Percabeth entre mortales

By PoseidonDescendant

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Admítanlo, nuestro mundo está lleno de mortales, por lo tanto, nos vivimos cruzando y relacionando con ellos... More

Me humillo en la TV estudiantil
Sabios consejos de un duende latino
Es el tipo del que no es mi tipo
Un poco de amor
Película no ATP
Golpeado por chicas
Nace un Percababie.
Fiesta en la piscina
Debo prestar más atención en historia
No peleaban por mí
El vómito no es romántico
Nueva en New York
No debí interferir
Voy a morir, y la culpa la tiene un remo
Aprendí la lección
Mi fruto prohibido
Los primeros besos apestan
Creo que hago llorar a dos chicos grandes
¡Tengo a alguien para presentarte!

Mis nuevas amienemigas

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By PoseidonDescendant

Tasha Queen, mortal.

Soy una chica hermosa. Esa es la realidad.

Y cuando digo hermosa, hablo de que soy verdaderamente hermosa.

Una Miss Universo adolescente, la lindura en persona. Toda una diosa griega. Invicta en varios concursos de belleza desde que uso pañales. Esa soy yo.

Pero ser una de las más hermosas en el mundo, y la más atractiva en mi instituto no es tarea fácil. Puede parecerlo, pero no lo es.

Es decir:

Tengo una imagen que mantener. Nadie, absolutamente nadie, me puede ver con mal aspecto. Una vez falté toda una semana a clases porque un espantoso grano había tenido el descaro de aparecerse justo en medio de nariz.

Tampoco puedo permitirme una mala foto. Puede llegar a arruinar toda mi reputación y estropear por completo mi futura carrera como modelo.

Y ni de hablar del atuendo y del maquillaje. Siempre me levanto bien temprano para asegurarme de que mi ropa sea esplendida y que al maquillarme quede impecable.

Constantemente me encargo de que mi largo y liso cabello dorado, mis hipnotizaste ojos azules, mis carnosos y rosados labios, mi perfecta figura y mis marcados pómulos; resalten aún más de lo que ya lo hacen por si solos.

Y ya que la primera impresión es lo que cuenta, y hoy inicia un nuevo año escolar, donde llegan nuevas personas que todavía no me conocen, me preocupé el doble de lo que normalmente lo hago en mi apariencia; y cuando me aseguré de que me encontraba perfecta fue cuando decidí bajar. Lista para ganarme la aprobación de mamá.

Mi madre, Evelyn, al verme decidió dejar de lado su ensalada de frutas y dedicarse por completo a la tarea de analizar mi aspecto.

—Debiste haberte puesto la blusa morada — criticó.

—No tengo una blusa morada— comenté tratando de no sonar irrespetuosa.

—Deberías conseguir una.

—Odio el morado— susurré.

Ella me miró, sin ninguna expresión en su rostro. Otras madres hubieran, como mínimo, fruncido el ceño. Mi madre no hace eso, dice que genera arrugas.

—Es una pena. —suspiró— Hubiera encajado con tu tono de piel, pero ya que no estás tan impresentable y a tus compañeros pareces gustarles, supongo que puedes ir así.

—Gracias. —agradecí.

Ustedes no la conocen, ¿de acuerdo? Eso fue un alago.

—Después de la escuela iré a conseguirme una blusa morada.

Ella me sonrió.

—Esa es mi chica. Recuerda, cuando llegues sonríe. Mantén la sonrisa...

Y mantén la belleza. —completé— Lo sé.

Me miró orgullosa. Siempre lo hace cuando hago algo que es de su agrado.

—Bien dicho. Ahora vete no querrás llegar tarde. —aconsejó.

Obedecí. Siempre le obedezco.
______________________________________
La escuela se veía igual. No hubo remodelaciones durante el verano.

Los alumnos se veían iguales. Todos divididos en grupos, sin interactuar unos con otros más allá de su círculo social.

Todo se veía exactamente como el año anterior.

Solo que no lo era...

Hubo un cambio, y me enteré de él cuando estaba sacando mis libros para el segundo periodo. Harper Simpson, la chica que se autodenomina "mi mejor amiga", llegó corriendo a decirme algo que en palabras de ella era súper mega importante.

—Oí un rumor— me contó.

—¿Ya el primer día? Wow, nuevo record. —exclamé.

—Sí, pero ese no es el asunto. Me enteré que hay dos chicas nuevas, y según los chicos están muy buenas.

—¿Y eso que tiene? A los chicos de esta escuela todas les parecen buenas. — solté cansada.

—Escuché decir a uno de ellos que eran mil veces más lindas que tú.

Eso sí llamó mi atención.

—¿Qué? —pregunté esperando haber oído mal.

—Fue lo que dijeron.

—¿Quiénes son? —interrogué algo desesperada.

—No lo sé, aun no las he visto.

—¿Al menos sabes sus nombres? —inquirí.

— Se llaman Callie y Annabelle, o algo así. No estoy muy segura. —contestó.

—¿A qué te refieres con que no estás segura? Dios Harper, eres una inútil. — chillé.

—Lo siento... yo— tartamudeó.

—Déjalo así. —exigí— Iré a buscar información sobre esas zorras por mi propia cuenta.

Tras eso cerré mi casillero con fuerza.

—¿La piyamada en mi casa este fin de semana sigue en pie? —se estremeció al hacerme esa pregunta.

Solté un suspiro, le dediqué una ojeada al cuerpo tembloroso de la castaña.

—Sí— confirmé.

Harper me regaló una sonrisa tan grande, tan pura y tan amigable, que yo no pude hacer otra cosa más que responderle con otra parecida antes de darme la vuelta con la intención de localizar a mis objetivos.
______________________________________

Mi búsqueda, fue complicada. Era difícil buscar a dos chicas de las cuales desconocías el rostro, el nombre y... bueno prácticamente, todo.

La solución llegó a mí en forma de secretario de la directora, Chase, quien amablemente me contó que era mi turno de hacer de guía a uno de los nuevos.

Me tocó enseñarle la escuela a una chica, una tal Calipso.

Descubrí que ella era una de las zorras que buscaba cuando la mitad de los chicos, en vez de coquetear conmigo, me rogaron cambiar a Calipso por quien sea que les haya tocado a ellos. Sus argumentos se basaron en que, según ellos, serían el gran guía que esa chica se merecía.

¡Por favor! Apenas y se saben el nombre. Son patéticos.

Así que aquí estoy yo. Dirigiéndole una falsa sonrisa a esta chica de largo cabello color caramelo, ojos marrones y piel clara, a la que algunos idiotas la llegaron a creer más linda que yo. Pff, como si eso fuera posible.

—¡Hola! — saludé con un fingido entusiasmo— Bienvenida, espero que no te hayas sentido incómoda en tu primer día. Soy Tasha Queen, un gusto.

—Hola. — su sonrisa me permitió ver sus parejos y blancos dientes—Soy Calipso, gracias por mostrarme la escuela, eres muy amable.

Evité decirle algo como que de todas formas estaba obligada a hacerlo.

—Es un placer. — dije— ¿Comenzamos?

Mientras la mayoría estaba en clase, yo le enseñé a Calipso el patio, la biblioteca, el gimnasio, los baños y los casilleros. La chica hacía demasiadas preguntas, es decir, ¿a quién le interesa cuando se fundó la escuela? Y si de verdad eso le importa que saque su celular y lo busque.

Cuando terminamos el recorrido ya era hora del almuerzo, así que fuimos juntas al comedor. Al entrar Calipso exclamó:

—Allí está mi amiga, —señaló a una rubia que estaba a unas mesas de distancia— ¿quieres venir con nosotras? —preguntó.

Yo acepté al instante, existía la posibilidad de que esa chica sea la zorra número dos. Y ya saben lo que dicen: mantén a tus amigos cerca, y a tus enemigos aún más cerca.

—Annabeth, ella es Tasha. Tasha, Annabeth. —presentó Calipso.

La rubia, Annabeth, quitó sus ojos de su libro y los posó en mí. Saludó con un movimiento de cabeza el cual yo imité.

—Tasha fue mi guía— explicó Calipso al notar que nadie decía una sola palabra.

—Tienes suerte de que tu guía te haya agradado. —habló Annabeth— El mío fue un idiota, apenas llegamos al patio estuvo como quince minutos hablando de que era el capitán del equipo de fútbol americano y de lo genial que era.

—Oh sí, él es Tyler. Salimos una temporada. —comenté— Pero desde que lo dejé se ha comportado como un imbécil, sale con la mayor cantidad de chicas posibles, y todo para olvidarme.

Annabeth levantó ambas cejas, impresionada ante mi declaración.

—¿En serio? —preguntó—Porque no lo oí mencionar tu nombre en ningún momento.

—Es un tema delicado, seguramente no habló de mí porque si lo hacía iba a largarse a llorar— revelé.

Por cómo me miraron los grises ojos de Annabeth, entendí a la perfección que ella no se había tragado ni una sola de mis palabras. Pero aparentemente no era un tema que le interesara discutir porque lo ignoró por completó.

En ese almuerzo me senté a comer con Annabeth y con Calipso. En ese almuerzo me dediqué a conocer un poco más de ellas, además de sus nombres. En ese almuerzo nació nuestra "amistad", o cómo sea que se le llame a los almuerzos siguientes, a nuestras pláticas, a nuestras salidas, a Annabeth siendo mi compañera de laboratorio, y a Calipso siendo mi compañera de español.

Tal vez, solo tal vez en algún momento llegué a considerarlas amigas reales. Pero eso no pudo durar. No cuando los rumores de los que me había hablado Harper se expandieron, y ahora no era que algunos idiotas hormonales los comentaban, sino que todos lo hacían. Así que tuve que fingir que nada de lo que estaba sucediendo me afectaba, para después a sus espaldas, hablar cosas horribles de mis amienemigas.

Sí, tal vez inventé algunas cosas, pero todo era para mantener mi corona. Para seguir siendo la reina.
______________________________________

— ¿Annabeth y Calipso son ahora tus mejores amigas? — me interceptó un día Harper.

— ¡Por supuesto que no! —exclamé indignada.

—¿Entonces por qué te la pasas con ellas? —interrogó— Ya casi no pasamos tiempo juntas, extraño a mi mejor amiga.

Decidí no soltar algo así como un nunca fuimos mejores amigas. Dudo que eso lleve a un buen lugar.

—Tranquilízate, esto no será así siempre.

—¿Cuánto durará?

—No lo sé, pero no falta mucho.

Antes de que Harper pueda decir algo más, escapé de ella con la excusa de que debía ir a clase de matemáticas.

En el camino me encontré a Annabeth y a Calipso, las cuales, a decir verdad, parecían muy emocionadas.

—¿Quién cumple años? —curioseé cuando me acerqué a ellas.

—Leo y Percy vendrán de visita— explicó una entusiasmada Calipso.

—¿Quiénes son Leo y Percy? — pregunté confundida.

Nunca había oído hablar a las chicas sobre ellos. Lo juro, cada vez que puedo trato de recolectar la mayor información posible sobre mis "amigas". Por eso una vez intenté conseguir una tarántula por Internet, cuando me enteré que Annabeth odiaba las arañas quise comprar una con la meta de arrojársela a la cabeza. Claro que no pude hacerlo, necesitaba una tarjeta de crédito para eso, y no pensaba pedirle a mi madre la suya, no sabía cómo iba a explicarle que quería comprar una araña.

—Son nuestros novios— volvió a decir la chica de ojos marrones.

—¡Wow! — exclamé—No sabían que tenían novios.

—Se lo decimos a los chicos todo el tiempo— dijo obvia Annabeth.

—Sí, lo sé. Pero pensé que era una mentira para que las dejen en paz— confesé.

Y era verdad, cada día más de un chico le pedía el número a alguna de las chicas (chicos que, por cierto, antes me buscaban a mí), y la respuesta de ambas siempre era tengo novio.

Ellas me dirigieron una mirada extraña antes de que sonara la campana y cada una se marche a su respectiva clase.

Así que ambas tienen novio. Tal vez esta información pueda servirme de algo.

Lo lamento, zorras. Para la próxima no traten de invadir mi territorio.
______________________________________

Cuando conocí a Leo y a Percy por poco se me corta la respiración.

De acuerdo, Leo no era la gran cosa. Un enano latino, nada importante.

Pero Percy, él sí que era hermoso. Con sus ojos verdes y su cuerpo bien marcado, casi me da un infarto cuando lo vi. En realidad, odié aún más a Annabeth por el simple hecho de que ella fuera su novia.

Por fortuna, si mi plan salía a la perfección, no solo Annabeth y Calipso iban a caer de una buena vez de mi cima, sino que, probablemente, en el proceso, las pobres queden solteras.
______________________________________

El día en el que iba a llevar a cabo mi plan, desperté de muy buen humor. Después de tantas semanas soportando comentarios de lo lindas que eran Calipso y Annabeth, al fin yo iba a volver a ser el centro de atención.

Al llegar al instituto corrí directo hacia el casillero de Annabeth, rezando porque la rubia ya haya llegado.

Por suerte la encontré allí.

—Calipso se fijó en tu novio. —revelé tratando de sonar sorprendida.

—Sí, lo sé. —respondió tranquila— Pero eso fue hace como tres años, y en ese entonces Percy no era mi novio. No te preocupes. —me calmó.

Esperen, ¿qué?

Bueno, no importa. Tú puedes Tasha, usa esto a tu favor. Haz que esas zorras peleen y se quiten de una buena vez de tu camino.

—¿Y cómo sabes que ya lo superó? Porque la vi hace un rato hablando con él, y por como actuaba parecía como si le siguiera gustando.

—Tasha, estoy segura de que te estás confundiendo.

Annabeth no parecía alterada, ¿acaso esta chica no es celosa?

—Annabeth, escúchame. —volví a intentar—No quería llegar a esto, pero ya que no estás dispuesta a creerme. Vi a Calipso besando a Percy.

Annabeth frunció el ceño ante mi declaración.

—Lo lamento, mucho. —proseguí— En mi opinión deberías ir y darle su merecido a esa zorra.

—Con que zorra, ¿eh? — habló alguien a mis espaldas.

Y ese alguien era Calipso.

Mierda.

Calipso me rodeó y se colocó al lado de Annabeth.

—Tasha, ¿por qué inventaste eso? — preguntó Calipso.

A diferencia de Annabeth, Calipso aún se veía tranquila, como esperando que existiese una explicación lógica que justifique mi comportamiento. La rubia, en cambio, ya se veía molesta y lista para darme un golpe que marque el fin de nuestra "amistad", a Annabeth no le gusta que le mientan en la cara, debí haber aprendido eso el primer día.

Yo, por mi parte, entré en pánico. Esto no estaba planeado, y la gente ya empezaba a rodearnos con el deseo de averiguar qué estaba pasando entre nosotras.

Vi a Percy y a Leo en medio de esa multitud. Fue cuando se me ocurrió una idea desesperada. Aunque no estoy segura por qué pensé que eso me iba a ayudar

Me acerqué a Percy, lo agarré de la camiseta y estampé sus labios contra los míos. Tenían un gusto salado, como el mar. Eso era chistoso, considerando que sus ojos eran verde mar.

Al final, una amiga de Annabeth sí había besado a su novio. Claro que Calipso era su amiga, mientras que yo era su "amiga". Pero de todas formas cuenta, creo.

Percy inmediatamente rompió el beso para, después, alejarse todo lo posible de mí.

Eso había sido vergonzoso, siendo honesta nunca me había pasado que un chico rechace uno de mis besos, aunque fue aún más humillante cuando Annabeth, no precisamente feliz de ver que otra chica había besado a su novio, me asentó un golpe que, probablemente, me deje un ojo morado.

— ¡Zorra! — chillé molesta cuando su puño se estampó contra mi rostro.

—Esto es por haber besado a mi novio. —declaró — Y esto, — tras eso me hizo una perfecta llave de judo— por haber fingido que eras nuestra amiga.

—¡Es mi turno! —vociferó una ansiosa Calipso.

Eso sí que fue una sorpresa. Es decir, la chica amante de las flores, la cual parecía tener un carácter pacífico y paciente estaba emocionada por golpearme.

Y eso habría hecho si no fuera por su novio, quien por cierto no había perdido la sonrisa traviesa, la tomó por la cintura y la atrajo hacia él.

—Tranquila, nena— le susurró en el oído.

—No me llames nena.

Su novio, Leo, en lugar de ofenderse por el tono brusco de su novia, tomó el rostro de la chica entre sus manos y le dio un dulce y tierno beso que pareció tranquilizarla.

En cuanto Annabeth, quien se veía preparada para un Round 2, también pareció relajarse gracias a su ardiente novio, el cual la tomó entre sus brazos y la abrazó de una forma realmente dulce, y tras eso la besó como para demostrar que era ella y solo ella la dueña de su corazón.

Ese, sin duda, fue el peor día de mi vida:

No solo mi plan había salido terriblemente mal, si no que mi reputación se hundió junto con él, al parecer algún chistoso grabó como Annabeth me daba mi merecido y lo había subido a la red con el título golpean a una zorra. Al ver el video mi madre casi estalla en cólera, tampoco ayudó que ahora mi ojo derecho haya adquirido un horrible tono morado (otra razón para odiar el color). Además, estaba el hecho de que el lindo novio de Annabeth, seguía siendo el lindo, y ahora inalcanzable, novio de Annabeth. Y para rematar, conmigo hecha a un lado, mis queridas amienemigas, (que por cierto no se molestaron en volver a dirigirme la palabra), fueron públicamente votadas las más bellas en el instituto quedándose oficialmente con el puesto que antes me pertenecía, el cual, si me lo permiten decir, parecía que ellas no valorarán. Pero supongo que así es la vida, a la gente linda también le puede ir mal. 

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