Mala influencia®

Oleh teensspirit

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YA EN FÍSICO. La irresistible tentación está ahí: para los dos. En medio de todo el desastre, tuvimos que enc... Lebih Banyak

Prólogo
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capitulo 51.
Capítulo 52.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Epílogo
Fin
YA EN FÍSICO

Capítulo 42

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Oleh teensspirit

EROS.

Un día te están haciendo una mamada y al momento siguiente estás arrestado por la policía. Así es la vida.

Sonrío de medio lado. Me duele el labio como la ostia, sé que está saliendo sangre de este porque veo las pequeñas gotas rojas resbalar por mi barbilla y caer en mi pantalón, manchándolo de rojo oscuro. Me han pegado cuando he intentado zafarme de ellos y seguramente me lo hayan partido. Debería de estar jodido. Y lo estoy. Por dentro estoy cabreado. Enfurecido. Tengo ganas de hacer otra jodida lista de la venganza y apuntar todos y cada uno de sus nombres en un cuaderno para que paguen por lo tan capullos que están siendo. Pero respiro hondo y sonrío, porque sé que eso, les jode más.

-Tu abogado está de camino. -habla el policía que al parecer va a interrogarme.

-Chúpame la polla.

Me inclino hacia atrás, apoyándome en el respaldo de la silla. Me duelen las muñecas y si sigue saliendo sangre de mis labios acabaré por desangrarme.

El caso es que Bruce Russell es abogado. Es su trabajo principal junto a rector del reformatorio y director de la escuela. ¿Por qué mierdas no me defiende Bruce? Me conoce, sabe que jamás le haría daño a su hija. Sabe que yo no soy el puto anónimo. Me vio salvando a Reese de los focos. Sabe que salvé su vida en la explosión del coche. Sabe que le partí la cara a Justin McGray cuando él y Ariadna Taylor publicaron ese vídeo sobre ella en el baile de primavera. Simplemente no lo entiendo. Yo no debería de estar aquí.

-Ya me culparon una vez de algo que yo no hice. ¿Vais a hacerlo otra vez? -pregunto inclinándome hacia delante.

El agente me mira pero no contesta. No parece muy viejo, estará al rededor de los treinta, pero ya está medio calvo. Lleva una tarjeta de identificación alrededor del cuello, encima de su camisa azul oscuro. Lleva pistola, no la muestra pero se ve en la cinturilla de su pantalón. No se fía de mi.

La puerta de la sala de interrogatorios se abre y aparece un hombre con traje y un maletín. Se presenta como mi abogado y se sienta al otro lado de la mesa, a hablar conmigo sobre mi caso. Me dice que de momento no van a reabrir el caso del asesinato de mi familia, pero que si me culpan definitivamente por ser el anónimo, podrían hacerlo para ingresarme en la cárcel más años. Aunque claro, según él tengo muchos hechos a mi favor que han sido verificados por varios testigos, entre ellos Bruce y Reese Russell, los cuales están apoyándome.

Llevo un día sin ver a Reese. Nada más me trajeron me encerraron en un calabozo porque aún no iban a interrogarme. He tenido que dormir en un puto banco de metal y esta mañana me han despertado para ponerme las esposas y llevarme a la sala de interrogatorios. Lo primero que he hecho ha sido preguntar por Bruce y por Reese, pero nadie me decía nada. Intenté soltarme, y me pegaron. Según ellos ha sido en defensa propia, así que no tengo derecho a quejarme.

-Comencemos. -habla el agente sentándose en frente de mi. El abogado está sentado a mi lado, con varios informes.- Eros Douglas. También conocido como la Leyenda. -revisa varios papeles y después me mira.- Más de ciento cincuenta casas de acogida, expulsado de todos los reformatorios del país, delitos de varios grados siendo tan solo un niño...Parece que llevas siendo un criminal desde pequeño... ¡que historial más sucio! No me extraña que seas una jodida leyenda. -exclama dejando los folios sobre la mesa.

El abogado me mira de reojo. Yo ruedo los ojos. Superadlo ya.

-Bien, se te acusa de haber ocultado tu identidad bajo un anonimato, amenazando y causando varios intentos de homicidio a Reese Russell, hija del millonario Bruce Russell. Eres la única persona que ha vivido con ellos durante este tiempo, con total acceso a la casa, tus huellas están en una pistola a nombre de Bruce Russell y casualmente los ataques anónimos comenzaron el mismo día en el que tú saliste del reformatorio de Miami y fuiste contratado por el señor Russell. Además en varias ocasiones Reese ha recibido amenazas cuando tú y ella estabais solos, ¿coincidencia?

El policía habla vacilante, pero yo frunzo el ceño. ¿La pistola que llevaba el anónimo está a nombre de Bruce? Recuerdo cuando vi la pistola que llevaba en la cinturilla del pantalón. Tiene que ser la misma.

-¿Creen que esas son pruebas suficientes para meter a mi cliente en la cárcel? -habla mi abogado.- Tan solo son especulaciones. Si Eros Douglas hubiera querido matar a Reese Russell podría haberlo hecho en más de una ocasión. Y no lo ha hecho.

-Podría, pero ¿qué mejor que culpar a otra persona para salir absuelto?

-¿Y qué ganaría con eso?

-No estamos hablando de ganar, señor Kelsey, estamos hablando de justicia.

-El caso es que no hay pruebas suficientes. -sonrío cínicamente. No parece hacerle mucha gracia a el agente Mr. Calvo.

-No, no las hay, por eso solo vamos a interrogarte. Y debes saber que tienes que contestar con la verdad y solo con la absoluta verdad. -carraspea y lee un informe.- ¿Dónde estabas cuando dispararon a Reese Russell en la mansión?

Robándole unos informes a Bruce.

-En la fiesta que se estaba celebrando. -miento.

Empezamos bien...

-¿Puede alguien corroborar el hecho?

-Toda la gente que había allí. -sonrío cínicamente. El agente levanta la mirada y apunta algo en un folio.

Después sigue con el interrogatorio. Pregunta tras pregunta, hora tras hora. Y no hay ni una maldita prueba válida que indique que yo soy el anónimo. Hay varias, pero no las suficientes. Cuando acaba todas las preguntas suspira y se cruza de brazos.

-Hemos acabado. Eres libre, Eros Douglas, pero sigues siendo sospechoso. Cualquier movimiento que hagas a partir de ahora podrá ser utilizado en tu contra.

El abogado se levanta de la silla y se despiden con un apretón de manos. Yo me quedo sentado, ya que las esposas están enganchadas a la silla. La sangre de mi pantalón ya está seca y el labio ya no me duele.

El agente se acerca para abrirlas.

Me froto las muñecas y me levanto de la silla. Me duele el jodido culo de estar sentado todo el puto día. Solo quiero llegar a casa para darme un buen baño y estar con Reese. Quiero ver a Reese.

-Una cosa más. -me detiene el policía poniendo una mano en mi hombro, impidiéndome salir por la puerta. Tarda varios segundos en hablar.- ¿Cómo demonios mataste a toda tu jodida familia sin morir tú? -luego hace un gesto, cerrando los ojos.- Rectifico, ¿como pudiste matar a tu familia siendo solo un niño? ¿Como pudiste, matar a tu jodida hermana pequeña? Eurídice Douglas era solo un bebé cuando murió. Tenía toda una vida por delante. Todo un futuro. Ni si quiera tuvo tiempo de dar sus primeros pasos.

Eurídice Douglas. Eurídice.

Hacia años que no oía ese nombre. Que nadie lo pronunciaba.

Pensaba que ya estaba mas que enterado. Que nadie jamás volvería a pronunciarlo. Nunca. Esperaba que nadie lo hiciera.

-Eres un jodido monstruo, Eros Douglas. No mereces caminar tranquilamente por la calle. Mereces pudrirte entre rejas y morir en la puta cárcel, solo, hasta el cuello de mierda. -tiene rabia en la voz. Sé que le jode de verdad. Que lo siente de verdad, porque puedo verlo en su mirada. Pero me está jodiendo. Me está jodiendo mucho y estoy recorriendo demasiado a mi autocontrol para no chocar mi codo contra su mandíbula y partirle el labio en dos putos trozos.

Respiro hondo. No puedo pegarle. No puedo hacerlo. Si lo hago no saldré de aquí en otros tres días. Bruce tendrá que pagar el daño. No puedo.

-Puedes jugar a ser un niño rico de papá todo el tiempo que quieras, pero no te saldrá bien. Nada de lo que hay allí es tuyo, ni lo será. No eres de clase alta, Eros Douglas, tu sitio siempre será la calle, y si puedo hacer algo, cualquier cosa, para que acabes entre rejas... -murmura soltando mi hombro.- No dudes en que lo haré. No descansaré hasta verte en la cárcel. Donde debes estar.

Inspiro. Expiro.

Reúno toda mi fuerza de voluntad y finjo que no me ha afectado, mostrando una media sonrisa algo sarcástica.

-Ya que vas a dedicar tu tiempo a desperdiciarlo porque parece ser que tu vida es tan jodidamente aburrida que no se te ocurre nada más que hacer... -suspiro y le miro a los ojos.- Podrías dedicarte a investigar un poco antes de hablar. Parece que no tener pelo ha afectado a tu diminuto cerebro de mierda y no procesas bien las cosas. -después pongo una mano en su hombro, abriéndome paso.- Yo no maté a nadie. Y nadie se molestó en buscar pruebas a mi favor. Ahora si me disculpas, me iré a casa a darme una ducha, vuestra sala de interrogatorios huele a mierda.

Dicho esto salgo de la sala. Hay policías vigilando cada puerta, y uno de ellos me acompaña hasta la salida del pasillo, la cual da a la comisaría.

Lo primero que veo al salir es a todos esperándome, pero sobretodo a Reese, su cara, con los ojos aguados. Tapa la boca con sus manos. También está Bruce, el cual me está mirando con algo de brillo en los ojos, con una mirada muy familiar. La mirada con la cual mira a Reese. Y a su lado, están Diego y Simon. El pequeño sonríe de oreja a oreja y Diego parece que suelta un suspiro de alivio.

Ellos son mi familia. No tendrán mi sangre, y no serán mi verdadera familia, pero son los que están ahí. Esperándome. Preocupados por mi.

Reese corre hacia mi y envuelve sus brazos en mi cuello, abrazándome. Rodeo su cintura y hundo mi rostro en el hueco de su cuello, oliendo su pelo. Huele genial. Se separa y me mira a los ojos, y no hace falta que diga nada, porque puedo verlo cuando me coge del rostro.

-Eros... -murmura Bruce dándome un semi abrazo, acompañado por dos palmadas en la espalda.- Me alegro de que te hayan soltado. -después observa mi labio y la mancha de sangre que tengo en el pantalón.- ¿Estás bien? ¿Quieres que te lleve al hospital?

Niego con la cabeza, restándole importancia.

-Solo es un corte.

-Tienes el ojo morado, hermano. -habla Diego poniendo una mano en mi hombro.

Me encojo de hombros, mientras comenzamos a caminar hacia la salida.

-Los policías y yo no nos llevamos bien.

-¿Son malos? -pregunta Simon algo confundido. Diego y yo nos miramos entre nosotros sin saber qué decir.

Son las personas que deberían encargarse de que todo ande bien y de hacer justicia, y sin embargo lo único que han causado en mi vida ha sido una completa destrucción.

Las palabras del agente siguen sonando en mi cabeza. Sé que lo ha dicho porque piensa que soy el asesino de mi familia, pero eso no hace que sean menos ciertas.

¿Que estoy haciendo con mi vida? Miro a Reese, con el anillo de compromiso en su dedo y ella me devuelve la mirada con una sonrisa.

Es perfecta. Es una jodida princesa. Mi princesa. Lo supe cuando la cargué a mis brazos aquel día que se torció el tobillo en sus clases de ballet. Era la descripción perfecta de la concepción de princesa que había tenido toda mi vida. Era inteligente, con carácter, valiente, decidida y no necesitaba a nadie para arreglárselas. Casi estaba sola antes de que yo llegara, y aunque no necesitaba a nadie para que la salvaran, yo lo hice. Y sí, sé que el físico es relativo, pero estoy seguro de que para mí es la chica más jodidamente guapa que he visto. Y ahora estamos prometidos. Ya no solo es mi princesa, si no que también es mi prometida.

Estoy prometido con Reese Russell, y aunque admito que le pedí matrimonio por miedo a perderla, lo cierto es que me encantaría pasar la vida con ella. Y me lo imagino, y es... joder, es todo perfecto, pero no sé si podré. No se si estoy preparado para todo esto. Solo lo veo como un sueño, lejano. Un sueño imposible de alcanzar.

Porque yo no soy así. No soy el chico que pone apodos, el chico que se enamora y se compra smokings igual de caros que los apartamentos de sus amigos, el que va a reuniones de gente con clase y estudia en la universidad. Nada de lo que tengo ahora mismo es mío, ni me lo he ganado yo, por lo tanto no me lo merezco. No he trabajado duro para llegar hasta aquí, solo me he dedicado a vengarme de la gente de mi alrededor y causar la jodida destrucción. Y aunque suene irónico, eso no está nada bien.

Había estado muy seguro de mí mismo hasta hoy, pensaba que todo lo que estaba haciendo era lo correcto, pero era porque nadie me había mirado a los ojos y me había dicho cual era la realidad.

Y es que ya no sé ni quién coño soy.

-Esperad un momento, tengo que hacer una llamada. -digo serio antes de subir al coche. Todos se giran a mirarme y puedo ver que Reese tiene una mueca extraña en su rostro. Sé que luego me preguntará sobre esto.

Me alejo y marco el teléfono de Peyton en mi móvil.

Cógelo, por favor.

-Hey, leyenda. -habla al otro lado.

No titubeo.

-Creo que tengo que alejarme de Reese.

*******
¡¡¡¡Ya somos 3M!!!!

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Instagram = @teennsspirit

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