Mala influencia®

By teensspirit

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YA EN FÍSICO. La irresistible tentación está ahí: para los dos. En medio de todo el desastre, tuvimos que enc... More

Prólogo
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32
Capítulo 33.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capitulo 51.
Capítulo 52.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Epílogo
Fin
YA EN FÍSICO

Capítulo 34.

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By teensspirit

EROS.

Observarla bailar es como ver a un pájaro salir de una jaula en la que ha vivido siempre. No se me ocurriría una comparación tan acertada como esa para describirlo. Solo mirándola siento casi lo mismo que sentí cuando salí del reformatorio. Libertad.

Se mueve con agilidad por toda la sala, al ritmo de la música y concentrada. Las demás chicas la observan con fascinación, algunas con envidia, y otras, sin embargo, me miran a mi. A la profesora le brillan los ojos.

Como no le den ese estúpido papel para la obra comenzaré a pensar que todos los jodidos profesores de ballet tienen un jodido problema.

-Lo has hecho fantástico. -le aplaude la profesora. Las demás chicas y el chico también aplauden.- Está bien, escuchadme. -dice dando dos palmadas para que todos dejen de hablar. Reese recupera la respiración.- Para todos aquellos que vayáis a hacer la audición quiero recordaros que practiquéis los doble tours, ya que si saltáis alto y conseguís hacer más vueltas impresionaréis al jurado. Si vais a bailar con pareja recordad también lo importante que es la comunicación para realizar bien la coreografía. -luego mira a todos y sonríe.- Bueno, y aquí acaba la clase. Espero que os salga bien, os deseo suerte.

Todos se despiden y Reese me mira rápidamente antes de entrar en el vestuario, acompañada por las demás. Otras sin embargo deciden irse directamente, pasando por mi lado y saludándome. Yo les ofrezco una sonrisa amable y un par de gestos con la cabeza, sin ir más allá.

-La señorita Russell es una de las mejores alumnas que tengo. -dice la profesora elevando la voz para que pueda oírla, mientras recoge algunos lazos.- Tiene talento, pero no destaca solo por eso. Reese refleja su personalidad a la hora de bailar, lo que hace que te quedes prendado de ella desde el primer segundo. ¿No es así? -dice pasando por mi lado para dejar los materiales al lado de la barra.

-¿Que quieres decir? -digo sin mover mi postura.

-Que hoy no estaba especialmente radiante. Tenía un aura de tristeza fácil de detectar. -me explica llegando hasta a mi con la respiración algo agitada.- Os veo siempre al entrar, riendo. Y no me malinterpretes, porque no sé que ha pasado y no me incumbe meterme en las relaciones personales de mis alumnos, pero si puedes hacer cualquier cosa para que no esté así en la audición, te lo agradecería. Ambos sabemos como se merece ganar ese papel, y si los jueces detectan lo mismo que yo, notarán que algo va mal.

Sus palabras hacen que me sienta un inculto, pero las entiendo. Asiento con la cabeza, haciendo que se se quede satisfecha.

Al cabo de un rato Reese abandona el vestuario, saliendo con un top blanco que deja al aire su ombligo y unos shorts. Camina hacia a mi moviendo las caderas, con la espalda erguida. Dios. Trago saliva intentando dirigir la mirada hacia otro lugar, pero joder, es prácticamente imposible teniéndola a ella al lado.

-Deja de mirarme así. -se queja mientras nos dirigimos a la salida. En su voz hay un toque de diversión.

-¿Cómo? -pregunto aprovechando la situación para volver a repasarla de arriba a abajo.

-Así. Como si no pudieras controlarte. -dice algo nerviosa. Le abro la puerta de la academia para que salga, pero antes de que pueda hacerlo pongo mi brazo por delante, haciendo que Russell quede a centímetros de mi.

-Es que no puedo hacerlo. -contesto mirándola a los ojos, pero instantáneamente esos se dirigen a los labios. Noto como se le entrecorta la respiración, y eso me vuelve loco. Estamos tan jodidamente cerca...

Después de unos segundos en los que no puedo pensar en otra cosa que no sea en besarla, Reese reacciona y me mira a los ojos, poniendo una sonrisa arrogante, casi infantil, como la que yo solía darle a ella.

-Pues quizás deberías de aprender, o será muy duro para ti. -murmura con tono juguetón pasando por debajo de mi brazo y caminando con aires de grandeza hasta el coche.

Mierda.

Me tomo unos segundos en respirar hondo. Cuando se trata de Reese me cuesta concentrarme en no pensar en cosas subidas de tono.

-¿Quieres ir al cine? -pregunto para romper el hielo una vez arranco el coche.

-Te recuerdo que mi padre llega hoy del viaje, y tengo que comprarme el vestido de mi cumpleaños y el del baile de primavera. -dice con tono de listilla, mientras se abrocha el cinturón.

-Pensaba que no querías ir.

-No me apetece, pero tenemos algo pendiente. -ambos nos miramos.- Ósea, respecto a Ariadna y a Justin, quiero decir. -añade con un carraspeo algo incómodo.

-Lo había entendido, Russell.

-Solo quería asegurarme, Douglas. -replica en el mismo tono.

-Está bien, iremos a comprar tu vestido. -digo girando el volante.- ¿Bal Harbour Shops o Aventura Mall? -pregunto nombrando los dos centros comerciales más prestigiosos de Miami.

-¿Gucci o Louis Vuitton? -dice como si fuera obvio que no quiere elegir entre ambos.

-De acuerdo Señorita Russell, iremos a los dos. -digo con un suspiro. Esta sonríe satisfecha. Espero que lleve la tarjeta de su padre, porque sino lo único que podremos comprar en esas tiendas será una mota de polvo.

Llegamos a Aventura Mall y bajamos del coche. Siempre seguiré asombrándome cada vez que venga. Reese se emociona al ver los escaparates y comienza a hablarme de cosas de moda y diseñadores mientras le brillan los ojos. No deja de sonreír y me alegro de que aunque no estemos como antes, al menos es feliz.

-Ahí está. Es ese. Quiero ese. -dice señalando un vestido color crema. Casi parece de novia. Con encajes y cosas así. Está expuesto en el escaparate de Valentino's, donde hay varias chicas mirándolo.- Vamos antes de que alguien lo compre. -dice cogiendo mi mano para arrastrarme.

Y joder, quizás no se haya dado cuenta, pero yo si. Y no puedo evitar sonreír al notar el gesto. Si, como un puto adolescente.

-Buenas tardes, bienvenidos a Valentino's, ¿Puedo ayudaros en algo? -pregunta la dependienta.

-Sí, me gustaría probarme el vestido del escaparate.

-Lamento comunicarlo, pero ese vestido es de edición limitada y está totalmente agotado, por lo tanto no puede ser posible, ya que el que ve está reservado por alguien.

Reese hace una mueca triste, agachando la mirada.

-Está bien, gracias. -acepta, soltándome la mano.

Ni de coña. No voy a dejar que se vaya de esta puta tienda sin él. Si lo quiere, lo tendrá.

-Perdone, si no he escuchado mal, solo os queda ese vestido. Entonces, sigue habiendo un vestido el cual ella se puede probar. Por lo tanto, no veo cuál es el problema.

La dependienta sonríe, pero se nota en la mirada que desearía verme a cien quilómetros de distancia, muerto, en una cuneta.

-No está en venta, alguien lo reservó hace un par de días.

-Pues ahora si lo está. -digo alegremente.- ¿Hay alguien aquí que esté esperando por él? -pregunto mirando a ambos lados de la tienda.- ¿Usted ve a alguien? Yo no.

Reese carraspea.

-Eros, da igual, ya buscaré otro. -me susurra, avergonzada.

-De eso nada. -contesto.- ¿Sabe usted quien es Bruce Russell? -digo dirigiéndome a la dependienta, utilizando nuestro último recurso.- Bien, por si no lo sabe, él podría hacer que la despidieran, y es nada más y nada menos que su padre. ¿A qué es gracioso? -digo con sarcasmo.- Quizás debería llamarlo. -finjo buscar mi móvil en el bolsillo y la dependienta suelta aire por la nariz.

-Está bien. La señorita se probará el vestido. -acepta por fin a regañadientes.

Esta se lo quita al maniquí bajo la atenta mirada de las chicas que habían fuera de la tienda y se lo entrega a Reese, que lo acepta amablemente. Yo le guiño el ojo antes de dirigirnos al probador.

-¿Necesitas ayuda, princesa? -pregunto apoyado en uno de los lados de este. Llevará ahí metida unos diez o quince minutos.- Por mi no hay ningún problema.

-Tranquilo, estás bien ahí. -contesta desde el otro lado de la cortina.

Después la abre, saliendo al pasillo. Se ha recogido el pelo en un moño, que aunque está mal hecho, le queda de puta madre. La miro de arriba a abajo, repasando cada curva. Joder, si que es una princesa. Al final ha valido la pena montar el drama por ese jodido vestido. No podría quedarle mejor.

-Quiero besarte. -hablo sin pensar.

Reese me mira, y en vez de molestarse, me sorprendo al ver que se ríe. Quizás sea por la expresión de idiota que se me ha quedado al verla.

-Calla. -dice pasando las manos por su cintura mientras se mira al espejo, parece nerviosa.

-Lo digo enserio.

Su expresión cambia. Se muerde el labio inferior, pensativa, mientras me mira. Sé que lo está deseando. Ambos lo hacemos, pues no estamos acostumbrados a pasar tanto tiempo sin hacerlo, y las ganas se van acumulando. Doy un paso al frente, colocándome más cerca.

-¿Reese?

Ambos nos giramos. Aprieto los puños sin poder evitarlo. Me cago en la ostia, esto comienza a cabrearme.

Ariadna nos observa con una mueca confusa. Y la cara de Reese en estos momentos, juro que vale oro.

-¿Que haces aquí? -le pregunta.- O más bien, ¿que haces con mi vestido? Lo reservé hace unos días, no puedes ponértelo.

Reese está a punto de hablar.

-Tarde, ya lo hemos comprado. -respondo yo por ella. Ariadna me mira como si no me hubiera dado permiso para hablar.

-Tiene que ser un error, ese vestido está reservado. Iré a hablar con la dependienta.

-Tranquila, ya lo he hecho yo por ti, me ha dicho que es una gran admiradora de Bruce Russell. -contraataco. Veo como aprieta los puños. Sí, su padre podrá ser todo lo rico que quiera, pero nunca superará la buena fama que tiene Bruce. Aunque contratarme como guardaespaldas de su hija la haya empeorado.

-¿Te gusta este, Ariadna? -una voz más aguda habla mientras entra en el probador, con un vestido rojo en la mano. Lily.

Esta levanta la vista y palidece al mirarnos.

-¿Que está pasando aquí? -pregunta Reese, empezando a agobiarse.

Lily no dice nada, se mantiene con la boca abierta sin saber que hacer.

-¿Qué pasa? ¿Acaso no puede acompañarme a elegir un vestido? -contesta Ariadna molesta.

Veo como Reese comienza a perder los nervios y paso una mano por su cintura.

-Será mejor que nos vayamos, ya no tenemos nada que hacer aquí. -le digo en un tono más bajo.

Esta asiente sin dejar de mirar a Lily con cara de desaprobación y se mete dentro del probador.

-Nosotras también nos vamos. -dice Ariadna haciéndole un gesto a Lily con la mano. Esta me mira como si me intentara decir algo antes de dar media vuelta y salir.

Ariadna se acerca peligrosamente a mi, haciendo que yo levante la cabeza para mirarle con puro asco.

-Ambos sabemos que dentro de ti eres consciente de que elegiste mal. Pero tranquilo, mi oferta sigue en pie. -me susurra provocativamente.

Aunque lo único que me provoca es repulsión.

Después da media vuelta antes de mirarme de arriba a abajo y se aleja con pasos elegantes.

Reese sale del probador.

-¿Qué pasa? -pregunta con el vestido color crema en la mano y el ceño fruncido.

-Nada, tranquila. Vayamos a pagar el vestido.

(...)

Cuando llegamos a la mansión, ya está oscureciendo, como siempre. Aparco el coche y ambos bajamos. Los grillos cantan a causa del calor que ha hecho todo el día, aunque al menos ahora corre una brisa fresca. No me quiero imaginar cuando estemos en pleno verano.

Reese está contenta con sus compras, yo, no tanto. Sí, los vestidos son preciosos, y joder, le quedan de puta madre. Pero con el dinero que le han costado yo podría comprarle una casa nueva a Peyton y otra a Diego y a Simon.

Bruce nos está esperando para cenar. Como es habitual, nos pregunta por qué hemos tardado tanto y nos advierte de que la próxima vez le avisemos, aunque esta vez Reese también le pregunta por el viaje y por el trabajo y después le enseña los vestidos, orgullosa por su elección. Los sirvientes traen la cena. Es una bandeja de plata enorme, así que seguramente haya carne. Me muero de hambre.

-¿Como van los dos jóvenes que se escaparon? -me pregunta Bruce con interés. Se nota que se siente culpable de no haber vigilado más de cerca el reformatorio, pero tampoco es culpa suya.

-Están viviendo en casa de una amiga. -digo empezando a cortar la carne.

Bruce asiente con la cabeza, carraspeando.

-Ya sabes, si quieren... Quiero decir, aquí hay espacio de sobra, podrían quedarse durante una temporada hasta que encuentren casa.

-Chicos... -la suave voz de Reese habla, pero estoy tan emocionado que me concentro en contestar a Bruce. No doy crédito a lo que acabo de oír.

-¿Lo dices enserio? -pregunto entusiasmado. Diego y yo siempre soñamos con pillar un piso a medias y cuidar a Simon entre los dos. Sí, como una pareja. Pero esto es mucho mejor, esto es una mansión, Simon está sano y no tenemos que trabajar. Bueno yo si, pero me encanta mi trabajo. Solo tengo que preocuparme de que Reese esté bien, y eso lo haría aunque no me pagaran.

-Solo temporalmente. -insiste Bruce con tono serio.

Reese carraspea, para que le hagamos caso, pero yo me veo obligado a levantarme de la silla e ir hasta la de Bruce para darle un abrazo amistoso.

-¡Chicos! -exclama esta vez. Ambos nos giramos. Reese tiene la vista clavada en su plato. Está sujetando el cuchillo y el tenedor, pero no se mueve.

Me acerco a ella y Bruce hace lo mismo. Hay un pequeño papel blanco en su plato, escrito a máquina y manchado por la comida.

"Nadie es quien dice ser, Reese Russell."

No me jodas.

-No comáis, puede estar envenenado.- advierte Bruce.- Voy a ir a hablar con Estela y a llamar a la policía. Quedaros donde estáis, enseguida vuelvo.

Después desaparece. Reese se queda en silencio, deja los cubiertos sobre la mesa y se pasa las manos por el pelo, frustrada.

Yo carraspeo.

-¿Russell? -esta me mira para ver qué quiero. Carraspeo.- Yo... sigo teniendo hambre.

***********
Instagram: teennsspirit

¡Y e aquí otro capítulo! Para lxs que no lo sepáis, ya he acabado los exámenes, por lo tanto actualizaré más seguido. ¿Tenéis ganas de más Reros? ¡Yo si!

Muchas gracias por leer, votar y comentar, os quiero!!❤️🧡💛💚💙💜💗

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