FRDZ: Friendzone |J.Jungkook

Galing kay MJGozz

2.2M 202K 176K

―¿Que se siente saber que la única persona que te conoce mejor que nadie en el mundo no sabe todo lo que sien... Higit pa

.•Booktrailer•.
00.•El principio de todo•.
01.•Una mirada al pasado•.
02.•El primer dia•.
03.•Fiesta del ingresante•.
04.•La boca del lobo•.
05.•Ratas de biblioteca•.
06.•Nuevas Estrategias•.
07.•La verdad de la mentira•.
08.•Primera jugada•.
09.•Subidas inesperadas•.
10.•Planificación•.
11.•Hora del juego•.
12.•Bajadas peligrosas•.
13.•Arrepentimientos•.
14.•Reemplazo•.
15.•Nuevo rumbo•.
16.•Cuerdas flojas•.
17.•Estragos•.
18.•Transparencia•.
19.•Cara a cara•.
20.•Inefable•.
21.•El otro él•.
22.•Encrucijadas•.
23.•Antes de la tormenta•.
24.•Ojos abiertos•.
25.•Silencio•.
26.•Un mal chiste•.
27.•Balance•.
29.•Por ti•.
30.•Ni vaso ni vacío•.
31.•Punto de quiebre•.
32.•Dualidad•.
33.•La otra cara•.
34.•Donde debo estar•.
35.•El jardin sin retorno•.
36.•Fondo•.
37.•Malas decisiones•.
38.•Sube y baja•.
39.•Caricias de día•.
40.•No todo lo es brilla es oro•.
41.•El final de todo•.
01.•Epílogo•.
02.•Epílogo•.
.•Agradecimientos•.
Extra00.•JiEun•.
Extra01.•Amigos con derechos•.
Extra02.•Lazos de sangre•.

28.•¿Mala persona?•.

58.3K 4.4K 4.2K
Galing kay MJGozz

A lo largo de nuestras vidas tendemos a confundir dos grandes conceptos: ser una buena persona y ser una mala persona.

Al principio es sencillo, te enseñan que las personas buenas reciben cosas buenas, recompensas y las personas malas reciben cosas malas, castigos. Pero entonces comienzas a notar que, por más que hagas las cosas bien, siempre obtienes malos resultados y te detienes a pensar si realmente haces las cosas como deben ser, si realmente estás haciendo las cosas bien y, de alguna forma, terminas convenciéndote de que eres una mala persona y, a partir de allí, erróneamente comienzas a castigarte a ti mismo.

***

Sabía de sobra que simplemente pude rechazarlo o limitarme a decirle que no me sentía bien y ya. Como también él pudo haberse cansado luego de esperarme una hora y media. Y quizás fue por eso que no me retracté a último momento. Había tardado tanto que me parecía una gran falta de respeto cancelar todo. Ni siquiera fue algo que había planeado o  hecho con el propósito de hacerlo esperar por algún tipo de venganza absurda e inmadura. El tiempo se me escapó como el agua entre mis dedos mientras elegía minuciosamente la ropa que llevaría hoy ¿O quizás fue mientras intentaba arreglar mis ojeras pronunciadas? También debía admitir que tomar una ducha había sido algo bastante difícil, pues, desnudarme mientras era completamente consiente de que Jungkook estaba suelto por mi casa era un hecho que no me dejó tranquila en ningún momento.

Cuando bajé por las escaleras con algo de apuro y una cierta vergüenza por haber tardado tanto me esperaba una cadena de insultos junto con esos comentarios sutiles y sarcásticos que él solía tirar, sin embargo, lo encontré bastante cómodo recostado sobre el sofá doble que estaba en la sala. Al escucharme apartó la vista de su celular y luego de recorrerme de arriba abajo elevó una de sus comisuras levemente, creando una débil sonrisa torcida que, en vez de verse cálida y amable, me produjo un profundo escalofrío que recorrió toda mi espalda, desembocando en mis extremidades donde tuve que cerrar mis puños fuertemente para evitar que él lo notara.

Cuando se puso de pie fue que me di cuenta que tan diferentes íbamos vestidos: mientras el tono del jean de él era oscuro y su pulóver negro, mi jean era de un color celeste bastante claro y el suéter que había elegido –si bien me quedaba igual de largo como su pulóver– era de un color rosa pastel.

―¿Vamos? ―preguntó luego de guardar su celular y juntas sus palmas, creando un sonido que provocó un eco por toda la casa. Yo sentí levemente.

―Tu vienes de afuera, ¿Debería llevar abrigo? ―pregunté de manera casual mientras me dirigía al pequeño closet cerca de la entrada donde, además de dejar los zapatos que usábamos con más frecuencia mi madre y yo, también guardábamos los abrigos en el apartado para colgar perchas.

El pareció pensarlo de sobremanera, rozando el borde de la completa exageración. Caminó hacía mi con un paso lento, casi arrastrando sus pies y cuando pude sentir su presencia en mis espaldas volví la vista hacía el closet. Fingiendo una confusión por no saber cuál abrigo elegir entre los que tenía a mi alcance.

―Normalmente te diría que el clima está bien así tengo una excusa para abrazarte cuando tengas frío, pero, eso no hacen los amigos, ¿Verdad?

Había tantas maneras de interpretar aquella respuesta y ninguna teoría medianamente fuerte podía venir a mi cabeza en aquel momento. Aun así, por su tono lento y bajo podía saber que, de alguna manera, buscaba afectarme. Provocarme de la misma manera en la que los mafiosos se provocaban con insultos antes de irse a los golpes. Solo que no sabía qué clase de golpes estaba buscando Jungkook en ese momento.

―¿Acaso esto es un chiste o algo así? ―pregunté de mala gana, bajando mi mano de la percha que acababa de deslizar por el tubo metálico del closet y dándome media vuelta para poder enfrentarlo. Pero, al darme cuenta de que las distancias entre nuestros cuerpos habían sido minimizadas, di un pequeño salto por el susto y mientras soltaba un suspiro que consideré una combinación entre sorpresa y temor pegué mi espalda contra la puerta del closet que no estaba abierta.

―Mh no, en absoluto―contestó manteniéndose en su lugar, observando mi rostro con tanto detalle que incluso me hizo sentir inquieta, temblorosa― tu sabes a la perfección que no sé cómo se comportan los amigos de verdad.

Entendí la referencia cuando clavé, con algo de valentía, mi mirada sobre la suya y pude recordar que, en realidad, se podría decir que lo más cercano a un amigo que él tuvo durante toda su vida fue EunJi y ni siquiera fueron realmente amigos. Habían mantenido por años una relación de "somos más que amigos, pero menos que lo otro" y en vez de sentirme mal por él, me sentí atacada. Como si de alguna manera expusiera que nosotros tampoco éramos "solo amigos" por los episodios que se habían dado con anterioridad. Y pensar en ello me dio tanto rechazo, porque, aunque no lo quisiera, no pude evitar compararme con EunJi y como ambas habíamos terminado en una extraña relación con él. Aunque era claro que ella lo había buscado y disfrutaba de lastimarlo cada vez más.

Yo no.

Sentía que yo podría salir más lastimada de una relación de amigos de ese estilo, que con la relación ignorante que llevaba con Taehyung.

―No creo que...

―Entonces tu dime―pidió apuntándome con su barbilla y poniendo su brazo sobre la puerta cerrada a un lado de mi oreja derecha en un movimiento tan rápido que creando una leve brisa que movió unos pelos bebes de mi cabeza. Provocándome un leve escalofrío. Su tono de voz sonó distinto, fluctuaba entre lo serio y lo demandante, rozando lo afectado― ¿Cómo se comportan realmente los amigos? ―preguntó inclinándose levemente, obligándome a encogerme contra la puerta del closet. Sabía que su pregunta estaba directamente ligada al beso de anoche, pero de alguna manera disimulada me recriminaba algo. Como si, en realidad, también le afectara a él y actuar como si nada ocurriese le molestara― ¿Realmente no lo sabes? ¿O finges no saberlo?

Mi mirada se quedó varada en la suya, vaga y sin sentido. De la misma manera en la que la gente se pierde en sus pensamientos mirando a un punto fijo, yo me perdí en él. Sus ojos brillaban, tanto como las estrellas en una noche despejada y aunque estos me gritaran, no podía entender nada. Como si me hablaran en un idioma del cual jamás en mi vida había escuchado.

Mi perdida mente pudo reconocer que él estaba sacando el tema sin sacarlo realmente, que dentro de toda esa telaraña de indirectas se encontraba un tema del cual, al parecer, ambos no nos atrevíamos a sacar.

Me di cuenta entonces que se veía levemente enojado. Quizás frustrado y un poco usado. Y no pude evitar sentirme tan culpable como una basura. Le había dicho que se ganara mi amistad y días después, creo una escenita en pleno estado de ebriedad. Entonces, ¿Qué me hacía diferente de EunJi? Ella podía jugar con sus sentimientos, pero, ¿Y yo? Jugaba con sus pensamientos.

El usaba a la gente y mi inestabilidad emocional me llevaba a jugar con ellas. En cierto punto, podíamos resultar nocivos incluso para nosotros mismos.

―¿Tan enfocado estas en conseguir mi amistad? ―pregunté en un tono de advertencia. Porque, aunque consideraba que la mejor opción para ambos era mantenernos separados el uno del otro, no era lo suficientemente valiente para pedírselo en voz alta o de manera directa.

Ocurrió cuando volví a él luego de rechazar el plan, cuando le dije que se ganara mi amistad y ahora.

Aunque fuese lo mejor para ambos, no lo quería lejos de mí.

Él sonrió nuevamente de lado y se inclinó unos centímetros hacía mí, sin perder el contacto visual entre nosotros hasta el momento en el que elevó su mano y con sus dedos comenzó un recorrido desde el lóbulo de mi oreja a través de mi mejilla y terminando en el filo de mi barbilla, temblé inconscientemente bajo su tacto. Sus ojos viajan junto con sus dedos, admirando el trayecto mientras sonreía disimuladamente.

―Se podría decir que me gusta conseguir lo que quiero―susurró con altanería provocando que mis pulmones se contraigan y obligándome a apretar fuertemente los labios para evitar soltar aquel suspiro que nació desde mi interior.

―¿Y quieres esto? ― le recriminé enarcando las cejas con incredulidad. Tratando de manera pobre y débil que el entrara en razón.

El chasqueó su lengua para luego bufar con sarcasmo, como si algo de la situación lo tuviese cansado. Llevó su mirada hacía el techo mientras sonreía con una evidente incredulidad y pasaba su lengua por sus dientes en un movimiento que me hizo tragar saliva con dificultad.

―Quiero muchas cosas HyeMin, ese es el problema―respondió volviendo su mirada a la mía. Dobló aún más su brazo y acercó su rostro hacía un costado de mi cuello. Del lado contrario al cual tenía su brazo. Al estar cerca de mi oído pude escuchar como aspiraba levemente mi aroma y soltarlo junto con un suspiro caliente el cual, supuse que soltó cerca de mi cuello a propósito. Esta vez no temblé, pero si sentí un leve tirón en mi panza seguido por una sensación de corriente por todas mis terminaciones nerviosas, básicamente, no temblé porque estaba paralizada― ¿Qué hay de ti? ¿Hay algo que quieras?

Cuando mis sentidos volvieron a la normalidad luego de un leve periodo de milisegundos en el que mi cerebro se desconectó del mundo, su aroma atacó mis fosas nasales. Su cuerpo despedía un aroma tibio de su colonia cuyo olor pude etiquetar rápidamente como algo exquisito, pero algo que llamó mi atención fue que esta vez, por alguna razón, no olía a cigarrillo y es que este último tiempo había conectado tanto aquel aroma con él y su esencia que no percibirlo me hizo cuestionarme por unos segundos si esto realmente era la realidad. Aun podía percibir el chocolate en su aliento y en ese momento no pude contenerme y mordí mi labio inferior.

¿Había algo que quería? Si, a él.

―Yo...―comencé a hablar en cuanto subí la mirada, pero de todas las ideas que cruzaban por mi mente, ninguna se asomó por mi lengua. De alguna manera debía escapar de aquella situación antes de que me domine―tomaré mi abrigo.

De forma casi instantánea me di media vuelta para tomar el primer abrigo que vi colgado, importándome poco si ese tono verde oliva quedaría bien con mi suéter e intenté escapar hacía la puerta principal. Pero el me lo impidió. El brazo que antes usaba de apoyo contra la puerta del closet se movió más rápido de lo que yo pude y, cuando me di cuenta, me tenía acorralada nuevamente solo que esta vez mi espalda estaba contra la puerta principal.

―En ese caso, no olvides llevar una bufanda―dijo con un tono pesado, aunque llevaba una sonrisa amarga en su rostro, su mano recorrió la fina línea que separaba mi cuello de mi clavícula, en ese lugar donde aquel hueso se me marcaba con un filo que, en lo personal, consideraba extrañamente llamativo. Sus dedos causaron pequeñas cosquillas en mi piel y cuando subió su tacto hacía los costados de mi cuello, me alarmé al sentir que acariciaba mis marcas― Podríamos dar una imagen equivocada.

Retiró sus dedos de mi cuello, despojándome abruptamente de mi estado de perdición mental, obligándome a golpearme con la realidad de una manera cruda y un tanto humillante. Se dio media vuelta, avanzando hacía la puerta y salió con bastante agilidad. Dejándome sola dentro de mi casa de un segundo al otro. Huyendo mientras me dejaba varada en medio de un mar de pensamientos del cual sentía que no podría salir, que me ahogaría en cualquier momento.

Muy a mi pesar y por mucho que quisiera contradecirlo tenía razón. Si ambos íbamos por la vida con las marcas en nuestros cuellos sumado la forma en la que inevitablemente brillaban mis ojos cada vez que lo veía, daríamos una imagen equivocada. Y aunque tenía muy en cuenta que la opinión pública no importaba en absoluto, el hecho de pensar que los demás suponían que éramos una pareja daba lugar a una imaginación muy perversa que jugaba en el filo entre mis deseos retenidos y mi falta de afecto amoroso.

―¿En serio? ―preguntó mordiendo su labio inferior mientras sonreía con sarcasmo al verme acomodar mi bufanda sobre el espejo interior del auto.

Bajé mi mirada solo para fulminarlo con ella, apretando mis labios en una fina línea que intentaba retener el tsunami de insultos que tenía guardado para él. Sonreí de manera falsa, sin mostrar mis dientes y del pequeño bolso que había dejado a mis pies le tiré una bufanda color negro en su regazo.

―¿Estamos juntos en esto, no? ―respondí a cambio.

Su mirada, irónica y juguetona, osciló entre la mía y la bufanda a una frecuencia bastante elevada. Enfatizando el hecho de que no podía creer lo que acababa de hacer. Finalmente, cuando se dio cuenta de que no estaba bromeando a pesar de que mis manos temblaban levemente sobre la lana de mi bufanda y mis mejillas estaban acaloradas, tomó la prenda entre sus dedos y con una delicadeza fugaz la acomodó sobre su cuello, tapando a la perfección aquellas marcas que me recordaban el desenfreno que había tenido anoche, avergonzándome levemente. Sin embargo, la vergüenza no se fue incluso cuando aquellas marcas ya no eran visibles.

Pues el recuerdo y la sensación seguían firmes en mi interior.

―Claro que si―contestó de una manera un tanto graciosa.

A pesar de que su boca sonriera, sus ojos seguían pesados y opacos. No pude evitar pensar en cuantas veces había mentido de aquella forma tan descarada, cuantas veces pudo estar afectado por algo y yo no haberlo notado, y aquello provocó tanta rabia en mí. Por años y años había estado sumergida en un pozo de odio profundo hacía la ignorancia, pero, ¿No había terminado siendo igual? Quería convencerme de que nunca lo había ignorado, porque estaba bastante claro que pensar que él nunca me ocultó su estado de ánimo era completamente inútil. Pero tenía una mala sensación, un frío que me recorría toda la columna vertebral y me alertaba de que, en realidad, había ignorado más de lo que podía ser capaz de imaginar.

Afortunadamente el trayecto en el auto de Jungkook no fue tan incómodo como supuse que lo sería y aunque no desaprovechaba ningún segundo de silencio para arrepentirme por haber aceptado, el viaje fue bastante llevadero. Los DJ's de la radio que él había sintonizado hablaban temas de la vida cotidiana de una manera graciosa y aunque la mayoría de los chistes eran usados y bajos en calidad de contenido, no le negué una risa leve a ninguno de ellos. Todo con tal de disipar la tensión que tanto me asfixiaba. Pude llegar a escuchar por lo bajo que él también llegó a reírse con varios chistes y aunque yo sabía que fingía, verlo reír falsamente me provocó un leve tirón en el pecho. Algo estaba mal.

A pesar de todo, Jungkook no mentía cuando me dijo que el día estaba precioso, en realidad, estaba completamente perfecto. A orillas del rio Han se podría decir sin exagerar en lo absoluto que media ciudad estaba allí. El sol golpeaba con una sutileza agradable, estaba cálido en un punto perfecto. Ni demasiado frío ni demasiado calor. Había una leve brisa fresca que de vez en cuando agitaba a todos los cuerpos presentes en el ambiente, sin embargo, no resultaba afectada en absoluto ya que había llevado abrigo.

Con su cabeza me señaló al sendero que bordeaba toda la orilla, invitándome de manera silenciosa a caminar por allí.

―¿Hay algo que quieras hacer? ―me preguntó luego de haber caminado varios metros en un silencio que, si bien no era incómodo, de alguna manera marcaba una distancia entre nosotros, a pesar de que nuestros hombros se rozaban de tanto en tanto.

Apreté mis labios cuando jugué en mi mente con la idea de hablar finalmente de lo que había ocurrido anoche e incluso indagar sobre lo que acababa de pasar hacía 20 minutos en mi casa, pero luego de que mi estómago rugiera no pude quitarme su mirada curiosa de encima.

―Tengo hambre―confesé sin mucho misterio pues su cara me decía que había escuchado mis tripas a la perfección―No he comido nada desde que me desperté.

―¿Cómo no me has dicho nada? ―preguntó deteniéndose para voltear a verme con el ceño fruncido, como si acabara de confesarle que, en realidad, tengo un tercer ojo.

Fruncí mi labio inferior mientras alzaba ambos hombros.

―Tampoco me diste tiempo.

―Disculpa, supuse que en esa hora y media que desapareciste te diste hasta el lujo de cosechar tu propio arroz―contestó con sarcasmo y una risa sincera quiso escapar por mi boca.

Tomó de mi mano fuertemente y los cosquilleos volvieron a aflorar bajo mi piel, poniéndome los pelos de punta. Me condujo hasta el sector especial donde se encontraban todos los camiones de comida y aunque varios estaban abiertos a pesar de ser temprano aun como para cenar, la gran mayoría tenía una fila enorme y como mi estómago y mi vergüenza se dignaban rotundamente a seguir esperando, finalmente decidimos ir por un helado, ya que su fila era la menor.

Una vez con helados en mano, tomamos asiento en uno de los bancos que estaban frente un pequeño sector de juegos infantiles. Él tenía la mirada perdida en los juegos, sus pupilas seguían los movimientos oscilantes que hacían las hamacas, los rayos del sol se fundían en su pelo creando mechones más claros que otros y su piel se notaba tan tersa y suave a pesar de sus leves imperfecciones que recordarme que no podía acariciarla me dejó una sensación de retención fea en mis manos. Se lo notaba triste, pero de una manera profunda. Casi nostálgica y un sentimiento de preocupación creció en mí. Él era como una vieja pintura gótica. Perfecta, única y muy valiosa, pero a su vez, te dejaba una sensación vacía en el pecho.

―Jung...

―¿Nunca has deseado volver a tu niñez? ―preguntó cuándo apartó su mirada de los niños y clavó su cuchara en el helado.

Me interrumpió y él lo sabía. Incluso podría arriesgarme y afirmar que estaba esperando el momento en el que yo comenzara a hablar para callarme ya que un pequeño brillo que derrochaba victoria apareció por su mirada por unos segundos.

―¿Qué clase de pregunta es esa? ―inquirí con confusión, tratando de asimilar a duras penas que esa clase de conversación no se acercaba ni por asomo a la que yo había querido comenzar.

El solo hizo una mueca que me hablaba sobre lo poco que sabía. Sobre lo vacío que se sentía.

―Una pregunta y ya―contestó sin ánimos y sin levantar su mirada―¿Acaso los amigos no se conocen el uno al otro?

Sabía que me estaba atacando con el tema de la amistad, como si me castigara por algo en específico porque él sabía con exactitud que me afectaba. Sin embargo, no podía encontrar una razón por la cual él quisiera hacerme pagar por ello.

Llené mis pulmones de aire, hasta un punto en el que sentí que mi pecho estaba a punto de explotar y solté todo de un solo bufido en señal de rendición. Me rendía completamente de todo eso, de pensar en un trasfondo y analizarlo todo. Me relajé sobre el respaldar del banco donde estábamos sentados, mirando hacia el cielo por unos segundos, deseando convertirme en una nube y así poder tener la libertad de irme a donde quiera, de poder escapar libremente y no ser juzgada por eso.

Una serie de imágenes atacaron mi memoria en el momento en que acepté mentalmente que me dejaría llevar por él y su nuevo tema de conversación. Siempre que pensaba en mi infancia los únicos recuerdos que tenía era en el pueblo donde vivía mi abuela, donde viví hasta que se descubrió la enfermedad de mi padre. Todo era cálido y alegre. Feliz, vivía en una mentira feliz. En ese mundo perfecto que mis padres habían creado para mí. Como una princesa que ha sido encerrada en un palacio de cristal para ser protegida y vigilada a su vez. Pero entonces, cuando dejaba correr las imágenes y profundizaba en mi memoria el castillo comenzaba a derrumbarse, el vidrio se hacía frío, tenebroso, me cortaba y era doloroso. Sufría. No entendía porqué aquello que me protegía ahora me lastimaba. Le lloraba a una foto mientras vestía de negro y me aferraba al brazo de mi madre.

Ahí era cuando, en mis recuerdos, la imagen de Taehyung aparecía dándome las condolencias por un hombre que él no conocía en absoluto, con una mueca en su rostro y, al igual que yo, aferrado a su madre. Sin embargo, ahora era diferente, se sentía diferente. La imagen de él que por años y años había brillado en mis memorias más preciadas ahora no era más que un opaco recuerdo, que poco a poco me sabía amargo, casi acido.

Y no pude entender porque ahora era diferente.

―No tuve una infancia muy buena―confesé con un nuevo suspiro luego de unos minutos de haber permanecido perdida en el cielo―He tenido momentos felices, pero, no me gustaría volver a pasar por tantos problemas. Solo quiero dejarlos atrás.

El me escuchó aún con la mirada perdida entre los niños y cuando bajó su vista asintió como si estuviese de acuerdo conmigo y luego de hacer un ruido con su lengua que me sonaba a algo entre sarcástico y amargo, carraspeó varias veces.

―Yo tampoco―agregó con un claro malestar y yo me volteé a verlo rápidamente. A pesar de que una parte de mi había dado por supuesto que él no había tenido una buena infancia por culpa de sus padres, la otra parte de mí, la que no podía creerlo, se sorprendió tanto que no pudo retenerse a verlo con intriga―Busan, Seúl, Seúl, Busan, viajaba tanto a causa de mis padres que, por momentos no sabía dónde estaba, mi hyung no me soportaba, a pesar de ser su hermano menor él me odiaba y no podía entender por qué, hasta que lo supe—soltó una sonrisa tan destruída que me sentí triste por el— resulta que mi padre no es mi padre y mi existencia causó que ellos se separaran. Han pasado más de 20 años y mi hermano mayor me sigue culpando prácticamente por existir. Era frágil y débil y sé que EunJi se encargó de explotar tan bien aquello que me convertí en una especie de marioneta y yo dejaba que ella jugara conmigo solo porque así me distraía de mis problemas. Busan o Seúl ella siempre estaba ahí, dispuesta a que yo fuese su sombra, su cómplice en toda esta miseria.

Alcé mis cejas y arrugué mi frente, haciendo una mueca de tristeza. Su mirada estaba vacía mientras jugaba con la cuchara en su helado, dándolo vueltas y mezclando levemente los sabores. Quise reír amargamente cuando descubrí que, de cierta forma, ambos estábamos sufriendo por lo mismo, solo que de maneras diferentes. De todas las personas que pude haber conocido en Seúl, justamente tenía que ser él. Jeon Jungkook.

―Dios nos cría y el viento nos amontona― dije recitando con cierta nostalgia una frase que mi abuela solía decirme en ocasiones, pues a pesar de que ella sabía que yo no creía en nada, aquella frase por alguna razón en particular me agradaba. Pues sentía que combinaba dos mundos completamente diferentes en un hermoso y único significado. Ya que no importaba si creías que una deidad te había puesto en el mundo, había algo, quizás el viento, la naturaleza, quizás el destino o simplemente la suerte que nos agrupaba, que hacía que nos encontremos entre tantas personas. El me vio con curiosidad y una leve sonrisa en su rostro, quizás dando por hecho de que había perdido la cabeza― ¿No te parece curioso que a ambos nos afecte prácticamente lo mismo?

El soltó aire manteniendo su lengua pegada a sus dientes, creando un extraño sonido de resignación.

―Supongo que es el precio que pagamos por creer que escaparíamos de nuestros problemas.

Hice una mueca de rechazo, porque por alguna razón realmente encontré molesto su comentario. No porque me ofendía sino porque en lo personal, me dolía que pensara de esa manera. Su rostro seguía vacío con una constante y repetitiva mueca de amargura. Sin embargo, su aura era diferente a lo que el aparentaba. Siendo honesta, jamás en mi vida había prestado atención a todas esas charlas sobre el aura de las personas que solía darme mi tía cuando toda la familia se encontraba en casa mi abuela, pero podía sentir algo pesado alrededor de Jungkook. Como si estuviese en medio de un conflicto existencial, atravesando una gran guerra dentro de sus pensamientos y aquello me causó tanta curiosidad, que por mucho que me mordí la lengua para no hablar, finalmente me rendí.

―¿No crees que nos merecemos algo mejor?

Entonces finalmente derivó su mirada hacía mí y alzó sus cejas en signo de sarcasmo.

―¿Realmente es así?

Rechisté.

―¿Acaso no eras tú quien hace unos meses atrás trataba de convencerme de que merecíamos algo mejor? ―bromeé en un pobre intento por rescatar la conversación del pozo de los malos recuerdos en el cual comenzaba a caer.

El soltó un largo y profundo suspiro que provocó que mi cuerpo temblara levemente y aunque podría atribuir aquello al descenso de temperatura que comenzaba a afectar el ambiente, sabía a la perfección que no era más que una consecuencia a causa de él.

―La gente puede cambiar demasiado en unos meses, ¿No crees?

Su pregunta llegó hasta el fondo de todos mis sentidos. Creando una sensación de alerta dentro mío que me mantuvo completamente intranquila. Abrí los ojos tan redondos como dos platos y lo vi con preocupación. Su tono me sabía a nostalgia y había algo tan distante en él que incluso si me acercaba a él lo suficiente como para respirar su aroma lo sentía a kilómetros de distancia. Como si ni el mismo estuviese dentro de sí.

―¿Q-que quieres decir con eso? ―tartamudeé.

Sin responder a mi pregunta, se puso de pie y avanzó hacía el tacho de residuos que teníamos a tan solo unos pasos para tirar su helado sin terminar. Lo miré desde mi asiento con el ceño levemente fruncido en una expresión que fluctuaba entre la sospecha y curiosidad absoluta. Cuando se detuvo se dio media vuelta y clavó sus manos en los bolsillos de su abrigo mirándome mientras que con su cabeza hacia un ademan indicándome que lo siguiera. Con algo de torpeza, sacudí mi cabeza para salir de aquellos pensamientos que me hundían en ese estado que me mantenía ensimismada y me puse de pie para comenzar a seguirlo en dirección al parque que estaba a unos cuantos metros.

El atardecer había comenzado con su trabajo, dándole al cielo y montón de colores hermosos y ciertamente efímeros ya que con el paso de los minutos cambiaban a otra combinación incluso mejor. El anaranjado intenso caía sobre las hojas de los árboles y en esos baches donde los rayos nos alcanzaban nos compartían los últimos suspiros de la calidez del sol.

Caminábamos por un pequeño sendero que te introducía cada vez más en el parque. Jungkook mantenía la mirada perdida en los árboles, sus frutos, sus hojas y como estas eran sacudidas cada vez que una brisa aparecía, yo por mi parte, me mantenía echa un revoltijo de nervios con mi mirada fija en él, a la espera de su respuesta. Naturalmente hubiese desistido, pero la forma en la que se mordía su labio inferior con nerviosismo y, cada cierto tiempo, tomaba grandes bocanadas de aire en las que se decidía a hablar, pero, repentinamente, se arrepentía y entonces soltaba todo aquel aire en un suspiro desganado me mantenía alerta. Pensaba hablar, pensaba contestar, solo que por primera vez vi que el no sabía cómo comenzar, como si siempre hubiese seguido un guion al pie de la letra y ahora que debía improvisar sobre la marcha no tenía idea de cómo hacerlo.

―¿Nunca has...―se tomó un pequeño segundo el en cual quedó pensando que decir― tenido algo en tu mente por tanto tiempo que ya ni recuerdas la última vez que dormiste bien?

Nuestros pasos sobre el sendero eran tan sonoros, repetitivos y constantes, como si fuesen el segundero de un reloj que me apuraba a contestar lo más rápido posible.

―¿Algo? ―pregunté con atrevimiento, queriendo indagar y escarbar un poco más en el tema, deseando obtener así la mayor cantidad de información que pudiese obtener y así evitar pasar un buen tiempo consumiéndome las neuronas mientras trataba de resolver el gran rompe cabezas que resultaban las palabras de Jungkook dentro de mi cabeza.

―Sí, ya sabes, una conversación, una situación, un miedo, un sentimiento...

Comenzó a enumerar los posibles ejemplos con cierta complejidad, como si pensar en ellos le costara más de lo que aparentaba, pero de todas las palabras que dijo la última fue como un leve suspiro dándome la sensación de que en realidad había estado esperando para poder decirla.

Luego de analizarlo con la mirada solté un bufido.

―Quizás más veces de las que soy capaz de contar―solté con seguridad y algo de gracia, como si en realidad fuese una anciana que habla de sus experiencias vividas a mucha honra―¿Por qué preguntas?

―Divagues―contestó con duda, incluso su tono de voz tenía una leve tonada perteneciente a una pregunta―Tan solo olvídalo, no es importante―mencionó elevando una mano al aire subiéndola y bajándola rápidamente, como un gesto que quitaba importancia.

Me detuve en mi lugar, tirando de la manga de su abrigo para que él también lo hiciera. Al principio no entendió mi movimiento repentino, incluso vio mi mano con algo de desconfianza.

―Para mí si lo es―aseguré con una voz firme y cargada de confianza, usando el tono de voz más optimista que había escuchado en meses.

El esbozó una leve sonrisa que, a diferencia de las demás, sentía que está realmente era sincera. Desvió su mirada hacía ambos lados del sendero y tomó de mi mano que sujetaba su brazo conduciéndome hacía uno de los árboles del lugar cuya copa era tan inmensa como los nervios que habían aflorado en mi estómago, dando vueltas todo y arruinando esa firmeza que había construido. Aunque mis pasos fueron distraídos y en su mayoría tontos, no tardó en apoyar mi espalda contra la gran superficie de madera dura y agrietada.

―Estoy confundido, nada más, ¿Si? ― me aseguró, en un tono que buscaba tranquilizarme, llevó una de sus manos a mi mejilla que, contrario de lo que supuse, se encontraba cálida, casi tanto que quise cerrar mis ojos para poder disfrutarla en profundidad―No necesitas más problemas ahora, no te preocupes―susurró.

No podía recordar el momento en el que nuestros rostros se habían acercado tanto, de todas formas, tampoco me importaba y, siendo honesta, tampoco me molestaba. En esa leve distancia marcada por unos escasos centímetros pude apreciar que, a pesar de que él me pidiese que no me preocupara, no podía.

Mi corazón dolía al verlo así e, ignorando todo el trasfondo y teorías sobre el bucle infinito de mentiras, no podía ignorarlo. Por primera vez dejé que mis sentimientos me ganaran de una manera limpia, sin alcohol de por medio y me permití cerrar los ojos, sintiendo con bastante anhelo la profundidad de su tacto sobre mi rostro. Puse una de mis manos sobre la suya e incliné mi rostro levemente hacia su mano, como si de esa forma pudiese atraparlo a él y detener el tiempo para no perder jamás aquella sensación tan bonita que causaba en mí.

Al menos por un segundo, quería vivir una eternidad en aquel afecto.

―¿Cuántas veces te has reprimido solo porque sientes que, hagas lo que hagas, de todas maneras saldrá mal? ―abrí los ojos cuando pude reconocer que su voz había sonado demasiado cerca y pude comprobar que, en efecto, él se había encargado de acortar la distancia que alejaba nuestros rostros, dejando como resultado el leve roce de la punta de nuestras narices. Sentí su pregunta como una acusación y antes de poder contestar él ya había abierto su boca nuevamente, susurrando peligrosamente cerca de mis labios: ―Este intento de amistad...―señaló intercalando rápidamente su mirada entre mis ojos y mis labios― Estoy seguro que ambos sabemos que saldrá mal...

Una presión inundó mi pecho, quizás era un ataque de nervios o sentir que a su lado todo el oxígeno del ambiente se consumía de una manera diferente a la normal y, de cierta forma, todo se sentía diferente cuando estaba a su lado. Bajé lentamente, casi temblando, mi mano que estaba sobre la suya, pero él no la quitó de mi rostro. Al contrario, comenzó a marcar semicírculos con su pulgar, abarcando de esa manera toda la extensión de mi ahora acalorada mejilla. No podía pensar con claridad. El oxígeno que ingresaba a duras penas a mis pulmones no era el normal, era su colonia y como si esta tuviese algún tipo de estupefaciente, comenzaba a sentirme liviana, acelerada y acalorada. Los pensamientos por mi cabeza eran aleatorios y dispersos, mi mirada no podía despegarse de la suya, encontrándose con la linda sorpresa de que el universo de su mirada ahora brillaba intensamente.

Cuando la idea cruzó por mi mente no fue tan fácil de ignorar como los demás pensamientos absurdos que viajaban aleatoriamente por mi cabeza. Sabía que no era el momento indicado, pero a la vez tenía una necesidad tan grande de hablar, de abrir mi boca, de respirar de una vez.

―Jungkook, sobre lo de anoche...

―Shh―pidió silencio juntando sus labios y produciendo un ruido al soltar aire entre sus dientes creando un aliento que, gracias a la cercanía, logró rozar mis labios de una manera que hizo temblar levemente mis rodillas. Clavé mi mirada en sus labios, notando que estaban levemente humedecidos y tuve que apretar mis labios solo para evitar soltar algún suspiro del cual estaba segura luego me arrepentiría―Esta bien, estoy dispuesto a olvidarlo con una sola condición.

―¿Cuál?

Ni siquiera me interesaba que lo olvidara, quizás incluso podría llegar a admitir que me decepcionó levemente la idea de pensar que él lo olvidaría. Pero necesitaba saber de alguna forma que era lo que quería, porque antes de ser una persona razonable, era un monstruo controlado por una curiosidad infinita y porque, de más está aclarar, necesitaba hablar para distraerme de lo que mi cuerpo me pedía a gritos.

Un brillo casi cegador apareció en sus ojos, de ese brillo que me alertaba que había caído en sus trucos para llevar la conversación a donde el quería, pero esta vez no me molestó en absoluto. Incluso sentí un cosquilleó en el pecho porque algo me decía perfectamente que, en ese mismo momento, buscábamos lo mismo. Esbozó una sonrisa ladina que me robó el aliento y llevó sus labios directamente al otro extremo de mi mejilla, más específicamente ese punto donde terminaba la mandíbula y ahí, sobre mi piel, susurró.

―Tu tuviste tu beso cuando lo quisiste, ahora yo reclamo el mío.

***

A este punto de mi vida no podía afirmar con totalidad que era una buena persona. Pero si había alguien que cambiaba mis resultados, mis emociones, mis cicatrices.

Y me confundía.

Si no era buena, entonces, ¿Por qué esto se sentía tan bien?










🔸🔸🔸
Puede ser que me haya quedado un poco largo, por dos o tres palabras el capítulo no llego a las 6k. En fin.

NO ME PREGUNTEN COMO ES QUE ESTOY VIVA LUEGO DE LA VERSIÓN EXTENDIDA DE FAKE LOVE PORQUE NI YO LO SE.

Les voy a contar un hecho para nada relevante que consideré chistoso: En realidad el nombre del personaje de SeoYeon sería EunJi y el de EunJi SeoYeon pero luego de escribir los primeros capítulos no me gustaba como sonaba, además de otras razones y decidí cambiarlos. ¿Se imaginan adorar a EunJi y odiar a SeoYeon?

Que tengan un lindo fin de semana. DESCANSEN porque se viene el Festa y nadie quedará vivo ♥️♥️♥️

Ipagpatuloy ang Pagbabasa

Magugustuhan mo rin

1.7M 234K 58
El amor puede llegar de manera impredecible... Para aquel Omega que por mucho tiempo creyó que lo había encontrado, vendrá en su demandante e impone...
231K 23.5K 60
Rose Weasley era muy distinta a sus hermanos, no era valiente, osada o revoltosa, en cambio, era tranquila, con una alegría contagiosa, siempre dispu...
135K 11.3K 47
Mia es una alumna con notas obresalientes quien además es la mejor amiga de Itadori Yuji, el menor de los gemelos más polémicos en toda la escuela. ...
308K 27.7K 40
Carla era la típica adolescente que fantasea con ser amada. La que sueña con un lindo chico o chica que la haga sentir mariposas a. Por otro lado, Pe...