Perfectos Mentirosos © [Compl...

By Alexdigomas

133M 8.6M 25.8M

Recién llegada a la elitista universidad Tagus, Jude Derry descubre que ahí todo gira alrededor de las fiesta... More

Nota
Prólogo
Antes de leer...
LOS PERFECTOS MENTIROSOS
Tagus
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Notita
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21 - Primera parte
21 - Segunda parte
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23 - Primera parte
23 - Segunda Parte
24 - Primera parte
24 - Segunda parte
25 - primera parte
25 - segunda parte
Notita
26 - Primera Parte
26 - segunda parte
27 - Primera parte
27 - Segunda parte
27 - segunda parte (repetido para aquellos a quienes no les carga el anterior)
28
29 - Primera parte
29- Segunda parte
29 - Tercera parte
NOTA SUPER IMPORTANTE
30
31 - Primera parte
31 - Segunda parte
32
33
34 - Primera parte
34 - Segunda parte
35
36
37 - Primera parte
37 - Segunda parte
38 - Primera parte
38 - Segunda parte
EPÍLOGO
Nota final de la autora
-Extras de la historia-
AEGAN (1)
CAPÍTULO EXTRA
EXTRA ESPECIAL

15

2.2M 139K 318K
By Alexdigomas

*Este capítulo resultó ser más largo de lo que esperaba. Pensé que aquí venía la parte explosiva, pero no los pondré a leer más de 6mil palabras en un solo capítulo, sería tedioso. Por eso lo dividí. Tengo listo el siguiente, pero esperaré, veré si se entusiasman un poco y vienen a leer rápido y dejan un montón de comentarios. Si es así, subiré lo que sigue. Los amo.

"M" de... ¿mentiroso?

O "M" de... ¿misterios?

Cuando me desperté me sentía como si alguien me hubiera taladrado la cabeza. Tenía los ojos pastosos, el cuerpo cansado y la resaca palpitándome en las sienes. Solté unos quejidos, parpadeé mucho hasta que mi visión se esclareció y entendí el mundo a mi alrededor:

Me encontraba recostada sobre las almohadas dentro de la casa del árbol.

El sol brillaba con una intensidad fastidiosa.

Y Adrik no estaba por ningún lado.

Durante un segundo incluso me pregunté si era que había soñado toda esa mierda, pero había pruebas. Uno, seguía en ropa interior; Dos, cuando bajé los tablones con esfuerzo de no caer de boca al suelo, me topé con los restos del fuego.

Los zapatos de Adrik y una media parte del resto de la ropa ni siquiera se había desintegrado, lo cual me causó cierta risa. Probablemente el viento y el frío habían apagado las llamas más rápido de lo que pensamos. De igual modo quedaba un trocito de su corbata, quemado en los bordes pero blanco satín en el centro. A lo mejor se me habían chamuscado todas las neuronas por el alcohol, pero lo cogí y decidí quedármelo.

Luego tomé bastante aire y reuní valor. Así, descalza y semi desnuda caminé de regreso a la casa de campo de los Cash.

Come on, girl!

Atravesé la entrada trasera solo para descubrir que los que quedaban de la fiesta habían decidido desayunar en el jardín. En una mesita muy de picnic estaban sentados Aegan, Aleixandre, su tapadera/cita, Artie, el amigo de Aegan que se llamaba Owen y uno de sus otros amigos.

Me detuve un momento y los miré con mi más esplendorosa cara de palo. Ellos me observaron fijo, entre sorprendidos y desconcertados. Aegan me repasó con pasmo. Incluso Aleixandre masticó lento como si tratara de hacerse una historia acorde a mi aspecto.

Sí, debían de estar pensando que habían subestimado mi locura, que en realidad estaba mucho más loca, pero como a mí me valía tres hectáreas de excremento lo que ellos pensaran, me acerqué a la mesita. Los ojos llameantes de consternación de Aegan me siguieron hasta que cogí una tostada de la cesta que había en el centro.

—Buenos días —les dije a todos en un saludo, asentí y seguí caminando hacia el interior de la casa.

Pensé que había salido bastante bien hasta que Aegan me alcanzó justo cuando llegaba a las escaleras. Me tomó del codo y me dio vuelta con algo de brusquedad.

—¿Qué mierda te pasó? —soltó, ceñudo y aparentemente disgustado—. ¿En dónde estuviste? ¿Qué...?

De un odioso jalón hice que me soltara. Lo miré con ira y desprecio. El recuerdo de lo que había sucedido amenazó con llenarme de una furia capaz de hacerme escupir una ópera de barbaridades.

—No vuelvas a tocarme nunca en tu asquerosa vida —le advertí.

Sus oscuras cejas se hundieron más. Por un instante incluso pareció confundido por mis palabras, pero después eso desapareció. Sus ojos adoptaron un brillo satisfactorio, como si eso fuera lo que él esperaba.

—Ah, ¿sí? ¿Y por qué no? Soy tu novio.

—Novio —repetí en un resoplido absurdo y amargo. La palabra sonaba espantosa en su boca. Sonaba como un castigo, una tortura, como lo que únicamente le desearías a tu peor enemigo. Apreté los dientes conteniendo la rabia—. Lo que hiciste anoche, Aegan, eso fue...

—¡Jude! —la voz de Artie interrumpió lo que estaba a punto de decir. Ella cruzó la sala con rapidez y llegó hasta nosotros en un segundo. Me rodeó los hombros y me impulsó para que subiera las escaleras—. Puedes hablar con Aegan después de que te bañes y te pongas ropa —añadió, sonriendo.

La miré con extrañeza. Su sonrisa era tensa e incómoda.

—No, yo tengo que...

—Lo que sea que le tengas que decir puede esperar —insistió, impulsándome más.

Entonces entendí que intentaba decirme algo. Alterné la vista entre ambos, pero terminé por inhalar hondo y me dejé llevar escaleras arriba, dejando atrás a Aegan.

Apenas entramos en mi habitación, la encaré, disgustada. Tenía unas tenues ojeras por el trasnocho, pero de resto su aire era acorde al del domingo: relajado, fresco.

—¿Por qué no me dejaste mandarlo a la reverenda mierda? —me quejé.

—¡Porque no puedes! —exclamó ella, todavía inquieta pero insistente—. No ahora que en definitiva estamos a punto de lograr lo que queríamos

Seguía con el ceño hundido y las manos apretadas con fuerza. Todo mi cuerpo estaba caliente y no de la calentura que me habría gustado que fuera, sino de una peligrosa, una capaz de escupir coros de groserías y de lanzarle una bofetada a Aegan, pero la disminuí un nivel.

—¿Por qué dices "en definitiva"? —le pregunté—. ¿Averiguaste algo?

Ella asintió. Luego lo dijo en un tono de voz bajo:

—Anoche Adrik no apareció más, así que no me quedó de otra que rondar por la fiesta, hablar con la gente, hacer ese tipo de cosas para no quedar tan mal. En cierto momento escuché que alguien hablaba del Sak.

Comencé a calmarme. Todavía me sentía dispuesta a correr y decirle al imbécil de Aegan que no quería verlo más nunca en mi vida, pero lo dicho por Artie me interesó más.

—¿Qué escuchaste? —inquirí, ya con la curiosidad latiendo.

—El sábado de la semana próxima habrá un evento especial allí. Irá toda la gente que lo conoce. Si es lo suficientemente importante, los Cash estarán presentes. La dro... —Se interrumpió para corregirse como si la palabra fuera impronunciable—: el asunto también estará presente. ¿No crees que sería el momento perfecto para lanzarles la policía?

Lo medité. Era buena la información, pero había que ser demasiado inteligentes y cuidadosas en este tema.

—No, en este caso la policía es la menos indicada por demasiadas razones —le dije, pensativa. Mi mente comenzó a maquinar a la velocidad del cosmos—. Ellos podrían silenciarla o buscar la manera de lavarse las manos y desligarse del problema.

Artie frunció el ceño, algo confundida.

—¿Entonces cómo vamos a desenmascararlos?

Suspiré reuniendo paciencia. Después coloqué mis manos sobre sus hombros y le dediqué una sonrisa cálida, condescendiente.

—Artie, a ti te ha faltado calle —le hice saber. Ella me miró con rareza y desconcierto—. Eres becada, pero sigues siendo una chica de clase media. La policía no sirve en casos en los que está implicada la gente con mucho dinero.

Ella lo pensó y luego sacudió la cabeza como si comprendiera su error.

—Sí, qué tonta.

Caminé por la habitación, jugando en mi mente con las opciones y las posibles consecuencias. Y de pronto... De pronto me llegó esa maravillosa idea como si los mismísimos arcángeles bajaran del cielo entre coros para entregármela.

—¿Tienes las fotos no? —le pregunté al darme la vuelta de golpe. Ella asintió—. Tendríamos que ir al Sak ese día y sacar más pruebas, luego hacer un respaldo de esas pruebas y después lanzar la jugada maestra.

—Que será...

No me esmeré en disimular una amplia y maliciosa sonrisa.

—¿Cómo derrumbas a un político, Artemis? —le pregunté, fingiendo una voz de periodista en plena entrevista.

—Arruinando su reputación —respondió con obviedad.

—¿Y quiénes son expertos en arruinar reputaciones?

—¿La... prensa? —señaló con cierta duda.

—Así es —afirmé y me aseguré de que mi cara expresara toda la satisfacción que me producía imaginar el resultado de aquello—. Tomaremos las pruebas del tráfico de droga en el Sak por parte de los Cash, y entonces enviaremos eso de manera anónima a cada fuente de noticias de televisión e internet. Desde la página más pequeña hasta la CNN. Titular: Hijos de Adrien Cash ensuciando el apellido y la candidatura —culminé con un gesto de las manos como si pudiera enmarcar el titular yo misma.

—Y el resto estará hecho... —finalizó ella con un brillo de fascinación en los ojos.

De acuerdo, esa parte estaba bien armada. ¿Lo otro? Yo. Debía encargarme de nivelar mis sentimientos y aflicciones. Echarme a morir por las humillaciones de Aegan era perder tiempo. Si él atacaba yo tenía que concentrarme en defender, en reforzar mis escudos y mejorar mi estrategia.

Ni siquiera me di cuenta de que el ambiente se tornó algo incómodo hasta que Artie dijo en un tono de esos que se le ponían a la gente que te daba algo de lástima:

—Lamento lo de anoche, lo de tu madre. ¿Por qué no me lo contaste?

Nunca me esperé que Aegan revelara eso. Era un inconveniente grande, pero apartando esa parte, me molestaba que cuando alguien se enteraba me miraba de esa forma, con ese tono, con la idea de que toda mi vida debía ser una tragedia por la enfermedad de mi madre.

—¿Debí presentarme de otra forma? —expresé con un ápice de disgusto—. Hola, me llamo Jude, soy becada y mi madre tiene SIDA, ¿qué tal todo?

Artie suspiró.

—Jude, soy tu amiga, aunque te hubieras presentado así lo habría tomado de la mejor manera.

Soy tu amiga. De pronto recordé lo que me había dicho Adrik en la casita del árbol. No le gustaba Artie. ¿Debía decírselo? ¿Debía contarle que había pasado la noche con él? Sentí que era mi deber, pero también sentí que no tenía que contarlo. A ella le gustaba demasiado Adrik, ¿cómo reaccionaría al saber que había dormido semi desnuda con el chico que le encantaba? Y como plus: casi encima de mí. Por alguna razón me lo guardé.

—Solo no me gusta hablar de ello —me limité a responder.

No pretendía hablar de ello. No quería.

—De acuerdo —aceptó después de entender que no iba a decir más—. Fue muy bajo lo que hizo Aegan, pero ¿entiendes por qué no puedes terminarle aún? No debe sospechar que haríamos algo contra él.

—Sí, lo entiendo. Me aguantaré.

Le pedí que me dejara sola para bañarme. Cuando entré en la ducha me quedé quieta debajo del agua tibia durante un largo rato. Pensé con meticulosidad en lo que haría y traté de organizar y conectar cada información.

Miré desde todas las perspectivas. Conocía los riesgos, sabía las consecuencias, entendía las probabilidades. Desde el principio, desde el inicio de todo aquello, mis objetivos habían sido tan claros como lo que podía resultar al lograrlos. Si nosotras enviábamos las pruebas de manera anónima nada nos conectaría, sin embargo, siempre existía el peligro de la sospecha.

¿Sospecharía Aegan que las dos chicas a las que consideraba estúpidas sabían todo lo que él hacía?

Estaba segura de que no. Nos subestimaba. Para Aegan, solo a él le funcionaba por completo el cerebro. El resto éramos una bola de tontos a la que podía patear y movilizar a su antojo. Sí, quizás él estaba cegado por su propia superioridad, pero yo tenía los ojos más abiertos que nunca.

¿Cuántos tontos se necesitaban para acabar con Aegan Cash?

Quizás solo una.

O quizás... una perfecta mentirosa.

***

Cuando bajé de nuevo para enfrentarme al mundo, todos esperaban frente a la casa junto a los autos. Al parecer iban a salir en combo: Aegan, Artie, Owen, Aleixandre, su chica y el otro chico.

Apenas me acerqué, Aegan me interceptó con una sonrisa de malicia y suficiencia. Llevaba unos vaqueros y una camiseta que dejaba a la vista sus tatuajes. Había que esmerarse para contarlos, pero en ese instante me fijé en que tenía uno no tan grande que decía "Melanny". Me sonó a su madre, pero averiguar el significado de ellos no entraba en mi lista de prioridades. Era posible que los tuviera solo para verse genial, y funcionaba: se veía fresco y poderoso.

—¿Qué querías decirme hace un rato? —preguntó, algo ansioso.

Noté que los demás nos escuchaban como si fuera una conversación en grupo. Claro, él siempre debía tener público. Todos eran sus cómplices de alguna manera, incluso sin saberlo.

Buena jugada, Aegan, buena jugada.

—Que anoche... —empecé a decir. Dudé hasta que me topé con la mirada cargada de señales de Artie—. Anoche me alejé mucho de la casa. Creo que llegué hasta el bosque y ya después no supe cómo volver. Me tropecé y el vestido se me llenó de barro y agua, así que para no congelarme o pescar pulmonía tuve que quitármelo. Al final lo más cercano que encontré fue una casa del árbol y ahí pasé la noche. Lamento habérmelo perdido todo.

Tuve que contener mi orgullo de una manera titánica. La mentira me salió fluida. Al menos era buena en eso.

—¿La casa del árbol en la que nos la pasábamos Adrik y yo? —intervino Aleixandre, nostálgico y sonriente—. La última vez que entramos ahí fue hace como, no lo sé, once años. ¿Cómo estaba?

—Pues oscura y llena de polvo... lo bueno es que encontré una manta y unas almohadas —respondí, omitiendo la parte de que en ella también estuvo Adrik a centímetros de mí y que tuvimos una conversación bastante interesante y reveladora.

Aleixandre sonrió amplio como si estuviera recordando muchos momentos felices.

—Nos la pasábamos genial ahí —confesó con un entusiasmo infantil—. Jugábamos a que nos habíamos fugado de casa.

Aegan resopló, arruinando el momento de Aleixandre.

—¿No había pulgas allí? —preguntó con un tono burlón. La sonrisa de Aleixandre desapareció y fue sustituida por una seriedad incómoda. Todos lo notaron excepto Aegan, porque agregó con indiferencia—: Bueno, no te perdiste de nada. Igual nos tomaron suficientes fotos, que era lo más importante. Ahora vámonos.

—¿A dónde vamos? —pregunté.

¿Qué planes habían hecho sin mí? Ya no confiaba en los sitios a los que Aegan quería llevarme. Siempre había toda una humillación detrás de eso. Aunque de todos modos no creía posible que superara lo de soltar el secreto de mi madre.

—Es domingo —recalcó él después de tomar aire con entusiasmo y energía—. Los domingos se hacen cosas divertidas.

Fuimos a una pista de carreras. Adrik no fue con nosotros. No pregunté por qué, pero se me hizo extraño. De igual modo no me esmeré en comprenderlo. Adrik era un misterio que era mejor no descubrir. Las cosas que me había dicho... todavía no me tomaba el tiempo de meditarlas.

En fin, el sitio al que llegamos era increíble, lleno de terrenos perfectos para hacer motocross y con unas cuantas pistas lisas para correr. Al parecer ese era otro de los innumerables pasatiempos de los Cash. No bastaba con que fueran expertos en equitación, también debían ser expertos en carreras. Qué molesto. ¿No había algo en lo que fallaran? ¿Algo que no dominaran?

Todos estaban entusiasmados. Nos entregaron uniformes y cascos y nos dieron ciertas indicaciones. Luego nos prepararon autos, pero la verdad es que dejé que los demás se divirtieran primero mientras yo los miraba desde el cercado que rodeaba la pista.

La paz no duró mucho. De repente me llegó un aroma a perfume masculino y caro, de esos que parecían feromonas capaces de atraer a las mujeres. Volteé y vi a Aegan a mi lado. Él apoyó los antebrazos en la madera. Ese uniforme de correr le quedaba justo y realzaba su cuerpo trabajado en el gimnasio. Si se daba la vuelta, se le veía un culazo masculino bien torneado. En definitiva lo hacía ver como esos legendarios corredores de autos.

—¿Qué tal esto? Tú y yo en la pista, uno contra el otro. Veremos quién le gana a quién —dijo, entusiasmado y con esa diversión maliciosa propia de él.

Negué con la cabeza con lentitud.

—No puedo creer que hasta en algo para pasar el rato necesites superarme —le respondí, esforzándome por parecer amigable.

—Ya sabes que lo mío es ser el número uno —aseguró junto a un guiño que, debía admitir, lo hacía ver más sexy.

—Ah, créeme que eres el número uno en muchas cosas... —murmuré, girando los ojos—. Mejor dime, ¿cómo averiguaste lo de mi madre? ¿Investigas a todas tus novias?

Se encogió de hombros con una encantadora indiferencia.

—Si algo me sobra son contactos —alardeó—. Digamos que me gusta saber a qué me enfrento.

Me aseguré de mantener un tono suave, calmado, nada alterado.

—¿Una madre enferma parece peligrosa para ti? ¿Temiste que se levantara de la cama y viniera a poner en duda tu superioridad?

Aegan me miró con los ojos entornados, analíticos pero brillantes de crueldad.

—Mi intención es demostrarte que estoy dispuesto a ayudar en lo que sea.

Le dediqué una sonrisa que por fuera lucía agradecida y por dentro era furia pura.

—Me conmueve tu bondad —suspiré con una expresión de ensueño—. ¿Qué tal si ayudas manteniéndola a raya de todo esto? —sugerí, sonando mucho más dulce.

Aegan alzó las cejas y fingió sorpresa. Le quedaban bastante bien las expresiones teatrales. Habría sido un perfecto actor.

—¿Llamas "esto" a nuestra increíble relación? Por Dios, Jude, debo admitir que me duele... —replicó con una falsa nota de sufrimiento.

La sonrisa desapareció de mi cara por un momento.

—Tú ni siquiera sientes dolor.

El muy imbécil siguió en plan ofendido.

—Si lo dices así, cualquiera creería que soy un malnacido —refutó con una indignación más falsa que mi amor por él.

—Pues...

Él carraspeó la garganta en un gesto de advertencia. Luego giró la cabeza con algo de disimulo. Apenas lo hice también, vi que al otro lado de la pista se encontraban un grupo de chicos y chicas de Tagus mirándonos con curiosidad, dispuestos a captar el más mínimo chisme.

—¿Sabes qué? —hablo él, volviendo la atención a mí—. Acabo de darme cuenta de que no hacemos muchas cosas de novios, pero debe de ser mi culpa, siempre estoy ocupado con otras... cosas. —De forma inesperada pero experta, Aegan eliminó la distancia que nos separaba y me pasó un brazo por la cintura. Me atrajo hacia sí hasta que nuestros cuerpos chocaron—. ¿Qué tal si me dices lo mucho que te gusto? Para recordarlo.

—¿Me pides una muestra de cariño? —inquirí, enarcando una ceja.

—En realidad soy un tipo bastante romántico —susurró con una voz baja y sensual.

Hice un enorme pero grandísimo esfuerzo por no darle un empujón y apartarlo de mí. De hecho, hasta intenté buscar algo que me agradara en lo más mínimo, algo que no hiciera tan desagradable el momento. Me concentré entonces en que su olor era atrayente, en que sus manos sí que sabían cómo sostener a una chica, en que esa mirada entornada y acechante era atractiva, y en que desprendía una energía incitadora y peligrosa.

Pero fue solo eso: intentar convencerme de que me gustaba. Intentar convencerme de que debía mentir.

—Me gustas mucho, Aegan Cash —enuncié, tal y como él deseaba escucharlo.

Sus ojos se achinaron apenas sonrió con triunfo y suficiencia. Hizo una ligera presión en la parte baja de mi espalda para que mi cuerpo no se despegara ni un milímetro del suyo. Aunque conociéndolo, fue para que notara que había algo más poderoso que él ahí abajo.

No puse resistencia. Coloqué las manos sobre su pecho para acoplarme mejor. Él se relamió los labios en un gesto bastante sutil y sensual e intentó acercar su cara a la mía. Yo me seguía repitiendo en la mente: me gusta, me gusta, me gusta Aegan, sí que me gusta, me gustará que me bese, me gustará, me gustará...

Trague saliva.

Esperé por ello...

Pero sonó un teléfono y lo sentí como una intervención divina. Me separé de él sin ser tan brusca. Aegan exhaló con molestia y hundió la mano en su bolsillo. Apenas miró la pantalla de su celular el disgusto por ser interrumpidos desapareció de su expresión. Detecté algo en sus ojos, algo que me intrigó.

—Es importante que atienda, ya vuelvo —se excusó y se alejó de la pista.

Conté unos segundos y seguí sus pasos, interesada en saber quién lo llamaba. Aegan se detuvo cerca de los almacenes de autos y yo me oculté detrás de un montón de llantas apiladas como torres. Alcancé a escuchar ciertas cosas:

—Eso está resuelto... Sí, me acuerdo... ¡¿Y qué mierda crees que estoy haciendo?!... Fue esa noche, pero ellos creen que fue antes de aquella fiesta... Encárgate tú de eso... No me importa un carajo lo que diga ese imbécil, yo soy quien da las ordenes... No, no he recibido más noticias, no sé en qué situación está... Ajá, el evento especial en el Sak será este viernes... Sí, de máscaras... La mercancía ya está ahí... Él irá y nosotros usaremos trajes verdes... ¡No me interesa de dónde coño lo vas a sacar, consíguete uno! Claro que todos estaremos allí... Ajá... Exacto... Ocúpate rápido... Ya, listo, me informas cualquier novedad... Hablamos luego.

Unos segundos antes de que colgara yo ya me alejaba de ahí para volver a la pista con información muy pero muy útil.

Como Aegan se dedicó a echar una carrera con Owen y Artie, yo me desvié hacia los vestidores. La verdad no quería meterme en una carrera con Aegan. Estaba segura de que me chocaría hasta hacerme estrellar y morir. Mi intención entonces era sentarme contra los casilleros y jugar Los Sims Móvil en mi celular hasta que fuera la hora de irnos.

Apenas entré a los vestidores me detuve en seco. Aleixandre y su chica estaban en un plan de besos intensos y efusivos. Ella ya no llevaba puesto el uniforme, sino su ropa normal. Él sí vestía el uniforme, pero con la cremallera delantera abajo, de modo que se alcanzaba a ver parte de su pecho. La chica lo tenía acorralado contra los casilleros mientras le comía la boca como si jamás en su vida hubiera deseado tanto a nadie. Las manos de él viajaban por partes de su cuerpo sin detenerse en una especifica.

Ladeé la cabeza como un cachorro confundido. Bueno, ¿este muchacho no era gay? ¿Por qué ahora estaba a punto de traspasarle la garganta a esa chica con su lengua? ¿Era bisexual? ¿Y quién era aquel chico del beso? ¿También salía con chicos durante noventa días? Me quedé como una tonta intentando responderme a mí misma hasta que él abrió los ojos y me notó.

Rompieron el beso sin que el aire íntimo y juguetón desapareciera del ambiente.

—Lo siento —solté, incómoda, dándome cuenta de lo raro que era que los estuviera mirando. Señalé el pasillo detrás de mí y sacudí la cabeza—. Me voy, sigan en lo suyo.

—No, no, tranquila —dijo la chica cuyo nombre todavía no sabía. Soltó algunas risas extasiadas y juguetonas mientras se apartaba de Aleixandre—. Yo ya me iba.

Ella se giró hacia Aleixandre, se besó el dedo índice y luego presionó ese mismo dedo sobre los labios de él. Él esbozó una sonrisa amplia y pícara. Los miré con rareza incluso cuando ella me pasó por un lado y desapareció.

Aleixandre se sacudió el cabello y soltó aire como si necesitara enfriarse.

—Parece que se encantan —no me quedó de otra que comentar.

Él se rio y negó con la cabeza.

—Ella es muy hermosa —dijo con un aire de egocentrismo que me recordó a Aegan.

—Supongo que serán noventa días de felicidad y pasión pura —le felicité en un gesto intencionalmente exagerado.

Aleixandre se dio vuelta y procedió a abrir su casillero. Empezó a sacar su ropa mientras soltaba algunas risas tranquilas.

—Eres graciosa, Jude —admitió al tiempo que negaba como si no tuviera remedio—. Me caes bastante bien, lo suficiente para notar que te incomoda estar con nosotros, venir a las fiestas, juntarte con nuestros amigos... Lo repugnas un poco, ¿no es así?

Alcé las manos en una expresión de rendición.

—Me descubriste —asentí—. Esto es muy nuevo para mí.

—¿Nuevo significa desagradable? —inquirió al girarse.

Dejó una camisa verde oscuro y un jean Levi sobre los banquitos en el centro de la sala.

—Si tú no fueras un Cash, ¿qué te parecería salir de la nada y de repente visitar clubes, tener accesos exclusivos y formar parte de grupos de personas a las que ni siquiera conoces?

Mientras Aleixandre pensaba su respuesta, se mordió el labio inferior. Fue un gesto inconsciente, natural, masculino. Luego terminó de bajar la cremallera de su uniforme y sacó los brazos de las mangas. ¿Iba a cambiarse frente a mí? Bueno, la vista no estaba mal. Y considerando que era el más agradable de los tres, no me molestaba alimentar un poquito su ego.

O sea, si a nosotras nos pueden mirar con descaro, ¿por qué nosotras no podemos ser más descaradas aún?

—Me parecería genial —dijo finalmente con simpleza—. La lotería ganada.

Claro, un Cash no sabía qué era no ser un Cash. Aleixandre incluso parecía ser el más mimado.

—Bueno, no me parece una lotería, pero lo soporto por Aegan —mentí en un suspiro.

Aleixandre se inclinó para quitarse los zapatos y ponerse los suyos más informales.

—Debe gustarte mucho —replicó con asombro.

Demasiado. Me fascinaba, me encantaba Aegan. De hecho, me encantaba como para verlo asarse sobre una hoguera mientras gritaba de agonía hasta que la piel se le chamuscara y...

—Creo que incluso me estoy enamorando —confesé, añadiéndole un toque de bobita ilusionada.

Aleixandre frunció el ceño e hizo un mohín que expresó más que las palabras. Toda su cara gritaba: es lo más estúpido que he escuchado en el día.

—Eso podría terminar mal, Jude... —opinó, casi como un consejo.

Me hice la que no sabía nada de lo que en verdad sabía. Me metí a profundidad en el papel de novia abrumada por sus intensos e incontenibles sentimientos.

—¿Qué? ¿No crees que Aegan pueda enamorarse de mí? —solté con cierta inquietud, como si de verdad temiera oír la respuesta.

Aleixandre se enderezó y me miró con pena. Me sorprendió un poco. Detecté algo de... preocupación.

—No creo que Aegan pueda enamorarse de nadie —argumentó. Admití que sonó sin intención de lastimarme—. Es tan probable como que Adrik admita que nos quiere.

—¿Y tú, Aleix? ¿Eres capaz de enamorarte?

Le lancé la pregunta cuando estaba a punto de bajarse el resto del traje. Entonces se detuvo. Me observó con cierto desconcierto. Incluso me pareció que no me miraba a mí, sino a sus propios pensamientos. Unos segundos después bajó la vista y tragó saliva. Sospeché que había dado en algún punto, pero ¿cuál?

—Aleix... hace un tiempo no me llamaban así —dijo en un tono más bajo, neutro, que me despertó la curiosidad. Pero tan de pronto como surgió esa rara reacción, desapareció para dar paso a su habitual y cálida sonrisa—. Yo soy capaz de muchas de las cosas que mis hermanos no harían en su vida, te lo aseguro.

Reanudó la tarea de vestirse. Se bajó el traje y sacó las piernas. Diría que iba al gimnasio muy poco, quizás solo para asegurarse de no perder dureza. Se veía bastante bien en un bóxer azul. Era más delgado pero no menos impresionante. Incluso tenía unas cuantas pecas repartidas por los hombros, muy tenues. Y en cuanto a las joyas de la familia, nunca iban a pasar desapercibidas. Había unos buenos quilates allí, if you know what i mean...

Pensé en irme hasta que él pasó sus dedos por el borde del bóxer como si quisiera reacomodárselo. Apenas la tela se alzó un poco, vi algo. En la línea de las caderas que solía parecer una V, se asomaba un tatuaje.

—¿Qué es eso? —pregunté de golpe, señalándole el lugar.

Aleixandre bajó la mirada y con su pulgar apartó unos centímetros el borde del bóxer. Era una "M" en tinta negra.

—Me lo hice a los dieciséis, ¿te gusta? —respondió y me miró con esos ojos dulces pero picaros y divertidos.

—¿Qué significa? —inquirí.

—Lo que quieras —contestó con un aire juguetón—. Pero los significados más populares que le han dado las chicas son "muérdeme" y "mama..."

—Ya —le interrumpí en una señal de Stop—. Ya, no necesito más detalles. Adiós.

El resto de la tarde fue divertida para todos. Yo no me divertí tanto. Tenía muchas cosas en la mente, pero al menos Aegan no volvió a intentar besarme. De hecho, después de esa llamada se tornó más serio, más... ¿preocupado? Y si algo conseguía perturbar aunque sea un poco la tranquilidad del mayor de los Cash, por supuesto que valía la pena averiguar qué era.

Cuando regresamos a la casa de campo, resultó que Adrik se había ido de vuelta a Tagus para adelantar sus deberes. A Artie le entristeció, a los demás no les importó nada, y a mí...

Por un instante sentí que quería evitarme. 

----

Bueno chamas. Han pasado demasiadas cosas ajaskjsa mentira, no ha pasado nada. ¿Qué tal el cap? Como les dije arriba, este en realidad era un capítulo más largo, pero decidí que fueran dos. Ya saben, para que no se aburran o algo. ¿O a ustedes no les importa que suba de 6mil palabras? Díganme y entonces no los divido.

Así que... el adelanto es simple:

Jude y Adrik solos en el apartamento. 

Y Aegan de repente quiere empezar a ser más cariñoso con su novia. 

Dios mío santito, estoy emocionada de que lean lo próximo. A partir de aquí las cosas empiezan a ponerse calientes, pero, ¿cuál de los tres Cash se va a quemar? ¿O todos al mismo tiempo?

Pero esperen... ¿y esa "M" qué significa? ¿Eh, Aleixandre?

Aquí les dejo un lindo banner que hice por si se animan a buscarme fuera de Instagram y ver contenido extra, spoilers y cositas que empezaré a subir, como fotos de los personajes y curiosidades. Además soy super chevere ;) y nada, miren a los Cash ahí en el banner aagshgshaashg me gustó. Bai.

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