Perfectos Mentirosos © [Compl...

By Alexdigomas

133M 8.6M 25.8M

Recién llegada a la elitista universidad Tagus, Jude Derry descubre que ahí todo gira alrededor de las fiesta... More

Nota
Prólogo
Antes de leer...
LOS PERFECTOS MENTIROSOS
Tagus
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21 - Primera parte
21 - Segunda parte
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23 - Primera parte
23 - Segunda Parte
24 - Primera parte
24 - Segunda parte
25 - primera parte
25 - segunda parte
Notita
26 - Primera Parte
26 - segunda parte
27 - Primera parte
27 - Segunda parte
28
29 - Primera parte
29- Segunda parte
29 - Tercera parte
NOTA SUPER IMPORTANTE
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31 - Primera parte
31 - Segunda parte
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33
34 - Primera parte
34 - Segunda parte
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36
37 - Primera parte
37 - Segunda parte
38 - Primera parte
38 - Segunda parte
EPÍLOGO
Nota final de la autora
-Extras de la historia-
AEGAN (1)
CAPÍTULO EXTRA
EXTRA ESPECIAL

27 - segunda parte (repetido para aquellos a quienes no les carga el anterior)

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By Alexdigomas



¡Hola! Vuelvo a subir el MISMO CAPITULO ANTERIOR porque he recibido muchos mensajes de que no lo pueden leer bien, no les aparece o no carga. Wattpad se ha estado actualizando mucho últimamente, esto puede ser parte de los errores. Así que ya saben, Este es el capitulo 27 segunda parte y hasta acá ha sido actualizada la historia POR EL MOMENTO. Lo dejaré por este día y lo borraré mañana para que no salga repetido. El punto es que puedan leerlo quienes no han podido. 


27

Segunda parte

Y...

Todos pasamos a modo: ¡patitas pa' qué las tengo!

Aleixandre se perdió a toda velocidad por el pasillo del apartamento en busca de algo. Artie, con movimientos nerviosos, comenzó a recoger la mochila que había tirado sobre el sofá. Aegan, por otro lado, solo se quedó ahí parado como una plasta de excremento, escribiendo rápidamente en su teléfono a quien sabía quién.

—Sedster estará aquí en unos minutos —informó Owen.

Él ya había entrado en el apartamento, pero el agite y el nerviosismo no habían desaparecido de su rostro. Se veía más rojo que nunca, y muy pero muy asustado. No parecía el típico alumno rico de Tagus, sino un chico vulnerable y aterrorizado por una amenaza mucho más poderosa.

A decir verdad, ni siquiera le había visto la cara al famosillo Byron, pero en mi cabeza se formó una imagen semejante a la de un personaje del universo de Batman: gris, burlón, con unos aires del Guasón y unos ridículos pantalones de raya junto a un saco al estilo gánster.

Okey, el miedo me estaba afectando mucho.

—Váyanse ya —nos exigió Adrik a todos.

—¡Tengo las llaves del refugio! —anunció Aleixandre, apareciendo de nuevo en la sala.

—¿Te sabes los códigos? —le preguntó Adrik.

—Justo ahora sé los códigos más de lo que sé quién carajos es nuestro padre —respondió Aleixandre con una nota amarga y resentida.

—Hay que dejar los autos —informó Aegan también.

—¿Ed? —preguntó Aleixandre.

—Ya le avisé y vendrá a buscarnos —respondió Aegan al instante.

Wat?

¿Cuál refugio?

¿Cuáles códigos?

¿Quién era Ed?

Aturdida y como una estúpida, giraba la cabeza de un hermano a otro mientras ellos soltaban cosas de las que no tenía ni idea. Decían todo tan rápido y de un modo tan maquinal que no me quedó dudas de que eran asuntos que tenían planeados desde hace mucho, como si siempre hubiera existido la sospecha de que un momento así llegaría.

¿Problemas de ese tipo eran típicos para ellos?

—Todo listo entonces —asintió Adrik.

En cuanto escuché eso, reaccioné.

—¡No!

Lo solté con fuerza y decisión. De hecho, mi voz sonó más bien como un chillido que detuvo a todos. Cada par de ojos se posó sobre mí. Sin embargo, los ignoré y me centré solo en Adrik.

—¡¿Le escupes a los aviones o qué?! —le reclamé con la misma fuerza—. ¡Es una malísima idea!

—Lo sería si viniera de Aegan —contestó Adrik sin alterarse—. Las mías son menos estúpidas.

—¡Justo ahora estás siendo igual de estúpido que él!

Adrik puso cara de: really, nigga???

—Jude... —intentó decirme, pero volví a chillar:

—¡Es como un plan suicida!

—Pero...

—¡Nadie te pidió que salieras de héroe!

—Jude...

—¡Va a matarte! —le recordé en un chillido más fuerte y culminante.

Bien, debía dejar de chillar, pero es que la angustia y la conmoción acababan de detonar dentro de mí. ¡¿Qué demonios pasaba con ese día?! Tantas cosas estaban sucediendo que ya la mezcla de emociones me hacía escupir una, otra y otra con descontrol. El corazón me latía muy rápido. Estaba asustada y enojada al mismo tiempo. Era como... una endemoniada licuadora de sentimientos.

Pero claro, Adrik permaneció tranquilo. Y me enojó eso, me puso furiosa su estúpida serenidad. ¡Estaban en peligro de muerte! Y él tenía esa monumental cara de culo. Ni siquiera sabía qué estaba pasando por su cabeza, si era que tenía tanto miedo como el resto. ¿Qué tanto le costaba expresarlo?

Porque a ver, cuando Aegan tenía miedo notabas cómo intentaba poner control sobre sí mismo. Justo ahora veías tensión en sus músculos, en su mandíbula o incluso percibías algo menos obvio. De cualquier modo, siempre había un detalle que lo delataba. Aleixandre, por otro lado, ni siquiera intentaba ponerse control y demostraba lo que sentía sin preocupación ni vergüenza. Pero Adrik... si Adrik estaba asustado, nervioso, molesto, feliz o con ganas de cagar, era imposible de detectar. El muy imbécil no temblaba, no se tensaba, no hacía más que mostrarse impasible.

—Solo quiere matar a Aegan, ¿y quién no? —replicó Adrik con obviedad. La mirada que le arrojó a Aegan fue entornada e incluso de reproche—. Hasta lo entiendo, pero en fin, es él quien no debe estar aquí.

Alcé la cara en un intento de hacerme ver poderosa y no re cagada como en verdad me sentía. Enderecé mi cuerpito de pollo para ganar firmeza, apreté los puños, saqué el pecho de tabla y solo me faltó una bandera ondeando detrás para verme valiente e invencible.

—Entonces yo me quedo contigo —dictaminé.

Claro que Adrik destruyó de inmediato mi aire de superheroína.

—No, esa sí es una mala idea —se apresuró a decir él, bastante serio—. Si Sedster ve que Artie y tú están relacionadas con nosotros, podría intentar usarlas para cualquier cosa.

Demonios, tenía razón. Que tuviera razón incluso en ese instante, me enfadó más. Avancé hacia él y me le detuve en frente. El resto del mundo no me importó, ni tampoco que nos estuvieran mirando u oyendo.

—Sigues intentando salvarme y te dije que no lo hicieras —bufé entredientes al mismo tiempo que lo señalé con un dedo.

Adrik formó una fina línea con los labios y soltó aire por la nariz. Me miró desde los centímetros más altos que me llevaba, elevó una mano y con cuidado empujó hacia abajo el dedo con el que lo señalaba.

—No es por ser el héroe, es sentido común, mujer maravilla —dijo con esa nota de calma que me tenía al borde de la histeria.

Sentido común. Mi culo tenía sentido común. Bueno, sí, el sentido común era importante, ¡pero yo estaba al colapso de las emociones!: miedo, nervios, inquietud, preocupación, desesperación, confusión, todo. No pensaba con claridad. Un zumbido me presionaba los oídos.

—No quiero que te quedes aquí con ese tipo, podría matarte a ti para intentar traer a Aegan —le confesé de pronto en un tono más bajo y algo vulnerable—. Dijo que los mataría a los tres.

—Y tú dijiste que querías ayudar, ¿no? —me recordó Adrik—. Si haces caso y no te pones terca como siempre, estarás ayudando.

Abrí la boca para decir algo, pero más bien me quedé sin aliento porque él clavó sus ojos en los míos como diciéndome mil cosas que entendí y no entendí al mismo tiempo. Mi expresión adquirió algo de aflicción y molestia al mismo tiempo. Pero de nuevo tenía razón... ponerme terca no iba a servir de nada más que para complicar la situación.

—No creo que tengamos mucho tiempo... —intervino Owen, nervioso. Miraba su teléfono a cada rato.

—Voy bajando a esperar a Ed —anunció Aleixandre.

Aleixandre avanzó hacia la salida y se perdió. Detrás de él caminó Artie. Por un momento, antes de atravesar el umbral de la puerta, se viró hacia mí. Alternó la vista entre Adrik y yo, y fácilmente lo entendí como un: sigues escondiendo cosas... Luego apretó los labios y salió a paso apurado, aferrada a la mochila.

Suspiré. Tendría que hablar con ella y no sabía cómo iba a reaccionar.

Pero por el momento lo importante era Adrik.

—Adrik, demonios... —murmuré con total oposición a su plan, todavía frente a él—. No quiero que hagas esto. Vámonos todos, ¿sí? Ahí veremos cómo evadirlos, seguiremos pensando y...

—Ese precisamente fue el problema —me interrumpió en el mismo tono bajo como si fuera una discusión demasiado íntima y al mismo tiempo nos afectara a los dos—. Aegan quiso evadirlo, y mira hasta donde llegó. —Exhaló y se acercó un paso a mí. Habló serio—. Sedster no es un tipo loco. En realidad es un empresario, es inteligente y sabe qué cartas jugar. No pienso discutir con él ni mucho menos retarlo, solo voy a ganar tiempo para aplicar el plan.

Agh. Hasta en ese momento sonaba como un jodido héroe.

—¡No tengo un buen presentimiento! —exclamé en otro estúpido intento por convencerlo—. ¡Siento que te va a pasar algo muy malo! ¡Por eso debo quedarme aquí!

Adrik se cruzó de brazos y me arrojó una mirada entornada como la que le dirigirías a un cachorrito de chihuahua que intenta pelear con una pandilla de Pitbulls rabiosos.

—¿Y qué se supone que harás si intentan matarme?

¿Que qué haría? ¿Acaso él no conocía una cosita llamada... "explotar como una maldita loca y matar a todo el mundo con un palo"? Porque eso era poco para lo que me sentía capaz de hacer. Pero al final, la realidad era que no podría hacer nada por mucho que mi mente me insistiera que sí. Tuve que ser realista, no era más que un saco de huesos, y ni siquiera tenía algo que ofrecer a cambio de una solución.

De todos modos, no quise demostrar que sabía la magnitud de mi inutilidad en esa situación.

—Pues puedo... puedo... —mascullé por un momento hasta que no se me ocurrió nada inteligente—. Puedo hacer cualquier cosa.

—Te matarían también, incluso más rápido que a mí —recalcó Adrik, directo para que yo lo entendiera.

Ok, ya lo había entendido. De hecho, entenderlo me produjo un bajón de ánimos. Agaché la cabeza y miré al suelo con los labios apretados y un nudo en la garganta. Cuánto me habría gustado ser más... más fuerte, tener más poder, mayor capacidad. Me sentí insignificante. Me dio rabia serlo.

—Eres un imbécil —le susurré a pesar de que no lo miré a los ojos.

De manera inesperada, Adrik puso una mano en mi barbilla. Con el pulgar y el dedo índice a cada lado, me hizo alzar la cara.

—Solo ve con ellos —me pidió en otro susurro—. En lo que pueda iré al refugio también.

Por unos segundos, ese gesto suavizó mi enfado y me ablandó las piernas. No solíamos tener tanto acercamiento, por esa razón lo poco que me daba estremecía mi interior, pero tan rápido cómo vino, lo alejé. En un gesto brusco aparté la cara de su mano. No quería que me tocara porque eso también acentuaba mi debilidad. Cada vez que Adrik se me acercaba volvía a ser Ivy, y eso era muy peligroso porque Ivy siempre había sido todo lo contrario a la Jude que había creado: ilusa, ingenua, incluso soñadora. Tenía que patearla y enviarla al fondo de mis sentimientos.

Te largas, estúpida.

—¡¿Y de dónde demonios sacaron hasta un refugio?! —fue lo que solté.

—Chicos... —dijo de pronto Owen en insistencia, como si quedaran tan solo segundos.

Adrik lo miró y luego volvió a mí. Dio otro paso adelante para acortar la distancia entre nosotros. Durante un momento volvió a alzar la mano como si quisiera tomarme por la cintura y pegarme a él, pero dudó y la bajó.

—Ya vete, no te alteres —me insistió.

Casi de forma inconsciente le respondí tan bajito como un suspiro débil:

—Pero... al menos...no lo sé... ¿podrías...?

Me interrumpí yo misma. De manera instantánea se me ocurrió la idea de besarlo. Estaba a dos cortitos pasos de hacerlo. Incluso quise alzar la mano y tocarle el rostro, pero también dudé y terminé por quedarme inmóvil detallando cada parte de su cara para guardarlo en mis recuerdos. Sus ojos grises, su nariz recta, las masculinas y perfectas líneas que bordeaban sus labios, las cejas del mismo color azabache brillante del cabello desenfadado... Maldición, aquello se sentía como una despedida, como la última vez que lo tendría en frente. Así que durante un momento me debatí entre hacerlo o no, hasta que mis ganas patearon muy lejos a mi indecisión.

Di un paso hacia adelante. Él no se movió como si supiera lo que venía y de igual modo estuviera de acuerdo con ello. Di el otro paso, alcé la cara y...

Todo sucedió muy rápido.

Lo primero que sentí fue un jalón fuertísimo que me desequilibró. Habría caído al suelo de no ser porque quien me había jalado, todavía me sostenía. Un segundo vi el rostro de Adrik muy cerca y al otro segundo lo vi lejos, como si hubiera retrocedido. No entendí qué rayos estaba pasando hasta que giré la cabeza y observé la mano que me había agarrado por el antebrazo. Era una mano fuerte que me enterró los dedos en la piel.

El idiota de Aegan.

El idiota de Aegan me había jalado justo cuando iba a besar a Adrik.

—Sí, ajá, bellísimo, hermoso —soltó—. Pero no tenemos tiempo.

Y me jaló de nuevo como si fuera una muñeca de trapo.

—¡Aegan! ¿Qué demonios...? —me quejé en un chillido, pero me interrumpió:

—Qué dramáticos, por dios, ni que no se fueran a ver en un rato... —añadió con hastío y volvió a jalarme.

Me dio un gran tirón, luego otro y otro en dirección a la puerta. Me soltó solo cuando la atravesamos. Todavía algo aturdida, no me moví de inmediato, así que al ver que no me movía, Aegan me dio un empujoncito por la espalda.

—Camina ya, joder —me ordenó.

Intenté mirar hacia atrás. Aegan añadió más tirones y empujones. Vi a Owen seguirnos, pero también alcancé a ver que Adrik había salido al pasillo. Con una mano hundida en el bolsillo y la otra afuera, me hizo un simple "adiós". Solo entendí que estábamos dentro del ascensor cuando las puertas se cerraron y la imagen de Adrik desapareció.

—Me asquean esas escenitas melosas —le comentó Aegan a Owen con desagrado.

Me giré hacia él con brusquedad y le dediqué una mirada tan pero tan furiosa y tan asesina que se quedó paralizado con el ceño fruncido. Apreté los labios con tanta fuerza que sentí cómo se cortó la circulación.

—Cállate —le dije, pronunciando cada silaba con un detenimiento amenazador—. De aquí a que lleguemos al refugio, solo cállate.

No le dije por qué, no añadí más. Mi orden fue simple y suficiente. Aegan me contempló un momento y luego desvió la mirada con una gran amargura y malhumor. ¿Lo mejor? Sí cerró la boca durante todo el camino.

Como era de esperarse, el cielo se nubló y se convirtió en un remolino de distintos tonos de gris. Una brisa fría que volaba cabellos nos erizó la piel mientras esperamos fuera del bloque de edificios del campus. No fue mucho. El tal "Ed" llegó rápido y resultó ser nada más ni nada menos que el chofer que los Cash habían tenido de niños. Era un hombre mayor con el cabello ya lleno de canas y un bigote espeso y chistoso. Tenía ojos amigables y muchas arrugas alrededor de ellos. Estaba jubilado y vivía de su pensión, y era la única persona a la que los hermanos habían decidido recurrir en caso de que necesitaran trasladarse al refugio.

Tuve mis dudas, pero Aleixandre comentó que Ed siempre se había llevado mal con Adrien y que siempre había querido a los chicos. El hombre nos dijo que por si nos seguían, iban a transitar junto a nosotros unos vehículos iguales con la misma matricula, y que luego daríamos algunas vueltas para confundir.

De nuevo, todo bien organizado.

No tenía ni idea de a dónde íbamos exactamente, pero a medida que la camioneta avanzaba fueron desapareciendo los edificios, los otros vehículos y todo se fue convirtiendo en árboles y largas extensiones de terrenos, hasta que quedó la nada más absoluta. Fuimos dejando Tagus tan atrás que mis cosas empacadas en el apartamento y el mismo Adrik me parecieron lejanos, y el miedo de no saber qué estaba sucediendo por allá me hizo estrujarme los dedos y devanarme los pensamientos.

Sentí que pasamos una eternidad en carretera, pero según Artie fue una hora y media. En cierto momento, el vehículo tomó un desvío por entre los árboles. El asfalto desapareció y todos saltamos sobre nuestros asientos por las protuberancias del suelo. Pegué la frente a la ventana para ver que venía y advertí que poco a poco fue apareciendo un largo y altísimo muro hecho solo de arbustos, o quizás de piedra pero recubierto de arbustos, quien sabe. Luego apareció una especie de verja. La camioneta se detuvo y unos segundos después, la verja se abrió sola.

—Que a nadie se le ocurra tocarla nunca —avisó Aleixandre desde adelante—. Está electrificada.

Y no era la única. Atravesamos tres verjas más, todas consecutivas como si estuviéramos pasando de una cámara de seguridad a otra, a otra y a otra. Minutos después la camioneta se detuvo y cuando salimos de ella y pisamos tierra, lo primero que vi me hizo recordar que los Cash siempre serían Cash hasta en las peores circunstancias.

"Refugio" me había hecho pensar en un bunker, algo subterráneo, incluso una trinchera. "Refugio" para los Cash era una maravillosa mansión en medio de un enorme bosque, rodeada de muros altísimos y verjas eléctricas. Parecía incluso más ostentosa que el mismo Tagus, con paredes totalmente grises y un aire metálico y moderno. Me dio la impresión de que era así porque estaba reforzada.

—Aegan, cabronazo, cuando dijiste que el refugio era un monstruo te quedaste corto, ¡es un titán! —opinó Owen junto a un silbido, admirando la fachada.

Una sonrisa torcida y suficiente se dibujó en la cara de Aegan.

—Espera a verlo por dentro —le contestó a Owen—. Vas a correrte.

Pensé que Ed se quedaría pero de repente se despidió de todos y se fue. Por alguna razón, quedarnos completamente solos no me pareció buena idea.

Aegan avanzó hacia la puerta de entrada y se inclinó junto a ella. Había un panel allí. Marcó unos números, luego presionó su pulgar y después algo le reconoció el ojo. Wow. Se abrió y nos permitió pasar. El interior: doble wow. Tuve que inclinar la cabeza hacia atrás para ver dónde terminaba el techo. Todo tenía un concepto abierto y los colores eran blanco, gris y metalizado. Estaba amueblada por completo y unas escaleras en forma de caracol daban acceso al resto de los pisos. Había una chimenea, un panel en la sala de estar y al parecer, todo era eléctrico y automático.

Aegan se adelantó hacia el panel. Deslizó los dedos sobre él para hacer cosas.

—La puedes controlar desde acá: puertas, ventanas, cerrojos, accesos, luces, calefacción, todo —alardeó, aunque más en dirección a Owen—. No te hace una mamada y de poco.

—Increíble... —exhaló Owen, maravillado dando vueltas sobre sus pies.

Me crucé de brazos y con una ceja enarcada miré a Aegan.

No sabía si era que yo me estaba equivocando o qué, pero, ¿no debía estar asustado? Un tipo quería volarle la cabeza, sus hermanos estaban en peligro, acababa de huir de Tagus, pero él lucía bastante normal.

De pronto llegué a la conclusión de que los Cash parecían ser inmunes a la palabra "muerte" o a las situaciones relacionadas a ella, y solo desarrollabas esa inmunidad cuando la muerte ya formaba parte de tu vida.

¿Melanny?

¿Henrik?

¿Ambas víctimas de los hermanos? ¿O de uno solo?

—El mundo cayéndose y ustedes felices por una casa con cerebro —opiné.

La mirada de Aegan descendió desde la enormidad de la casa hasta mí. Hizo un falso y burlón gesto de incredulidad.

—Perdón por no echarme a morir —fue lo que contestó—. A veces no me gusta tanto el drama.

—Te recuerdo que estarías muerto ahora mismo si no hubieras salido cagado de Tagus —le dije junto a una sonrisa fingida.

Aegan curvó la boca hacia abajo e hizo un ligero encogimiento de hombros.

—¿Quieres revisarme el pantalón para confirmar si me cagué o no? —replicó, divertido y retador.

—Jódete.

Le di la espalda y él siguió hablando con Owen sobre las maravillas de la casa. Por mi parte, me fijé en que Artie se había quedado parada cerca de la puerta. Tenía las manos aferradas a las tiras de su mochila y una expresión ausente en el rostro. Le hice un gesto con la cabeza para que me siguiera. Reaccionó a los segundos.

Pasamos a la cocina, un área amplia con electrodomésticos de última generación y una puerta que daba a un enorme almacén. Había un gran ventanal que daba vista a un enorme patio. Nos acomodamos cerca de él para crear un circulo confidencial.

—Lo lamento —fue lo primero que dije en un tono cercano al susurro—. Por no avisarte antes que las cosas podían terminar así.

Pero Artie hizo un gesto de incredulidad. No pareció molesta ni nada por el estilo.

—¿No avisarme? Jude, yo ya sabía que las cosas podían terminar así —resopló con obviedad—. Por otro lado... de Regan no me dijiste nada.

Bajé la vista y quité una motita imaginaria del tope de la isla. Durante un mínimo instante me pasó por la mente contarle la verdad, la de Henrik y mi plan inicial, pero era el peor momento. En la casa flotaba un aire de nervios e incertidumbre. Artie podía reaccionar mal.

—Sí... no me pareció importante en un principio —mentí—. Me refiero a que... no creí que Regan fuera un peligro tan grande.

Ella entornó los ojos con curiosidad. De algún modo me recordó a cuando Aegan llegó a la tienda de zapatos esperando que todo fuera una mentira de mi parte. ¿Artie estaría sospechando? No tenía un plan para eso. A decir verdad, nunca armé un plan por si aquello se extendía tanto. ¿Qué debía decirle?

Artie transformó su voz en un susurro. A partir de allí, sentí que las preguntas vinieron muy rápido y mis respuestas también.

—¿Y eso de que te pidió ayuda? Lo habrías podido comentar.

—Lo sé, lo siento.

—¿Ahora los ayudaremos?

—No precisamente, seguimos teniendo todo el poder en nuestras manos.

—Y la persona que se robó la USB, también. Es preocupante.

Suspiré. Sí, esa parte la tenía muy clara. Al menos no era Regan quien tenía la USB. Mis sospechas seguían inclinadas hacia Tate. ¿Y si nuestro encuentro no había sido casual? A esas alturas lo creía todo...

—Todo es preocupante —admití—, pero vamos por partes. Debemos volver a Tagus, sacar el respaldo de tu laptop y enviarlo, pero primero nos quedaremos aquí para que Byron no nos vea como algo importante para ellos y se le ocurra secuestrarnos o hacer alguna locura.

Artie asintió. Yo asentí también. Un momento algo incómodo. Miré hacia el ventanal. Por encima de los árboles se veían los bordes de los muros que protegían el perímetro.

—¿Estás ocultando algo más? —me preguntó de repente.

Tan de repente que no formé expresión alguna. Sus ojos grandes y delineados estaban clavados en mi cara. Me sentí como una criminal sentada en una sala de interrogatorios. Todo su rostro con la nariz respingada y los labios en forma de corazón gritaba: CONFIESA, PERRA, CONFIESA.

—¿Qué? —emití.

—Que si ocultas algo más —repitió con cierto detenimiento—. Si pasó otra cosa en relación a todo esto que no me hayas contado.

—No. —Firme y concisa—. ¿Crees que sí?

Artie se encogió ligeramente de hombros.

—Creo que al final, ninguna sabe mucho de la otra —me dijo en un tono neutral, imposible de interpretar.

—Confío en ti, ¿no es suficiente? —le pregunté, algo confusa.

—Y yo también confío en ti, pero como dije, creo que ninguna sabe nada de la otra.

En cuanto quise objetar algo sobre eso, la voz de Aegan aumentó de volumen y en un segundo su alta figura apareció en la cocina. Owen y Aleixandre venían detrás. El idiota número uno de los Cash todavía tenía una sonrisa de suficiencia estampada en la cara, la misma que ponía cuando alardeaba de algo.

—Y los cristales son aprueba de balas —venía diciendo al límite del entusiasmo—. Y en realidad hay francotiradores apostados en puntos específicos alrededor de la casa. Y también agentes y alarmas satelitales. Y cuartos de pánico, un almacén subterráneo de alimentos y de armas. Que te digo, se acerca un tipo raro y lo agujerean en segundos. Estamos a salvo.

Bueno, era un alivio saber que la seguridad iba más allá de unos muros y verjas electrificadas.

Tomé bastante aire, me crucé de brazos y apoyé las caderas de la isla.

—Suéltalo, ¿hace cuánto sabías que te iban a matar? —le pregunté a Aegan—. Porque para hacer toodo esto...

Él se giró hacia mí con un gesto de extrañeza y hastío estampado en la cara. Solía hacer esa expresión cuando consideraba muy estúpida alguna de mis preguntas, como si yo fuera un ser inferior y él un ser infinitamente superior. Así, su estilizada e impecable presencia parecía resaltar en plena cocina y no encajar en ella al mismo tiempo.

—¿Cómo vas por la vida sin saber nada de nada? ¿No te pesa el cerebro sin usar más que el 1%? —soltó como si fuera una duda verdadera y no una burla—. Este tipo de refugios son típicos entre familias de políticos. Así no estén en peligro, siempre hay un lugar especial para protegerse. Nuestro padre tiene muchos, pero de este no sabe.

—O crees que no sabe —repliqué.

Su gesto se tornó serio y amenazante.

—Que no sabe —aseguró—, al igual que tú de una mierda.

Pero a mí no me asustaba solo con esa cara de animal a punto de matar. Esa pose de machito duro e intimidante no me reducía a nada. Alcé la cara, igual de desafiante, y di un paso adelante, tipo: ven, imbécil, que si tú lanzas yo también arrojo.

—Pues me parece que quien no sabe una mierda eres tú, porque ni siquiera sabías que tu papi quiere matarte —opiné, afincándome en la palabra "papi"—. Aunque ni siquiera puedo juzgarlo. Nadie es capaz de soportarte.

Aegan frunció las cejas y tensó la mandíbula, directito al enfado. Abrió la boca para replicar, pero otra voz sonó antes que la suya, más fuerte e incluso severa:

—Joder, no van a pelear ahora —se quejó Aleixandre, alternando la vista entre ambos—. Que nadie tiene ganas de aguantarlo. Cállense.

Giré los ojos y negué con la cabeza. Aegan hizo lo mismo. Era cierto, hablar con él prometía terminar en una pelea y no tenía cabeza para esas tonterías en ese momento.

—¿Por cuánto tiempo nos quedaremos aquí? —preguntó Artie de pronto entre el silencio que se formó en la cocina.

Era la pregunta que nadie se había atrevido a hacer pero que rondaba por la cabeza de todos. Sin embargo, Aegan se encogió de hombros con algo de desinterés, como si no estuviéramos ahí por su jodida culpa y sus estúpidos errores.

—Habrá que esperar a que llegue Adrik para ver —fue lo que respondió.

Y esa fue la frase que estuvo resonando en mi mente durante las horas que siguieron del día:

Esperar a que llegue Adrik.

¿Y si no llega?

Esperar a que llegue Adrik.

¿Y si lo próximo que vemos de él es su cabeza en una estatua de Tagus?

Esperar a que llegue Adrik.

Has admitido estar enamorada de él.

Esperar.

¿Acaso...?

A.

¿Sabes...?

Que.

¿Qué...?

Llegue.

¿significa...?

Adrik.

¿Esto?

***

Llovió.

Empezó a llover tan fuerte que se escuchaba cómo las gruesas gotas golpeaban el techo de la mansión/refugio. El ambiente adquirió un tono gris, melancólico y frío que acentuó la preocupación y los nervios. De todos modos, cada quien se ocupó en algo para no perder la cordura.

Aegan se perdió hacia algún lugar de la casa. Aleixandre se quedó junto a uno de los ventanales, mirando hacia afuera en total silencio. Owen empezó a hacer sándwiches para todos. Primero Artie se ofreció a ayudarlo, pero luego admitió estar muy nerviosa como para hacer algo, así que terminó echa un ovillo frente a la chimenea.

Para no pensar tanto en Adrik, decidí ayudar yo a Owen. Mientras él separaba lonjas de jamón y queso, unté mayonesa en los panes. En cierto momento vi que sus dedos temblaban. Estaba en extremo asustado y me pregunté por qué si no era el blanco principal. Aunque... no conocía mucho a ese chico rubio con un atractivo muy norteamericano, solo que siempre se la pasaba con Aegan y con Aleixandre, y que sabía muchas más cosas que yo en ese momento. Era, en realidad, el único al que había visto muy cerca de los secretos de los Cash, lo cual confirmaba que confiaban demasiado en él.

Owen notó que me le había quedado mirando.

—Me da hambre cuando estoy nervioso —comentó junto a una pequeña risa.

—Bueno, al menos tú reaccionas como una persona normal —le dije, y luego solté un resoplido absurdo—. Los que están en peligro son los Cash y ellos se ven muy relajados.

Los labios de Owen se extendieron en una sonrisa nerviosa pero afable.

—En realidad todos estamos en peligro —me recordó.

—Pero no en el mismo nivel —aseguré—. ¿O incluso a ti te quieren volar la cabeza?

Owen se quedó paralizado al oír eso último, como si no hubiera sido una pregunta sino una afirmación. Lo observé con curiosidad. No había sido mi intención soltarlo de manera tan directa, pero fue interesante detectar que mis palabras habían dado en un punto importante. Quizás podía sacarle algún tipo de información... Debía aplicar mis truquillos.

—Lo siento —dije de inmediato junto a un suspiro de resignación—. Es que ya que estamos todos en esta misma situación, no creo que tenga sentido ocultarnos las cosas.

Owen procedió a poner jamón y queso sobre los panes, pero esa vez con mayor inquietud. A pesar del ligero cambio en su postura y en su estado de ánimo, se forzó por mostrar una sonrisa. Las comisuras le temblaron un poco. ¿Cómo era que nunca me había detenido a hablar con él? De hecho, parecía muy agradable, pero más importante: sabía cosas, es decir que también las ocultaba.

—Es cierto, no tiene sentido —admitió después de un momento—. Solo quise ayudarlos, y por eso también me convertí en un blanco. Ni siquiera hay una razón específica, nunca he hablado con Sedster en mi vida. Soy un intermediario entre sus hombres y Aegan.

—Ah, no es que te guste ese mundo... —asentí.

Aquello iba con toda la intención de adivinar.

Owen negó con la cabeza.

—No, y tampoco tengo necesidad de estar en él.

—Pero ganabas algo, ¿no?

Volvió a negar.

—Solo quise ayudar —aseguró con simpleza—. Te parecerán los idiotas más grandes del mundo, pero son mis amigos desde hace cinco años.

Unté la mayonesa con algo de lentitud mientras hacía conjeturas en mi mente.

Uhm, conque cinco años...

Cinco años atrás Henrik seguía vivo.

Cinco años atrás, Jude no era más que una chica muerta.

Cinco años eran suficientes para saber un montón de cosas.

Owencito, Owencito, ¿me dirías algún secretito?

—¿Dónde se conocieron? —me atreví a preguntar con cierto desinterés y una nota casual en la voz—. ¿O cómo?

Owen terminó un par de sándwich.

—Nuestros padres solían jugar juntos al golf —contestó—. Éramos del mismo circulo y coincidíamos en todos los eventos. Al final, solo terminamos por juntarnos.

Amigos de familia... es decir que vivían en la misma zona. ¿Quizás Owen había conocido a Henrik? ¿acaso... también sabía la verdad sobre su muerte?

Pretendía hacer otra pregunta, pero entonces Aleixandre entró a la cocina. Había estado en ese plan: de la cocina a la sala, de la sala a la cocina. Ahora venía mirando hacia el suelo en un estado tan distraído que no notó que estábamos allí hasta que hice sonido con el cuchillo y el frasco de mayonesa. Entonces alzó la cara y paseó la vista desde Owen hacia mí. Pensé que diría algo, pero solo fue directo al refrigerador, lo abrió, se inclinó y sacó una lata de cerveza. Luego se dirigió de nuevo hacia la salida.

Pero unos pasos antes de perderse, se detuvo y se pasó la mano por el cabello en un gesto de frustración. Ni siquiera lo tenía engominado, sino salvaje y al natural.

Se dio vuelta.

—Jude —dijo para mi sorpresa, aunque algo dudoso.

Alcé la vista hacia él. Tenía un brillo extraño en los ojos, algo indescifrable pero parecido la inquietud. Podía deberse a lo que acababa de descubrir de su papi, o al peligro, pero parecía ser por muchísimas cosas.

—¿Sí?

—Lamento haber dudado de ti —soltó. Entreabrió la boca para decir algo más, pero dudó hasta que solo añadió—: Y gracias por decírnoslo.

Se me hizo imposible moverme, pero conseguí asentir con la cabeza como aceptación a su disculpa. Eso sí que me tomó por sorpresa y durante unos segundos incluso me causó cierto conflicto. Una genuina muestra de agradecimiento, como si yo fuera... no lo sé, una verdadera amiga. Vaya, era cierto que Aleix era el más vulnerable e ingenuo. No tenía idea de muchas cosas.

—Aleixandre —le dijo Owen de pronto, sacándome de mis pensamientos—. Ya sé que nos piensan matar y que por eso en este momento te importa una mierda cualquier cosa, pero mientras seguimos vivos, ¿podrías dejar de sacar cervezas antes de que agarres una borrachera y termines cayéndote a golpes con Aegan?

Aleixandre nos dio la espalda.

—No me jodas —fue lo que respondió.

Sin decir más, se marchó.

Bueno, sí lo había visto agarrar varias cervezas del refri, pero no sabía cuántas llevaba tomadas. Quise preguntárselo a Owen porque era cierto que podían terminar cayéndose a golpes, pero en lo que volví la atención hacia él me topé con algo que me dejó desconcertada por un instante.

Ladeé la cabeza como un perrito ante algo que no comprendía. Owen se había quedado mirando cómo Aleixandre desaparecía por el pasillo, y no como veías a cualquier persona irse, sino con una mirada de preocupación. Una preocupación especial, una preocupación y una aflicción diferente. Había pillado a Artie mirando a Aegan del mismo modo, y sospeché que de esa misma forma había mirado yo a Adrik unas horas atrás en su apartamento. Era algo... algo... parecía como si... como si...

Ohhh...

¿Es eso lo que creemos que es?

Parece justo lo que creemos que es.

¿Es momento de sacar a la shippeadora loca?

Actívala.

En cuanto todo se conectó en mi mente y adquirió por completo sentido, formé una "o" con la boca y señalé a Owen con un dedo justo como si acabara de resolver un crimen, un misterio, un enigma inesperado. Owen frunció el ceño ante mi gesto, confundido y extrañado.

—¿Qué? —me preguntó con total rareza—. ¿Qué te pasa?

La "o" de mi boca lenta y exageradamente se transformó en una curva ancha y pícara. Al mismo tiempo incliné un poco la cabeza sin bajar la vista.

Dato: si pones en el buscador de Google: "ryan reynolds smile meme", el primero y el segundo resultado en "imágenes" te dirán exactamente cómo fue mi expresión.

—¿Qué acabas de hacer? —le pregunté en un susurro pausado, todavía con la sonrisa anclada a la cara.

Owen hundió más las cejas.

—¿De qué?

—Tú sabes de qué.

—No sé de qué.

—Sí sabes.

—No.

—Que sí.

—Que no.

—¡Que sí!

—¡¿De qué hablas?!

Tomé bastante aire, bastante impulso, bastante entusiasmo y estallé (no tan fuerte) en un salto:

—¡Te mueres por él!

Owen tenía una lonja de jamón en la mano y se le cayó. Abrió los ojos azules de par en par, asustado como si lo hubieran pillado infraganti. Me observó en silencio por un momento, de hito en hito. Sus manos dejaron de moverse. Todo su cuerpo se quedó paralizado. El pecho se le infló en una profunda inhalación que soltó con una única palabra:

—No.

—¡Sí! —exclamé con mucho entusiasmo—. ¡Por eso estás metido en esto! —agregué con obviedad. Miré hacia la entrada por si venía alguien y luego me incliné hacia adelante para susurrarle—. Estás coladísimo por él.

Owen negó con la cabeza rápidamente. Su mandíbula se tensó. Miró el jamón en el suelo, dudó, hizo algún movimiento para agacharse pero no lo recogió. De repente lució más nervioso que nunca.

—No, Jude, estás diciendo pura mierda —intentó mentir.

De manera inevitable, la sonrisa picarona se mantuvo en mis labios y si podía hacerse más grande, se hizo.

Iralooo... —canturreé con muchísima complicidad y pillería— Y yo pensando que eras un puto y por eso no tenías una chica fija.

Aun mejor, detecté un ligero enrojecimiento en las mejillas de Owen. Era una reacción muy normal considerando que su piel era demasiado clara, pero fue bastante delatora en ese caso. Pareció muy molesto, pero al mismo tiempo muy contenido. Observó con nerviosismo hacia la entrada, como si temiera que el mismo Aleixandre volviera a entrar y escuchara todo aquello. En conclusión: él mismo confirmó mis palabras.

Y ni siquiera logró mentir bien, lo único que salió de su boca fue un:

—¡Cállate!

Cilliti —le remedé.

Me dedicó una mirada ultra asesina, así que alcé las manos en gesto de rendición.

—Bueno, ya, ya, igual si te enojas solo lo confirmas —le tranquilicé, reprimiendo la risa—. Pero está bien, si dices que no es que no, incluso si yo sé que sí.

Owen soltó mucho aire por la nariz. Cogió unas nuevas lonjas de jamón y queso pero de momento no supo qué hacer con ello, como si mis palabras hubieran desordenado toda su mente y le hubieran hecho olvidar cómo preparar un sándwich.

Hicimos silencio por un ratito hasta que...

—Ni te atrevas a decir algo —me pidió en un susurro repentino, todavía con la vista fija en el queso.

Nah, ya hasta estoy pensando en el nombre del ship —le aseguré para tranquilizarlo—. Pero... ¿no le dirás la verdad sobre lo que sientes?

—No—hay—verdad —pronunció con dureza y detenimiento.

Ajá, y tampoco habían peces en el agua. Bueno, a mí eso me parecía de lo más genial, es decir, Layla le mentía a Aleixandre y Owen era un amigo (por lo visto) muy fiel. Además, era como una buena noticia entre tantas malas, y saber ese secreto suyo me hizo sentir más en confianza. Se me ocurrió sincerarme también para que se diera cuenta de que podía confiar en mí. Era obvio que nunca le había confesado esos sentimientos a nadie. Debía soltarse o sería peor contenerlo.

—¿Sabes? Yo tampoco quería aceptar que me gustaba el careculo de Adrik —admití para demostrarle que en parte lo entendía—. Y creo que sigue siendo una situación peor, porque es hermano de Aegan.

Owen apoyó las manos en la isla, cerró los ojos y exhaló. SI había alguna sonrisa en mi cara, desapareció al darme cuenta de que aquello en verdad lo afectaba, que era algo serio, que quizás existía desde hace muchísimo tiempo. Y mis intenciones de sacarle información fueron sustituidas por unas genuinas ganas de ayudarle en lo que pudiera.

—¿Decirle? —resopló con cierta amargura—. ¿Sabes cuánto le he oído quejarse de que está cansado de salir con Gael para sacarle información? —Owen abrió los ojos. Su rostro adquirió una expresión afligida—. "Asqueado", esa es la palabra que más utiliza para referirse a... todo eso.

Pronunció "todo eso" con un afinque despectivo. Sí, yo también había escuchado a Aleixandre expresarse de ese modo, decir que ya no quería hacer nada más con ningún tipo. Pero decir una cosa y hacer otra era muy distinto. Había observado a los hermanos Cash lo suficiente para que mis sospechas sobre ellos se convirtieran en certezas. Aleixandre a veces era imbécil, una copia exacta de Aegan, pero en su interior se escondía un chico distinto.

Hice un mohín de: no, no, amigo, alto ahí. Todavía tenía el cuchillo en la mano, de modo que señalaba todo con él.

—A ver —dije—. ¿Sabes qué creo yo? Que de lo que Aleix está asqueado, es de mentir. Aceptó salir con un tipo, ¿no? Sé de chicos que ni porque les estén ahorcando los testículos, aceptarían eso. Y no estoy diciendo que sea gay, o que sea bisexual, porque no tiene una etiqueta. Hablo del valor, del desinterés por el género, de una mente abierta y comprensiva. No le importa, no le parece gran cosa besar a un chico, ni gran cosa acostarse con una chica. Aleixandre simplemente es de esos que pueden querer a toda aquella persona que le haga sentir bien, sea chico o sea chica. ¿Acierto o no?

De pronto, la aflicción de Owen se transformó en algo de duda y vulnerabilidad. Sus ojos perdieron miedo y se suavizaron, como si pensar en Aleixandre le diera calma a su cuerpo. Una sonrisa escasa se formó en sus labios.

—Es justo así —admitió muy bajo—. Y es diferente a Aegan o a Adrik en todos los jodidos sentidos.

—Así que nada te impide decírselo, solo tú mismo —le animé.

Pero no funcionó. Tal y como había desaparecido, el nerviosismo y el temor aparecieron en su cara. Owen se rascó la nuca y luego sacudió la cabeza en negación.

—Somos como hermanos, es todo lo que importa. Y prefiero eso a nada.

Dicho eso, tajante y culminante, Owen colocó en un plato dos sándwiches ya preparados y me los entregó.

—¿Puedes llevárselos a Aegan? —me pidió.

Bueno, no insistiría. Ya saber su secreto me garantizaba mucho.

En otra ocasión no me habría interesado servir de mesera, pero qué más daba, cualquier cosa servía para distraerme. Cogí el plato y salí de la cocina. Empecé a buscar a Aegan por toda la casa. Lo encontré en una especie de patio protegido. Estaba ubicado en la parte trasera del refugio. Era básicamente un área amplia con techo y con una enorme pared solo de cristal para que se viera la gran extensión de terreno que conformaba los alrededores.

Había varios muebles y distintas mesas de entretenimiento: una de billar, una de futbol e incluso una de cartas como la que encontrabas en un casino. En esa estaba él. Se había sentado allí, con el cuerpo recargado del espaldar de la silla. Sus manos barajeaban un mazo de cartas con algo de lentitud. Miraba hacia la ventana, donde el agua caía como cascada de manera agresiva y formaba líneas sin dirección alguna.

Lo contemplé mientras no notaba mi presencia. Era el asesino de mi hermano y probablemente también el de Melanny. Era el monstruo que la había encerrado y la había amenazado. Era el mismo que me había prometido matarme si hablaba, y también el que había golpeado sin compasión a su hermano menor. Era el arrogante, egocéntrico y malicioso Aegan Cash, pero en ese momento no parecía el demonio que era siempre. Se veía ausente e inexpresivo, como si se hubiera transportado al universo de los mil pensamientos. Admití que sin la sonrisa cruel y sin el brillo de astucia en los ojos, algunos rasgos de su cara tenían cierto parecido a Adrik y a Aleixandre, e incluso a Regan.

Quizás era todos ellos, y al mismo tiempo era ninguno.

Avancé, me le senté en frente y le deslicé el plato con el sándwich.

—Moriré de cualquier forma, pero no envenado por ti —dijo con decisión, ignorando la comida, sin siquiera mirarme.

Solté una risa absurda.

—Me subestimas si crees que te mataría de una forma tan simple y predecible —repliqué—. No, tú mereces sufrir más.

—Entonces gracias.

Esas dos palabras fueron un disimulado: ya lárgate que quiero estar solo. Pero en esa situación, ambos en una mesa de cartas uno frente a otro, me sentí de nuevo como la noche en que lo había retado al póquer. Ese había sido el comienzo. El final debía ser más o menos igual. Claro que... todavía ninguno ganaba la partida.

Entonces recordé que si había algo que Aegan Cash respetaba, era un juego con reglas.

—¿Qué tal una partida? —le propuse—. Para ganar dos de tres. No tenemos nada mejor que hacer.

Aegan desvió la vista del ventanal hacia mí, curioso y mínimamente interesado. En mi opinión, el póker de dos jugadores no solía ser muy entretenido, pero con Aegan hasta las cosas más aburridas adquirían un tinte de riesgo y expectativa. Y además, quería algo. Se me acababa de ocurrir, me acababa de llegar a la mente como una idea arriesgada pero beneficiosa. Solo que para obtener lo que necesitaba, debía retarlo.

—¿Tienes algo para apostar? —me preguntó.

—¿Te arriesgas a otra sorpresa? —inquirí como respuesta.

Aegan hizo un mohín de duda.

—Si de nuevo quieres dejarme como un imbécil, no hay nadie aquí para que lo vea.

—Esta vez no será eso —le aseguré—. Créeme.

Aegan no pareció muy de acuerdo, pero bajó la vista hacia el mazo y sin poner objeción empezó a repartir las cartas con bastante fluidez: dos para él y dos para mí, ambas boca abajo. Luego arrastró la pila de fichas de colores que estaban amontonadas en una de las esquinas. Finalmente, colocó cinco cartas boca abajo en el centro de la mesa y después se inclinó hacia adelante y apoyó los codos en ella. Con el lateral de su dedo índice se rascó el labio inferior en un gesto pensativo. Sus ojos de un gris casi transparente se clavaron en mí, entornados y suspicaces, pero al mismo tiempo astutos y demoniacos.

—Convencerme de algo así no es tan sencillo si no estás desnuda —me dijo en un susurro exagerado, como si fuera un secreto.

Solté un resoplido y giré los ojos.

—Ni estando desnuda te convencería.

Aegan curvó la boca hacia abajo e hizo un ligero encogimiento de hombros.

—Quien sabe, hace un tiempo que no follo, y a veces uno solo necesita meterlo y ya.

—Pues no me desnudaré ni vas a "meterlo", pero te garantizo que será algo que te gustará.

Aegan hizo silencio un momento como si lo estuviera pensando. Confié en que su curiosidad era tan grande que no se negaría a competir para ganar algo desconocido. Pero ese truco era de un solo uso. Él no estaba dispuesto a cometer el mismo error. Lo comprendí cuando vi que su comisura derecha se alzó con sutil malicia.

—¿Qué quieres exactamente, Jude Derry? —inquirió, intrigado y divertido al mismo tiempo.

—Una respuesta.

Aegan soltó una pequeña y absurda risa ante mis palabras. Luego hundió las cejas con algo de divertida extrañeza.

—¿Una sola? Eso es raro. Siempre quieres saber toda mierda.

—Pero hoy solo quiero saber una cosa —le aseguré con simpleza—. Y que sea la verdad, no una mentira.

Alzó las cejas y entreabrió la boca, falsamente ofendido.

—¿Dudas de mi honor?

—Dudo de toda tu existencia —me apresuré a aclarar.

—Algo inteligente —asintió en un gesto casi elegante—, pero si hay un juego de por medio, respeto las condiciones.

—Entonces esas son las mías. Si gano, responderás a mi pregunta con total sinceridad. Y si pierdo...

—Vas a acostarte conmigo —completó.

Fruncí el ceño hasta el límite con algo de horror y desconcierto. ¿Que yo qué con él? ¿Estaba hablando en serio? Aguardé un instante, desconfiada, esperando un: ¡te atrapé! Escruté su rostro en busca de la mentira en lo que acababa de decir, pero no lo hallé. ¿Era verdad? ¿En verdad quería...? Pero si ya ni siquiera éramos novios y él ya no estaba fingiendo que confiaba en mí, de hecho, me veía como a una enemiga. Que propusiera eso no tenía sentido. No me lo esperé en lo absoluto. Me dejó descolocada.

—¿Te pican las nalgas o qué? —le solté.

Aegan entrelazó las manos sobre la mesa.

—Tú estás pidiendo algo bastante serio que va en contra de mis reglas de no responder preguntas innecesarias a cualquier persona, ¿no? Es justo que yo pida algo de igual peso.

Lo seguí observando con extrañeza. Dicho así tenía un pequeño sentido, pero de igual modo él sabía que yo... es decir, él sabía que Adrik y yo...

Ah.

Por supuesto.

Qué estúpida.

Mi ceño se relajó en cuanto entendí cuáles eran sus verdaderas intenciones.

—No puedo hacerle eso a Adrik —le dije, firme.

Aegan se encogió de hombros como si eso fuera lo menos importante.

—Entonces tendrás que jugar muy muy bien para no perder —me aconsejó.

—Tú ni siquiera quieres follar conmigo —le recordé—. Has dicho que no te gusto en lo absoluto.

Aegan hizo un gesto de vacilación.

—Para follar con alguien no necesariamente te tiene que gustar. Basta con que te caliente un poco y para el resto existe la imaginación.

Lo miré tipo: ¿tragaste líquido amniótico en el nacimiento? A ver... Las poquitas veces que yo me le había insinuado, él me había rechazado. Siempre había dejado claro que le parecía fea, que no tenía nada especial, que no le provocaba ni un poco. Era un imbécil astronómico. Él en realidad no quería follar conmigo. Lo que quería era molestar, causar un nuevo lío.

—¿Yo te caliento? —le pregunté con detenimiento.

—Me causas curiosidad —admitió.

Me incliné un poco hacia adelante y apoyé los antebrazos de la mesa, repentinamente intrigada y ligeramente molesta por toda esa ridiculez.

—Con exactitud, ¿qué te causa curiosidad de mí? —le pregunté. La nota de enfado y sarcasmo fue incontenible—. ¿Quieres saber cómo será mi cara cuando me desnude y me digas "me das asco, vete"?

Aegan soltó aire y negó exageradamente con la cabeza. Reprimió una risa, apretando los labios. El condenado se estaba burlando, estaba disfrutando con todo aquello, lo sabía. Me enfadó, pero traté de no perder la calma.

—¿Tan mal concepto tienes de mí? —preguntó con un falso pesar.

—Tengo el peor concepto de ti, Aegan, y tú lo has alimentado.

Extendió las manos como si con eso mostrara que estaba limpio de maldad.

—Pero la verdad es que no le haría eso a una chica desnuda —confesó.

—No, me lo harías a mí —recalqué.

Aegan esbozó una ancha y poderosa sonrisa hasta que se le marcaron los hoyuelos del diablo. Incluso una característica que solía agregar ternura al rostro, en él se veía demoniaca y, había que admitir por mucho que no quisiera, sumamente seductora. Cualquiera que no lo conociera e incluso quienes ya lo conocían, caían al ver esos hoyuelos. Pero yo era inmune. Yo lo veía como en realidad era: un monstruo.

—Me desprecias por lo que ya has visto de mí, ¿no? —señaló con simpleza—. Mi única intención es que veas que puede gustarte lo que no te he mostrado. No soy todo planes, juegos y crueldad, también hago otras cosas muy bien...

Formé una línea con los labios y giré los ojos. Pero Dios mío, ¿había un ser más insoportable en ese mundo? ¿cómo era que Aegan tenía tanto talento para molestarme?

—¿Crees que te despreciaré menos si me das una buena follada? —escupí con desagrado—. Por Dios, Aegan...

No perdió la sonrisa.

—No, pero te aseguro que te causará un interesante conflicto.

Resoplé. El único conflicto que me enfrentaba ahora era si lanzarle una silla o una mesa.

—Ayer me amenazas y hoy quieres follar —solté con contrariedad—. ¿Tienes la menstruación?

Hizo un ligero encogimiento de hombros y miró hacia el ventanal. Su expresión se tornó aburrida y desinteresada.

—Mis intereses varían con el clima, quizás —replicó.

Entrecerré los ojos. Sospeché mil cosas. Dudé. Sentí que solo se estaba burlando y luego sentí que hablaba en serio. Por un segundo no supe qué hacer y quise levantarme y correr, pero con Aegan uno nunca abandonaba, llegaba hasta el final. El orgullo era lo principal.

—O quizás tienes un solo interés pero buscas varias vías para lograrlo —refuté.

—Probablemente —asintió de lo más normal.

—Me gusta Adrik —le recordé.

—Y a mí me gusta el caos. ¿Estamos hablando de gustos o haciendo un trato?

—Solo quieres molestarlo.

Todavía mirando hacia el ventanal, él elevó la comisura izquierda en un gesto malicioso y de satisfacción

como si estuviera consciente del desastre que causaría su proposición y aun así disfrutara con ello. A lo mejor si lo veía muy de cerca, muy pero muy de cerca, pillaba el panorama de fuego y destrucción en su pupila, justo lo que debía estar imaginando. Existían personas cuya maldad tenía un motivo, pero la de Aegan era sin sentido, para su simple entretenimiento.

—Lo que quiero es que esta noche la pases en mi cama, es todo —aseguró con bastante simpleza—. Y descarguemos ese odio en formas más... intimas.

Negué con la cabeza, firme.

—No, pide algo más.

Pensé que la fuerza y la decisión de esas palabras lo persuadirían, pero en lo que su mirada se deslizó hacia mí, astuta y maquiavélicamente inteligente, entendí que no estaba dispuesto a cambiar de opinión. La sonrisa se le redujo a una línea severa que no aceptaba replica. Sus rasgos se endurecieron como lo hacían ante cualquier otra persona. Y sus palabras fueron irrefutables y exigentes:

—Es eso o no hay juego.

Maldición, sí hablaba en serio. Y era obvio, porque él sabía que yo le preguntaría algo importante, algo que no quería responder. Entonces me ponía en una encrucijada: la de abandonar e irme o la de quedarme y arriesgarme. Ambas tenían consecuencias: en una no obtenía nada y quedaba como cobarde, en la otra engañaba a Adrik. No quería darle el gusto, pero si yo me acostaba con ese imbécil, Adrik jamás me lo perdonaría. Y tampoco era algo que quisiera hacer, algo que en definitiva no haría, pero necesitaba la respuesta, una respuesta que solo podía salir de la boca de Aegan Cash.

Nos sostuvimos la mirada un momento. Él, retador y aguardando; yo, dándole mil vueltas a las opciones. Toda su estúpida cara decía: ¿qué hará la gran Jude? Y al mismo tiempo yo también me lo preguntaba. Pero... le había ganado una vez, ¿no? ¿Y si ganaba esta también? Aegan jugaba muy bien, pero yo... yo era la puta ama y no de casa.

Él parecía más dispuesto que nunca.

Pero yo estuve dispuesta a todo desde un principio.

—De acuerdo —acepté al final—. Juguemos.

————

Helooooou.

¿Están ahí mi vidas? ¿Están ahí?

¿Me oyeeeeen? ¿Me escuchaaaan? ¿Me sieeeeeeenten?

SIENTANME CARAJO.

Kaskkas ¿cómo va todo?

¿Qué tal la segunda parte del capítulo 27? Ha sido largo. ¿En donde están las del team #Jaegan?

POR FAVOR ESPEREN AL SIGUIENTE CAPITULO PARA SABER QUÉ PASA CON JUDE Y AEGAN Y NO SE APRESUREN A NADA NI SAQUEN CONCLUSIONES ABSURDAS. :(

No me voy a extender en esta nota porque estoy full ocupada con lo que ha pasado con esta historia, las actualizaciones que vienen de Strange y muchas cosas más que son sorpresa :D Ademas estoy editando el siguiente capitulo ya porque se revelan cosas y esta buenisisisisisimo.

Solo les diré:

Aaaaaaaaaadelanto:

Empieza el juego. ¡Hagan sus apuestas! ¿Quién ganará? ¿Aegan "El Tormento" Cash o Jude "La mentirosa" Derry?

¿Llegará Adrik cosita linda bb sano y salvo al refugio?

Al parecer, Artie anda rara.

¿Y quién rayos acaba de desaparecer?

¿Y quien ya esta shipeando a Aleix y a Owen?

¿O son fieles a Layla y a Aleix?

Pedacito del cap 28 que me gustó un montón:

"—¿Por qué carajos eres así?

Él mantuvo la sonrisa diabólica.

—¿Tan atractivo y tan perfecto?

—Tan idiota y tan cruel.

Esas dos palabras no parecieron afectarle. De hecho, solo curvó la boca hacia abajo e hizo un ligero encogimiento de hombros. Era su estado favorito: "no me importa si mis actos son malvados, lo que importa es demostrar mi poder".

—Es subjetivo —comentó con cierto desinterés—. Igual, hay para todos los gustos. Si no te gusté yo, ahí tienes a Adrik, y cuando te deje de gustar él, ahí está Aleixandre."

Los amo mis vidas estoy feliz feliz feeeeeliz de que los tengo, de que los tengo tengo tengo!

Nos vemos en el próximo capítulo.

Recuerden lo que les dije en el cap anterior, que son importantes sus comentarios y sus votos. Esto sigue en pie hasta el final y es lo que me tiene mayormente ocupada ;)

Besos de apuestas,

Alex.

Pronto estaré anunciando las sorpresas en mis redes, así que atentos:

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