No quiero ser tu esposa (Camr...

Af papillon2701

200K 10.5K 1.2K

Lauren pasó de ser su sueño a ser su pesadilla. Mere

Capítulo 1. I hate you but I love you... but I hate you
Capítulo 2. Malas intenciones
Capítulo 3. Sin salida
Capítulo 4. Bajo el techo de tu enemigo
Capítulo 5. Somos una familia feliz
Capítulo 6. No quiero quererte
Capítulo 7. Bora Bora
Capítulo 8. Esto es la guerra
Capítulo 9. Laura Cabello
Capítulo 10. La boda
Capítulo 12. Losing my mind
Capítulo 13. De cero
Capítulo 14. Ella es fuego
Capítulo 15. Sin mirar atrás
Capítulo 16. Confusiones y verdades
Capítulo 17. Corazones al alba
Capítulo 18. No rules
Capítulo 19. Te voy a amar siempre

Capítulo 11. De nadie más

9.6K 560 73
Af papillon2701

Camila

-¿Lauren? ¿Lauren? – Empecé a sacudirla tratando de arrancarla de su profundo sueño, era casi medio día y si queríamos volver a tiempo para cumplir con nuestros pendientes académicos debíamos concluir pronto con nuestras actividades sociales y cuanto antes empezar a empacar las valijas, creí que ella quizás tenía deseos de visitar a algún familiar antes de partir de Miami, pero ese deseo aún no lo había manifestado, asumí que no estaba interesada... – Jauregui. – Le susurré muy cerca del oído y ella no pudo evitar sonreír con los ojos cerrados, ya sabía que aquello le ocasionaba cosquillas, entonces supe había estado fingiendo que dormía.

-Hola. – Me habló un poco avergonzada, me imaginé que por el suceso de ayer que aún estaba pendiente.

-¿Cómo estás? – Indagué fingiendo poco interés mientras recogía algunas de mis cosas personales. – Es casi medio día, debemos llegar a la casa de campo antes del almuerzo, mi familia y la de Nick nos esperan. - Informé.

-Estoy harta de estos compromisos sociales. – Masculló cubriéndose el rostro con las manos.

-Compromisos familiares. - La corregí tal como ella disfrutaba hacerlo. - ¿Qué pasó anoche, Lauren? ¿Estabas ligando con mi hermana todo este tiempo? La verdad es que se me empezaba a ser sospechoso el rollito que tenían ambas. – Empecé a hablar, pero no quería sonar ridícula demostrando que había sentido celos cada vez que recordaba aquella escena, tampoco quería pretender reclamarle algo.

-Intenté decirte en la casa de tu cuñado que tu hermana me acosaba desde el primer día que llegué aquí... anoche me asaltó en el baño y se me lanzó como una gata en celo... no era capaz de quitármela de encima. – Explicó, esta vez se veía muy tranquila en contraste con su comportamiento de anoche, aunque me moría porque Lauren persistiera en dejarme claro que no le interesaba mi hermana, decidí terminar con el tema por el momento.

-¿Qué ha sucedido entre tú y Nick? Estuvo preguntando por ti anoche, se notaba muy serio y preocupado, temo que le hayas ocasionado algún tipo de problema, por favor al menos di que intentaste ser amable con él.

-Claro que no he intentado ser amable con él, no me interesa siquiera hablarle. – Contestó frunciendo el ceño, definitivamente algo de él le molestaba. – Si quiere hablar conmigo es porque le conviene. – Sentenció dejándome aún más confundida, no había que dar más vueltas al asunto, algo había pasado. – seré breve. – Prometió al ver mi cara de desconcierto. – Anoche lo descubrí en una escena muy apasionada con tu exnovio, me equivoqué de puerta mientras intentaba llegar al baño...

-¿Nick y Shawn? – Definitivamente se me hacía un poco complicado hacerme la idea, pero al final todas las piezas encajaban, pues ya lo había sospechado de Shawn anteriormente, Laura sin duda estaba loca por las mujeres y por eso había puesto en su mira a Lauren, y su casamiento con Nick era una farsa en la que ambos podían refugiarse para sacar provecho. Sin embargo las acciones de los tres justo en la noche de la boda eran completamente imprudentes.

-Esto es como una gran telaraña de mentiras, ya saben lo que dicen, Camila: en exceso todo es malo. – Sonrió con ironía. – Iré a bañarme, no me tardaré, ve preparando el auto ¿Vale? – Enunció poniéndose de pie, antes de meterse a bañar me dio un beso en la punta de la nariz con ternura de esos que me confunden.

A unos noventa kilómetros de Miami se encontraba la casa de campo de mi familia, mi padre había organizado una reunión muy privada para despedir a los novios, donde sólo asistirían amigos íntimos de las familias y de los recién casados. Lauren me pidió que condujera porque tenía jaqueca, se colocó unas gafas oscuras para disimular la cara de resaca que traía, si no la conociera imaginaría que es una chica que le aguanta mucho al alcohol, pero la pelinegra no tomaba más allá de tres copas, sé que siempre a la cuarta se faja en un rotundo no. Abrochó su cinturón y empezó a buscar en la radio una emisora de su preferencia, luego de varios intentos finalmente lo consiguió y sonrió con triunfo. Casi una hora después alcanzamos nuestro destino. Shawn no dejó su caballerismo típico de lado y salió a nuestro encuentro con la intención de ayudarnos a llevar la pequeña maleta que habíamos empacado para pasar esa noche, me envolvió en un tierno abrazo y cuando se dirijo a Lauren se percibió un ambiente tenso entre ambos, él no sabía cómo reaccionar frente a ella, no tenía claro si era por el carácter conocido de la chica de ojos verdes, si por lo que ambos se callaban de la noche anterior o si era un combinación de ambas cosas, sin embargo Lauren nos sorprendió a ambos, le dio una sonrisa para tranquilizarlo y besó su mejilla antes de darle las gracias por habernos colaborado... ella era tan impredecible.

-Pensé que lo odiabas. - Comenté mientras caminábamos hacia la casa.

-Me agrada desde que me enteré de sus preferencias, así sé que no tienes oportunidad con él. – Confesó y yo no pude evitar soltar una risita porque se había escuchado con franqueza.

En segundos pasamos al patio externo donde había un salón al aire libre, el paisaje era excepcional, se podía respirar únicamente la naturaleza circundante. Lauren fue secuestrada por un par de señores que aseguraban ser muy amigos de Carlos, yo me escapé de mi madre y sus amigas escabulléndome por las escaleras "secretas" como solía nombrarlas desde niña debido a que eran estrechas y daban a un pasaje alterno que conducía a la parte occidental de la casa donde estaba el invernadero de mi abuela. El invernadero había significado un refugio para mí desde que recuerdo, era de mis lugares favoritos por los olores y colores de las plantas, sin embargo desde que la abuela había partido parte de su magia se había perdido, era cierto que habían contratado a un jardinero para que lo conservara, pero ningún arte se asemejaba al de mi abuela, mi corazón se estremeció porque la echaba de menos.

-Camila. – Escuché la voz sorprendida de Laura, habíamos coincidido, de inmediato puse cara de pocos amigos.

-Venía por un poco de paz, pero al parecer me tocará buscar otro sitio.

-Sospecho la razón de tu molestia... - Empezó a hablar y yo no supe porque razón me quedé. – Lo que pasó ayer fue inevitable, entre Lauren y yo hay una química que descubrí desde el primer momento que la vi. – Continuó y con cada palabra mi enojo acrecía, nunca he sido una persona violenta, pero cómo tenía ganas de darle una bofetada.

-Eres una cínica, ¿Cómo te atreves a decirme todo eso sabiendo que ella es mi esposa y que tú te acabas de casar?

-Lauren puede ser tu esposa, pero lo de ustedes no es real, no es necesario que me lo confirmen, con solo ver tu actitud cualquiera podría notarlo... es un desperdicio que la tengas para ti y no hagas más cosa que ignorarla. – Habló con total serenidad como si todo aquello fuera tan natural, me detuve a pensar en que seguramente sus palabras estaban cargada de completa razón, Laura lo había notado porque había dedicado mucho tiempo a observar a la pelinegra, a observarnos a ambas. Sin embargo como por instinto de quién defiende lo suyo -sin tener claro qué tan mía era ella-, me acerqué con la expresión más intimidante que tenía, la miré justo a los ojos y lancé mi advertencia.

-Aléjate de Lauren. – Eso había sonado más como una amenaza, mi hermana no se inmutó. – Te ves muy ridícula creyendo que podrías obtener cualquier migaja de su atención cuando yo sin siquiera proponérmelo conseguiría lo que quisiera de ella. – El rostro de Laura se descompuso un poco, no le había agradado y noté como su seguridad decaía. – No me importa lo que la gente pueda pensar, pero te quiero lejos de ella, me aseguraré de eso si es necesario. – Agregué, me di vuelta sobre mis talones y abandoné el invernadero cargada de muchas emociones, podía sentir mi corazón retumbando.

-¡Camila! – Escuché a Lauren quien parecía aliviada al verme, no me tomó mucho tiempo en detallar su figura, llevaba unos jeans ceñidos que exaltaban sus curvas, de repente un extraño cosquilleo me recorría las manos, quizás sí era un efecto colateral por posponer este deseo de adueñarme de su boca. – Te he estado buscando por todas partes... ¡me has abandonado con ese par de viejitos! – Habló haciendo un puchero, por Dios que ella era lo más tierno que había visto, casi que corrí a su encuentro y me colgué de su cuello en un abrazo. – Wow, yo también te extrañé. – Bromeó en una sonrisa enorme.

-Tonta, sólo fue un impulso... – Dije empujándola levemente, intentando disimular mis mejillas sonrosadas, Lauren retrocedió unos pocos centímetros.

-Espero que tu próximo impulso sea un beso. – Susurró con su encanto, yo sólo pensé en huir, pero Lauren me detuvo sosteniendo mi mano, entonces me miró y pude ver destellos de un brillo especial en sus ojos, su mirada estaba cargada de ternura, a veces pensaba que se iba a declarar y no sé si quizás yo esté esperando que lo haga, de sólo pensar lo peligroso que sería enamorarme de ella me hacía estremecer.


Lauren

La cena fue la mejor parte de ese día... había pasado casi que toda la tarde evadiendo a Nick, no entendía cómo era que él podía imaginar que yo iba a prestarle mucha importancia a su numerito de ayer, le pedí a Camila que hablara con él para que le aclarara acerca de mi desinterés por cruzar palabras y que si prefería olvidar el hecho yo también haría lo mismo... no sé si la castaña daría el recado literalmente, lo cierto es que mi concuñado abandonó su insistencia. Luego de la cena pasamos a otro salón donde las paredes estaban adornadas de pinturas, Camila me explicó que su abuelo era un coleccionista de arte, me acomodé en uno de los sofás que estaba más alejado mientras la castaña iba por una copa de vino, vi pasar frente a mí a Laura colgada del brazo de Nick y se acomodaron justo enfrente, Laura no me quitaba los ojos de encima y en algún momento los míos se tropezaron con los de ella, me dio una intensa mirada pero yo rompí el contacto visual en contados segundos, entonces Camila apareció sentándose a mi lado, notó la escena, apuntó sus ojos a su hermana y la fulminó al verla, imaginé que habían reñido... la castaña me ofreció una copa y yo le acepté de inmediato, luego tomó mi manos y la entrelazó con la suya, yo la miré con cara de qué estaba pasando pero ella no respondió, sólo ladeó la cabeza para que le siguiera la corriente, y bueno yo encantada de su cercanía no hice más que sonreír.

-¿Te había dicho que tienes prohibido estar cerca de mi hermana y mucho más estar a solas con ella? – Empezó a hablar Camila luego de la tercera copa, tenía la mirada puesta en Laura como cerciorándose que estuviéramos fuera de su campo visual.

-Entonces hablaste con ella... - Deduje intentando imaginar qué le había dicho a su hermana, me preguntaba si acaso existía una posibilidad de que estuviera celosa.

-Ella asegura que tú y yo no somos un matrimonio real, era de esperarse.

-Podemos darnos un beso y así disipar cualquier duda. – Propuse a modo de broma, ella me miró sonriendo pero luego su semblante de seriedad apareció como si estuviera contemplando la idea, entonces asintió lentamente sin mucha convicción, se acercó a mí y rozó mis labios con los suyos. No supe en qué momento reaccioné para volver a la realidad, pero cuando lo hice Laura nos miraba con recelo, yo sólo esperaba que no hubiesen notado mi cara de tonta, ese beso había estado cargado de mucha inocencia por parte de Camila, incluso se había sonrojado. - ¿Puedo decir algo? – Pregunté levantando mi mano como pidiendo permiso, ella ni siquiera fue capaz de mirarme a la cara sólo mordió su labio inferior reprimiendo una sonrisa, entonces tomó aire y se tropezó con mis ojos.

-Definitivamente no. – Dijo categóricamente, yo asentí y ambas sonreímos, no podía negar que ese momento había sido especial, no podía borrar de mi mente aquella sonrisa tímida de la castaña y sus mejillas sonrosadas, inevitablemente me hacía fantasear con ser la dueña de cada uno de aquellos hermosos gestos.

La noche pasó muy lenta pero finalmente cerca de las once Camila decidió nos despidiéramos para ir dormir, yo estuve deseando desde horas antes que ese momento llegara. Nos asignaron una habitación sobre el tercer piso, mientras ascendíamos sobre las escaleras chirriantes me pareció que aquel casi interminable pasillo era de lo más siniestro que me estremecí, la castaña alcanzó a ver mi expresión amedrantada, soltó una carcajada y me susurró que yo era una cobarde, aquello no me había parecido tan chistoso porque de inmediato los ecos se hicieron presente haciendo aún más tétrico el pasadizo.

-¿No pudieron darnos un piso menos siniestro? – Comenté estremecida apenas entramos en la habitación. Camila resopló en burla de mis temores y se lanzó a la cama completamente sosegada.

-Qué llorica, eres. – No había terminado la frase cuando la ráfaga de un relámpago alumbró la habitación seguida por su estruendo, yo puse los ojos en blancos y Camila sonrió como complacida.

-¿Podemos dormir abrazadas? - Le pregunté con inocencia.

-No tienes tanta suerte. - Me contestó con su sonrisa torcida. -Buenas noches, cariño. – Agregó la castaña mientras alcanzaba su pijama y empezaba a sacarse la ropa, yo me giré bruscamente en un impulso, si hubiese sido otra oportunidad y no tuviera este acopio de sentimientos por ella en mi pecho seguro me hubiese quedado mirándola descaradamente, sin embargo ahora yo era diferente, sentía un profundo y desconocido respeto por ella... ¡Diablos! Se me hacía que mi pobre alma continuaría cayendo por este profundo y oscuro precipicio del amor no correspondido, entonces una punzada en mi estómago me recordó que esto se me había salido de las manos desde hacía un tiempo ya.

-¿Te vas a quedar parada allí toda la noche? – Escuché la voz de Camila que me traía de regreso, yo me di vuelta para verla acomodada debajo de las sábanas, sólo asomaba sus ojos y parte de su cabellera, sacó su brazo y palpó un par de veces la colcha indicándome que me esperaba en el lugar reservado para mí.

Camila parecía haber aprendido a convivir conmigo, era a mí a quién se le empezaba a hacer difícil convivir con ella, compartíamos la cama, la mesa, el día entero prácticamente pero ella estaba ausente por completo, existía una brecha invisible entre ella y yo que no sabía cómo superar, no sabía cómo abordarla, cómo seducirla, cómo obtener siquiera su atención sin tener que decir alguna tontería o mostrarme cruel con su persona. Estaba fuera de mi alcance como nadie antes lo había estado y yo no quería reconocer que lo mejor era aceptar esta derrota.

Cuando amaneció, lo primero que pensé al segundo de abrir los ojos fue que aquel día era el último que pasaríamos en Miami y no pude ocultar la felicidad que para mí representaba. Realicé mis estiramientos matutinos de siempre, me fui al baño a descargar la vejiga y lavar mis dientes, sin darme cuenta estaba tarareando una de mis canciones favoritas, mi emoción era inocultable. No pasó mucho tiempo cuando escuché que azotaban la puerta de la habitación, asomé mi cabeza desde el baño a la expectativa, vi a Camila que traía unos pantalones muy ajustados, wow tengo que admitir que admiré su bien proporcionado trasero durante todo el tiempo que ella permaneció dándome la espalda, pero la gloria no fue eterna, ella se dio la vuelta y se sorprendió un poco al verme, seguro que se había olvidado de mi existencia.

-¡Tú! – Exclamó señalándome y yo me sobresalté. – Tienes treinta minutos para alistarte, daremos un paseo a caballo, no tardes. – Sentenció y sin decir nada más regresó por donde había llegado. Yo me quedé un poco perpleja por el extraño comportamiento de la castaña, sin embargo ni siquiera tuve tiempo de objetar en alguna palabra, no sabía porque estaba simplemente obedeciendo sus indicaciones, pero pronto me detuve a pensar que realmente no había otra cosa mejor que hacer en aquel lugar, a partir de mañana cuando estuviéramos de regreso y en casa le recordaría cómo eran las cosas, pues era yo quién tenía el control ¿lo era aún?

-¿Seguro que Camila ya te dijo lo guapa que te ves con leñadoras? – Apenas bajaba por la segunda planta cuando escuché ese tonito prepotente que solamente le pertenecía a la hermana de la castaña, puse mis ojos en blancos apenas la crucé.

-Camila me está esperando, no puedo tener una conversación contigo ni estoy interesada.

-Jauregui, me gustas más cuando te haces la difícil... – Continuó sin poner mucha atención a mi rechazo.

-No me hago la difícil, para ti soy simplemente inalcanzable. – La interrumpí con mi egolatría, el rostro de Laura se desencajó, parecía que brotaban chispas de sus ojos, yo me coloqué mis gafas oscuras. – Ahora si me disculpas... sigo mi camino.

Me costó algo de trabajo entender las indicaciones de la madre de Camila para dar con las caballerizas, pero luego de caminar en diferentes direcciones la arquitectura del recinto que sobresalía me terminó colaborando, entendí por qué me había costado trabajo pues no estaba tan cerca de la casa. Cuando empujé aquel enorme portón de madera un molesto chirrido hizo eco al interior, yo me detuve cuando hice el suficiente espacio para pasar mi cuerpo.

-Eres puntual, Jauregui. – La voz de Camila inundó mis oídos y automáticamente mi sonrisa apareció, aquello ya era como un reflejo para mí. Se veía hermosa con su cabellera recogida en una cola alta, la reparé de arriba abajo embelesada en su majestuosas curvas que me traían cada día con menos cordura. Pero ella misma me regresó a la realidad cuando tropezó contra mi pecho un par de botas hípicas y me miró como diciendo: quita tu cara de tonta.

-Tengo que confesar que no soy muy buena con los caballos. – dije casi tartamudeando.

-Qué extraño, Carlos mencionó una vez que recibiste clases de equitación. – replicó con escepticismo.

-Era algo indisciplinada. – Expliqué mientras descalzaba mis pies.

-¿Eras? – Preguntó con total insinuación de lo contrario. – Pues algo debió quedarte en esa terca cabezota, y tendrás que demostrarlo hoy, los caballos ya están ensillados, vamos. – Sentenció.

El paseo comenzó con algunas dificultades para mí, nada que no pudiera resolver con la ayuda de Camila quien parecía sobrellevar todo a la perfección, mientras ponía más atención a sus gestos que en el camino y las cosas que ella trataba de enseñarme perdí la noción del tiempo y del espacio, en el instante que reaccioné no veía nada alrededor que no fuera la naturaleza, nos habíamos alejado bastante ya que ninguna edificación se alcanzaba a distinguir, extrañamente ese hecho me había inquietado, Camila no se perdió de mi expresión asustadiza y sus burlas no tardaron.

-¿Hacia dónde vamos? – Indagué cuando sus risas cesaron.

-Iremos a un pequeño río que está a unos pocos kilómetros de aquí, nada de qué preocuparse, he hecho este recorrido muchas veces así que intenta relajarte que no te voy a secuestrar ni a descuartizar aunque quizás merezcas lo último. – Respondió incluyendo su broma que me sacó una sonrisa.

-¿Y cómo es que eres tan buena con los caballos? Entiendo que te gusten, son criaturas asombrosas.

-Me gusta el polo y lo hago bien. – Me explicó y yo asentí como comprendiéndolo todo. - ¿Qué hay de ti?

-Tengo puntería. – Me detuve agachando la cabeza y agregué. – No es mi deporte favorito, la verdad. – Camila me miró y sonrió aceptando que mi orgullo no me dejaba admitir de plano que era pésima.

Luego de media hora, Camila hizo señas que nos detuviéramos, atamos los caballos a un árbol y empezamos a descender por una pendiente donde se encañonaba levemente el pequeño río. El ambiente estaba húmedo y el olor de los árboles se condensaba, a lo lejos se escuchaba el agua correr entre una gran variedad de tamaños de cantos rocosos que en alguna parte de su historia los había arrastrado hasta aquí. Me acerqué hasta la orilla admirando su dinámica y la cristalinidad de sus aguas que arrastraban el canto de la naturaleza, luego aparecieron un par de mariposas revoloteando a mí alrededor, me sentí en un paraíso, y aquel paraíso ya tenía su propia diosa.

-Parece que te agrada. – Comentó Camila y yo asentí sonriendo. – Es estupendo, tienes que venir por aquí. – Me indicó que debíamos subir por unas rocas un poco más hasta alcanzar una maravillosa caída de agua que se dejaba descubrir desde un nivel más alto del lecho del río, era pequeña pero yo estaba bastante sensible para dejarme sorprender.

-Aquí es precioso. – murmuré fascinada, Camila me tomó de la mano arrastrándome hacia donde pretendía.

-Cuando era más pequeña venía a bañarme aquí.

-Sería interesante, pero seguro que el agua está helada. – repuse concentrada en un pequeño pez que se desplazaba por el agua con bastante gracia, había quitado mi total atención de la castaña.

-¿No quieres averiguarlo? – Escuché la pregunta de Camila pero no me dio tiempo de contestar porque ella me propinó un fuerte empujón que me hizo resbalar dentro del agua. Pensé que no iba a lograr salir a la superficie cuando no sentí que tocaba el fondo, pero entre tanta angustia no olvidé como nadar y logré sacar mi cabeza afuera solo para observar como la castaña se descarrilaba de la risa frente a mi desgracia, decir que el agua estaba helada era poco, ni siquiera estaba cerca.

-¡Quita esa cara, Jauregui! Ven te ayudo a salir. – Exclamó divertida mientras me ofrecía una mano, y por supuesto que yo no iba a desaprovechar la oportunidad de venganza, Camila era bastante ingenua. Tomé su mano y cuando la tenía bien agarrada halé de su cuerpo con toda la fuerza que tenía, lo cual no resultó muy difícil pues Camila perdió el equilibrio sobre la roca húmeda y resbaladiza. Cuando escuché su cuerpo entero impactar contra el agua me sentí realmente satisfecha.

-Tu misericordia te trajo hasta aquí. – Le dije encogiéndome de hombros cuando vi su cara de enojo tratando de apartarse los mechones de cabello húmedos que se le pegaban en el rostro. - ¿Por qué me trajiste aquí? – Pregunté.

-Para que hubiera al menos una razón por la cual no te quejaras de este viaje. – Contestó sonriendo, esa amplia, limpia y sincera sonrisa que me transportaba a un sueño, añadiéndole el hecho de haber compartido este lugar secreto y especial para ella, había hecho que quedara encantada simplemente con cada una de sus intenciones buenas o malas, ella no lo sabía pero cada uno de sus gestos, sus palabras, su respiración también se convertían en otras razones.

-Yo te daré una segunda razón. - No podía reprimir un segundo más mis ganas, entonces sin pensarlo me lancé a su boca casi con desesperación... Camila estuvo estática al principio debido al asombro pero luego me respondió. Había besado a varias chicas, pero en ninguna de ellas encontré la sutileza y ternura que me concedía la boca de aquella castaña, su beso era apasionado pero delicado, era como si Camila estuviera en mi cabeza porque sabía exactamente lo que yo deseaba en el momento justo y en la manera.

Fortsæt med at læse

You'll Also Like

342K 14K 39
Lauren ha estado deprimida por varias razones: Emma (su hija), Mike y Camila; así que Dinah y Normani decididas a subirle el ánimo, la invitan a pasa...
53.2K 4.3K 18
Con una contusión en la cabeza y amnesia temporal, Lauren se ha quedado barada en un pueblo desconocido, sin buena cobertura celular e internet inexi...
281K 12.3K 35
Lauren Jauregui miembro del FBI Camila Cabello repartidora de comida #camren #laurenjauregui #camilacabello
298K 18.5K 55
LJ Gip Camila Cabello se había enamorado de la millonaria hotelera Lauren Jauregui cuando está la había seducido en sus tierras a orillas del mar. Y...