente al ventanal. Su cabello castaño estaba perfectamente peinado hacia un lado, su barbilla rasurada y con loción. Hoseok enarcó una ceja, preguntándose desde cuándo Namjoon se arregla tan bien para ir a una exposición y le preocupaba tanto llegar tarde siendo que no había una restricción de horario. Tenía una cara de total exasperación que era hasta graciosa-, ¡Seokjin hyung va a dejarnos! ¡¿Por qué no estás listo?!, ¡Alístate!

Hoseok se dio vuelta hacia la ventana, musitando con voz queda.

- Iré más tarde.

- ¿Por qué no irás, Hoseok? -preguntó Namjoon con expresión consternada. Hoseok iba a rebatir, pero Namjoon se le adelantó-. Sé que dices que irás tarde, pero tú no eres así, siempre eres demasiado puntual.

- Acabo de despertar -trató patéticamente de excusarse, aunque no era mentira, pasándose la mano por el cabello. Era fin de semana, por lo que había estado trabajando en la computadora casi toda la mañana, después había comprado víveres y los ingredientes para el almuerzo. Luego de comer había terminado tan cansado que se quedó dormido apenas se sentó en el sillón-. Y necesito pensar algunas cosas, poner... sentimientos y emociones en orden.

Namjoon se quedó callado, suspirando mientras se rascaba la nuca con indecisión.

- Escucha, a veces está bien no pensar y escuchar lo que tu cuerpo te pide, tal vez así...

- No, Nam -resopló Hoseok, interrumpiéndole. De repente sintió su propia saliva amarga como el café sin azúcar y trató de sonreír como si nada pasara, pero no lo consiguió-. Así no es como yo funciono, me he dado cuenta que yo sí pienso las cosas. Yo pienso en el mañana y en lo mierda que me estoy sintiendo en este instante. Yo no puedo hacer como tú o como Seokjin hyung y seguir mis instintos, porque están...están dañados -murmuró lo último, inhalando profundamente y volviendo alzar el mentón para hablar con más seguridad-. Seguir mis instintos sería esconderme en mi habitación y no salir jamás, porque mi percepción del mundo dista mucho de la tuya. Y agradezco que trates de ayudarme con tus palabras, pero ahora... no es lo que necesito. 

Volvió a mirar el ventanal y por un segundo pensó que Namjoon se había esfumado, pero volvió a oír su voz, algo afligido.

- Lo siento.

- ¿Por tratar de ayudarme?

- Por estar a punto de parafrasear algún libro motivacional -dijo con una risa nerviosa. Se encogió de hombros, haciendo que Hoseok esbozara una pequeña sonrisa cuando volvió a mirarle-. Tienen algunos puntos interesantes, sabes, pero no somos máquinas que vienen con un manual y no funcionamos acorde al ideal de nadie, apenas el nuestro... y al final supongo que sólo importa si estás bien con la forma en la que vives...

Hoseok sonrió con afecto, un brazo cruzado encima de su abdomen y la otra mano tomando la taza, exclamando con cierto tono burlón antes de tomar un sorbo del café.

- Siempre en desacuerdo con las normas sociales.

Vio como Namjoon se removía, sin saber muy bien qué hacer mientras se rascaba la nuca y miraba para todas partes; se había quedado sin palabras. Hoseok le conocía, su mente divagaba y por más que su amigo fuera alguien reflexivo y profundo, tampoco tenía las palabras adecuadas para cada situación aunque a veces demostrase lo contrario. Hoseok caminó hacia el sillón, tomando otro sorbo de la taza y luego echando la cabeza hacia atrás, mirando el techo de color blanco hueso. Escuchó como Namjoon carraspeaba, tomando las llaves del cenicero en el aparador; ninguno fumaba, excepto Mel cuando se hallaba demasiado estresada, así que lo tenían por ella. Tenía forma de la base de un árbol cortado y solían dejar las llaves allí. 

Hoseok cerró los ojos, concentrándose en los movimientos de su mejor amigo para, por el momento, no pensar en nada más. Namjoon exclamó algo inseguro:

- Sólo... recuerda que eres importante, ¿Sí?

- ¿Para Taehyung?

No hizo falta que Hoseok abriera los ojos para saber que había sonreído y asentía con la cabeza.

- Sí, pero sobretodo para mí, Mel y toda tu familia.

Al escuchar el nombre del Mel un nudo se formó en su garganta, lentamente, como una mano que se cierne a su alrededor.

- ¿Mel va a ir contigo?

- No, tiene trabajo hasta tarde, aunque me dijo que si alcanzaba iría -dijo Namjoon, a medida que oía sus pasos por la sala, de seguro recogiendo su chaqueta y su cámara. Casi leyéndole la mente, Namjoon declaró-. Y no, no le he mencionado nada, está demasiado atareada con sus cosas, por eso dudo que puedas tocar el tema con ella por ahora.

- Gracias -suspiró Hoseok-. Dale mis saludos a Seokjin hyung. 

Namjoon le hizo un gesto de afirmativo con la mano desocupada, después de ponerse los zapatos, y antes de salir cerrando la puerta. El sonido que vino después de la puerta cerrarse, por el contrario a lo que creía, le hizo sentirse aún más solo. Esa soledad que te vacía desde adentro y luego se desborda, sintiéndose tan desesperante, pero se quedó ahí lo suficientemente quieto como para empezar a creer que en cualquier momento su corazón se detendría y el café se enfriaría entre sus manos.

A veces, cuando se sentía solo y quería sentir algo más que una amarga melancolía, algo que le hiciera ver otra perspectiva de lo que estaba sintiendo, donde quería verse así mismo en ojos lejanos, sintiéndose lo suficientemente pequeño como para pedir retroceder el tiempo y volver al inicio donde nada era malo ni bueno, Hoseok leía la primera libreta que recibió de las 5 libretas guardadas en una vieja y mohosa caja de zapatos cuando él tenía 19 años.

Mantenía la caja en el rincón más oscuro del mueble, ahí donde podía olvidar que estaba, donde sus palabras no le llegaban inconscientemente todos los días. Había sido un alivio doloroso haber leído todas esas libretas, donde pudo descubrir y responder varias de sus preguntas, donde pudo entender, pero a la vez, no se sentía como si fuese real y se daba cuenta que nunca podría entenderlas del todo.

Sacar la caja del mueble siempre le resultaba un proceso doloroso, asfixiante, como si estuviera abriendo, otra vez, algo prohibido, por eso trataba de hacerlo lo más rápido posible. Cuando tuvo la primera libreta, volviendo a dejar la caja oculta bajo zapatos, ropa y libros viejos, volvió a la sala y se sentó en el rincón del sillón admirando los bordados dorados de la libreta. Estaba desgastada por el uso y los años, el broche que usaba para cerrarse estaba roto e incluso había una marca circular de la base de una taza en la portada de cuero rojizo. Inhalando profundamente, trago saliva y se preparó para abrir la primera página con el cuidado suficiente para que las cosas que había entremedio de las hojas no se cayesen.

Leyó.

18 de febrero de 1991.

Querido Diario Rojo:

Es un varón.

No sé como describirlo, pero según Yoon-han tiene mis labios.

Pesa y mide lo que todo niño sano, dijo la enfermera. No recuerdo haber tenido tanto miedo en mi vida antes de que me dijera eso y después tanto alivio que se me salieron las lágrimas. Aún tengo los ojos hinchados por el llanto mientras escribo esto, viéndolo dormir en su cuna a mi lado.

Lo estoy amando demasiado y eso me asusta.

Y no sé qué hacer. Mamá no está aquí y en realidad no quiero que esté aquí tampoco. Yoon-han fue a buscar más pañales y a mí no me sale la leche. La enfermera dice que eso es normal en las madres jóvenes y primerizas.

Aún no decido qué nombre ponerle. Sé que tuve 9 meses para pensar en eso, pero es difícil. Nunca me gustó el nombre que me pusieron, así que quiero que a él le guste su nombre.

Tal vez cuando me den de alta de este hospital y vuelva a casa, se me pueda ocurrir el nombre perfecto para él [...]

Cerró los ojos a la misma vez que cerró la libreta, pasándose la mano por el rostro y sorbiendo su nariz por el picor que le dio al inhalar el polvo de las hojas. Sus ojos empezaron a cristalizarse. Sentía que no era como otras veces que podía leer todo sin detenerse, siempre con curiosidad y tristeza, sino que en ese momento eran demasiados sentimientos entremezclados para soportarlos. Se quedó un momento viendo lo que había entre las hojas; una servilleta con una frase de ella, una hoja y flores secas, boletas de comida, una mariposa, grulla y una rana de papel. También vio el sobre amarillento sin remitente de una carta que sabía que era dirigida para él.

Saco las 3 hojas dentro del sobre y trato de leer sin sentir que el diminuto y casi imperceptible polvo de estas lo asfixiaban.

Leyó, pero sus ojos y su mente sólo podrían captar algunas frases y palabras.

14 de noviembre de 1997.

Querido Seokie:

Quiero empezar esta carta pidiéndote perdón. Perdón por no haberte amado de la forma en la que te merecías, perdón por no saber cuidarte, perdón por [...] No soy una buena persona, siempre me ponía a pensar que tal vez fue porque nací como un jarrón trizado, vacío, y creí que tu existencia había llegado para llenarme y curarme de alguna forma, pero me di cuenta tarde que en realidad lo único que logré fue hacerte lo mismo que me hicieron a mí y estoy tan arrepentida por todo eso [...] deseo [...] Sé que tendrás muchas preguntas a lo largo de tu vida sobre el porqué hice lo que hice [...] esperar  [...] ¿Puedes entender que a veces el sacrificio puede parecerse a la crueldad? [...] Siempre quise tener otros padres. Siempre quise huir de este lugar, pero nunca tuve las agallas para hacerlo.[...] loca, cobarde [...] por favor, recuerda las palabras que te dije la última vez [...] Si alguna vez nos volvemos a encontrar, si puedes perdonarme entonces, si logro entregarte mis diarios sobre ti, por favor, recuerda [...] te amo [...] y no dejes que nadie te toque jamás [...] atentamente [...]

Hoseok soltó el aliento cuando dobló las cartas con cuidado, arrugando la frente porque el dolor de cabeza empezaba a pinchar sus sienes. Cuando abrió los ojos, sus ojos se posaron en la taza frente a él.

<< Todo lo que se hace por amor se hace más allá del bien y del mal >> leyó, por azar, una frase.

Limpiándose los rastros de lágrimas en su rostro que no se había dado cuenta que tenía, se levantó del sillón y caminó hacia su habitación para buscar ropa y cambiarse.

Aún no era demasiado tarde para hacer las cosas.

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