No quiero ser tu esposa (Camr...

By papillon2701

200K 10.5K 1.2K

Lauren pasó de ser su sueño a ser su pesadilla. More

Capítulo 1. I hate you but I love you... but I hate you
Capítulo 2. Malas intenciones
Capítulo 3. Sin salida
Capítulo 4. Bajo el techo de tu enemigo
Capítulo 5. Somos una familia feliz
Capítulo 6. No quiero quererte
Capítulo 7. Bora Bora
Capítulo 9. Laura Cabello
Capítulo 10. La boda
Capítulo 11. De nadie más
Capítulo 12. Losing my mind
Capítulo 13. De cero
Capítulo 14. Ella es fuego
Capítulo 15. Sin mirar atrás
Capítulo 16. Confusiones y verdades
Capítulo 17. Corazones al alba
Capítulo 18. No rules
Capítulo 19. Te voy a amar siempre

Capítulo 8. Esto es la guerra

8.3K 471 38
By papillon2701

Lauren

Hacía calor, no era el calor agradable que esperaba, el sol me picaba de manera irritante sobre toda la piel, de haberlo sabido quizás hubiese traído más ropa, pero esa mañana casi de medio día sólo me acompañaba el bikini del que me había enamorado a primera vista en aquella tienda del centro de la ciudad. No tenía otra cosa más que mirar que el horizonte, y tomar una helada cerveza que mi boca agradecía con cada sorbo, las isla se veían ya a lo lejos y el mar se hacía más oscuro tanto nos alejábamos. Carlos estaba en la cubierta principal del yate charlando con el padre de Camila y otros amigos, supuse que eran asuntos de negocios privados cuando me pidió que me perdiera de manera muy sutil. No quería mirar hacia otra dirección que no fuera el horizonte porque sabía que al otro lado me esperaba la exquisita figura de la esposa a la que no tengo ningún tipo de acceso: Camila. Sólo recuerdo la mirada de asesina de Alejandro cuando vi aparecer a su hija en esas mínimas ropas con sus gafas oscuras y un hermoso sombrero que la cubría del sol, era demasiada perfección para yo poder disimular mi mirada de hiena que está a punto de emboscar a su presa. No le había dirigido la palabra desde ayer, esta mañana cuando desperté ya no estaba al otro lado de la cama y desde entonces se había comportado bastante esquiva conmigo, la razón era obvia: el beso que compartimos la noche anterior.

Camila

Había olvidado desde hace un tiempo la primera vez que vi a Lauren, había olvidado esas semanas que pasé fantaseándola, queriendo que en cada ocaso mi mirada se fusionara con la de ella, la quería, no para la vida, quizás para un verano, Lauren era solo un capricho y justo ahí debió quedar... Ese beso sólo acreció mi confusión, por días estoy tan segura que no debo ceder ante ella, pero hay una parte de mí que se desmorona ante su encanto.

-Camila. – me di la vuelta para encarar a Lauren, quien finalmente se había animado a dirigirme la palabra a pesar que yo había estado prácticamente huyendo desde que empezó el día. – Quería saber si... - debo admitir cuánta ternura me causaba cuando lucía algo nerviosa, ella no sabía jugar fuera de su terreno, era la razón por la cual había estado actuando tan contradictoriamente desde que salimos de Los Ángeles. - ¿Podemos hablar? – Me preguntó casi en un susurro sin saber que distancia guardar.

-¿Tú y yo tenemos algo de qué hablar? – Respondí desde mi cinismo.

-¿Es que tan rápido has olvidado lo qué pasó anoche? – Habló decepcionada, pero al instante se repuso y me miró justo a los ojos, otra vez había adquirido su seguridad. – Puedo recordártelo si es necesario. – En su última frase no había titubeado por un segundo, yo en cambió solté un bufido, completamente escéptica no noté que en realidad le estaba dando razones a la chica de ojos verdes para sentirse retada, no había algo más tentador que eso para ella. Y Lauren no dudó en el último segundo, antes de que pudiera reaccionar unió con desesperación su boca contra la mía.

Lauren

-¡Eres una abusiva! – El primer ataque de Camila había dado justo en mi mejilla derecha, no recuerdo que me haya dolido en el instante, mi pecho aún permanecía acelerado y sólo había respondido con una ridícula sonrisita. - ¿Quién te crees, Jauregui?

-Camila, por favor, soy tu esposa. – exclamé mientras intentaba acercarme, pero ella me rechazó al instante.

-Lauren, esto no es real, no empieces a olvidarlo. – Bramó, su pupila se centró en mí, ella me odiaba en ese momento.

-Eso puede cambiar. – Le propuse, sin saber si parecía lo suficientemente sincera y convincente.

-No estoy interesada en tus jueguitos egomaníacos, he tenido suficiente de ellos. – Camila era una chica difícil, me pregunto qué tanto me hubiese costado conquistarla si nuestras diferencias nunca hubiesen existido. Sin embargo el hubiera no existe.

-Deberías. – Repliqué, ella ni siquiera me miró, sólo permanecía en el mismo lugar cruzada de brazos, yo reparé el perfil de su rostro, cada día se me parecía más a un ángel, continué bajando por su mentón, su cuello hasta ese lugar donde sus senos se encontraban levemente escondidos detrás de aquella pequeña pieza de baño, de repente estaba sintiendo más calor. – Creo que eres demasiado injusta conmigo. - Agregué desviando mi mirada nuevamente hacia su rostro, no quería seguir sonrojándome con mis buenos pensamientos, ella me miró como si yo fuera una descarada. – Dame una oportunidad de demostrarte que lo que sucedió anoche fue real. – mis palabras fueron sinceras y en mi semblante se podía ver que no mentía.

-Nada de ti es real, Jauregui. – Sus palabras eran de hielo, sus pupilas eran oscuras debido al coraje, había una razón más grande por la cual Camila estaba tan enojada, no todo el crédito era mío, pero ella obviamente no hablaría. La castaña me dio la espalda con intenciones de marcharse y dar por acabada la conversación, yo le tomé de la mano en un rápido movimiento e hice que volviera a darse vuelta. – Basta. – Rugió.

-Basta... ¿O qué? – La desafié mientras tomaba de su cintura y estrechaba nuestra distancia, prácticamente podía sentir su respiración, la cual se hacía más agitada, quería averiguar si era por furia o excitación... sin dudarlo me arriesgué y acerqué mi rostro tanto que casi rozaba sus labios, estaba a milímetros de conseguir otro beso.

-Señores quería presentarles a... - De repente la voz de Carlos inundó nuestros oídos, en mi mente solo se pasó una frase: "maldita sea". – mis queridas niñas. – Exclamó sorprendido dirigiéndose únicamente a nosotras. – Quería presentarles a mi nieta y su preciosa esposa, Camila. – Repuso, sus "amigos" nos saludaron muy cordialmente, sin evitar los halagos mientras que Camila y yo no podíamos ocultar nuestros sonrosados rostros por aquella escena que nos habían frustrado, no quise siquiera mirar hacia donde Alejandro, seguro no hubiese dudado en lanzarse contra mi débil cuello para destrozarlo en muchos pedacitos.

-No vuelvas a poner tus resbalosas manos sobre mi hija. – Fueron las palabras amenazantes de Alejandro luego de que me alejara de los invitados, mientras intentaba disimular una conversación común y corriente con su nuera.

-Tú mismo me entregaste a tu hija cuando decidiste no hacer nada al respecto, legalmente puedo poner mis resbalosas manos donde a mí se me antoje... y vaya que estoy muy antojada. – hice todo mi esfuerzo por provocarlo, era un hipócrita con sus amenazas hacia mí y sin hacer nada para impedir la situación que tanto lo sacaba de casillas. Alejandro apretó su mandíbula y tensionó todo su cuerpo, estaba colérico pero tenía que continuar disimulando.

-Nunca obtendrás nada de Camila, y esto acabará pronto. – agregó sobreponiéndose.

-¿Estás seguro? Yo no te veo tan convencido... y respecto a Camila, ella tampoco se empieza a ver tan convencida. – Contesté con una sonrisa maliciosa y casi burlona. – Recuerda esto, un Jauregui siempre obtiene lo que quiere.

-Es lo mismo para mí.

-Es cierto, soy testigo que obtienes lo que quieres a cualquier precio. – Sentencié fulminándolo con mi mirada y desaparecí de su presencia y él susurró entre dientes "cínica", no entendía porque con el pasar de los días Alejandro me molestaba cada vez más, incluso estaba a punto de empezar a reprocharle el hecho que haya "vendido" a su propia hija, sin embargo no tenía ninguna autorización moral cuando fui yo quien también decidió participar en esto, sería una hipócrita como él.

Camila

Un día más se extendió nuestras breves vacaciones, así que más que pronto estuvimos de vuelta a Los Ángeles, donde mantener las apariencias empezaba a volverse más importante que respirar, mi padre y Carlos habían recalcado más de una vez que la información acerca de esta farsa no podía fugarse por mínima que fuera, pero alguien fuera de las familias ya lo sabía, y eran mi mejor amiga y la mejor amiga de Lauren, no habíamos querido mencionarlo, pero ambas sabíamos que había una posibilidad que alguna de ellas, especialmente Verónica pudiera comunicarle algo a un tercero. El tiempo continuaba corriendo y hasta ahora todo había permanecido normal, justo antes de aquel día en que llegó un ramo enorme de las más exóticas flores a la casa de los Jauregui. No puedo olvidar la cara de furia de la chica de ojos verdes cuando vio la tarjeta, primero empalideció para después empezar a tornarse de un intenso color rojo, luego me miró con sus pupilas encendidas reprochándome algo de lo cual yo era cien por ciento inocente, yo me encogí de hombros y ella lanzó el arreglo florar al suelo de un solo golpe.

-¡Lauren! – Exclamó Carlos en un regaño.

-¿Desde cuándo este imbécil te está pretendiendo? – Se acercó a mí amenazante ignorando las palabras de su abuelo, yo la miré como si estuviera desquiciada, no sabía realmente cuál era la intención de Austin habiendo tenido la osadía de enviar ese mensaje tan comprometedor a casa de Jauregui firmado con su propio puño y letra, ¿Qué juego seguía?

-Da un paso atrás, Jauregui. – Advirtió mi padre al verla tan cerca de mí y descontrolada. Lauren lo fulminó con la mirada pero obedeció ante el gesto que hizo Carlos luego que las palabras de mi padre resonaran en el salón.

-Camila, ¿Estás viéndote con este tipo? ¿Desde cuándo? – Indagó la pelinegra intentando retomar la calma.

-¿Eres estúpida? ¡Claro que no! – Respondí empezando a hartarme de su actitud.

-Pues esto es lo que Austin insinúa en su nota. – Insistió con el papel en mano mientras lo leía nuevamente.

-Creo que conoces a Austin mejor que yo, así que saca tus propias conclusiones y si te apetece cuenta mis palabras como ciertas. – Murmuré y desaparecí del salón con cierta molestia.

Lauren

Luego que Camila se retirar sin ninguna autorización pude escuchar la leve risita de Carlos por lo bajo, lo descubrí bastante divertido con la situación, en cambio el rostro de Alejandro parecía esta vez indescifrable, cavilaba.

-¿Qué es tan divertido? – Le lancé la pregunta sin vacilar, él se compuso y me miró con más seriedad.

-¿Eso fue una escena de celos, cariño? – Respondió disimulado otra burla yo puse los ojos en blanco y relajé los hombros.

-No conoces a este estúpido. – Empecé a hablar mientras una sospecha se plantaba en mi cabeza. – Creo que algo debe estar tramando. – Agregué detallando la tarjeta y luego dirigí una mirada a mi abuelo, él puso atención esta vez. – Mañana mismo lo averiguaré, y de paso le enseñaré a ese don nadie que este será su último intento por fastidiarme.

-Ten cuidado, Lauren, no quiero problemas. – Advirtió severamente mi abuelo y yo asentí no muy segura.

Carlos y Alejandro desaparecieron también del salón, dejándome sola. Pasé mis manos por la cara al recordar la escena de hacía unos minutos y no pude evitar sentirme como una tonta. Deseaba tanto tener a Camila que cualquier amenaza de perderla sólo me hacía sentir enloquecer, ¿Le quería? ¿Era mi capricho? ¿Estaba obsesionada? Las preguntas vagaban en mi cabeza una tras otras repetidas un sinnúmero de veces, era como un tormento. Deseaba desde mi corazón convencerme que podría enamorarme de ella y escapar de este sentimiento enfermizo que se apoderaba hasta de mi lucidez, pero en ocasiones no sabía diferenciar a ciencia cierta qué era exactamente lo que me unía a ella.

-¿Ya recuperaste la pequeña fracción de civilización que hay en ti? – Me atacó Camila apenas la acompañé en la habitación, yo rodé mis pupilas e ignoré su comentario. – Aclararé algo, Jauregui: tu histeria no tiene fundamento porque yo no te pertenezco en absoluto. – añadió. – Y si fuese así... eres una salvaje. – Su expresión consternada casi me provoca una carcajada, Camila volvió a sus libros y yo me acerqué, sentándome a su lado, tomé un mechón de su cabello, lo puse detrás de su oreja para poder admirar ese color marrón que adornaban esa mirada irresistible para mí.

-Eres preciosa, Camila. – La halagué y ella no se inmutó, continuó clavada en el libro y concentrada en su escritura. Yo me acerqué para robarle un beso y ella se apartó reaccionando rápidamente.

-Buen intento, Jauregui. – Bufó cerrando su libro de golpe. - ¿Crees que puedes tener estos acercamientos cada vez que te antojas? – Reclamó molesta nuevamente.

-Estoy antojada siempre, lo hago cada vez que veo oportunidad. – Le corregí divertida. – Además si alguna vez tú sintieras el mínimo deseo de besarme, no olvides por favor que estoy disponible siempre y que soy muy fácil. – agregué con descaro.

-No había conocido una persona tan detestable como tú. – Su otra queja no tardó en escucharse.

-No siempre soy detestable... si me dejaras o lo pidieras podría ser como quisieras tú. – Hablé coquetamente mientras intentaba un segundo acercamiento, ella me sostuvo la mirada intensamente pero a los pocos segundos la rompió. –Tienes miedo ante la posibilidad de que sientas algo por mí. – Lancé al aire.

-Eres una egocéntrica y también una ilusa. – Masculló con suma seriedad, se puso de pie con sus libros y se marchó.

Camila

Ese día en la universidad, por primera vez Lauren no estuvo a cada segundo respirando el mismo aire que yo, lo cual era bastante extraño, además la mañana entera había estado distraída, tanto que no había intentado espiar el escote de mi blusa como cada vez que usaba una de ese estilo.

-Lucía me dijo que Jauregui preguntaba por mí... creo saber la razón de sus repentinos ánimos conversadores, ¿Te gustaron las flores? – Austin apareció de no sé dónde, acorralándome contra una esquina, su mirada seguía siendo la de un cazador, y otra vez no podía negar lo guapo que era y esa voz que te envolvía como la niebla en el bosque.

-No me pareció prudente que las enviaras. – Contesté sin demostrar mi alteración, él estaba demasiado cerca para mi gusto, y eso empezaba a incomodarme, pero tampoco huiría sin una razón poderosa, no daría paso a ninguna malinterpretación.

-Seré breve y claro: Me encantas, Camila, y cuando quiero algo, hago lo imposible por obtenerlo. – Yo reí y él me miró desconcertado, aparté la mano que había descansado sobre mi cintura con molestia.

-Sino te conociera de antes diría que eres familia de Lauren Jauregui. – Respondí a su cara desencajada por la confusión.

-Tengo que admitir que me siento ofendido ante tal comparación. – Comentó sobreponiéndose.

-Conozco a Lauren lo suficiente como para atreverme a afirmarlo.

-Sé a lo que te refieres... pero Lauren es una niñita caprichosa, en cambio yo no dudo que podría darte lo que en verdad necesita una mujer como tú y sé con certeza que Jauregui no se acerca ni un poco a eso. – Su desprecio era inevitable de disimular.

-No quería ofenderte, pero suenas tan arrogante como ella. – Agregué y vi sorpresa en sus ojos, sabía que Austin tenía que haberse enterado de algo para sentirse tan confiado de cada movimiento que hacía, eso sólo significaba una cosa: complicaciones.

-Ya tendré mi oportunidad, Camila. – Prometió casi que como una advertencia y me dejó sola nuevamente.

Lauren

-¿Me estabas buscando? – Escuché ese tonito que me provocaba náuseas instantáneas. Me di la vuelta y frente a mí estaba Austin, miré hacia alrededor y estábamos completamente solos en ese pasillo.

-Sí, solo quería decir algo: aléjate de mí y de Camila, no quiero que algo como lo de ayer se vuelva a repetir, ¿Está claro?

-Jauregui, me sorprendes, no sabía que eras tan cobarde como para obligar a una mujer para estar contigo, caíste muy bajo... das lástima, en serio. – Las palabras de Austin me dejaron en una sola pieza, así que era eso lo que se traía en manos, seguro que Verónica había revelado todo a ese patán ahora que yo era menos santo de su devoción.

-¿Qué quieres? No sabes nada de lo que está pasando, te lo advierto, no te involucres o conocerás probablemente no solo mi furia sino también la de mi familia. – Lo amenacé intentando intimidarlo, pero él se veía muy confiado.

-Quiero a Camila ahora que sé que no es tuya. – Respondió con su mirada burlona enfatizando la última palabra.

-Camila es MI esposa. – Gruñí entre dientes.

-Eso es solo una pantalla, seguro que siente repulsión cada segundo que tiene que estar cerca de ti.

-Yo no estaría tan segura. – Sonreí y él flaqueó. – Mantén la distancia. – Advertí nuevamente cuando emprendía mi despedida.

-¿Cómo podría quitarte algo que no te pertenece? La tienes por un papel, fuera de eso sé que su único deseo es no tenerte cerca, y si me tocas, Jauregui, iré con la prensa.

-Entonces... esto es la guerra, - Sentencié clavando mi mirada entre sus cejas, él sonrió de vuelta.

Continue Reading

You'll Also Like

409K 64.8K 29
Park Jimin, un padre soltero. Por culpa de una estafa termina viviendo con un completo extraño. Min Yoongi, un hombre solitario que guarda un triste...
26K 2.5K 57
Dicen que en la vida tenemos 3 amores, cada uno es diferente y dejará algún mensaje, El 1° que llega en la adolescencia, el que te enseña a querer, t...
73K 4.5K 13
•Te invito a que leas la primera parte de esta historia si no lo has hecho..
298K 18.5K 55
LJ Gip Camila Cabello se había enamorado de la millonaria hotelera Lauren Jauregui cuando está la había seducido en sus tierras a orillas del mar. Y...