Nota: Este capítulo se me ocurrió tras leer uno de los capítulos de Percabeth vs Mortales (Fiesta al estilo griego) de xxloveshipsxx si bien no considero que este capítulo sea una copia del suyo quería aclarar cual había sido mi fuente de inspiración.
Piper Jacob, mortal.
Hola, soy Piper.
Tengo una pregunta para ustedes: ¿alguna vez los han dejado en la friendzone? Es doloroso, ¿cierto? Ver como la persona que amas no te corresponde y solo te ve como un amigo, cuando tú lo ves como algo más. Si están pasando por una situación así, tengo algo para decirles... ¡No sean tan malagradecidos! ¡¿Creen que para nosotros es una situación fácil el saber que un amigo está enamorado de nosotros?! ¡Es incómodo! Maldita sea, por lo menos tienen un lugar en nuestras vidas, tal vez no era el que querían pero no deberían desaprovecharlo, y es que hacernos sentir mal porque la amistad se terminó a causa de un amor no correspondido no va a hacer que de repente corramos a sus brazos. ¡Así que supérenlo!
...
Lo siento, creo que eso sonó grosero. No era mi intención, lo lamento mucho. Pero es que desde que descubrí que mi mejor amigo está enamorado de mí, he estado un tanto sensible, porque él es un gran chico: es inteligente, guapo, educado, amable, solidario y valiente; pero no es mi tipo, y honestamente lo último que quiero es arruinar la amistad que tenemos. Ay Jason, ¿por qué te tenías que enamorar de mí y echarlo todo a perder? ¡Estábamos bien como amigos!
¿Cuándo fue que comenzaste a suspirar cientos de Piper, cada día?
¿Cuándo fue que comenzaste a dibujar corazones alrededor de mi nombre?
¿Cuándo fue que comenzaste a escribir Piper Grace y Jasper en tu cuaderno?
¿Cuándo me dejaste de ver como una amiga?
No quiero romperte el corazón, querido amigo. Pero tampoco puedo corresponderte. Así que, ¿qué puedo hacer?
¿Sabe la respuesta?
Aún no...
—Señorita Jacob—oí la voz de mi profesora de matemáticas.
Fue ahí cuando volví a la realidad, tenía a la Sra. Robinson mirándome fijamente, al igual que toda la clase.
— ¿Eh? —pregunté un tanto aturdida.
La Sra. Robinson me miró con una expresión cansada, no era reconocida por su paciencia.
—Pregunté si sabe la respuesta—dijo apuntando a la pizarra, la cual en este momento tenía escrita una compleja ecuación.
—No—respondí un poco sonrojada.
—Entonces preste atención— sentenció, para después girar sobre sus talones y seguir explicándole a la clase lo que sea que estaba enseñando.
—Oye, ¿estás bien? —preguntó el rubio a mi lado.
Antes no me molestaba que Jason fuera mi compañero, pero ahora que sé acerca de sus sentimientos no me siento cómoda.
—Sí, solo estoy algo cansada. No dormí bien anoche—mentí.
—Si quieres luego te compro un café—ofreció.
—No hace falta.
—Insisto— y después de decir eso, volvió su vista al frente, mientras yo aprovechaba ese simple movimiento para alejar mi silla un poco más de él.
Ya sé que no tiene la peste, pero tal vez mi cercanía sacaba al idiota enamorado que hay dentro de él, ¿por qué otra razón se ofrecería a comprarme un café? Está tratando de enamorarme con actos inocentes y tiernos, no sé cómo decirle que no van a funcionar.
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Después de eso la jornada estudiantil continuó su curso, sin nada importante que merezca ser contado.
Al final del día Jason nos pidió a mí, a Emma, a Raquel y a Ben que nos reunamos con él en el estacionamiento ya que nos quería presentar a un primo suyo. Y cuando fuimos solo pude pensar una cosa:
¡El primo estaba buenísimo!
Era alto, pelinegro, con unos bellos ojos verde mar, musculoso pero no en exceso y su piel era clara y suave, sin ningún rastro de un asqueroso vello adolescente o de algún acné juvenil. Tenía una sexy sonrisa ladina en la cual pude ver asomar un diente levemente torcido; sin embargo, esa simple imperfección lo hacía aún más perfecto.
—Chicos, él es Percy. Percy ellos son Raquel, Emma, Ben y Piper—nos presentó Jason.
—Hola, mucho gusto— fui la primera en hablar.
—Espera, ¿dijiste que te llamabas Piper?—exclamó Percy.
—Sí—afirmé.
— ¿Algo para decir, Grace?—le preguntó el pelinegro a su primo con una sonrisa burlesca.
—No es lo que piensas—aseguró el ahora sonrojado rubio.
—Sí, claro—comentó Percy con un leve toque de sarcasmo.
Esperen, ¿eso significaba que le había hablado de mí a su primo? ¿Y si Percy estaba aquí para ayudar a Jason conmigo? ¿Eso significaría que para Percy sería algo así como un fruto prohibido? ¡Muchas gracias, Jason! Tal vez me alejaste del que podría ser el amor de mi vida. No, no me voy a rendir, si Percy se termina fijando en mí, entonces ambos vamos a pelear por nuestro amor ¡Seríamos como Romeo y Julieta! Excepto por el final, soy muy joven para morir.
—Y dime Percy, ¿dónde te estás quedando?—indagué.
—Pues, en la casa de Jason—respondió algo obvio.
Idiota, ¿dónde más se podría estar quedando?
— ¿Y qué te pareció la ciudad?
—No sé. No recorrí mucho—reconoció.
—Bueno, si quieres te puedo dar un tour—ofrecí.
—No creo que sea una buena idea—dijo nervioso.
—Yo creo que es una fantástica idea. No tienes de que preocuparte no muerdo y no tengo ningún novio celoso que vaya a golpearte—comenté inocente.
Ante mis palabras Jason frunció el ceño, creo que se dio cuenta de lo que pretendía; sin embargo, no tiene motivos para ponerse celoso, él y yo no somos nada. Tengo el derecho de coquetear con cualquiera, incluyendo su primo.
—Gracias por tu ofrecimiento Piper, pero yo como buen primo voy a ser el que le muestre el lugar a Percy—dijo Jason celoso—Adiós, chicos. Nos vemos mañana—se despidió el rubio.
¿Jason Grace acaba de arruinarme una posible cita? Ni siquiera le dio tiempo a su primo de hablar, tenía que contestar por él y luego largarse. Pues te voy informando Grace que tu primo tiene una muy sensual y carnosa boca con la que me podría haber respondido, así que tus servicios de portador de voz no eran requeridos. Si continua así no me va a permitir avanzar con su primo, voy a tener que hablar con Jason sobre sus celos uno de estos días.
— ¿Qué fue eso?—preguntó Emma.
— ¿De qué hablas?
—Habla de tu pobre coqueteo con el primo de Jason—contestó Raquel.
—Sí, esto huele a charla de chicas. Así que mejor me voy, adiós—se despidió Ben.
—Habla— ordenó Emma una vez que nos encontramos las tres solas.
—Me pareció un chico lindo, ¿qué con eso?
— ¿Qué con eso? ¿Me lo dices en serio? Piper, no sabes nada de ese chico. Tal vez es un idiota, tal vez tiene novia o tal vez es gay—explicó Emma.
—No parece gay— comenté.
—Dijiste lo mismo sobre Emma y yo, y míranos estamos juntas— dijo Raquel tomando la mano de su novia.
—No es lo mismo. Y sobre lo de la novia, ¿qué chica permitiría que un chico así ande libre sin ningún indicio que indique que no está disponible?
—Una que no es posesiva y que confía en su novio— razonó Emma.
—Chicas, las adoro por eso no quiero comenzar a discutir con ustedes. Adiós— me despedí y emprendí camino a casa mientras pensaba en el dueño de unos bellos ojos verde mar.
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Esta semana había sido grandiosa, el haber estado saliendo con Percy la volvía tan especial. Lo malo es que ahí también estaban mis amigos así que no puedo decir que tuvimos citas. Pero, por otro lado me había dado la oportunidad de conocerlo mejor, y llegar a la conclusión de que Percy Jackson era perfecto para mí. Además de ser peligrosamente atractivo, era divertido, gracioso, amable, valiente, tierno y leal, tal vez no era el chico más listo del mundo, pero no me importaba, me gustaba demasiado por eso lo aceptaba tal como era.
En cuanto a Jason, hemos estado distanciándonos. Pero no es mi culpa, él se volvió un loco y molesto celoso que se entromete cada vez que intento seducir a su primo. Creo que si comienzo a salir con Percy nuestra amistad va a terminar de una vez por todas, pero es un riego que estoy dispuesta a correr.
Antes si quiera notarlo ya era sábado y yo me encontraba haciendo mi rutina de ejercicios matutinos, en los cuales estaba incluido correr unos kilómetros. Hoy había optado por tomar un recorrido diferente al usual, y daba la casualidad que para completarlo tenía que pasar frente a la casa de Jason. Así que cuando me hallé frente a la gran casa blanca con un sofisticado y sutil diseño romano, decidí que sería cortes detenerme y saludar, por lo que me encaminé a presionar el timbre; sin embargo, antes de tocarlo oí unos leves gritos que venía del patio trasero.
Rodeé la casa. Los gritos cada vez se escuchaban con mayor claridad, y cuando por fin llegué a mi destino, mis ojos no daban crédito a lo que en este momento estaban presenciando: Percy y Jason se encontraban rodando por el patio como si estuvieran en una pelea, también parecían darse algunos golpes que se veían bastante fuertes, pero por el momento no vi sangre. Además de la pelea, al mismo tiempo se encontraban discutiendo, así que, oyendo sus gritos intenté sacar una conclusión de a lo que se debía la disputa.
—Era mía—gritó Percy.
—No es cierto—contradijo Jason.
—Fue especialmente hecha para mí, y tú me la quitaste—vociferó el pelinegro.
—¡Mentira!—soltó el ojiazul—Además, yo la vi primero—añadió Jason.
—Es que yo no sabía de su existencia—protestó Percy.
—Supéralo, Jackson. Y deja las cosas como están—exclamó el rubio.
—¡No!—aulló el ojiverde—Ni creas que te salvaste de esta, Grace. Me las pagarás—amenazó.
—No te tengo miedo—aclaró el rubio.
—Pues deberías. Nadie se mete con lo que me pertenece. Hubiera estado mejor conmigo—lloriqueó Percy.
—Pues yo estoy feliz de que hayamos terminado juntos—gritó Jason.
Justo en ese momento dos chicas aparecieron, una rubia de piel bronceada y la otra de pelo castaño cortado desigual y piel morena. Ellas separaron a Percy y a Jason, e intentaron calmarlos.
En otra circunstancia me hubiera preguntado quiénes eran estas chicas, de dónde habían salido y qué hacían en la casa de Jason. Pero había otro tipo de preguntas que eclipsaban mi mente:
¿Percy y Jason estaban peleando por mí?
¿Jason pensaba que éramos algo más que amigos?
¿Percy también me quería y se disponía a luchar por mi amor?
Si era el caso, mejor dejar las cosas en claro.
Me acerqué a Jason y lo encaré.
—Jason, no te amo,—le dije—y nunca lo haré. Deja de pensar que somos algo e intenta superarme, porque lo nuestro no va a suceder—aclaré.
—¿Piper?—preguntó algo desconcertado—¿Qué haces aquí?
Ignoré sus preguntas y me dirigí a donde estaba Percy siendo sujetado por la rubia, y le hablé empleando un tono dulce y romántico.
—Gracias Percy, sé que intentabas ganarte mi amor, todavía no entiendo muy bien porque decidiste golpearte con tu primo para conseguirlo, hubiera estado mejor que me invites un helado. Supongo que serán cosas de New York.—no te desvíes Piper— En fin, lo que te quería decir es que yo también siento algo por ti— declaré, para después tomar su rostro y besarlo.
Hubiera sido un lindo beso, podría haber relatado el particular sabor de sus labios y de las mariposas que sentí en mi estómago; sin embargo, nada de eso fue posible, ya que la chica rubia se interpuso entre nosotros.
—¿Por qué besaste a mi novio?— preguntó
—¿Novio? Creo que te equivocas— dije—Percy está enamorado de mí, por eso se estaba peleando con su primo, quien también está enamorado de mí, pero yo no le correspondo— expliqué.
—Si, no estoy tan segura de eso.— intervino la castaña—Pero ya que se mencionó el tema, ¿puedo preguntar por qué estaban peleando?
—Jason se comió la última galleta azul—explicó Percy.
—¡No es mi culpa!— protestó Jason— Percy no me compartió ni una, cuando me di cuenta que había olvidado una, no lo dudé ni por un segundo y me la comí.
Las chicas intentaron enojarse, pero se notaba que la situación les parecía cómica. A mí me resultaba incomoda, llegué a pensar que peleaban por mí. Pero no, la discusión la había provocado una galleta.
La rubia se acercó al pelinegro y le dio un pequeño beso en los labios.
—¿Qué te parece si entramos y preparamos más galletas azules?— propuso la rubia.
—Suena bien—aceptó Percy.
La castaña, entonces, tomó las manos de Jason y dijo:
—Y tú y yo podemos preparar unos brownies.
—¿Con mermelada de melocotón?— preguntó Jason ilusionado.
—Con mermelada de melocotón— confirmó la morena.
Cuando se giraron para entrar a la casa, todos parecieron recordar mi presencia.
—Cierto— dijo Jason—Piper, te presento a mi novia, Piper, y a la novia de Percy, Annabeth. Adiós— se despidió el rubio.
Tras eso todos entraron a la casa, excepto yo. Yo por otro lado, olvidando mi rutina de ejercicio, decidí volver a mi casa y buscar en Internet Como saber si a un chico le gustas. Porque créanme, después de pasar por ese vergonzoso momento donde descubrí que no peleaban por mí, decidí no volver a repetir esa experiencia. La próxima vez que un chico me guste, antes de declararme estaré 100% segura de que él me corresponde.