BESTIAS | COMPLETA

By LuisAvila367

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¿Qué es lo que más temes en el mundo? ¿Y si eso se convierte en un deseo que arde dentro de ti? More

🔥BESTIAS🔥
2. DÍA DE LOS MUERTOS | COLE
3. ACCIÓN DE GRACIAS | DYLAN
4. REVOLUCIÓN | MATT
4. REVOLUCIÓN | MATT (2)
5. MAGIA DIVINA | OSCAR
5. MAGIA DIVINA | OSCAR (II)
5. MAGIA DIVINA | OSCAR (III)
5. MAGIA DIVINA | OSCAR (IV)
5. MAGIA DIVINA | OSCAR (V)
5. MAGIA DIVINA | OSCAR (FINAL)
6. CIUDAD TOMADA | BTS

1. HALLOWEEN | JESSE

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By LuisAvila367

"BABY PSYCHO BOMB"


Fuck you anyway.

Mi corazón va a estallar. Bombea sangre como una represa bajo mis venas.

Y todo culpa de la voz de Jesse: es hipnótica.

El humo de su cigarro de marihuana se funde en el fuego que emite la chimenea ardiendo y me anticipa un letrero de alerta que se enciende en mi cabeza y advierte PELIGRO con fuerza imponente.

No sé cómo he venido a parar a este lugar: en el suelo de la sala de Jesse con sus amigos, sus "amigas" y yo.

Su risa se oye como una carcajada ronca detrás del cigarro que sujeta entre los dientes. Sostiene una botella de whisky de la que bebe de a ratos y pasa a sus amigos.

Fuck you anyway. Fuck you anyway. Fuck you anyway. Él canta y mi respiración se entrecorta. Parece que ser que toda la canción dice lo mismo pero mis oídos esperan al momento que sus labios deliciosos articulan con suavidad cada una de las letras de esa palabra: "f-u-c-k".

—¿No tienes otro nombre para tu canción? —murmuro desesperada y retorcida sobre la alfombra con un hombro apoyado en el sillón de un cuerpo que está frente a él.

La risa de Jesse se detiene y la mirada de los demás se vuelve a mí. Hay tres amigos suyos, dos chicas y yo. Las tres hemos sido reclutadas del concierto que acaba de dar mi anfitrión con su banda. Luego del meet and greet me ofrecieron ir a una fiesta privada y nunca me imaginé que en verdad sería "ultra privada" el término que realmente convendría.

Los chicos de la banda rompen a carcajadas pero las chicas, pese a ir tan fumadas como ellos, no ríen sino que me miran como un espécimen raro.

—¿Disculpa? —menciona Jesse.

—Que...quería saber si...habías pensado darle otro nombre a la canción que llevas tarareando desde hace siete minutos con veintitrés segundos.

¿En verdad he estado contando cada milésima de segundo desde que llegué aquí? Oh, sí, claro que lo he hecho. Desde que subí a la movilidad de la banda hasta este preciso instante, han pasado veintinueve minutos con cincuenta y siete segundos. Cincuenta y ocho. Cincuenta y nueve. Nadie responde. Me miran. Sesenta.

Jesse tiene puesta una chaqueta de cuero con cierres gruesos, una camiseta blanca que transparenta los tatuajes de su pecho y su abdomen. Pantalones de jeans rasgados y zapatos de cuero desteñido. Sus músculos se marcan en su cuello al igual que sus venas por cada pitada que le da al cigarrillo o con cada trago de alcohol.

—Lo siento—murmuro con un esfuerzo enorme por sacar cada una de las palabras. Jesse se pasa una mano por el pelo rizado y sus mandíbulas se marcan con fuerza—. No quería decir esa...estupidez.

Oh, mamá, perdóname si no llego a casa esta noche. Perdóname si no llego nunca.

—¿Cómo dijiste que te llamabas?—me pregunta Jesse rompiéndome el corazón.

Me incorporo un mechón de cabello rubio tras una oreja y clavo mis ojos en la alfombra parda.

—Tam... Tammy.

—Tamtammy.

—Tammy-corroboro con un poco de ira y pienso en su canción. Fuck you anyway, Jess.

—Genial, nena. Ahora dime qué diablos haces aquí.

Levanto los ojos de golpe y un nudo enorme se atora en mi garganta. Quiero gritarle un rosario de insultos o clavarle las uñas en los ojos al otro par de zorras que sueltan una risita patética al escuchar las irrespetuosas palabras que el idiota de Jess acaba de decirme.

—¡Ustedes me invitaron! —les recuerdo a este puñado de imbéciles. Debería ir encendiendo el GPS de mi móvil y pedir un taxi online antes de que me maten o los mate a ellos. Oh, no creo tener las agallas para esto último pero sí soy capaz de figurármelo en la cabeza.

—No, nena. Te equivocas —me dice el baterista de la banda que está echado sobre un sillón de dos cuerpos con una de sus chicas bajo un brazo. Su amigota es una pelirroja de bubis enormes, top negro, short de jean, medias de red y zapatillas Converse. No tengo su pelo rojizo, ni sus ondas ni la mitad del pecho al aire como ella, no cuadro con el prototipo de chicas que estos drogatas suele buscar. ¿Por qué me están haciendo esto si en verdad fueron ellos quienes me invitaron a venir?

—Sí que lo hicieron—lo contradigo con unas ganas de llorar enormes.

—Nop—vuelve a decir y mira a Jesse. ¿Quizá esto fue iniciativa suya?—. Aquel idiota tuvo la idea de traerte. Yo hubiese preferido a la rubia punk que estaba en primera fila.

Punk. ¿Conque así les gustan? Hice todo lo posible por vestirme de acuerdo al público de esta banda, no quería quedar fuera de tono pero nunca me imaginé que terminaría en este lugar donde lo más heavy de lo más heavy no llega a ser del estilo de estos chicos. Maggie, la hermana de mi mejor amiga me ha prestado unos jeans negros, una musculosa de tiras que reza "BABY PSYCHO BOMB" y me puse delineador negro demasiado remarcado. ¿Qué más quieren? No tengo tatuajes ni piercings, mi camiseta no muestra más de lo necesario y mi pantalón llega a los tobillos. Entonces, ¿qué diablos hago acá?

—Tienes...razón—mi voz tiembla mientras me pongo de pie—. Todos...ustedes tienen...razón. No sé qué hago aquí. Si se supone que no me invitaron a su fiesta superprivada, no entiendo qué diablos hago metida aquí.

—Waaaaaao.

Jesse aplaude lentamente y mira a los chicos con sorpresa. Los otros parecen no entender bien. Las chicas tampoco entienden pero ríen con tal de quedar bien con el imbécil.

—¿Qué? —le pregunto.

Jesse se pone de pie también y se acerca a mí.

-¡No puedo creer que Santa Tramcy dijo un insulto!

—¡Tammy! Tammy es mi nombre—le recuerdo conteniendo las ganas de darle un enorme puñetazo—. Y me largo de aquí...¡demonios!

—¡Eso es! —me anima Jees a algo que no entiendo. Me sigue provocando. Está demasiado cerca. Es como si me empujase a un precipicio. Huele a licor y marihuana. En cualquier otra situación me daría asco pero es imposible teniendo esos ojos negros que me envuelven, sus labios carnosos, sus músculos, sus tatuajes. Y diablos, ¡es Jesse!—. Tienes que sacar lo que llevas dentro, nena.

—¡No me llames "nena"!

—Bueno, bebé, no te enfades.

Presiono mis puños tan fuerte que mis propias uñas me hacen daño.

—Definitivamente eres...eres...

¿Qué consecuencias me traería insultar al líder de una banda de moda? Podría etiquetarme en una foto de Instagram y ridiculizarme con todas sus fans enfermizas. No puedo creer que hasta hace exactamente un par de horas me consideraba una de ellas, en cambio en este preciso instante, puedo comprobar en primera persona lo repugnante que es.

—¿...Soy? —Levanta una ceja.

Suspiro y lo observo. Una parte de mí quiere ceder como las otras zorras y colgarme de sus hombros pero conservo mi lado sensato.

Jesse parece captar lo mucho que me cuesta ser yo misma o sacar definitivamente ese lado enfurecido que lleva un largo rato buscando.

—¿Soy? —insiste y lentamente levanta la mano que sostiene su botella de whisky.

—No beberé eso—le digo. Quién sabe qué más le hayan echado a eso. Puede tener cualquier cosa.

Jesse se lleva la botella a los labios y con su mano libre se quita el cigarro de mota. Sus dientes rozan el pico de la botella y sus labios rosados e insufribles me hacen padecer un cosquilleo insoportable en el abdomen.

Le da un trago a su bebida y observo admirada cómo su nuez de Adán sube y baja cuando traga. Es maravilloso. Es estúpido. Es sensual. Es odioso.

—Mierda—se queja cuando se quita la botella de los labios y es evidente que le ha quemado dentro—. No me vas a creer pero una vez que te golpea la cabeza, resulta asombroso.

Perfecto, está loco.

Me pasa el whisky y lo miro con dudas.

Perfecto, estoy loca.

—¿Ya ves? —menciona—. Sigo vivo.

Puedo percibir el modo en que sus amigos me observan expectantes. Igual el par de chifladas. Beber un trago no me hará quedar como esas dos, ¿verdad? Nadie se pone ebrio por un trago de whisky.

Los miro. Seis pares de ojos están fijos en mí. Siete. Pero el séptimo es especialmente seductor. Mierda.

—Sólo un trago. Y me voy.

Jesse sonríe.

—Un trago—su voz es ronca y se lleva nuevamente el cigarrillo a los labios—. Por algo se empieza.

Y se termina. Empezaré y terminaré hoy.

—Vamos, bebé.

—Psicópata.

—Bomba.

Lo miro un poco alterada. Sí, sí, es exactamente lo que dice esta camiseta que traje puesta. Debo tomar nota para mis próximos conciertos: "no le pidas ropa prestada a ninguna amiga punk, sólo vístete de mojigata como bien sabes y no te meterás en problemas".

Recibo su botella y me la llevo a la boca. Sabe exactamente igual que como huele Jesse pero en sobredosis. Es como un extra de él, de cómo han de saber sus labios que tanto tientan y he de hacer un esfuerzo sobrehumano para poder resistirme.

—Un trago—murmuro antes de que el sabor del infierno impacte contra mi lengua.

—No pido más.

Jesse guiña un ojo y es lo último que alcanzo a percibir.

Un trago. Dos tragos. Perra mala. Perra mala. Tres. Cuatro.

Juega, perra mala. Juega.

—No me llames así—le digo a Jesse. Me siento refugiada bajo su brazo. Vuelve a pasarme el cigarro.

—Fui yo—anuncia la pelirroja—. ¿Acaso no escuchas cuando te hablan?

—No pueddddddo—le suelto. Parece que de pronto mi lengua se volviese pastosa con cada consonante.

—Perra mala—reitera la pelirroja y me quita la botella de las manos. Se llama Helium (¿qué clase de nombre es ese? Creo que nos miente a todos. Yo también debería haberme inventado un nombre).

No debería haber seguido bebiendo pero es alucinante. Me hace sentir parte de este montón de drogatas. Me hace sentir parte de ellos aunque bien sé que no lo soy y que no puedo llegar a casa en este estado. Mamá piensa que me he quedado a dormir en lo de Maggie y su hermana lo cual no es cierto pero no sería mala idea irme a su casa luego de esta fiesta (¿se le puede llamar así? Por qué no). Tendré que irme a lo de ellas hasta que...hasta que... ¿en qué estaba pensando? Al diablo.

—Sólo una pitada—le anuncio a Jesse que insiste con ofrecerme fumar de su basura.

—Sólo una—parece convenir.

Pero es un maldito mentiroso y yo una maldita mentirosa.

Accedo.

Intento sostener el cigarro de mota pero el chico no me deja. Él me obliga a acercarme contra su cuerpo macizo. Estamos los dos sentados en la alfombra y los demás no reparan en lo que hacemos. Van demasiado drogados como para poder tomar en serio lo que sucede alrededor o poder recordarlo mañana.

Helium ni siquiera recuerda mi nombre y me llama "perra mala" al igual que a su amiga, quien ya empiezo a dudar si se conocían de antes. Drogados somos todos amigos.

Jesse acerca sus peligrosos labios a mi oreja derecha y el cigarro a mis labios semiabiertos.

—Tienes que llevártelo a la boca con dulzura—me susurra—, tus labios deben disfrutar de él al sostenerlo.

Lo hago. Lo hago y mis piernas flaquean, suerte que ya estamos en el suelo.

—Eso es, nena. Puedes hacerlo estupendo. Ahora corta tu respiración e inspira por la boca muy muy despacio.

Mi respiración está entrecortada desde que llegué a este lugar así que esta parte del instructivo no cuesta sino hasta que viene lo peor: el humo empieza a entrar en mi boca, me llena la boca, las mejillas, la lengua.

—No te lo lleves a los pulmones—me anticipa—. Tienes que mantenerlo en tu boca, por ahora. No inhales profundo.

Es un profesor estupendo. Es el diablo en persona. Mi mundo se deshace al sentir su aliento caliente tan cerca.

—Bien—dice y saca el cigarro de mis labios—. Ahora suelta el humo.

Lo suelto y me ahogo con un poco de esa mierda que me pasa de la garganta. Toso y Jesse me mira asombrado mientras ríe.

Sus carnosos labios están demasiado cerca de los míos.

—Empieza a hacer...calor—murmuro.

—No apagaré la chimenea—me guiña un ojo y da una pitada a su cigarro. Expira el humo y vuelve a mí. Sus ojos están enrojecidos. Estoy segura de que los míos también y casi ni he fumado.

—Podrías... —miro su chaqueta de cuero.

—Claro. Podrías hacerlo tú.

Me atrapa en mi punto débil. ¿Quieres hacerlo, Tam? Hazlo. Claro que quieres.

Mis manos tienen un ligero tembleque cuando se deslizan por sus hombros y hacen caer la chaqueta sobre la alfombra. Me quedo admirada con sus tatuajes transparentándose bajo una camiseta blanca con las mangas dobladas, mostrando un par de bíceps firmes, duros y marcados.

—¿Cómo...haces? —murmuro.

Él se encoge de hombros.

—Puñetazos a un saco de boxeo, correr todos los días y he tenido peleas duras en mi vida.

—No me refería a eso—río—. ¿Cómo haces para ser...?

¿Para ser qué, Tam? ¿Irresistible? ¿Insufrible? ¿Seductor? ¿Un auténtico idiota?

Jesse levanta una ceja, esperando una respuesta.

—¿Mmm?

—Quiero que me enseñes más—murmuro y me acerco demasiado a sus labios. Es obvio que el cigarro o el alcohol me hicieron algún efecto puesto que nunca me animaría a estar tan cerca de un hombre así en estas condiciones.

Es fascinante, absurdo y peligroso.

—Claro que puedo enseñarte mucho más—responde. Acto seguido se aleja y mi mundo se rompe en pedazos—. Ven.

Mi espalda desnuda percibe las sábanas demasiado frías.

Jesse se saca su camiseta y la arroja al suelo de la habitación. Descubro el tatuaje de un triángulo y un ojo, inscripciones y letras ¿de canciones? Quizá.

Sus brazos me rodean dejándome capturada.

—¿Eres consciente de lo que haces? —me pregunta.

Por un momento quiero soltarle que sí, que soy totalmente consciente, que ahora me haga todo lo que quiera hacerme.

—Ajá.

Él sonríe.

—No lo eres. Si no, no aceptarías esto.

—Da...lo mismo—mis manos arañan las sábanas expectantes de él.

—Lo acepto—murmuro—. Y asumo las consecuencias.

—Voy a hacer pedazos tu corazón, nena.

—No me importa.

—En unas seis horas saldré de viaje con la banda y nunca jamás te volveré a ver. No esperes que te responda un mensaje. No soy ese tipo de chicos si es lo que esperas.

¿Es lo que espero?

De pronto un agujero negro se abre en mi pecho y arrasa con todo pero no me importa. Lo que acaba de decirme es un motivo más para no retroceder. Es ahora o nunca. No volveré a tener una oportunidad como esta.

—Jess... —susurro.

Él se acerca y el tacto de sus pectorales con mis pechos desnudos se vuelve combustible en fuego vivo.

Se acerca a mi boca pero una idea me ha estado rondando en la cabeza desde que empezó todo y debo decirlo ahora puesto que no volveré a tener oportunidad de conversar con él. Es ahora. Es ahora. ¡Qué diablos estoy haciendo!

—¿Conscientes a esto? —me pregunta.

—Lo hago.

—Bien—murmura y nuestros labios se rozan cuando hablamos—. ¿Qué ibas a decir?

—¿Por qué me elegiste a mí? ¿Siempre...lo hacen? ¿Eligen chicas como si fuesen mercancía?

—Nunca—susurra—. Nunca elegimos chicas como si fuesen mercancía. Sólo chicas que parecen demasiado tristes. Quizás hacernos felices las haga felices a ellas.

—Oh...

Imagino que mañana será el peor día de mi vida cuando quepa en mis cinco sentidos que me he emborrachado, me he drogado y acostado con un recién conocido a quien no volveré a ver en la vida. ¿Cómo puede hacer feliz eso a alguien?

—¿En verdad parezco demasiado triste? —murmuro.

—Es probable—él mira la camiseta de Maggie que está a un costado y vuelve a mí—: Además, la inscripción en tu ropa me sugería algo y no me equivocaba.

—¿Qué cosa?

Él ríe.

—Es una locura—asimila.

—Todo es una locura. Yo en esta cama. Tú conmigo. Esta noche sin control. Es una puta locura.

—Vaya—murmura—. Lo hiciste.

—Otro insulto.

—Sí.

—No estoy acostumbrada—confieso—pero se siente bien. Ahora dime qué chifladura pensaste al verme.

No sé si estoy hablando bien ni si él lo hace, quizás hemos empezado a delirar pero lo bueno es que le entiendo y él a mí pese al efecto que la mota y el alcohol ha hecho en nosotros.

—Tu camiseta dice BABY PSYCHO BOMB.

—¿Te parece demasiado ridícula?

—No lo creo—ríe y su cintura presiona contra la mía. Muero por arrancarle los jeans. Muero porque él me arranque los míos—. Pero me sugirió algo en lo que no estaba errado en absoluto: eres un bebé, yo un psicópata. Y juntos, una bomba.

Sus palabras se clavan en mi cabeza y revienta en mariposas en mi pecho que se expande por todo mi cuerpo como una corriente eléctrica.

Y sus labios colisionan contra los míos anticipando que mi mundo se desmoronaría pronto.

Muy pronto.

Nunca volveré a ser la misma persona.

No después de él...

Vota, comenta y haz feliz al demonio que escribe estas palabras.😈

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#CuentosDeChicosMalosParaNoDormir #CDCMPND ❌💀❌

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