Entre el cielo y el infierno...

By nyxaquabooks

51.5K 1.9K 368

Aíma es como una ninfa, evoca la dulzura y con sus delicados pasos incita ligeramente al deseo. Ante los ojos... More

Información importante
Prefacio
La Misión
Enemigos infernales
Apariencias engañosas
El entrenamiento
Sucesos inesperados
Amargos secretos
La visita de la muerte
Vidas fragmentadas
Traidores
Dolorosos engaños
Verdades insondables
Desengaños
Tormento eterno
Acciones inesperadas
El final de una vida (parte I)
El final de una vida (parte II)
Epílogo
Significados de los nombres de algunos personajes
Ángeles caídos - trilogía cielo o infierno #2
Dedicatoria
Agradecimientos

Almas condenadas

1.3K 77 11
By nyxaquabooks



«El alma se coloca en el cuerpo como un diamante en bruto,

y debe ser pulida, o el brillo nunca aparecerá».

—Daniel Defoe—


Aíma yacía en su cama, pensando seriamente que el mundo tenía un complot en su contra. ¿Sería algún juego sádico para ver quién destruía? De ser así, sabía cómo terminaría, entre sus intenciones no estaba morir pronto y si le buscaban le iban a encontrar. El timbre de la puerta la sacó de sus teorías, era raro, apenas el reloj marcaba las siete de la mañana, sin contar el hecho de que era sábado, ¿quién demonios madrugaba un sábado? Se levantó de la cama, salió de la habitación, bajó las escaleras encaminándose a la puerta, se acercó al ojo mágico, quedando inmóvil por la sorpresa. Ellas tres, justo del otro lado, solamente les separaba un pequeño trozo de madera.


— ¡Abre la puerta! ¡Sé que estás ahí maldita perra! —cantó una rubia desde afuera.

—No podrás escapar de nosotras, perrita—canturrearon las dos castañas junto a ella.

— ¡Malditas bastardas del infierno! —chilló Aíma al abrir la puerta, las tres jóvenes tenían sonrisas maliciosas y entonces se abalanzaron sobre su cuerpo, haciéndole caer al piso.

Eran sus amigas de la infancia; las únicas en ganarse ese título, Sua era la mayor, aunque la más baja de todas, su piel lucía algo broceada, llevaba su lacia cabellera castaña la altura de los hombros, le seguía Marie, ella le ganaba en estatura a todas, tendría un metro setenta, su tez era clara, sus cabellos poseían un tono castaño oscuro y caían en suaves ondas, hasta rodear su pequeña cintura; por último estaba Boa, la rubia de su inestable grupo, de estatura similar a Marie, pero unos centímetros menos, sus ojos tenían un tono azul claro, portaba una larga cabellera, lacia en la parte superior y rizada en las puntas.

— ¿Qué demonios hacen aquí? — preguntó mientras se las quitaba de encima, en un intento por levantarse del suelo.

—Visitarte—soltó Boa y girando los ojos.

— ¿No deberían estar viajando por el mundo? En busca de almas inocentes, para corromperles—preguntó Aíma desconcertada.

—Nuestros padres, pidieron nuestra presencia—respondió Marie sentándose en el sofá.

— ¿Pidieron? Eso sueno como si tuviéramos elección, ellos nos ordenaron venir—comentó Sua con molestia.

—No dejaremos piedra sobre piedra— añadió Boa con clara felicidad—será divertido estar juntas de nuevo.

—Te extrañé—comentó Sua, abrazando a Aíma desde atrás.

—Cursi—escupió Marie y le lanzó uno de los cojines apilados en la alfombra, Sua la ignoró.

— ¡¿Cuándo llegaron?! — preguntó la pelirroja emocionada.

—Recién nos bajábamos del avión, tuvimos la suerte de encontramos en el aeropuerto. Yo estaba en Italia creando el caos, Marie vacacionaba en Rusia, encargándose de crear discordia entre un par de sexys hermanos y Boa estrenando sus nuevos atributos en Las Vegas—explicó acomodándose a su lado.

—Tenía tanto tiempo sin saber de ustedes, trio de zorras.

—Desde la cumbre en Suecia, creo—agregó Marie. —Así que prepárate princesa del asesinato, porque hoy será nuestra noche—finalizó con un toque de malicia. Kólasi̱ apareció en medio de la sala de estar, su cara dejaba a la vista su sorpresa, no imaginó ver a esas inesperadas visitas.

— ¡Hola señoritas! ¿Preparan una conspiración? —bromeó Kólasi̱ sonriendo.

—Cada vez que te veo, me dan ganas de comerte—ronroneó Boa, acercándosele tanto, que sus labios casi se tocaban.

— ¡Cuidado Víbora infernal! Lo mío no se toca—le advirtió Aíma.

—Tranquila. Solamente lo quiero un ratito y luego te lo devuelvo—aseguró la rubia, poniendo las manos alrededor del cuello de Kólasi̱.

— ¡Basta! No comparto mis juguetes—siseó la pelirroja disgustada.

—No veo tú nombre grabado en ninguna parte—soltó Boa a la defensiva.

— ¿Ah no? Permíteme enseñártelo, mi querida—susurró Aíma dulcemente. — ¡Extiende tu brazo derecho! — le ordenó a Kólasi̱; él le miró confundido—. ¡Hazlo, es una orden! —gritó nuevamente y él obedeció, tomó su brazo firmemente, deslizó una navaja ágilmente por el mismo—. Aquí está —le dijo a Boa, acababa de marcar su nombre en la piel del joven, la palabra Aíma resplandecía entre pequeñas gotas de sangre.

—Deberías irte, sería inconveniente tener que informarle al demonio de la lujuria, sobre un baño de sangre, generado por tu culpa—comentó Marie de manera elegante. Él desapareció.

— ¡Eres muy temperamental! ¿Sabes lo difícil que es estar con un demonio o nephilims en estos días? ¡Es casi imposible! Yo solo he estado con humanos y son unos animales, pero no en el buen sentido—argumentó Boa con desagrado, dejándose caer en el sofá, junto a Marie.

—Puedes acostarte con quien quieras Boa, pero no con mis juguetes, ¿entiendes, nena? —respondió Aíma y la rubia hizo un puchero, una clara señal de desagrado.

—Tranquila Boa, pronto encontrarás un demonio para ti—le consoló Marie.

—Eso lo dices tú porque te acuestas con Cassius—soltó Boa, recostándose en el sofá.

— ¿Cassius? ¿Te follas sexo al señor "yo dirijo el infierno"? Nunca lo imaginé —soltó la pelirroja asombrada.

—Llevamos un tiempo, casi nadie lo sabe, debido a mi origen—recordó la castaña con tristeza. Boa le acarició el cabello, para animarla.

— ¡Trabajamos duramente y para el infierno, somos menos que el personal de limpieza! —agregó Sua con rabia.

—Cierto—susurró Boa herida—. Por el hecho de ser nephilims, los demonios de sangre pura se creen con el derecho de tratarnos como escoria—resopló ocultando su rostro tras su dorada cabellera.

Las cuatro jóvenes hablaron durante muchas, nos perdiéndose en actualizaciones, bromas y tequila. El tiempo voló tanto que la luna se asomó en el firmamento. Se alistaron para crear el caos en la ciudad, habían transcurrido demasiadas lunas, desde la última salida que tuvieron juntas.

—Utiliza tacones altos Sua, sabes que los hombres los aman, aunque muchos no lo admitan—aseguró Boa.

—Los hacen babearse como idiotas—soltó Marie entre risas.

—También los escotes—señaló Aíma.

— ¡Oh sí! Escotes, tacones, maquillaje. Es la combinación perfecta. Yo los amo—respondió la rubia, sonriendo ampliamente.

— ¿Qué amas Aíma? —siseó Sua tras la pelirroja.

—El gusto que el rostro de los humanos, al descubrir que morirán sangrientamente —le respondió alegremente, ajustándose un top ceñido.

—Eres sádica, amiga—agregó Marie asqueada.

—Es la hija del demonio del asesinato—suspiró Sua resignada. Boa y Marie asintieron—. Somos la reencarnación de los pecados de nuestros padres—añadió subiendo el cierre de sus botas, que le llegaban hasta las rodillas.

— ¿Preparadas para el Caos? —preguntó Aíma animada.

— ¡Que tiemble la tierra, es nuestra noche! —respondieron las tres al unísono.

Salieron rumbo a un bar de moda, uno de los más populares, "tentando al deseo". Marie manejaba esa noche, lo hacía como una desquiciada, sin duda sus modales europeos solo relucían al hablar, amaba que la consideraran una dama. Su madre fue una cantante inglesa y ella trataba de imitarle. ¿Sería qué los ingleses no respetan las señales de tránsito? Porque Marie no lo hacía.

— ¡Nos vas a matar! —gritó Sua, al tiempo de que Marie frenaba bruscamente. Estuvo a punto de chocar.

— ¡Eso estuvo cerca! —exclamó Marie, riendo desquiciada.

— ¿Acaso transportas arena? —gruñó Boa, la rubia se había golpeado con el cristal, debido a la brusca maniobra.

—Recuerda que no te encuentras en una pista de carreras, de seguir así, al único lugar que llegaremos será a la morgue—soltó la pelirroja, tratando de sonar calmada. Marie asintió.

Fue un milagro llegar al bar en una sola pieza, Boa casi besó el piso al bajar del automóvil, dedicándole una mirada de odio a Marie, quien se limitó a sonreír. El ambiente se encontraba cargado de alcohol, humo de cigarrillos y diversas drogas. Los pecados que representaban comenzaron a surgir, era un efecto natural, provocado por el ambiente que les rodeaba.

— ¡Bye zorras! —escupió Boa dirigiéndose a la barra, para buscar a su próxima presa. Un fornido joven de tez clara y ojos miel, quedó embobado al verla.

—Señoras y señores, con ustedes Boa Wirtman, la encantadora de hombres—bromeó Sua en tono solemne, pero al final, no pudo contener la risa. Marie revisó el ambiente, como un águila en busca de su presa; sus ojos se posaron sobre una pareja, que se besaban apasionadamente.

Marie se despidió haciendo una reverencia; para sentarse en una mesa cercana a sus víctimas; repentinamente la mujer que momentos atrás se veía enamorada, empezó a gritar y le propinó una bofetada a su compañero, para luego abandonarle. Marie la hija del demonio de la ira, un sentimiento capaz de destruir todo a su paso.

— ¿No piensas trabajar? —preguntó Aíma a Sua, quién se veía distraída

— ¿Eh? Si claro—dudó forzando una sonrisa. Caminó al centro de la pista. Ella era la encargada de la envidia.

La pelirroja al quedarse sola posó los ojos en un joven, él estaba sentado en una de las mesas del fondo, caminó en su dirección, él le observaba con dudas y no se decidía en hablarle; Aíma salió con clara tristeza en su rostro, pero no pasó mucho antes de que él le siguiera, su táctica había funcionado.

—Es una noche fría, ¿qué haces afuera? —dijo el joven a su espalda, ella se giró para verlo, sus ojos eran hermosos, un azul tan cristalino, era una verdadera lástima, que dejaran de existir.

—Necesitaba un poco de aire—susurró la pelirroja—. Pero lo que encontré fue mucho mejor—mintió descaradamente. El joven se sonrojó. El bar tras ellos se invadió de gritos, las botellas se estrellaban contra el piso, sin duda era obra de Marie.

— ¿Qué sucede? —preguntó el chico, dándose la vuelta, para volver al bar.

— ¿Quédate conmigo? —rogó Aíma sujetándole la mano, sus miradas se encontraron y él la acercó a su cuerpo, uniendo sus labios en un beso desesperado. Ella hizo sus uñas crecer, no se podía tocar el cielo sin conocer el infierno.

Me enciendes—musitó el ojiazul entre besos.

Lo siento—se lamentó la joven, le atravesó el pecho con la mano y extrajo su corazón, el cuerpo se desplomo ante la ausencia de vida. — Es una lástima no ver más nunca esos bonitos ojos, pero hay cosas que no fueron hechas para la tierra—suspiró Aíma. Un dolor indescriptible y repentino invadió su cuerpo, sentía que trataban de sacarle las entrañas. El corazón resbaló de sus manos, sus rodillas temblaron provocando que cayera sobre el piso húmedo, en ese momento lo vio, otra vez era él. — ¡Maldito seas ángel! ¡Para ya! —gritó adolorida.

— ¿No entiendes, cariño? —resopló disgustado—. Lo que haces está mal, entiéndelo Aíma—suspiró Daniel con ternura, giró su mano, acto que le ocasionó un dolor insoportable a la pelirroja; hizo lo posible, para ignorar el dolor, le arrojó una bola de fuego, Daniel la esquivó, aunque una parte del fuego logró tocar su camisa. Y como si fuera poco, Kevin hizo acto de presencia también

. — ¿Ves lo dije, muñeca? ¡Eres un maldito dolor en el trasero! —escupió Kevin mirándole fijamente. Sus palabras eran rudas, pero en su semblante se le notaba agotado.

— ¡Eres un cobarde! —vociferó la pelirroja. Kevin se acercó, ella todavía seguía en el piso, producto del dolor que azotaba su cuerpo.

—Por lo menos, conmigo no te iba a doler—susurró Kevin a su oído con saña, deseaba lastimarla. Ella le arañó la mejilla izquierda. —¡Maldita zorra! —chilló llevándose las manos a la cara, Aíma soltó una risita. Él la sujetó bruscamente de ambos lados del rostro, ella no estaba segura si iba a golpearla o torturarla, pero no pudo saberlo, porque sus amigas salieron del bar en ese momento.

— ¿Acaso hay una reunión? —dijo Boa en tono sexy.

— ¡Atrás! —chilló Marie, percatándose de la situación. La castaña soltó un chillido atroz, provocando que los vidrios de los locales cercanos se quebraran. Kevin y Daniel se llevan las manos a los oídos.

Marie le ayudó a la pelirroja a levantarse, apoyando el peso de su amiga sobre sus hombros. Provocó que los hidrantes explotasen, creando un desastre en la zona. Las cuatro subieron al automóvil, la castaña manejó tan rápido que los cauchos casi no tocaban el asfalto, pero esta vez nadie se quejó por ello. Llegaron a casa de Aíma cinco minutos después. Las jóvenes estaban asustadas, aunque el caso de Marie era furia, como si deseara asesinar a alguien.

— ¿Qué pasó? —preguntó Sua confundida.

— ¡Eso eran un ángel y la muerte, en persona! —afirmó Marie furiosa.

— ¿Por qué un ángel estaría en ese lugar? —insistió Boa temblorosa.

—El mundo como lo conocemos, terminará pronto—admitió Marie, Cassius se lo había contado. —Ellos quieren limpiar la tierra, de nosotros. ¡Son unos malditos que nos atacan mientras estamos trabajando! —bramó Marie iracunda.


Ambientación 

Derecha Boa, izquierda Sua y en el centro Marie

Continue Reading

You'll Also Like

36K 4.9K 47
Entonces ahora es el dueño de lo que tanto anhelaba desde niño. Pero solo le faltaba ser dueño de algo, no el ya era dueño pero tenía que recuperarlo...
19.7M 1.3M 122
Trilogía Bestia. {01} Fantasía y Romance. El amor lo ayudará a descubrir quién es en realidad y su pasado hará reales sus peores miedos. ¿Podrá ell...
70.1K 9.3K 63
˚→ ˚→ ˚→ Ann Taylor una joven mexicana de 22 años, llena de sueños viaja por primera vez a Italia, en medio de su recorrido en las ruinas antigu...
15.3M 621K 34
Una chica crea un grupo en Whatsapp para conversar con sus amigos, misteriosamente ella sale del grupo una noche, y se mete un "Desconocido" al grupo...