Mala influencia®

By teensspirit

45.4M 3.1M 3.5M

YA EN FÍSICO. La irresistible tentación está ahí: para los dos. En medio de todo el desastre, tuvimos que enc... More

Prólogo
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capitulo 51.
Capítulo 52.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Epílogo
Fin
YA EN FÍSICO

Capítulo 36.

700K 51.4K 116K
By teensspirit

EROS.

-Joder, no se enciende.

-No digas malas palabras cuando estés delante de mi, Douglas. -me regaña Bruce sujetando la tarta de chocolate y Nutella de tres pisos encargada especialmente para Reese, con la ayuda de Diego.

Simon sujeta dos globos dorados con el número dieciocho y un extraño dibujo que piensa regalarle a Reese. Y digo extraño porque suponiendo que son Reese y él los que salen dibujados bañándose en la piscina, tenía toda la pinta de ser alguna especie de monstruo sobrenatural a punto de ahogarse. Le he dicho que es muy bonito.

-Este mechero es una putísima mierda. -vuelvo a hablar ignorando por completo las palabras de Bruce.

-¡Eros! ¿Acaso no has oído lo que acabo de decir? -suena como cuando regaña a Reese, y aunque se esté dirigiendo a mi como modo de protesta, tiene un toque tan familiar que no puedo evitar sonreír.

-Lo siento Bruce, soy un chico de calle. -me disculpo sin sentirlo de verdad. Por fin consigo encender las velas de la tarta con el número dieciocho y Bruce nos mira a todos antes de abrir la puerta de la habitación de Reese.

Esta está completamente dormida, con un hilo de baba resbalando por la comisura de su boca y abrazada a su feo y viejo peluche de la jirafa. Oh dios, tengo que retratar este momento.

Me acerco a ella con pasos sigilosos, sacando mi móvil del bolsillo.

-¡Douglas! -susurra Bruce enfadado para no despertarla.- ¿Qué crees que haces?

Entro en cámara y pulso el botón, haciendo que un flash apunte directamente a la cara de Reese e ilumine su baba, retratando el momento. Pienso guardar esta foto para el resto de mi vida.

Simon comienza a reír y Diego contiene la risa. Reese suelta un pequeño gemido que me eriza la piel antes de frotarse los ojos. Mierda.

Vuelvo lo más rápido posible a donde están Bruce y Diego sujetando la tarta y Simon con los globos y me cruzo de brazos mientras ellos comienzan a cantar la canción de cumpleaños feliz. Yo no soy tan pringado como para cantarla, así que me quedo observando la escena. Reese abre los ojos y parece querer morirse.

-¡Oh no! -exclama tapándose con la almohada. El resto sigue con la canción y yo suelto una carcajada. Qué pringada.

Vuelve a quitarse la almohada donde seguramente hayan quedado sus babas y sale de la cama, caminando hacia nosotros. No sé como mierdas puede ser tan guapa aunque tenga el puto pelo revuelto, baba, y acabe de despertarse.

-Felicidades cariño. -murmura Bruce nada más acabar la canción.

A Reese le brillan los ojos, tiene las manos cruzadas delante de su cara mientras nos mira y se muerde el labio. Está claro que nuestra pequeña sorpresa le ha gustado.

Simon va corriendo a abrazarla y le entrega el dibujo. Reese miente diciendo que es muy bonito y le da un beso en la mejilla. Los criados se llevan la tarta y entonces Reese aprovecha para abrazar a su padre y después a Diego.

Es mi turno. Olvido que su padre está delante y la agarro entre mis brazos, elevándola del suelo y dándole una vuelta en el aire. Esta ríe mientras se sujeta de mi cuello hasta que vuelvo a dejarla en el suelo.

-Felicidades, princesa. -murmuro. Reese vuelve a reír, mirándome con un especial brillo en los ojos, sin romper el contacto. Joder, como me gustaría besarla ahora mismo...

Un carraspeo por parte de Bruce interrumpe nuestro momento.

-Será mejor que te arregles y bajes a desayunar, o se enfriará el maravilloso desayuno que ha preparado Estela. -dice caminando hacia la salida de su habitación, poniendo una mano en el hombro de Simon.

Reese asiente con la cabeza y me echa una mirada furtiva antes de caminar hacia el baño de su habitación, llena de superioridad y picardía.

-Eros. -me llama Bruce deteniéndose en el umbral de la puerta.

Suspiro antes de comenzar a caminar detrás de los demás, camino al comedor.

Joder, ya no se que más hacer para recuperarla, y no creo que aguante mucho tiempo más así. Tener que verla todos los días y tenerla tan cerca sin poder tratarla como me gustaría es el problema más frustrante que jamás pensé que podría tener; a parte de haber estado toda mi vida metido en un reformatorio por culpa de un asesinato que no cometí, claro. Es más, nunca llegué a pensar que algún día tendría a mi lado a una persona como ella. Sí, será una niña de papá, pero es tan jodidamente increíble que me hace olvidar todo lo que nos separa. Y eso que hay bastantes obstáculos.

Al cabo de unos veinte minutos, Reese baja las escaleras con el vestido de flores de encaje blanco que compramos especialmente para su cumpleaños y unos tacones blancos. Lleva el pelo suelto y se ha maquillado un poco. Me obligo a mi mismo a apartar la vista y a dar media vuelta. Mirarla demasiado seria una puta tortura para mi mismo.

Trato de hacer lo mismo durante el desayuno, donde al acabar Bruce saca unas llaves de su bolsillo, y se las da a Reese. Y obviamente, es imposible no mirarla, su cara es todo un cuadro, igual que la de Diego y yo, que nos miramos preguntándonos si esto es una jodida broma.

-¿Qué es esto? -pregunta con alegría en la voz, sujetando las llaves.

-Sal. -responde su padre haciendo un gesto con la cabeza hacia el exterior.

Todos nos levantamos de nuestros asientos a la vez, y seguimos a Reese hasta el patio delantero, donde hay un jodido todoterreno negro mate con un lazo rojo enorme. Me cago en la puta. Ni trabajando durante toda mi puta vida podría llegarme a comprar un coche como el que tengo delante de mis ojos.

Reese se tapa la boca con las manos. Creo que va a llorar.

-Felices dieciocho. -murmura Bruce. Esta se abalanza sobre él abrazándolo con fuerza y soltando un grito agudo. Siento como una especie de opresión en el pecho al ver como quiere Bruce a su hija. Igual que Diego quiere a Simon. Suspiro. Estas cosas hacen que me acuerde de mi familia. Pues a diferencia de ellos, yo no tengo a nadie.

Y sí, sabía que su padre le haría un regalo de este estilo en cuanto mencionó lo de su fiesta de cumpleaños, pero no creía que fuera de tan grandes dimensiones. Esto deja a mi regalo prácticamente en la mierda. Bueno, seguro que es mejor que el de Simon.

Ese dibujo sigue perturbándome.

-Es increíble papá. -dice Reese con los ojos llorosos.- Muchísimas gracias.

-Aun no me las des, que esta no es la única sorpresa. -contesta este con emoción.

Voy a vomitar jodidos arcoíris hechos de dólares.

-¿Que...?

-Ves a la piscina. -la interrumpe Bruce con una carcajada.

Reese ríe con fuerza y algo de nervios antes de comenzar a caminar, rodeando la mansión y haciendo sonar sus tacones al chocar contra el suelo.

¿Qué habrá ahora? ¿Un yate en la puta piscina?

Al llegar, un coro de voces femeninas gritan "sorpresa" al unísono. Todas sus amigas, incluida Ariadna, van vestidas con vestidos ajustados y con tacones, y han decorado la piscina y la terraza con globos y esas mierdas. Veo como se abrazan soltando gritos de adolescentes chillonas y yo ruedo los ojos, otra vez.

Simon está contento, no preguntéis por qué, y Bruce y Diego observan la escena de brazos cruzados, pero felices. En cambio yo no sé por qué, pero me intuyo algo que no me gusta. Que Ariadna esté aquí solo hace que tenga la guardia alta todo el rato. Seguro que intenta boicotear la sorpresa de alguna manera u otra. Y más sabiendo que yo estoy aquí. Esa chica es capaz de cualquier cosa.

-¿Qué son esas maletas? -pregunta Reese intrigada cuando sus amigas se separan de ella, seguramente intentando disimular su odio por Ariadna.

Mierda, ni si quiera me había fijado.

Bruce tiene una mirada acusadora.

-¡Sorpresa otra vez! -exclama.- Os vais de viaje a la casa del lago este fin de semana. -no me jodas.- ¿Qué te parece?

Reese no sabe si ponerse contenta o llorar.

-¿Todas? -pregunta seguramente con la esperanza de que Ariadna se quede en su jodida casa.

-Sí. -contesta su padre.- Incluida tu, Eros. -dice dirigiéndose hacia mi. Todas ríen por su puta bromita de mierda y yo pongo una sonrisa socarrona, preparado para devolverle el tiro.

-Espero que me puedas dejar tu bikini, Bruce, el mío ya no me cabe.

Las chicas observan atentas nuestra conversación.

-Lo haré encantado, querida. -vuelve a responder, esta vez no con tanto entusiasmo. Suelto una risa por la nariz, al ver que no le ha hecho gracia mi comentario.- Ahora, ¿a qué estáis esperando para hacer las maletas?

Jodida mierda, ¿qué puede ser peor que un viaje con siete adolescentes gritonas y mimadas? Yo os lo diré, que una de ellas quiera matarnos a mi y a otra de ellas, la cual es la chica a la que quiero y con la que no puedo estar. Eso, os puedo asegurar, que es cien veces peor.

Al girarme, veo a la pelirroja observándome, que al darse cuenta de que la estoy mirando me dirige una sonrisa pícara, casi provocativa.

Algo me dice que este viaje se me va a hacer más largo de lo que me gustaría.

(...)

-Habla con ella.

-No.

-Habla con ella. -me vuelve a exigir Diego a través de la línea telefónica.

-¿Sabes qué? Voy a colgarte, saluda a Simon y a la señora Bruce de mi parte.

-Espera, Eros, no...

Le doy al botón de colgar, dejándolo con la palabra en la boca y tirándome de nuevo encima de la cama. ¿Que hable con Reese? Si, claro. ¿Y qué demonios le digo? ¿Que soy tan sumamente estúpido que ya no sé qué hacer con ella? Le prometí que recuperaría su confianza, y lo único que he hecho hasta ahora es lamentarme como un pringado y evitar estar demasiado cerca de ella porque pierdo el control sobre mi mismo. Cualquiera diría que fui el niño al que tiraron de todas las casas de adopción del país.

Dos golpes suenan en la puerta de madera de mi habitación.

Hace tan solo un par de horas que hemos llegado a la casa del lago. Bruce ha contratado un puto autobús solo para llevarnos, así que yo me he dedicado a invadir los asientos del fondo y a dormir todo el camino. Habría ido con las amigas de Reese, pero la verdad es que no estaba de ánimos, y tampoco es que me guste estar cerca de esa víbora de Ariadna Taylor, al menos sé que cuando estén todas las demás delante a Reese no le pasará nada. O eso quiero creer.

-¿Quien? -digo de mala gana.

-Soy Lily, ¿puedo pasar?

-Claro, preciosa. -murmuro sacando el paquete de tabaco de mi mochila.

Esta abre la puerta con cuidado y mira a ambos lados del pasillo antes de entrar. Yo prendo el cigarro y expulso el humo, volviéndome a tumbar en la cama. Es una habitación pequeña, de madera, al igual que el resto de la casa. No es muy grande, y eso me gusta porque hace que sea más acogedora, y que Reese esté más cerca de mi. Sonaré patético, pero en eso consiste mi jodido trabajo.

-¿Necesitas algo?

Lily carraspea. Sus dos ojos grandes y azules pestañean algo rápido, como si estuviera nerviosa.

-Yo... -mira hacia abajo y vuelve a mirarme.- Lo siento Eros.

-¿Qué...? -Lily me interrumpe acercándose rápidamente a mi y sentándose a mi lado antes de juntar sus labios con los míos, comenzando a besarme.

¿Qué demonios...?

Antes de que pueda apartarla, se levanta y se marcha como un puto rayo, cerrando la puerta y dejándome solo y confundido en la habitación.

Me levanto de golpe de la cama y apago el cigarrillo sobre la mesa de noche. Abro la puerta y comienzo a caminar hacia el salón, sin ni si quiera ponerme una camiseta.

-¡Reese! -exclamo. No sé de qué cojones va esto, pero prefiero contárselo yo antes de que se entere de otra forma.

Unas manos me tapan la boca, haciéndome chocar contra la pared del pasillo y dejándome sorprendido. Es Reese. ¿Qué demonios...? Casi está de puntillas, con la respiración algo acelerada y mirándome a los ojos. Desvío mi mirada hacia sus labios.

-Shh... -murmura ella apartando las manos y mirando sin querer mis labios antes de dirigir otra vez la vista a mis ojos.

-Lily me ha besado. -suelto sin más remordimientos.

-Lo sé. -contesta ella. ¿Qué? ¿Lo sabe?- Ahora no podemos hablar, nos vemos a las diez y media en el embarcadero, procura que nadie te vea, allí te lo explicaré todo. -susurra. Mi ceño está fruncido y mis manos se encuentran sobre sus brazos, ni si quiera sé en qué momento las he puesto ahí.- ¿Lo harás? -pregunta.

-Claro, princesa. -asiento con la cabeza, sin dejar de mirar sus labios.

-Nos vemos, Douglas. -vuelve a susurrar antes de dar media vuelta. Y solo por el puto echo de susurrar de esa forma mi jodido apellido hace que tenga un problema en los pantalones.

De puta madre.

(...)

Después de pasar el resto del día tranquilo, en mi puta habitación, por fin llegan las diez y media. Solo he salido del cuarto un par de veces para comer, todo para no tener que ver a la jodida Ariadna, y ahora también a Lily, así que tengo más ganas de salir de aquí de las que os podéis imaginar.

Me cuelgo la mochila al hombro y abro la ventana para salir, saltando al otro lado. ¿No quería que no me viera nadie? Pues ya puede estar tranquila. Mis pies notan el césped al tocar el suelo y comienzo a caminar, dejando la ventana abierta de par en par.

No sé donde cojones está el embarcadero porque no he estado aquí en mi puta vida, pero sigo el sonido del agua y llego a un sitio donde el suelo está cubierto de maderas, y hay varios botes apilados a uno de los lados, el cual no está muy lejos de la casa. Reese está sentada en el extremo del final, y aunque esté todo a oscuras, el brillo de la luna es suficiente para iluminarlo todo.

Mis pasos hacen que se gire y se ponga de pie al verme.

-¿Qué está pasando, Russell?

-Hola a ti también. -contesta algo molesta. Después suspira.- Lily está haciendo creer a Ariadna que ya no somos amigas para extraer información, y esta para comprobarlo le ha dicho que te bese. Y Lily lo ha hecho. Me ha preguntado qué me parecía antes de hacerlo.

-¿Y le has dicho que si? -pregunto confundido y algo molesto. Yo jamás dejaría que mi mejor amigo besara a Reese, y más sin su permiso, y el simple hecho de que a ella le parezca bien me hace plantearme si ambos sentiremos lo mismo.

-No quería que te besase, pero no sabía qué más hacer. -sus manos cogen mis brazos al ver que no la miro a los ojos.- Eros, ¿crees que me parece bien que mi mejor amiga te bese cuando tan solo de verte con Peyton me pongo celosa?

Esta vez la miro a los ojos. No puedo evitar dirigir mi mano a su rostro, escondiendo una mecha de pelo detrás de su oreja.

-Sabía que estabas celosa. -contesto con una sonrisa socarrona.

-Eres un estúpido. -dice ella riendo y separándose de mi, volviendo a sentarse donde estaba antes. La sigo y me siento a su lado, abriendo la mochila y sacando mi cuaderno de la venganza. Ese que ha provocado todo este desastre entre ella y yo.- Eros... -dice algo confundida, a punto de hacer una pregunta.

-Espera. -la detengo sacando mi mechero del bolsillo.

Abro el diario por la mitad y acerco la llama del mechero a las hojas, las cuales comienzan a prender y a consumirse, iniciando un pequeño incendio dentro del cuaderno.

-¿Qué estás haciendo? -pregunta Reese sorprendida, mirando la escena con las cejas levantadas.

-Te prometí que recuperaría tu confianza, y si quemar el último objeto que me conecta con mi pasado, en el cual están escritas todas mis jodidas batallas y atrapados mis demonios, y el cual hizo que tú y yo ya no estemos juntos, no consigue hacerlo; maldición, dime tú qué quieres que haga, porque me estoy volviendo loco pensando como volver a tenerte.

Reese deja escapar un suspiro mientas forma una sonrisa en su rostro. Se acerca más a mí y pasa su mano por mi mejilla.

-Eros Douglas, eres un romántico.

Suelto una risa.

-Y tú una niña mimada, Reese Russell.

Reese acerca su rostro a mi, haciendo que sienta mi pecho palpitar más fuerte. Joder, quiero besarla. Su nariz roza con la mía y se me escapa un suspiro.

-Y aún así me quieres. -susurra a punto de juntar sus labios con los míos.

No aguanto más y acorto la distancia. Mierda, lo había hachado tanto de menos que ni si quiera parece real. Mis manos se posan instantáneamente en su cintura, a la vez que acelero el beso con ansia. Reese me sigue el ritmo, dándome a entender que está de acuerdo. Pasa sus manos por mi nuca, pegándose más a mi y sonríe a mitad del beso.

-Espera. -digo separándome. Ella frunce el ceño.- Aún es tu cumpleaños.

-¿Y qué? -pregunta antes de intentar besarme otra vez.

-No te he dado mi regalo.

-Eros, has quemado el diario, eso ya es suficiente.

-No. -niego con la cabeza.- Levanta.

-¿Enserio?

-Sí. -digo tocando mi bolsillo para ver si sigue ahí. Reese me hace caso y se pone de pie, algo molesta por haber interrumpido nuestro beso.

No me lo pienso más veces y planto mi rodilla en el suelo, a la vez que saco la pequeña caja de terciopelo negro de mi bolsillo y la abro delante de ella, mostrándole el anillo.

-¿Quieres casarte conmigo, princesa?

**********
Para más información seguirme en Instagram: @teennsspirit

Continue Reading

You'll Also Like

By ______

Fanfiction

6.7K 337 10
El deseo de un capitán favorecido se cumple haciendo que la mayor parte de personajes en el pasado sean llevados a una habitación todos juntos, reacc...
93.7K 7.9K 39
- 𝑉𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑆𝑎𝑡𝑜𝑟𝑢 𝑐𝑎𝑠𝑎𝑟𝑠𝑒 𝑛𝑜 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒 𝑠𝑒𝑟 𝑡𝑎𝑛 𝑚𝑎𝑙𝑜 - 𝑑𝑖𝑗𝑜 𝑠𝑢 𝑚𝑒𝑗𝑜𝑟 𝑎𝑚𝑖𝑔𝑜 - 𝐻𝑒 𝑜𝑖́𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑝𝑒𝑟𝑠...
Eterneco By chime

Teen Fiction

2.6M 277K 50
Cuenta la leyenda, que en alguna ciudad de Counterville, una fabulosa chica decidió que era momento de poner el mundo bocabajo. Madre militar y padr...
33.5M 4.3M 46
[COMPLETADA] ¿Es posible enamorarse de alguien sin conocerlo? ¿Sin haberlo visto? ¿Es posible desarrollar sentimientos por una persona que solo has e...