Soy adicta al sexo Wattys 2014

By EstherLpezFernndez

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GANADORA de los Premios Watty 2014, categoría Erotismo - Homoerótico. Eri es una chica decidida y con caract... More

Prólogo.
Capítulo 1. Una noche... diferente.
Capítulo 2. "La Prima Vera".
Capítulo 3. A casa.
Capítulo 4. Una visita... esperada.
Capítulo 5. Tarde de chicas.
Capítulo 6. Noche de acción.
Capítulo 7. El descanso.
Capítulo 8. #Di-amante en bruto...
Capítulo 9. Café con las chicas.
Capítulo 10. Un imprevisto...
Capítulo 11. Sinceridad, comida y un tío muy guapo.
Capítulo 12. El Sol y el Ave Fénix.
Capítulo 13. La maleta.
Capítulo 14. Barajas.
Capítulo 15. Nueva York.
Capítulo 16. De paseo.
Capítulo 17. Cena de negocios.
Capítulo 18. Las vasijas.
Capítulo 19. La penúltima.
Capítulo 20. Buenas tardes...
Capítulo 21. D y E.
Capítulo 22. "Mi dulce Eri..."
Capítulo 23. No quiero llorar...
Capítulo 24. Solo quiero llorar...
Capítulo 25. Rosas blancas.
Capítulo 26. See you later?
Capítulo 27. La "barbacoa" del sábado.
Capítulo 29. La inauguración (2ª parte).
Capítulo 30. Ya habrá tiempo...
Nota:
Capítulo 31. La inauguración (3ª parte).
Capítulo 32. ¿Estaré muerta?
Capítulo 33. Aclaraciones...
Capítulo 34. Water night (1ª parte). Adicta a ti.
Capítulo 35. Water night (2ª parte). Más adicta de lo normal.
Capítulo 36. Desde siempre.
Nota:
Capítulo 37. Final (1ª parte).
Capítulo 38. Final (2ª parte).
Epílogo.
Notas de la autora.
Nota de la autora.

Capítulo 28. La inauguración (1ª parte).

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By EstherLpezFernndez

Capítulo 28. La inauguración (1ª parte).

Vera, estaba terminando de arreglarse en su dormitorio de la planta superior, cuando escuchó una melodía que flotaba en la noche. Decidió salir al balcón para escucharla mejor y enseguida reconoció la voz de su Eri y una oleada de sentimiento le atenazó el alma. Toda su piel se erizó y sus ojos amenazaron con dejar escapar unas lágrimas que llevaban ahí demasiado tiempo…

El sentimiento tan maternal y tan profundo que siente Vera, se ve correspondido por el de Eri. Ambas forman un tándem perfecto, como si fueran dos mitades de una misma alma. Sin duda había sido una suerte que se encontraran en este mundo de locos y prisas.

Vera sonrío pensando en la sorpresa que le tenía reservada a Eri, así que terminó de ponerse las sandalias, un último retoque frente al tocador y se dirigió hacía el despacho de Esteban, dónde tenía que coger el último detalle para que todo cuadrara a la perfección...

Desde el pasillo advirtió que había luz en su interior, seguro que Esteban estaba aún ultimando algún asunto, en vez de poniéndose su esmoquin. Vera dio un par de toques en la puerta corredera y abrió sin más. Esteban levantó la cabeza, muy apresurado y con un gesto nervioso. Rápidamente, guardó un papel manuscrito de color lavanda que tenía en las manos, en la carpeta de cuero que descansaba sobre el escritorio.

-          Hola querida… - musitó un tanto azorado. – Me has asustado – Sonrío nervioso.

-          Perdona, cielo – contestó extrañada pero intentando que su tono fuera lo más natural posible. – no era mi intención. – Vera sonrío a modo de excusa y besó a Esteban en la frente. – Solo venía a por esto.

Señaló un sobre cerrado que había sobre el aparador del fondo y lo guardo en su cartera de mano.

Esteban permanecía inmóvil sentado en su sillón de cuero, sin saber muy bien qué hacer con las manos. Vera cada vez estaba más extrañada de su comportamiento, así que para quitarle hierro al asunto, lo instó a que fuera a vestirse, haciéndole ver que llegarían tarde.

Esteban aceptó de buen grado la proposición de Vera y ambos se encaminaron hacía el dormitorio.

Vera apagó la luz a salir sin poder evitar fijar su vista allí dónde Esteban, sin mucho tacto, había guardado el papel.

Esteban la llamó y Vera se apresuró a alcanzarlo, metiéndose bajo su brazo, mientras éste se deshacía en halagos y elogios hacía su novia.

La limusina llevaba ya diez minutos esperando en la entrada del chalet, lo mismos que llevaba Esteban voceando a las chicas y a Miguel, para que salieran de una vez de sus dormitorios. Vera esperaba paciente en el porche de entrada de la casa, partida de risa. Se sentía como si de repente tuviera familia numerosa y, lo mejor de todo, es que le parecía bien.

Dio un largo trago a la copa de champán y una imagen se materializó en su mente. Ya estaba decidido…

De repente salieron todos en tropel y la chica del servicio no daba abasto a repartir copas de champan. Después del brindis por la inauguración y por Vera. Todos se dispusieron a bajar la escalinata hasta la limusina.

Esteban tan caballeroso como siempre se ofreció a abrir la puerta e iba dando la mano a cada una de las chicas y haciendo un cumplido antes de que se introdujeran en el vehículo.

Vera se esperó a que todos se apiñaran delante de la puerta de la limusina para quitarse un pendiente y guardarlo disimuladamente en el bolso.

-          Ohhh! – exclamó con pena por encima de la algarabía.

-          ¿Qué te pasa querida? – preguntó Esteban atento.

-          Creo que se me ha caído un pendiente arriba en el vestidor… - se llevó la mano al lóbulo desnudo y siguió diciendo – y son mis favoritos los de la perla y brillantes… - su tono era cada vez más creíble, si ella misma no lo hubiera puesto a buen recaudo dentro de su cartera, realmente pensaría que lo había perdido.

-          Dile a María que te lo busque y… - Esteban fue bajando el tono a medida que veía la decepción en la cara de su querida Vera.

-          Además, son mis pendientes de la suerte, cielo, porque desde que me los regalaste, todo ha salido bien… - insistió con cara mezcla de pura decepción e inocencia. Vera observó cómo se cambiaba el gesto en el rostro de Esteban que sonrió incapaz de decirle que no.

-          Rápido, sube en un momento, te esperaremos mientras llenamos las copas – Vera sonrío ampliamente, había conseguido justo lo que quería. Se dio la vuelta e iba subiendo la escalera cuando oyó a Esteban apremiarla – ¡Date prisa o nos iremos a la inauguración sin ti!

La carcajada fue generalizada pero a Vera le importó poco, ya había conseguido lo que quería que era quedarse sola en la casa.

Antes de perder de verdad el pendiente, lo sacó del bolso y se lo fue poniendo de camino a la planta superior. A ella, ni Esteban, ni el mismo marajá de Sultana, le iban a ocultar nada en la que ya consideraba su casa.

Se dirigió en primer lugar al dormitorio y encendió la luz y justo después la del vestidor. Ya que las ventanas se veían desde la entrada principal, y aunque Vera podía suponer que nadie se iba a fijar en esos detalles, lo hizo por si acaso. Eran muchos los capítulos que se había tragado de El Mentalista y de CSI para que la pillaran por una nimiedad.

Acto seguido se dirigió hacia el despacho y en esta ocasión no encendió la luz, por los mismos motivos. Podía resultar sospechoso que buscara el pendiente allí cuando solo había estado unos minutos.

Esteban, entro en último lugar al vehículo, justo después de Eri, a la que besó la mano y le dio las gracias por todo lo que había hecho por Vera, sobretodo esta última semana. Eri percibió en los ojos de Esteban una nota de emoción desbordada, que se le antojó demasiado intensa para lo poco que se conocían. Pero no hizo mucho caso de sus percepciones, ya que todos estaban demasiado excitados por el acontecimiento, y todo ello sumado a los gin-tonics y al champán, estaban empezando a causar estragos en las percepciones. Incluso ella misma estaba más inquieta y emocionada de lo que cabría esperar.

Mientras Esteban descorchaba la enésima botella y llenaba las copas al son que le marcaban los vítores de las chicas y Miguel. Eri sacó su móvil, intentando ultimar cada detalle y sonrió al pensar  en la sorpresa que se llevaría Vera al llegar al local.

Vera entró al despacho únicamente iluminado por la luz de la pantalla de su móvil, y a punto estuvo de tropezarse con la mesita de té que había sobre la alfombra.

Llegó al escritorio y sin vacilar levantó el frontal de la carpeta y allí estaba un folio de color lila, escrito a mano, con fecha de hacía cuatro años.

Esteban, empezó a impacientarse. Dirigió su mirada hacía la planta superior de la casa. Las ventanas del dormitorio principal y del vestidor tenían luz “¿Por qué tardaba tanto…?”. Se preguntó si sería buena idea subir a echar una mano a Vera…

Eri, lo sacó de sus pensamientos justo cuando estaba echando la mano para abrir la puerta de la limusina.

-          ¡Chicas, atención! – Dirigí a Esteban, que se sorprendió de la expresión, una mirada de disculpa, obviamente él no era una chica, pero nosotras somos mayoría. Miguel, por su parte, estaba perfectamente cómodo y expectante. – En el local todo está preparado. He podido ultimar dos o tres detalles con Dani, al que hace poco menos de media hora he contratado para que sea el encargado de camareros del pub y ya está allí con mis últimas indicaciones… – Proseguí, sin querer mirar a Ruth cuya cara había pasado del rojo al violáceo y al ámbar fluorescente. Los demás dibujaron una pícara sonrisa sin querer mirarla para no incomodarla aún más, aunque Eme, bruta como siempre, le dio a la frágil y azorada Ruth un par de codazos que de poco le sirvieron ya que creo que se había quedado petrificada ante la noticia… – Así que durante el trayecto no quiero indirectas de ningún tipo, ni risitas, ni insinuaciones, ni nada, Vera no puede sospechar nada ¿entendido?– mi tono sonaba a sargento de película americana y eso me gustó bastante.

Miré directamente a Eme que levantó las manos en señal de rendición. Brindamos de nuevo y Esteban se excusó para ir a buscar a Vera. Los demás seguimos disfrutando de las comodidades y lujos de la preciosa limusina.

Vera había tenido que leer la carta dos veces para asimilar su contenido. Pensó que hubiera sido mejor dejar pasar el detalle e irse a la inauguración, pero ahora tenía en su poder una información que podía cambiar el curso de sus vidas. Aunque no entendía por qué Esteban no la había compartido mucho antes... Aun así, debería darle un voto de confianza y ser paciente. Estaba de acuerdo en que era un bombazo y soltado en una situación inapropiada podría tener consecuencias irreparables, pero tampoco se podía obviar eternamente.

Esteban preguntó a una de las doncellas del servicio dónde estaba Vera y le indicó que había subido a la planta superior. Encaró la fastuosa escalinata en amplia espiral y se dispuso a subir.

Vera colocó el folio tal cual lo había encontrado y salió del despacho cerrando la puerta tras de sí.

Esteban escuchó un ruido extraño y apresuró su paso.

Vera decidió que lo más inteligente era apagar las luces y no hacer esperar más tiempo a su comitiva, así que se dirigió sigilosa hacía el dormitorio y el vestidor, apagando las luces.

Justo cuando se dio la vuelta se encontró de bruces con Esteban. Se llevó un buen susto porque no lo esperaba.

-          Ahora eres tú el que me ha asustado a mí… - aclaró con la respiración un tanto agitada por el repullo.

-          Veo que lo has encontrado – afirmó Esteban.

-          ¿Cómo? – preguntó Vera desorientada…

-          El pendiente… - dijo él señalando su oreja con el ceño fruncido, algo no le cuadraba pero no sabía el qué.

-          Ah! ¡Sí, claro, seré tonta! – espetó Vera intentando dar un tono de naturalidad a sus palabras – Lo encontré en el suelo del vestidor. ¿Nos vamos? – intentó cambiar radicalmente de tema y salir del bucle en el que se habían metido. – Llegaremos tarde… – argumento poniendo morritos.

No hizo falta más. Esteban le besó la mano y justo después la acercó hacia él para darle un beso en la comisura de los labios. Le susurró al odio una proposición que hizo estallar la carcajada de Vera.

Ella con mirada de tonta enamorada le pasó la mano por el fuerte mentón. Y se puso de puntillas para alcanzar su boca.

Vera no entendía cómo en tan poco tiempo podía sentir tanto por él aunque con la nueva información que manejaba, no sabía muy bien cómo se iba a desarrollar el futuro cercano.

Ahora lo más importante era llegar a tiempo a la inauguración de su nuevo local. Cosa que no sucedería si seguía besando a ese adonis que la vida le había puesto en su camino… todo lo demás irá después.

Continuará…

Todos los derechos reservados SafeCreative número 1404150597806

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