Percabeth entre mortales

By PoseidonDescendant

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Admítanlo, nuestro mundo está lleno de mortales, por lo tanto, nos vivimos cruzando y relacionando con ellos... More

Me humillo en la TV estudiantil
Sabios consejos de un duende latino
Es el tipo del que no es mi tipo
Un poco de amor
Película no ATP
Golpeado por chicas
Nace un Percababie.
Fiesta en la piscina
Debo prestar más atención en historia
No peleaban por mí
El vómito no es romántico
Nueva en New York
No debí interferir
Mis nuevas amienemigas
Aprendí la lección
Mi fruto prohibido
Los primeros besos apestan
Creo que hago llorar a dos chicos grandes
¡Tengo a alguien para presentarte!

Voy a morir, y la culpa la tiene un remo

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By PoseidonDescendant

Kevin Ness, mortal.

El agua y yo no nos llevábamos bien. No importaba si se trataba de una piscina, un lago, un río, un mar o el mismísimo océano. Yo nunca me acercaba al agua a no ser que fuese estrictamente necesario (es decir, cuando necesitaba un baño o cuando me encontraba sediento).

El ser humano estaba hecho para estar en tierra, ¿cuál era la necesidad de construir barcos? ¿Por qué se habían inventado los deportes acuáticos?

Y no, no es que sea hidrofóbico. No le tengo miedo al agua y tampoco es que sufro alguna clase de ataque de pánico cada vez que estoy cerca de ese líquido, simplemente me gusta mantener una cierta distancia.

¿Sabían que casi 360.000 de personas mueren anualmente a causa de ahogamientos? ¿Y que las inundaciones son uno de los desastres naturales más comunes? ¿Y que un promedio de diez personas muere anualmente a causa de un ataque de tiburón? Lo sé, tal vez está última cifra no les parezca la gran cosa, pero yo podría estar entre esos diez.

Pero ahora, ignorando olímpicamente todas mis advertencias, mi hermana Lydia ha pedido como regalo de cumpleaños viajar a Long Island para aprender a andar en canoa.

Desde el principio me negué a ir, pero mis padres no solo no me escucharon si no que me dijeron que iba a ser una buena forma de reconciliarme con el agua.

—¡Esto va a ser emocionante! —chilló mi hermanita. Pero claro, a los nueve años todo resulta emocionante.

Ambos bajamos del auto. Además de ser obligado a realizar una actividad que de primera mano me desagradaba, fui el encargado de traer a mi hermana. Lo cual es completamente injusto, considerando que nuestros padres se quedaron en nuestro departamento en Manhattan.

—¿Quién crees que nos de la clase? — preguntó mi entusiasmada hermanita.

Yo me limité a encogerme de hombros. La verdad es que yo tampoco lo sabía, si bien mi mamá había decido no acompañarnos ella fue quien reservó la clase, así que yo también desconocía absolutamente todo de la persona que iba a enseñarnos a usar una canoa.

Vi de reojo a Lydia quien era incapaz de ocultar su entusiasmo. Los pequeños saltos que provocaban que sus rizos pelirrojos suban y bajen, y el brillo que se vislumbraba en sus ojos canela, la delataban.

No entiendo por qué la gente dice que nos parecemos. Mi cabello pelirrojo se encontraba estático y mis ojos canela no emitían ninguna clase brillo.

Pasado unos minutos un chico que parecía de mi edad, alto, con el cabello azabache y los ojos verdes se acercó a nosotros.

—¿Ustedes son los Ness? — fue lo primero que salió de sus labios.

Mi hermana automáticamente comenzó a asentir a una gran velocidad, acción que provocó una sonrisa ladina de parte del chico.

—En ese caso, hola soy Percy Jackson. Seré su instructor de canoa— se presentó aun manteniendo la sonrisa, la cual mostraba un diente algo torcido. — Acompáñenme— pidió, para después girar sobre sus talones y caminar hacia el lago, o eso fue lo que supuse.

Mi hermanita lo siguió encantada, yo, por mi parte, tuve que hacer uso de toda mi fuerza de voluntad para comenzar a avanzar arrastrando los pies y con la cabeza siempre mirando hacia abajo.

Al llegar al lago, lo primero que hice fue observarlo con absoluta desaprobación, lo segundo fue vestirme con el equipo necesario (es decir el chaleco salvavidas) y lo tercero fue seguir al pie de la letra las instrucciones de Percy. De esa forma podíamos evitar posibles accidentes.

Tenía que admitirlo, Percy era un gran maestro. Enseñaba a la perfección y ese aire carismático y juvenil que poseía generaba que se viera como alguien confiable. Además, las veces que había ingresado en el agua parecía tener una conexión que, si bien no envidiaba, era digna de admiración.

El punto es que me agradó Percy, tal vez no tanto como a Lydia, pero sin duda sabía que iba a estar a salvo del peligro que representaba el agua si él me cubría la espalda.

Lo único que podía llegar a considerarse alarmante era el hecho que, cada tanto, Percy parecía dirigir su atención hacia otro lado. Siendo más específico, hacia la rubia que se hallaba dibujando a unos cuantos metros de distancia.

Supuse por la forma en que la contemplaba que, para desgracia de Lydia (quien de todas formas no tenía oportunidades con el pelinegro, aunque no iba ser yo quien se lo dijera y acabar con las ilusiones de una niña de nueve años, mamá y papá serían los que se encargarían de eso más tarde), era su novia, o mínimo, la chica que le gustaba.

Hasta ahí todo bien, es decir, el chico tiene derecho de tener una vida personal y enamorarse de quién le plazca. Pero que no lo haga mientras trabaja, ¿quién iría a salvarme si me estaba ahogando y Percy estaba muy ocupado observando a la chica dibujar?

Por eso, califico a la clase con 7/10. Nada más que agregar.

Hubo un momento en que, a la chica antes mencionada, se le acercó corriendo otra chica que vestía la misma camiseta anaranjada que ella y que Percy. La chica nueva, desde la distancia parecía ser un poco más baja que la rubia, piel morena y con el cabello castaño adornado con lo que creo que se trataba de plumas.

Algo le habrá dicho a la rubia, que la obligó a dejar de lado lo que estaba haciendo y a tomar velozmente sus cosas. Corriendo se acercó hacia nosotros con la castaña pisándole los talones.

—Percy— lo llamó.

No iba mentir, la chica era atractiva. Alta, esbelta figura, piel perfecta, bronceada y rubia. Pero sus ojos grises eran tan intimidantes, que al ver a la chica prefería ocultarme antes de quedarme parado babeando y con cara de idiota.

El nombrado, al instante, enfocó sus cinco sentidos en la chica. Tanto él, como la rubia y la castaña se veían en un inquietante estado de alerta.

—Hubo una emergencia. —explicó la ojigris— ¿Podrías dejar estos planos en mi cabaña cuando termines? —pidió.

Percy comenzó a asentir lentamente, mientras le dirigía una mirada preocupada a la chica, quien no la notó, o simplemente la ignoró, y se marchó corriendo junto con su amiga.

El pelinegro se mantuvo ido por un momento mirando fijamente los papeles que la rubia le había entregado. Pero cuando, finalmente, recobró la compostura nos regaló a mí y a mi hermana una sonrisa que indicaba que todo estaba bien, aun cuando ni el mismo Percy Jackson estaba seguro de eso.

—¿Quién está listo para entrar al agua?
______________________________________

Ni siquiera fue necesario que Lydia respondiera a eso. Simplemente robó la primera canoa vacía que encontró y comenzó a remar por todo el lago, con Percy detrás de ella, atento, por si la canoa se volcaba y mi hermanita caía al lago. Si bien mi hermanita detesta que la vigilen, ya que, según ella, es una "nena grande", estaba seguro que la presencia del ojiverde no le disgustaba.

Yo, por mi parte, con la excusa de querer seguir practicando los movimientos que Percy nos había enseñado, me quedé, a salvo, en tierra.

Pasada media hora comencé a aburrirme, pero no quería entrar al agua. Aproveché que nadie me estaba mirando y comencé a jugar un poco con el remo en mi mano, imitando a esos ninjas con sus chacos de las películas de acción que a mí y a mi mamá tanto nos gusta mirar.

Esto, literalmente, fue lo más divertido que hice en todo el día. Pero, dado que mi día apestaba, lo tenía que arruinar.

Dejé de jugar con el remo cuando oí el ruido de unos papeles volando.

Cerré los ojos, tomé una calmada respiración y recé internamente por que no fuera lo que estaba pensando.

¡Por supuesto era lo que estaba pensando!

Ahora en el lago flotaban cientos de hojas de papel hacia distintas direcciones. Ahora, el lago estaba adornado por los planos que la rubia le había confiado a Percy.

Tragué en seco cuando recordé los amenazantes ojos gris tormenta de la chica, miré el remo, el arma culpable de todo esto, y me pregunté si se partiría a la mitad cuando la rubia me golpeé con eso en la cabeza.

Fue en ese instante cuando Percy y Lydia hicieron aparición.

Al rostro de mi hermana lo adornaba una deslumbrante sonrisa, la cual indicaba que probablemente, en un futuro, le gustaría repetir la experiencia.

El pelinegro, por su parte, observaba confuso los papeles que comenzaba a hundirse en el agua. Su boca se abrió grande y sus ojos se posaron en el lugar donde había dejado los planos que su novia le había entregado, en su mirada surgió la sorpresa y el miedo cuando entendió que los papeles ya no estaban en su lugar.

— ¡Annabeth va a matarme! —exclamó.

Supuse que ese era el nombre de la chica de intimidantes ojos.

—¿Por qué? —preguntó Lydia, completamente ajena al problema.

Percy, sin molestarse en explicarle a mi hermana porque lucía tan desesperado, me miró. Sus ojos verde mar me exigían saber qué fue lo que había pasado.

— ¿Lo siento? —susurré un poco nervioso.

La mano de Percy, automáticamente, se estrelló contra su frente. Creo que eso no era lo que quería oír.
______________________________________

— ¿Ahora qué hago?

Esa era la pregunta que se estuvo repitiendo Percy durante los últimos quince minutos.

Ya habíamos sacado todos los papeles del lago. Más bien Percy y Lydia los habían sacado, yo intenté ayudar tratando de sacar algunos planos con una red de pesca, pero la red se resbaló de mis manos y Lydia, quien creo que se estaba tomando toda la situación como una repentina búsqueda del tesoro, tuvo que recogerla antes de que se perdiera. Como lo hicieron varios planos de Annabeth.

Habíamos encontrado la mayoría, pero hubo algunos que desaparecieron y, otros, que se destruyeron. Tampoco es como si los papeles ilegibles y empapados que se hallaban distribuidos por el muelle a la luz del sol ayudaran de algo.

Conclusión estaba frito. Aunque, según Percy, era él el que estaba perdido.

Tal vez los dos lo estábamos...

— ¡Podríamos usar un soplador de hojas o el secador de pelo de mamá! — propuso Lydia emocionada.

Debería explicarle que esto no es un juego. Pero, considerando que ella fue la única que, hasta el momento, se le ocurrió una idea, no lo haré. Sus ideas fueron pésimas, pero Percy y yo no estábamos mejor, aunque, aun así, no estábamos tan desesperados como para escuchar las propuestas de una niña de nueve años.

—Podría funcionar—meditó Percy.

¿Qué?

— ¿En serio? —los ojos de mi hermanita brillaban con emoción, feliz de que alguien la haya escuchado.

—Sabes que no va a funcionar, ¿cierto? Las hojas de todas formas quedarán arrugadas y dudo que se lea algo de lo que tu novia haya escrito.

La pequeña pelirroja me miró furiosa. La enojaba que haya descartado su "brillante" idea.

—Es la única solución que se nos ha presentado hasta el momento. — recordó Percy—Por cómo van las cosas, ahora hasta escucharía las ideas de mi hermanita recién nacida.

—Tal vez estamos exagerando— razoné. Tenía sentido, solo eran unos planos de una aficionada, ¿verdad?

Percy me miró incrédulo, parecía que no podía entender como de mis labios había salido tal estupidez.

—Créeme, si hay algo que no estamos haciendo es sobreactuando. Tú no conoces a mi novia enojada.

Confirmado, era su novia. Qué alivio, ya que estuve los últimos minutos refiriéndome a la rubia como su novia, y si no lo era, sería un poco incómodo. Además, esto tal vez podía ayudarnos. Tal vez Percy conocía una manera de calmar a Annabeth.

—¿Y eso qué? —volví a cuestionar, esperando que Percy y mi imaginación lo estén haciendo sonar peor de lo que en realidad era— ¿Qué es lo peor que puede pasar? No es como si fuera a matarnos.

—¿Quién va a matarlos?

Reprimí un grito y me di la vuelta. Annabeth, la novia de Percy dueña de unos amenazantes ojos grises, había vuelto.

—¿Qué sucede Sesos de Alga? —indagó al ver el rostro de espanto de su novio— ¿Hubo algún problema? —su ceño se frunció y disimuladamente comenzó a ver a los alrededores, como si tratara de encontrar algo que representara un peligro.

Era irónico, considerando que lo más peligroso del lugar era ella.

—Annabeth, —carraspeó Percy— hay algo que debo decirte sobre tus planos.

Los ojos de Annabeth se iluminaron ante la mención de su trabajo.

—¿Los viste? —preguntó emocionada— ¿Qué te parecieron? Estuve trabajando en ellos toda la semana.

—Estoy seguro de que eran fantásticos.

La sonrisa de Annabeth comenzó a disminuir. Era una pena, no solo tenía una linda sonrisa, si no que, de esa forma, se veía menos intimidante.

— ¿Eran? — levantó sus cejas y cruzó sus brazos, lista para una explicación.

—De hecho, es una historia divertida— comenté.

Los ojos de Annabeth se posaron en mí.

¿Y yo para qué hablo? Probablemente ella sea más compasiva con su novio que conmigo.

Fue entonces cuando Percy y yo empezamos a balbucear cosas sin sentido. Por más lista que sea Annabeth, dudo que haya logrado entender algo de lo dijimos. No solo nuestros argumentos no tenían ni pies ni cabeza y nuestras oraciones quedaban incompletas, si no que nuestra voz acallaba la de otro, generando tal griterío que solo guardamos silencio cuando un sonido aún mayor nos venció. El llanto de Lydia.

—Lo siento, —se disculpó con la rubia— no quería arruinar tus planos. Juro que fue un accidente, yo nunca haría algo así apropósito. Por favor no te enojes conmigo.

Nunca estuve tan agradecido por escuchar el falso lloriqueo de mi hermanita como lo estoy ahora. Yo ya conocía todos sus movimientos: sus ojos de perrito, su voz de bebé, su exageradamente grande puchero. Pero Annabeth no. Si caía en eso no podía culparla, la verdad era que Lydia era adorable, y cada vez que hacía su acto de llanto, presumía esa cualidad.

Annabeth sonrió. Hasta los más listos caen en la trampa de mi hermana. El lado bueno es que ella está creciendo, así que va a llegar el día en que su mayor arma no va a ayudarla. Para mi suerte y la de Percy, ese día no era hoy.

—No te preocupes, —habló compasiva—no estoy molesta. Eran solo bocetos, así que tranquila no estropeaste nada. —secó una lágrima de cocodrilo que caía lentamente por la mejilla de mi hermana.

Yo estaba feliz de no haber muerto a causa de un remo. Percy, en cambio, parecía algo ofendido.

—No lo dirás en serio. Quiero decir, ¿eso es todo? Sin furia, sin gritos, sin amenazas, sin llaves de judo, ¿unos ojos de perrito bastan para solucionarlo todo? Porque, si bien recuerdo, los ojos de foca de bebe nunca sirven contigo— mencionó con indignación.

—Percy, ¿acaso quieres que golpee a una niña de ocho años? —preguntó Annabeth sorprendida.

—Nueve— corrigió Lydia, aunque nadie pareció prestarle mucha atención.

—¡Por supuesto que no! Lo que digo, es que parece algo injusto que con ella no reacciones, mientras otros tenemos que escapar de tu furia— comentó.

—Entiendes que te estás comparando con una niña que no lleva ni una década en este mundo, ¿verdad? — a Annabeth parecía divertirle un poco el comportamiento de su novio.

—No se trata de la edad, listilla. — explicó Percy—Se trata de las personas, y tanto la niña como yo, somos personas. Así que estoy en todo mi derecho de quejarme de esta injusticia.

—Percy es como si te enojarás con Estelle por vomitar sobre las galletas azules. — comparó la rubia—No vale la pena—completó.

Percy se quedó mudo un instante. Analizando y meditando las palabras de Annabeth.

—Aun así, —murmuró—sigo pensando que...

Lo labios de su novia le impidieron al pelinegro continuar con su discurso.

Cuando se separaron Percy pareció olvidar por completo la pequeña "discusión" que él y Annabeth estaban teniendo. Miró a la chica embelesado, como si fuera el ser más hermoso de todo el universo. Creo que ambos olvidaron que Lydia y yo estábamos ahí, mirando, yo algo incómodo y mi hermana haciendo muecas de asco.

— ¿Y eso por qué fue? —preguntó el pelinegro.

—Estabas haciendo algo muy tonto. —se limitó a responder—Nos vemos luego Sesos de Alga, me necesitan en mi cabaña— y tras esa despedida Annabeth se echó a correr, hasta que un momento, se perdió en el bosque.

Empezada y finalizada la escena de película romántica, mis ojos se posaron en la pequeña pelirroja que me había salvado el trasero.

—No sabes cuánto te agradezco.

—No hay de qué. —dijo— Por cierto, me debes una. Ambos me deben una. — habló mientras nos señalaba con su minúsculo dedo a Percy y a mí.

Debí saber que esto me iba a salir algo. Siempre que mi hermana llora, consigue algo. ¿O acaso creyeron que lo hacía como un acto de solidaridad hacia su hermano mayor?

—¿Qué es lo que quieres? — pregunté resignado.

Percy, quien ya había dejado de mirar embobado hacia el lugar donde se había ido su novia, estaba atento a la conversación; y, al igual que yo, esperaba impaciente el reclamo de mi hermana.

—Quiero clases gratis de canoa, tres veces por semana, y que Percy sea mi profesor— pidió con una sonrisa arrogante.

—¿Qué? No, no, no. No hay forma de que te traiga a Long Island tres veces por semana— protesté.

—Bien, —aceptó— en ese caso, le diré a la niña rubia que tú fuiste el responsable de que sus planos caigan al agua, y les contaré a mamá y a papá que me oblígaste a mentir por ti— amenazó.

Yo la miré molesto. Era increíble que mi hermanita, la que aún no sabía cortar la carne por su propia cuenta, este chantajeándome. Miré de reojo a Percy, él parecía absolutamente preparado para aceptar las condiciones de mi hermana, y ya que técnicamente fui el responsable del accidente, supongo que debía seguir su ejemplo.

—De acuerdo, —me rendí— tenemos un trato.

Y así fue como terminé llevando a mi hermana a clases de canoa. Recordemos que ella era la que tenía clases gratis, yo no pensaba volver a acercarme a ese lago mucho menos gastar dinero para acompañar a mi hermanita en su capricho, prefería esperar a Lydia en el auto (no les digan a mis padres que hago eso). Así que, tres veces por semana durante dos horas, Lydia quedaba bajo la responsabilidad de Percy, supongo que ese era el lado bueno de todo esto, además no es como si a la pelirroja eso le molestara. Mientras yo, por mi parte, empecé a pensar que hubiera sido mejor morir por culpa de un remo, a tener que soportar todo esto.

☆☆☆

¡FELIZ 18 DE AGOSTO A TODOS LOS BELLOS SEMIDIOSES!

Esta fiesta no es apta para mortales
Así que si eres un mortal FUERA
Y si eres un semidiós, bienvenido.

¿Quién es tu padre/madre divino?

Yo recientemente descubrí que soy hija de Poseidon 💙.

Feliz cumpleaños a Percy Jackson.

La voz que escuchamos durante los primeros cinco libros, que siendo honesta, son mis favoritos.

¿Ustedes qué prefieren PJO, HOO o TTOA?

El punto es que me encanta Percy. Es divertido y al mismo tiempo puede llegar a ser serio, inteligente, centrado y dedicado. Y seguir siendo un Sesos de Algas.
Fue lo mejor del mundo poder haber estado en su cabeza por cinco libros. Admito que hasta me entristecí cuando supe que la saga siguiente no era contada por él (no por eso no me gustaron los otros libros, me fascinó Hoo)

No sé qué haría sin Percy Jackson, es mi saga favorita y no solo porque amé los libros. Sin Percy, no sé si me hubiera interesado tanto por la lectura, con esta historia encontré algo que en serio me gusta, y de lo que nunca me canso.

Tengo mil razones para amar tanto a la historia como al personaje 💙.

Es un chico valiente, solidario, divertido, leal, amigable, fuerte, tierno, audaz, atrevido, astuto, cariñoso, poderoso, sensible, querido, respetado y un amante de la comida azul 💙.

Apartado para dejar las cosas que les gustan de Percy:

Y a continuación imágenes de talentosos artistas (que, lamentablemente, algunas no sé de quiénes son), en honor al hijo de Poseidon:

© VIRIA:

© ALLARICA:

Y por último pero no menos importante:

¡FELIZ ANIVERSARIO PERCABETH!

Mi pareja favorita, son tan perfectos, los amo tanto, que por esa razón yo odio los Percy y tú, ni siquiera yo voy a romper mi OTP

Presenciamos cosas horribles que ellos vivieron, la caída al Tártaro es un ejemplo. Pero también cosas hermosas con las que probablemente, más de una, tuvo momento fangirl.

El primer beso, el beso submarino, hasta la llave de judo fue romántica!!

Sabemos que están destinados a estar juntos, ¿o caso cualquiera recibe un puñal o sostiene el cielo por vos? Yo creo que no.


Felicidades a la mejor pareja de todos los tiempos desde Paris y Helena (palabras de Afrodita, no mías).

PD: Gracias por las casi 20.000 lecturas y los más de 1.000 votos, no lo puedo creer.

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