One Shots/Bl/Yaoi.

By AwesomeMoon96

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Obra dedicada solo para One Shots de todos tipos. Se irán agregando mediante se me ocurren :3 Además, aquí es... More

Atte...
Entrevista (parte 1)
Entrevista (Parte 2)
Entrevista (Parte 3)
Chilensis ADxMY
Piratas (BTS)
Preguntas al Autor

Evan

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By AwesomeMoon96

Cuando lo conocí, el primer día de clases en esa academia, el chico era un caso. Increíblemente atractivo, con facciones realmente delicadas, cuerpo delgado y pequeño, una voz tan suave que envolvía tus oídos hasta hacerte cerrar los ojos para deleitarte con ella y... una actitud de mierda.

Cuando me acerqué a él, se encontraba sentado en una banca bajo un árbol en el jardín del establecimiento, tenía su celular en su mano y la mirada despreocupada fija en la pantalla de éste.

Al llegar a su lado, no me permitió siquiera abrir la boca cuando me interrumpe sin dirigirme la mirada.

—No me interesa lo que quieras decir. Vete—espetó.

Claramente, ese Ser de facciones tan angelicales y suaves, contaba con la peor personalidad que jamás hubiera visto.

Esa tarde volví sobre mis pasos, alejándome de él.

Los días siguientes, me limité a observarlo de lejos. Fui testigo de cómo muchas personas se acercaban a él para hablar pero el chico articulaba solo un par de palabras y las personas se alejaban.

Bufé al ver a una chica sentada a su lado esa mañana, llevábamos una semana de clases y yo seguía sin poder dirigirle la palabra al chico.

La muchacha se explayaba de forma exagerada con él, no tenía idea de qué le decía pero ésta lo trataba como si se conocieran de toda la vida.

En un instante, el chico alzó la vista y le dijo un par de palabras a la muchacha y ésta sonrió, levantó su mano y a la vez que soltaba una carcajada, golpeó el hombro del chico casi mandándolo al piso por la fuerza del golpe.

Di un respingo en mi lugar cuando vi al muchacho reaccionar y afirmándose para evitar caer de la banca. Su rostro se frunció en un reclamo a la muchacha, la cual seguía carcajeándose frente a él.

Cuando la campana de vuelta a clases sonó, mi cuerpo tembló con un escalofrío al ver en el rostro del muchacho la primera sonrisa que le había visto hacer desde que entramos a clases.

No está demás decir que mis intentos por acercarme fueron varios. Muchas veces me alejaba en el instante en que él me decía que lo hiciera. Otras veces le ignoré y me senté junto a él, pero no pasaba de eso, él seguía en lo suyo, ignorándome y se levantaba con el sonar de la campana.

Cuando pasaron los meses, mi maestra me informó que los clubes debían ir a presentarse con los primeros años para reclutar más miembros. Yo era uno de los de primer año que ya contaba con un lugar en un club, así que era mucho mejor que los demás cursos vieran que hay chicos de su nivel en las academias.

Al entrar en su salón, el chico miraba a todos con esa expresión tranquila y desinteresada. Tragué en seco en cuanto fue mi turno de presentarme.

El muchacho me miraba, mas no me veía. Solo era uno más del grupo de chicos frente al salón.

No se le dio más vueltas de lo debido al asunto. Salimos de su salón y eso fue todo.

Al menos sabía ahora dónde se sentaba: Primera fila, a un lado de la ventana. Lugar perfecto para que el sol hiciera resaltar ese tinte cobrizo del castaño de su cabello.

Dos días después, la maestra pidió al curso que algunos de los que tienen mejores calificaciones en ciertas áreas nos juntáramos para ayudar a otros grupos de chicos y así mejorar sus propias calificaciones.

Junto con otros tres chicos salí del salón para ir a la biblioteca y nos anotamos como ayudantes de Ciencias Naturales.

Cuando todo estuvo organizado, la lista de alumnos de otros cursos nos fue entregada, cada uno tendría un "pupilo" ya que no eran demasiados.

Cuando el nombre de mi "pupilo" me fue informado, asentí sin esperar que aquella cabellera cobriza se presentase frente a mí con cuaderno y libro de ciencias naturales en mano.

—Debes ser Louis. Mi nombre es Evan, necesito que me ayudes con las últimas unidades de esto—señaló su libro con su mirada y lo depositó sobre la mesa en medio de ambos.

Evan.

Ese era su nombre.

—Creí que eras una especie de cerebrito o algo—bromeé. Aunque sí lo hubiera creído hasta hace unos segundos.

El muchacho no cambió la expresión neutra de su rostro y se sentó frente a mí.

—Por qué creerías eso, no me conoces—dijo.

—Se te veía tan serio y cerrado en los recesos y... al tratar a los demás, como si no necesitaras de nadie.

—No necesito de nadie—aseguró sin cambiar el tono de su voz mientras buscaba su estuche de lápices en su mochila.

Sonreí y alcé la cabeza, mirándolo con una expresión de superioridad.

—Ahora necesitas de mí para subir tus calificaciones—bromeé.

El muchacho no alzó la vista de su mochila y puso su estuche sobre la mesa.

—No es cierto.

—Claro que sí, sin mí no subirás esas calificaciones—me burlé cruzándome de brazos.

El muchacho tomó su estuche tranquilamente y lo metió nuevamente a su mochila para luego cerrarla.

Fruncí el ceño.

—Qué haces.

—Tal vez me permitan cambiar de ayudante—dijo con voz calma y tomó sus libros.

—No, no, no—tomé su libro de ciencias a la vez que él lo hacía para detenerlo—. Era una broma.

El chico me miró nuevamente sin expresión en su rostro.

—Enserio es broma—aseguré—. No tienes sentido del humor o qué. Yo te ayudaré con lo que necesites—tiré de su libro y sin mayor esfuerzo se lo quité de las manos para ponerlo nuevamente en la mesa.

El muchacho no hizo nada luego de eso, se acomodó nuevamente en su puesto y sacó su estuche por segunda vez.

—Entonces, Evan—Dios, sonaba tan lindo—. Qué necesitas repasar.

La tarde pasó así. Traté muchas veces de robarle una sonrisa, sonrisa que nunca apareció. Cuando la campana de final del último bloque sonó, el muchacho guardó sus pertenencias, se levantó y con un "Gracias por tu ayuda" se alejó hacia la puerta.

Bufé por lo bajo y me fui a casa.

Tuvimos que vernos otras veces para continuar con las "clases", y siempre traté de lograr algo.

Todo era en vano, pero no me rendía.

Había notado los primeros días que, cuando se concentraba tratando de responder una pregunta, el muchacho mordía ligeramente sus labios, cosa que me enloquecía en silencio, por tanto, trataba de llevar conmigo al menos cinco preguntas complejas (mas no imposibles) del tema que veríamos ese día, solo para deleitarme con esa vista de sus labios enrojecidos por sus propias mordidas.

—Tus labios lucen apetecibles—dije.

El chico alzó la vista del cuaderno para fijarla en mis ojos, con los labios levemente entreabiertos y sin quitar la expresión neutra.

Me miró fijamente por unos segundos, llegando incluso a cohibirme.

Juntó sus labios al cerrar la boca y volvió la vista al cuaderno.

—¿La respuesta es Mitosis? —preguntó con esa voz suave y expresión despreocupada.

Parpadeé atónito.

¿Acaso me escuchaba?

Negué con la cabeza y rodeé los ojos.

—Es Mitosis—confirmé.

El chico asintió de forma casi imperceptible y anotó la respuesta de la pregunta para luego seguir con la siguiente.

Demonios.

—Escuchaste lo que te di...

—Creo habértelo dicho el primer día que te acercaste a mí—me interrumpió sin quitar la vista del cuaderno—. No me interesa lo que quieras decir—alzó su manos y anotó la respuesta de la pregunta con lentitud.

Bufé y recargué mi cabeza en mi mano a la vez que apoyaba mi codo sobre la mesa.

—¿Existe alguna forma de agradarte al menos? —me burlé.

—Sí la hay—asintió mientras leía la siguiente pregunta.

—Cuál es—pregunté casi esperanzado, mirándolo atento.

El chico alzó la vista y fijó su mirada en mis ojos nuevamente.

—Cerrando la boca—espetó suavemente para volver a bajar la vista a la pregunta frente a sus ojos.

Gruñí en modo de queja y dejé caer mi cabeza sobre la mesa, reposando la frente en la superficie de ésta.

Cuando el timbre sonó el chico tomó sus cosas y comenzó a guardar todo.

—No acabé con las preguntas, las terminaré en casa y las traeré mañana para que las revises—cerró su cuaderno y lo metió a la mochila.

Tenía los brazos apoyados en la mesa a los costados de mi cabeza y miraba por el borde mis pies y los pies del chico a un lado de mí.

—Seguro, no hay problema—dije.

—Gracias otra vez—se puso de pie.

Asentí sin alzar la cabeza.

—Adiós.

Bye bye—moví mi mano derecha levemente.

Cerré los ojos e hice una mueca con los labios en cuanto vi sus pies alejarse.

Qué con este chico.

Bufé y guardé mis cosas para ir a casa.

Al día siguiente nos encontrábamos nuevamente en la biblioteca. Revisaba las respuestas de sus preguntas mientras él leía el capítulo que debíamos repasar ese día.

—Todo está correcto al parecer—dije mientras miraba su cuaderno.

Tenía una caligrafía muy pulcra.

Dejé el cuaderno sobre la mesa y él asintió mientras seguía su lectura.

Me permití observarlo con detalle.

Los rasgos suaves de su rostro sin expresión se asemejaban a las de las pinturas antiguas que lucían en los museos, tan perfectas y delicadas. Las pestañas tupidas de un color oscuro enmarcaban el chocolate de sus ojos y resaltaban con el color claro de su piel. El castaño cobrizo de su cabello brillaba con el sol que se filtraba por las ventanas de la biblioteca, haciéndolo lucir aún más rojizo.

—Deja de mirarme—espetó con su voz suave sin dirigirme la mirada.

—El color de tu cabello es muy lindo—comenté mientras tomaba un mechón de éste y deslizaba mis dedos por él sintiendo la suavidad de las hebras.

—No me toques—ordenó suavemente mientras movía su cabeza a un lado para quitar su cabello de entre mis dedos, sin quitar la vista del libro.

—Tu voz me gusta.

—La tuya me irrita—dijo aún sin cambiar su expresión.

—¿Cuándo tienes el examen de Ciencias? —pregunté volviendo a recargar mi cabeza en mi mano.

—En dos días—bajó el libro y escribió algo en el costado de la página para luego seguir leyendo.

—Si apruebas, sal conmigo—sonreí.

—No—nuevamente el rostro sin expresión y sin dejar la lectura un solo instante.

Fruncí el ceño.

—No seas egoísta—me quejé.

—Cállate.

Mierda. Cómo me gustaba el timbre suave de su voz.

—No dejaré de hablar hasta que aceptes—dije.

El chico asintió y llevó sus manos hacia sus bolsillos para tomar un par de audífonos y ponerlos en sus oídos.

Bufé.

Evan volvió a la lectura, esta vez son los audífonos puestos y yo me limité a observarlo.

Nuevamente había comenzado a mordisquear sus labios de forma casi imperceptible.

Me era imposible quitar la vista de su boca.

—Tan malditamente irresistibles—dije.

El chico se mantenía con la vista fija en el libro y sin escucharme debido a los audífonos.

—Hay veces—comenté, él no me escuchaba—, en que me gustaría hacer eso que haces tú—miré sus labios. Sonreí—. Y averiguar la razón por la que lo haces tan seguido. ¿Tal vez será porque son tan dulces como parecen?—incliné un poco mi cabeza, acomodando mi mejilla en mi mano—. ¿Tal vez sean tan suaves que da gusto morderlos?—estiré mi mano libre y la dirigí a su rostro—. ¿O serán ambas las razones?

El chico movió su cabeza al lado contrario para alejarse de mi mano.

—Te dije que no me tocaras—bajó el libro y volvió a anotar unas palabras a un costado de la página para luego encerrar algunas líneas del texto en un círculo.

—¿Puedes escucharme? —pregunté, volviendo a bajar mi mano, sin dejar de mirar su rostro.

El chico no contestó, golpeteó el lápiz contra la mesa un par de veces y volvió a alzar el libro para seguir con la lectura.

Sonreí.

—Eso creí.

Acomodé mis brazos en la mesa y los usé como almohadas para recostar mi cabeza en ellos.

—Tu voz es tan suave, tan delicada... No me cansaría de oírla nunca. Tan agradable. Y esa sonrisa, la que nunca me has dedicado a mí, es tan encantadora como tú mismo. Siento algo de envidia de la chica con la que hablas tan seguido, ella obtiene esas hermosas sonrisas que yo tanto quiero. ¿Quién es ella? ¿Por qué ella tiene algo que yo quiero? Es muy injusto—me quejé.

Evan bajó el libro y me miró.

—Necesito que me expliques todo lo que anoté a los costados de las páginas, y lo que está encerrado en círculos—dijo señalándome con el lápiz sus rápidos apuntes.

Bufé y tomé el libro.

Al pasar la hora, el chico había terminado con las preguntas del final y acabada de escribir la última respuesta cuando sonó su celular... dentro de su mochila.

Fruncí el ceño cuando quitó los audífonos de sus oídos y sacó el celular del bolso para contestarlo.

Al terminar con el llamado, el chico tiró de los audífonos y los sacó por completo de su bolsillo, mostrando que el conector estaba suelto y no había nada en su bolsillo como un reproductor de música.

¿Qué?

—Estuviste...—guardó los audífonos en la mochila y cerró el libro, nuevamente con expresión despreocupada—. ¿Me escuchaste todo este tiempo?

—No—guardó el cuaderno y su estuche.

—Pero no tenías conectados los audífonos ¿o sí?

—No—confirmó tranquilamente.

—¿Entonces? ¿Me escuchaste?

—No—tomó su mochila y se levantó.

—¿Puedes decir otra cosa que no sea "no"? —hablé ya algo molesto.

—Sí.

—¡Qué!—me levanté, él no cambió la expresión neutra de su rostro, acomodó la mochila sobre sus hombros y me miró a los ojos.

—Es mi prima—volteó y caminó hacia la puerta mientras la campana comenzaba a sonar avisando del final del último bloque de clases.

Me quedé en silencio, de pie mirando la puerta por donde había salido Evan.

Su prima. Eso explicaba mucho.

Al día siguiente él apareció con algunas preguntas específicas. Para aclarar pequeñas dudas que le habían surgido mientras estudiaba en casa.

—Eso sería todo—le entregué su cuaderno y él asintió—. ¿Todo está claro?

Él asintió.

—¿Incluso el lugar donde iremos cuando apruebes y salgas conmigo?—lo miré con una sonrisa.

El chico guardó sus cosas con la típica lentitud calma.

—Me tengo que ir—informó.

Reí.

—Vamos, Evan. Di que sí.

—No—se levantó.

—Evan—llamé alargando la "a" mientras estiraba mis brazos sobre la mesa, él estaba muy lejos como para alcanzarlo.

—Louis—habló con esa voz que lograba que amara mi nombre al escucharlo ser pronunciado con ella.

Alcé la vista y él me miró fijamente.

—Gracias—dijo.

Parpadeé un par de veces y sonreí irguiéndome en mi puesto.

—No tienes nada que agradecer—asentí—. Solo sal conmigo si apruebas—junté mis manos y sonreí mirándolo.

Él rodó los ojos y dio media vuelta.

—Adiós, Louis.

Al día siguiente no lo vi en todo el día. Ni al siguiente día, ni los tres días después de eso.

Claro, él estaba viendo materia nueva y recién comenzaban con ello, no necesitaba estudiar aún... Porque no tenía nada qué estudiar aún.

Terminé volviendo al punto de inicio.

Observándolo desde lejos regalándole esas lindas sonrisas a la que me había informado era parte de su familia.

—Qué injusto—me quejé en voz baja conmigo mismo de forma infantil.

La semana siguiente me encontraba sentado en una de las mesas del comedor, leyendo un libro en mi celular cuando algo obstruye mi visión del texto en la pantalla: Un examen.

Fruncí el ceño y alcé la vista.

Evan me observaba con ese rostro angelical sin expresión como era de costumbre.

Bajé nuevamente la vista quitándome los audífonos que cubrían mis oídos y miré el examen.

—Noventa y tres puntos de cien—murmuré y lo miré nuevamente.

—Aprobé—habló.

Oh, cómo había extrañado esa voz.

—Aprobaste—asentí—. Y con un excelente puntaje.

Asintió de forma casi imperceptible.

—Me equivoqué en algunas preguntas. Me gustaría que las revisaras y me explicaras los errores para aclarar las dudas.

—Seguro, no hay problema—asentí—. Pero aprobaste—lo miré dejando el examen sobre la mesa—. ¿Saldrás conmigo? —sonreí.

Evan rodó los ojos con expresión despreocupada.

—Revisa el examen, Louis.

Y por primera vez, desde que llevamos hablando, esa sonrisa que tan linda se veía desde lejos, fue dirigida a mí, demostrándome que no solo era la sonrisa más adorable que había visto en la vida, sino que era la primera que lograba que mi corazón latiera de una forma tan rápida y descontrolada.

El chico frente a mí debió notar el color subir a mis mejillas porque una leve risita salió de sus labios y bajó la cabeza con gracia para luego mirarme nuevamente.

—Nos vemos, Louis.

Asentí sin poder emitir una sola palabra y observé su cuerpo alejarse hasta perderse en las escaleras que llevaban a su salón.

Golpeé mi frente contra la mesa tratando de volver a la normalidad mis latidos cardiacos, y esperando que esa maravillosa y agradable sensación en el pecho disminuyera para poder respirar mejor.

Alcé la cabeza y miré el examen.

—Ya deja de fangirlear, Louis—me dije en voz baja y me centré en las hojas frente a mí.

Abrí el examen y revisé las preguntas que estaban marcadas con una equis. Leí y medio memoricé lo que podría decirle a Evan para aclararle en qué se había equivocado. Al llegar a la última página, una caligrafía diferente a la de la maestra que, con lapicera roja, marcaba un "Felicitaciones" al final del examen llamó mi atención. Era la caligrafía de Evan. En azul, una dirección y un número de celular destacaban a un lado del mensaje escrito pulcramente por el chico, volviendo a acelerar mi corazón:

"Me gustan los helados.
Nos vemos ahí a las seis."

~~~~💙💙💙💙~~~~

Esto pasa cuando un golpe de inspiración te hace escribir :(
Una hora y esto estaba listo...
¿Y el capítulo de DP? Ja. Ya quisiera que fuera así de fácil :(

No es Louis de 1D, por si acaso xd

Lo escribí hace como dos noches y recién me cargó el net jdfkkf
Puta vidah.

Espero que les guste c:

Los errores los corrijo después =.= jdjx

Bye^-^

-Danny.

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