No quiero ser tu esposa (Camr...

By papillon2701

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Lauren pasó de ser su sueño a ser su pesadilla. More

Capítulo 1. I hate you but I love you... but I hate you
Capítulo 2. Malas intenciones
Capítulo 3. Sin salida
Capítulo 4. Bajo el techo de tu enemigo
Capítulo 5. Somos una familia feliz
Capítulo 7. Bora Bora
Capítulo 8. Esto es la guerra
Capítulo 9. Laura Cabello
Capítulo 10. La boda
Capítulo 11. De nadie más
Capítulo 12. Losing my mind
Capítulo 13. De cero
Capítulo 14. Ella es fuego
Capítulo 15. Sin mirar atrás
Capítulo 16. Confusiones y verdades
Capítulo 17. Corazones al alba
Capítulo 18. No rules
Capítulo 19. Te voy a amar siempre

Capítulo 6. No quiero quererte

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By papillon2701

Lauren


Solo un beso bastó para descubrir la verdad.... Ella no era mía, pero ya yo era de ella.

"Mierda" eso fue lo único que pensé cuando por primera vez había probado la miel del pecado, ¡por supuesto que era un pecado caer a los pies de Camila con tan solo un minúsculo beso! La razón: ella nunca me correspondería. Si tan solo pudiera armarme de valor y encontrar alguna forma de...

-...imposible. – Se me escapó de los labios inconscientemente.

-Jamás creí vivir para presenciar este día, ¿Lauren Jauregui con ojeras? ¿Estás enferma? De seguro tu "amada" esposa te está matando paulatinamente con alguna especie de veneno, bueno, si ese fuera el caso, te lo mereces. – De la nada apareció mi extraviada amiga, Lucía, estaba por jurar que nunca volvería a dirigirme la palabra, sin poder disimular mi emoción esbocé una sonrisa y me colgué de su cuello, todos en la cafetería me miraban de una forma extraña. – Guau, no pensé que la estabas pasando tan mal, nunca eres así de expresiva o fue que en verdad me extrañaste. – Sonrió.

-¡Claro que te extrañé! Sabes bien que eres la dueña y señora de este corazón de piedra.

-¿Desde cuándo el corazón de piedra de Jauregui habla solo y tiene ese semblante de desesperación? Lauren, créeme, no te ves bien, creo que si sigues así empezarás a perder algunas admiradoras. – Mi castaña amiga empezó a bromear como de costumbre y me arrancó otra sonrisa, yo prefería pensar que ella solo quería exagerar para fastidiarme. – Venga, Lauren, mejor cuéntame y para de sufrir ¿cuál es tu problema? – indagó clavando su mirada intensamente, no le podría mentir.

-Es Camila. – Contesté en un susurro.

-¿Camila Cabello? No me salgas con que ahora resulta que sí tienes conciencia. – Exclamó y soltó una carcajada. – Admitiré que lo que le hiciste fue... sinceramente, no hay palabra para eso, pero nunca es tarde para arrepentirse, me alegro que por fin hayas abierto los ojos. – Agregó abrazándome, yo me alejé un poco, claramente inexpresiva, ella aún no me tomaba en serio o quizás ni siquiera lo sospechaba.

-Creo que estoy enamorándome de ella. – Le solté sin preámbulo alguno y la soda de mi amiga se dispersó sobre nuestra mesa, luego de que la expulsara por su boca... y nariz, creo.

-¿Qué estás diciendo? – Empezó a hablar un poco confundida. - No cabe duda... estás enferma. – Agregó mientras palpaba mi frente y mis mejillas, pero yo continuaba con la misma actitud y mis pupilas se clavaron en las de ella, Lucía volvió a su asiento, su expresión variaba entre sorprendida, confundida y terminaba con incrédula para luego volver a empezar. – cielos, Lauren, no puedes hacer eso ¡Le arruinaste la vida! No te puedes enamorar de ella, porque si yo fuera Camila, nunca te lo perdonaría, lo que se traduce en que no tienes oportunidad...

-Gracias por recordármelo, aunque no era necesario.

-Hablando del rey de Roma. – Ambas dirigimos la mirada hacia la entrada principal de la cafetería y observamos que se acercaban Verónica y Camila, creo que mi mente no pudo bloquear el recuerdo de la noche del fin de semana, cada vez que la miraba me parecía aún más bella que la última vez, ¿Cómo describirla sin ofenderla? Por todo el cielo, la palabra perfecta era una injuria ante lo que ella representaba y no estaba exagerando. - ¿Crees que su amiga aún me odie? – Preguntó Lucía con nostalgia, de lo único que me arrepentía era de haber arruinado su casi cita con Verónica.

-A ti precisamente te estaba buscando. – Camila se veía muy seria, ni siquiera saludó a mi acompañante. – A ver Jauregui, tú y yo teníamos un trato, ¿Cómo es que me has comprometido para la fiesta de playa de los McMillan este fin de semana? – De hecho no había olvidado nuestro trato, pero era de suma importancia asistir.

-No solo es una simple fiesta de playa, esa familia tiene importantes negocios con la nuestra, habrá una reunión extraordinaria el sábado, mi abuelo me lo ha solicitado en persona, quiere que nos empecemos a familiarizar con ciertas...

-Yo sabía que no eras de fiar, ni siquiera haces valer tu palabra, jamás debí ayudarte con lo de tus padres, además no me interesan tus negocios y yo no hago parte de tu familia. – Me interrumpió más molesta.

-¿Puedes bajar la voz? Hay demasiada gente aquí, podemos discutir este tema en casa.

-No hay nada que discutir, mejor ve buscando una excusa porque yo no iré a esa fiesta. – Sentenció antes de irse.

-Vaya, esa chica sí es agresiva. – Comentó Lucía, burlándose de mí. – ¿Por qué le haces esas cosas? te encanta provocar a todo el mundo, Lauren.

-Claro que no. – La detuve. – Es muy importante asistir a esa reunión de negocio, te digo que mi abuelo está agilizando los papeles de la herencia, la empresa de mi familia pasará a mi nombre, más reversa tiene un avión.

-Creo que cuando tus padres se enteren de lo que planea Carlos, se desatará la tercera guerra mundial.

-Pueden reaccionar como quieran, ¿Crees que hice todo esto en vano? ¡Por supuesto que no!

-Sigo insistiendo que es una pésima idea... aunque no lo quieras ver, ¡Tienes muchas cosas que perder! Crees que todo se reduce al dinero y al poder, te estás equivocando, Lauren...

-Cuando firmé esa acta de matrimonio, créeme que asumí correr todos los riesgos... no hay vuelta de página, Lucía, estoy en esto hasta el final. – Hablé más decidida que nunca antes en mi vida.

-Te deseo suerte porque sinceramente la necesitas más que Camila. – Dijo palpando mi hombro luego sin más desapareció.

Nunca antes había sentido que estaba sola, en ese instante por primera vez sucedió. Varias chicas habían pasado frente a mi mesa, unas me guiñaban el ojo o coqueteaban de otra manera, otras en cambio se veían decepcionadas. Había salido con varias chicas, ellas me buscaban, no sé si por mi apellido o porque en realidad les agradaba, sin embargo siempre supe que todas ellas fingían de una u otra manera y al final yo prefería volver a mi soltería, solo para darle otra oportunidad a alguien más a que me conquistara, nunca me fui detrás de una de ellas, nunca alguien me llamó la atención para dar el primer paso con un "hola" nunca alguien me había tenido aquí sola en una mesa reflexionando acerca de todo esto. ¡Demonios! tenía serios problemas, Camila era la primera persona que yo anhelaba con sinceridad, pero teniendo tantas experiencias vacías con otras personas, me convertía en una novata en estas cosas del corazón.


Camila


¿Besar a Lauren? Besar a Lauren es... Esa tarde me había regresado a la casa de los Jauregui, "mi casa". La misma sensación extraña que parecía ahogar las palabras en mi garganta y los pensamientos los truncaba en mi cabeza aún continuaban presionando mi pecho como si tuviera que cargar con el peso del mundo sobre mi esternón, observaba cualquier cosa para luego de unos minutos fijarme en otra, el techo, el espejo, los muebles, la televisión... volvía a recuperar mi atención y me sentía de la misma manera, todas mis cavilaciones eran vagas e inconclusas, las suspendía para después retomarlas muchas veces más, sin embargo había algo claro en mi cabeza: no quería ver a Lauren, la razón no la tenía muy clara, pero simplemente me había empeñado en huir de su presencia, quizás ahora la odiaba un poco más que antes, pero algo me decía que era mucho menos, y eso me asustaba, no quería indagar profundamente en mis sentimientos, porque quizás ahí estaría la respuesta que me negaba escuchar.

Ese día, Lauren apareció más tarde de lo normal, quise fingir que no me importaba, pero ya era la tercera vez en la noche que le había preguntado a la señora Murphy por ella. Preferí pensar que era porque teníamos una conversación pendiente, pero esa conversación la había aniquilado yo misma esta mañana...

-¿Señorita Cabello? – Escuché una voz casi tenebrosa cuando pasaba cerca de la puerta de uno de los estudios, me detuve ya que era muy extraño que alguien en esa casa me llamara de esa manera. De repente la puerta se abrió y detrás de ella apareció Carlos Jauregui, el abuelo de Lauren, me invitó a pasar por unos minutos y yo acepté un poco indecisa.

-No había tenido la oportunidad de hablar contigo a solas. – Empezó, lucía bastante sereno, pero había algo en sus ojos que me ponía un poco incómoda, era difícil de explicar. La habitación olía a yerbabuena, Carlos prefería el crepúsculo y las sombras, aquel lugar lucía hasta tenebroso, sus pinturas eran oscuras y la canción en el tocadisco era algo siniestra. – No creas Camila que ignoro lo que hizo Lauren, no me lo ha confesado quizás porque se avergüenza incluso ella misma de sus actos, a veces noto en su mirada luego de reflejarse en tus ojos repudio por sí misma, algo que no le conocía, ella siempre ha sido bastante egocéntrica, no te lo voy a negar.

-¿A dónde quiere llegar con todo esto? – Le pregunté sin titubear, no sé cómo, pero lo hice.

-Camila, eres una joven hermosa, inteligente, prudente, dulce... en efecto hay otras cualidades que se me escapan. Recoges todas las actitudes que Lauren nunca pudo conquistar en una chica, sin embargo tú aún no eres la chica que ella ha conquistado.

-De verdad no entiendo a dónde quiere llegar con todo esto. – Lo interrumpí por segunda vez y él se puso de pie.

-No te alarmes. – me tranquilizó, pero pareció más una advertencia. –no soy como crees, amo a Lauren y no quiero que nadie la lastime, aunque sé que de parte tuya ella se merece lo peor quizás... la cuestión es que Lauren siempre consigue lo que quiere y en este momento tú eres lo que ella tiene entre ceja y ceja.

-Lauren no quiere nada de mí. – Refuté cruzándome de brazos. – Me ha dejado claro que ve todo esto como un negocio y nada más, así como también me ha aclarado que su crueldad no tiene límite. – Carlos calló por largos segundos, manteniendo su mirada sobre el suelo.

-Solo espero que le dejes tus sentimientos claros si no te interesa, no la ilusiones como venganza, sería fatal para ella...

-No sé de qué habla, señor Jauregui. – Insistí colocándome de pie dispuesta a marcharme.

-Yo sé que Lauren puede ser diferente, con diferente me refiero a mejor, y creo que tú puedes ser esa razón. – Sentenció tomándome del brazo para detenerme por un instante, yo no respondía más que con una mirada de confusión y luego desaparecí bastante perturbada después de esa extraña conversación.

¿Lauren mejor por mí? ¡Jo! Ni por ella misma...


Lauren


Sí, tenía ojeras, mi amiga no se equivocaba, una vez más había caído la noche y yo me encontraba en mi lecho, con Camila tan cerca, pero en realidad estaba tan distante como una estrella. Aunque la cama era lo suficientemente grande para que evitáramos el contacto yo podía sentir su calor, era como una canción de cuna que me arrullaba, pero yo no podía dormir. No podía dormir porque el retumbar de mi pecho me lo impedía cada que mis ojos se cerraban y un solo recuerdo llegaba para repetirse enésimas veces hasta que volvía a abrir los ojos para chocar con la realidad, si esto era amor, para mi significaba una enfermedad que iba a arrastrándome hacia la muerte.

-¿Qué pasa, Lauren? ¿Por qué no puedes dormir? – La voz de Camila retumbó en la habitación, parecía que quería compadecerse de mí, yo me sobresalté, no esperaba que estuviera despierta a las tres de la madrugada.

-¿Cómo sabes que no puedo dormir? – Le pregunté retomando la calma.

-Lo sé, porque estos días he dormido de maravilla, curiosamente no te me has lanzado encima como acostumbras...

-Tienes razón, es que... - Me detuve, claro que no le diría la verdad, primero muerta. – He tenido serios problemas en una materia, me preocupa que al final no logre aprobar. – Enuncié la primera excusa tonta que se me ocurrió.

-¿Tú? – Camila se dio la vuelta para mirarme a los ojos, parecía extrañada, creo que no me creyó... ¡por Dios! esos ojos marrones, daría mi vida día a día solo por verlos durante un segundo. – Vaya, sinceramente me es difícil de creer, pero bueno, a pesar de que eres una mala persona, cuentas con mucha suerte, yo te ayudaré con lo que necesites, solo dime de qué materia se trata, desgraciadamente las tenemos todas en común. – Su propuesta fue muy sincera y la acompañó con una hermosa sonrisa, ella no solo era perfecta por fuera, su corazón era una estrella que yo sinceramente no merecía alcanzar.

-No es necesario, Lucía ya está dándome una mano, pero muchas gracias. – Le sonreí.

-Oh... cierto que te perdonó. – Habló como haciendo memoria. – ¿Sabes? Tu amiga me cae bien, quizás le eche una mano con Verónica, si es que aún le interesa, ¿Tú qué opinas? – Me preguntó un poco animada.

-Creo que no estaría más feliz. – Respondí emocionada, nunca pensé que Camila le propondría eso.

-Me puse a pensarlo detenidamente y llegué a la conclusión de que se lo merece, ella solo fue una damnificada más de todas tus fechorías. – Agregó con una amplia sonrisa, como si todo eso le hiciera gracia, nunca antes la había visto de tan buen humor, quizás... hay alguien o algo que la hace tan feliz y también la hace olvidar sus tristezas.

-Y tú... ¿por qué estás despierta, Camila? – Le pregunté en un susurro, ella me miró intensamente, un extraño brillo apareció en sus pupilas, parecía realmente en paz, sin embargo rompió el contacto visual y me dio la espalda.

-Que descanses, Lauren. – Fue lo último que escuché de sus labios esa noche.

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