Una Liebre

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Una Liebre

Los rayos del sol se colaron por la ventana haciendo que con pereza Draco abriera los ojos, había dormido poco, pero el sueño había sido placentero, como no serlo si en sus brazos aun tenia a Hermione.

La chica tenía el cabello revuelto y su rostro estaba acomodado en el pecho del blondo compartiendo su calidez, su respiración tranquila y armoniosa le hacía saber que se encontraba aun en el mundo de los sueños. Sonrió sin apartarse tratando de prolongar el momento, con una de sus manos acariciaba su cabello indomable y la espalda de la durmiente chica, un suspiro se escapo de los labios entreabiertos de la castaña.

Había soñado con sus labios, con un beso suave, el contacto tímido de sus bocas. De solo recordarlo una sensación placentera le inundo haciendo que un ligero cosquilleo se extendiera como  electricidad por su piel.

Hubiera querido permanecer así por siempre, tener el placer de levantarse cada mañana cobijado por su cuerpo, teniendo el privilegio de sentir ese calor entibiándole el alma y ese exquisito aroma tan suyo colándose por sus fosas nasales. Soñaba con comerse esos labios a besos, con acariciar cada rincón de ese cuerpo femenino, quería hacerla suya, que ella sintiera como el mismo ya le pertenecía, pero no era el momento y quizás si las cosas no salían del todo bien, ese momento jamás podría llegar.

No quería apartarse de ella, pero sabía que el tiempo para estar juntos se había agotado, la acomodo sobre la almohada con infinita ternura, besando su frente y sus mejillas con apenas un roce de sus labios. Se dirigió apremiante a la salida, pues sabía que de no salir en ese momento no tendría el valor de dejarla. Era el día,  en que todo se definiría, era el principio de un fin tan incierto que costaba tener el valor de mantenerse firme.

Draco no era aficionado a las despedidas, nunca lo había sido, pero quizás ahora había una diferencia enorme que le hacía detestar aun mas tener que decir adiós, había encontrado el amor que jamás pensó encontrar  y eso lo desquiciaba, pues se sentía débil.

Apretando los puños miro por última vez hacia la cama, la luz que entraba por  la ventana iluminaba el rostro dulce de Hermione. -Espero volver a verte. -Susurro y salió  sintiendo que dejaba atrás lo más grande que había tenido alguna vez.

Hermione despertó algunos minutos después, el espacio a su lado aun estaba cálido, se acerco la almohada al rostro y encontró su aroma impregnado, aspiro para embriagarse con esa esencia que le hacía perder la cabeza. Esos pocos vestigios de su presencia eran lo único que le quedaba, la única prueba de que las palabras dichas la noche anterior no habían sido un sueño.

-Te amo. -había Escuchado claramente.

Hubiera querido permanecer más tiempo entre las sabanas para disfrutar un poco más de ese recuerdo, pero no podía, tenía mucho por hacer. Sabía que Draco ya no estaría en la torres pues el plan estaba en marcha y el tenia un lugar que ocupar en las filas de sus enemigos.

Se apresuro a levantarse, tomando un rápido baño, había mucho que hacer y el tiempo no perdonaba a nadie.

Cuando bajaba las escaleras, un pensamiento la asalto, ese podía ser la última vez que estuviera en bajo el techo protector de Hogwarts, sintió una gran nostalgia, la misma que sintió cuando tuvo que salir de su casa borrando los recuerdos de sus padres para intentar protegerlo.

Muchas cosas habían cambiando desde entonces, sus padres habían muerto, la guerra pasada solo era un amargo recuerdo y una nueva lucha estaba sobre ellos. Ella misma nunca volvería a ser la misma persona que había sido, pero no se sentía mal al respecto, los cambios son parte de la vida misma, parte de crecer, cometer errores, equivocarse y continuar, era un ciclo contante e interminable.

Sanando Mis HeridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora