Amores peligrosos pero adicti...

By vanesswane

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Ambos se encontrarán... Ambos se enamorarán... Ninguno lo aceptará, por orgullo... ¿Será capaz ella de involu... More

Sinopsis
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By vanesswane

Malcolm

No logré conciliar el sueño hasta pasada las diez de la mañana, por el simple hecho de que no lograba sacarme de la mente el beso con Emiliana.

Ni planeaba hacerlo, pero puedo confirmar que ningún beso que había dado antes me había hecho sentir como este. Y que ninguna mujer me había vuelto tan loco como ella me tenía.

— ¿Le dirás? – Hansel me paso una cerveza y se sentó en la silla de al lado.

— ¿Qué? ¿A quién?

— A Emiliana, que estás terriblemente enamorado de ella.

Rodee los ojos ante su comentario, no estaba perdidamente enamorado de ella. Pero primera vez que una mujer me llamaba tanto la atención.

— Ahórrate los comentarios, Hansel.

— ¿Pero por qué carajos no lo aceptas? ¿Que te impide hacerlo?

— No estoy precisamente enamorado... Esa no es la palabra.

— Pero si sientes algo, Malcolm.

No tenía algún argumento para eso, e intentar negarlo sería perder la batalla.

— No la conozco bien, Hansel... Es ese el problema.

— Hermano – Hansel no dejaba de reír y quería golpearlo – ¿Es ese en serio el problema?

— No, claro que no – Me levante de golpe, por la frustración – ¿No puedes darte cuenta cinco minutos de la clase de hombre que soy?

No conocerla a fondo, no era un problema para mí. Antes, había estado con mujeres que había conocido horas antes.

— ¿Lo dices porque eres un narcotraficante?

— Exactamente – Exhale todo el aire que tenía tiempo reteniendo – ¿No la ves? Es exitosa en su carrera, humilde, y por lo que he escuchado de ella, su amor más grande además de su madre es su mejor amiga porque jamás tuvo hermanos. ¿Donde entra una persona como yo, en una vida así?

En la cara de Hansel se reflejaban las ganas que tenía de cachetearme pero no podía hacer nada ante eso. El tenía claro que mi manera de pensar, nadie la cambiaba.

— Malcolm, todo lo que puedo decir es que ser lo que eres no te hace un extraño. Sigues siendo un ser humano, igual respiras y tienes corazón... Si crees que eso te impedirá estar con ella, estas equivocado hermano.

Le dio un último trago a su cerveza y se fue, se que tenía muchas más cosas que decir y que me herirían, por esa razón prefería irse.

— Hazle caso a ese muchacho – La voz de nana me hizo sobresaltarme – Si no lo intentas, tal vez después lo lamentes.

— Ay, nana – Coloque mi cara en su hombro y comenzó a acariciarme – Es solo que tengo miedo.

— ¿Miedo? ¿Tú? ¿Malcolm Ethel?

— No digas mi segundo nombre, nana. Y sí, yo tengo miedo... Arruinaría algo bueno para mí.

Se que ella tenía ganas de meterme un pescozón, pero no podía hacerme un mar de ilusiones e intentar tapar quien realmente soy. Es imposible, muy imposible.

— Haz algo, cariño. Invítala a la fiesta que tu primo Kenner dará, y tal vez allí, sabras sus sentimientos hacía ti. ¿No crees?

— Lo pensaré, te lo prometo.

No era ni tan mala idea, pero yo en esta vida tenía algo claro y es que debía de confiar en mi. En lo que creía, en lo que pensaba, en lo que sentía. Y muy en el fondo, aunque intento ocultarlo, mi instinto me dice que en cuanto sepa quien soy realmente, se irá.

Una vez más, quedaré devastado. Quedaré como un hombre que dio todo de sí y nadie le dio nada a él. Una vez más, me harían trizas. Y eso solo lograba, que me encerrara en lo más oscuro de mí.

Después de casi hacerle un hueco al despacho, me decidí. Al carajo si a los demás no les gustaba, o habían mujeres allí que querían conmigo, me llevaría a Emiliana ese día.

Marque a su teléfono, y mis manos temblaban como si fuera a ver a mi novia de la escuela. Aunque, pensándolo bien, lo más seguro es que no quisiera contestarme después de ese beso que le di.

— ¿Si? – Su voz sonaba extremadamente agitada.

Mierda, dígame si llame en el peor momento en que tenía que llamar.

— Emiliana, es Malcolm.

— Sí, hola – Había bastante ruido pero luego se movió y logré escucharla bien – ¿Cómo estás?

— ¿Estás ocupada? Puedo llamarte después.

— Estoy en el gimnasio, pero ya podemos hablar bien.

Respire hondo y me arme de valor, esperaba no me rechazara.

— Te llamaba para saber si querías acompañarme mañana a una fiesta en el muelle de Múnich – Solté tan rápido que ni yo logré entender.

Me sentía tan adolescente universitario preguntando estas tipo de cosas... Creo que ni en la universidad lo había hecho.

— Oh – Su voz fue completamente sorprendida – Claro, estará bien para mí.

— Está bien – Mi voz no sonaba tan convincente como esperaba – A las 9 pasaré por ti.

— Perfecto, te espero.

Tranco el teléfono y yo sentía que mi corazón se saldría de mi pecho. ¿Por qué carajos me sentía así? Era como si le hubiera pedido casarse conmigo... O eso parecía.

Aún no quería decirle ni a Hansel ni a nana, dígame si después cancelaba y ellos se emocionaban al igual que yo... Sinceramente, debía de dejar de creer que todas las mujeres son iguales.

Emiliana

— ¡Leylaaaaaa! – Grité al llegar a casa – ¿Donde carajos estás?

A los segundos, mi loca amiga salió de la cocina sosteniendo panecillos. Seguro había tenido a mi pobre madre cocinándole todo el día.

— ¿Qué sucede, fastidiosa? Estaba conversando con tía mientras disfrutaba de estos panecillos.

— Malcolm me invitó a salir mañana a una fiesta, en los yates costosos de Múnich... O eso creo yo.

Leyla pegó un grito que seguro asustó a mi madre. Salió corriendo hacia mi y saltó, enredando sus piernas en mí.

— Nena, tenemos que ir a comprarte un vestido digno para esa fiesta.

No pude estar en desacuerdo, necesitaba un vestido que diera la talla para esa fiesta a la que me llevaría. Se que sería una de esas de millonarios, como a la que había asistido cuando lo conocí.

Al llegar, Leyla compro dos cafés gigantes. Según ella, elegir el vestido ideal llevaba tiempo y su cuerpo requería un café. Comenzamos a recorrer tiendas, a imaginar y tomarles fotos para colocarlos como posibles vestidos.

— Revisaré la cuenta bancaria, antes de que sigamos visitando tiendas.

— Tranquila, cariño. Si no alcanza, yo pondré dinero.

Aunque ambas ganábamos bien en el trabajo, Leyla tenía mucho más dinero que yo. Y por razones diferentes a las mías. No era algo que me afectara, ni me hiciera sentir mal... No era pobre pero tampoco una millonaria, era una simple clase media.

Setenta mil euros resaltaban en mi cuenta bancaria y realmente no entendía de donde carajos habían salido. No recuerdo haber robado un banco, ni tampoco haber pedido un préstamo.

— Leyla, ¿de casualidad tus padres han decidido transferirme tu mesada[1] a mi?

— No que yo recuerde, cariño. ¿Por qué?

Le pase mi teléfono y por poco sus ojos se salen, lo que me causaba risa porque ella casi siempre veía esas cifras en su cuenta bancaria.

— ¿Y si es dinero de tu mamá? – Su cara de confusión era igual a la mía.

— No creo, me lo hubiera dicho.

Realmente, no podía tomar esto como si nada. No podía simplemente ir y gastarlo, sin saber de donde había salido esa cantidad de dinero.

— Llamaré a mi jefa, posiblemente sea algo de la empresa.

Leyla hizo como si nada y siguió buscando un vestido para mi, pero yo tenía la necesidad de resolver esto antes de utilizar mi tarjeta.

— Hola, Emiliana. ¿Teníamos algo que hacer hoy y no sabía?

— No, señora. Discúlpeme. La llamaba es porque hay una cantidad inusual de dinero en mi cuenta y realmente no se de donde provino.

Eso sonó terriblemente estúpido.

— Oh, cariño, he olvidado decírtelo. Al señor Malcolm le ha gusto tanto el trabajo, que me ha llamado para saber si además del pago de la remodelación, podía hacerte un pago a ti por tu arduo trabajo.

Sentí como la baba caía al piso de mi asombro, si no es por Leyla, no cierro la boca. No podía creerlo.

— Está bien, gracias – Susurre, no salía de mi asombro.

— ¿Ha sido tu jefa?

— No, peor. Malcolm ha transferido ese dinero como una paga para mi por mi arduo trabajo.

Leyla estalló en risas y quería realmente matarla, pero ahora que sabía que el dinero si era mío, no quería ni tocarlo. Ni saber que estaba allí.

Cosa que no funciono del todo, después de elegir el vestido. Leyla me arrastro, y termine comprando además de ropa y zapatos, algunas cosas que me hacían falta. Me sentí compradora compulsiva por un día.

— Créeme, serás la más hermosa de esa fiesta. Todos te mirarán.

— Será incómodo, Leyla. No conozco a nadie, de suerte y a Malcolm.

— Cariño, irás a la fiesta con él. Serás la más afortunada y vista de la noche, no solo por tu belleza, si no porque estarás con Malcolm Millones.

Esta vez, quien reía era yo. Si era cierto, Malcolm estaba forrado en billetes y yo aún no sabía ni a que se dedicaba. Posiblemente hoy, después de darle las gracias, sabría porque tenía más dinero que sentido común.

•••

[1] Mesada: Lo que se da o paga mensualmente.

— Vane 🦋

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