Momo ya había colgado la llamda y preparó su pequeño departamento para recibir a la chica de tez pálida, le costó un poco curar sus heridas por sí misma y aún no se deshinchaba bien, pero la recibiría.
Dahyun entró y se sentó en el sofá directamente, Momo la imitó.
-¿Cómo estás?
-Pega fuerte, pero estoy bien
Momo le sonrió intentando tranquilizarla, notaba la preocupación en los ojos de la más baja.
-No tienes por qué seguir aguantandola, es una persona violenta ¿Y si te hace algo a ti?
-Ella jamás me haría daño...
-Pero ya lo ha hecho, no físicamente, pero sí de otras maneras. Dahyun, te amo, no tienes que volver, podremos mantenernos ambas aquí
-Momo... es complicado, no puedo sólo dejarla, me necesita
-No es tu hija, es tu novia, yo te puedo tratar mejor y sé que eres feliz conmigo
-Lo soy, y mucho, has sido como mi rayo de sol en tanta oscuridad en este corto tiempo...
-¿Pero...?
Dahyun desvió la mirada, se avergonzaba un poco de lo que diría, pero no podía mentirle.
-No eres el único rayo que se me ha presentado...
-¿Qué?
Momo estaba atónita, lo había entendido perfectamente, existió alguien como ella en su misma situación. Pero entonces, ¿Por qué Dahyun seguía con Sana? Ella era quien más sabía lo infeliz de su noviazgo y vida.
-¿Por qué?
La mayor estaba dolida, pensó que era especial por un momento.
-Porque... en realidad estoy huyendo de algo de lo que no quiero escapar
Dahyun alzó su vista, debía decirselo a la cara y aceptar el odio que tendría de su parte.
-Yo la amo
Pero los ojos de Momo no eran como los de Chaeyoung, en ellos había tristeza, pena, desilución, distintos al enojo de la chica que había conocido hace mucho.
-Quiero fingir que no dijiste eso, tú no tienes una buena relación. Cuando todo acabe, lo hará mal
Momo la tomó por los hombros, se estaba humillando y Dahyun vaciló un poco pues estar con la chica que tenía en frente le aseguraba la felicidad eterna.
Y era tentador.
-Te lo preguntaré por última vez ¿Te quedarías conmigo?