Casada Con El Sexo

By DMATAW

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- ¿Qué te parece si apostamos algo? - ¿Qué tienes en mente? - Tú esposa - las alarmas dentro de mí se activa... More

Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capítulo 51.
Capítulo 52.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Capítulo 55.
Capítulo 56.
Capítulo 57.
Capítulo 58.
Capítulo 59.
Capítulo 60.
Capítulo 61.
Divorciada Del Sexo.

Capítulo 36.

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By DMATAW

Desperte con un horrible dolor de cabeza, sin duda alguna ir a esa fiesta fue la peor decisión que pude haber tenido. Intenté girarme pero un enorme y pesado brazo estaba sobre mí.

— No te muevas, estoy muy cómodo - Nathan se movió un poco encontrando un mejor espacio en la cama.

— Tengo que ir al baño - mi cuerpo ya funcionaba con normalidad.

— Yo también y no por eso me estoy moviendo, así que deja de moverte - su rostro estaba relajado sin ninguna preocupación.

— Está bien - sin poder hacer más me resigné.

— ¿Te sientes mejor? - abrió sólo uno de sus ojos para poder observarme.

— Sí, a excepción de que aún no voy al baño todo esta perfecto - levantó su brazo liberándome de su agarré.

— Ve pero sólo tienes un minuto así que apresúrate - esto era verdad.

— ¿Vas a medir mi tiempo en el baño? - una pequeña sonrisa apareció en su rostro.

— Sí y ya has perdido 20 segundos, así que vamos - me empujó un poco provocando mi caída al piso.

Rápidamente me levante del piso y me encontre con un Nathan riendo.

— ¿De qué te ríes? - arrojé una almohada a su cara.

— No es más que obvió, eso fue divertido - sin poder evitarlo me uní a su risa.

— No fue divertido - me lancé a la cama atacándolo con todas las almohadas posibles.

— Claro que lo fue - y ahí comenzó la guerra de almohadas.

Almohadas, cojines y todo lo que se pudiera lanzar volaba por la habitación.

— Pareces un niño pequeño - la camisa que Nathan tenía en sus manos aterrizó en mi cara.

— Claro que no, soy un hombre maduro - sin evitarlo reí.

— Por supuesto - mi risa fue callada debido a que Nathan se lanzó sobre mí.

— Sabes que lo soy - una sonrisa escapó de mis labios.

— Se que eres muy inmaduro - la cara de Nathan hizo una mueca un tanto graciosa.

— No lo soy - Nathan atacó mi punto débil.

Las cosquillas.

— Detente - pataleaba y gritaba pero el no se detenía.

— ¿Quieres que paré? - asentí.
— Tienes que decir que soy muy maduró e increíblemente guapo y por supuesto sexi - tenía una sonrisa triunfadora.

— No lo haré - no pensaba hacerlo, en algún punto debía de parar.

— Claro que lo haras - aún no se detenía.

Justo cuando la respuesta estaba por salir de mi labios el teléfono de Nathan me interrumpió mejor dicho nos interrumpió. A caso siempre debían de interrumpir en todo.

— Ve al baño - Nathan se alejó para que pudiera levantarme.

Sinceramente no quería ir al baño, ni siquiera sabía porque lo había dicho pero la llamada de Nathan parecia importante así que sólo me fui.

No sabía que hacer así que sólo me duché y salí, encontrándome con una habitación completamente sola. Decidí vestirme y salir de la habitación.

— Hola - dije cuando entre a la cocina.

— Hola - Nathan ya tenía su desayuno frente a él.

— ¿Qué es eso? - señalé el plato frente a él.

— Es el desayuno, te tardaste un poco y moría de hambre, así que llame a un restaurante y trajeron el desayuno. Por cierto el tuyo esta por allá - señaló una bolsa café.

— Yo lo pude haber hecho, lo sabes - su mirada estaba fija en la comida.

— Mañana ya no te preocuparas por eso, mamá terminó de contratar a todo el personal y mañana estarán aquí a primera hora - no quiero que alguien más haga lo que yo puedo hacer por mí misma.

— No necesitamos empleados, puedo encargarme de todo - elevó un poco su vista.

— Lo sé pero no quiero que lo hagas, tus clases inician pronto y debes de estudiar y no mantener una casa limpiá - un punto para él.

— De acuerdo - no tenía otra opción.

— Debemos de hablar sobre lo que sucedió anoche - puse mi desayuno frente a mí.

— ¿Tengo algúna opción para poder escapar de ésto? - sabía que había hecho mal.

— No, estuvimos juntos la mayor parte del día y nunca mencionaste nada sobre tu salida - me daba la impresión de que esto no terminaría bien.

— No sabía que saldría, Alonso me llamo después de que te fuiste y me invito no tenía nada mejor que hacer así que simplemente acepte - su mirada estaba fija en mí.

— ¿Porqué no llamaste para avisarme? - su mirada me ponía un poco nerviosa.

— No lo sé, jamás paso por mi cabeza - una risa sin gracia salió de sus labios.

— ¿Porqué no pensaste?, eres consciente de lo que te pudo haber pasado si no huebiera llegado, si te hubiera llamado dos minutos más tarde, te imaginas lo que ese imbécil te pudo haber hecho sólo porque no pensaste en las consecuencias - sin poder evitarlo baje la mirada.

— Lo siento - no tenía nada más que decir.

— No lo sientas, sólo piensa para la proxima aunque sinceramente espero que no allá una próxima vez - sus palabras comenzaban e herirme.

— No volvera a ocurrir - los nervios se hacían cada vez más presentes.

— Eso espero - y con eso se fue.

Sabía que tenía razón en cada una de sus palabras, el hambre desapareció de mí y simplemente alejé el plato.

...

Medio día y aún estaba tirada en el piso del salón principal.

— ¿Qué haces ahí? - Nathan estaba vestido como si fuera a salir.

— No tengo nada más que hacer, además me gusta mucho estar en el piso - tomó asiento en uno de los sillones.

— Eres muy extraña - los dos reímos ante sus palabras.

— No es así - tal vez un poco.

— Claro que sí, eres a la única persona a la que le gusta estar en el piso - recargo su espalda en el respaldo del sillón.

— No es verdad - una risa salió de sus labios.

— Dime, ¿a quién conoces que le guste estar en piso? - pensé mi respuesta por algunos segundos.

— Tal vez en algúna parte del mundo a alguien le guste - su risa volvió a inundar todo el lugar.

— Tal vez pero aún así eres extraña - me uní a su risa.
— ¿Porqué te gusta estar en el piso? - recargó sus codos en sus piernas.

— Me relaja y pienso con más tranquilidad - una sonrisa apareció en su rostro.

— ¿Prácticas yoga? - negué.
— ¿Y estár en el piso te relaja?.

— Y me ayuda a pensar - la sonrisa en su rostro creció.

— ¿Y aún así me quieres negar que eres extraña? - su sonrisa se ladeo un poco.

— Para mí no es extraño - ahora una risa fue la que salió de sus labios.

— Esta bien pero vine a interrumpir tu momento de relajación - una de mis cejas se arqueo.

— ¿Porqué quieres interrumpir mi momento sagrado? - mis palabras provocaron su risa.

— Quiero interrumpir tu momento sagrado para invitarte un helado - repitió las palabras que dije antes haciendo un movimento con sus manos.

— Eso no suena nada mal - sonaba muy bien.

— Vamos, tienes veinte minutos para vestirte o la invitación desaparecerá - sin perder tiempo subí las escaleras lo más rápido posible.

Sólo me vestí, peine un poco mi cabello y por último unos toques de maquillaje.


— Ya estoy lista - entre al salón donde antes se encontraba Nathan.

— Dieciocho minutos, nada mal - observó mi cuerpo de arriba a abajo.

— Vamos - señale la salida.

— Claro - salimos del salón rumbo a el garage.

...

Después de algúnos minutos y luces rojas sin parar llegamos a un centro comercial.

— ¿Sabías que puedes morir si sigues conduciendo así? - salí del coche.

— Eres una exagerada, hoy me controlé - cerro el coche.

— Si no te hubieras controlado hubiéramos muerto, ¿no es así? - su risa se escucho en todo el estacionamiento.

— Ya dejá de exagerar y vamos por ese helado - sin previó aviso tomó mi mano.
— Es necesario, podemos encontrarnos a alguien y no quiero responder preguntas - señalo nuestras manos entrelazadas.

Subíamos a un elevador que nos llevó al inicio de todas las tiendas, en ningún momento Nathan había soltado mi mano. Caminamos recorriendo el lugar hasta llegar a nuestro destino, la heladería.

— ¿De qué quieres tu helado? - señalo un menú gigante pegado al techo del lugar.

— De fresa - señale justo el que quería.

— Busca una mesa, ahora voy - asentí y fui en la busqueda de la mesa.

Encontre una frente a un ventana, era exclusiva para dos así que la tomé y me sente en una de las sillas. Pocos minutos después llegó Nathan con los helados.

— Aquí tienes - extendió un vaso repleto de helado de fresa.

— Gracias - él sólo asintió.

Un silencio se estableció entre nosotros, cada quien estaba concentrado en su helado.

— ¿Te puedo hacer una pregunta? - interrumpí ese silencio.

— Pregunta lo que quieras - Nathan dejo el vaso sobre la mesa.

— ¿Porqué estudias tanto?, no lo tomes a mal, sólo que es extraño que alguien estudié tanto - una sonrisa muy linda se formo en sus labios.

— No lo sé, siempre que me imaginaba estudiando una sola carrera no me imagina feliz, así que estudie todo lo que quise - sus palabras eran sinceras.

— Eso es increíble - una pequeña risa salió de sus labios.

— Claro que no, mucha gente estudia distintas carreras - llevó una cuchara de helado a su boca.

— Claro que lo hacen pero no lo hacen al mismo tiempo, y tú lo hiciste - una pequeña sonrisa escapó de mis labios.

— En eso tienes razón - mi sonrisa creció.

— Siempre la tengo - tome una porción de helado en una cuchara.

— Engreída - justo antes de que lo llevará a mi boca Nathan empujó mi mamo provocando que se esparciera por mi rostro.

— ¿Porqué hiciste eso? - tomé una servilleta y comencé a limpiarme la cara.

— Por lo que dijiste, además te vez linda con helado - una risa salió de sus labios.

— Tú también te vez lindo - lancé una cucharada de helado en su rostro.

— No debiste de hacer eso - Nathan lanzó un poco de helado el cual alcancé a esquivar pero al parecer alguien más no.

— Se que el helado es divertido pero no puedo permitir que ensucien el lugar, así que de la manera más atenta le voy a pedir que se retiren - una mujer un tanto mayor nos corrió del lugar.

— Vamos Elizabeth - Nathan tomó mi mano y me saco del lugar.

— Espera olvidé mi helado - intentaba regresar pero Nathan no me lo permitió.

— Nos corrieron y nunca más volveremos a ese lugar - al parecer se molestó bastante.

— Pero deje mi helado - de verdad estaba delicioso.

— Ahora te compro uno mejor, vamos - Nathan entrelazo nuestras manos.

Recorrimos una parte del lugar hasta llegar a una nueva heladería, donde sólo podríamos comprar los helados he irnos debido a que no contaban con mesas.

Nathan se dirigió al mostrador y compro otros helados, después de que los pagará caminamos por el centro comercial hasta que una vitrina llamó mi atención.

— ¿Qué vez? - Nathan llegó hasta donde yo me encontraba.

— Ese collar es hermoso - señale un collar.

— ¿De verdad te gusta? - asentí varias veces.

— Me gusta mucho - de verdad me gustaba.

— Es muy simple - Nathan recibió una mirada de desaprobación de mi parte.

— A mí me gusta - Nathan soltó un suspiro.

— Bien, ahora regreso - antes de que pudiera detenerlo él había desaparecido.

Minutos después salió de la tienda con una pequeña bolsa en sus manos.

— Aqui tienes - me entregó la bolsa.

— ¿Qué es? - comencé a abrirla.

— Es tu simple collar - termine de abrir la bolsa y ahí se encontraba el collar.

Sin poder evitarlo me lancé a los brazos de Nathan, no sabía la razón sólo sentía que debía de hacerlo. Nathan tardó algúnos segundos en responder mi abrazo pero después lo hizo.

— Dámelo, te ayudo a ponértelo - asentí y se lo entregue.

Algunos segundos después tenía colocado en mi cuello un hermoso collar.

Se que Nathan tiene razón al decir que es simple pero a mi me encanta.

Seguimos recorriendo todo el centro comercial, en ocasiones nos hacíamos pequeñas paradas para comprar distintas cosas.

— ¿Tienes hambre? - Nathan pregunto después de un tiempo de silencio.

— Un poco - eran casi las siete de la tarde y todo el tiempo lo pasamos haciendo compras.

— ¿Te gusta la comida italiana? - me fascina.

— En este momento cualquier cosa me gusta pero amo la comida italiana - una sonrisa tierna apareció en el rostro de Nathan.

— A mí también, vamos - Nathan me guió hasta un restaurante de comida italiana.

Después de algúnos minutos sentados un mesero se acerco a nosotros y tomó nuestra orden la cual estuvo frente a nosotros tiempo después.

— Es muy similar pero es mejor la comida italiana hecha en Italia - Nathan comía de una pizza.

— ¿Has estado en Italia? - sabía a la perfección la respuesta.

— Muchas veces, papá tiene algunas propiedades y en vacaciones las visitábamos - su padre era dueño de medio mundo obviamente Italia no podía ser la excepción.

— Eso debió de ser increíble - continúe comiendo.

— ¿Qué lugares has visitado fuera de México? - la respuesta era obvia.

— Sólo Bali - el rostro de Nathan se llenó de sorpresa.

— ¿De verdad? - asentí.

— No tengo el mismo dinero que tú y no puedo viajar cada vez que se me antoje - estaba siendo honesta.

— Ahora lo tienes y puedes ir a donde tú quieras, siempre y cuando yo este enterado por supuesto - una pequeña risa salió de mí.

— No es mi dinero, es tuyo - y no pensaba gastar más de lo necesario.

— No me importa, ¿quisieras viajar a Italia? - un pequeño suspiro salió de mí.

— Me encantaría - una sonrisa se dibujo en sus labios.

— Te prometo que iremos - tomó mis manos, eso de algúna manera me hicieron creer en sus palabras.

¿Dónde estaba el Nathan frío y sin sentimientos que yo conocía?. Pero sin duda algúna prefería a este Nathan.

— Nos vamos, creo que ya es un poco tarde - simplemente asentí.

Después de pagar la cuenta fuimos al estacionamiento, rápidamente encontramos el coche y nos dirigimos a el. El trayecto fue tranquilo acompañado de una suave melodía proveniente del radio, Nathan no salto ninguna luz roja y después de algunos minutos llegamos a casa.

Sin decir una palabras nos dirigimos a la habitación, cada uno se fue a su armario, yo fui la primera en salir algúnos segundos después salió Nathan. Al parecer los dos tuvimos el mismo pensamiento ya que nos dirigimos al baño, estando ahí sólo lavamos nuestros dientes y salimos.

Al llegar a la cama le recosté en mi parte de la cama y Nathan en su parte, presiono un botón y las luces se apagaron.

— Buenas noches Elizabeth.

— Buenas noches Nathan - giro mi cuerpo para recostarme sobre él.

Ahora mi cabeza descansaba sobre su desnudo pecho, por algúna razón no dije nada me sentía cómoda y al parecer él también. Nathan colocó un brazo sobre mi cintura y caí en un profundo sueño.

...

— Elizabeth - Nathan movía un poco su brazo intentando despertarme, la verdad ya lo estaba pero sus brazos eran muy cómodos.

— No te muevas - me acomodé mejor en sus brazos.

— Debemos de levantarnos, mamá está aquí y trajo a todo el personal - su voz por las mañanas eran más sexi.

— Pero estoy durmiendo - la risa salió de él.

— Los dormidos no hablan - su mano acariciaba tiernamente mi cabello.

— Yo lo hago - Nathan subió el resto de mi cuerpo al suyo.

— Mentirosa, ahora levántate o te llevaré cargando hasta abajo - eso fue una espécie de amenaza.

— Hazlo - no pensaba caminar y la idea no sonaba nada mal, así que simplemente me aferré más a su cuerpo.

— Bien - se levantó de la cama conmigo en sus brazos.

— Estás conciente de que no llevas una camisa - Nathan se detuvo antes de salir por completo de la habitación.

— Y tú estás en pijama, no es una gran diferencia - una sonrisa se dibujo en mis labios.

Nathan.

Pude sentir como una sonrisa se dibujo en sus labios y eso provocó que otra se estableciera en mí.

— Ponte una bata y yo una camisa y bajamos - la baje de mis brazos y automáticamente sentí el vacío.

Fui al amario y ella también, busque una camisa y la encontre.

— ¿Vamos? - estaba recargada en el marco de la puerta.

— Vamos - salíamos de la habitación.

Al llegar a la planta baja la primera voz que escuchamos fue la de mamá.

— ¿Porqué tardaron tanto? - sinceramente esperaba esta reacción.

— Hola mamá, estoy bien gracias por preguntar ¿y tú? - la saludé dando un beso en su mejilla.

— Hola hijo, me alegro pero eso no evitan que tardaron bastante - Elizabeth estaba detrás de mí, podía notar sus nervios.

— Es muy temprano - ella sabe que siempre despierto temprano pero hoy no lo quería hacer.

— Bien, hola cariño - saludó a Elizabeth.

— Hola Graciela - ella besó su mejilla.

— Bien, les presento a su personal - señalo a las personas que estaban detrás de ella.

— Él es Ignacio y será su jardinero, él es Ian y será el chofer de Elizabeth, Lorenzo será él encargado de darle mantenimiento a toda la casa y por cierto es padre de Ian, Víctor y José son los encargados de la seguridad - los dos últimos parecían muy serios.

— ¿Puedo hacer una preguntá? - Elizabeth estaba a un lado de mí.

— Claro cariño - mamá comenzaba a encariñarse con ella.

— ¿Porqué un chofer si Nathan sabe conducir?, en teoría - lo último lo dijo sólo para nosotros.

— Porque Nathan trabajará he irá a la universidad y no podrá llevarte cuando tú lo necesites, por eso decidí contratar a Ian él si podrá llevarte cuando lo necesites. ¿Puedo proseguir? - pregunto mi madre.

— Por favor - quería que terminara pronto para poder regresar a la cama con Elizabeth.

— Bien, ella es Estela será la cocinera, Mariana, Ana y Rocío serán las encargadas de limpiar toda la casa Ana es hija de Estela y por último último Pablo él sera el jefe de personal - no pude evitarlo y le di un abrazo a ese viejo.

El durante mucho tiempo había sido como mi padre, me cuido, me llevaba a la escuela gracias a él aprendí demasiadas cosas y eso nunca lo iba a olvidar.

— Sabía que te haría feliz tenerlo aquí - mi madre acarició mi espalda.

— Me hace muy feliz madre, gracias - lo extrañaba bastante.

— Bien, los uniformes los tendrán mañana y yo tengo cosas que hacer así que nos vemos mañana - se despidió de todos y salió de la casa.

— Como ya escucharon a la señora hoy trabajaran sin uniforme, pueden ir a hacer sus actividades después acordaremos los horarios de comida, pueden retirase - una sonrisa escapó de mi rostro al momento de que todos se marcharon.

— Siempre dando órdenes - una pequeña risa salió de los dos.

— Así es, ahora preséntame no seas maleducado - solte una pequeña risa.

— Elizabeth él es Pablo, Pablo ella es Elizabeth mi esposa - yo dije eso.

— Y decías que nunca te casarías, es un gusto conocerla al fin señorita Elizabeth - saludo a Elizabeth de mano.

— Sólo Elizabeth, por favor - en poco tiempo ellos serán amigos.

— De acuerdo, Elizabeth - marco un poco su nombre.

— Disculpé señor, mi madre me envio para saber si gusta desayunar - soy yo o esa chica se me esta insinuando.

— Claro que sí queremos desayunar gracias - Elizabeth contesto su comentario recalcando el queremos y tomó mi mano.

Esperen había tomado mi mano.

______________________________________
Nuevo capítulo.

Comenten que les pareció Nathan tierno.

Voten

Avances en mi perfil 🥀💫

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