WHAT?! | Jeon JungKook.

By PWatermelon

66.5K 2.4K 1.4K

❝Desde la primera vez que te ví, supe que serías un gran problema para mí, JungKook.❞ ... More

✨➖W H A T?!
0.01 »» Bienvenido, joven Jeon.
0.02 »» No me interesa.
0.04 »» Niña (II).
0.05 »» Ay, Jeon JungKook.

0.03 »» Niña (I).

4.3K 276 74
By PWatermelon

Me hallaba caminando por el pasillo al cruce tres cerca del enorme salón de teatro, arrastrando los zapatos como si el piso fuese de gomaespuma (o de gelatina, posiblemente). Tenía la cabeza más metida entre el cuello que la vista fija en el suelo, o en cierto caso, en el entorno. Como el receso seguía en pie; muchos de los alumnos se encontraban transitando los largos pasillos de la academia. Y como yo era la guía particular de mi compañero de danza, no me quedaba más remedio que pasear con él a un lado, como si fuese su...

Bueno, no lo sé. Ya estaba cansada, agotada, y el que pareciese un nomo de jardín a su lado no me hacía ni una pizca de gracia.

Bufé, disimuladamente.

La palabra incomodidad se quedaría corta con lo que realmente sentía, en serio. Nunca me había gustado andar de ficha en el corredor (a pesar de que era bastante sociable y conocía a casi la mitad del instituto desde hacía un rato), y llevar semejante muchacho a un lado no hacía más que empeorarlo.

Las miradas enajenadas de las personas deberían ser consideradas ilegales en mis mundos frutales porque, ¿Cómo era posible que todos cuchicheasen sobre "el tour al chico nuevo y la japonesa mestiza"? ¡Qué les dieran a todos por el jodídisimo año! Eran unos jodidos chismosos. ¿Qué uno no podía simplemente defender su puñetera nota porque un hijo de frutilla maestro resentido arbusto de miércoles no agradaba de mí? Y sí. Iba a quejarme toda la vida por eso, porque netamente lo consideraba injusto. ¡Por los cielos!

Y es que por una parte no me extrañaba ni un ápice el que el maestro Kang quisiera hacerme esto. Es decir, desde que le estropeé sin querer una cita con la profesora de pintura y artes plásticas él me había agarrado un gran resentimiento que seriamente daba la impresión de ser duradero. ¿Pero qué iba a saber yo de que en el aula de pintura estaría el gran profesor tratando de cortejar a mi maestra favorita? ¿Umh? ¿Era acaso adivina? No. Porque a lo que mi madre me había explicado, ninguna de sus descendencias fueron hechiceros o brujos. Entonces, ¿a qué esperaba para dejar esa mala pasada? Era un resentido.

—Aquí son los vestidores de chicas y al otro lado del pasillo está el de los chicos—mencioné con el tedio ya remarcado en mis frases. La profesora de corte y costura se había ido de permiso urgente porque, según ella, a su auto lo estaban embarcando. Y cielos, en serio; en serio estaba siendo muy tolerante con esto como para no irme con cara de perro y dejar al más alto perdido entre los centros de ciencia. JungKook me miró de reojo y sólo murmuró un 'Hmh' diminuto, como un "entiendo", y transitó junto a mí hasta el otro recoveco. Sin mucho que añadir, al parecer—. Más adelante puedes ver los recursos y utilería para las obras de teatro—avancé resentida por el resto del trayecto y me hice un ovillo contra una butaca de aluminio, soltando un inmenso suspiro. Algo que, raramente, pareció no ser de molestia para el chico—. Deja que respire un poco, aún faltan dos pisos y apenas estamos en los primeros pasillos.

El muchacho hizo un gesto de despreocupación con una mano y se sentó moderado a mi lado, procurando que el espacio entre ambos fuese considerado.

—Creo que venir y darme este tour no estaba en tus planes, niña. ¿O me equivoco?—cuestionó con una ceja alzada y media sonrisa visible, como si de por sí este ya lo supiese. Aunque bueno, no era tan difícil de deducir—. Se nota que no te agrada.

Me desbaraté en el sillón haciendo unos berrinches demasiado patéticos y bastante infantiles, antes de decirle:

—¡Cielos, sí! ¡Yo sólo quería ir con mis amigas a mi clase de costura! ¡Quería comer galletas envueltas en almíbar de melocotón y disfrutar de la brisa del jodido día! ¡Pero no!—rodé los ojos—. ¡El estúpido profesor me tuvo que poner de niñera!—bufé fuerte y sonoro antes de echarme hacia atrás y sostener mi peso con ambas palmas, con las manos—. Lo más horrible es que: me quedé sin clase, sin amigas ¡y sin almíbar de melocotón! ¡Y el melocotón es necesario para que no muera sin azúcar! Dime, ¿Por qué rayos el mundo es tan cruel conmigo? ¿Qué he hecho mal para merecerme esto?

—Creo que estás exagerando mucho.

Lo giré a ver y abrí los ojos como si hubiese dicho una calamidad.

— ¡Ya! No seas insensible. Para una chica de mi edad esto es una atrocidad.

Oí como mi compañero chasqueaba la lengua y se hacía el ofendido, el desentendido, tanto o igual que yo. Y soltó, de un momento a otro, dejándome con una idónea cara de desconcierto:

—¿Qué edad tienes?—fruncí el ceño unos segundos, sin entender el porqué de querer conocer mi edad (porque obviamente, no venía ni al caso). Y le respondí, murmurando un diecisiete bastante seco. Él rió con sorna luego de oírme—. Oh, vaya, qué vieja estás.

—¡Cállate, niñito de mamá!—bramé como una loca escolariza y él volvió a reír.

Obviamente había captado el que se estaba burlando de mí. Era un estúpido.

—¿Cómo sabes que soy un niñito de mamá? Si aquí la que quería coser conejitos con olor a miel eras tú—contraatacó cruzándose de brazos y yo escondí los labios junto a un rubor.

—¡Oye!—espeté—. El que me guste coser y tejer no significa que sea una niña, ¿bien? No seas pesado. Además, ¿por qué querría coser exactamente conejos? ¿Qué quieres que te haga uno para que se lo des a tu madre y que te robes todos los créditos? No, gracias.

JungKook negó, reteniendo una de esas risitas burlonas que bien sabía se estaba insinuando por sus comisuras rosáceas.

—No—negó y movió el rostro a un costado, para acto seguido, ladear los labios como todo un engreído—. Serías una niña aún sin coser y ser tan terriblemente aniñada. Y, ¿sabes? Aún con tus pequeños berrinches todos lo creerían, niña.

¡Demonios! ¿Qué era lo que le ocurría? Parecía que con cada estupidez que soltaba se comportaba aún más sabio y pesado que el propio maestro de cálculo avanzado. 

¡Pufs! Ese tal JungKook era raro, altanero, y daba la impresión de ser un jodido chulesco. ¿Qué tenía que hacer yo para sacarme el cargo de encima? ¡Conviviría con él cinco meses seguidos! 

Por Dios, si él siempre era así, ¿Cómo rayos simpatizaría? 

Ugh, ojalá sólo fuese una faceta y no su verdadera cara, porque si no estaría perdida.

—¡Ya!—mugí, aunque más que un hablar brusco salió un chillido—. ¿Y usted qué? ¿Eh? ¿Es un viejo sabio o es un bebito mimado como lo estoy pensando?—alcé una ceja con pizca de altanería y mi compañero no tuvo más amago que soltar un suspiro, como si estuviese harto de tratar con un bendito niñito.

Aunque claro, según su lógica, sabía bien que dentro de su tenebrosa y excéntrica mente creía que yo era un infante. Pero, ah, no sabía lo mucho que se equivocaba. Si supiese que todos me habían tratado como un cordero perdido cuando en realidad podía devorarle de un tajo como un animal lejos de ser inofensivo.

Estúpido chico, lo estaba detestando muchísimo. Y eso que ni siquiera me había dado el mérito de la queja ante mi desgracia. Porque sabía y conocía que él creía que yo exageraba. 

Con una sonrisa ladina que fue testigo de un atisbo desconcertante, el pelinegro a mi lado frunció los labios y bajó los brazos, ahora con una mueca de desagrado, como si hubiese visto un estropajo de lo más raro.

—Eso de que te hagas la altanera no te pega. Además has dicho algo completamente sin sentido—viró los ojos y los entrecerró, con un amago ladino de poca comprensión. Liberó seguidamente—. Y creo que te he dicho que no me hables con formalidades, ¿no? ¡Venga ya! ¡Qué me haces sentir viejo!

—¿Y no lo eres?—cuestioné por burla. O quizá por simple curiosidad. 

La verdad es que me extrañaba muchísimo su manera de actuar. Tampoco era como si mi compañero fuera inconmensurablemente raro, pero tenía una garrita escarbándome la cabeza debido a su forma un tanto irrespetuosa de tratar a cualquiera.

O bueno, quizá estaba paranoica.

Después de todo no le conocía ni un poco y posiblemente le juzgaba de mala manera, ¿no? Podía estar equivocada.

—No.

Fue su respuesta: cortante, seca, un tanto tosca y grosera. 

No me privé a la hora de enarcar ambas cejas y de verle de soslayo, bastante recelosa. 

¿Por qué actuaba de esa manera, con un aire de misterio y superioridad, que casi se me hacía un enigma? ¡Y esa soltura! Dios, si hablaba y se comportaba con tanto desdén y descortesía, que casi se me salían las tripas, por su informalidad indebida.

Y es que ahora que lo veía (muy disimuladamente por cierto), mientras se mordía los cueritos de los dedos y escupía sin mucho interés en el suelo, me parecía tonto y con demasía falta de respeto; sin embargo, también se veía algo agradable y un poco amigable, como si detrás de esa fachada se escondiese alguien adorable.

Como Jimin.

¡¿Qué?!

Sacudí la cabeza, alejando esos pensamientos tan repentinos. Así que sólo respondí:

—Seco—murmuré para mis adentros, aún viéndolo de reojo.

JungKook inspiró luego de un rato (en el cual ninguno dijo algo), soltando un 'Agh' un poco frustrado, antes de decir:

—¿Te quedarás viéndome todo el día o terminarás de mostrarme las instalaciones? Estoy comenzando a cansarme—pestañeé varias veces y fruncí el ceño, asombrada. Qué grosero era. Me mofé de su desafecto tan grotesco y me levanté sin más del sillón mullido, soltándole unas cuantas hojas blancas que traía en mi mochila. JungKook frunció el ceño inmediatamente, tal cual niño desconfiado, y yo le hice una seña para que echase un vistazo—. ¿Qué es esto?

—Son los horarios de clases en el instituto. Tal parece que coincidimos en algunas, así que debo estar al pendiente de tu cuidado por todo el rato que estés estudiando.

—Suenas como mi madre—recalcó ataviado de puro sarcasmo.

—Y prácticamente eso debo ser—simplemente repliqué, encogiéndome de hombros—. Vamos a ver las aulas de manualidades y de diseño gráfico—me colgué la mochila animada en el hombro y señalé al pasillo, gesto que el joven a mi lado siguió instintivamente—. Luego puedes irte con tus amigos como lo tenías previsto. 

JungKook hizo un movimiento breve con la cabeza e imitó mi postura, acomodándose el morral en el hombro izquierdo. Mientras íbamos de paso a las escaleras secundarias, con un tozudo silencio más incómodo que una irritación de axila, paró la caminata. Así, sin señas ni nada.

Me giré en redondo hasta verlo de costado, confundida, sin entender del todo el motivo del que se hubiese detenido. 

Mas, al observarle bien, sólo pude discernir como rascaba levemente su nuca y un tenue matiz pigmentado de vergüenza lucía su pálido semblante, justo y como si, pensase las cosas más profundamente y quisiese mencionar algo que podía pasar hasta por descabellado. 

Carraspeé, invitándolo a desahogarse.

—Tengo una duda enorme—abrí mis ojos con espera y él chasqueó la lengua, como si estuviese abochornado y no quisiera soltarlo—. ¿Puedes llevarme a mi casillero? No sé dónde es. Estoy perdido con eso.

Y como si fuese un cubo de hielo al calor expuesto, mis mejillas se tiñeron de un color cerezo en cuanto mencionó eso. ¡Y ni por mi madre le llevaría a ver su casillero! Y no, no era porque era una egoísta o no quería ayudarle; sino porque el lugar donde los chicos guardaban sus cosas eran los baños de caballeros. ¡Y no, no, no! No entraría ahí ni loca. ¡Vamos! ¡Qué ni conocía a ese chico y hasta podía ser un violador encubierto! No me fiaría ni de coña a enseñarle eso.

—¡No, no, no!—negué frenética, con los pómulos rosáceos y la punta de los dedos a polo gélido—. Es más, el tour se termina aquí—giré rápidamente mis talones y me fui con azoro por todo el pasillo, sin siquiera tener amago de mostrarle lo pedido. Pero, antes de avanzar más y salir trotando hasta las aulas de música, perdiéndome en el bullicio que se percibía en las siguientes paredes, pude escuchar el leve hablar que me aconsejaba suavemente que al menos debía indicarle a dónde sería correcto buscar más tarde. No podía dejarlo así, todo desubicado. Pese a ello era nuevo en el instituto. Hacerlo no sería del todo correcto, ¿cierto? Por ello me detuve. Asimismo exhalé llena de resignación. En serio, a veces me odiaba—. ¡Dile a tus amigos que te lleven al baño de hombres! ¡Seguro que te muestran tu estante! 

Y como alma que lleva el invierno, salí corriendo pasillo abajo, con las manos heladas de la conmoción y los mofletes tan calientes y rosados que sentía que me estaba asando, por Dios. 

*****

El timbre de último momento se escuchó por todo el gigantesco recoveco. Y sinceramente dí gracias por al fin terminar las clases con el maestro Kang. 

Aquella asignatura no tenía nada que ver con práctica urbana, sino con teoría básica. Y, ¡Dios! No mentía cuando decía que aquella materia en serio me aburría.

No estaba en contra del curso en sí; pero debatir sobre el tema unas dos horas seguidas era demasiado estresante, agotador y cansino. Y ni hablar de lo pesado que se ponía el profesor. Cada que preguntaba algo sobre los pasos urbanos más conocidos aprovechaba la ocasión para atacarme a mí sola. ¡A mí sola! Ya, era una melodramática, pero es que prefería mejor la práctica. Y bueno, ya no podía quejarme de todo el esfuerzo que hacía para que mi estancia en el instituto fuese idónea. Era mi sueño después de todo, ¿verdad? Así que debía soportarlo, ¿no?

Agh, a veces era demasiado sumisa.

Durante todo el horario el maestro me miró como si quisiese matarme, y luego de soltar un moderado "Señorita, ¿ha cumplido con lo pautado?", caí en cuenta de por qué demonios me observaba así.  

Siempre tan desconfiado. 

Obviamente le respondí con un muy amablemente; sin embargo más tarde me cuestionó y preguntó tres veces seguidas si le había mostrado las instalaciones completas a mi compañero. Y lo peor de todo fue que no supe qué decirle o cómo responderle. Sólo me quedé casi en silencio y con la cabeza tan agacha que simulaba parecerme a una tortuga. Y es que, ¡Agh! Lo hacía para joderme, claro que sí. Si no, ¿entonces por qué tanto empeño en saber si había sido buena guía y no había lanzado a mi compañero a la vuelta de la esquina? (Aunque tampoco era mentira, porque al fin de cuentas, sí lo había dejado solo). 

Y no sé. Sinceramente todo ese asunto me incomodaba. De hecho, es que ni siquiera creía que fuese porque era su obligación como maestro y su régimen ético le obligaba a hacerme esto. Por supuesto que no; más bien lo hacía para sulfurarme el raciocinio entero.

En fin, después de aquel cuestionario donde me advirtió de que debía hacer mi tarea como responsable de mi puñetera nota, y de que su clase terminara; ya me encontraba cerrando con delicadeza mi mochila naranja y mi cartuchera de puntos coloridos, buscando hacer el menor daño posible. Ya había hecho suficiente con mi lindo bebecito.

Después de un corto lapso, fui capaz de vislumbrar a una de mis amigas justo debajo del umbral de la puerta. 

Mineun había ingresado hacía cinco minutos, con la excusa de que debía hacer tiempo para ir y hablar con HoSeokie antes de que a este le diese un mal de estómago. 

Siendo franca, no comprendí exactamente a qué se refería, hasta que pensé y dedujé que quizá el dolor de estómago más bien iba a tenerlo ella. Mineun siempre enfermaba cuando estaba demasiado nerviosa, era algo que tenía en común conmigo. Como, por ejemplo: cuando debía ir al odontólogo y me extraían una muela que necesitaba ser removida. Bueno, siempre me daba fiebre, mareos y dolor de cabeza. ¿Por qué? Ni idea. Ni mi madre conocía una respuesta a eso.

Volviendo al tema, me había dicho que estaba súper nerviosa porque Hobie le había mirado muchísimo cuando entraron al salón de espejos donde yo estaba anteriormente. Y yo me preguntaba: "¿Y quién no?" Si parecía una jodida psicótica con problemas en la vista. Al menos HoSeok había disimulado lo incómodo que se sentía, porque si no hubiese gritado de la desesperación inmiscuida. Y eso yo lo sabía muy bien, es decir, ya lo había visto con anterioridad y no era nada por lo cual agraciar.

Y bueno, la chica lucía tan apenada y acalorada que tuve que darle de mi zumo de naranja para ver si se calmaba y se le bajaba el bochorno. Pese a que se había sosegado, tuve que aguantarme un chirriante gritillo que perduró por unos veinte segundos. Más tarde se calló y me agradeció por ser, según ella, una muy buena amiga. Así que sin más dilación me pagó el buen trato acompañándome hasta la salida.

HyunHae había aparecido cuando menos me lo esperaba, jaloneando de la correa a su mejor amigo y gritándole que era un tonto por caer en las redes de su ex-novia. Viré los ojos al ver como TaeHyung lloriqueaba y se quejaba, seguramente diciéndole a los aires que era muy difícil olvidar y blah, blah, blah. Y después de un inmenso rato en el que el chico se fue con su grupo de locos portando la excusa de que irían por unos refrescos y al karaoke, para "pasar el desamor", HyunHae no tuvo más opción que dejarle el espacio libre, advirtiéndole que no fuese a pasarse de listo y que no bebiese alcohol.

Qué tontas no éramos. Igual ambas ya sabíamos que lo haría e iría a nuestra casa a pedir estadía. Siempre era lo mismo. Y lo peor es que ninguna de las dos podía negarse a recibirlo. Es decir, era nuestro mejor amigo, ¿Cómo no darle compañía?

Por último, a SooMi no la había visto luego del receso. Entonces supuse que estaba muy ocupada pensando en cómo conquistaría a su bollito esponjoso, es decir: a Park Jimin. 

Lo único que deseaba del posible acoso que le hiciese mi amiga al buenorro de Park, era que este no fuese a herirla como en ocasiones solía hacer. Que Jimin no era exactamente malvado, pero igual me preocupaba. Pues conocía a SooMi desde hacía un par de años, (cuando ella ingresó a la universidad en Busan, en donde ambas fuimos juntas y pasamos los tres años más largos del mundo) y desde ese instante me pareció la chica más alegre y dulce del universo mismo, tanto así, que únicamente deseé cosas grandiosas y geniales para ella y su entorno.

Le quería como a una hermana y realmente no deseaba verle mal, bajo ninguna circunstancia. Lo mismo iba con HyunHae y con Mineun. Ellas eran como mis hermanas frutales a las cuales cuidaría y protegería por siempre, y para siempre. Y sí, el que se metiese con ellas conocería mi arma secreta. Y aquí entre nos, a ellos no les gustaría.

—¿No es ese tu compañero?—escuché los murmullos disimulados de Mineun mientras señalaba al nombrado. Ví en su dirección y asentí sin más, desinteresadamente, mientras pateaba una piedra durante la bajada, hacia la parada—. ¿Ya has hablado con él? ¿Qué tal es?

—Raro—contesté de forma bastante escueta y ella bufó—. ¿Qué?

—¿Raro?—cuestionó un ápice confundida, tomándome del codo y provocando que frenase el paso. Volví a asentir, sin mucho que decir. Porque netamente no llevaba mucho que acotar—. ¿Cómo es eso de raro? ¿Qué tiene?

—Nada—exhalé esta vez, sin tener el más mínimo interés en socavar más en el tema—. Sólo es raro y ya está.

—Kiyong... ¿Estás segura que no notaste algo más?—¿Ahora de qué demonios hablaba? Moví la cabeza rápidamente y ella sonrió, como si creyese que realmente lo contemplé más de la cuenta y que le contaría una fantástica anécdota. Pero tristemente nada de eso era así. Más que exasperarme, no miré necesario el entrar en modo de observación. Al menos no si se trataba de él—. Dime tres cosas que hayas notado del chico. Sin contar que es raro, por favor—me advirtió y recalcó, cruzándose de brazos.

Así que tres cualidades...

Vislumbré a HyunHae, buscando algún tipo de ayuda o tratando de hallar la concentración exacta para pensar, para sopesar en cómo soltaría las cosas al exterior. Inspiré fuerte y solté sin prisa, concibiendo tres cosas que hubiese notado en mi corta estadía durante los largos pasillos, junto a él, y junto al fastidio.

Troné los dedos.

—Es...—pausé—, alto, sí. Bastante bromista, ujumh y...—entorné los párpados—, ¿Un chico?—Mineun me propinó un zape en la parte trasera del cuello con una rapidez irreconocible. Y es que fue tan veloz que ni siquiera me dio tiempo de reaccionar.  Me quejé dolorida, un poco molesta por su manera tan atrevida de darme una reprimenda ante mi respuesta subjetiva—. ¡¿No querías tres cualidades?!—le pataleé directamente—. ¡Ya te las dije, mujer!

—No seas tonta, Kiyong—se mofó de mi mueca quejumbrosa y sonó la lengua contra el paladar, reanudando su paso junto a nosotras e ignorando olímpicamente mis gemidos resentidos—. Es obvio que es un chico, por Dios—ironizó, virando los ojos—. Hablaba de si es agradable, educado, sociable o algo así—se detuvo, ahora mirando hacia atrás—. ¿Lo entiendes?

¿Qué si lo entendía? ¡Obviamente lo hacía!

Resoplé, un tanto molesta y con un irritante ardor en la nuca.

—Lo que entiendo es que te daré una patada en el jodidísimo culo si vuelves a pegarme, ¿ahora tú lo entiendes?

Con ello dicho mi amiga elevó el mentón y agrandó los ojos, sorprendida, indignada, como si nunca en la jodida vida me hubiese escuchado diciendo eso. 

Hice una clase de azote con la lengua y me encogí de hombros, simplemente haciendo lo que mejor sabía hacer: restarle importancia. Asimismo caminando más adelante y disfrutando de los arbustos verdosos que adornaban un lado de un parque cercano al instituto. Obvié lo otro. Tener una bonita vegetación fuera del lugar era realmente agradable, y le daba las gracias a los jardineros responsables de mantener lo vivaz y verdoso del establecimiento. Le otorgaban cierta calidez al horrísono aparcamiento lleno de ruido y colores tan deprimidos.

Al cabo de un rato, HyunHae cogió mi antebrazo y se entrelazó a el, en cuanto Mineun seguía igual de aturdida mientras medio trotaba más atrás de nosotras. 

De nuevo resoplé, ganándome una mirada desconcertada de mi mejor amiga. Tuve que detener el paso como por segunda vez seguida y le ví fijamente (a la mayor), deduciendo que quizá mi amenaza le había dejado atontada, como siempre.

—Ya, ya, exagerada—sujeté su mano y mi amiga alzó ambas cejas, un poco asombrada—. Es que tú te lo buscas, Mineun—no dijo nada, por lo cual resoplé otra vez y dejé la mano que le tomaba en plena libertad. Me recogí el cabello a un lado e inspiré molesta, hastiada, sabiendo a cuentas que lo que estaba por hacer era una ridiculez de lo más barata—. Oh, eonni~—canturreé infantilmente, alzando ambas manos sobre mis mejillas y luchando por hacer el mejor aegyo posible—. No se enfade con su dongsaeng, ¿umh? Vamos a comprarle un delicioso helado y vayamos a ver muchos, muchos, pero muchos muñequitos, ¿está bien? Le prometo que Hobie bonito vendrá a usted cuando vea lo grandiosa que es, ¿umh? 

Ella rió casi desternillándose en el proceso, negando con la cabeza, como si me dijese: "no tienes remedio".

—Eres una pesada, Kiyong. ¿Lo sabías?

Al final sonreí y Mineun no tuvo otra opción que reír conmigo. 

Asintió al ver como le dedicaba una mueca bizca con los ojos y cayó como un mariposa en las redes de una telaraña empalagosa y juguetona.

Suspiré, un poco encanijada

De verdad odiaba hacer aegyo por cualquier medio o momento. Muchas veces me habían dicho que lo llevaba por kilos y que me veía realmente mona haciéndolo; pero sinceramente yo no creía nada de eso. 

Me parecía una idiotez. Y bien, ahora que lo pensaba, tener que hacerme la idiota para que mi compañera no se quedase en un coma vagabundo por mi actitud altanera y grosera no era lo peor de la situación. No, para nada. Lo más ridículo, vergonzoso, apabullante y escalofriante, fue ver al frente. Sí, al frente. Justo en la parada de autobuses donde se hallaban los chicos bonitos del instituto junto al nuevo individuo. 

Sí, junto a JungKook.

¡Maldita sea! Es que yo nunca podía dejar de ser tan estúpida con nadie. 

Y aunque me valía diez mil kilos de puras cascanueces lo que él creyese de mi supuesto encanto; no podía eludir fácilmente la sonrisita burlesca y bastante sarnosa que me había dado. ¡Maldición! ¡Se estaba burlando de mí, y de una forma casi directa!

—Mueve esos pies, HyunHae, y deja de mirar a TaeHyung—le dije de un momento a otro y avancé un escalón, pisando fuerte el asfalto marrón que sobresalía del aparcamiento.

—¡¿Qué?! ¡Pero si no lo estaba viendo!—coloqué mi mejor cara de "no te creo un bledo" y ella no hizo más que encogerse de hombros, admitiéndolo luego—. Está bien, sí lo estaba viendo. Pero les juro que es porque realmente me preocupa el que vuelva a caer en las redes patrañosas de su ex-novia. ¡Ugh! ¡TaeTae es un ángel divino que debe ser cuidado por Dioses! ¿Cómo es que se enamoró de una vil escoria como ella? Agh—pisoteó el suelo con bastante hastío y provocó que una mirada cómplice se resbalase de mi otra amiga y de mí.

¿Así que eso eran los conocidos celos?

—¿Acaso quieres que se enamore de ti?—le pregunté por puro molestar. Aunque claramente ella no iba a tomárselo así—. Puedo ayudarte si quieres...

—No—negó rápidamente, tratando de explicarse—. Quiero a TaeHyung como un amigo, y es por esa misma razón que me hiere el que esté herido. Y... esa chica es una idiota. Después de todo lo que él ha hecho por ella, Aeni sólo buscó un remplazo para un chico que es magnífico, increíble y extremadamente lindo. No suelo decir estas cosas; pero desearía que ese novio que tiene ahora le deje por otra. TaeHyung no se merecía el que ella le engañase, el que le dijese que iría a casa de sus padres para pasar las navidades. ¡Y me choca muchísimo que haya jugado con un alma tan pura como la de mi mejor amigo! Realmente quiero que TaeHyung le olvide para siempre y que se dé cuenta que el amor puede hallarlo en cualquier momento de su vida. ¿Ahora lo entienden? No quiero que siga decaído y que busque la manera de volver con ella. Aeni no se lo merece, simplemente.

Abrí los labios dispuesta a aportar algo a su soliloquio, estando de acuerdo en gran parte de su monólogo. Porque sí, tenía absoluta razón en todo; sin embargo mis labios se vieron sellados una vez que escuché a lo lejos la voz de un chico. Viré involuntariamente para ver de quién se trataba, encontrado un poste de un metro setenta y ocho a unos cuantos pasos de mi pobre cuerpecillo.

—Hey, niña—JungKook. Horrible y raro JungKook. Arrugué el entrecejo ante aquel bendito apodo con el que me había estado llamado todo el puñetero día, y alcé el rostro, en cuanto lo tuve de frente—. Se me ha olvidado decirte que el maestro Kang nos quiere pedir un adelanto de la coreografía que llevabas planeada desde hace un rato. La verdad le he dicho las cosas con sinceridad y ha quedado claro que no sé nada respecto a los pasos, así que me pidió exclusivamente que te dijese el que fueses a enseñarme desde ahora.

Eso fue inesperado para mí, por ello pregunté en demasía curiosa, un tanto ambigua por la insistencia tan vasta que llevaba el maestro con que fuese a pasar un enormísimo rato con tal muchacho. 

—¿Ahora?

JungKook asintió.

—Dice que si queremos el protagónico debemos comenzar a ensayar, niña—observé detenidamente como se cruzó de brazos con ese aire superior, y seguido elevé una ceja en respuesta.

Pero eso sonaba a exigencia... ¿Quién se creía que era?

—No puedo ahora—dije simplemente, sin darle muchas vueltas al asunto. En cuanto llegaron mis palabras a sus oídos, el chico se descruzó de brazos casi por un segundo e imitó mi gesto, arqueando una ceja. Obviamente mi negativa le había caído como puñal al ombligo—. Y deja de decirme niña, ¿está bien? Todo el jodido día me has tratado como una cría y me tiene hasta las narices, ¿sabes? Así como no quieres que te trate de usted o de manera formal, no me tomes como un bebé de preescolar, ¿lo entiendes?

Me pude haber retractado por haberle hablado de forma tan brusca y banal; sin embargo en respuesta a ello sólo recibí una risilla nasal y una palmada bastante sofisticada en la parte superior de la cabeza, como si fuese una mascota o una niña que decía sus palabras más vehementes por primera vez en toda la inmunda vida.

¿Pero qué le pasaba?

—Ah, eres...—frenó de repente, como si hubiese querido decir algo que bien podía haber sido pasado como muy extraño y a la vez significante (o ambiguo, quién sabe). Por lo tanto sustituyó su adjetivo original por un calificativo que ya me estaba aprendiendo de memoria. Y eso que sólo llevaba un día—. Una niña muy graciosa... Sí, una niña que hace aegyo muy mono—se rió de nuevo y palmeó sus manos como si hubiese inventado la mejor de las bromas.

«Estúpido», dije para mis adentros.

Balbuceé incómoda y quité su gigantesca mano de mi cabeza. 

Ya comenzaba a instigarme a la irritación y malhumor el que tanto se riera.

—¡Wah! ¡Además de verme hacer el ridículo también me escuchaste! ¿Me está espiando, señor Jeon? Porque bien podría ir a acusarle con mis padres—jugueteé un poco con su mala cara por haberle llamado 'señor', soltando la mayoría con un inmenso sarcasmo y dando con eso como zanjada la conversación. Le mostré una sonrisa como las que él me había dedicado todo el día y me giré sobre mis pies, en línea recta a un cruce peatonal—. Y ¡ah! ¡JungKook-ah! No me llames niña, ¿vale? Eso te hace parecer más viejo, y no creo que quieras eso, ¿o sí?

Eché a caminar por todo el tránsito y ni siquiera pude aguantarme la risa al imaginarme su sorpresiva expresión, o su, posiblemente, ofendido gesto. 

Y es que ese chico parecía ser tan cambiante y extraño que no me daba buena pega para tratarlo, seriamente. Así que pensé que: como a el chico le gustaba jugarse y hacerse el superior conmigo, pues no tendría más remedio que lanzar fichas a juego y ganarle en su propio castillo.

Después de todo había vivido muchísimo tiempo en un barrio bastante poblado en Japón, donde las informalidades y el sarcasmo eran fuente vital para tratar a los demás, a los jóvenes. ¡Y bah! Por un compañero molesto no me iría de tonta a dejar lo que quería. Por eso JungKook debía prepararse. Él ni siquiera se imaginaba lo que venía.

Maldita sea, ¡pero que cliché ha sonado! 

Pero como dicen: pasa en los libros, y pasa en la vida real, ¿no les parece?










✨🌙 ✨ 

🍑➖Nota de melón/Con amor, frustración, y golosinas/recién actualizada/:

Lololol, les tengo notishias. Bueno, basta. Les tengo buenas noticias. 💕

Hace unos días salí de vacaciones, y como estoy súper pegada con WHAT, trataré de actualizarla durante todo el mes de diciembre, ah (Gracioso, ¿no lo creen? Porque esta nota la hice en diciembre y estamos en ese mismo mes, pero con la diferencia que es año 2020, lmao). 

También estoy muy emocionada porque llegué a quinientos seguidores y, y, estoy agradecida con todos los que me han seguido (Sigo emocionada. Cada vez somos más en este lugar y me pone muy feliz. Francamente, les agradezco todo el apoyo, bollitos esponjosos ♥). ㅠㅠ

Y bueno, como han de ver; este capítulo tiene otra parte, pero lo actualizaré cuando termine de redactar Hater y Butterfly... Y puede que IWYWH, ujumh

//✨✨Aclaratoria de melón: Butterfly, Hater e IWYWH son historia que subía en el 2017, cuando recién inicié en la plataforma. No sé si alguien de acá les recuerde, pero sigue en pie el redactarlas y continuar con el desenlace. Tienen mucho significado para mí y sé que aún hay antiguos lectores que les gustaban, así que tengan esperanza. Porque sí pienso continuar con esos libros. ✨✨//

Espero les haya gustado muchísimo y me disculpo si encuentran faltas. Justo ahora me iré a redactar otra cosa porque necesito terminar de hacerlo, y me siento en todo el derecho, sí (en este caso es que voy a escribir, ya que debo seguir las obras que tengo en emisión y pienso subir cositas lindas para este mes, eh). 👏

ESTUVE TODO EL INMUNDO DÍA TRATANDO DE PUBLICAR ESTO (en ese entonces realmente era difícil actualizar. Algo que aún ahora no ha cambiado mucho, joy).

Pero ya...

¡Muchísimas gracias por leer, votar y comentar! ¡Las reacciones que ustedes tienen al leer me gustan muchísimo! Me parece lindo, gracioso y ah, simplemente hermoso. 💕

¡Les invito a leer mis otras obras! 💃✨✨✨

Gracias nuevamente, terroncitos, y hasta la próxima era de los dinosaurios. ✨✨✨

🍦(Tienen que admitir que JungKook en el gif es una mónada, ah)🍦

#WHAT.

🍄➖07/12/2017 - 12/12/2020.

Continue Reading

You'll Also Like

95.2K 8.9K 29
Lara pensaba que Toni era el amor de su vida, pero dejó de serlo hace mucho, después del primer golpe que recibió por su parte cuando estaba embaraza...
128K 17.6K 102
𝐅𝐀𝐊𝐄 𝐂𝐇𝐀𝐑𝐌 || 𝙴𝚕 𝚎𝚗𝚌𝚊𝚗𝚝𝚘 𝚎𝚜 𝚎𝚗𝚐𝚊ñ𝚘𝚜𝚘, 𝚢 𝚌𝚘𝚗 𝚜𝚞 𝚋𝚎𝚕𝚕𝚎𝚣𝚊 𝚑𝚊𝚛á 𝚚𝚞𝚎 𝚝𝚎 𝚊𝚛𝚛𝚎𝚙𝚒𝚎𝚗𝚝𝚊𝚜. Teen Wolf...
217K 14.9K 86
Todas las personas se cansan. Junior lo sabía y aun así continuó lastimando a quien estaba seguro que era el amor de su vida.
262K 21K 48
Historias del guapo piloto monegasco, Charles Leclerc.