The Same Heartbreaker (2) ✔️

By isnotcandy

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Segundo libro de la Trilogía Heartbreakers. Es necesario leer el primer libro para entender este. Cuidado co... More

Prefacio.
Prólogo.
1. Quinn.
2. Liam
3. Quinn.
4. Liam.
5. Quinn
6. Liam.
7. Quinn
8. Liam.
10. Liam
11. Quinn
12. Liam
13. Quinn
14. Quinn.
15. Liam.
16. Quinn.
17. Liam
18. Quinn
19. Liam
20. Liam
21. Quinn.
22. Quinn
23. Quinn
24. Liam.
25. Quinn
26. Quinn.
27. Liam.
28. Quinn
29. Liam
30. Quinn.
31. Quinn
32. Liam.
33. Liam
34. Quinn.
35. Quinn
36. Liam.
37. Quinn.
38. Quinn.
39. Liam.
40. Quinn.
41. Liam.
42. Quinn
43. Quinn
44. Liam.
45. Quinn
46. Liam.
47. Quinn.
48. Quinn
49. Quinn.
The Last Heartbreaker (3)

9. Quinn.

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By isnotcandy




Capítulo editado

9 | QUINN.

El viaje en auto hasta la casa de Jayden es silencioso. Tal como lo esperaba. Panic At The Disco llena el ambiente en volumen bajo.

Estoy sentada en los asientos de atrás como una niña de cinco años que viaja con sus papás. Papá, en este caso, es Zack. Tiene una mano en el volante y la mirada fija en la carretera. No lo va a admitir en un millón de años, pero al igual que yo, encuentra esta situación rara e incómoda.

Desgraciadamente creo conocer a Zack Gallagher bastante. Y sé que cuando está incómodo, evita contacto visual y tamborilea sus dedos sobre el volante como si estuviera pasándola bien.

Luego está Adelaide. La pelirroja se ve fastidiada en su asiento. Está tensa, y el perfume de rosas que se ha puesto va hacer que me desmaye en cualquier momento. Es tan fuerte que estoy segura que está ahogando a las pocas neuronas que me quedan. ¿Es fragancia o maldito cloroformo?

Cada tanto me echa un vistazo, como si fuera capaz de saltar por Zack desde los asientos de atrás para besarlo.

Recargo mi cabeza contra el respaldo y resoplo pesado. Debí haber esperado otro Uber, pero ya es tarde. No puedo estirar mi llegada tarde aún más. Scarlett estuvo molestándome con mensajes preguntándome cuando voy a llegar.

Reconozco vagamente la zona de la casa de Jayden. Sé que no falta mucho para que lleguemos. Por suerte. Un minuto de más en este auto y exploto de la incomodidad y tensión. Seth diría ahora mismo: "La tensión se presta para cortar apios". Ahogo una risa y miro por la ventana. Vuelvo la vista al frente y pillo a Zack mirándome por el espejo retrovisor.

Bajo la cabeza.

No quiero hacer contacto visual con él.

—Mañana iremos a Forest Park, ¿verdad? —le pregunta Adde a su novio.

Elevo mis cejas con curiosidad. ¿Para qué demonios Adelaide quiere ir a un bosque? ¿Serán ese tipo de pareja que hace actividades tontas como picnics al aire libre y salir a correr? No, imposible. Zack no es una de esas parejas. Ni siquiera amenazándolo con un arma sería capaz de hacer ese tipo de cosas.

Nos conocimos en una fiesta.

Y la mayoría de los lugares a donde salíamos cuando estábamos juntos era a bares o más fiestas.

—No puedo. Le prometí a papá que lo ayudaría con una cosa.

—Oh, está bien —responde en un hilo de voz.

Quiero reír. Quiero reír porque es mentira y su novia no se da cuenta. Para no quedar tan mal, disimulo mi risa al toser. Oigo a Adde gruñir.

—Ya estamos aquí —anuncia Zack deteniendo el auto frente a una casa. Es el típico hogar americano. Un lindo patio delantero con el césped bien cuidado y algunos arbustos. Incluso hay flores que me dan a saber que alguien les dedica mucho tiempo. El porche tiene tres escalones y algunos lugares para sentarse.

Adentro, la casa tiene todas sus luces encendidas. Claramente, los padres de Jayden no están.

—Gracias —me aseguro de que me oigan antes de bajarme del auto.

Tomo una profunda respiración una vez que estoy afuera. El aire sigue oliendo a verano. Es la combinación de cosas pequeñas. El césped mojado y recién cortado, un poco de calor y flores.

A medida que me acerco, puedo escuchar mejor la música que retumba dentro. Subo las escaleras del porche y toco el timbre. En pocos segundos, la puerta se abre y Jayden aparece en ella.

Jayden es lindo. No tan lindo como otras personas que conozco, pero definitivamente entiendo por qué a Scarlett le llamó la atención en primer lugar.

—¡Quinnie! —exclama este sosteniéndose de la puerta para no caerse. Dios. Este chico estuvo bebiendo demasiado—. Que bueno que llegaste. ¿Tomaste un Uber?

—Nop. Zack y Adde me trajeron.

Inmediatamente, Jayden inclina su cabeza hacia un costado y mira detrás de mí. Volteo y veo que el auto de Zack sigue ahí, esperando a que entre. Me doy cuenta con rapidez de lo que está por pasar.

Sobre mi cadáver incinerado.

—No perdamos tiempo acá. Vamos adentro —intento empujar a Jayden.

Adelaide baja la ventanilla y agita su mano en dirección a él para saludarlo.

Sigue aprovechando de que Jayden sigue siendo su amigo por más que Scarlett le esté dando la ley del hielo.

—¿¡Qué haces ahí?! —vocifera él en un tono borracho—. ¡Entra! Y trae al estúpido de tu novio si quieres.

A Scarlett no le gustará esto.

Para nada.

—¿Scarlett no te lo ha dicho? —mascullo al ver como Adde está considerando seriamente bajarse del auto y arruinarme la noche.

—Sí —admite asintiendo con la cabeza—. Pero no estoy de acuerdo con ella. Creo que está comportándose como una niña. Además, Adde es mi amiga y esta es mi casa.

Jayden vuelve a insistirles a Zack y Adelaide en el auto.

No confío en nadie, pero confío en que Zack va a tener un gramo de inteligencia y le dirá a Jayden que no. Seguirán conduciendo y si tengo mucha suerte, se estrellarán contra un árbol.

Sin embargo, mi suerte en esta vida es nula.

—Está bien —responde finalmente ella y abre la puerta para salir.

Suelto una maldición entre dientes a lo que Jayden me mira incrédulo.

—No seas una bebé, Quinn.

—No estoy siendo una bebé —sentencio.

Lo esquivo y entro a la casa pensando en cuán mal me cae Jayden ahora. No estoy siendo una "bebé". Simplemente quiero alejarme de Zack. Suficiente con que compartimos casa. Pensé que esta noche podría relajarme, pasarla bien con Scarlett y quizás beber un poco.

Pero ahora tengo al enemigo respirándome en la nuca.

Zack y Adelaide acaban de frustrar mis planes. Por más que no se acerquen a mi por toda la noche, estarán ahí. Se besarán, harán todas las estupideces que hacen las parejas y yo estaré ahí para presenciarlo. E incluso si se esconden, mi mente lo sabe. Ellos están ahí.

—¡Hola! —exclama Scarlett agitando sus brazos desde la puerta que da al patio trasero. Observo sus ojos brillosos, su cabello revuelto y sus labios rojos. Alguien no se tomó lo de beber a la ligera.

—Hola —suspiro aceptando su abrazo.

Mi amiga huele a vodka saborizado y a shampoo. Crean o no, es una buena combinación. Viste un vestido negro strapless ajustado al cuerpo que tiene botones desde arriba hacia abajo. Se ciñe bien a su figura de porrista. Su cabello se encuentra alisado como de costumbre.

—¿Por qué esa cara? —me pregunta al separarse.

Estoy por responder cuando su mirada se posa a mis espaldas. Su rostro se desfigura y es cuando sé que los vio. Volteo también porque la curiosidad me puede.

Adde, Zack y Jayden se acercan a nosotras. Este último está demasiado borracho como para darse cuenta que su novia quiere asesinarlo ahora mismo.

—Traje a tu amiga —le dice Jayden a Scarlett. Pasa un brazo por sus hombros, y no leyendo el contexto, besa su mejilla.

Scarlett aprieta su mandíbula y asiente.

Lo que pasó entre ellas es bastante simple y fácil de explicar. Scarlett le explicó a Adelaide que intentaría recuperar su amistad conmigo. No es un misterio por qué no le caigo bien a Adelaide. Soy la ex de su novio. Así que no aceptó la decisión de Scarlett.

Fin de la historia.

Ahora las cosas están tensas entre las dos.

Mientras Scarlett y Adelaide intercambian un incómodo saludo, mantengo mi mirada fija en Zack. Él lo nota pero no dice nada. Espero que no haga nada estúpido. O yo misma me encargaré de golpear su trasero hasta la puerta.

—Vamos. Quiero beber algo —le digo a Scarlett. Ella asiente rápidamente, entrelaza un brazo con el mío y me guía rápidamente a la cocina.

Se apoya contra una pared y se ríe. La miro con incredulidad por unos momentos y me río con ella sin terminar de entender bien por qué.

—Es tan tonto —suelta cuando estoy preguntarle la razón por la que nos reímos—. Todo es tan tonto. Mierda. Y yo pensé que mi último año no sería interesante.

—Tengo la tendencia a volver la vida de todos interesante —bromeo aunque sé perfectamente que detrás de cada broma hay un poquito de verdad—. Atraigo el drama.

—Y que lo digas —suspira.

En las últimas semanas, me encargué de contarle a Scarlett con lujo de detalles lo que pasó en mi agitado año en Miami. Le conté sobre todos y lo que pasó. Tuvo reacciones muy variadas. Sorpresa, terror y luego se río un poco.

Me dijo: «Quinn, estás loca». Y sí, quizás lo esté.

La noche comienza para mí cuando somos solo Scarlett, una botella de vodka y yo. No solía beber.  No era de esas chicas que debían beber para divertirse pero ahora lo necesito. Era una regla estúpida de todos modos.

Es así como terminamos sentadas en al borde de la piscina, riendo como si no hubiese mañana mientras continuamos experimentando tragos. El vodka se presta para mezclarse con casi todo, y eso es lo malo. No eres consciente sobre cantidades y cuando menos te das cuenta, estás caminando para atrás y hablando otro idioma.

—¡Pero si son mis chicas favoritas! —exclama Jayden llegando. Ya no luce tan borracho como antes. Sospecho que dejó de beber hace horas.

—Piérdete, Jayden —respondo.

Se sienta en el suelo al lado de Scarlett y es cuando me doy cuenta de que no viene solo. Un chico más se une y se sienta a mi lado. Trato de no hacer contacto visual. ¿Y esté quién es?

—Oh, él es Sam —se apresura a hablar el que supuestamente tiene que perderse.

Giro a mirarlo con cuidado. Lo recuerdo vagamente de años anteriores. Está en el equipo de fútbol, y solíamos compartir unas cuantas clases pero nunca hablamos.

Sam tiene el cabello corto oscuro, ojos marrones y contextura física de jugador de fútbol. También tiene una bonita sonrisa, sin dudas. No es tan guapo como Jayden —aunque tenga que perderse, debo admitirlo, Jayden tiene lo suyo.

—Quinn, ¿verdad? —me pregunta.

Asiento.

—Oh, le he contado mucho sobre ti —interviene Jayden.

—¿Y por qué hablas de mí? —arqueo una ceja. Tengo ganas de reír ante el rostro frustrado que pone Jayden.  Definitivamente la bebida me está afectando.

—¿Puedes dejar de ser tan... Así? —resoplo. 

Muerdo mi labio y niego con la cabeza.

—Dejen de pelear —nos pide Scarlett. Alza la botella de vodka la cual va por la mitad, la mira como si dudara entre prepararse otra bebida y dejar de beber. Como no logra decidirse, eleva su mirada hacia mí en busca de un consejo. Asiento lentamente y ella se pone a lo suyo con los vasos.

—Veo que se están divirtiendo —comenta Sam riendo ante el juego de miradas.

—Pero no tanto. Por eso venimos a proponerles un juego —una sonrisa maliciosa se estira en el rostro de Jayden.

Aquí vienen los "juegos" que terminan el noventa por ciento de las veces mal.

Reprimo un suspiro cansado.

—¿Qué juego? —pregunto elevando mis cejas. Scarlett me entrega un vaso. Ya perdí la cuenta de cuántos llevo.

Seguro es verdad o reto.

—Verdad o reto —responde Sam.

Mhm. Verdad o reto.

Arrugo mi nariz y miro a Scarlett porque sé que dirá que no. Quiero que Jayden y Sam desaparezcan así poder seguir hablando con ella.

Sin embargo, nuestra conexión mental falla. Quizás haya demasiado vodka de por medio. .

—¡Sí, juguemos! —exclama Scarlett.

—¿Solo nosotros cuatro? —inquiero en busca de cualquier excusa para evitar el juego y no quedar como una aguafiestas—. Me parecen pocas personas para jugar a eso, deberíamos hacer otra cosa.

—¿Quieres más gente? —cuestiona Jayden. Si algo he aprendido de él en estas semanas es que es un chico al que le encantan los retos. Siempre quiere la última palabra, es muy competitivo y ama ganar. Si, tiene un rostro bonito, pero no sé qué más le ve Scarlett—. Esta bien, mas gente será. ¡Oye, Zack!

Maldito imbécil de mierda. Lo voy a matar.

Aprieto mi puño izquierdo y con mi mano derecha, llevo el vaso a mis labios y me termino todo lo que queda. Realmente no estoy midiendo cuánto estoy bebiendo. Solo sé que todo se siente más suave, apenas siento mis labios y tengo una sensación de "oh, puedo hacer todo lo que me proponga". 

—¡Zack, Adde, vengan! —exclama Jayden agitando su brazo.

Digan que no. Digan que no.

Zack claramente se ve horrorizado con la idea de acercarse. Adelaide no tanto, porque tira del brazo de su novio y caminan hacia nosotros. No puedo perder de vista la sonrisa maliciosa que estira.

Me da ternura. Quiere jugar a ser la niña mala.

Juguemos.

—Jayden eres un estúpido —declara Scarlett viendo como la pareja se acerca a nosotros. ¿Le sigue pareciendo una buena idea?

—¿Qué demonios les pasa a las dos? —cuestiona él mirándonos a las dos con el ceño fruncido—. ¿Acaso se han puesto en campaña para odiarme? —bufa.

¿Es que no entiende nada? Hasta una mosca sería capaz de leer el contexto y darse cuenta de la tensión.

—Hola, hola —saluda Adelaide fingiendo una sonrisa. Se sienta en el suelo al lado de Sam, quien se acerca más a mi para darle lugar. Muy poco sutil. Había espacio de sobra.

Tira a Zack y lo obliga a sentarse a su lado. No luce nada divertido. Creo que nadie lo está, excepto por Jayden, Adde y quizás, Sam.

—Estamos por jugar a verdad o reto, ¿se suman? —les pregunta Sam antes de beber de su cerveza.

—No. —contesta Zack sin rodeos.

—¡Sí! —festeja Adde como si fuese la mejor idea del mundo.

Zack aprieta su mandíbula. No agrega nada más. ¿De verdad va a jugar? Sube la vista hasta encontrar mi mirada y se ríe.

Odio incluso su risa.

Sabía que no iba a llevarle mucho tiempo utilizar este momento para su ventaja.

Esquivo su mirada como si tuviera la peste.

Dato interesante: Zack y yo nos besamos por primera vez en uno de estos juegos. Patético. Pero la situación era diferente, la música retumbaba en el suelo, la casa de fraternidad estaba a punto de estallar y nos retó a hacerlo Miller, uno de los mejores amigos de Zack. Era tonta. Habíamos salido una sola vez.  Le dije que sí, y mira como estamos ahora.

Adde nota las miradas rápidamente. Se inclina hasta recostar su cabeza en el hombro de Zack y pide que empecemos a jugar.

¿Cree que voy a robarle al chico? Dios mío, no. Empecemos porque ahora es mi hermanastro y terminemos porque este imbécil es el rey de los imbéciles. Nunca en mi puta vida.

Jayden termina lo poco que queda de su Corona y posiciona la botella en el medio. Esta gira y apunta a Scarlett. Él le sonríe.

—¿Verdad o reto, corazón? —inquiere.

—Verdad —responde sin dudas y sin mirarlo, se encuentra ocupada preparando nuestra bebida número mil, tal vez.

—Uhm, no hay nada que ya no sepa —simplifica Jayden tras alzarse de hombros.

—Entonces pregunto yo —se apresura Adde a entrar en escena. Esta vez, Scarlett eleva la vista pero no dice nada, simplemente asiente.

La pelirroja se acomoda sobre el césped y echa su larga cola de caballo hacia atrás. Su manera de mirarla lo dice todo, está por tirar una bomba de esas que empiezan con "V" y terminan en "enganza". 

—Dispara —Scarlett chasquea su lengua, mostrándose segura de sí misma.

—¿Lo has hecho con Jayden? —pregunta.

Parpadeo con sorpresa, lo dijo como si ella ya supiera la respuesta.

Respiro hondo, porque si no, voy a arrancarle cada cabello rojo de su cuerpo.

Todos nos quedamos callados. Es obvio que lo dijo porque no ha sucedido, Jayden y Scarlett no han tenido sexo. Dando más contexto, Scarlett nunca se acostó con nadie. Y no es asunto de Adelaide.

No es asunto de nadie más que de Scarlett.

Por eso va a correr sangre si esta chica no aprende a cerrar la boca.

Jayden palidece visiblemente. Scarlett mira a Adelaide como si quisiera matarla. Sam encendió un cigarrillo y exhala el humo con la cabeza hacia arriba. Se nota que está aburriéndose. No lo culpo. Zack se encuentra entretenido ante la situación y su novia, la asistente del mismo satanás, sonríe con picardía.

¿Se cree más porque tiene sexo con su novio?

¿En manos de quién está la sociedad?

—No, no hemos tendido sexo aún —sentencia mi mejor amiga sin darle importancia. Quiero aplaudirle por la respuesta madura. Si fuera yo, probablemente le hubiera lanzado lo que me queda del vaso en el rostro.

Adde sonríe con satisfacción. Sin embargo, puedo ver un ápice de decepción al ver que no atrajo la reacción que tenía en mente.

Quiero arrastrarla por el suelo. No importa la situación, nunca se juega con las inseguridades de una chica. Mucho menos si esa chica es mi amiga.

El juego continua y a Sam lo retan a quitarse los jeans. Lo hace sin chistar enseñándonos sus calzones de marca que nadie quiere ver.

En el tercer turno, la botella gira a manos de Sam y cae en Zack. Luce sorprendido, como si acabara de recordar que no es un simple espectador del juego y que está participando.

—¿Verdad o reto? —le pregunta Sam.

—Verdad.

Sam parece haber pensado su pregunta tiempo antes de que la botella apunte a Gallagher, porque lo suelta de una y sin pudor:

—¿Quién es mejor en la cama, Quinn o Adelaide?

Me ahogo con mi bebida y comienzo a toser. Tanto que tengo miedo de que se me escape un pulmón. Scarlett palmea mi espalda. Puedo escucharla reír. Mi ex novio se ríe por lo bajo y muerde su labio inferior.

—¿Puedo elegir reto? —inquiere él, probando su su carta más inteligente.

—No, se elige una vez —Jayden le aclara las reglas del juego. Sospecho que solo quiere ver el mundo arder.

Zack me mira una vez más.

—Quinn —responde.

Mi cara se desconfigura del horror.

Tengo que haber sido el mismo Diablo en mi vida pasada. Esta mierda no se explica.

Parpadeo atónita. Zack y yo estuvimos juntos unos cuantos meses. Tan solo un mes y yo estuve lista para hacer volar mi virginidad por la ventana. Mi excusa era que Zack me gustaba un montón y me sentía segura con él. La verdad era que tenía miedo de que me deje con alguien que sí se entregue porque él era más grande. Por más que él me aseguraba de que eso no sucedería y podíamos esperar lo que yo quiera.

Aún así, los rumores lograron llegarme a la cabeza. Las veces que no podía ir a los lugares que me invitaba porque tenía clase temprano al día siguiente y luego veía en redes sociales como salía y estaba rodeado de otras chicas. Fue demasiada presión.

No me arrepiento de haber perdido mi virginidad con Zack. Suena contradictorio. Ya lo sé. Las cosas terminaron terriblemente mal y mi corazón se rompió en mil pedazos, pero la realidad es que mientras salíamos, Zack no estaba tan mal. El día que finalmente decidí llevar nuestra relación al próximo nivel, él se encargó de tratarme bien y que lo disfrute lo más que pueda.

Las primeras veces fue incómodo. Y raro. No me sentía acorde a mi cuerpo.

Recién empecé a disfrutar el sexo con Liam. Se sentía completamente distinto. Mi corazón latía con más fuerza, era como si adrenalina pura corriera por mis venas y el deseo hacía que mi cuerpo tiemble de anticipación. La química que teníamos era de otro mundo. Nunca hice click con una persona tan bien como con Liam.

Respiro hondo y ahuyento esos pensamientos antes de que pueda convertirme en mar de lágrimas.

Vuelvo a la realidad, donde Zack acaba de soltar esa atrocidad.

Sé que está mintiendo. Y que lo hace solo porque sabe que odio su respuesta. Lo puedo ver en su rostro satisfecho.

Adde se levanta de su lugar, totalmente indignada y enojada.  Se aleja de la ronda y Zack se apresura a seguirla. Me pregunto cuánto va a seguir pretendiendo que esta chica le gusta.

Cuando están lejos, dejo escapar el aire que contenía en el pecho.

—¿Qué demonios pasa entre ustedes dos? —me interroga Jayden con el ceño fruncido—. ¿Cómo terminaron las cosas?

—Mal  —contesto alzándome de hombros y luego suelto un resoplido—. Y las cosas están raras. Mi vida entera está rara en estos momentos.

—Y la pregunta del millón, ¿lo sigues queriendo? —pregunta Sam dejando morir su cigarrillo en el césped. Jayden lo mira mal y mete la colilla en la botella vacía de Corona.

—Por supuesto que no —contesto de manera automática.

No lo quiero de vuelta. No de esa manera, nunca. Sin embargo, es inevitable que en lo más profundo de mi corazón, siga habiendo algunos sentimientos por él. Son cosas que no se borran tan fácil con el tiempo. Cómo preocuparme por cómo está, o que simplemente me importe.

Quiero suspirar.

Me destruyó de una manera terrible, y a una parte de mi, le sigue importando.

Considero que es eso lo que está mal con la raza humana. Nos obsesiona lo que nos hace mal. Perseguimos lo que nos causa dolor, pero el dolor no lo queremos pasar. Sabemos que todo terminará mal y aún así continuamos con ello. Nos dejamos llevar por las emociones del momento y no medimos el largo de la caída o la desastrosa muerte frente nuestras narices.

Quiera o no, nadie olvida a su primer amor. Se tatúa en un pedacito de tu alma y se niega a irse. No importa si los recuerdos son malos o buenos, se quedan.

Agradezco mentalmente cuando todos decidimos que es mejor no seguir con el juego. Es así como nos ponemos cómodos y charlamos. Jayden pasa un brazo por los hombros de Scarlett, atrayéndola a él. Ella me envía miradas curiosas porque de repente me encuentro riéndome con Sam. Son ojos de "los estoy emparejando en mi mente".

Me recuesto en el césped junto a Scarlett. Sam, con su actitud de "todo me importa una mierda", se acuesta apoyando su cabeza en regazo. Por lo menos el humo de sus cigarrillos no está dirigido a mi.

Dejamos que la conversación fluya a medida que los vasos de vodka continúan. Cada vez siento cómo me afecta. Mi lengua se traba, me siento más liviana que antes y de repente, todo me parece gracioso.

Jayden tiene a Scarlett entre sus brazos. Lucen muy tiernos juntos. Amo los clichés. Ella es la capitana del equipo de porristas y él es el mariscal de campo del equipo de fútbol. A veces soy una romántica sin remedio.

Les tomo una foto con mi celular y la subo a una historia de Instagram. Sam ve el proceso en el cual le pongo filtros y cuando estoy con la guardia baja, me arrebata el móvil de las manos. Protesto, pero me ignora y honestamente me parece gracioso.

Comienza a sacarse fotos y a subirlas con descripciones divertidas a mi historia. Poco me importa. Que los no sé cuántos seguidores que tengo las vean. Que vean la poca genialidad de Sam.

Extrañamente, con el pasar de las horas, me relajo y encuentro la compañía de Sam menos irritante que antes. Sigo riéndome de todos sus chistes.

No me doy cuenta en qué momento Scarlett y Jayden se fueron, pero cuando subo la mirada ya no están a nuestro lado. Los busco por el patio sin mucho éxito.

Entrecierro mis ojos al recargarme en mis hombros. ¿Dónde están?

—Muévete, Samuel —lo empujo. La sangre ha dejado de circular por mis piernas, y ya me harte.

—¡Oye, ¿cómo sabes que me llamo Samuel?! —inquiere este asombrado.

Arqueo una ceja.

—No hace falta ser muy inteligente, ya ves —respondo sin humor y vuelvo a empujarlo. Sam se levanta y me extiende la mano para ayudarme. La acepto, puesto a que sé que mis piernas fallarán.

Mi cabeza da vueltas y me cuesta mantenerme de pie. Voy a arrepentirme de esto mañana temprano.

—Luces fatal —remarca Sam arrugando su nariz—. ¿Necesitas ayuda?

—Nop, puedo solita —respondo y tomo una profunda respiración antes de comenzar a caminar. Lejos de la piscina para no causar accidentes.

Cruzo el patio trasero y vuelvo a entrar a la casa, no sé qué hora es. Probablemente sean las tres de la mañana. Sigue habiendo la misma cantidad de gente que cuando llegué.

Volteo y compruebo que Sam no me sigue. Qué gran compañero.

Me las apaño para llegar a la cocina. Necesito beber agua. No recuerdo si fue Nick o Tyler quién me enseñó que si me siento tan terrible como ahora necesito beber agua. Tan simple como eso.

Abro el refrigerador como si se tratase de mi propia casa y saco una botella de agua. La abro y arrojo la tapa al suelo porque lo encuentro bastante lógico. Bebo más de la mitad en un solo tirón.

Apoyo mis manos en la isla de la cocina y dejo la botella vacía a un lado. Es cuando entra Jayden, interrumpiendo mi soledad.

—Hola —saludo apenas levantando la vista.

Jayden no contesta, y es cuando su enojo. Es visible en todo su rostro y postura. Masculla algo por lo bajo y abre el refrigerador para sacar una botella de agua.

—¿Qué pasó? —frunzo el ceño.

—Nada —espeta sin mirarme.

Uhm.

—¿Scarlett y tú se pelearon? —inquiero apoyando mi cadera contra la mesa.

—Algo así —responde y destapa su botella.

—¿Qué pasó? —presiono con curiosidad.

—Scarlett no tiene las mismas ganas que yo le tengo a ella —suspira y sé que si estuviera en su mejor estado de lucidez, nunca me lo diría. En fin, el alcohol hace cosas maravillosas—. No quiero ser un imbécil al presionarla, pero... A veces se siente como si no quisiera estar conmigo o tenerme cerca.

—Entonces, estás caliente —resumo en un chasquido de lengua y me giro para poder mirarlo mejor. Jayden recarga su espalda contra la puerta del refrigerador. Se cruza de brazos.

—Básicamente. ¿Sabes hace cuanto que no...? —me pregunta y luego se queda callado. Arrugo mi nariz—. No querrás saberlo.

Pongo mis ojos en blanco.

—Jayden, el sexo no lo es todo —le recuerdo. Nunca entenderé porque los chicos siempre piensan en tener relaciones. Uhm, bueno sí entiendo.

—Lo sé. Amo a Scarlett. Amo su forma de ser y todo en nuestra relación, siento que es perfecta para mi —habla. Pasa una mano por su cabello. Sigo el movimiento con mis ojos—. Pero... No lo sé. No sé si está funcionando. Me está haciendo dudar de mí, de nuestra relación. De por qué no me quiere de esa manera.

—No seas imbécil, Jayden —ruedo mis ojos, cansada de este acto—. Estás buenísimo, cualquier chica se acostaría contigo.

—¿Estás queriendo decir que te acostarías conmigo, Meyer? —inquiere con diversión, su mal humor esfumándose.

—Si estuvieras soltero, sí —me alzo de hombros.

Jayden se ríe, y luego estira una sonrisa mientras clava sus ojos en los míos.

No me gusta esa mirada. Solo indica problemas.














Nota:

¿JAYDEN Y QUINN? MHMMM

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