Entre Bandas

By mariamelaine

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Dos bandas, delitos, pasión y dolor. Una mezcla explosiva que te hará vibrar de emoción. Sigue a estos jóvene... More

Entre Bandas
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35

Capítulo 11

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By mariamelaine

Rihanne estaba en su casa, si es que aquella caravana en donde vivía se le podía llamar casa, cuando la puerta se abrió y oyó una risas. Suspirando, cerró la revista que leía y observó la entrada. "Por favor, ahora no" suplicó para sí pero sus súplicas no fueron escuchadas y su madre entró por la puerta seguida de un hombre de unos sesenta años por lo menos de apariencia, muy bien ataviado y con una mirada lasciva que no pasaba desapercibida. La mujer se encontró de frente con su hija y sin dejar de sonreír le dijo:

— Cariño, no sabía que estuvieses aquí...

— Como si tuviera otra parte a donde ir— bufó la joven.

— Qué chica más bonita— enarcó la ceja el hombre, observando a la joven de arriba abajo, a ella le dieron escalofríos.

— Es mi hija, querido...— dijo la madre de Rihanne— enseguida se va, ¿verdad, cariño?

La joven fue a contestar pero el hombre se le adelantó.

— ¿Y no podría quedarse con nosotros? Podríamos tomar algo todos juntos— los ojos de Rihanne se abrieron como platos.

— Eres muy amable, querido, sobre todo porque has traído un vino exquisito.

— Todo es poco para ti— sonrió a la mujer dándole una palmadita en el trasero. Rihanne se levantó al instante.

— No puedo creer que tenga que aguantar esto siempre.

— ¿A qué refieres, hija? Sólo está siendo amable contigo.

— No se preocupe...— murmuró el hombre y se acercó a la joven— espero que le tiente el chocolate, he traído también bombones— le enseñó la caja que llevaba y cuando Rihanne bajó la mirada pudo notar como la estudiaban esos ojos, como si estuviese en un matadero y decidiera qué pieza tomar para la cena o más bien si era la adecuada como pensaba. La joven se alejó un poco mirando a su madre— vamos preciosa, coge la caja y participa en el brindis.

— Yo como que prefiero irme...— intentó salir pero el caballero se le colocó delante.

— ¿Es que no te gusto?— habló bajo como intentando que la mujer no lo oyera.

— ¡Cariño! Se me está enfriando el cuerpo...— dijo la mujer con voz cantarina. El hombre miró por encima de su hombro.

— ¿Y si nos divertimos los tres?

— Eres un pervertido, querido, mi hija no está metida en el negocio— dijo la mujer riéndose.

— Por supuesto que no, así que si no le importa...— Rihanne lo apartó prácticamente de un empujón y se dirigió a la salida— que tengáis un buen rato— dicho esto cerró de un portazo la puerta de la caravana— maldita sea... ¿es que tendré que soportar esto toda mi vida?— murmuró la joven con rabia contenida caminando con prisas, quería alejarse de allí cuanto antes, esa mirada...— ¡qué asco! ¿Cómo puede hacer eso mi madre? ¿Es que no tiene ojos?

Se dirigió al supermercado a comprar algunas cosas para la cena, ya que su madre estaba muy ocupada como para hacer algo semejante. Entró distraída y se topó de frente con alguien que salía.

— ¿Qué cojo...?— preguntó el chico pero no acabó la frase ya que al verla, bufó— vaya, siempre me topo contigo.

— Si toparse puede compararse con encontrarse o quizás me andas siguiendo...— repuso ella con retintín.

— ¿No será al revés?— preguntó él, chulito.

— No te ilusiones.

— A ver, pequeña, el papi rico que tienes delante no se ilusiona, son las chicas las que se ilusionan con él.

— Tengo pibes de sobra como para querer ilusionarme contigo, créeme.

— Pero ninguno es como yo...

— ¿Con un acento de lo más repipi y unas extrañas rastas donde debería haber pelo?— insinuó ella.

— No son rastas, son trenzas... ¿es que no sabes diferenciarlos?

— ¿Y es que tú no puedes peinarte como cualquier tío decente?

— El problema es que yo no soy decente— dijo él sonriendo.

— Eso explica por qué estás con esa banducha— sonrió ella pasando por su lado.

— Te arrepentirás y vendrás de rodillas a mí, ya lo verás.

— ¡Baja un poco de las nubes, anda!— exclamó ella una vez dentro del supermercado. Él sonrió maliciosamente y se fue de allí.

A la hora del ensayo de los Perros Salvajes, Vera no llegó y Owen estaba, aunque no del todo contento.

— ¿A dónde fue Vera?— preguntó Marius.

— Creo que dijo algo de una sesión de fotos el otro día— murmuró Rihanne.

— Pero quedó en que estaría aquí a la hora— dijo Roger sin ocultar su enojo, últimamente su novia estaba más que ocupada.

— Esperemos un poco a ver— dijo Evelyn pero la joven no llegó y el ensayo fue un puro desastre. Cada uno parecía estar a lo suyo. Así que Marius decidió darlo por terminado antes de lo previsto.

— En vista de que hoy no avanzaremos nada, será mejor que nos piremos— dijo el chico.

— Pero la prueba la tenemos encima...— repuso JK cogiendo aire. Habían repetido la misma parte unas diez veces y siempre fallaban en algo.

— Ya has visto que nadie está en lo que tiene que estar— dijo Marius algo ofuscado. Owen se encogió de hombros y se marchó sin más. Rihanne cogió sus cosas también.

— Pues nada...— murmuró la joven.

— Lo siento— dijo Evelyn con una mano en su costado— hoy no era mi mejor día.

— Íbamos demasiado bien— dijo Danger también saliendo.

Evelyn se sentó ya que ella era la que tenía que cerrar el aula y vio como todos se marchaban excepto Marius.

— Todos tenemos preocupaciones y esto va a afectar a la prueba si lo consentimos— murmuró el chico por muchos esfuerzos que había hecho nadie le hacía caso y mucho menos le ponían ganas.

La joven lo miró frunciendo el ceño.

— ¿Te pasa algo?

— Rollos con mis padres...— el chico se sentó a su lado— y que vuelvo a estar sin pasta.

— Al menos tus padres se preocupan por ti... no son como mi padre... ¿por qué no buscas un trabajo? He oído que aquí en el colegio necesitan a alguien para que arregle cosas.

— ¿De mantenimiento?— meditó unos segundos— podría estar bien, ese tipo de temas no se me da mal.

— Puedo hablar con la directora, si quieres claro.

— Hazlo y ya me cuentas— la joven sonrió y se levantó lentamente, con gesto de dolor— por lo que veo, la situación por tu casa no ha mejorado.

— Y no creo que mejore hasta que me pire de allí.

— Pero estás pasando mucho tiempo con Danger, supongo que te evitará muchos malos tragos.

— Sí— dijo la joven sonriendo con las mejillas coloradas— a veces cuando llego a casa ya mi padre está durmiendo pero son solo los días que entreno con él, días como hoy tengo que verlo y aguantarlo.

— Vete a casa de algunos de los chicos, mata el tiempo por ahí.

— Tal y como estaban todos hoy, no creo que quieran compañía...

— Bueno, un mal día es un mal día— se encogió de hombros incorporándose— anda, vámonos de aquí.

— Sí, mejor... quizás vaya al centro comercial a comprar un bloc de dibujo nuevo y algunos carboncillos.

— Te acompaño, si quieres.

— Gracias— dijo mientras cerraba la puerta del aula— por cierto, si entras a trabajar aquí, espero que arregles las cerraduras...

— Se hará lo que se pueda.

Y los dos se alejaron, charlando por el pasillo.

Viola y Hayley se dirigían al veinticuatro horas por el mismo camino por donde pasó esta última la vez que se topó con aquellos tipos. Ahora siempre iban juntas y solo esperaban la oportunidad de poder ver a los mismos tipos para ficharlos para la próxima vez trincarlos con la banda pero para su mala suerte, fueron ellos quienes las ficharon a ellas y las trincaron al salir del supermercado, frente a unos grandes almacenes.

— Vaya, vaya, pero si es la chica de la última vez— dijo uno de ellos cogiendo a Hayley del brazo, la cual se encogió de miedo.

— ¡Suéltala, gilipollas!— exclamó Viola empujándolo.

— ¿Ahora tienes guardaespaldas, preciosa?— le preguntó el tipo a Hayley.

— Tiene más que un guardaespaldas, así que yo que tú tendría cuidado.

— ¡Chicos, cuidado, esta tipa nos quiere hacer daño!— gritó el hombre con tono burlón, los demás se rieron de la broma.

— No seré yo sola, pertenecemos a una banda que os hará trizas si nos molestáis.

— Eso en el caso de que sepan algo porque podríamos no dejaros ir...— dijo otro de ellos al oído de Viola.

La joven miró a su amiga ahora con algo de miedo.

— Por supuesto que nos dejareis ir...— se apartó pensando que qué podrían hacer para conseguirlo.

— Basta, por favor— dijo Hayley con un hilo de voz, volviendo a rememorar su pasado.

— Te gustará, ya lo verás...— el tipo que la tenía agarrada la apoyó contra la pared y se dispuso a tocarla. Viola se lanzó enseguida contra él pero otro la agarró de la cintura.

— ¡Déjala! ¡Déjala ahora mismo! ¡No tenéis ningún derecho!— el tipo no le hizo caso y siguió tocando a la joven, la cual lloraba mientras se mordía el labio, impotente, con el cuerpo paralizado— ¡Malditos! ¡Malditos!— pataleaba y forcejeaba Viola exasperada.

— Por favor, para...— susurraba Hayley a la desesperada.

El dependiente del supermercado vio lo que ocurrió desde el otro lado y se dispuso a llamar a la policía, en lo que un tipo de dentro de los almacenes salió y le dio una patada al que sujetaba a la joven contra la pared.

— ¡Tom, hijo de puta! ¿No deberías estar trabajando?— le espetó tirándolo al suelo y mirando a los demás— ¿Es que siempre vais a seguir con el mismo rollo?— Viola corrió a abrazar a su amiga que se había dejado caer en el suelo, totalmente encogida mientras lloraba. Las sirenas de policías se comenzaron a oír de lejos— ¡Ojalá os pillen esta vez, capullos!— exclamó el tipo de los almacenes mientras los otros corrían y al darse la vuelta y ver de quiénes se trataban se echó a reír— increíble, ¿no sois dos lunitas crecientes? Y eso es estar acostumbrado a estar en la calle, pss— ambas lo miraron por un momento— no deberíais salir solas si apenas sabéis defenderos y menos por esta zona, esos tipos trabajan aquí y siempre andan buscando víctimas.

Las dos se levantaron del suelo sin decir nada, Hayley se sentía bastante humillada.

— Gracias por la información— le dirigió la palabra Viola antes de decidir alejarse con su amiga.

— ¿Y ni un gracias por salvaros? La próxima vez ni me molesto— exclamó el chico.

Las jóvenes se alejaron.

— ¿Ese no era un Perro Salvaje?— preguntó Hayley cuando estuvo más calmada

— Sí, la verdad que tenemos una suerte...

— Iba a hacer lo mismo...— susurró Hayley sintiéndose sucia.

— Ahora sabemos donde trabajan y cómo pararle los pies.

— Son muy fuertes, Viola, la banda no podrá con ellos...

— Si ese tipo pudo acallarlos con tal facilidad ¿por qué no podría hacerlo la banda y más tendiéndoles una trampa?

— No sé...

Ambas ya estaban entrando en la casa.

— Oh vamos, Hayley, somos una banda callejera y en cierto modo parece que ese perrito tiene razón según lo que tú dices, parece que ni sabemos valernos en la calle, ¿y es eso cierto?

— Quizás tú sí, pero yo no, no podía moverme...

— Eso es por tu miedo, te recuerda a lo sucedido pero los chicos estarán con nosotros en ese momento.

Hayley sonrió levemente.

— Voy a ducharme— dijo la joven dirigiéndose al baño.

— ¿Seguro que estás bien?— le preguntó Viola aún preocupada.

— Sí, ya me siento mejor...— su amiga frunció el ceño pero aún así no le impidió entrar al baño.

Una vez dentro, la joven se desnudó y se metió en la bañera abriendo el grifo del agua caliente. Se pasó las manos por el cuerpo, sintiéndose rara, como aquella vez y cogió la esponja inmediatamente. Se frotó con fuerza, llorando de rabia, su piel se estaba poniendo muy roja y terminó sentándose en el suelo de la bañera, irritada. ¿Por qué a ella? ¿Qué había hecho mal para merecer semejante castigo? Jamás podría huir de ese pasado y ahora se daba cuenta, por mucho que lo había intentado, mira como estaba ahora. Se frotó los brazos de nuevo con la esponja, tratando de limpiar el rastro de aquel tipo. Cuando tocaron en la puerta, se sobresaltó.

— ¡Hayley, sal ya, yo también quiero bañarme!— exclamó Viola pero Hayley no contestó, sino que se encogió aún más, deseando hacerse lo más pequeña posible— Hayley me estás preocupando... contesta.

— Viola, quiero estar sola— dijo Hayley con la voz ahogada por el llanto.

— ¿Pero no te encontrabas bien?

— ¡Mentí! ¡No estoy bien, estoy sucia! Quiero morirme...

Viola forzó la puerta ya que sabía que la cerradura no estaba bien.

— Hayley no vuelvas al principio, tú no estás sucia.

— Sí lo estoy— dijo frotándose el cuerpo que ya estaba rojo e irritado. Viola la alcanzó enseguida sin ningún pudor y le quitó la esponja de las manos.

— No, escúchame, lo que esos tipos hacen está mal y no te hace peor persona haberlo sufrido, miles de personas son acosadas de esa forma, Hayley, y no por eso dejan de ser lo que son o son sucias como dices.

— ¡Tú no lo entiendes! No sabes lo que es despertarse por la noche, gritando, aún notando el dolor en tu cuerpo al verse forzado a hacer algo que no quería... tú no puedes saber cómo me siento.

— No lo he pensado pero he estado a punto como tú, Hayley.

La joven se hundió poco a poco en el agua. Viola resopló y tiró del tapón para que el agua se fuera.

— Quiero estar sola, Viola.

— ¿Y qué me asegura a mí que no te arrancarás la piel con una esponja o te ahogarás? A no ser que se te ocurra cualquier otra locura— Hayley no la miró, al parecer había pensado varias cosas— ves, así no te dejo sola por lo que te hartarás de mí— le picó un ojo y le tiró la toalla— anda, fuera de la ducha que nos vamos a ver una peli que ha traído del videoclub Richie.

La joven obedeció y se secó el cuerpo aunque la irritación le duraría algunos días.

Los chicos volvieron al centro comercial para su último día de recaudación, esperando obtener lo que les faltaba para conseguir las prendas a las que le habían echado el ojo. Héctor había venido ese día seguido de Tatiana que no lo dejaba ni a sol ni a sombra.

— Sólo quiero ser una buena amiga tuya, Héctor, y es más, consigo que tu madre te deje en paz al saber que estás conmigo. ¿No es de agradecer?— murmuraba Tatiana alrededor del chico.

— Te agradezco que me quites de encima a mi vieja pero no me gusta que estés alrededor mío todo el rato.

— Está bien, te dejaré tu espacio— se apartó ella acercándose al reproductor que habían llevado— ¡yo me encargo de la música!— anunció extremadamente contenta.

Viola la miró frunciendo el ceño. Ami se colocó entre Hayden y Sindy, así que no pasó desapercibida la mirada que le dirigía su amiga al chico. La música dio comienzo y todos comenzaron a moverse. Como la otra vez, la gente se acercó y algunos tiraban monedas, aunque esta vez no causaban tanto furor como al principio. Apenas habían cambiado de coreografía por lo que la gente ya sabía lo que vendría y eso fastidió mucho a Hayden que la cogió con el grupo.

¡Nadie aporta nuevas ideas!— exclamó cuando acabaron de bailar.

— Se hace lo que se puede pero algunos curramos y apenas hay tiempo para la creatividad— dijo Rayner.

— Tú menos que nadie deberías hablar... ¿se puede saber qué tanto mirabas para la gente?

— Eso no es asunto tuyo— el rostro del chico se ensombreció.

— Anda, basta ya... lo importante es la primera fase de la prueba— se metió por medio Ami.

— Sí, Ami tiene razón— dijo Sindy.

— Pues si seguimos así, la prueba se irá al traste— sentenció Hayden.

— Bueno, papá, no te me estreses— dijo Craig.

— Menudos perdedores...— se oyó de entre la gente que se disipaba con rapidez. Hayden se giró hacia el lugar de donde venía la voz y frunció el ceño. Gina, la líder de los Águilas Verdes lo observaba con su grupo de brazos cruzados— aquí nuestro único rival son los Perros Salvajes y ni lo serán en la competición, ¿verdad, chicos?

La banda al completo asintió.

— Sí que lo seremos— Rihanne que había bajado a ver el espectáculo ya por tercera vez, sonrió jugueteando con un dedo y el chicle que llevaba en la boca.

— ¡Vaya, pero si es la zorra!— exclamó Gina sonriendo maliciosamente. Su rival enarcó una ceja.

— Porque no te has mirado al espejo, mona.

— ¿Buscas pelea?

— No, simplemente pasaba por aquí y me dio por ver la misma escena que tú— ambas miraron a los Luna Creciente.

— La verdad es que están muy flojillos, cualquiera diría que fueron los ganadores el año pasado— dijo Gina.

— Pura copia porque no saben crear sus propias coreografías.

— Podemos hacerlas y muy buenas— dijo Craig picado.

— No sufras, trencitas, la culpa es del grupo al completo que no sabe competir...— le dijo Rihanne acercándosele y cogiéndole una de las puntas de las trenzas que terminaban en su nuca.

— Os arrepentiréis de lo que estáis diciendo, este año sí que vamos a ir en serio— exclamó Ami.

— Eso ya lo veremos— dijo Gina— chicos, vámonos de aquí.

Ella y su grupo se alejaron. Rihanne, en cambio, se quedó delante de Craig mirándole fijamente. Los demás decidieron pasar de ella y recoger sus cosas. El más rápido fue Rayner que al parecer tenía prisa. Se despidió de todos y entró en el centro comercial.

— Sin...— murmuró Ami en lo que cogía su bandolera— ¿te gusta algún chico?

La pregunta la pilló desprevenida y sonrojada la miró.

— ¿Qué? ¿Por qué lo preguntas?

— No sé... nunca me hablas de ninguno y no creo que quieras quedarte sola siempre— estudiaba su rostro en busca de algún gesto que le indicara que la llevara hasta su novio y sus sospechas se confirmaron cuando Sindy lanzó una rápida mirada a Hayden antes de contestar:

— Ahora mismo prefiero estar sola.

— Yo te puedo ayudar a buscar a alguien— se ofreció entornando la mirada ante la evidencia, si decía que no es que ya tenía alguno y si decía que sí posiblemente tuviera escapatoria.

— No hace falta— dijo Sindy sonriendo levemente— así estoy bien...

Ami resopló y se acercó a su novio para cogerlo de la mano y sacarlo de allí.

— Creía que no te gustaban mis trenzas— dijo él al ver que la mano de ella no se apartaba de la punta de una de ellas. Ella se encogió de hombros.

— Eres como un cachorrito.

— Buff, no me compares con los tuyos— dijo él.

— Quizás estarías mejor que en esa banducha— indicó a sus compañeros haciendo una mueca.

— Esa es mi banducha y no la cambio por nada.

— Tú te lo pierdes— se apartó de él.

— No te creas...

— Ya veremos— se dio la vuelta y se acarició el trasero como quien no quiere la cosa en lo que se alejaba.

Héctor estaba recogiendo sus cosas cuando se acercó Tatiana.

— ¿He estado muy encima de ti?

— Bastante...

— Yo no quiero que sea así, Héctor, pero me gustaría que nos conociéramos mejor, ser buenos amigos aunque sea— Viola los observaba de reojo.

— Podemos ser amigos pero no estar siempre encima del otro.

— Lo intentaré pero no vas a poder evitar que vaya a la primera fase de ese concurso.

— Tienes que comprar la entrada...

— Eso no es problema, la tengo más que reservada, sólo tengo que ir a buscarla— le pico un ojo.

— Ah bueno, entonces espero verte allí.

— Hasta ese momento pues y que conste que no te digo de llevarte para no seguirte agobiando aunque es una opción.

Héctor sonrió.

— Mejor nos vemos allí.

— Lo capto— ella se despidió del resto aunque retuvo la mirada en Viola que la miraba con el ceño fruncido. Sonrió maliciosamente y se fue.

— No es más que una estúpida...— murmuró Viola entre dientes.

— Bueno, eso solo lo dice alguien que está celosa— dijo Hayley. Su amiga refunfuñó y cambió de tema.

— ¿Quieres que les cuente lo de los tipos o lo dejamos pasar?

Hayley bajó la mirada.

— Cuéntalo...

— Chicos, ya sabemos quiénes son los tipos que atacaron a Hayley— exclamó Viola tratando de llamar la atención de los presentes. Hayley se abrazó cerrando los ojos— la volvieron a sorprender y esta vez estaba conmigo, al parecer trabajan en un almacén enfrente del mismo supermercado.

— ¿Les hicieron algo?— preguntó Héctor preocupado.

— No, un tipo nos ayudó— respondió Viola algo tajante sin mirarlo, esta vez más que nunca lo odiaba.

— Entonces es hora de atacar— dijo Hayden.

— ¿Hoy mismo?— preguntó Ami.

— Cuanto antes, mejor— dijo el chico.

— No está Rayner— murmuró Viola.

— Últimamente es como si no estuviera... anda fijo en las nubes.

— También tiene que tener sus problemas— dijo Ami.

— Bueno, aunque él no está, estamos los demás— dijo Craig. Viola miró a Hayley y esta se encogió de hombros dándole a entender que le daba igual.

— Está bien...— cedió la joven.

— Pues vamos— dijo Hayden y todos se marcharon de allí.

Diana esperaba a Rayner en el lugar acordado mientras miraba su reloj. Él se acercó silencioso por detrás desde que la vio y le tapó los ojos.

— ¿Esperabas a alguien, princesa?— le susurró al oído.

Ella sonrió.

— Sí, esperaba al chico que me tiene loca.

— ¿Debo sentir envidia?— la soltó dejando que se diera la vuelta. La joven hizo que meditaba.

— Quizás un poquito— dijo antes de darle un delicado beso en los labios. Él le sonrió y le tendió una rosa que había comprado en la misma floristería del centro comercial.

— Una flor para otra flor— ella la olió y lo miró misteriosamente ocultando sus labios con la rosa. Él le acarició la mejilla— ¿algún plan para pasar el rato por tu parte?

— No he pensado nada, me gusta mucho improvisar...

— Supongo que me adaptaré.

Ella lo cogió de la mano y se fueron por el centro comercial.

Vera salió tarde de una reunión que tenía a las cuatro en la discoteca y por ello iba retrasada a la cita con su novio en la misma casa de este, uno de los socios de la disco se ofreció a llevarla y no se negó, así podría llegar antes.

Cuando llegó, vio que Roger estaba asomado a la ventana con gesto de enfado. Se bajó del coche y se despidió del tipo antes de coger fuerzas porque sabía a qué se tendría que enfrentar. La puerta se abrió antes de que ella tocara.

— Hola— saludó aportando entusiasmo para ver si así pasaba la cosa— siento el retraso pero la verdad que fue un coñazo, se enrollaron mucho.

— ¿Quién era ese?— preguntó él directamente.

— Un socio, como salimos tarde y vio que tenía prisa se ofreció a llevarme. Es muy simpático, deberías conocerle— entró para dejar el bolso y las cosas, dándole la espalda para no ver cómo la fulminaban esos ojos como si hubiera cometido un delito de muerte.

Roger cerró la puerta de un portazo y se fue a la cocina. Ella cogió aire y lo siguió.

— Estoy harto...

— Tampoco es que haya matado a alguien.

Roger apoyó las manos en la encimera.

— Yo no he dicho eso pero estoy harto de ver cómo todos te miran de la forma en que lo hacen, entiendo que quieras ser famosa pero no así...

— ¿Y cómo puedo serlo entonces?

— Haciendo casting como la gente normal... maldita sea, que los tíos que te han visto en las fotos sólo quieren lo que quieren... a saber cuántas veces se habrán masturbado con tu foro...— dijo furioso.

— Aunque haga un casting, los tíos me seguirán mirando y si no es con esas fotos, si les gusto harán otras.

— ¡Pues déjalo!— gritó este de repente. Ella se quedó perpleja.

— ¿Qué lo deje?

— Sí, déjalo... ¿no te has dado cuenta de cómo se te ha subido a la cabeza?

— Siempre he querido esto.

— Y yo quería una relación normal.

— Tampoco es tan distinta a las demás, solo estoy algo ocupada.

— ¿Algo? ¿Sabes cuántas veces me has llamado esta semana? Ninguna, siempre soy yo el gilipollas que te llama solo para saber si estás bien.

— Prácticamente solemos estar mucho tiempo juntos, no he considerado oportuno llamarte.

— Esta relación no va a llegar muy lejos con las cosas así.

Ella bajó la mirada y se frotó un brazo frustrada.

— Yo solo quiero tener algo.

— Para luego olvidarte de lo demás... nos dejaste colgados con el ensayo.

— El problema es que yo no creo que la banda sea eterna.

— ¿Ni siquiera a los amigos? ¿Prefieres rodearte de gente que sólo finge para obtener de tu dinero y no a los auténticos amigos que están siempre?— Vera no contestó y se dedicó a juguetear con la punta de su zapato en el suelo— si de verdad piensas así, entonces será mejor que lo dejemos porque aparte de tu novio soy tu amigo aunque tú no lo consideras igual.

— Necesito sentirme realizada por encima de todo— susurró.

— Bueno ahora eres libre de hacerlo, ya no estoy yo para impedírtelo...

Ella se le acercó, le acarició la mejilla levemente y salió de allí para recoger sus cosas. Él negó con la cabeza y le dio un puñetazo a la encimera con lágrimas de rabia y dolor hirviéndole en los ojos.



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