Soy adicta al sexo Wattys 2014

By EstherLpezFernndez

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GANADORA de los Premios Watty 2014, categoría Erotismo - Homoerótico. Eri es una chica decidida y con caract... More

Prólogo.
Capítulo 1. Una noche... diferente.
Capítulo 2. "La Prima Vera".
Capítulo 3. A casa.
Capítulo 4. Una visita... esperada.
Capítulo 5. Tarde de chicas.
Capítulo 6. Noche de acción.
Capítulo 7. El descanso.
Capítulo 8. #Di-amante en bruto...
Capítulo 9. Café con las chicas.
Capítulo 10. Un imprevisto...
Capítulo 11. Sinceridad, comida y un tío muy guapo.
Capítulo 12. El Sol y el Ave Fénix.
Capítulo 13. La maleta.
Capítulo 14. Barajas.
Capítulo 15. Nueva York.
Capítulo 16. De paseo.
Capítulo 17. Cena de negocios.
Capítulo 18. Las vasijas.
Capítulo 19. La penúltima.
Capítulo 20. Buenas tardes...
Capítulo 21. D y E.
Capítulo 22. "Mi dulce Eri..."
Capítulo 23. No quiero llorar...
Capítulo 25. Rosas blancas.
Capítulo 26. See you later?
Capítulo 27. La "barbacoa" del sábado.
Capítulo 28. La inauguración (1ª parte).
Capítulo 29. La inauguración (2ª parte).
Capítulo 30. Ya habrá tiempo...
Nota:
Capítulo 31. La inauguración (3ª parte).
Capítulo 32. ¿Estaré muerta?
Capítulo 33. Aclaraciones...
Capítulo 34. Water night (1ª parte). Adicta a ti.
Capítulo 35. Water night (2ª parte). Más adicta de lo normal.
Capítulo 36. Desde siempre.
Nota:
Capítulo 37. Final (1ª parte).
Capítulo 38. Final (2ª parte).
Epílogo.
Notas de la autora.
Nota de la autora.

Capítulo 24. Solo quiero llorar...

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By EstherLpezFernndez

Capítulo 24. Solo quiero llorar…

El avión sigue inmóvil junto a la terminal. La gente sigue entrando y colocando sus bultos en los maleteros que hay sobre los asientos.

El tiempo pasa muy despacio. “Solo quiero llegar a casa”. Los recuerdos de los acontecimientos de la pasada noche no han hecho más que agravar mis ganas de llorar.

La señora del asiento junto al pasillo me mira de reojo, pero yo mantengo mi vista en el exterior evitando que se sienta en la obligación de consolarme.

En menos de 24 horas he perdido a la persona que probablemente más me ha querido, y mejor me ha tratado, en el último año y al posible amor de mi vida…

Solo quiero llorar…

Los recuerdos vuelven a mí…

…Oscar me acompaña hasta el ascensor y llegamos a la suite, voy en estado de shock. No me puedo quitar de la cabeza las imágenes de Rob zarandeándome y llamándome puta a voces en el hall… Tengo la sensación de que todo ha sido una pesadilla, pero lo cierto, es que ha pasado, ha sido real, Rob, mi Rob… y estoy que no doy crédito.

Me siento en la cama y comienzo a desvestirme mientras Oscar se quita el esmoquin.

Se quita la camisa que se ha manchado de sangre debido a los cortes que tiene en la ceja izquierda y en el labio inferior, también izquierdo, muy cerca de la comisura.

Las pequeñas heridas le quedan tan bien, le dan un toque rudo y exótico… “Está tan guapo…”

Me he quedado embelesada mirando sus heridas, así que cuando soy capaz de reaccionar, voy en ropa interior al baño y traigo un pequeño botiquín de primeros auxilios que dejo sobre la mesilla de noche.

Espero que se quite el resto del traje disfrutando de las vistas por partida doble, ya que se está desvistiendo frente al enorme espejo, donde aprovecha para mirarse las heridas de la cara con incredulidad. Cuando se queda con sus bóxers negros de Calvin Klein, lo cojo de la mano y lo llevo hasta el filo de la cama. Se sienta y empiezo a limpiarle los pequeños cortes de pie frente a él.

Oscar me rodea con sus fuertes brazos por las caderas y me atrae hacia él. Nos quedamos muy cerca. Su barbilla se apoya en mi diafragma. “¿Cómo puede ser todo tan erótico con este hombre…?” Las imágenes del hall se desdibujan de mis recuerdos solo con el contacto de la piel de Oscar.

Paso la gasa por la herida de la ceja y hace una mueca de dolor. Para compensarlo le doy un beso en la frente.

Al inclinarme sobre él, su boca queda pegada al centro de mi pecho, noto su aliento, toda mi piel se eriza, pero no me besa, no me lame, me respeta. Respeta mi silencio, mis movimientos, mi iniciativa…

Sigo limpiando las zonas heridas y a cada mueca de dolor, le doy un beso… En algún momento empiezo a creer que se queja de mentira solo para recibir otro beso… cosa que me parece genial…

Oscar no puede reprimir más sus deseos, pone sus manos en mi culo y tira de mí, haciendo que quede sentada a horcajadas sobre él.

Enseguida noto su erección latiendo en mi sexo, bajo sus bóxers.

Me agarro a su nuca para no caer al abismo.

Yo tampoco podría haber aguantado la necesidad por mucho más tiempo.

Me mira con esa intensidad que le caracteriza, como si pudiera ver a través de mí y su magia se hace del todo presente. La habitación, el hotel, el mundo ha desaparecido, solo estamos él y yo, flotando en el universo.

Busca con sus labios el hueco de mi cuello y lo besa. Me acaricia entrelazando sus dedos en mi pelo por la nuca, mientras con la otra mano sujeta firmemente mi cintura a su cuerpo.

Busca mi boca con necesidad y la encuentra abierta a la espera de la suya. Receptiva, jadeante y activa. Paso mis manos de la nuca a su fuerte y marcada mandíbula, temiendo que todo sea un sueño, pero no, no es una ilusión, Oscar es real y está aquí, amándome, igual que yo a él.

Muerdo su labio inferior, trayéndolo hacia mí y hace una mueca de dolor que me para en seco. Pero no se detiene y me lleva otra vez a su terreno.

Mis caderas empiezan un baile de necesidad pura y fuego que es correspondido por sus movimientos.  

Me desabrocha, no sin cierta dificultad, el sujetador y lo desliza con cuidado por mis brazos, acariciando con sus dedos toda mi piel, me hace enloquecer…

Arqueo mi espalda agarrada a sus brazos pidiendo guerra, pidiendo más, pidiendo que me sacie y libere mi alma de esta cárcel de piel y huesos.

Se queda inmóvil contemplando mi desnudez. Aprovecho este ínfimo momento de tregua y me llevo su dedo índice a la boca y lo chupo haciendo que se le encojan las tripas. No puedo evitar que se me escape una sonrisa maléfica. Su mano viaja desde mi boca pasando por el cuello, el canalillo y el vientre hasta mis bragas, donde palpa mi humedad. Una pícara sonrisa se dibuja en su rostro.

Me asomo sin pedir permiso a su mirada que al igual que la mía, se inunda de anticipación y deseo.

No entiendo cómo, no sé cuándo y, definitivamente, no sé por qué pero la sensación de unión, de compenetración, de encajar el uno en el otro a la perfección se hace sólida solo cuando Oscar está así, abrazado a mí, piel con piel. Es una conexión tan especial como cierta.

Él. Sólo él. Lo quiero a él…

Busco su boca con mis labios y nuestras lenguas chocan y luchan por hacerse una. Lamemos, succionamos, aspiramos ahogando los jadeos del otro, intentando retenernos enredados lo máximo posible a nuestros cuerpos. Alargando la sensación de plenitud hasta el máximo.

Oscar me agarra de la cintura y se gira sobre mí tumbándome en la cama. Se quita los bóxers liberando su erección. No puedo dejar de contemplar ese maravilloso hombre que me está regalando lo mejor de sí mismo.

Se arrodilla en el filo de la cama acercando su boca a mis caderas y con sus labios busca el elástico de mis braguitas que baja a mordiscos hasta las rodillas. Me estoy muriendo solo de sentir sus labios rozando mis muslos, hace que todo mi cuerpo deseé estallar en llamas…

Las termina de quitar de un solo tirón con la mano excitándome aún más si cabe y mete su cabeza de lleno entre mis piernas, agarrándome con ambos brazos alrededor de los muslos, para evitar que me escape…

Me abrasa, me eleva y me hunde. Me maneja a su antojo y yo me dejo hacer.

Alcanza mis pezones palpando con sus manos y los acaricia, los retuerce y los excita, haciendo que entre en la espiral de la muerte.

Mi cuerpo se encoje y retuerce, buscando una salida a la sensación que lo inunda y lo vacía.

Mis caderas se elevan buscando un perdón que solo llegará cuando se desate la tormenta.

Me mata con su lengua haciendo espirales sobre mi clítoris, lentamente, muy despacio, pero me mata.

Estoy llegando.

El tsunami se empieza a formar arrasando con todo mar adentro, preparándose para el gran momento.

El clímax se anuda a mi alma y explota de súbito entre espasmos, jadeos y gemidos, dentro de mi vientre y de mi pecho, destruyendo todo a su paso y construyéndolo de nuevo.

Se me hace difícil respirar, mi pecho sube y baja agitadamente por la excitación.

Siento la imperiosa necesidad de sentirlo dentro. De hacerlo mío…

Intento atraerlo hacía mí tirando de sus brazos.

Oscar se desliza por mí costado y me ata fuerte a su pecho. Espera satisfecho, cubriéndome de pequeños y tiernos besos, hasta que recupero la consciencia y la respiración, entonces busco su boca y lo beso profundamente saboreando mi propio sabor.

El momento es perfecto, Oscar es perfecto, la noche es perfecta.

Oscar ha borrado cualquier sombra de duda, miedo o temor, transformándola en placer, seguridad y erotismo. Ha convertido uno de los peores acontecimientos en complicidad y lujuria.

Entre sus brazos me siento importante. Me siento el centro de su universo. Y él se ha convertido en el centro del mío…

Hacemos el amor, libres y eternos. Llenándonos de muerte y de vida, una y otra vez, hasta que extenuados caemos en las manos de Morfeo ya de madrugada…

Oscar me despierta cerca de mediodía y me dice que tiene que arreglar un último asunto en el MoMA (Museum of Modern Art) (Museo de arte moderno) antes de ir al aeropuerto y decido acompañarlo.

De camino paramos en un Starbucks a comprar unos cafés y unas cookies, parecemos una pareja de novios de toda la vida. No podría sentirme más complementada y más agusto…

Nada más entrar al museo, quedamos que en una hora nos vemos en ese mismo punto y Oscar desaparece por uno de los muchos pórticos.

Después de dar varias vueltas y perderme un par de veces, decido coger una audioguía y hacer un tour corto.

Voy admirando el arte moderno, que cuanto menos no deja indiferente a nadie, pero cuando voy a pasar de una sala a la siguiente, me quedo inmovilizada, porque veo que una mujer preciosa, alta y delgada, pero con curvas que me recuerda una pin-up de los cincuenta, está frente a Oscar con ambas manos cogidas...

Es muy refinada y elegante tanto en sus gestos como en su atuendo. Va vestida con una falda negra de tubo y una blusa de seda blanca. Tiene el pelo recogido en un moño retro con ondas y es de un color chocolate muy brillante. Resalta el color rojo pasión de sus labios sobre su piel extremadamente clara. Y su mirada serena y profunda de larguísimas pestañas que enmarcan unos preciosos e irreales ojos color cielo, está fija en Oscar.

Están a un palmo de distancia cuando advierto que la mujer eleva sus manos hacia la cara de Oscar, mi Oscar, acariciando con dulzura su mandíbula, y aprovecha para besarlo en el mismo gesto.

No soporto la visión  ni un segundo más. Me doy media vuelta y deshago el camino hacia la entrada. Mis pasos se apresuran, creo que escucho, un Eri, que me llama en la lejanía, pero es tapado por el sonido de los latidos de mi corazón que intenta escaparse por mis orejas, no hago caso y sigo hacia la salida.

Salgo corriendo y prácticamente le lanzo el cacharro con los auriculares al de seguridad que había empezado a perseguirme.

Me monto en el primer taxi que veo con la puerta abierta.

No entiendo nada… “¿Para qué tanta confesión, tanta sinceridad, tanta súplica? ¿¡Para besarte con esa tía a la primera de cambio!?” Me lo creí, me lo creí y caí. Pero como convenzo a mi corazón de que todo lo vivido no ha sido cierto... si lo he sentido, lo he sentido cierto, sólido, tangible y real.

Solo quiero llorar.

Llego al hotel y hago la maleta entre sollozos. “¿En qué momento me he vuelto gilipollas? Si, ya lo veía venir, llevo demasiado tiempo recibiendo cosas buenas y ya tocaba perder, pero tanto… “¡Joder con el karma!”

Guardo mi ropa hecha un lío entre lágrimas.

Me duele el corazón. Me duele el alma. Me duele la vida. Me duele todo.

Lloro. Lloro. Lloro.

Solo quiero llorar.

El ruido de las turbinas me saca de mis recuerdos. El avión parece que adquiere cierto movimiento. Solo pienso en llegar a Madrid y acurrucarme en los brazos de Vera. Nunca debí aceptar este viaje. Mi vida no sería muy buena, pero era ordenada y tranquila.

Yo no le exigía a la vida y la vida no me exigía a mí.

Yo era muy feliz, con mi trabajo de mierda, mis amigas, mis fotos y mi sexo sin sentimientos.

“¿De qué sirve sentir la plenitud del universo y al instante siguiente sentirte el ser más miserable e insignificante del planeta?”

Lloro y lloro.

Solo quiero llorar.

El último pasajero acaba de embarcar. Veo a las azafatas cerrar la cabina. Es un chico alto y fuerte, con gorra y cazadora oscura…

Solo quiero llegar a Madrid de dónde nunca debí salir.

Solo quiero llorar.

No estaría de más que alguien me abrazara, aunque fuera la señora del asiento del pasillo…

Solo quiero llorar.

El chico levanta la cabeza justo cuando yo bajo la mía hasta mis manos y apoyo los codos en las piernas. No lo quiero ver. No lo quiero mirar. No quiero saber nada de tíos. Quiero ser una ameba y reproducirme por bipartición.

Solo quiero llorar.

Parece que el asiento del chaval es el que queda aún vacío a mi lado… “¡Joder, soy un puto imán de tíos!” Pero no me importa, por mí como si es la mismísima representación de la testosterona con polla… No lo quiero mirar. Yo sigo encerrada en mi posición fetal llorando en silencio.

Solo quiero llorar...

Continuará…

Todos los derechos reservados SafeCreative número 1404150597806

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Bueno aquí os dejo dos capítulos para que no os olvidéis de Eri durante el fin de semana. Parece que las cosas se complican... :(

Espero vuestros comentarios y se aceptan sugerencias!!! ^_^

Feliz finde everybody!!!

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