—¡YoonGi! ¿Cómo es eso de que has mordido a JiMin? Tu profesora me llamó diciendo que has mordido el brazo de JiMinnie ¿Qué te sucede?¿Es por eso que JiMin no regresó a casa con nosotros?—. La señora Min hablaba rápidamente, casi sin respirar, en un intento de regañar a su hijo. No era muy común regañar a YoonGi. Si bien podía ser un poco testarudo, tosco y directo, además de extremadamente posesivo con el pequeño Park, YoonGi era muy tranquilo, y al pasar la mayor parte de su tiempo con JiMin y sólo despegarse de su lado cuando no dormían juntos, era raro que YoonGi se metiera en algún problema. Normalmente solo solían llamarle la atención cuando sus celos por JiMin exageraban, así que el hecho de que YoonGi haya hecho daño al niño que cuidaba como si fuese un tesoro le resultaba sumamente descabellado.
—Es que... Hay un niño nuevo que me quería robar a mi JiMinnie...
Yo sólo quería marcarlo para que todos supieran que es mi Omega–, hablaba el pequeño con la cabeza gacha. Era verdad, el solo quería ser el alfa de su Minnie.
—¿Marcarlo dices?—. Ahí estaba la explicación lógica. Aunque la señora Min quiso mostrarse molesta ante su hijo por su travesura, no pudo omitir el pinchazo de ternura que le ablandó las facciones, su hijo era un bruto, celoso y posesivo, pero eso no le quitaba lo tierno. —Pero cariño—, habló agachándose hasta la altura de su hijo. —Aún no estás en edad para marcar a nadie, ni siquiera sabes si serás un Alfa y menos aún si JiMin será tu Omega. Además pequeño, las mordidas no se hacen en cualquier lugar...—, trató de ser lo más clara posible, aunque sabe que su hijo entendería.
Por un momento el pequeño YoonGi bajó su mirada decepcionado, pero en el instante en que una nueva duda cruzó su mente, volvió a dirigir sus curiosos ojos a su madre, para preguntar con la voz cargada de emoción. —¿Entonces cuando sea grande puedo ser el alfa de JiMinnie?—.
°~•✿•~•❀•~•✿•~•❀•~°
-MinS.