Sanando Mis Heridas

By HelenaGrand

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Malfoy se lamentaba de tantas cosas, pero ya era tarde para enmendarlas, ya no disponía del tiempo y aunque l... More

Expreso de Hogwarts
Estoy Sola
Promesas
Las Culpas
Spattergroin
Solos en el mundo
No lo Merezco
Dos Opciones
Un Moustro
¿Esta es mi vida perfecta?
Decir la Verdad Requiere Valor
Ambos han sufrido mucho
¿Dónde está tu sangre azul?
Alejando Pesadillas
No Todos Comprenden
Un Poco de Consuelo
De Vuelta al Mundo Real
Esa pequeña Piedra
La Misma Oportunidad que Tengo Yo
Decisiones
Esos Ojos
Te Preocupas por Ella
Otro Parkinson
Duelo
Intentando Descifrar sus Secretos
Elegir un Bando
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Obsesión
Misteriosa
La Piedra de la Resurrección
Sin Cargas del Pasado
Fedra
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Una Mala Noticia en Navidad
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La Historia de Fedra y Kendra
Luna y la Clave de Todo
Cuando el Amor se Transforma en Odio
No Puedo Negarme
Te Ofrezco una Oportunidad
El Dueño de su Corazón
Utilizándonos
Una Liebre
Muere un Valiente
Humillaciones
Tus Enemigos, Mis Amigos
Resignada a su Destino
Granger o Malfoy
¿Un Corazón Bueno?
Sobre su Tumba
El Amor no es Siempre lo que Debe Ser
Miedos y Sueños
Costumbres
Cartas De Amor

La Nueva Pansy

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By HelenaGrand

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La Nueva Pansy

La petición de Luna había dejado a todos de una pieza, de tal manera que todos parecían víctimas de un petrificus pues nadie conseguía moverse o pronunciar palabra. Pero ahí frente a ellos con la misma intensidad de siempre esa rubiecilla los miraba con sus enormes ojos azules.

Cada palabra había salido de su garganta con la misma pasividad de siempre, como si lo que estuviera contando no fuera para nada algo sorprendente e incluso ilógico o inconcebible.

-Luna lo que pides es imposible. -Consiguió articular Harry no sin esfuerzo.

-Improbable sí, pero imposible no creo. -Le soltó sonriente. -No podemos dejar que la juzguen, esa no es una posibilidad dadas las circunstancias, pues es completamente seguro que será condenada al beso del dementor.

-¿Pero estas segura de lo que dices?  -Le urgió Zabini tomándola por los hombros de manera brusca para verla a la cara.

-Yo misma lo presencie, no cabe duda de lo que paso. -dijo sin inmutarse por la manera en que fue tomada por las manos fuertes del moreno.

-Suéltala ya. -Exigió contrariado Nott y el moreno la libro de su agarre.

-Lo siento. -Se disculpo el moreno. -Es solo que esto es tan…

-Lo sabemos, pero justo ahora tenemos que decidir. -Ahora era Harry quien hablada aun inseguro de sus propias palabras, pero no podía desconfiar de Luna, por increíble que pudiera parecer si ella afirmaba tales cosas, no podía mentir.

-Por Fedra ya no podemos hacer nada, pero por la nueva Pansy podemos hacer mucho, nadie además de nosotros sabe quienes trabajaron como espías, nadie además de los presentes sabe lo que paso hace un rato, es justo compensar de alguna manera todo su sufrimiento.

-Pero hay demasiadas cosas en su contra, ella misma lidero las filas de mortion en el colegio. Hay muchos testigos de sus actos de rebelo y conspiración en las paredes de Howgarts.

-Tienes razón Ron, pero a quién crees que van a créele, que palabra pesara más ahora que se ha evitado que el colegio y el ministerio cayeran. -Sonrió con tranquilidad la rubia, ese aire de conspiración asombro a todos, no era común que actuara de esa manera, pero está dispuesta a hacer cualquier cosa por ayudar a su amiga.

-Tendremos que mentir frente al Winsengarmot.

-Digamos que solo diremos la verdad a medias, Fedra nos ayudo de alguna manera y ella nunca quiso ser parte de todo esto y es justo retribuirle en algo todo lo que ha pedido. -dijo con convicción Luna.

-Yo estoy de acuerdo. -Apoyo Harry.

-También yo. -Afirmo Blaise y Theo al mismo tiempo.

-Saben que cuentan conmigo. -Dijo aun indeciso Ron, pero dispuesto a apoyarles.

Luna sonrió de manera adorable y aplaudió  emocionada. -Entonces ya saben qué tienen que hacer.

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Abrió los ojos con pesadez, parpadeando varias veces intentando aclarar su visión, todo a su alrededor parecía borroso y su mente confusa no ayudaba en mucho para saber donde estaba o como había terminado en ese lugar. Tenía miedo de moverse, de que su vista se esclareciera y estar en su infierno personal, a sabiendas de que había hecho demasiadas cosas terribles en su corta existencia como para saber que le esperaba algo horrible.

Pero cuando sus ojos vieron por fin sin esa bruma que los cubría solo pudo admirar la blancura impoluta de un techo alto, pero aun entonces no se atrevió a moverse, imaginándose quizás que a cualquier movimiento  caería en el abismo de la desesperación que la esperaba para hacerle pagar por sus crímenes.

Quieta, atreviéndose a penas a respirar se mantuvo por largos minutos solo observando el blanco techo extendiéndose ante sus ojos. Paso saliva con dificultad y se dio cuenta por la sensación molesta en su garganta que tenía mucha sed, demasiada y eso debía ser bueno considerando que pensaba que estaba muerta y esa era una señal de que no lo estaba.

Su mente trabajaba con lentitud, no extendía que estaba pasando, habría esperado que en cualquier momento el cuarto se incendiara en llamas y que seria devorada por las mismas hasta reducir su cuerpo a cenizas, no sin antes mantenerla en una agonía prolongada y lenta, o quizás alguien entrara a torturarla, a infringirle tal dolor que suplicaría por que parara solo para hacerla pagar por esa vida oscura que la obligaron a vivir.

Pero lejos de eso todo parecía en calma, solo el suave sonido de su respiración se escuchaba en esa habitación, no había gritos o lamentos, no era asechada por demonios o verdugos, no estaba siendo víctima de torturas o suplicios tales que le hicieran arrepentirse de los pecados cometidos.

Silencio, solo silencio, un silencio que lo cubría todo con apacible calma, con una tranquilidad de la que no recordaba desde cuando no había experimentado.

Los minutos corrían  envuelta en la blancura de esa habitación, en el silencio tranquilo de un lugar olvidado y cuando se sintió un poco más segura que nadie entraría a lastimarla, su respiración como los latidos de su corazón se normalizaron, fue entonces cuando fue un poco mas consiente de la suavidad bajo su cuerpo, de la calidez que la cubría, del  aroma a limpio y a medicina.

Debía estar entonces en un hospital, recostada sobre una cómoda cama y cobijada por las sabanas, pero no entendía por más que se esforzaba en comprender como era posible de que estuviera viva. Ella había escuchado con claridad como pronunciaban la maldición asesina y como se había atravesado en su camino para proteger a Luna con su cuerpo, después el frio alivio que dio paso a la nada.

Estaba completamente segura de haber recibido la maldición, tan segura como de que ahora de algún modo increíble seguía viva, pero no encontraba ninguna manera lógica para estarlo.

Se movió con torpeza, espirando sus músculos agarrotados sintiendo cierto dolor extendiéndose por su cuerpo, pero no era demasiado intenso, si acaso un poco molesto para moverse con rapidez, se incorporo con suma lentitud apoyando sus brazos, observando con mayor cuidado a su alrededor. No se había equivocado estaba en un cuarto de hospital, las paredes eran del mismo blanco que el techo y había una mesita de noche con un vaso de agua y un par de frascos de pociones de diferentes colores.

Logro sentarse por completo apoyada en la cabecera de la cama y estiro su mano para tomar el vaso de cristal con ese vital liquido que necesitaba para aplacar la inmensa sed que sentía y así lo hizo, pero no fue hasta que termino de beberlo que noto algo extraño.

Dejo el vaso en su lugar para observar sus manos, las movió intentando reconocerla, una extraña sensación la invadió por completo, cuando noto que no eran sus manos aquellas que se movían ante sus ojos.

Desesperada se levanto de su cama, de manera tan rápida que perdió el equilibrio y se cayó de bruces contra el suelo, pero eso no la detuvo se levanto como pudo sujetándose de la orilla de la cama y después de la pared cercana hasta llegar a una puerta lateral que  pensó que era el baño.

Así era, esas manos desconocidas no dejaban de temblar cuando girar el pomo de la puerta y aun tambaleante entro al cuarto de baño, se sostuvo con todas sus fuerzas de las baldosas del pequeño lavabo mientras veía su imagen reflejada en el pequeño espejo del modesto baño.

Por un momento dejo de respirar, no podía ser de ella, ese reflejo traicionero que se mostraba ante ella, ese que mostraba con cada gesto como se sentía en ese mismo instante, un hermoso rostro de finas facciones, con la boca abierta claramente por la sorpresa y el desconcierto, esos labrios temblorosos y pálidos, esos ojos abiertos desmesuradamente, enmarcados por largas  y tupidas pestañas negras, esa piel de porcelana, pálida ahora por la impresión.

Creyó por un instante haber perdido la cordura y una sensación de vértigo la hizo aferrarse con más fuerza al lavado, obligándose a respirar de nuevo. 

Una tupida mata de cabellos negros enmarcaba ese rostro que conocía a la perfección, pero que no era suyo, sus ojos asustados se movía tratando de reconocer, de encontrar algún indicio de que eso fuera un engaño, una ilusión que pretendiera enloquecerla.

Pero pasaba el tiempo y nada cambiaba y en esos ojos asustados que le devolvía la imagen en el espejo podía encontrar una chispa que buscaba entender que estaba pasando, que bizarro sueño la tenia dentro del cuerpo de Parkinson.

Aun con el desconcierto tatuado en sus facciones, estiro la mano buscando tocar a la mujer que seguramente se estaba burlando de ella, esa que pretendía probablemente  hacerla que perdiera la poca cordura que poseía. Su mano vacilante se estiro, un pequeño temblor la sometía pero no se detuvo hasta tocar la superficie fría del espejo.

De nuevo contenía el aliento asustada, con el desconcierto causando estragos es su sistema, acelerando el ritmo de su corazón de tal manera que era dolorosa la manera en la que golpeaba sus costillas y pretendía salirse de un momento a otro de su pecho.

Los oídos le zumbaban y de nuevo esa sensación de vértigo la hizo afianzarse de nuevo con ambas manos a la loza fría del lavabo, cerró los ojos apretándolos con fuerza, con excesiva firmeza esperando que cuando volviera a abrirlos la imagen hubiera cambiado, así lo hizo.

Se obligo a calmarse, regulando la respiración, suplicando que su corazón no saliera por la garganta, se enderezo aun con los ojos cerrados y los abrió poco a poco. Pero nada había cambiado, quizás solo esa pequeña lágrima escapando y rondando por la mejilla.  

-Hay adentro estas tu. -Le dijo una voz suave y serena. Luna entro por la puerta que había dejado abierta.

-¡No puede ser!  -Exclamo asustada aun sin girarse para ver a su amiga, solo veía esa imagen a su espalda de una chica rubia menuda, con una sonrisa tranquilizadora.

-Todo va estar bien. -Prometió, acercándose con cautela, acariciando esos cabellos negros finos como la seda.

-¿Cómo es posible? -Pregunto con los labios temblorosos, son esa voz que no era la suya.

-No sé bien como ocurrió, solo sé que en el último momento tu alma salió de tu cuerpo en una exhalación, Pansy agonizaba, ya casi no respiraba por lo que acerque tú brillante alma a su cuerpo y lograste resistir.

-¿Y Pansy?

-Es justo lo que te iba a preguntar, pensé que quizás compartirías con ella el cuerpo.

La ahora morena pestaño confundida un par de veces y trato de concentrarse. -No la siento. -Dijo al fin con cierto alivio.

-Quizás su alma no resistió. -La rubia se encogió de hombros. -Pero tu vas a estar bien, te lo aseguro. -Insistió confiada.

-Dudo mucho que asi sea. -Contesto dejándose inundar por la tristeza. -Con todo lo que ha hecho Pansy seguramente la enviaran a Azkaban o la condenaran a morir en brazos de un dementor.

-Porque habría de ser así cuando fuiste un agente doble al igual que Theo, Blaise y Draco, a ustedes les debemos que cientos de vidas se salvaran, que el colegio y el ministerio no cayeran en manos de mortifagos.

-Pero eso…

-Esa es la verdad. -Le interrumpió silenciándola al poner sobre los labios uno de sus dedos. -Todos están de acuerdo Harry, Ron, Theo y Blaise, solo falta avisar a Draco y Hermione pero aun no los encuentran. -Su voz se lleno de tristeza cuando menciono a los dos últimos.

-¿Aun no los encuentran? -Pregunto asustada.

-No se sabe nada de ellos, salieron de la mansión Malfoy junto con Parkinson y aun no se sabe nada de su paradero. Intentaron seguirlos pero no lograron avanzar demasiado, ahora el ministerio ha movilizado a sus elementos para encontrarlos.

-Están en un gran peligro, si no es que ya están muertos. -Dijo Fedra en el cuerpo de Pansy sin evitar estremecerse.

-Yo creo que aun siguen vivos. -Asevero la rubia.

-¿Cómo puedes saberlo?

-Por los que dice Theo, el profesor Parkinson necesita de Malfoy y está demasiado obsesionado con Hermione para lastimarla.

-Lo sé, pero eso no asegura nada, si descubre que Malfoy es uno más de los espías, no le importara matarle. -Temblo mientras sus ojos se llenaban de lagrimas.

-Se que los encontraremos pronto, algo me lo dice. -Le consoló abrazándola

-No sé cómo puedes estar tan segura.

-Hermione y Draco no son las mismas personas que fueron antes, ahora son más fuertes porque ya no temen, juntos aprendieron a sanarse y lo que hay entre ellos es lo más poderoso que puede existir, amor.

Fedra se tambaleo un poco.

-Aun estas muy débil debes regresar a la cama.

-Está bien. -Acepto,  dejándose guiar por su amiga.

Luna la acomodo en la cama y la cubrió con las sabanas. -Te dejo descansar. -Le dijo encaminándose a la salida no sin antes besar su mejilla y acariciar sus cabellos. -Gracias por salvarme. -murmuro con sinceridad mientras acomodaba un mechón de cabellos tras su oído. -Intenta descansar.

La rubia estaba a punto de llegar a la puerta cuando la voz de Pansy la detuvo.

-¡Luna! -La llamo de repente.

-¿Qué pasa? -Regreso rápidamente sobre sus pasos.

-Creo que es donde están. -Dijo la morena haciendo sonreír a Luna.

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La decisión estaba tomada, ya nada le importaba, quería hacerle pagar al traidor que había arruinado sus planes de poder, lo haría pagar, se arrepentiría hasta de haber nacido, de eso se encargaría, no lo mataría hasta hacer que suplicara por su vida.

-Crucio. -Conjuro Vladimir haciendo que cayera Malfoy y se retorciera de dolor sobre el piso, convulsionándose por el sufrimiento infringido de esos cientos de cuchillos invisibles que laceraban su cuerpo.

-¡¡NO!! -Grito frenética Hermione con los ojos inundados de lagrimas, apretaba los dientes haciéndolos rechinar, sabiendo que no disponía de más tiempo que no tardaría en matarle. Pero a penas sus dedos rosaban la punta de su varita y aun no podía tomarla para parar aquella atrocidad. -¡¡¡DEJALO!!! -Ordeno sintiendo como sus entrañas se cimbraban de la rabia y la desesperación y el sabor a sangre se extendia en su boca pues había lastimado su lengua al apretar los dientes.

El odio la devoraba como aquella noche que mataron a sus padres, solo imaginar que ahora Draco estaba sufriendo lo mismo que habían sufrido sus padres la llenaba de la mas absoluta sed de venganza, de esa impetuosa rabia que hacía temblar sus manos como un veneno que le quemaba cada fibra de su piel como fuego incandescente.  

-¡Te voy a matar! -Sentencio forcejeando con sus ataduras, retorciéndose entre sus cuerdas captoras lastimándose en el proceso, sintiendo como le cortaban la piel con cada movimiento, pero nada importaba.

-Ya ves como no somos diferentes querida. -Le dijo casi de manera cariñosa Vladimir a la castaña que le miraba con los ojos oscurecidos y la rabia reflejada en cada facción de su rostro, podía ver como apretaba los dientes haciéndolo rechinar, así como veía alrededor de sus muñecas la piel abierta por lo fuerte que estiraba sus ataduras. -Ambos somos asesinos. -mientras hablaba dejo de torturar al rubio que  estaba a punto de la inconsciencia, no podría aguantar mucho mas.

-No, no somos iguales. Yo no mato por matar.

-Es lo mismo no te engañes preciosa, esas solo son justificaciones baratas.

-Yo solo mato a seres como tú o tu hermano, bestias que no se tocan el corazón para lastimar y matar a inocentes, que gozan con el sufrimiento ajeno, enfermos de poder, de avaricia. Bestias que toman y destrozan la vida de personas que han tenido la desgracia de caer en sus garras.

-Engáñate si quieres Hermione, pero matar es matar sin importar los motivos, tus manos están tan llenas de sangre como las mías. -Le dijo levantándola por los hombros para besarla con violencia.

Con lo que no contaba era que la castaña justo ahora era como un animal herido, mucho más peligrosa de lo que nunca lo habría sido en situaciones normales, así que apenas se apodero de su boca, ella le mordió el labio haciéndolo sangrar.

-Estúpida. -Le insulto lanzándola sobre un sillón. -Ya me las pagaras. Pero primero desfrutare mucho viéndote sufrir cuando termine con la escoria de Malfoy.

Draco había intentado levantarse pero no lo logro, estaba tan herido que estaba punto de desmayarse solo se mantenía de pie gracias a la determinación de protegerla, pero ahora se sentía tan inútil que sabía que solo debía resistir mas para darle tiempo a que llegaran a rescatarla. No le importaba morir, pero aguantaría todo cuanto pudiera para mantenerla con vida, para que Vladimir descargara en él su odio y no es su amada Hermione.

-Crucio. -Conjuro limpiando la sangre de sus labios con el dorso de la mano, esta vez la maldición era mucho más intensa considerando que acababa de ser agredido por Granger y deseaba aun mas vengarse.

Hermione en su desesperación, aun luchando contra sus cuerdas busco los ojos de Draco. El también la miraba, ya no podía ni gritar solo la miraba. Se estremeció sabiendo que fijaba sus ojos grises en los de ella, despidiéndose, suplicando que lo perdonara por no ser más fuerte, por no poder librarla de su captor.

-¡Dejalo! -Grito de nuevo Hermione con la voz quebrada sin perder de vista esos ojos que amaba tanto y como estos iban perdiendo su luz, una débil sonrisa  se reflejo en sus labios aun a pesar de todo su sufrimiento, era su última despedida, pero fue entonces cuando supo que estaba a punto de perderle que algo en su interior exploto -¡¡¡BASTA!!! -Grito con más fuerza, con tal dolor y rabia que los cristales se rompieron, una explosión de magia se hizo presente y como una onda expansiva se extendió por la habitación sobresaltando a Vladimir.

Las paredes se cimbraban como si temblara y objetos a su alrededor caían con estrepito al piso, no le llevo mucho a Parkinson girar para encontrarse con  la encarnación de su peor pesadilla.

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