No quiero ser tu esposa (Camr...

By papillon2701

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Lauren pasó de ser su sueño a ser su pesadilla. More

Capítulo 1. I hate you but I love you... but I hate you
Capítulo 2. Malas intenciones
Capítulo 4. Bajo el techo de tu enemigo
Capítulo 5. Somos una familia feliz
Capítulo 6. No quiero quererte
Capítulo 7. Bora Bora
Capítulo 8. Esto es la guerra
Capítulo 9. Laura Cabello
Capítulo 10. La boda
Capítulo 11. De nadie más
Capítulo 12. Losing my mind
Capítulo 13. De cero
Capítulo 14. Ella es fuego
Capítulo 15. Sin mirar atrás
Capítulo 16. Confusiones y verdades
Capítulo 17. Corazones al alba
Capítulo 18. No rules
Capítulo 19. Te voy a amar siempre

Capítulo 3. Sin salida

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By papillon2701

Lauren

La gente se preguntará por qué fijé mis objetivos en esa chica castaña que apareció de la nada, pero cuando ves a Camila, simplemente lo sabes... yo quise convencerme a mí misma que sólo se trataba de mí despreciable ser sacando ventaja como era costumbre convirtiéndola en mi mejor oportunidad. Era verdad que ella era prácticamente una desconocida para mí, sin embargo era hermosa y elegante por donde le miraras y tenía dos puntos a su favor, el primero: Austin no le había puesto un dedo encima, por eso debía apresurarme antes de que lo hiciera, y el segundo y muy importante ante mis abuelos: ella compartía nuestras raíces.

Era cierto que la había engañado, y gracias a eso me ganaría todo su odio, era probable que sus padres iban a querer matarme, que yo era una infeliz aprovechada, pero era algo que tenía que hacer, lo había prometido a mi abuelo, y si quería asegurar mi futuro estaba prácticamente obligada a hacerlo, necesitaba independencia, y no iba a permitir que alguien diferente de la familia se quedara con la herencia.

-¡Lauren Jauregui! – Escuché a las afuera de la puerta del estudio de mi casa a mi mejor amiga gritando y con muchos deseos de derribar la entrada si fuese necesario, estaba realmente furiosa, así que me llené de fuerza para lucir extremadamente tranquila y abrí, ella entró como alma que lleva el diablo, se me acercó demasiado para mi gusto apuntándome con su dedo índice, sus ojos parecían dos centellas flameantes y me miraban solo a mí. - ¡Eres una desgraciada! – Eso sí que me había dolido, pero algo así o peor me había predispuesto a enfrentar. – Verónica me contó todo, apareció en mi casa hoy, quería arrancarme la cabeza porque piensa que soy cómplice tuya de toda esta tetra que has planeado.

-Lo repararé Lucía, le aclararé a Verónica que nada has tenido que ver, lo prometo.

-¡Me utilizaste Jauregui! Sólo fui una pieza para quitar a su amiga de tu camino... ¡Lo que has hecho no tiene nombre! Prepárate para las consecuencias, de esta no saldrás ilesa, Lauren. – Me advirtió temiendo de algo desagradable.

-Ella ha firmado todo, es completamente legal. – Exclamé llenándome de seguridad.

-No estaba en sus cinco sentidos, lo sabes. – Refutó con la furia intacta.

-Nadie puede probarlo, pueden hacer todas la pruebas de toxicología que quieran, ¡no darán con nada!

-Pensé que te conocía, pero me equivoqué... no tienes límites, Lauren. Puedes estar contenta, ahora sí eres digna de llevar tu apellido. – Escupió con desilusión y admito que me dolió la manera en que estaba recriminándome.

-Sólo dame la oportunidad de explicarte, ¡Yo tenía que hacerlo!– Le pedí prácticamente suplicando, me pondría de rodillas si fuera necesario, mi amiga me miró decepcionada y yo supe de una vez que no sería tan fácil obtener una disculpa por parte de ella, había herido profundamente su confianza.

-Ni siquiera quiero verte, Jauregui. – Musitó y se retiró sin más de mi presencia, era un hecho... por ahora, estaba sola.

Camila

Mis ojos se abrieron con el primer rayo de luz que se colaba entre las rendijas de las persianas, me desperté esa mañana con cierta dificultad y se debía específicamente a la cefalea que padecía, supuse que era por abusar de las bebidas durante la noche anterior, de la que deteniéndome a recordar no era mucho lo que se había retenido en mi memoria. Mi cabello estaba hecho un meollo y sospechosamente me sentía demasiado agotada, como si hubiese bailado la noche entera. Decidí sentarme con la intención de ubicar mi cabeza e intentar rescatar los últimos sucesos cuando me fijé que no estaba en mi casa ni en ninguna casa que se me hiciera familiar. La habitación era amplia, decorada muy fríamente con mucha elegancia, miré al otro extremo de la cama a ver quién era mi acompañante pero estaba vacío, mis ojos continuaron una línea paralela hasta tropezarse contra un sillón donde reposaba Lauren Jauregui, se veía completamente sobria y relajada, ella me miraba intensamente con ese brillo peculiar en sus ojos.

-Buenos días, estás igual de hermosa al despertar. – Susurró sin moverse un centímetro y me regaló una sonrisa.

-¿Lauren? ¿Qué hago en tu habitación? – Pregunté sin tardarme, obviamente no había pasado nada entre ella y yo, pues aún conservaba mi ropa tal y como la recordaba, gracias al cielo.

-Nuestra habitación, permíteme corregirte. – Comentó poniéndose de pie.

-¿Nuestra? – musité con suma confusión, me pasé las manos por el pelo y la cara y me detuve justo cuando vi un diamante no tan modesto colocado en mi mano derecha y de inmediato me alarmé, Lauren pudo notarlo en mi semblante. - ¿Qué mierda...?

-Bienvenida a la familia Jauregui. – Habló Lauren de pie justo en frente de mí, yo la miré inspeccionándola, tenía una sonrisa divertida y un gesto sumamente infantil, como del niño que hace una travesura. – Gracias por hacerme el honor de convertirte en mi esposa. – Agregó para despejar mis dudas y yo sentí que me infartaba.

-¡¿Esposa?! – Exclamé con una trágica expresión en mi rostro levantándome como un resorte. - ¿Es un chiste?

-Por supuesto que no Camila, además sería una broma de muy mal gusto que no te haría, ¡ni pensarlo! – insistió ella mientras se acercaba con una carpeta blanca que contenía unos documentos, era sin dudas un acta de matrimonio, firmado por ¡¿mí?! Por Dios que casi me da un ataque de pánico y me desmayo cuando leí mi nombre y mi firma en aquel papel. Pero eso no era todo, el "acuerdo" traía consigo otras condiciones que era aún más escabrosas que el simple hecho de haberme casado... ¡con una chica! En ese momento creo que la vida entera se me pasó por la cabeza.

-¿Qué diablos es esto Lauren? ¡Es algo que naturalmente no firmaría en mis cinco sentidos! – Ahora lo que empezaba dentro de mí era una furia incontrolable, estaba desesperada y sentía que me encontraba en un callejón sin salidas, en el que me había metido esa chica, ¡esa peligrosa chica! Lauren permanecía erguida, como esperando una sentencia, era como si esa escena la hubiese practicado mil y una vez con anticipación. – ¡Me engañaste! Esto... ¡Esto no es real! – Exclamé y mi rostro se empezó a llenar de lágrimas.

-Camila, lo hemos acordado entre ambas, ¿no lo recuerdas? Anoche parecías bastante sobria cuando aceptaste mi propuesta, no me digas que te estás haciendo la desentendida, me causaría una gran pena. – Ella era un maldita actriz, es que si tuviera un revolver muy cerca de mí, seguro que le hubiese estampado una bala en su divina cabeza. Yo me puse de pie sin decir nada al respecto, e hice lo que justamente cualquiera haría: huir de esa casa.

Justo cuando iba por el jardín Verónica apareció en mi camino, ella iba entrando y traía una expresión de gran preocupación, apenas me vio corrí a abrazarla mientras sollozaba en su hombro. Ella buscaba mi rostro para intentar descifrar que sucedía, cuando finalmente me repuse estuve dispuesta a hablar.

-Camila, ¿Qué pasó? Tus padres me han preguntado por ti, anoche te desapareciste, encontré a Jauregui cerca de las tres de la madrugada y me dijo que te habías marchado a tu casa, pero claramente me mintió...

-Tienes que sacarme de aquí, lo que menos quiero hacer es estar cerca de Lauren y de esta casa. – Le hablé con angustia, mi amiga no dijo nada y salimos en su auto hasta detenernos en un café que quedaba cerca de nuestras casas.

-Camila... ¿Qué te tiene tan alterada? Estás empezando a asustarme, ¿Lauren te hizo algo? – Me exigió y yo sin más le enseñé mi mano derecha donde reposaba la costosa piedra incrustada en el anillo. Verónica permaneció en silencio asimilando lo que aquello significaba. – Dime que no es lo que estoy pensando...

-No tengo idea de cómo pasó, no recuerdo nada de anoche.

-La bebida de Jauregui, ¡Algo debió haber tenido! – Exclamó apenas notándolo, yo puse mis ojos en blanco. – Camila... ¿En serio esto no se trata de una broma? – Dijo como quien quiere que lo engañen yo negué con la cabeza.

-He visto lo términos y condiciones, ¡como si fuera poco he firmado un papel con condiciones! – Nuevamente me derribé a sollozar sobre la mesa, mi amiga se acercó y me abrazó. – No puedo divorciarme hasta que se cumpla un año, ¡un año entero! Si intentara hacerlo antes del plazo tendría que pagar una suma de dinero descabellada, para colmo, tengo que vivir bajo el mismo techo que esa maldita loca. Verónica, esto debe de tratarse de una pesadilla, porque si no...

-No entiendo nada, Camila. ¿Qué diablos busca Jauregui casándose contigo? Anoche... ¡Todo fue un plan! Su amiga, esa niñita con cara de que no mata ni una mosca, se portó tan amable conmigo, hasta sentí que me coqueteaba y yo de imbécil siguiéndole la corriente ¡claro! Sólo lo consiguió para que yo te perdiera de vista y Jauregui hiciera de las suyas.

-Verónica, mis padres... me asesinarán, lo sé, sé que lo harán. – Empecé a hablar desesperada.

-Tienes que volver donde Lauren, tienes que intentar deshacer todo esto, solo ella puede solucionarlo. – Me sugirió,

-¿En serio crees que lo hará? ¡Pfff! Lauren está más que decidida, ¿No te ha quedado claro con todo lo que hizo?

-Vamos ya, Jauregui no se saldrá con la suya. – Sentenció mi amiga, pero yo me sentía igual de perdida.

Lauren

Esa tarde descansaba en la sala de música mientras interpretaba una de mis piezas favoritas de piano, cuando de repente otro alboroto aparte del que había protagonizado Lucía irrumpía mi casa. Esta vez se trataba de Verónica y mi nueva esposa Camila, yo sonreí apenas mis ojos descubrieron a la latina, luego mi gesto se endureció cuando vi la expresión de enojo en el rostro de su mejor amiga, veía venir un reclamo más. Sin tardarme mucho detallé a Camila, se veía abatida por momentos, como si una suprema tristeza y preocupación la consumiera, todo gracias a mí ¿Por qué era que yo no me sentía culpable?

-Camila, has vuelto pronto, ¿Traes contigo tus pertenencias? He acondicionado todo para que te instales en cuanto lo desees. – La castaña no contestó nada, incluso permaneció en su lugar, en cambio su amiga me enfrentó. – Hola Verónica, me alegra que estés aquí, justo necesitaba hablar contigo para aclararte que Lucía no ha tenido nada que ver en esto como piensas, ella es una buena chica, seguro descubriste parte de eso anoche, sería incapaz de hacer algo de este estilo, pero desgraciadamente tiene una amiga como yo, no la incumbas en esto por favor, en verdad le agradas.

-¡Eres una maldita cínica! – bramó e intento impactar su mano en mi mejilla pero yo la detuve y la alejé. – todos van a saber lo que hiciste, que eres una aprovechada, que no tienes vergüenza y lo psicópata que estás.

-Cuida tus palabras, no quiero chismes por ahí, ni inventos que pongan en duda esta unión entre Camila y yo. Por si no lo sabías tengo testigos y el juez es legítimo, Tu amiga aquí se casó consciente de sus actos, tengo hasta un video si gustas verlo.

-Vamos Camila, no vale la pena buscar explicaciones si esta estúpida no las quiere dar. – Comentó tomando a la castaña de la mano, pero Camila se soltó de inmediato y me miró.

-Me quedaré, Lauren tendrá que explicarme lo quiera o no, tengo todo el derecho. – Verónica la miró no muy segura de lo que iba a hacer, sin embargo no se opuso y en silencio se retiró, quedando así solo nosotras en la sala.

-Vaya, eres decidida... eso me gusta. - Musité y continué interpretando la pieza en el piano hasta que ella se acercó quedando justo frente a mí, estaba enojada y lo sabía, pero debía manejar la situación sin flaquear o dudar por un segundo, de lo contrario ella obtendría el control y eso no me convenía.

-Ambas sabemos lo que sucedió realmente anoche, ¿Por qué actúas como si no fuera así? – Me reclamó con tenacidad.

-¿Estás segura que ambas? – Lancé la pegunta bastante divertida ya y ella me zafó un manotazo. - ¡auch! No podría ser más romántico, nuestra primera pelea... - Debía admitir que quería llevarla al límite de su paciencia, pero eso sería más bien contraproducente, la observé con detenimiento, estaba roja a causa del enojo que traía y sonreí porque me parecía hermosa. – Te diré porque lo hice Camila, pero primero debes estar dispuesta a cumplir las condiciones que ayer firmaste.

-Estoy obligada a cumplirlas si mal no recuerdo. – Me atacó con ironía.

-No te mentiré Camila. – Prometí y ella asintió. – Además, es algo que no sabes pero tu familia saldrá beneficiada de esto, será lo mejor que le sucederá a tu padre, especialmente ahora que su economía cuelga de un hilo, como has de saber...

-Espera un momento, ¿Qué sabes tú de mi padre? – Ella me interrumpió, y yo descubrí que todo se lo habían ocultado.

-Tu padre está casi que en bancarrota. – Sentencié y vi su cara de confusión. – Presiento que todo este tiempo te ha ocultado la razón por la cual te ha traído a vivir a Los Ángeles... pues déjame abrir tus ojos, y quitar esa cortina de mentiras que ha mantenido el señor Cabello durante este tiempo. Alejandro, tiene unas cuantas asociaciones con la empresa de mi familia, pero son insignificantes frente al número de acciones que ha perdido en Miami, víctima de un mal negocio... a tu padre lo estafaron. – Revelé crudamente, entonces me detuve por un instante y Camila me miró con más desconcierto pero extrañamente no decía nada al respecto, parecía que apenas asimilaba la noticia. – Seguro conoces a mi abuelo: Carlos Jauregui. – Le hablé enseñándole una foto y ella asintió lentamente. – Como te decía, tu padre mantenía ciertas asociaciones en la empresa de mi familia, pero no son suficiente para cubrir las deudas, mi abuelo, que por cierto es un viejo muy caprichoso, le propuso casar a su hijo conmigo para que en alianza familiar pudiera integrarse a la empresa, pero Alejandro no tiene hijos varones y yo la única heredera de los Jauregui soy lesbiana... es aquí donde tú entras a jugar, Camilita.

-Mi padre, nunca me vendería de esta manera tan vil. – Recriminó ella con lágrimas en los ojos.

-¿Estás segura? La cuestión es que él no te estaría vendiendo bajo ninguna circunstancia, míralo mejor como un contrato, un contrato que solo te vas a soportar por trecientos sesenta y cinco días, y en donde ayudarías en gran manera a tu propia familia.

-¿Y tu familia haría un favor así como así? Ustedes algo han de buscar en todo esto, algo que les convenga... - No me sorprendió su contrataque ya que resultaba un poco obvio.

-Por supuesto, no te equivocas, Camila. – Lo admití con una sonrisa. – Verás, mi madre nunca ha amado a mi padre y viceversa, Carlos sabe que tiene un amante aunque no lo hayamos comprobado, Michael le han diagnosticado cáncer y si muere parte de la empresa pasará a mi madre, mi abuelo quiere evitarlo a toda costa, así que voy a casarme contigo y todo pasará a mi nombre y reforzaremos nuestro poder adquisitivo con la sociedad que crearán las empresas de nuestros padres, ¿Qué te parece? – Sonrisa triunfal de mi parte, cada vez que repetía ese argumento me parecía más maravilloso.

-¿Qué no te das cuenta que nos están utilizando a ambas? Bueno tú ya has de tener el cerebro bien lavado que no lo notas. – Su comentario en realidad me había ofendido, claro que no me habían lavado el cerebro, sucedía que yo era una persona consciente de que tenía que tomar decisiones por el bien del trabajo constante a través de las generaciones en mi familia.

-Míralo por donde se te apetezca. – Le dije ya agotada de la conversación. – Lo mejor que puedes hacer es ir acostumbrándote a esto, ahora eres una figura pública, y debes comportarte a la altura. – Agregué a modo de consejo.

-No tienes que decirme lo que debo hacer... ¡Tú no eres nadie!

-Soy tu esposa. – La corregí con una risita cínica. – No lo olvides, Cabello.

-¡Eso es sólo una fachada! Porque yo ¡Te desprecio! – Vociferó pero yo mantuve la calma.

-Para cuando el año haya terminado habrás cambiado de opinión, ya verás cómo me hago querer. – Le guiñé un ojo, ella encolerizó me lanzó otro manotazo que esquivé y emprendí mi huida de la sala de música.

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