Al otro lado del hilo |Victur...

By epiphantay

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Victor Nikiforov y Yuri Katsuki están unidos por aquel hilo rojo del destino; hay ocasiones en las que éste d... More

De cero a cuatro.
De cinco a nueve.
De ocho a doce.
De catorce a diecisiete.
De diecinueve a veintitrés.
De veinticinco a veintinueve.
De veintinueve a treinta y tres.
De treinta y uno a treinta y cinco.
De cuarenta a cuarenta y cuatro.
De cincuenta y siete a sesenta y uno.

Treinta y tres a treinta y siete.

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By epiphantay

Yuri disfrutaba ir a casa de su hermana, procuraba ir al menos una vez cada dos semanas. Adoraba ver el crecimiento de sus dos sobrinos a través de algunas fotografías que había en la sala. Adoraba ver al gato familiar andar con elegancia por la casa. Y sobre todo adoraba la calidez de ese hogar, esa misma calidez que sentía cuando era un niño al crecer.

Mari se había levantado para retar a sus hijos, los cuales discutían desde sus habitaciones, esto le causó cierta diversión y no pudo evitar comparar su relación con la que el tenía con su hermana. Claro, cuando comenzó a crecer, justo al pasar la adolescencia discutió con su hermana infinidades de veces, discusiones que terminaban con fuertes azotes de puertas; siempre que discutían Yuri decía entre lágrimas:

—No volveré a dirigirle la palabra... Jamás.

No obstante, horas después se reunían en el sofá de la sala para seguir viendo una interminable serie de televisión, riéndose juntos de los malos chistes de ésta.

Mientras jugaba con el gato marrón, su celular vibró, anunciando la llegada de un mensaje.

"Recuerda que hoy me toca pasar por la cena.

Salúdame a Mari y los niños"

"De acuerdo, ¡no olvides los palillos esta vez, Victor!"

—Perdón —escuchó la voz de Mari, guardó su celular para prestarle atención—. Éstos niños harán que me explote la cabeza —comentó con una sonrisa traviesa.

—Así estaba mamá con nosotros. —de igual manera sonrió, recordando esa etapa de su vida. 

—No lo dudo.

Yuri se hizo una nota mental de llamarle a su madre en la semana para preguntar como se encontraba, también agregó un par de cosas que necesitaban del supermercado.

—Como sea, ¿cómo ha estado Victor? Hace tiempo no lo veo.

—Oh bien —tomó su taza de té y bebió—. Tiene mucho trabajo, me pidió que te mandase saludos.

Mari levantó una de las esquinas de sus labios, sus ojos -marrones como los de Yuri- lo observaron con detenimiento, su ceja derecha, de manera inconsciente- se levantó.

—Quieres preguntarme algo —adivinó Yuri al ver ese característico gesto. Siempre que Mari deseaba cuestionar algo y no se atrevía o intentaba formular la pregunta antes de hablar alzaba su ceja derecha—. Pregúntame.

—Sólo tengo curiosidad...

—Dime —alentó, dejando su taza sobre la mesa de centro y girando su cuerpo para poder ver su hermana mayor.

—¿En qué momento Victor y tú formaron una pareja? Quiero decir, eres amigos y de pronto, ¡bum! Pareja.

El de lentes recargó su codo sobre el respaldo del sofá y su mentón en la palma de su mano mientras meditaba un poco la pregunta.

—Victor es mi amigo, uno de mis mejores amigos, siempre será así, sin embargo no creo que lo nuestro empezó de la nada o de pronto—comenzó—. Él y yo nos conocimos en el momento indicado, justo en el momento que debió pasar, justo en el momento que los dos necesitábamos—sus manos comenzaron a moverse como normalmente lo hacía al hablar y adentrarse en el tema—. Creo que siempre hubo algo entre los dos, sin embargo, cada uno estaba pasando por diferentes circunstancias que aprendimos a superar juntos. ¿Qué en qué momento me enamoré de él? No lo sé, no tengo respuesta para eso, lo único que tengo claro es que mi vida es mucho mejor a su lado. Es como si te preguntara: ¿en qué momento te gustó el color verde? Y sí, puede ser una analogía tonta, pero es la única forma que puedo encontrar en estos momentos para explicarlo.

Mari lo veía con atención, asintiendo con la cabeza de vez en cuando.

—Así qué su relación evolucionó sin que se diesen cuenta.

—Sí, supongo que sí. No me di cuenta de mis sentimientos hasta que los tuve justo en frente de mí —soltó una risita.

—Pero jamás formalizaron su relación, me refiero no dieron un "nombre" —hizo comillas con sus manos.

—Somos adultos, para nosotros no fue necesario una etiqueta pues sabíamos que estábamos juntos, que nos queríamos, que nos queremos y que deseamos estar juntos por el tiempo en el que se nos sea permitido.

Su hermana estaba por hablar hasta que escuchó otro puertazo desde las habitaciones, suspirando se levantó de nuevo, pidiendo una disculpa para ir con sus hijos. En ese momento Yuri volvió a revisar su celular y, fue totalmente inevitable sonreír por el mensaje que leyó.

"No los olvidé, por cierto, Syn hizo sus necesidades en la entrada.

Es tu turno de limpiar.

Por cierto, te amo"

Al otro lado del hilo Victor intentaba buscar las palabras necesarias para regañar a su mascota, sin embargo, al ver a Syn emocionado por su llegada, ladrando de su manera tan característica le fue imposible.

—Que Yuri se encargue de eso —dejó en la cocina la comida china que compró al regresar de su trabajo. El perrito alegre lo seguía y como si fuese un bebé lo cargó entre sus brazos.

La llegada de Syn a sus vidas fue inesperada, ellos salían de comer cuando vieron a un can hambriento acercarse a un hombre y éste, al ver que era un perro callejero lo empujó, tanto Victor como Yuri fueron rápidamente al rescate del pobre animal que tan sólo buscaba un poco de afecto. 

El de cabello negro discutía con ese hombre mientras que Victor acariciaba y trataba de tranquilizar al perrito, pues éste no dejaba de temblar. Decidieron llevarlo con ellos a su hogar y, tras pasar dos simples horas con él, acordaron adoptarlo.

En cierta parte, Syn le recordaba a Makkachin, tan alegre, travieso y sumamente leal. Siempre recordaba a su caniche con cariño, ese cachorro lo había acompañado en muchos momentos difíciles de su vida y perderlo fue un suceso sumamente doloroso para él.

Dejó a Syn correr por el apartamento mientras se iba a cambiar de ropa para estar mucho más cómodo.

La habitación que tan sólo hace uno catorce meses le pertenecía únicamente a Yuri, ahora estaba mezclada con sus pertenencias y sus esencias, todo ese proceso ocurrió sin que ninguno se percatase de ello, de pronto, su ropa compartía espacio entre la cómoda y clóset, sus zapatos de pronto estaban junto a los del japonés, su loción favorita estaba al un lado de la de Yuri. Las paredes que en su momento estuvieron desnudas ahora dejaban ver algunas fotos de la feliz pareja, disfrutando sus vacaciones o simplemente sonriendo a la cámara.

Para Victor el destino era algo complicado y en muchas ocasiones no tenías idea alguna de que sucedía, sin embargo, éste tenía algo bueno preparado para ti... Al menos eso le gustaba pensar.

Escuchó los ladridos agudos de Syn antes de que la puerta se abriese, terminaba de ponerse su pantalón de la pijama cuando escuchó un gruñido de Yuri. Apretó los labios para evitar reír.

—¡Creí que estabas jugando y limpiarías! —el ruso sospechó que su pareja había pisado el charco de pis de Syn.

—Te dije que era tu turno —habló con calma desde la habitación, sonriendo divertido.

La única respuesta que obtuvo fue una serie de insultos en japonés hacia su persona. En ese momento le fue inevitable reír con ganas a costa de Yuri.

—Ámame.

—No. 

Tuve un pequeño bloqueo para éste fic, pero bueno, salí pronto, ahre. 

Nos leemos prontito, xHaruKatsuki. 

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