Sanando Mis Heridas

By HelenaGrand

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Malfoy se lamentaba de tantas cosas, pero ya era tarde para enmendarlas, ya no disponía del tiempo y aunque l... More

Expreso de Hogwarts
Estoy Sola
Promesas
Las Culpas
Spattergroin
Solos en el mundo
No lo Merezco
Dos Opciones
Un Moustro
¿Esta es mi vida perfecta?
Decir la Verdad Requiere Valor
Ambos han sufrido mucho
¿Dónde está tu sangre azul?
Alejando Pesadillas
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De Vuelta al Mundo Real
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La Historia de Fedra y Kendra
Cuando el Amor se Transforma en Odio
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El Dueño de su Corazón
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Una Liebre
Muere un Valiente
Humillaciones
Tus Enemigos, Mis Amigos
Resignada a su Destino
Granger o Malfoy
La Nueva Pansy
¿Un Corazón Bueno?
Sobre su Tumba
El Amor no es Siempre lo que Debe Ser
Miedos y Sueños
Costumbres
Cartas De Amor

Luna y la Clave de Todo

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By HelenaGrand

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Luna y la Clave de Todo

Muchas cosas pasaban por la cabeza de Harry, estaba al tanto de que la fecha programada para el ataque al colegio estaba  cerca, demasiado cerca para su gusto, en su sala común se hacían los últimos planes, como siempre a sus costados estaban sus inseparables amigos Hermione y Ron. Esa noche se suspendieron los entrenamientos pero todos irían a la cita en la sala de menesteres pues serian informados de los planes a seguir.

La seriedad en los rostros de los presentes era evidente, pero ninguno tenía dudas de hacer lo correcto. Demasiado reciente estaba la guerra pasada, aun dolían las pérdidas de sus seres queridos, de sus amigos, de sus compañeros muertos en batalla, no tenían dudas, pero si mucho valor para luchar por honrar aquellos que ya habían muerto buscando la libertad y por las vidas de aquellos inocentes que estaba en juego.

A la cabeza de ese grupo estaba Harry, el elegido, el niño que vivió, el que ahora era un hombre guiando a un ejército de valientes dispuestos a luchar hasta las últimas consecuencias. Potter mentiría si dijera que no tenía miedo, ¡Claro que lo tenía! sentía el mismo miedo recorriendo su columna vertebral, el mismo erizando cada bello de su piel, de la misma manera que le paso cuando se enfrento al innombrable, el mismo terror que experimento durante la guerra mientras se escondía preparándose para el desenlace de una historia del cual desconocía el fin. 

Tenía miedo, mucho miedo, quizás demasiado, porque no solo temía por él, temía por ellos, por esos sus amigos, de rostros decididos, por esos que lo seguirían hasta el final entregando quizás sus vidas como lo hicieran tantos y tantos valiente amigos que habían quedado muertos en el campo de batalla. Tenía temor al preguntarse cuántos más de sus seres queridos perecerían en pos de una lucha que lucía interminable.

Pero la respuesta no la tenía, como tampoco tenía el conocimiento sobre  el destino que le esperaba, sí tenía muchas dudas, quizás demasiadas para poder sobreponerse, pero aun entonces bastaba sentir la cálida mano de Hermione apretándole el hombro y Ron mantenerse firme a su lado para saber que nunca estaría solo sin importar a que se enfrentaran. Además solo unos pasos más allá Ginny le miraba con intensidad con sus ojos cafés llenos de amor, con el semblante tranquilo y confiado de que ganaría.

Todos estaban reunidos en la sala de menesteres, en el corazón del castillo, a la espera de escuchar las últimas indicaciones, ahí se encontraban reunidos el pasado, el presente y el futuro de todo en lo que creían. Los pocos sobrevivientes de la antigua Orden del Fénix estaban al frente rodeando al trió de oro y frente a ellos todos y cada uno de los miembros del Ejercito de Dumbledore, en sus filas las ausencias inevitables, pero en sus corazones la certeza de que se fueron sabiendo que luchaban por la mejor de las causas.

Harry Potter no era bueno para hablar, no tenía la elocuencia  de Hermione en sus discursos sobre esos temas tan diversos que solía soltar a diestra y siniestra en clases, pero al menos pensó para su consuelo que tenía un poco mas de aptitud para el dialogo que su querido amigo Ron. Sonrió con este pensamiento antes de recuperar la seriedad y la decisión de su rostro,  se aclaro la voz para empezar.

-Está confirmado, el ataque será el último día de clases, aprovechando la cena especial para graduados, atacaran al mismo tiempo el ministerio y el colegio, así que tendremos que dividirnos. -Los murmullos comenzaron a crecer ante la impresión.

Todos sabían a lo que se enfrentaban habían tenido el tiempo suficiente para asimilar las consecuencias de sus decisiones, ninguno se arrepentía de formar parte de la resistencia, ahora eran parte de algo más grande que ellos mismo.

Varios pelirrojos estaban presentes, toda una familia de valientes, una familia que ya sabía lo que era perder un ser querido, y aun así estaban firmes, dispuestos, completamente entregados a cumplir con su destino.

George tenía los ojos brillantes, mientras pensaba en Fred, en cómo le hubiera gustado estar presente y volver a defender todo en lo que creían, bien pudieran ser unos bromistas empedernidos, unos muchachos inquietos y traviesos, pero eran Gryffindor valientes, decididos y sumamente optimistas, como le hubiera gustado tener a su gemelo a su lado, contar al menos una vez mas todos esos chistes, hacer todas esas bromas que no pudieron concluir, como deseaba hacer explotar de nuevo un par de cosas en pos de sus investigaciones, extrañaba su peculiar presencia, su olor a pólvora, como se coordinaban para hacer rabiar a su madre, como molestaban a Ron, como se burlaban de Percy.

Pero lo cierto era que Fred ya no estaba, como tampoco estaba Remus, Tonks, Sirius, Albus y Moody, así como todos aquellos que no habían visto un mañana buscando un mejor futuro para todos, pero por ellos no darían cuartel al enemigo, y así les llevara la vida lucharían por ideales justos, por la libertad.

-No puedo pedirles más de lo que ya les he pedido, sé que es difícil después de todo lo que hemos pasado encontrarnos de nuevo aquí planeando nuestra próxima batalla, aun a mi me cuesta trabajo. -Dijo haciendo una pausa y mirándolos con seriedad. -Pero si estamos aquí es porque creemos firmemente que nuestras causas son justas, que nuestros motivos son nobles, que estamos aquí para evitar que más inocente mueran.

La señora Weasley se limpiaba las lagrimas con su pañuelo conmovida por las palabras de Harry, no era la única, todos los presentes eran tocados en lo más profundo de su ser con cada palabra del pelinegro, quizás por lo reciente de la última guerra, quizás por lo cercano de la próxima o tal vez porque frente a ellos tenía la prueba viviente que sin importar las expectativas, o las desventajas, juntos  eran fuertes, que aun de sus temores sacaban el valor para luchar.

-Lo que nos espera no es fácil, será duro y por mucho que deseo que todos podamos regresar no tengo manera de asegurarlo, pero si les aseguro que luchare hasta mi último aliento, que sin importar cual sea el desenlace tengo la seguridad que todos seguiremos hasta el final.

Minerva McGonagall miraba con orgullo a sus alumnos, sus ojos brillaban emocionados, eran muchos los años que había vivido, muchas las batallas que había luchado hasta entonces, quizás ella mejor que nadie entendía de sacrificios, de perdidas, del dolor de perder lo que tanto amamos, pero al final también sabia que el amor era la más poderosa arma. Y el amor que esos jovencitos mostraban, la decisión que agitaba sus almas era quizás lo más poderoso que poseían.

Todos afirmaban con venencia las palabras de Harry, la decisión estaba tatuada en sus pupilas, en su piel, en su corazón, en el alma misma.

Cuando Harry termino de hablar, Hermione se adelanto poniéndose en frente para comenzar a detallar los planes a seguir.

El Señor ministro ya había sido informado de lo que estaba por acontecer, sus sorpresa fue mayúscula, sin embargo, hacia un par de meses comenzaban a sospechar de levantamientos pues los ataque que antes eran al azar se habían duplicado al igual que las desapariciones. La información sobre el ataque solo se le había dado a un grupo muy selecto de personas, que estarían al tanto de hacer frente al ataque programado para la fecha señalada.

Los aurores fueron entrenados como de costumbre, el único cambio realizado hasta el momento eran los simulacros que  se realizaban cada cierto tiempo, para evacuar en caso de ataques, claro que todos creían que era algo meramente precautorio, nadie imaginaba que se estaban preparando para un inminente ataque.

El plan estaba en marcha disponían de una semana para llevarlo a cabo, cada uno de los miembros tenía un papel importante que desarrollar y hasta el momento aun no se daban los nombres de los espías infiltrados en las filas de los mortios, sin embargo, Granger ya tenía la solución para distinguirlos durante la batalla.

La reunió termino a la hora justa para que todos regresaran a sus salas comunes o bien para que salieran del colegio sin ser vistos por el grupo de mortifagos que pronto regresarían del bosque prohíbo.

Como de costumbre Herminio llego a su torre, pero no subió a dormir, paciente esperaba el regreso de sus aliados. Tardaron un poco más de lo usual, pero apenas cruzaron el umbral de la puerta la castaña se levanto para darles la bienvenida.

Como siempre sus rostros no reflejaban más sentimientos que una frialdad insondable, la típica seriedad inescrutable que no permitía ver más allá, y a pesar de todo, ya les conocía también que no era necesario preguntar nada. A diferencia de otras ocasiones no regresaban con heridas visibles, quizás la única diferencia era la manera en que le miraban.

Todo estaba en marcha, la guerra era inevitable y eso podía leer es sus ojos fríos, en el azul intenso de Nott, en el negro de Zabini y en el profundo Gris de Malfoy. No pidió explicaciones de nada, les dio el tiempo de comenzar con los detalles de sus últimos planes, se perdió en la pequeña cocina para regresar con cuatro tazas de té caliente.

-Todo sigue conforme a lo planeado. Será en una semana. -Se limito a decir Malfoy después de darle un sorbo al cálido líquido.

-El grupo mayor atacara el ministerio, Vladimir los dirigirá, nosotros y el resto de los estudiantes que se iniciaron como mortifagos atacaremos el colegio liderados por Kendra. -Continuo Nott con la explicación.

-Ya toda esta listo. -Les confió Hermione mirándolos con intensidad. Los tres muchachos solo afirmaron con un movimiento de cabeza.

-¿Aun no logras averiguar quién es Rupert Gray? -Pregunto el moreno.

-Ya sé quién es ese hombre, como también se a lo que se ha dedicado en los últimos años, pero aun no logro definir donde encaja su presencia en los planes de los Parkinson.

-¿Nos dirás lo que has investigado? -Pregunto aparentando poco interés el rubio.

-Rupert Grey es un mago que ha dedicado toda su vida a la investigación de magia muy compleja, algo así como el  esoterismo, es una doctrina a la cual tienen acceso solo un grupo muy selecto de personas, se conoce más como un culto. No le dan mucha credibilidad a sus investigaciones pero yo tengo mis reservas. Pude investigar que ha hecho infinidad de experimentos con el alma de las personas, es por eso que el ministerio lo estaba investigando por extrañas desapariciones en las que aparentemente estaba involucrado.

-¿Experimentos sobre qué?

-Sobre el manejo de alma, según entiendo el cree que es posible desencadenar el alma del cuerpo de una persona y darle sustento en otro cuerpo, el problema según lo entiendo es que causa la muerte del alma que habita en el cuerpo receptor. Aunque todo esto son solo suposiciones como les comento no encontraron pruebas de nada, pero al parecer Vladimir fue uno de sus discípulos.

-¿Esa información es confiable? -Pregunto con escepticismo Draco.

-Lo es, una persona de mi entera confianza me proporciono esta información.

-¿Quien? -Curioso Nott le cuestiono y el rubio frunció el ceño contrariado imaginándose la fuente.

-Viktor Krum. -Dijo con simpleza la castaña como si el solo nombre hablara por sí mismo. Nott sonrió con malicia sin dejar de ver el rostro de Draco que había recuperado el aplomo, después de dejar su disgusto visible por una fracción de segundo. -Rupert Gray era profesor en Durmstrang impartía artes oscuras, desde entonces se conocía por sus ideas y teorías sobre la inmortalidad del alma, al principio creí que intentarías resucitar a Voldemort pero dado que perdió su alma no podrían aplicar ninguna de sus teorías.

-Entonces seguimos como al principio, sin saber nada. -Expreso con molestia el rubio y Hermione se sintió ofendida, pues hasta el momento había hecho su mejor esfuerzo por determinara el interés de Vladimir en Rupert Gray y las palabras de Draco desvalorizaban su esfuerzo.

-Es lo que tengo Malfoy, pero si tienes algo mejor me gustaría escucharlo. -Contesto ofendida y tanto Nott como Zabini disimularon sus sonrisas, era entretenido de alguna manera verlos discutir, mas cuando Draco no estaba del todo acostumbrado que nadie lo cuestionaba y tenían que admitir que Granger sabia ponerlo en su lugar con bastante facilidad.

A sabiendas de lo que se avecinaba Nott se levanto dejando su tasa vacía sobre la mesa, el moreno lo imito.

-Ya es tarde es mejor que nos retiremos. -dijo cortésmente el castaño. -Gracias por el té Hermione. -No conforme con lo disgustado que ya se encontraba Malfoy, quiso hacerlo rabiar mas y se despidió de la chica con un beso de mejilla, siguiéndole el juego Zabini hizo lo mismo, logrando con ello que las mejillas de Granger se tiñeran de rojo.

-Hasta mañana Draco. -Se despidió jovial Theo y el moreno solo agito la mano a manera de despedida, sintiendo como la mirada de su amigo parecía asesinarles.

Cuando salieron de la torre, Hermione estaba un poco desconcertada con su comportamiento, si bien se llevaban mucho mejor a lo que se habían llevado en el pasado, nunca le trataban con tanta familiaridad como ahora, no era propio de los Slytherin mostrar atenciones con nadie, mucho menos con ella, eso sí, siempre eran sumamente educados y caballerosos al dirigirse a ella, sin embargo, lo que había pasado hacia unos segundos era algo que no se esperaba, por eso miraba con curiosidad hacia la puerta por la que habían salido, tratando de encontrarle sentido a su comportamiento, tan abstraída estaba en sus pensamientos que no había notado que Draco la miraba con intensidad, tenia los puños crispados y la mandíbula tensa.

-¿Y bien?  -Pregunto conteniendo su molestia tratando de recuperar la atención perdida.

Hermione giro su rostro como si no entendiera la pregunta y cuando sus ojos se posaron en los orbes grises de Malfoy solo pudo repetir la misma pregunta. -¿Y bien?

Puso los ojos en blanco con fastidio al escuchar como repetía la cuestión. -¿Qué no tienes nada más que decir?

-Al contrario Draco, pensé que el que tenía que compartir sus teorías eras tú, ya que las mías te parecen tan insignificantes. -Se cruzo de brazos, sentándose en uno de los sillones. Le sostenía la mirada con reto, tenía el ceño fruncido y esperaba una respuesta.

-Lo único que digo es que no deberías confiarte tanto de la información de tu amiguito Krum, no creo que posea demasiado cerebro.

-Contrario a lo que piensas Viktor es muy inteligente y es una persona confiable, lo que no puedo decir de tu novia. - Soltó con resentimiento, pero al momento se arrepintió de cómo habia sonado con reproche sus palabras.

Draco sonrió con malicia al saber al confirmar que estaba molesta de que la relación con Pansy hubiera resurgido.

-Sabes que solo estoy con ella porque nos conviene.

-Como digas. -Contesto evadiendo su mirada, se levanto con las mejillas sonrojadas y se dirigía a las escaleras para huir a su habitación.

Draco se apresuro a alcanzarla, la tomo por el brazo con cierta brusquedad para detenerla. -Se que haces todo lo mejor que puedes. -La  soltó de repente como si quemara, estaba demasiado cerca para contenerse, llevaba mucho tiempo deseando besarla, sentir de nuevo sus labios cálidos contra los suyos como cuando dormía. - Frustrado subió de prisa las escaleras y se adentro en su habitación cerrando con un portazo.

Hermione se quedo al pie de las escaleras, sintiendo todavía la calidez de su toque sobre el brazo, sus palabras le habían sonado a algo muy cercano a una disculpa, tenía el corazón acelerado y sentía un leve cosquilleo en sus labios. Hacía varias noches que tenía un sueño extraño, desde entonces ese cosquilleo se hacía presente, quizás solo era el anhelo de ese beso con el que soñaba tantas y tantas noches.

Un beso. Pensó y suspiro, acariciando con las yemas de los dedos sus labios, era un sueño muy nítido, casi podría jurar que era una sensación tan real como si en verdad lo hubiera vivido, un beso, el suave toque de unos labios sobre los suyos, un cálido aliento chocando en su boca, sin embargo, era un beso sin rostro, unos labios sin dueño, solo el deseo ardiente de volver a tenerlos.

Agito con fuerza su cabeza como si quisiera apartar esos pensamientos, termino de subir con torpeza las escaleras y se adentro en su cuarto. Tenía muchas cosas importantes en las cuales pensar como para perder el tiempo en tonterías.

Se coloco su pijama y se acomodo entre las sabanas, pero no podía dormir, por mucho que no quisiera pensar en ello, esos pensamientos se empeñaban en rondar en su mente. No tenía claro porque le resultaba tan repelente la idea de que Malfoy reanudara su noviazgo con Pansy, conocía muy bien sus razones, y a pesar de ello detestaba solo imaginarlo con ella. En ocasiones quería pensar que la aversión que sentía estaba relacionada con sus malos recuerdos respecto al padre de Pansy, sin embargo, algo en su interior se removía haciendo que no estuviera tan segura de su lógica.

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Vladimir si creía en todo lo que se decía de su maestro, Rupert Gray fue mucho más que un profesor de artes oscuras en el colegio, el mismo había experimentado sus enseñanzas en Kendra y Fedra, sabia los buenos resultados que este proceso tenia y por tanto no dudaba en utilizar los conocimientos de ese hombre para sus fines.

Después de mucho meditarlo el moreno sabía que no había manera de convencer a Granger de unirse a él y a su causa, era demasiado predecible, demasiado leal y estúpidamente fiel a sus convicciones para tentarla con poder, dinero o reconocimiento como lo había hecho con el resto de sus aliados, pero se negaba a perderla.

Si en todos esos meses se había contenido de forzarla era solo porque tenía un plan previsto para lograr sus fines, para que esa castaña terminara en sus brazos y aunque en un principio se hubiera resistido a emplear dichos métodos pues parte del encanto de la chica era su personalidad, tenía que conformarse con poseer solo una parte de ella.

Kendra estaba harta de compartir el cuerpo de Fedra, deseaba con todas sus fuerzas poseer un cuerpo propio, y que mejor que el cuerpo para otorgarle que el de esa castaña a la que deseaba con locura. Después de todo, la pelirroja era leal y hacia cuando le pedía con tal devoción que no dudaba que siguiera siendo tan complaciente como hasta ahora.

Por eso se habían tomado la molestia de liberar al Señor Gray, para usar sus conocimientos, tenía en mente  hasta el último detalle y para ello, también tenía pensado que su alma tendría un nuevo santuario. No permitiría que lo señalaran por ser solo el hijo bastarde de un Parkinson, él quería tener un nombre reconocido, el poder de un apellido, además,  la juventud, fuerza y poder de un cuerpo nuevo.

Esa era su razón para instruir muy bien a Malfoy, por dotarlo de todos los conocimientos necesarios para hacerlo el más fuerte, el más hábil, el más poderoso en todos los aspectos. Por eso nunca lo arriesgaba y mandaba a otros en su lugar a las misiones, no correría el riesgo que muriera y tener que elegir un nuevo cuerpo.

Draco representaba todo lo que codiciaba, tenía un apellido de peso en el mundo mágico, era sumamente rico, de sangre pura, la mejor casta que pudiera existir y sumado a toda esa lista de convenientes características, no tenia familia a la que tener que dar explicaciones. Era perfecta su elección, la mejor, como lo era el cuerpo de Hermione Granger para Kendra, y solo porque ella se lo había pedido para castigar a su insulsa hermana menor, deseaba el cuerpo de Luna Lovegood para Fedra.

La crueldad de Kendra no tenia limites, deseaba vengarse de su hermana por haber intervenido en sus planes desde un inicio, y que mejor manera de hacerlo que haciendo que la persona que más quería en ese patético mundo además de ella, tuviera que perecer para darle cobijo al alma de Fedra.

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Faltaba un día para la fecha señalada, sin embargo, el plan de Vladimir estaba ya en marcha…

Luna la miraba con sus grandes ojos azules, lípidos, cálidos y sinceros, le miraba con afecto como si no se encontrara en ese momento en peligro. Tenía una sonrisa dibujada en sus labios, una de esas sonrisas que siempre tenía para ella, una de esas que le dedicaba en sus noches de insomnio cuando llegaba al pie de su cama buscando refugio.

Sus miradas se cruzaban y ella tenía los ojos inundados de lágrimas, no deseaba lastimarla, no quería hacerlo, pero no tenía opciones, no tenia salida, debía cumplir los deseos de Kendra si no deseaba ser torturada.

Pero Luna lucia tranquila con la serenidad de un ángel de luz, el viento soplaba con fuerza levantando sus cabellos rubios como si solo jugara con ellos. A su lado todo era así, tranquilo, como deseaba poder ser como ella, poder estar siempre a su lado, no ser el monstro en el que la habían convertido.

Todo a su lado era diferente, su aura era blanca, pura y limpia, no tenía malicia, maldad u odio, no conocía de venganzas o  resentimiento. Su alma era cálida, transparente. Sabía muy bien que ella también padecido de los horrores de la guerra, que había sido capturada y apresada, que sus ojos vieron morir a muchos y que ella misma había luchado para conservar la vida de inocente, sin embargo, a pesar de todo su corazón no albergaba resentimientos.

Y ahora que la tenia al borde de ese empinado peñasco apuntándole con su varita, dispuesta a herirla, a matarla de ser preciso, ella solo la miraba con cariño y le sonreía ¿Cómo podía ser posible? ¿Cómo podía sonreír? ¿Por qué no levantaba su varita para defenderse?

Era incomprensible, Luna tenía en su mano su varita, mas no la levantaba, solo esperaba, esperaba quizás lo inevitable.

-Haz lo que tengas que hacer. -Le dijo de  pronto, sin perder la dulzura de sus palabras, sin dejar de mirarla con afecto.

Sorprendentemente acomodo su varita tras su oído y extendió los brazos a la espera de que Fedra tomara su decisión.

Los ojos negros de Fedra estaban empañados de lágrimas, apretaba con fuerza su varita, temblaba y se estremecía en un debate interno, sabía que debía hacer, sabía que tenía que capturarla, esas eran sus órdenes.

-¡MATALA! -Escucho la voz contundente de Kendra ordenando que cambiara de planes, se estremeció ante el mandato.

-No puedo. -contesto bajando un poco su varita y eso fue suficiente para sentir como miles  y miles de cuchillos se clavaran en su brazo izquierdo.

-Obedece o lo hare yo misma y sabes que será mucho peor. -Le dijo con burla.

-Está bien. -Contesto rendida. -Lo hare. -Acepto con voz quebrada, sabía que no mentía, que de ser la presencia de su hermana quien aniquilara a Luna, lo haría después de torturarla, solo después de hacerla sufrir y arrancarle hasta el último grito la mataría, era entonces preferible hacerlo rápido, sin sufrimiento, sin dolor innecesario.

Luna permanecía en silencio sin hacer ningún intento por defenderse, solo su semblante vario un poco cuando vio que la pelirroja sufría bajo un hechizo que le hizo varios cortes a la piel de su brazo izquierdo, sus ojos azules se llenaron de preocupación.

Fedra dio un paso hacia la rubia que estaba casi en el borde del peñasco, temblaba mucho y las lagrimas seguían fluyendo por su rostro, sus ojos negros demostraban todo el dolor que sentía, toda la tristeza que la embargaba, de solo ver el rostro preocupado y afligido de Luna se sentía mucho mas culpable.

No sabía cómo podía ser posible que a pesar de todo ella sintiera compasión por un ser tan repulsivo como ella, ¿Por qué Luna tenía que ser tan buena? Que ni en esos momentos pudiera odiarla como se merecía.

-No te preocupes harás lo que tengas que hacer. -Le repitió con dulzura y sin temor alguno estiro su mano y limpio el rostro de Fedra secando sus lágrimas a pesar de que aun la apuntaba con sus varita.

-Tengo que matarte. -Le dijo con dolor la pelirroja, como si trata de explicar que no tenía más opciones.

-Entonces pronto veré a mi madre, no será tan malo. No debes preocuparte yo te perdono. -Aseguro con sinceridad sin perder la sonrisa.

Esas palabras tuvieron un efecto sorprendente en el pecho de Fedra, ¿Era posible que la perdonara tan fácilmente? Que en ese momento pensara en su madre muerta y que pronto la vería, ella misma se vio influenciada y recordó a su madre, su rostro alegre, su cabello tan rojo como el fuego y  sus ojos amorosos.

-¡Mátala! -Pareció susurrar el viento pero claramente era la empalagosa voz de Kendra amenazando de nuevo.

Tenía que obedecer, no tenía opción, pero como hacerlo cuando Luna le sonreía con tanta dulzura, con esa serenidad tan propia de ella. Había sido tan fácil convencerla de que la siguiera a las entrañas del bosque prohibido, tan sencillo llevarla por esas laderas hasta subir a los empinados peñascos que estaban en un extremo de ese tétrico lugar.

Sus intenciones eran desmayarla, dejarla amarrada y en el interior de una de las muchas cuevas que estaban a lo largo de esos muros de roca, en las empinadas laderas. Pero Kendra parecía disfrutar demasiado de hacerla sufrir y sabía bien de su afecto hacia esa frágil rubia que la había consolado en sus aflicciones sin nunca preguntarle nada, sin cuestionarla jamás, solo  limitándose a darle calor a su frio corazón.

-¡Hazlo ya! -Ordeno con impaciencia Kendra.

Sin dejar de llorar, estiro su varita levantándola un poco, su mano temblaba como todo su cuerpo, sabía que al cumplir con la orden de su hermana una parte de ella moriría con Luna.

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Hermione estaba desesperada no encontraba a Luna por ningún lado, había ido a buscarla para pedirle explicaciones por la nota que le había enviado, no lograba entender lo que significaba el mensaje escrito, así como la foto incluida que debía ser propiedad de Fedra.

Caminaba por los pasillos rumbo a su clase, a la que sería la última  de Defensa contra las artes oscuras. De repente una idea cruzo por su mente cuando volvía a leer la nota y veía con atención la foto, tuvo que detener su paso pues la esa sola  idea  la hizo palidecer a tal punto que tuvo que sujetarse de la pared para no caerse, leyó de nuevo la nota con los ojos sumamente abiertos y pronto se llenaron de pánico cuando comprendió que Luna le estaba dando  la clave que le faltaba para comprender un poco la presencia de Rupert Gray en los planes de Vladimir.

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