— ¿Dónde han estado?, estoy tan preocupado por ustedes —le dije.
—Estamos bien, Ashton. Necesito que te calles y me escuches —ordenó —, hay algo importante que debes saber.
— ¿Qué pasa?, me estás asustando…
—No pasa nada. Solo escucha —suspiró —, hoy llegará una carta a tu casa. Léela antes de dormir, y llámame a este número mañana en la mañana, cuando hayas pensado lo escrito.
— ¿Quién envía la carta? —pregunté.
—Ya lo verás.
— ¿Por qué se fueron, Mitch, cuando más las necesito?
—En la carta lo dice también. Lo lamento mucho ashton, y… no olvides que eres nuestro niño.
Luego la línea se cortó del otro lado.
— ¿Quién era? —preguntó ______ a mi espalda.
—Mitch… —me limité a decir. ______ se acercó a mí y me abrazó fuerte, como sabía que necesitaba.
—Ve a tu habitación, te llevaré una taza de chocolate y tu manta favorita. Ve —mencionó luego de acariciar levemente mi cabello, besó mi mejía y me envió a mi pieza.
Caminaba por los escalones, sin dejar de pensar en la estúpida carta. Me senté en la orilla de mi cama y me dediqué a mirar por la ventana, estaba demasiado preocupado para hacer otra cosa.
—Aquí está —me dijo luego de entregarme la taza humeante de chocolate.
—_______ —le dije.
— ¿Si? —preguntó limpiando mi mesa de noche.
— ¿No han venido cartas al correo? —pregunté.
— ¿Cartas?, ¿Qué clase de cartas? —preguntó de regreso y yo torcí la boca.
—Escritas a mano, cartas —insistí y ella negó con la cabeza algo dudosa.
—Han venido, pero son invitaciones. ¿Pasa algo? —preguntó sentándose junto a mí a medida que tomaba una de mis manos.
—Mitch me dijo… no es importante, solo déjame pensar un poco Bonita —sonreí.
—Estaré allá abajo. Si necesitas algo solo grítame —me dijo, se puso de pie y caminó a la puerta —. Oye, ¿Te sientes mejor, no? —preguntó, antes de salir de la habitación.
—Sí, gracias por las medicinas —mentí y ella se sonrió.
—No es nada —se limitó a decir, dio unos pasos más y salió.
(…)
— ¡Ashton!, ¡Ashton! —gritaba ______ desde la cocina, histérica.
— ¡¿Qué pasa?! —pregunté alterado, cuando ya me encontraba a su lado.
Permaneció en silencio y elevó un sobre beige a la altura de sus ojos.
— ¿Qué es eso? —pregunté, tratando de calmarme. Casi me mataba del susto.
—La carta que estabas esperando —dijo.
La tomé rápidamente de sus manos, sin golpearla, y como obra de inercia la atraje a mi cuerpo, abrazándola.
—Ve, y léela —me dijo y yo sonreí. Besé su mejía y corrí a mi habitación.
Me senté en la esquina y pensaba que siquiera tenía sueño como para leerla “antes de dormir”, así que obedecí a las órdenes de Mitch, y me puse la pijama para completar la misión.
La tenía en mis manos, pero dudaba de leerla, hasta que me decidí y la abrí rompiendo por completo el sobre que en la tapa de la dedicatoria decía: “De: Mamá y papá. Para: Nuestro pequeño Ashton”.
Intentaría no llorar, pero sabía que no lo lograría.
La extendí en mis manos, de la misma manera que el sobre, y comencé a leer.
“Ashton Irwin:
Si estás leyendo esta carta significa que ya han pasado muchos años de nuestra muerte, y eres ya todo un hombre.
Antes de que te cuestiones, quiero que comprendas que las cosas pasan por una razón, y que jamás fue nuestra intención dejarte, como supongo que crees que fue.
Hace unos meses, o bueno, años, recibimos llamadas amenazadoras al punto de escoger entre tu vida y la nuestra. Verás, Ashton, tu madre y yo preferíamos cientos de veces entregar nuestra vida, que quitar la tuya.
Eras todo para nosotros.
Puede que suene estúpido y que no quieras comprenderlo, pero por lo mismo dejé a Mitch y a Marie a tu cargo.
Les pedí, personalmente, cuidarte hasta que te casaras, o hasta que tú les pidieras irse.
¿Sabes Ashton?, siempre deseé verte crear una familia, siempre quise ser el abuelo adinerado que ama a sus nietos, y aunque no sea así, te pido, que busques una mujer (si no tienes una aun), te dejes enamorar y sientas lo que yo sentí por tu madre alguna vez.
No dejes de ser esa persona tan madura, pero tampoco dejes que tu niño interior desaparezca. Y mantente fuerte ante toda situación difícil.
Dile a Marie, que no te rete tanto (espero que estés riendo) —así era—, a Mitch que te rete todo lo que pueda —reí —y a Jorge que se consiga un gato, o una esposa.
Entiende. Nosotros no decidimos dejarte, el destino decidió algo mejor para ti. Y no estamos preocupados por ti, porque sabemos que serás un empresario grande y que amarás a una mujer (quiero nietos Ashton).
Ah, y dice que tu madre que pronto se verán, en el reino de los cielos —reí, porque supuse que mamá estaba a su lado llorando, mientras papá sonreía al escribir la carta y esta lo retaba por ser tan inmaduro —.
No soy tan bueno con las palabras, ya lo sabes, así que… cuídate, y no engañes a tu esposa, nunca.
Ah, también, lo olvidé, dice mamá que dejó algo para ti en su alcoba, en la tercera gaveta y que la llave está en el cofre de la abuela. ¡Te amamos y nos enorgullecemos del hombre que eres!
PD: tu padre no me dejó escribir ni mierda —reí —. Feliz cumpleaños, año nuevo, Navidad, abrígate al salir y come pasta porque da energía.
Te estaremos esperando aquí, siempre.
No llores nuestra muerte, celebra que tu conservas la tuya. ¡Un beso!
Att.
Papá y Mamá. ”
Estaba sonriendo, porque eso necesitaba saber luego de tantos años. Necesitaba saber que ellos vivían en mí aun, que me amaban, que estaban al tanto de mi vida y que su muerte no fue únicamente un accidente.
Salvaron mi vida antes que la suya, y parecía una mala película donde solo pasan tragedias. Piénsenlo: el tipo huérfano y adinerado, al borde de la muerte por un cáncer de colon.
Pero no, era mi vida. Era la vida destinada a Ashton.
— ¿Todo bien? —preguntó ______.
Me puse de pie con media sonrisa, me acerqué a ella y la besé dulcemente, porque lo necesitaba.
— ¿Qué haces Ashton? —preguntó, al alejarse de mi con una sonrisa en el rostro.
—Cállate y bésame —le dije y ella sonrió ampliamente, para luego obedecer a mi mandato.
Jamás había experimentado tal sensación. A medida que la besaba se me erizaba la piel, las piernas me temblaban lentamente y mi respiración se agitaba.
Su beso era cálido, tan dulce como comer sus bizcochos y tan delicioso como saborearlos.
Ella era lo que yo quería.
La quería a ella. La quería recién levantada, de lavandera, la quería despeinada y sin maquillaje, la quería porque era la mejor cocinera, porque era tan ilusa como para pensar que las pastillas de vitaminas eran medicamento, la quería porque me apoyaba… la quería porque para mí no era _______, para mí era Minnie.
(…)
Dicen que el primer beso no se olvida, que la leche de soya es mejor que la natural y que se pierden más neuronas jugando videojuegos y usando la computadora que fumando.
No lo sé, nunca quise saberlo. Lo único que me importaba era darle a mi padre su petición, que a la larga era parte de lo que yo deseaba para mí: enamorarme.
Las personas normales lo hacían, y creí que no sería tan difícil.
—Dime tres cosas que te gusten más que el chocolate —me dijo _______, acostada en mi pecho.
—Am —pensé y me sonreí al saber la respuesta —. Tú, tus besos y tu comida —dije y sentí sus hermosos labios besar mi mejía.
—Eres tan cursi Irwin —dijo. Sí, lo era, y me enorgullecía aceptarlo.
—Lo soy, solo por ti, Sra. Irwin —respondí.
La halé de la mano hasta nuestra habitación y la obligué a acostarse a mi lado, hasta que yo me quedara dormido, como mamá solía hacerlo cuando pequeño, y susurré algo que juré quedaría como secreto a su oído.
(…)
Desperté, solo.
Miré al lado y noté a ______, en su cama, lo cual me extrañó, porque creí haber dormido con una hermosura a mi lado.
— ¿Quieres desayunar ya? —preguntó, girándose a mi vista y sonreí.
—Por favor, Bonita —le dije.
Ella se puso de pie, entró al baño al igual que yo y ambos nos cepillamos los dientes.
— ¿Me dejaste solo a la mitad de la noche?, ¿y si el coco me comía? —pregunté y ella comenzó a reír.
Se acercó a mí y besó la comisura de mis labios lentamente, cuando mis manos ya estaban en su cintura.
—No te dejé solo, siempre estuve a tu lado. Esperé a que te durmieras y me cambié de cama, eso es todo —sonrió.
— ¿Segura? ... ¿no me violaste o algo? —pregunté.
—Eso es humanamente imposible Irwin —rio —, ¿Qué cosas lees?.
—Mejor dame un beso, Sra. Irwin —le dije.
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