Prohibidos: Esclavos del tiem...

By Amyritaa

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Prefacio
Capítulo 1: De vuelta
Capítulo 2: Percepción
Capítulo 3: Íntegro
Capítulo 4: Atenuación.
Capítulo 5: Bipolar
Capítulo 6: Esquivo
Capítulo 7: Libre elección
Capítulo 8: Perturbación.
Capítulo 9: Inestabilidad.
Capítulo 10: Impredecible
Capítulo 11: Presente
Capítulo 12: Huidiza
Capítulo 13: Irremplazable
Capítulo 14: El despertar del guardián
Capítulo 15: Mitad humano, mitad...
Capítulo 17: Efecto colateral
Capítulo 18: Oculto.
Capítulo 19: Privación.
Capítulo 20: Extracorpóreo
Capítulo 21: Independiente
Capítulo 22: Hija de Caelistis
Capítulo 23: Morado anaranjado.
Capítulo 24: Extranjero
Capítulo 25: Cruzados
Premio a elección del público
Capítulo 26: Egoísta
Capítulo 27: Trance

Capítulo 16: Presagio

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By Amyritaa

Desde hacía tiempo, cada noche en la que la mente de Alan decidía no descansar, se veía arrastrado por un extraño sueño que le tenía obsesionado y lo único que deseaba durante el día era que la noche volviera a caer para sumirse en él. 

Se veía atrapado en una casa en tinieblas, guiado por una energía que percibía en alguna parte de ésta y que le atraía. El sudor, su respiración entrecortada -por el miedo de lo que pudiera hallarse escondido en las sombras-  y el deseo vehemente de encontrar aquello que le absorbía, le acompañaban en cada silencioso y cuidadoso paso. Luego de un rato encontraba, cada vez en una parte diferente del lugar, la silueta de una chica esbelta que a espaldas de él murmuraba con un chico situado tan cerca de ella que, parecían estar compartiendo un momento íntimo. De entre toda la oscuridad solo se podía distinguir su larga y pelirroja melena y los plateados ojos del muchacho en los que Alan solo reparaba durante  unos segundos pues ese calor que emanaba de ella hacia él, se llevaba toda su atención. Ninguno de los dos se percataba de su presencia, y ella nunca se giraba cuando él la llamaba por su nombre, un nombre que olvidaba al segundo de despertarse. Ni tampoco servía de nada que le advirtiera a gritos lo que estaba a punto de pasar pues la muchacha no lo escuchaba; De forma repentina, ella salía corriendo de la habitación seguida por el muchacho y por mi amigo. Alan nunca corría lo suficiente para alcanzarla y, evitar que el chico la sorprendiera de frente en una gran sala y clavara algo en su pecho. Ella se desvanecía, convirtiéndose en humo azul ante la quebrada mirada de mi amigo que se despertaba decaído por no haberla salvado.

-Y nunca llego a ver su cara...-terminó de contarme entristecido. Resopló y, apoyando la cabeza en la pared, hacia arriba, cerró los ojos.  

-Y yo creía que tenía problemas...-bromeé pero me encontraba tan enfermo que solo conseguí sonreír. Me dolían las costillas al respirar a causa del veneno, el dolor me subía y me punzaba el corazón en cada inspiración.

-Ídem-contestó Vítor con una risita levantando la mano, siguiéndome el juego pero sin despegar la mirada de su teléfono móvil, parecía un crío.

-Si solo...-marmulló.  

Le miré esperando que continuara la frase y me sobresalté al ver a una chica sentada a su lado, con las piernas cruzadas, junto a la pared perpendicular en la que se encontraba apoyado Alan.  

-Tú-solté pasmado a la vez que me erguía ligeramente y admiraba su melena roja que se extendía hasta su cintura.   

Mi amigo abrió los ojos, creyendo que me refería a él, y la chica giró repentinamente la cabeza al escuchar mi voz.  

-¿Puedes verme?

Sus ojos tenían un tono azul cristalino que hipnotizaba y, con su tez blanquecina, se fundían perfectamente en un redondo rostro de pequeñas pecas nacidas en nariz y mejillas. Vestía unos ajustados vaqueros oscuros y una camisa azul eléctrica remangada por los codos. No llevaba bisutería al igual que Dánae pero podía intuir un colgante entre el cuello desabrochado de la camisa. Calzaba unas botas negras de agua hasta las rodillas.

  

No contesté, intentaba analizar la situación sin éxito.

-¿Nathan?-Me frunció el ceño Alan cuando se dio cuenta que tenía la vista fija en lo que para él era solo muro y azulejos-. Estoy aquí-Agitó la mano a donde miraba para llamar mi atención.

La chica torció la cabeza a un lado para que no le rozara la nariz. 

-Voy a llamar a Dánae-mencionó Vítor antes de levantarse y salir.

-No les digas que estoy aquí-se apresuró a decirme ella.

Fruncí el ceño sin entender por qué no quería tal cosa. 

-Al menos a Callaghan, no alimentes su obsesión-Le miró-. Ese sueño solo es su subconsciente jugándole una mala pasada.

-No le crees.

-En absoluto. Y es mentira que nunca me haya visto, sí que lo hizo-Volvió sus ojos hacia mí-, pero estaba demasiado ebrio como para recordarlo-Rodó los ojos.

Me hizo sonreír. Creí su historia y en que tal vez como ella había dado a entender, después de verla, su mente había fabricado ese sueño para él.

-¿Te puedo dar un consejo? No hagas esto cuando estemos en la calle...-interrumpió Alan.

-No te creerías con quién hablo.

-¿Con quién?

-Por favor-pidió la pelirroja seria bajándose de la plataforma, atravesando las piernas de él.

-Si de aquí a...un día no he muerto, te lo cuento.

Mi amigo lo pensé por un momento y luego se encogió de hombros, no era muy insistente.

-Espero que mueras-se burló divertida ella mientras se apoyaba en la pared, cerca de Alan, y se cruzaba de brazos.

-Es lo más probable-sentenció una voz femenina detrás de mí.

Giré medio cuerpo para ver quién era y me encontré con unos increíbles ojos verdes. La muchacha se sentó en el filo de la bañera y me sacó el brazo del agua helada para examinarme la herida. La dejé hacerlo y admiré su piel clara y pura como la seda en contraste con un cabello azabache cortado a la altura de los hombros, con el flequillo justo por encima de las cejas, y que despedía un fresco olor a jazmín.

-¿Zira?

Miré a Dánae, que se había quedado junto a la puerta, para que me confirmara que era ella después de que la chica ignorara mi pregunta, pero estaba pendiente de otra cosa.

-Meg, deja de atormentarle, le volverás loco-le regañó como si tuviera alguna autoridad.

Volví mi vista hacia la pelirroja en cuestión pero ya me había perdido el motivo de la reprimenda.

-¡Pero si no he hecho nada!-Se defendió con una risa levantando las manos en el aire durante un momento para luego volver a cruzar los brazos y mirarme-. Le he cambiado el canal de la televisión y de la radio alguna vez-Se encogió de hombros, inocente, y puso sus ojos en Alan de nuevo.

Quise reír pero lo reprimí por el dolor.

-Le escondes las cosas-la acusó Dánae.

-Solo fue una vez.

-Megara, vete con Gabriel, estoy yo aquí. Te llamaré si hay algún problema.

Meg resopló y volteó los ojos.

-Tu presencia le pone nervioso.

-A este chico todo le pone nervioso.

-¿Quién es Gabriel?-interrumpí, incómodo por lo cerca que se encontraba Zira de mi rostro.

-Otro guardián-contestó Meg con un dedo índice acariciando la mejilla de mi amigo-. Vivimos juntos, los tres-Sonrió al ver cómo él se rascaba en respuesta al cosquilleo que ella había provocado. Sonrió.

-¿Y ella?-Me referí a Zira como si no estuviera allí. Tenía que aprovechar que alguien estuviera respondiendo a mis preguntas.

-Ella es curandera-Hizo una pausa-, y prefiere vivir sola. No le gustan los humanos, por eso es tan desdeñosa contigo-Dejó a Alan y se sentó en el borde de la bañera, divertida-. Bonitos calzoncillos-se burló.

Bufé con una sonrisa, no era fácil avergonzarme.

-Puede verme ¿has visto? Es increíble, ¿no?-le contaba alucinada a Dánae.

-Puede verte porque quieres que lo haga, como pasa con cualquier humano -Le respondió seria e indicó con los ojos a la morena, que estaba de espaldas a ella, dando a entender que no podía hablar sobre mi singular humanidad delante de Zira.

La pelirroja se pegó un punto en la boca, entendiéndola, y metió una mano en la bañera quedándose pensativa y mirando las pequeñas olas que producía el movimiento de ésta.

Yo me recosté de nuevo y cerré los ojos porque Zira me lo pidió antes de poner una mano sobre mi pecho y seguir analizando mi estado. Tragué saliva para deshacer el nudo en mi garganta, estaba aterrorizado aunque no lo demostrara.

El veneno permanecía en mi cuerpo y  debería encontrarme peor física y mentalmente pero lo cierto es que el dolor había abandonado mi cuerpo y se había centrado solo en mi cabeza, taladrándomela desde que desperté. No podía razonar con claridad, reordenar los pensamientos en mi cerebro que se mezclaban homogéneamente. Era preso de una conmoción, un muro que se había levantado en mi mente y con el que cada conocimiento, recuerdo o idea se estrellaba. Me producía estrés porque no lograba retener un pensamiento más de dos minutos. Estaba intentando esclarecer la imagen borrosa de Doia mientras dormía plácidamente en su cama, que había aparecido ante mis ojos cerrados, cuando escuché a Zira.

-Tenemos que hablar, Dánae-demandó levantándose y saliendo de la habitación.

La susodicha la siguió con una expresión que cavilaba entre la preocupación y el miedo.

-¿Qué pasa?-preguntó Alan por mí, alarmado.

-Las vas a palmar, seguro-Meg levantó las dos cejas, pilla, para después ponerse de pie, decidida a reunirse con las otras dos.

La agarré del brazo para que no se me escapara.

Me frunció el ceño.

-Cuéntame lo que han hablado y no le contaré sobre ti-la amenacé, refiriéndome obviamente a mi amigo.

No entendía qué problema tenía con que Alan supiera de su existencia pero si ello me servía para chantajearla y enterarme de algunas cosas que sé que Dánae no compartiría conmigo, lo utilizaría.

- Podría matarte yo misma ¿sabes?-Me miró furiosa-. Asunto resuelto.

Supe que iba en serio por cómo sus ojos se tornaron de un azul más intenso tal y como los de Dánae lo habían hecho la noche anterior, pero también sabía que sería incapaz de hacerlo.

-Me lo debes.

-Yo no te debo nada-escupió las palabras con rabia y se zafó de mi mano con un movimiento brusco antes de irse.

-Era ella ¿verdad?-preguntó con cariño él, que se había levantado y había venido hacia mí.

Me hice el tonto, cerré los ojos y apoyé la cabeza nuevamente en el borde.

-Nathan, joder.

-No sé de quién me hablas.

-Lo sabes perfectamente. La has cabreado.

Subí los párpados y le miré, sorprendido porque él supiera eso. ¿Cómo era posible?

-Ve a darte una maldita vuelta y déjame en paz.

-Que te den-se despidió.  

Le necesitaba fuera de todo esto, como a Vítor o cualquiera de los demás, no quería involucrarles más de lo que estaban. Hasta entonces solo habían ido a por mí y debía seguir siendo así, ninguno de esos seres -de los que aún no sabía absolutamente nada- iba a utilizar a ninguno de ellos para atraparme y matarme, poniendo su vida en peligro. Tenía que estar sólo en esto y no iba a disculparme por querer eso.

Vítor apareció por la puerta luego de un minuto, teléfono mío en mano, diciéndome que Maya llevaba un buen rato quemándome el móvil a llamadas y mensajes.

-¡Joder, se me había olvidado!-exclamé poniéndome de pie y saliendo de la bañera con prisa. Me retumbó la cabeza con tan repentino movimiento-. ¿Qué hora es?

-Las "vuelve a mover tu culo dentro"-ordenó Dánae entrando en la habitación.

Anduve hasta la otra zona del cuarto de baño, haciéndole caso omiso, y cerré la puerta de cristal semitransparente a mi espalda. Me quité los calzoncillos, metiéndolos en el cesto de la ropa sucia, y me introduje en la amplia ducha desconectando de la pelea que comenzaron Vítor y Dánae sobre quién iba a detenerme y a atarme si era necesario para que volviera a la bañera. Cerré la portezuela corredera de la cabina y me coloqué bajo la alcachofa. Bajé la cabeza y abrí la llave del agua fría. La sentí chocar contra mi nuca y trazar distintos caminos a través de mi cuerpo antes de llegar al plato de ducha y desaparecer por el desagüe. Me di un par de minutos hasta que empecé a enjabonarme, siendo muy cuidadoso con el corte en mi brazo que sorprendentemente había empezado a cerrarse. Luego me froté el cabello con ambas manos, aspirando el aroma del champú, que dejé que me cubriera las orejas, y cuando abrí los ojos para darle al agua y aclararme de cabeza a pies, una mano femenina me empujó en el pecho con fuerza contra la mampara de cristal. La pelirroja estaba tan cerca que nuestras narices casi se tocaban.

-Vuelve a amenazarme y te cortaré el miembro-me advirtió entre dientes clavándome sus ojos azules con rabia-. Y no hablo de tus extremidades-Sonrió con malicia.

-Sal de mi ducha-le encaré con gesto duro pronunciando las palabras con lentitud y dejando un leve espacio entre ellas. Le devolví la mirada.

Apartó su mano de mi pectoral y se retiró un poco.

-¿No querías saber lo que hablaban?-Se cruzó de brazos y se apoyó contra la mampara contraria a donde yo estaba.

-SAL-la apremié de nuevo, serio.

Le dio una risita y me recorrió de abajo arriba con la mirada, sin pudor.

Me tapé relajado con ambas manos ese miembro que peligraba si volvía a jugar con ella, y giré la cabeza hacia un lado. Apreté la mandíbula.

-Tranquilo, no es la primera vez que te veo desnudo-Su voz sonó muy aguda, como si tuviera las cuerdas vocales comprimidas, probablemente por estar reprimiendo otra risa.

-¿QUÉ?

-No entiendo esa alarma en los humanos cuando se trata de su anatomía-Alargó la mano a la llave del agua, que se encontraba muy cerca de mis partes, sin temblar, y la abrió-. Enjuágate rápido y  te lo cuento, no tengo tiempo para tus tonterías. El idiota de Callaghan ha decidido acabar con mi pequeño descanso y salir a dar una vuelta.

-¿Le vigilas?-Levanté una ceja.

-Algo así-Volvió a cruzarse de brazos-. ¿Te lo cuento o no?-insistió.

-Escupe.

-¿Que te escupa?

-No, ¡que me lo digas!-Me irritó.

Esbozó una sonrisita y me di cuenta que me estaba tomando el pelo.

Suspiré y me coloqué bajo el agua para aclararme, ignorándola. Me llevó unos segundos. Corté la ducha y abrí la mampara para salir y ponerme una toalla alrededor de la cintura, evitando mirarla.  Fue cuando empezó a contarme que Zira se había dado cuenta que yo no era tan normal como aparentaba ya que la herida de mi brazo se estaba curando milagrosamente sin hacer ella nada. Quería preguntar qué me pasaba, quién era en realidad, pero podía esperar, ahora estaba concentrado en dos personas que últimamente lo eran todo para mí; Dánae se había disculpado por mentirle pero no le contó la verdad, el asunto de mis padres debía ser muy importante como para que no confiara en su amiga, y por lo visto Zira se marchó dolida y enfadada.

-Bien, ya te puedes ir a molestar a Alan.

Se despidió con la mano y una sonrisa falsa antes de desaparecer en el aire.

Mientras caminaba hacia mi habitación para vestirme, le mandé un mensaje a Maya pidiéndole perdón y diciéndole que estaría en su casa en diez minutos. Una vez llegué, me puse unos vaqueros claros y un polo negro. Me ponía las botas cuando lo sentí, esa pequeña chispa en mi pecho que tantísimo había echado de menos y que gracias al cielo, me despejó ligeramente la cabeza. Sonreí y respiré profundo, recibiendo aquella cálida sensación que sabía que me conectaba con Doia. Fuera lo que fuera, volvía a llevar ese poder sobre ella.

Cogí una chaqueta negra del pequeño ropero que había en la entrada y salí de mi casa sin que nadie me lo impidiera, no me crucé con Vítor ni Dánae de camino a la cochera. Recogí a Maya con mi coche, un skoda fabia sportline negro con el techo blanco que había heredado de mi padre hacía unos meses después de que él se comprara otro nuevo. Mi amiga empezó a gritarme antes incluso de acomodarse en el asiento del copiloto, e intenté acudir a "Green Day" en el reproductor para que no me diera la brasa todo el camino pero tan pronto como empezó a sonar "Hurts like heaven" me la apagó y me miró furiosa.

-Te he dicho que lo siento, ¿vale? Me quedé dormido.

Resopló, se cruzó de brazos y se quedó callada todo el trayecto hasta el centro comercial.

No volví a poner la música para no cabrearla aunque sabía que en realidad no estaba enfadada conmigo sino triste por no estar con las personas que quería. Su orgullo, como el mío, a veces me estresaba. Así que estaba ansioso por darle la sorpresa, cansado de verla deprimida o irritada la mayor parte del tiempo, a pesar de que le prometí desde el principio que no metería las narices en el asunto, que era cosa suya.

Aparqué en la primera planta del parking y cogí a Maya, colocándomela sobre el hombro de mi brazo bueno, porque se negaba a salir del coche. Después de suplicarme histérica que la bajara, lo hice cuando llegamos a la zona de los ascensores a unos diez pasos. Sonreí dándole al botón de la última planta mientras la miraba cómo se ajustaba la ropa en su sitio y se peinaba con la mano mirándose al espejo a la vez que me insultaba. Salió del ascensor por delante de mí cuando éste llegó, y estaba a punto de acompañarla pero sentí el hielo que había paralizado el veneno, quebrajarse en mi interior, y me quedé clavado en el suelo. Apreté los dientes para no gritar de dolor y cerré los ojos con fuerza apoyando la cabeza en el espejo del elevador. Una lágrima se escapó sin previo aviso por mi mejilla derecha.

-¿Nathan?-entreoí a Maya que al parecer había vuelto a por mí-. ¿Estás bien?

Asentí, mencionándole que solo era un dolor de cabeza, y aproveché el momento para pedirle que me buscara una botella de agua mientras la esperaba en un banco situado a unos pocos metros de donde estábamos. Cogí rápidamente el teléfono para llamar a Doia cuando la vi entrar en el supermercado, haciéndome caso, y esperé a que descolgara, sintiendo el veneno abrirse camino por mis venas. Si iba a morir, al menos juntaría a aquellas dos antes de hacerlo.

Terminé en el baño público hablando con ella para tener más privacidad. Sonreí cuando confesó que necesitaba verme, tardé unos segundos en asimilar eso. Me despedí de ella después de decirle en qué piso estaría esperándola, y colgué. Me quedé preocupado porque la llamada se había cortado anteriormente, la había tenido que volver a llamar, y en ese espacio de tiempo sentí que algo iba mal. Se excusó diciendo que se le había caído el móvil al suelo y que por eso se apagó, pero no la creí y no estaba tranquilo, no lo estaría hasta que la viera. Pero cuando apareció por el centro comercial y me esbozó esa sonrisa apagada, tampoco me alivió.

La abracé durante un espacio de tiempo que me pareció insignificante. Cuando se soltó de mí, la miré queriendo volver a hacerlo para después ahuecar mi mano en su cuello, apretarla contra mí y mirarla sin descanso, decirle que estaba ahí para ella. Le quería contar cómo me sentía cuando estábamos juntos, cómo aquella aura de humedad y calidez nos había envuelto y sentía que había evaporado el veneno en mi interior, pero no era el momento ni tampoco quería entrometerla en ese problema. En vez de eso la empujé suavemente hacia el restaurante para que entregara mi regalo a Maya y nos hiciera a los tres un poco más felices.

La dejé ir sin atreverme a tomar su rostro entre mis manos y besarla. Como en tantas otras ocasiones, demostré que era un cobarde. Cuánto me iba arrepentir de eso...

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Lo primero: PERDÓN. Sé que con este capítulo me he atrasado demasiado pero es que me fui una semana de vacaciones y no me llevé el portátil así que no pude escribir :S Y en cuánto regresé me puse con el vídeo, que quién no haya visto -o lo quiera volver a ver xD- lo encontrará en multimedia :) Me alegro mucho que os haya gustado a todas, porque lo cierto es que me volví un poco loca haciéndolo :S haha 

Lo segundo: Tenía una preocupación con este capítulo, no por mí sino por ustedes, los lectores. Sé que estáis deseando por saber qué pasó en el accidente y creedme que yo estoy ansiosa por contarlo, pero he visto necesario este capítulo antes de ese suceso. ¿Por qué? Como ya os habréis dado cuenta, esta historia no gira solo en torno a Nathan y Doia, hay muchas más tramas a parte de la principal que quiero contar, como la de Alan y esta pelirroja terremoto :) No quiero que dejéis de disfrutar este capítulo por el simple hecho de querer leer rápido para ver si ocurre el accidente :( He estado realmente preocupada por eso... pero espero que no lo hayáis hecho, que este capítulo os haya gustado tanto como los demás y que le hayáis prestado atención porque muchas cosas ocurrirán en relación con él. ^^ 

Me despido ahora sí, derecha a escribir sobre el accidente porque es el momento correcto para contarlo. Sed pacientes y ojalá que este capítulo, como los demás, os haya merecido la espera. Sin vosotros, mi novela no sería nada, y os quiero mucho por ello, por darle vida. 

PD: ¡Bienvenidas a las nuevas lectoras que se dejaron atrapar por esta novela! ¡Cada día somos más! :D ¡Seguid hasta el final conmigo y no os arrepenteriéis! <3 

PD2: IMPORTANTE: ¿QUÉ OS PARECIÓ LA PELIRROJA? hahahaa

Dedicado a @aaronikakalye .Ella me sigue desde hace muchos años desde que me encontré en un foro de crepúsculo en el que fue la primera vez que publiqué mi novela. Hasta hoy no me ha fallado ni una sola vez, a pesar de todo siempre ha estado ahí y aunque ya haya leído la primera versión de esta novela, siempre estuvo más que dispuesta a seguir con esta versión 2.0 -como yo la llamo-, sin rechistar y con la misma ilusión de siempre. Gracias, infinitas, nunca haré lo suficiente como para agradecerte esa lealtad hacia mí pero sobre todo hacia mis personajes y mi novela. I love you, you know <3

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