Dime que estarás cuando vuelva yo, por ti. Que me esperaras, que en mi vive tu recuerdo.
—Dime como fue.
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Gastón
12:00 am.
Y no deseaba más que la presencia de Nina, a pesar de haber peleado. Quisiera un abrazo de ella en estos momentos.
Feliz Cumpleaños a mí.
Cuando volvía a caer totalmente rendido, escuche mi móvil vibrar o quizás estaba soñando, con mucha pesadez me levante aún bostezando. Tenía suerte de que era sábado y no un día común de la semana. Aparte estaba solo, no podría reunirme con mis padres como cada fin de semana.
Nina.
Decía en la pantalla.
Prendí la lámpara de mi cómoda y acepte la videollamada. No se notaba casi nada y se veía oscuro.
—¡Feliz Cumpleaños Gastón!... Quería ser la primera en decírtelo.—Solo escuche su tímida voz.
—Gracias...—Respondí incómodo.
Se torno un silencio incómodo, me reprimi el haber contestado la llamada, pero mi corazón siempre ganaba batallas, o en su mayoría.
—¿Has visto las estrellas? Brillan más de lo normal.—Dijo con naturalidad.
—Sí, puede ser.—Escuche algunos ruidos fuera de mi habitación. Y frunci el ceño.—Dame un minuto, ya vuelvo.
—Bueno.
Salí de mi habitación, todo se veía normal, a oscuras, prendi la lampara de mi móvil para buscar el interruptor. Una vez me adapte a la luz mi corazón se detuvo un instante.
—¿Qué... es esto?—Pregunté sin saber que decir. En la pared que estaba vacía, estaba pegado un cartel de feliz cumpleaños, con fotografías nuestras. De Nina y yo.
—Solo quería darte tu abrazo de cumpleaños.—Unos brazos pequeños me abrazaron desde la espalda.—¡Feliz Cumpleaños Gastón!—Murmuró.
Definitivamente estoy soñando.
Inmediatamente voltee sobre mi propio eje encontrandome con su mirada a través de la oscuridad que brillaba, en una noche llena de estrellas y luna llena.
—Nina ¿que haces acá?—Pregunté aún intentando salir de mi asombro. Y abrazaba al mismo tiempo.
—Vengo a cumplir mi promesa.—Respondió simple.—Y hoy era la ocasión indicada.
Intenté, juro que intenté detener mis lágrimas pero fue en vano, estaba aquí. Conmigo. Abrazandome.
—Pero... ¿Porqué?
—Me eh equivocado muchas veces, haciéndote dudar de mí, y... No pretendo que perdones mis errores, solo quiero pasar contigo tú cumpleaños, una vez tú me dijiste que no importaba si estábamos peleados o no, siempre estarías para mí... Y yo igual quiero estarlo.—Dijo aferrándose más a mis abrazos.
—Sabes que no importa nada, siempre te he querido.
—Yo te quiero mucho.
—Lo se.
—¿En serio?—Parecia sorprendida.
—Quién en su sano juicio atraviesa un océano, solo para pedir perdón.
—Soy la excepción. Pero igual quería verte... Después de... Ya sabes, peleamos y... Todo fue mi culpa.
—Dejemos eso atras. Perdón por todo.
—Yo te entiendo, hubiera echo lo mismo.
—Eres... Lo mejor que me paso en la vida.—Susurré buscando sus exquisitos labios y probarlos, para consumir mi alegría.
Lento. Tierno. Preciso. Pasional.
Incluso en sueños, todo parecía real.
Sin prisas, aunque el tiempo es nuestro límite, solo disfrute, de la dulzura que emanaba mi ser, sintiéndome vivo de nuevo.
—Tengo muchas cosas que preguntar, pero muero de sueño...—Me detuve preguntándome en donde dormirá, mi prima cerro su puerta con llave, el sofá es incómodo, el piso es frío. Matteo está en otra habitación. Y luego está la mía.—Mi novia esta loca y se le ocurrió levantarme en mi quinto sueño.
—Tenés razón, yo... Lo siento.
—No lo lamentes, me alegra de que estés aquí.
—Descansa... Yo me acomodo en el sillón.—Sugirió y negué.
—Duerme conmigo.
—Ammm... Suena tentador. Muero de sueño no discutiré.—Respondió.
—¿Es un si o un no?
—¿Tu que crees?
—Bueno más espacio para mí.—Bromee a lo cuál recibí un golpe de su parte. Le tome la mano para dirigir a hasta mi habitación, no tengo ni la más remota idea de porque, pero ya llevaba puesto el pijama.
Me acomode de un lado, dejando disponible la otra mitad de la cama, en la cuál no tardó en acomodarse. Pegando su cuerpo al mío, la abrace por instinto, dejando su cara muy cerca de la mía, rozando apenas nuestras narices.
Solo sonreí.
Estar con Nina es lo mejor que pudo haberme pasado. Si no la hubiera conocido, ahorita fuera el mismo chico de siempre, queriendo ligar con todas, siendo alguien que no soy, sintiéndome vacío cada vez más.
Hoy solo soy de ella y nadie más.
—Gracias por esto... Por estar aquí, a pesar de nuestra...
—No hables... Lo importante es que estoy aquí.
—Te amo tanto.
—No más que yo a ti.
—Buenas noches amor.
—Descansa.
Dormí como no lo había echo en los últimos días, mejor de lo que muchas veces soñé. En brazos de la persona indicada.
...
Desperté feliz, había soñado que Nina y yo arreglabamos nuestro malentendido, todo había sido perfecto, incluso ella estaba aquí. Era tan perfecto para ser real.
Me levanté para ir a desayunar algo, mi estómago estaba algo hambriento. Y el olor a comida no ayudaba. Era raro, ya que Coral no trabaja los fines de semana. Solo había un responsable.
—Matteo es un milagro que estés cocinando.—Dije mientras entraba a la cocina, llevándome una sorpresa.
Matteo, Nina y Coral haciendo el desayuno. No tenía idea de que Coral seguiría aquí.
—Buenos días dormilón.—Dijo Nina con una sonrisa.
—Pero...—¿No fue un sueño? Me pregunte mentalmente.—Estás aquí.
—Por nada del mundo me perdía el cumpleaños de mi novio.—Se acercó a abrazarme, a lo cuál correspondi.
—Pensé que estaba soñando.—Le dije en susurros.
—No lo fue, aquí estoy. Contigo.
—Bueno par de tortolos, estamos aquí, tengan la decencia de no comer enfrente de los pobres.—Dijo Matteo.
Coral y Nina solo rieron.
—Bueno, con tu permiso Nina, yo también tengo que felicitar a mi amigo.—Dijo al tiempo que se acercaba a abrazarme.—Bienvenido al club de los mayores.
—Eso fue el año pasado pero gracias.—Respondí riendo.
—El desayuno esta listo.—Interrumpió Coral.
—Gracias.
Sin decir nada más se retiró.
Desayunos entre risas a causa de Matteo, si me preguntaran como sería mi cumpleaños perfecto, no hay duda de que este momento es el indicado. Estando con las dos personas más importantes para mí.
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