Sanando Mis Heridas

By HelenaGrand

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Malfoy se lamentaba de tantas cosas, pero ya era tarde para enmendarlas, ya no disponía del tiempo y aunque l... More

Expreso de Hogwarts
Estoy Sola
Promesas
Las Culpas
Spattergroin
Solos en el mundo
Dos Opciones
Un Moustro
¿Esta es mi vida perfecta?
Decir la Verdad Requiere Valor
Ambos han sufrido mucho
¿Dónde está tu sangre azul?
Alejando Pesadillas
No Todos Comprenden
Un Poco de Consuelo
De Vuelta al Mundo Real
Esa pequeña Piedra
La Misma Oportunidad que Tengo Yo
Decisiones
Esos Ojos
Te Preocupas por Ella
Otro Parkinson
Duelo
Intentando Descifrar sus Secretos
Elegir un Bando
Tienes que ser Fuerte
Obsesión
Misteriosa
La Piedra de la Resurrección
Sin Cargas del Pasado
Fedra
Te Necesito
Una Mala Noticia en Navidad
Noche Difícil
Convicción
Fue Ella
La Historia de Fedra y Kendra
Luna y la Clave de Todo
Cuando el Amor se Transforma en Odio
No Puedo Negarme
Te Ofrezco una Oportunidad
El Dueño de su Corazón
Utilizándonos
Una Liebre
Muere un Valiente
Humillaciones
Tus Enemigos, Mis Amigos
Resignada a su Destino
Granger o Malfoy
La Nueva Pansy
¿Un Corazón Bueno?
Sobre su Tumba
El Amor no es Siempre lo que Debe Ser
Miedos y Sueños
Costumbres
Cartas De Amor

No lo Merezco

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By HelenaGrand

-7-

No lo Merezco

Abrió los ojos con dificultad, sus parpados estaban pesados y se le dificultaba incluso respirar, intento moverse pero desistió cuando el dolor se comenzó a expandir por su cuerpo por cada extensión nerviosa de su piel, y ardía como si se estuviera quemándose en vida, un quejido se escapo entre sus labios, mismo que se agudizo cuando ese sonido rasgo su garganta

Todavía no podía enfocar su vista, todo a su alrededor era borroso y confuso, su mente aturdida le impedía reconocer donde se encontraba, nada tenía sentido o forma en su entorno, solo podía sentir el dolor agudo incrustándose en su piel como brazas ardientes que le consumían en una agonía interminable.   

Un agudo quejido salió de nuevo por de su boca y de inmediato sintió como se hundía un costado de la cama donde estaba recostado, después solo una presión sobre su frente y frio, un frio expandirse por su piel dándole un poco de calma, parando un poco ese ardor que quemaba y atravesaba cada poro de su piel.

Cerro de nuevo sus ojos abatido y exhausto después de tal suplicio, pero estaba consciente de la oleada fresca que comenzaba a expandirse por la extensión de su piel calmando y acallando ese ardor, primero en su rostro para después avanzar por su cuello y hombros, sintió un alivio infinito cuando llego a su pecho y a sus brazos, se entrego a esa sensación placentera, a la suavidad de un tacto que marchaba con extrema lentitud sobre cada parte de su ser. Ni siquiera se preocupo cuando esa sensación de bienestar se extendió  mas, hasta incluso tocar zonas prohibidas.

No abrió los ojos aun cuando sintió como le daban a beber algo sumamente amargo, no tenía fuerzas ni siquiera para protestar, pero beberlo le ayudo a recobrar un poco de las fuerza perdidas, solo lo suficiente para que sus parpados no fueran tan pesados y su nublada vista se despejara un poco.

Quiso hablar, decir algo cuando esa sombra  nebulosa que le había impedido ver y entender lo que ocurría se comenzaba a disipar.  Pero que decir cuando no entendía que pasaba, no conocía la razón por la que tenía un sueño como ese, porque estaba convencido que era un sueño, no podría ser otra cosa, o quizás era que lo que había bebido lo trastorno tanto que le había hecho perder la poco cordura que le quedaba.

La veía mover los labios pero no escuchaba nada, solo un zumbido molesto en sus oídos y nada más, ella pareció entender que no la escuchaba por lo que dejo de hablar. No había en su rostro ningún atisbo de emoción, se mantenía seria mientras movía afanosamente una serie de frascos que estaba colocados de manera meticulosa sobre la mesa de noche y vertía un poco de aquellos fluidos de colores sobre un tazón hasta formar una solución en la que sumergió un paño.

Hasta entonces fijo su vista en los ojos grises del rubio, ya no intentaba explicarle con palabras nada ya que sabía que no la escuchaba, ahora solo lo miraba con tranquilidad intentando hacerle saber que bebía seguir con su labor y necesitaba su permiso. Hermione era consciente que Malfoy no podría resistirse pero también compendia que no era correcto forzar las cosas al aprovecharse de lo expuesto que estaba.

Lo miro largamente y  el rubio pareció entender sus intenciones, no podía hablar ni moverse sin acrecentar sus dolores físicos, así que solo parpadeo una vez, Hermione asistió con la cabeza entendiendo que le daba permiso.

Con el paño impregnado de esa solución acuosa reanudo las curaciones sobre la lastimada piel pálida del rubio, comenzó de nuevo por el rostro dando pequeños toquecitos para humedecer cada porción de piel. Era una tarea delicada y debía tener sumo cuidado para no lastimar aun más de lo que estaba, siguió por su cuello y bajo aun más por su pecho hasta la cintura antes de regresar a los hombros y la extensión de sus brazos.

Se levanto de la cama sin soltar el tazón aun lleno de poción y el paño sujeto en la otra mano, y con el mismo cuidado siguió con el proceso de embadurnarlo también de los pies,  piernas y muslos.

Hasta entonces Malfoy cayó en la cuenta que solo estaba vestido con unos ligeros bóxer que se ceñían a sus afiladas caderas cubriendo sus partes intimas. Si no estuviera tan débil y pálido por la enfermedad hubiera enrojecido de la vergüenza y la humillación.

Cuando hubo terminado dejo el paño sobre el tazón, cubrió al chico con una sabana hasta los hombros  y se fue a sentar a una silla frente a la ventana, tomando un libro que descansaba sobre su asiento.

Draco seguía sin creer lo que ocurría, ya dudaba que eso fuera un sueño, pero aun no entendía que era lo que había pasado, no recordaba nada que no fuera haber regresado a su habitación después de encontrarse a Granger frente a la chimenea y sentí esa amargura que le daba haber hecho de su vida un infierno.

Pero de esa noche ya había pasado once días, en los que la castaña había fungido como su enfermera personal. La devoción con la que lo atendía era mucha, no le importo tener que desvestirlo comprendiendo la gravedad de la situación, no podía meterlo a bañar a la tina debido a las lesiones en la piel, pero cada día sin falta limpiaba mediante una esponja y agua especialmente preparada para dicho fin cada parte del cuerpo de Malfoy para dejarlo limpio antes de efectuar las curaciones.

Hermione no leía en realidad, solo fijaba sus ojos en las páginas amarillas, se sabía de memoria todas las historias, pero le tenía un especial aprecio  a ese libro de pastas maltratadas que casi se desprendían y que había recibido de herencia. Suspiro al recordar al longevo director de blanca y larga barba, sus ojos azules oculto bajo sus lentes de media luna que apenas se sostenían es esa nariz torcida a la derecha, pero como olvidar al gran Albus  Dumbledore y esa mirada que traspasaba el alma, como no tener presente su sentido tan peculiar del humor y esa sonrisa afable que siempre mostraba cierto toque de amabilidad e inteligencia oculta en un aire de locura.

Acariciaba las pastas de ese libro con devoción recordando que esa era la prueba de que su siempre lógica mente le había hecho dudar de la realidad que encerraba la fabula de los tres hermanos y las reliquias que la muerte les había entregado. Esos recuerdos parecían tan lejanos, tan distantes y nublados como si hubieran pasado ya largos años y no solo algunos meses.

Suspiro con tristeza y cerro el libro abrazándolo con fuerza contra su pecho, lo único que no la dejaba perderse en esa ilusión de que guerra era algo tan lejano era el dolor que no la dejaba vivir.

Hasta entonces sintió la mirada de Malfoy clavada en ella, no sabía cómo interpretar la forma en que la observaba, pero podía denotar un poco de desconcierto, era muy probable que quisiera saber que le había pasado y por qué se encontraba en ese estado deplorable.

El zumbido en los oídos del chico se mantenía intermitente, era molesto pero no podía hacer nada al respecto estando como estaba. Observaba fijamente a Hermione sentada en su silla y abrazando un libro, la notaba triste, ausente la añoranza en sus ojos era palpable como el sufrimiento.

Sus ojos se conectaron un segunda y la vio levantarse de la silla, dejando con cuidado el libro en el asiento libre y caminando hacia él, el corazón del blondo comenzó a latir con fuerza al ver como tomaba su varita y le apuntaba directo a la cara, hubiera deseado que lo matara en ese instante para ya no sentir nada, pero ella tenía unos planes muy distintos.

Una luz dorada salió de la punta de la varita de la castaña y entro por uno de los oídos de Malfoy y salió por el otro antes de desaparecer en el aire. El rubio escucho un  plop y el zumbido desapareció.

-Ya puedes escucharme. -Le pregunto sentándose a un lado de la cama para cambiar el paño que descansaba en su frente.

Intento hablar, pero apenas consiguió que sus labios temblaban un poco al querer articular una simple palabra.

-No te esfuerces. -Indico. -No necesitas contestarme, solo quería comprobar que ya me escuchabas, supongo que quieres saber qué es lo que te paso. -coloco el paño húmedo sobre la frente y lo miro a los ojos para ver como parpadeaba un par de veces en señala de aceptación.

-Bueno aun no sabemos cómo pero te contagiaste de Spattergroin, estamos aislados en la torre, estuviste muy delicado durante varios días, por eso aun ahora no puedes moverte, debes de sentir ardor y escozor por todo tu cuerpo, eso es debido a las lesiones y llagas que ocasiona la enfermedad, que hayas reaccionado es un gran avance, pero la fiebre aun no sede por completo lo cual todavía es un riesgo. El ministerio está haciendo investigaciones para determinar la fuente de tu contagio ya que es una enfermedad delicada, sumamente contagiosa y que solo se contrae por estar expuesto a un hongo que se supone está controlado, por lo que creo esto fue un atentado directo en tu contra.

Tomo una pequeña toalla seca y limpia un par de gotas de agua de sudor que resbalaban por el rostro de Malfoy.

-Trata de descansar. -Le pidió al ver la angustia en los ojos grises de Draco. -¿Quieres que te de una poción para dormir?

Parpadeo una vez. -Supongo que eso quiere decir que no. -te parece una vez para no y dos para un sí. -Dos veces más cerró y abrió los ojos. -De acuerdo

Con sumo cuidado lo levanto un poco para colocar una almohada bajo su espalda para enderezarlo un poco y a pesar de la delicadeza empleada por Hermione, Draco se quejo un poco con el movimiento, su cuerpo estaba engarrotado por la falta de movimiento.

-Lo siento. -Se disculpo

En esa posición Draco podía ver la piel de sus manos que descansaban a sus costados, las lesiones no se veían nada bien y seguramente dejarían cicatrices. La Gryffindor parecía adivinar sus pensamientos.

-No te preocupes, dudo mucho que te queden marcas en la piel, al menos no tan notorias, por eso hay que mantener hidratadas las lesiones para evitar que cicatrices de mala manera, la fiebre empieza a ceder, ¿Quieres que te deje un momento a solas? De acuerdo en un rato mas regreso a ver para darte las pociones que te toca, voy a mandar un patronus para avisar a McGonagall que ya despertaste.

Coloco en una charola, algunos paños sucios y tazones, saliendo de la habitación  y cerrando la puerta tras de sí.

Draco seguía consternado por su situación, tampoco entendía de qué manera se había contagiado de Spattergroin, pero se sentía tan humillado de depender de esa manera de otra persona y mas considerando que se trataba de Granger, a la chica que le había hecho pasar por un infierno con sus insultos, maltratos y humillaciones.

Los remordimientos lo carcomían aun más que antes, estaba agradecido  pero al mismo tiempo sentía que no merecía en lo mas mínimo que alguien se ocupara de el, mucho menos esa Gryffindor, por eso le había pedido estar solo, verla acrecentaba su vergüenza.

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