Treinta y tres a treinta y siete.

3.3K 484 20
                                    

Yuri disfrutaba ir a casa de su hermana, procuraba ir al menos una vez cada dos semanas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Yuri disfrutaba ir a casa de su hermana, procuraba ir al menos una vez cada dos semanas. Adoraba ver el crecimiento de sus dos sobrinos a través de algunas fotografías que había en la sala. Adoraba ver al gato familiar andar con elegancia por la casa. Y sobre todo adoraba la calidez de ese hogar, esa misma calidez que sentía cuando era un niño al crecer.

Mari se había levantado para retar a sus hijos, los cuales discutían desde sus habitaciones, esto le causó cierta diversión y no pudo evitar comparar su relación con la que el tenía con su hermana. Claro, cuando comenzó a crecer, justo al pasar la adolescencia discutió con su hermana infinidades de veces, discusiones que terminaban con fuertes azotes de puertas; siempre que discutían Yuri decía entre lágrimas:

—No volveré a dirigirle la palabra... Jamás.

No obstante, horas después se reunían en el sofá de la sala para seguir viendo una interminable serie de televisión, riéndose juntos de los malos chistes de ésta.

Mientras jugaba con el gato marrón, su celular vibró, anunciando la llegada de un mensaje.

"Recuerda que hoy me toca pasar por la cena.

Salúdame a Mari y los niños"

"De acuerdo, ¡no olvides los palillos esta vez, Victor!"

—Perdón —escuchó la voz de Mari, guardó su celular para prestarle atención—. Éstos niños harán que me explote la cabeza —comentó con una sonrisa traviesa.

—Así estaba mamá con nosotros. —de igual manera sonrió, recordando esa etapa de su vida. 

—No lo dudo.

Yuri se hizo una nota mental de llamarle a su madre en la semana para preguntar como se encontraba, también agregó un par de cosas que necesitaban del supermercado.

—Como sea, ¿cómo ha estado Victor? Hace tiempo no lo veo.

—Oh bien —tomó su taza de té y bebió—. Tiene mucho trabajo, me pidió que te mandase saludos.

Mari levantó una de las esquinas de sus labios, sus ojos -marrones como los de Yuri- lo observaron con detenimiento, su ceja derecha, de manera inconsciente- se levantó.

—Quieres preguntarme algo —adivinó Yuri al ver ese característico gesto. Siempre que Mari deseaba cuestionar algo y no se atrevía o intentaba formular la pregunta antes de hablar alzaba su ceja derecha—. Pregúntame.

—Sólo tengo curiosidad...

—Dime —alentó, dejando su taza sobre la mesa de centro y girando su cuerpo para poder ver su hermana mayor.

—¿En qué momento Victor y tú formaron una pareja? Quiero decir, eres amigos y de pronto, ¡bum! Pareja.

El de lentes recargó su codo sobre el respaldo del sofá y su mentón en la palma de su mano mientras meditaba un poco la pregunta.

Al otro lado del hilo |Victuri|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora