¿Me Gustas? | fanfic JM - BTS

By GRACIELA-HT

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Jamas me he enamorado, ¿Será que esto es amor? •Fanfic-J.M• (BTS) "Prohibido su adaptación." ••• #98 (23/04... More

¿ME GUSTAS?
Capitulo|1
Capitulo|2
Capitulo|3
Capitulo|4
Capitulo|5
Capitulo|6
Capitulo|7
Capitulo|9
Capitulo|10
Capitulo |11

Capitulo|8

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By GRACIELA-HT


Capitulo | 8

Escuché unas risas y después me llegó el aroma a tocino.

Abrí mis ojos con pereza al tiempo en que soltaba un bostezo. 
No había pasado la mejor noche de todas, y ahora entendía a qué se refería Marcus cuando se quejaba de dormir en el sofá.

Estire mi cuerpo y me levanté quedando sentada. No había mucha luz entrando por la ventana, y eso solo indicaba que el día seguía nublado.

— Hey, buenos días, ya despertaste. — Jin se encontraba en la cocina haciendo lo que parecían ser huevos revueltos con verduras y un poco de tocino.

A un costado estaban los chicos caminando entre la cocina y la sala. Kook estaba sentado en la mesa al igual que Nam Joon, Jimin y Tae. Y Ho Seok estaba intentando ayudar a sacar algunas cosas del refrigerador mientras que Yoon gi le daba “indicaciones”.

— Ven, pronto estará el desayuno.  — Dijo Kook.

— Si tan solo se apuraran… — Nam Joon les dió una mirada y recibió a cambio un bufido molesto de parte de los tres chicos que estaban de pie.

Llegué hasta ellos arrastrando los pies somnolienta y me senté a un lado de Kook.

—  Buenos días. — dije y sonreí. — ¿Llevan mucho despiertos?

— Algo. Tal vez una hora o dos. — Jimin me miró con una sonrisa que oculto dando un trago a su taza de café.

— Parece que tuviste una mala noche. — Tae había agarrado un poco de azúcar para su café al tiempo en que me pasaba una taza. — Toma, aún no tiene leche.

— Gracias. No pude dormir. — dije y con un rápido movimiento de mis ojos observe que Jimin ocultaba nuevamente una sonrisa burlona.

— Te ofrecí mi cama — Kook se encogió de hombros.

— Lo sé, pero me refiero al ruido. Llovió toda la noche. — menti.

— Y sigue nublado, ojalá que hoy no llueva tanto. —Dijo Ho Seok  sirviendo los platos con huevo revuelto acompañado de lo que parecía ser espinacas, y a un costado tocino. 

Comenzamos a comer mientras me contaban lo que harían el día de mañana, actividades que ya se habían vuelto de lo más cotidiano en sus vidas. Prácticas de canto, ensayos de coreografía, a veces entrenamiento físico, etc.

Mientras que yo solo les conté que iría a la universidad y de ahí al departamento a terminar pendientes.

Hoy tenía que haber llegado hace hora y media a la universidad pero estaba tan cómoda que preferí darme el día libre de los estudios. Iba muy bien como para faltar solo un día.

Al terminar el desayuno ayudé a limpiar y decidí que ya era hora de volver a mi ropa.  Había ido al baño a cambiarme y arreglar un poco mi cabello alborotado.

— Creo que es hora de que me vaya… — comenté cuando ví a Tae, Nam Joon, Yoon Gi y Jimin en aquella sala de estar.

— ¿Tan pronto? — Yoon Gi me miró unos segundos — Pero si aún no es medio día.

— Son las 2 de la tarde — Corrigió Jin que se acercaba para sentarse con ellos.

— Debo irme chicos, la pasé muy bien estando con ustedes. — observe a Nam Joon, Jin y a Ho Seok que se acercaba junto a Kook para sentarse en el sofá. — y fue un gusto conocerlos a ustedes.

— Eres agradable, vuelve a visitarnos cuando quieras — Nam Joon me había dedicado una sonrisa.

— ¿Vendrá tu novio por ti? —  pregunto Tae.

— Claro que no, seguro no le dijiste que dormiste con nosotros — Dijo Ho Seok.

— Te hubieras metido en un lío. — Le siguió Yoon Gi.

Jimin y yo nos miramos un segundo y negué con la cabeza volviendo mi atención a los chicos.

— No, no le dije. Y no, tomaré un taxi.

— Vamos, yo te llevo. — Jimin se había levantado del sofá y se había acercado para tomar una gabardina color beige que se puso con un movimiento.

Él, al igual que Tae y Jin estaban medianamente arreglados. Mientras que los demás seguían en pijama.

— No hace falta — lo fulmine con la mirada — Puedo pedir un taxi.

De fondo escuché un “uh” probablemente de Yoon Gi y Tae. Y después un carraspeó de garganta de Kook.

— Deja que te lleve. Usualmente no sirve de ayuda aquí en el departamento, mínimo que su obra buena sea llevarte a casa. — Kook me dió unas palmaditas en el hombro y yo lo miré de mala gana. — No seas terca.

— Anda vamos. — Jimin hizo un movimiento de cabeza y caminos a la salida.

Tomé mi pequeño bolso y me despedí de aquellos chicos agradeciendo de sobremanera que me hayan dejado quedarme y disculpándome si había sido molestia.

Salimos del departamento en silencio y nos adentramos al elevador.

— En serio no hace falta que me lleves.

Me miró por el rabillo del ojo y se colocó su cubrebocas ostentoso y una gorra.

Personalmente opinaba que si lo que buscaban era pasar desapercibido, salir con esas pintas provocaba todo lo contrario. 

De su bolsillo del pantalón sacó unas llaves y me guío a un pasillo al fondo. Llegamos a un estacionamiento y nos subimos a una camioneta verde aceituna, un Kia Niro.

— ¿Sabes manejar? 

— Claro. — asintió con la cabeza y abrió la puerta del copiloto esperando a que entrara. — ¿No querrás que te cargue y te meta ahí dentro o si? — ví como levantaba su ceja.

Rodeé mis ojos y sentí un vuelco en el estómago de disgusto al recordar la forma en como Marcus me había obligado a entrar a su carro.

Entre y me coloque el cinturón mientras que él se sentaba a un lado mío y encendía el motor.

Salimos del estacionamiento y cruzamos un pequeño desnivel para adentrarnos en la carretera.

— Pon tu dirección en mi celular. — Me entrego el aparato mientras seguía con la vista al frente. 

Me lo pensé un momento. Está situación me estaba incomodando y lo que quería era bajar del auto y tomar un taxi, pero sabía que eso no pasaría.

Ingrese mi dirección en el GPS y coloque el celular frente a él en un gancho para sostenerlo.

— Lo de anoche… — Comenzó a decir después de haber dado una mirada a su celular y dar vuelta a la derecha. — Lo siento.

— Podemos solo olvidarlo. — Iba recargada en la puerta viendo el camino pasar intentando distraer mi mente que estaba hecha un manojo de pensamientos sin sentido. — No pasó nada.

Escuché como soltaba un suspiro. — Thethe, me gustaría hacer las cosas de otro modo, ya sabes.

— No, no lo sé. — seguía con la misma posición pero ahora mordía mi labio un tanto nerviosa.

— Verte me hizo pensar. Han pasado cuatro años.

— Los suficientes.

— Se que tienes novio pero… 

Me incorpore y lo mire. Aquel tonto cubrebocas y la gorra no me dejaban ver por completo sus expresiones. Solo sus ojos brillaban a la “luz” del día nublado.

— Si lo que quieres es “hacer las paces” está bien, te disculpo por lo de anoche y por lo que pudo o no pasar hace cuatro años. 

— Me arrepiento. 

Solté mi labio retenido por mis dientes. Dió una vuelta más y estábamos a unas cuadras de llegar a mi departamento.

— Éramos muy inmaduros. No te arrepientas de actuar como un adolescente porque eso era lo que eras. Yo también me arrepiento de no haberte golpeado.

Sus ojos se achinaron un poco y sabía que había sonreído.

— Me arrepiento de haber sido muy terco en aquel entonces. No soy precisamente la persona más madura hoy en día pero, he cambiado.

— Y yo también.

Guardamos silencio mientras se estacionaba frente aquel pequeño edificio y apagó el motor.

— Ayer se me fue de las manos. — está vez me miró. — Me encanta molestarte.

No pude evitarlo y rei. Su tono de voz era calmado, relajado. Y que dijera aquello solo me había sacado una risita.

Jamás habíamos tenido una “conversación” de lo más calmada. Estaba incómoda pero estábamos hablando de una forma casual, definitivamente ambos habíamos cambiado.

— A mi no me gusta que me molestes. — abrí la puerta de la camioneta y salí. — Gracias por traerme.

Pero cuando pensé que se iría, bajo también y rodeo la camioneta colocándose frente a mi.

— Te acompaño.

Negué con la cabeza varias veces, mi ceño se había fruncido y me crucé de brazos. — No te comportes como un idiota y solo vete.

— Quiero asegurarme de que “tu novio” no estará esperando por ti para hacerte algo.

— No lo está.

— No lo sabes. 

Rodeé mis ojos. — Ibas muy bien, te lo juro. Podemos ser amigos, solo relájate y vete. Lo de anoche no fue nada, lo de hace años tampoco. ¿Estamos bien?

Viendo que no se movía decidí dejar caer mi peso en la camioneta y esperar.

— No voy a entrar contigo a mi departamento.

— No seas terca. — Dijo intentando imitar aquella forma en la que Kook lo había dicho. — Vamos.

— No.

— Me he disculpado, quiero hacer esto de otra forma. Si voy a molestarte pero ya no tanto como antes.

— Que alegría — dije con ironía. — Ya me trajiste hasta aquí, no hace falta que entres, si nos volvemos amigos tienes que saber que un amigo no haría eso. Respetarias mi privacidad.

— Claro que sí, Kook lo haría. — me imitó y cruzó los brazos. — Tengo todo el día libre Ianthe…

Definitivamente no lo dejaría entrar, ¿Para qué? ¿Para que vuelva a hacer conmigo lo que quisiera? No, ni loca.

Ya tenía suficientes problemas en mi cabeza como para seguir sumando a la lista. 

Hicimos las paces, quizás nos llevemos mejor, se disculpó, podemos ser amigos, o quizá no pero ¡Ahora solo quiero que me deje sola!

— Ianthe… — dijo quejándose y moviendo su cubrebocas para quitarlo y poder dejar su rostro a la vista. — Subamos, solo me aseguraré de que esté todo bien y me iré.

— No. ¿Para qué?  Él no tiene llaves del departamento, no está ahí. 

Comenzó a dar pequeños golpeteos al piso con su pie de manera ansiosa e irritado. Y yo atiné a relajarme ahí recargada en el coche. No me pensaba mover hasta que no se fuera.

— Por Dios no haré nada malo. — Dijo quejándose. 

— Ya, claro. Puedes irte.

— No voy a besarte, no se repetirá lo de anoche.  — mis ojos le lanzaron dagas y lo ví furiosa.

— ¡No estaba pensando en ello!

— Yo no dije que lo hicieras. — rodo sus ojos pero después me sonrió burlón.

— Vuelve a sonreír así y te borraré esa sonrisa con un golpe. — lo señale con el dedo y las comisuras de sus labios se elevaron.

— Déjate de juegos y entremos. Si nos ven aquí afuera…

— Ponte de nuevo tu cubrebocas entonces — Lo interrumpí.

— Que no seas terca.

— Cúbrete antes de que alguien te vea y…

Un grupo de chicos probablemente de secundaria o preparatoria pasaron a un lado nuestro. Iban platicando casi a gritos y riendo gustosos.

Mientras que del otro lado de la calle había pasado un coche.

Y a lo que atino hacer aquel chico insufrible fue a acercarse lo suficiente insinuando que estaba besándome. De tal forma que su rostro se viera oculto de aquellos chicos.

— No te muevas. — murmuró.

Una de las chicas iba cantando. Mientras que las otras reían y los chicos se burlaban de ella juguetonamente.

Jimin me miraba fijamente, sus ojos y los míos no se apartaron, al contrario, Jimin bajó la mirada un poco para ver mis labios y luego volvió a subir.

— Ni lo sueñes. — Le dije por lo bajo.

Se alejó por completo cuando aquel grupo de chicos se había ido pero al fondo vimos un auto que se había estacionado cerca de nosotros.

— Maldición. — Jimin se puso el cubrebocas irritado y me tomó de la mano dándome un tirón para adentrarnos al edificio.

Aquello había sido rápido y de no haber visto que alguien había sacado su celular por la ventana de aquel coche no lo hubiera seguido.

Entramos al pequeño lobby y rodando mis ojos presione el botón del elevador que estaba ahora frente nuestro.

— Más vale que no hagas algo extraño. — Le dije y ambos subimos.

Él seguia dando algunas miradas sobre su hombro intentando ver por la ventana que estaba ahí mismo en el lobby pero al subir al elevador sus hombros se relajaron.

— Te dije que te pusieras de nuevo el cubrebocas.

— Y yo te dije que entramos.

— Ya, claro, échame la culpa. — el elevador se detuvo y salimos para estar frente a la puerta de mi departamento, pase mi tarjeta por el detector y con un pillido está se abrió. — Y no toques nada.

Ambos entramos y dejé mi bolso en el sofá antes de dirigirme a la cocina y tomar un vaso con agua.

— ¿Quieres? — él asintió con la cabeza y se quitó el cubrebocas y la gorra.

— Esto es lo que va a pasar, es probable que me hayan tomado algunas fotos, a ambos. 

— ¿Y? En eso se resume tu visa de artista.

— No lo entiendes señora abogada. — negó con la cabeza cansado y tomó el vaso que le tendí. — Si nos tomaron alguna foto tu cara será expuesta, no te alteres pero no eres precisamente alguien con mente fuerte.

— ¿Aja…? ¿Y?

— Pensaran que estamos saliendo.

— Pero no lo estamos.

— No — me miró por el rabillo del ojo y dió un trago. — Pero pensaran en ello. Las chicas se alterarán. Pasará lo que evitabas al no visitarnos.

Hasta que no las menciono no había caído en cuenta de la gravedad de aquello. Estaba en un momento de mi vida en el que todo transcurría normal como para volver a los abusos y el bullying sin sentido y menos si se trataba por culpa de un chico. No de nuevo.

Sentí mi garganta cerrarse y volví con aquello de morder mi labio pensativa con nerviosismo.

— Tal vez solo estamos suponiendo cosas sin saber.

Su mirada con pena no pasó desapercibida — Me gustaría que lo fuese pero…

— ¿Por qué tenías que quitarte el cubrebocas? 

— ¿Por comodidad tal vez? No había ni un alma en la calle cuando llegamos. 

— Deberías ser más cuidadoso. — Deje el vaso en la mesa y me acerque al sofá para sentarme y comenzar a dar golpecitos con el pie al suelo. — Suponiendo que hubo alguna foto… ¿Cómo lo solucionarías? 

Se quitó la gabardina y tomó asiento. — Yo no puedo hacer mucho, solo esperar a que los rumores pasen. Mañana hablaré con manager al respecto.

— Pero entonces deberías irte ya. No levantes sospechas de cosas que no son.

— ¿Y qué me tomen más fotos saliendo de aquí? No.

— ¿Y qué pretendes? ¿Quedarte?

Se levantó y se acercó a la ventana que estaba cerca y miró por el rabillo de la cortina.

— Si, solo el tiempo necesario hasta que se vaya. — Peino su cabello molesto y después me miró. — Me meteré en problemas si salen rumores sobre algún romance.

Trate de calmar el movimiento de mi pie  dejando caer mi cuerpo sobre el sofá. — No debería ser tan malo…

— Firme un contrato. — Se sentó nuevamente y se inclinó hacia delante colocando sus codos sobre sus rodillas y mirando a la nada. — No solo me afectará a mi, sino a los chicos también. 

Saco de su bolsillo su celular y comenzó a teclear antes de volverlo a guardar y dejar caer su cuerpo en el sofá mirando al techo.

— Van a matarme. 

Me había quedado muda, en completo silencio mientras pensaba en lo que podría pasar si las suposiciones de una foto eran ciertas.

¿Se habría visto mi rostro también? ¿Qué tan molesto podría llegar a ser para sus fans? ¿No eran lo suficientemente grandes o maduras para hacer de lado el acoso?

Y después pensé en él y los chicos. Se metería en un lío seguro, si su contrato tenía normativas respecto a relaciones románticas etc. Estaba en problemas.

Volví a morder mi labio nerviosa. Definitivamente esperaba que todo aquello solo fuera paranoia.

Que solo estaba exagerando la situación.

¿Pero y si era verdad? Sentí un miedo crecer en mi pecho, no quería ir a la universidad y que me vieran raro. No quería sentir aquel desprecio y mucho menos que las chicas intentarán enfrentarme solo por una foto.

¿Y si Marcus mira aquello?

Me di una bofetada mentalmente, no debería importarme ya. Se ha portado como un tonto, y yo no soy mucho mejor pero mi culpabilidad no tendria que verse opacada por miedo.

— Puedes quedarte hasta que se vaya… — comente.

— Lo haré. No esperaba una invitación cordial. 

Ambos nos miramos y sabía lo que sus ojos me decían. Estaba ansioso, nervioso y sabía que en su mirada escondía pena, se avergonzaba por haberme metido en un problema como ese.

— Parece que lloverá de nuevo. — dije a lo obvio debido a que por la ventana vislumbramos un relámpago. — Debería ser suficiente para que se vaya.

Volvió el silencio y decidí distraer mi mente. Me levanté y caminé hasta mi habitación y saqué una carpeta donde tenía un trabajo a medio terminar.

— ¿Qué haces?

— Tarea, acabaré pendientes. Si sigo dándole vueltas a todo ese asunto me volveré loca.

No dijo nada más y solo se recostó un poco en el sofá. Ni siquiera había sacado su celular para perder tiempo, sabía que no lo hacía por miedo a ver qué la foto estaba ya por todos lados.

— Toma. — Le tendí unas hojas. — Entretente. — le pase un plumón y después de pensarlo al final se acercó y tomo aquello.

Ambos estábamos ahora sentados en el piso recargados en una mesita de centro que tenía frente a la pequeña sala de estar. Él haciendo garabatos pensativo y yo acabando mis deberes.

— No puedo creer que esté pasando todo esto. — Dijo por lo bajo y después me mostró la hoja que ahora tenía un dibujo abstracto de los que supongo era un perro. 

— Dímelo a mi. Si Dahee no me hubiera pedido que… — deje caer el plumón y lo mire curiosa. — ¿Que era el regalo? No lo mostraste.

Rodó sus ojos y volvió a hacer garabatos.

— Mi madre tan oportuna.

— ¿Que era? — Insistí.

— Era sencillamente su estrategia para que nos viéramos de nuevo. — Levantó la hoja y me la mostró. Ahora el perro tenía un cuernito, así que no era un perro, era un unicornio. — Si ella supiera que no nos llevábamos bien…

— ¿La caja no tenía nada entonces? 

— Unas calcetas y una nota en ellas.

Volví a mis apuntes negando con la cabeza.

— Todo esto solo por un par de calcetas.

— Si bueno, mi madre se hace una película en su mente, ya sabes.

— Después de cuatro años. ¿Por qué haría eso?

No dijo nada y siguió con aquella obra de “arte”.

De fondo escuchamos como las primeras gotas comenzaban a caer del cielo inundando nuestros oídos con música natural. La lluvia comenzaba a calmar el ambiente.

— ¿Quieres chocolate caliente? 

— Obvio. 

Después de un par de horas, en silencio con algunos comentarios amenos y de un chocolate caliente. Yo ya había terminado mis apuntes y el parecía aburrido y cansado de hacer dibujos tontos en el papel.

Mi celular comenzó a sonar y vi el nombre de Marcus en la pantalla.

Estaba sentada con la taza en la mano a medio terminar y no sabía si era adecuado contestar la llamada.

— ¿Tu padre?

Negué con la cabeza y decidí contestar. Tomé el celular dudosa y deslicé el botón verde que brillaba en la pantalla.

— ¿Hola?

— ¿Es enserio? — Su voz irritada de nuevo. —No puedo creer que hubiera pensado en darte una oportunidad después de lo de ayer.

— ¿Perdona?

— No intentes hacerte la tonta de nuevo. No después de que todo el mundo sabe que estás saliendo con ese chico. — Soltó una risa amarga — Corrección, no era ni siquiera tu supuesto amigo, no, sacaste otro debajo de tus faldas. ¿Por qué me mentiste?

Mire a Jimin alarmada. Solo significaba una cosa.

— ¿Qué quieres decir?

— ¿Que quiero decir? ¿No sabes? ¡Tu foto con aquel chico besandose está por todos lados! ¿Me dirás que aquella visita solo era un regalo? Siempre supe que algo raro estaba pasando desde hace tiempo.

— No está pasando nada, nunca escuchas.

— ¿Escuchar que? ¿Mentiras?

— Pues deberías siquiera prestar atención a ello, yo mínimo escucho las tuyas con Juni antes de hacer un drama.— y me colgó.

Mi pecho se movía acelerado y Jimin solo me miraba curioso con una mueca en sus labios.

— Creo que… sí hubo foto. — Teniendo mi celular a la mano  comencé a buscar en redes sociales, había abierto “X” y IG, solo para confirmar que rondaba una foto, que por la posición, parecía que nos habíamos besado.

Y después de esa foto había dos más donde él y yo caminábamos a dentro del edificio.

Se las mostré a Jimin y el solo dejó caer su cabeza hacia atrás antes de escuchar cómo llegaban notificaciones a su celular.

Después de ignorar unos segundos las notificaciones comenzaron las llamadas.

— Si quieres puedes pasar a mi cuarto a contestar. —había comenzado a mover mi pie con un repiqueteo.

Tomó su celular y como un soldado, camino firme y decidido hasta el cuarto, cerró la puerta detrás y contestó.

Esto estaba mal, esto era un problema que difícilmente me quitaría de encima.

Apague mi celular esperando que de esta manera los problemas se esfumaran pero no fue asi. En mi mente aparecían escenas de chicas mirándome de manera juzgadora y una que otra que se acercaba a hacer un alboroto.

No, debía calmarme, la gente no debería ser tan mala.

Pero a quién quería engañar, había pasado años con ese problema, abusos y chicos problema. Cuando creí que mi vida había tomado el rumbo más calmado de todos pasaba esto.

Mis ojos se aguardaron con miedo y nerviosismo, sentí una burbuja dentro de mi a punto de explotar y sabía que quizá estaba pasando por un brote ansioso.

No quería vivir lo mismo, no quería repetir discusiones absurdas, mucho menos que algo verbal cruzará la línea a algo físico, si bien no era usualmente algo que solía pasar, había pasado.

Estruje mis manos nerviosa e intenté calmar mi mente.

Escuché la puerta abrirse y mire cómo salía del cuarto no sin antes dar un vistazo por la ventana.

— Se ha ido. Cuando pare la lluvia me iré también y… ¿Estás bien?

— Yo… — aclaré mi garganta y tomé una bocanada de aire. — Todo ha estado bien en mi vida desde que entré a la universidad, ¿Entiendes? 

No dijo nada. Se quedó pensativo con el ceño fruncido y con una fina línea en sus labios que no jugueteaba con burla ni mucho menos.

— Todo es tu culpa. ¿Por qué tenías que acercarte así? ¿Para que te quitaba el cubrebocas? — dije y evité mirarlo.

Se acercó y se sentó un momento frente a mi.

— Lo siento. 

— Siempre has sabido traerme problema.

— Lo siento. — Repitió y con su mano alboroto su cabello con frustración. — Haremos esto, intentaremos esto un par de días esperando ver un cambio en la reacción de la gente, mi manager comentó que no puede hacer nada al respecto, así que mañana ambos actuaremos como que no pasó nada, fingiremos que solo fue un montaje, algo de inteligencia artificial.

— ¿Crees que lo crean? — dije después de unos segundos de pensarlo. — pasaremos desapercibidos.

— Yo no. — Soltó un suspiro. — Soy una figura pública, Thethe. Estaré en boca de chismes por lo menos está semana, pero tú, tú tendrás que ignorar a todos, fingir que no sabes de qué hablan.

— ¿Pero no es extraño que la “inteligencia artificial” haya generado un rostro idéntico al mío?  Yo no soy figura pública como para que me hayan usado para hacer chismes.

Se quedó en silencio nuevamente y vi como sus hombros se volvían rígidos.

— Veremos cómo avanza esta semana. 

La lluvia bajó dejando una brisa débil, tomó su gabardina y se levantó del sofá. Lo seguí  hasta estar parados en la entrada.

—  Dije que quiero hacer las cosas diferente. Y lo dije en serio. — Comento mientras se colocaba la gabardina.

— Perdona pero  si esto se vuelve un drama no espero tener una amistad contigo. — Sus ojos me veían serios. — Y sobre los chicos… ya sabes, la distancia había ayudado.

Vi cómo trago saliva. — Odio que te hagas la mártir. Siempre tan exasperante. No te preocupes, se arreglará. Si te vuelves una llorona solo llegarán cosas peores.

— Sabes que tengo razón.

— No, no la tienes. Ahora cálmate y deja que intente encargarme de esto.— con un movimiento rápido me dió un beso en los labios a lo que yo casi de inmediato lo empuje. — Siempre seré un Idiota contigo, Thethe. Haré esto diferente, me gustas. — se aclaró su garganta.

— ¿Qué? — Hice una mueca señalando que apenas comprendía todo — En serio no te soporto

¿Realmente había dicho aquello en una situación como está? Ni siquiera me dió tiempo a analizar sus palabras. Estaba tan nerviosa en este momento que lo único que hacía era ver sus ojos.

Se colocó su cubrebocas y su gorra, y  con un rápido vistazo salió con aquel semblante preocupado.

Cerré la puerta y con mi mano derecha palpe mis labios donde hace unos instantes había robado un pequeño y corto beso.

Ya no quería más líos, como había dicho y como me repetía continuamente, ya no era la misma. Ya no me doblegaria por Jimin. Lo que pasó anoche solo fue un momento extraño que pude haber confundido por mi estado de ánimo debido a Marcus, solo eso. 

No tenía porque meter romances absurdos y sin sentido a mi mente. 

Jimin solo hacía eso, jugar conmigo como le plazca, molestarme y luego seguir con su vida de lo más normal.

Cómo ahora, el lidiaria con sus cosas y a mi me deja a un lado esperando que le dé 0 importancia a lo que podría pasar para que no se generen más rumores. Me deja a mi suerte al igual como lo hizo Marcus.

••••

La mañana había transcurrido en un sin cesar de manos estrujadas mientras buscaba que ponerme. Quería ropa discreta, no vestidos ni suéteres coloridos.

El cielo estaba mejorando, se había despejado un poco y el sol comenzaba a salir. 

Tomé mi bolso donde había metido un par de libros y mi carpeta de apuntes.

¿Será que debo usar gorra y cubrebocas también? No, no quiero llamar la atención.

Cuando por fin estuve lista con unos jeans desgastados, unas zapatillas grises y una blusa blanca y un cardigan delgado igualmente gris, salí del departamento y pedí un taxi.

El camino para mi fortuna fue un poco lento, había tráfico cerca de la universidad así que me había dado tiempo a calmarme.

Al bajar del auto caminé hasta la entrada con pasos lentos, cuidadosos, precavidos.

Con la mirada al frente sin darme oportunidad de confirmar si alguien me observaba.

Pero al adentrarme al  enorme pasillo la cosa se volvió difícil.

Las personas que estaban ahí me veían. El pasillo no era angosto pero habían varias personas yendo y viniendo que lo hacían parecer pequeño.

Unos chicos que estaban recargados en un muro a unos metros comenzaron a cuchichear algo sin apartar sus ojos de mi, y yo atiné a caminar. Dar pasos largos casi con prisa para llegar a mi salón de clases.

Estando dentro de esta tomé el mismo lugar apartado de siempre e intenté enfocarme en sacar mi carpeta de apuntes, un plumón y esperar a que comenzará la clase. 

Mi padre está mañana había llamado para preguntar cómo me encontraba, si me había ido bien con los chicos y preguntas triviales sobre la escuela. Jamás mencionó algo sobre la foto o algún beso con Jimin, lo que me hizo entender que o se estaba haciendo el de ojos ciegos, o simplemente no estaba por enterado. Y con cualquiera de las dos posibles opciones, yo no daría mi brazo a torcer y hacer algún comentario al respecto. 

Haré lo que dijo Jimin, ignorar la situación como si no hubiera pasado.

La clase transcurrió tranquila, a pesar de que algunas chicas, que estaban sentadas en un semi grupito al frente del aula, volteaban a  verme de vez en cuando sobre su hombro, pero sin hacer comentario alguno.

El día continuó del mismo modo, las siguientes clases eran más de lo mismo. Chicas y chicos mirándome de vez en cuando cada que apartaban la vista de sus apuntes como si quisieran confirmar y reafirmar que yo era “esa chica”. 

Incluso la última clase que tuve pude percibir cierta atención extraña por parte de la maestra que no paraba de preguntarme a mi cosas sobre el tema que estábamos viendo.

Tal vez solo era idea mía y me estaba sugestionando. Quizá no me veían a mí y era más bien una mera coincidencia.

Al terminar el día, tome mis cosas y las guarde en mi bolso. Caminé hasta la salida del salón pero una mano me detuvo tomándome de la muñeca.

Quise morder mi lengua para distraerme y no pensar en lo acelerado que se había puesto mi corazón.

— Ianthe. — Era la voz de una chica. Su voz era aguda y tenía un toque nasal. 

Me giré sobre mi hombro solo para encontrarme con aquella chica de cabello rubio, cortito y con flequillo. Su delineado era sumamente fino y el día de hoy traía un rubor que llegaba a dar el tono de un melocotón.

— ¿Es verdad todo eso? — Juni seguía sosteniendo mi muñeca con cierta presión.

Por el rabillo del ojo veía como las personas iban saliendo del salón no sin antes darnos una miradita curiosa.

— ¿De qué hablas?

Sus ojos barrieron sin disimulo mi rostro y frunció su ceño. — Lo que dicen, que tienes un amorío con Jimin. ¿Qué pasa con Marcus? 

— ¿Marcus? ¿Amorío? No sé de qué hablas. — Intenté soltarme pero solo apretó su agarre. — ¿Podrías soltarme? tengo que irme.

— Marcus está extraño, está furioso contigo. 

— Tuvimos unos malos entendidos. — Me encogí de hombros y sentí aquella necesidad de morder mi labio inferior. — Son amigos, podrías hablar con él y no conmigo.

Sonrió de lado, una sonrisa apenas perceptible y me soltó. — ¿Estás saliendo con Park Jimin?

— ¿Quien? 

Soltó una carcajada y se cruzó de brazos. — Por dios, Marcus tenía razón. Eres una completa mentirosa.

— Tengo que irme. — me giré para dar un paso hacia la puerta pero ella se puso de nuevo frente a mi. 

— ¿Entonces si estás saliendo con él? No me lo creo — se recargó en el marco de la puerta y me miró de pies a cabeza. — No entiendo cómo pudiste hacerle eso a Marcus. 

— Yo no he hecho nada, no sé de qué hablas.

— No te hagas la tonta conmigo, somos chicas, se supone que deberíamos cubrirnos y ser honestas entre nosotras. — Pasó un mechón corto detrás de su oreja. —  Marcus es un gran chico, ¿Por qué siquiera pensaste en engañarlo? El se encuentra mal y tú abriendo tus piernas al primer chico que se te atraviesa.

— Juni… — le dije de forma cansada. — Yo no tengo nada que hablar contigo, no creas todo lo que ves en internet. Y mucho menos creas todo lo que dice Marcus.

— ¿Por qué no debería? La única que miente aquí eres tú. Solo sabes jugar con los sentimientos de las personas.

Mi ceño se frunció y di un paso intentando cruzar la puerta a un lado de ella pero se detuvo de nuevo estando frente a mi.

— Y ahora te pavoneas victoriosa casando fortunas. Eres patética.

Giré mi rostro para verla. 

Todo el remordimiento que había sentido, la culpa y sentimientos nostálgicos que tenía por Marcus se volvieron borrosos cuando ví cómo sonreía de medio lado.

— Sé que tú y Marcus no tenían precisamente una amistad. — Mis dientes se apretaron cuando fingió sorpresa. 

— ¿Apenas te enteras? — Se movió para dejarme pasar. — Bueno, realmente no te merecías un chico como él. Seguro también querías colgarte de su dinero.

Salí y la dejé sola recargada en aquel umbral. Caminé por el pasillo buscando la salida dando pasos largos y firmes. Y en un momento cuando estaba a mitad el camino, choque con fuerza con el hombro de una persona.

El perfume tan característico me respondió la pregunta de quién había sido con quién tropecé.

Levanté mis ojos y Marcus solo ajustó su mochila en su hombro y siguió su camino. A lo lejos ví a Juni que lo esperaba sonriente. Y termine por levantar mi bolso y seguir con mis pasos apresurados.

De nuevo sentía como me observaban, escuchaba cuchicheos de fondo apenas entendibles pero sabía que hablaban de mi, sentía como me señalaban, escuchaba bien cada que decían por lo bajo “es ella…” “Jimin la beso”.

Terminé mi recorrido hasta llegar afuera y después de estar esperando un taxi por casi 20 min decidí seguir caminando por la acera.

Tenía mensajes de kook en el celular, pero evitaba abrirlos. Iba a retomar mi distancia para no atraer más conflictos a mi vida. Me pesaba, si, pero no encontraba otra solución.

Después de lo que me pareció una eternidad ya estaba de vuelta en el departamento. No tenía pendientes para distraerme ya que ayer había acabado todo así que solo me quedaba estar ahí existiendo.

Tomé mi pequeña laptop y la abrí.

Estuve un rato en redes, tratando de no prestar atención pero empezaron a salirme post con fotos editadas de Jimin y yo besándonos. Publicaciones llenas de hashtag con palabras de “Novia secreta” “Jimin y conquista” “sexo casual” etc.

Sin poder evitarlo di click para ver los comentarios a sabiendas de lo que podría encontrar. Y en efecto, había un sin fin de comentarios, apoyando y otros demasiados hablando sobre mi, lo afortunada que era y que debería cuidarme, que no era lo suficientemente bonita para un chico como él.

“Puaj, si supieran que es un tonto no dirían eso” 

Habían muchas chicas sumamente molestas, diciendo un sin fin de insultos, palabras sin sentido sobre mi físico que parecían todos repudiar, que mis ojos estaban desorbitados, que mi cabello estaba con el largo perfecto para jalarlo y luego golpearme. Y después amenazas, incluso de muerte, amenazaban a mi familia también. Que si no dejaba a Jimin en paz me buscarían hasta debajo de las piedras.

Cerré la laptop abrumada. Mis ojos se habían cristalizado pero me decía a mi misma que hoy había sido solo un día de miradas, algo a lo que ya había estado acostumbrada. 

Pero por dentro me sentía mal, me bajoneaba todo ese alboroto y leer tantos malos comentarios se sentía como darme bofetadas. 

Tomé mi celular dispuesta a hablar con mi padre, sabía que él no podría hacer nada pero como si fuese una chica pequeña, una niña indefensa, esperaba que él me ayudara a sentirme mejor. Pero no, no podría llenar su cabeza con otra cuestión alarmante, tuvo suficiente hace unos años con tanto estrés como para decirle lo que estaba pasando.

Y decidí ir a ducharme. Dejar que el agua corriera y que se llevará consigo las lágrimas que quería soltar.

No quería alejarme de nuevo de los chicos, no después de un reencuentro tan feliz pero si estar con ellos, si visitarlos y charlar, si pasar el rato con ellos… si eso significaba volver a problemas, tendría que alejarme.

••••

Habían pasado ya tres días desde que la foto se había hecho “viral”.

Tres días que para mí suerte y desgracia solo habían consistido en miradas y comentarios indirectamente.

Creía que todo iba mejorando, que la situación iba pasando tan rápido como solían pasar las modas.

Hoy caminaba por el pasillo buscando mi próxima clase. Concentrada en mirar al frente e ignorar a aquellos chicos que me vieron tan descaradamente que me hicieron recordar el encuentro con los chicos en Lyon.

— ¡Oye! — Una chica me detuvo antes de girar por el pasillo. — Necesito saberlo.

Fruncí mi ceño y me aferre a mi bolso mientras miraba sobre su cabeza. El salón estaba a unos metros.

— ¿Hola? 

— ¿Estás saliendo con Park Jimin? — Dos chicas más se unieron a aquella conversación. 

— No.

— Pero lo conoces. — Dijo una de las chicas que se había unido. Sus labios color rosa y sus ojos con delineado celeste me parecían llamativos. — Hoy tuvo una entrevista y hablo de ti.

— No, no lo conozco.

— Claro que lo conoces. Tu eres la de la foto. — Dijo la otra que traía dos trenzas.

La chica que me había detenido traía en su boca una goma de mascar, Infló una burbuja con ella y la reventó antes de levantar su mano y abofetearme con fuerza.

Mis ojos se abrieron como platos y con miedo me giré a verla.

— ¿Que demonios te pasa? ¿Estás loca? — le dije con mi mano cubriendo la zona afectada.

Las otras dos chicas la vieron igualmente sorprendida pero después su semblante cambió a uno molesto.

— ¡A ti qué te pasa! ¿No sabías que debes mantener a raya la distancia entre tú y un idol? — Dijo la de las trenzas.

— ¿Distancia? Les dije que no lo conozco.

A nuestro alrededor pasaban personas intentando husmear con aquella situación.

— ¿Y luego una chica tan normal como tú? — Dijo de nuevo aquella chica de la goma de mascar. — Todavía si fueras bonita la cosa sería distinta.

— Ni siquiera eres coreana. ¡Qué falta de respeto! — Habló la chica del delineado celeste. — Más vale que esa foto sea la única que ande rondando en internet.

— Si se sabe que de nuevo estás como mosca a su alrededor….

— ¿Son sordas? — me queje. — Entre Jimin y yo no pasa absolutamente nada.

— Siéntete afortunada de que la advertencia viene de parte de nosotras. — La chica de trenzas me dió una rápida mirada de pies a cabeza. — Hay chicas que no suelen tocarse el corazón.

La chica que tenía la goma de mascar me miró y escupió aquella haciendo que rebotará en mi mentón.

La mire con odio y recelo pero ella solo atinó a encogerse de hombros como si fuera un momento de lo más normal.

— Es solo para que lo tomes en cuenta. — Y se alejaron por el pasillo dejándome ahí desconcertada.

Y cuando me giré para tomar mi camino al salón ví al fondo a Juni riéndose de mí. Me veía y sonreía divertida. Levantó su mano y la agitó como despedida antes de entrar a su aula que estaba a metros de distancia de la mía.

— Sí no fueras una zorra no estaría pasando nada de esto. — Marcus había pasado a un lado mío diciendo aquello por lo bajo.

Cómo ya era costumbre sentí mi garganta cerrarse y mi respiración flaquear.

— ¡Yo no hice nada malo! — Intenté decirle pero él ya estaba por meterse a su aula.

Y de nuevo, otro día más en mi vida que pesaba como si cargará un costal de papas aplastadome  contra el suelo.

Al acabar las clases lo único que quería era salir corriendo de ahí sin mirar atrás esperando no toparme con algún otro grupo de chicas locas.

Salí de la universidad y me dirigí hasta la acera para intentar tomar un taxi. 

Me detuve a esperar y sentí a un grupo de personas posicionarse a un lado mío.

— ¿Oye entonces es verdad? — Pregunto un chico detrás de mí. — ¿Eres la novia de Jimin?

Lo ignore por completo y seguí esperando a que pasara un taxi y me sacará de aquella situación.

— ¿Eres sorda? A parte de ser una cazafortunas eres una grosera. — aquella voz…

Mire por el rabillo del ojo y mire a Juni que se burlaba de mí a un lado de una chica.

— Escuché que engañó a su novio con dos chicos. — De nuevo dijo y la chica a su lado soltó un suspiro sorprendida.

— Y mira, con curvas… ni siquiera es la típica coreana. ¿Estará operada? — Le respondió la chica.

— Bueno, siendo hombre puedo decir que ese tipo de cosas se agradecen. —Dijo la voz masculina.

— Si es cazafortunas quizá te de su cuerpo una noche por una buena cantidad.

— ¿Quieres callarte? — Dije harta de aquella situación y ella soltó una carcajada. — ¿Cuál es tu problema?

— Engañaste a Marcus y te volviste una zorra. — Juni dijo y levantó una ceja.

— ¿Siquiera has hablado con él al respecto?

— Él me lo ha contado todo. Fuiste hasta la empresa a buscar a Jimin. Te metiste con dos chicos y él te esperaba.

— Él miente. — Mire a sus amigos y señale a Juni — Ella se metió con Marcus mientras él estaba conmigo y…

Dos bofetadas en un día. No quería mantenerme callada pero sentía que en cualquier momento explotaría.

— Relájate un poco. — Me dijo la voz del chico y me dió un empujón para alejarme de ellos.

Me tambalee un poco y lo fulmine con la mirada.

— ¿Que ganan molestando me?

— Te comportas como una cría — Dijo la amiga de Juni. — Mantente al margen, nosotros no haremos nada pero seguro que las fans de Jimin y los demás harán de tu cara un garabato.

Y antes de poder responder algo una moto se detuvo a un lado mío.

El chico llevaba una camiseta gris y unos jeans rotos. Su casco negro y con cristal polarizado no dejaba ver su rostro.

— Sube. — Su voz me trajo paz y miedo al mismo tiempo.

Me negué y camine por la acera ignorando al grupo de chicos que me veían ahora curiosos y atentos. Avance y la moto se colocó a un lado mío de nuevo.

— Por dios no seas una boba y sube ya. — Se detuvo y subió un poco la visera del casco y me acerque y lo detuve con brusquedad. 

— ¿Estás loco? Si te ven estoy muerta.

— Sube. — Me tomó de la muñeca y dió un tirón motivándome a que subiera.

Me rendí y eso hice, sabía que ahora había un supuesto tercer amorio que rondaría en boca de todos. Una infidelidad, dos chicos en la empresa y ahora la moto.

— ¿No pudiste llegar de una manera más discreta? — me queje mientras la moto se ponía en marcha y me aferre con fuerza a su cintura.

Jamás me había subido a una moto y esto me trajo un nuevo miedo. No quería morir al salir volando si chocábamos.

Cerré mis ojos con fuerzas sintiendo el viento golpear mi rostro. 

A pesar de temblar con miedo de estar sobre una moto sentí paz.

Apenas y me había dado cuenta de mis mejillas calientes y las lágrimas que bajaban por estas.

Me aferré con más fuerza al cruzar un bordo y sorbí por la nariz.

Llegamos a aquel estacionamiento que estaba por debajo de la empresa. Estacionó la moto y me bajé casi con un brinco sintiendo mis piernas temblar.

Él bajó y se quitó el casco con un movimiento.

— ¿Estás bien? — kook se acercó a mi y me limpió las mejillas — ¿No maneje tan mal o si?

Sacudí la cabeza y quité su mano de mi rostro con un sutil movimiento.

— ¿Por qué lloras?

— No es nada.

— ¿Te hicieron algo, no es así? — Volvió a hablar. — Ese estúpido Jimin…

Me quedé en silenció, mi cabeza daba vueltas.

Mañana me irá peor, estaba segura de ello. Volvía la rutina de los malos días, los días que hasta cierto punto había superado.

Calme mi respiración y mire a kook al tiempo en que limpiaba bien mis mejillas húmedas. Él solo estaba a un lado mío observando y esperando a que me tranquilizara.

— Todos creen que Jimin y yo…

— Lo sé. 

-— No quiero más de esto. ¿Por qué me trajiste? Solo crearán más rumores.

— Nuestro manager quiere hablar contigo — Ví como pateaba el piso alejando piedras fantasmas antes de buscar en su bolsillo su cajetilla de cigarros. — Deberías entrar.

— ¿No vendrás? 

Colocó el cigarro entre sus labios, lo encendió y dió una calada.

Puse una cara de disgusto ante aquel gesto y él se encogió de hombros.

— Ve, en un momento te sigo. — me dió una mirada apenada y dió otra calada. — Todo estará bien.

Asentí con la cabeza y me adentre en el edificio. ¿Por qué quería hablar conmigo el manager de los chicos? ¿Estaba en problemas también con él? 

Esto me estaba volviendo loca, yo ni siquiera habría tenido culpa de nada si Dahee no hubiera hecho sus jugadas para que Jimin y yo nos viéramos, nada de esto hubiera pasado.

La mujer que había visto hace unos días estaba detrás del mostrador con su continuo click en la computadora pero al verme alzó su mano apuntando el elevador. Tomó el teléfono y tecleó con velocidad.

— Último piso, segunda puerta a la derecha. — me dijo antes de prestar atención al teléfono y seguir haciendo sus apuntes ahora en una carpeta.

Subí al elevador y esperé a que las puertas se abrieran.

Mi estómago había dado un vuelto y sentía que mis rodillas querían flaquear.

Caminé por el pasillo y Vi aquella puerta de cristal, era una oficina y desde donde me encontraban se escuchaban los gritos de Jimin y otra persona.

— ¡¿Te parece divertido?! No sabes lo mucho que trabajamos para mantener el perfil de todos y cada uno de ustedes al margen. 

Escuché que decía aquel hombre y di dos toques a la puerta antes de abrirla con precaución.

— ¡¿Y crees que me divierto con esto?! Estoy intentando arreglar las cosas, no le veo el problema a decir que es una amiga.

— ¿Eres tonto? ¿Acaso crees que se van a tragar ese cuento? Por favor Jimin, no seas un iluso. ¡En la imagen se están besando! — Aquel hombre de mi estatura y algunas canas, fruncía su ceño de tal forma que se le formaban algunas arrugas en la frente. Pasó una de sus manos por su rostro y se giró para verme. — Tú debes de ser la chica. 

Casi de inmediato hice una reverencia y saludé de manera cordial.

— Levántate. Necesitaba hablar contigo.

— No hace falta medidas de ese tipo. — dijo Jimin sin mirarme. — Es absurdo y lo sabes.

— Pequeña niña, ¿Cómo han estado estos días? ¿Todo va bien? — se cruzó de brazos. — Mira, tenemos un problema aquí, y si no lo solucionamos tu podrías acabar perjudicada. No lo tomes como una amenaza, yo no haré nada pero la gente, los fandoms, redes sociales… pueden volverse pesados.

— Se está volviendo de ese modo. — Dije aún sin saber porque quería hablar conmigo. — Jimin me dijo que debía solo ignorar rumores y hacer como que nada paso.

— Hasta cierto punto está en lo correcto. — se giro para fulminarlo con la mirada. — pero hoy en una entrevista se le ocurrió mencionar que ustedes son amigos, logrando solo levantar más sospechas.

— ¿Pero hará algo, no?

— Creo que no sería mala idea que te tomarás unas vacaciones fuera de seúl. ¿Eres coreana?

— Yo… —mire confundida a Jimin y el rodo los ojos.

— Ella no tiene porque irse a ningún lado, aquí o en Francia el acoso podría ser el mismo. 

— Escucha. — se dirigió a Jimin — No quiero más problemas y ambos sabemos que si Eun Gi vuelve pronto hará un escándalo. No soy quien cubre tus platos rotos….

— Ella podrá entenderlo, también ha estado metida en polémicas.

— pero no ha habido fotos de ello.

— ¿Entonces su solución es que me vaya? — Llame su atención y el hombre asintió con la cabeza. 

— Solo unas semanas, hay mucho drama en este asunto. Te pagaremos el viaje y hospedaje, solo habrá que esperar a que todos se enfoque en otra cosa. No queremos que termines siendo acosada por culpa de este estúpido niño. — Miro a Jimin una vez más y negó con la cabeza cansado y molesto.

— No se irá. Solo habrá que dejarlo pasar, actuar como si no hubiera Sido real y…

— ¿Y qué pasa con Eun Gi? — Inquirió el hombre que seguía frunciendo el ceño.

— Ella no vendrá pronto. — Le dijo. 

Evito mi mirada. No sabía quién era esa Eun Gi, pero imaginaba que se trataba de algún directivo, un puesto mayor al del manager.

— Esa chica está loca. — El hombre me miró una vez más. — No quiero ser aguafiestas en lo que sea que tienen ustedes dos pero, la propuesta está. Si sientes que comienza un acoso que no puedes aguantar con gusto te pagaremos un viaje no muy lejos. Jimin pagará los problemas que nos está trayendo con todo este alboroto y lo menos que necesito es ocuparme de una chica en problemas.

— Pero…

— Entiende que no se irá. — Se quejo Jimin. — No lo hará, no hace falta. La cosa se calmara pronto.

Le dió una mirada de advertencia y el hombre me entregó una pequeña tarjetita de presentación, venía un correo y dos números de teléfono.

— Si hace falta llámame. Sabré de inmediato que eres tu. No es la primera vez que he tenido que lidiar con estos amoríos.

— Enserio eres terco…

— Y tú deja de hablarme como si fuéramos iguales. — Levantó la mano y se levantó casi de puntillas para darle un pequeño y sonoro golpe en la cabeza. — Un gusto conocerte, señorita…

— Ianthe. — Me dió una pequeña reverencia y salió de la oficina dando un portazo.

— ¿Tengo que irme? —le pregunté a Jimin que de inmediato se giró a verme.

Sus mejillas estaban ligeramente coloradas y sus hombros estaban firmes.

— No. Es una idea tonta que no funcionará.

— En realidad… — aclaré mi garganta. — Podría funcionar. Hoy tuve unos encuentros con unas chicas. — Solté el aire que estaba reteniendo y baje la mirada. — No quiero volver a esa rutina.

— No lo harás.

— Bueno, no es a ti a quien molestan…

No dijo nada, solo guardamos silencio y después de unos segundos ambos sumergidos en nuestros pensamientos, abrió la puerta de la oficina e hizo que lo siguiera hasta subir al elevador y llegar al piso en dónde estaba su departamento.

Al abrir la puerta Nam Joon fue el primero en verme. Los otros chicos estaban en la cocina y enseguida se habían asomado a la espera de quien entraba.

— ¿La cosa va muy mal? — Yoon Gi se había acercado un poco a nosotros.

— ¿Te han molestado, cierto? — Nam Joon me veía con pena. A pesar de no haberlo conocido antes me daba la sensación que podía ver a través de mi.

— Es complicado. — Les dije y Jimin paso a un lado mío para acercarse al sofá.

— Le dijo que debía irse de la ciudad. como si eso fuera de ayuda.

— Bueno, todo depende de cómo lo has estado pasando. — Dijo Jin y se sentó en el sofá de manera que podía prestar atención.

kook estaba parado recargado en un muro mirándome pensativo.

— La gente me odia. — Les dije.

No quería ocultar me y mucho menos salir corriendo pero la sensación que me transmitían todos esos comentarios de odio y la gente mirándome como un bicho raro… no podría con tanto. 

— No paran de mirarme. Incluso Marcus me ha hecho sentir una basura.

La mirada de Kook cambio a una mas seria y se giro para mirar a Jimin.

— ¿Quién es Marcus? — Pregunto Ho Seok.

— El chico con el que salía.

Hubo un silencio casi sepulcral y continúe sintiendo el corazón en la garganta.

— Si la solución a esto es desaparecer un tiempo lo haré.

— No te irás. — Jimin me miró.

Sus ojos fríos llenos de algún mensaje que no lograba entender solo me hicieron enfurecer.

— Es tu culpa.

Los chicos seguían en silencio, probablemente ahora incómodos.

— Si no hubieras hecho eso…

— Yo no te pedí que vinieras hasta acá ¿Recuerdas? Fue mi madre. Yo solo intentaba hacer las cosas diferente, llevarnos mejor. Te dije que estaba arrepentido.

Rodeé mis ojos esperando que de esta forma mis las lágrimas que se acumulaban en mis ojos desaparecieran.

— Pero no quieres que me vaya. ¿Para que me quedo? La universidad ahora es un asco, quieres que finja que no ha pasado nada pero no es a ti a quien miran como si fueras una zorra. Eso es lo que hacen, me juzgan, dicen cosas a mis espaldas y hasta el día de hoy se atrevieron a abofetearme. Para ellos soy solo una zorra solo por ver un maldito beso.

— Vamos Ianthe, calma… — Tae intentó intervenir.

— ¿Crees que no lo sé? Intenta ser una figura pública, intenta ver comentarios a favor y en contra de todo lo que haces cada maldito segundo. ¿Que eres una zorra? Por dios. — Dio un vistazo a los chicos y después volvió a mí. — ¿Te abruma la situación? Claro, lo entiendo, a mí igual. Estoy metido en un problema legal que me costará mucho por dejar que mi cara saliera en una foto con una chica, porque qué crees, no lo tengo permitido, no puedo hacer con mi vida lo que me plazca por culpa de un papel. Y no me ves por ahí llorando con cada cosa que me pasa ¿o si?

— Oye, basta. — Nam Joon se había acercado a Jimin para tomarlo del hombro.

— Preferiría mil veces que mi vida sea así de calculada por un maldito papel que estar aguantando abusos de gente aparentemente idiota. Idiota igual que tú.

Sabía que ambos hablábamos molestos y presos de aquella frustración mezclada con lo que parecía ser estrés y miedo. Lo sabía perfectamente. Quizá no era lo que quería decirle, quizá solo esperaba un abrazo y que todo volviera a la normalidad pero ambos estábamos notablemente tan alterados que solo atinamos a vernos con disgusto para nada disimulado.

No éramos nosotros los que gritábamos todo eso, no. Era el miedo y el sentimiento de ahogarnos en un problema que creció de algo tan ridículo como lo podría ser una fotografía mal tomada.

— Entonces vete. Llámalo y vete, no servirá de nada. — se soltó del agarre de Nam Joon y se acercó a mi con paso ligero. Se paro frente mío, su rostro a centímetros. — Eres una egoísta y una mártir, yo intento pensar en una solución para ambos mientras que tú sólo miras por ti.

— Sabes por lo que tuve que pasar. Me cuesta mucho toda esta situación, me cuesta el doble que a ti.

— ¿Ahora quieres jugar a ver quién sufre más?

— Ambos estamos alterados. — Masculle e intenté evitar su mirada. — Ni siquiera quiero hablar contigo.

Veía su pecho subir y bajar molesto. Mis ojos volvieron a conectar con los suyos. El tampoco quería seguir la conversación, él también quería detenerse y disculparse pero ninguno daba su brazo a torcer.

Y de pronto la puerta que estaba detrás mío se abrió de golpe.

No tuve oportunidad de girar mi rostro para ver quien había entrado cuando ya sentía una mano agarrando mi cabello con fuerza. Dió un tirón y después me soltó empujándome a un costado.

Me tambaleé un poco y después me detuve. Kook y Yoon Gi se había puesto a mi lado para ayudarme a no caer mientras que yo solo pasaba mi mano por mi cabello desorientada por aquel gesto que llegó de la nada.

— Ella, ¿Quién es ella? — La voz de una chica.

Perfecto, otro problema del cual debo correr.

— ¿Por eso tenías tanta urgencia en que firmará el contrato en Tailandia? ¿Quién es ella? — Mis ojos y los de aquella chica se encontraron.

Era unos centímetros más alta que yo, mucho más delgada y mucho más linda. Su nariz respingada le daba un toque especial a su rostro que parecía ser de porcelana. Sus mejillas estaban sonrojadas y su cabello estaba envuelto en un moño alto.

— ¡¿Y por qué demonios está aquí adentro contigo?! — chillo cuál chica mimada dando golpes al suelo. — Te estuve llamando y no me contestabas.

— ¿Podrías calmarte un poco? —Jimin miró a los chicos, deteniéndose especialmente en Kook. — Ella es solo una amiga.

— ¿Amiga? — me miró de nuevo y está vez sonrió — Claro que es solo tu amiga, ¡Mírala! — Hizo una mueca de disgusto — ¡Explícame lo de esa maldita foto! — grito.

— Demonios Eun Gi, no grites, te escuchan a kilómetros. — Nam Joon la miro mal.

La chica giró sobre sus pies y estuvo a punto de acercarse a mí con una mirada amenazante pero de inmediato Jimin se paro frente a ella.

— ¿Ella es Ianthe no es así? Tu madre no para de hablar de ella. ¡¿Por qué tienes que ocultarme cosas?! — levantó su mano lista para bofetear a Jimin pero él la detuvo a medio camino a lo que ella volvió a golpear el suelo histérica. — ¡Suéltame! Eres un maldito mentiroso.

— Venga, vamos al cuarto. — Kook me tomo del brazo y me dió un estirón para que lo siguiera.

— ¡No tu no te vas! ¡Vuelve aquí! — por el rabillo del ojo veía como se removía y Jimin la sostuvo como si se trataba de una muñeca.

— ¡Cálmate! — Le dijo furioso.

— ¡Dile que vuelva! Aún no acabo contigo.

Entramos a una habitación y kook cerró la puerta.

— ¿Quién era ella? — Me mordí el labio cuando escuché que seguía gritando unos cuantos insultos más y después un portazo.

Kook pasó una mano por su cabello frustrado y se sentó en la orilla de la cama que estaba a un lado de él.

— Es Eun Gi. 

— Si, escuché su nombre…

— Novia de Jimin.

Esto tiene que ser una jodida broma.


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